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La epifanía irónica por Katt-chan

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Notas del capitulo:

¡Espero que lo disfruten!

Había pasado poco más de una semana desde que Kageyama y Oikawa habían comenzado a salir. Karasuno, aun consternados por el hecho de que su armador de primero no asistiera a los entrenamientos del día sábado, conversaban entre ellos sobre qué podría estar ocurriendo. Mientras, Daichi, se había dado la misión de averiguar y hablar con el pelinegro, pidiéndole al resto que no interviniera. Sin embargo, el capitán del equipo no había logrado obtener respuestas. Había intentado indagar sobre su estado de salud, las condiciones de su hogar o de su familia, pero el muchacho contestaba -casi a monosílabos- que todo estaba bien, solo que debía atender asuntos que no le incumbían. A Daichi comenzaba a acabársele la paciencia, hasta que un día, intentando hablar con Kageyama, explotó.

“No puedes seguir faltando todos los sábados. Te necesitamos en los entrenamientos, eres el armador. ¿Cómo puedes ser tan inconsciente?” El tono del mayor reflejaba toda la frustración que sentía en ese momento. El vice capitán quiso golpearse la frente al oír el grito de su compañero. Ellos habían conversado y llegado a la conclusión que abordar a Kageyama con una confrontación no sería la mejor alternativa, y que en su lugar intentarían acercarse de manera amistosa. Ahora todo se había ido a la basura.

“Está bien. Remediaré eso. Lo siento.” Dijo seriamente Tobio.

O no…’ Suga pensó con sorpresa mientras veía al de primero acercarse a Asahi para practicar juntos.

“Sugawara-san…” Escuchó que lo llama Hinata, quien era actualmente su pareja de entrenamiento. “¿Todo bien?”

“Sí, me preocupó un poco la conversación entre Daichi y Kageyama, pero parece que salió todo bien.” Dijo lanzando el balón.

“Bueno, se ve feliz… debe ser por eso…” Le contestó el pelinaranja mientras intentaba alcanzar el tiro.

“¿Kageyama?” Sugawara sujetó la pelota, y volteó a mirar al aludido. Para él se veía igual que siempre, tal vez menos serio y sombrío que después de su semana sin práctica, pero… ¿feliz?

“Sí, es cosa de verlo. Está muy muy feliz, de hecho.” Shoyo rio un poco al decir esto. “Le pregunté por ello hace unos días, pero no me quiso decir.”

“No veo algo distinto en él, para ser honesto.” Confesó con una sonrisa resignada.

“¿De verdad? A mí me llega a dar miedo lo contento que se ve.” El albino tomó nota de prestar más atención a Kageyama en el futuro. Siguieron practicando en silencio, hasta que el capitán se acercó a Suga.

“Eso no salió como esperaba…” Fue lo primero que dijo Sawamura.

“¿En serio?” Le contestó el vice capitán con sarcasmo. “Tienes suerte que haya salido bien al final.”

“Esperemos a que efectivamente llegue el sábado antes de cantar victoria.”

“Tienes razón…”

--

Kageyama volvió a su casa después del entrenamiento de ese día. Iba caminando por la calle oscura a unos metros de su hogar, cuando vio a un chico castaño.

“Hola, Tobio-chan.” Lo saludó con una voz grave, mientras se acercaba para luego darle un suave beso.

“Hola.” Kageyama se separó de él y fue a la puerta principal de su hogar. “¿Te quedas hoy?” Preguntó abriendo la puerta. Ya llevaba un par noches en las que se quedaba ahí, aprovechando que el pelinegro prácticamente vivía solo.

“Claro, yo me quedo con mi lindo noviecito.” Oikawa le susurró de forma seductora en el oído mientras lo comenzaba a abrazar por detrás. El pelinegro sentía como se le ponían los pelos de punta y su cara comenzaba a hervir por la osadía del mayor, así que optó por darle un codazo en el estómago para alejarlo de él. “¡Agh! Se me olvida lo tímido que eres, Tobio-chan.”

“Callate…” Refunfuñó el menor, completamente avergonzado, en tanto el otro se reía de él. Después de entrar a la casa y cerrar la puerta, Oikawa acorraló a Kageyama en la pared junto a la entrada de la casa. “¿Oikawa-san…?” Preguntó algo expectante. El castaño solo tomó con delicadeza el mentón de Tobio para alzar su cabeza y comenzó a besarlo con movimientos lentos. Frente a las caricias, el de primero sentía como sus piernas empezaban a temblar. Puso sus manos sobre el pecho del mayor para empujarlo un poco. “Espera, la- la cena-”

“Traje asado. Solo hay que calentarlo.” Dicho esto, continuó besándolo. Estuvieron ahí unos minutos, hasta que Oikawa se separó de él y lo quedó mirando a un centímetro de su cara. “Necesitaba eso.” Dijo con una sonrisa torcida.

“Eres un maldito pervertido.”

“Ay sí, como si no te gustara.” Kageyama solo rodó los ojos y fue a la cocina.

“Dame lo que trajiste para ponerlo en la estufa.” El otro obedeció, y le entregó una caja con la comida, que puso en una olla y a calentar al fuego. Mientras esperaban, el pelinegro comenzó a hablar de nuevo. “Oikawa-san, no creo que pueda acompañarte el sábado.”

“¿Por qué? ¿Pasó algo?” Preguntó algo preocupado.

“Sawamura-san me regañó hoy. Tengo que ir al entrenamiento este sábado.”

“Ah...” El mayor le respondió resignado. Se le había olvidado que él mismo había intervenido para que su pareja desconfiara y se alejara de sus compañeros. Recordando esto, se comenzó a sentir increíblemente culpable. “Está bien. Debes ir.” Atinó a decir algo avergonzado. “Y… ¿cómo está la relación con tus compañeros?” Kageyama se quedó pensando un momento antes de contestar.

“Ahora que tengo clara mi posición en ese equipo, creo que bien. Al menos me siento más tranquilo.”

“¿A qué te refieres con ‘tu posición’?”

“Es un equipo deportivo y yo soy el armador, un jugador más…” Dijo detenidamente. “Más allá de eso, no somos absolutamente nada.” Había un tono algo deprimido en los dichos del muchacho, y Oikawa trago con dificultad.

“Tobio, tal vez podrías salir con ellos uno de estos días. Para que se relacionen fuera de la cancha.” El castaño intentó.

“Pero… si tengo tiempo libre, prefiero estar contigo.” Susurró Kageyama mirando hacia el suelo, mientras un sutil sonrojo adornaba sus mejillas. Oikawa reprimió un gritito.

’¡Deja de ser tan lindo!’ El capitán se dijo completamente frustrado, reprimiendo las ganas de saltar sobre el menor. Respiró hondo y habló. “B-bueno, pe-pero sería mejor si intentas tener tiempos de camaradería aparte de los entrenamientos.”

“¿No quieres pasar más tiempo conmigo?” El pelinegro levantó ligeramente la vista mientras preguntaba haciendo un puchero.

Oh por Dios… ¿Por qué me lo haces tan difícil?’ Tooru se acercó a él para poner sus manos sobre los hombros del otro, haciendo que clavara su vista en él. “Por supuesto que quiero estar más tiempo contigo. Solo que-”

“Bien, porque no quiero rogarles atención a personas que ‘necesitan descansar de mí’.” Soltó con veneno el menor. Luego, cambió su expresión a una más serena y se volteó hacia la estufa para revisar la comida. “Está listo. Trae los platos.” El mayor decidió no seguir insistiendo y solo obedeció al otro.

Después de comer, lavaron la loza y se fueron a la habitación del pelinegro. Ambos se cambiaron a una ropa cómoda para dormir. Oikawa se recostó primero, después de lavarse los dientes.

“Tobio-chaaaaan~” Canturreó acomodándose mejor en el lugar. “Ven a la camaaaaaaa~” Al poco rato, Kageyama apareció a través de la puerta. “¿Por qué demoraste tanto?” Dijo fingiendo tristeza de forma exagerada, haciendo que el otro rodara los ojos.

“Discúlpame por asegurarme que esté todo cerrado para que no entre un maniático a la casa a matarnos.”

“Ay, Tobio, pero yo te protejo.” El pelinegro lanzó una pequeña risa mientras se metía a la cama con su pareja.

“Qué idiota…” Susurró acomodándose sobre su pecho.

“Qué irrespetuoso te estás poniendo, Tobio-chan.” El castaño tomó el rostro del menor con una sola mano mientras se ubicaba sobre él. “A tu querido Oikawa-san no le está gustando mucho esa rebeldía tuya, ah.” Terminó susurrando.

“Claro, eso siempre me quita el sueño.”

“Tobio-chan~” El capitán abrazó la cintura de Kageyama y comenzó a besar su cuello. Después de trabajar un rato sobre su cuello, comenzó a escuchar algunos gemidos reprimidos por parte del otro. Sin dejar las caricias, intentó mirar la cara de su pareja, y notó que tenía una mano sobre su boca y la otra sobre sus ojos. “Tobio, quiero oírte.” Susurró en su oído. Oikawa tomó la muñeca de la mano sobre la boca del otro, besó su mano y la puso detrás de su propio cuello. Luego siguió atacando el cuello del menor.

“Oi…kawa… san” Gimoteó Kageyama.

“¿Qué… quieres… Tobio… chan?” Tooru pronunció entre besitos.

“Lento… quiero… más lento…” El requerimiento torpe de Tobio fue comprendido por el mayor. Con la poca experiencia de esa semana y media de relación, lo primero que detectó fue que a su pareja le fascinaban las caricias pausadas y que se tomara su tiempo para complacerlo… a pesar de que solo se permitían tener intensas sesiones de besuqueo y nada más. Dentro de todo, era sorprendente la rapidez con la que aprendía el menor. La respiración de Kageyama resonaba cada vez más fuerte en la habitación, lo que excitaba más al castaño y le hacía perder un poco el control. “¡Más… lento!” Exigió el pelinegro entrecortadamente cuando el otro comenzó a aumentar la velocidad por el calor del momento.

Qué exigente…’ El castaño pensó divertido. Cuando cumplió con la demanda de Tobio, lo oyó gemir nuevamente. ‘Mi exigente. Mi exigente y lindo Tobio-chan’.

Notas finales:

Agradezco cualquier comentario o retroalimentación para poder mejorar ¡Muchas gracias! ^-^


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