Oikawa iba hacia su escuela sintiéndose levemente decepcionado. Después de que Tobio se fuera del restaurante el día anterior, no supo de él y tampoco quiso tomar la iniciativa.
‘Al cabo igual era un plan estúpido…’ Pensó con resignación. Sin embargo, había otro tema que lo tenía intrigado. ¿Por qué al menor le había afectado tanto ese comentario? Sabía perfectamente que era un pensamiento desagradable para él, y por ello solía mencionar el apodo que Kageyama tanto odiaba. Pero jamás había reaccionado de esa forma. Lo normal era que refunfuñara y frunciera el ceño para después ignorarlo. En lugar de eso, la noche anterior el rostro del muchacho pelinegro era de una profunda tristeza, y eso en cierta forma lo hacía sentir miserable. ¿Por qué le importaba si estaba triste o no?
Al llegar a la escuela e instalarse en su puesto dentro de la sala de clases, su mejor amigo lo recibió de forma poco amistosa.
“¿Qué hacías ayer con Kageyama, Oikawa?” Preguntó sin rodeos. El castaño, por su parte, lo quedó mirando confundido un momento antes de hablar.
“¿Cómo supiste que me reuní con él?”
“Estabas raro ayer, así que revisé tu teléfono y vi sus mensajes. Pero no me cambies el tema…” Iwaizumi endureció sus facciones. “¿Qué hacías con Kageyama?” Tooru solo rodó sus ojos mientras preparaba sus cosas para la clase.
“No sé, solo decidimos salir para, ya sabes, limar las asperezas…” El castaño respondió intentando sonar casual.
“¿Crees que soy tan estúpido? ¿Desde cuándo te ha interesado a TI ‘limar las asperezas’ con Kageyama, ah?” Frente al cuestionamiento, Oikawa solo guardó silencio. “Fuiste a espiarlo, ¿cierto?” Era imposible poder engañar a su mejor amigo.
“Solo fui a ver que tanto había mejorado, es todo.” Hajime, al oír esto, se tomó el puente de la nariz.
“¿Cómo puedes ser tan despreciable? Ese chico posiblemente piensa que realmente puede arreglar las cosas contigo.”
“Ay, sí… como si a Tobio-chan le mortificara mucho no arreglar las cosas.” Susurró sarcástico el castaño.
“Tú sabes perfectamente que Kageyama te admiraba mucho en la escuela media.”
“Pues ya no.” Tooru dijo hastiado e hizo una pequeña pausa. “¿Y por qué tanta preocupación por ese mocoso?” Comenzó a recriminarle, sintiéndose algo celoso.
“No quiero que hagas estupideces.” Hajime dijo con intensidad. “Kageyama no te hizo nada a ti. Y solo porque ahora es parte de un equipo que logró explotar su potencial no significa que puedas engañarlo y lastimarlo.” Tooru resopló molesto. “¿Qué pretendías hacer?”
“Ya te lo dije, solo quería ver cuanto había mejorado.”
“¿Solo eso? No te creo.” Oikawa rodó los ojos, frustrado.
“Bueno, tal vez buscaba distraerlo un poco de la competencia.” Dijo mientras se reusaba a mirar al otro. Justo cuando Iwaizumi se preparaba para regañarlo, se le adelantó. “Pero tranquilo, que le hice un comentario de su época de Rey y probablemente no haya forma de que vuelva a encontrarse conmigo.” Su interlocutor se calmó considerablemente al oír lo último. “Y ya entendí que era una idea tonta, ¿de acuerdo?”
“Más te vale no seguir desconcentrándote por idioteces. Podemos ganarle a Karasuno siempre y cuando te enfoques en nosotros. No en Wakatoshi. No en Kageyama. En nosotros, tu equipo.” Antes de que Tooru pudiese contestar, llegó el profesor para iniciar la clase.
Después de pensar en las palabras de su compañero, Oikawa optó por hacerle caso y concentrarse en su propio equipo. Así siguió avanzando la semana, en la que Hajime se veía bastante complacido con su nueva actitud. Durante esos últimos días, habían tenido otro partido de entrenamiento con una escuela, donde Seijoh arrasó y le ganó con mucha ventaja. Ese partido fue importante, ya que representó un hito de avance del equipo. Cada uno de esos muchachos, no solo Hajime, habían notado que su capitán había estado distraído, aunque no entendían del todo por qué. Sin embargo, aparentemente esa etapa estaba terminada. De esa forma se llega hasta ese día, en el que habían terminado una práctica, y él seguía concentrado en perfeccionar la técnica de su saque.
“Oye, Oikawa, ya terminó el entrenamiento.” Le recordó Iwaizumi.
“Sí, solo quiero practicar un poco más…” Tooru respondió mientras mantenía su pose para hacer su saque, intentando no perder la concentración.
“Oikawa…” Dijo en un tono de advertencia.
“Solo un par de minutos, luego iré a descansar apropiadamente. Te lo prometo.” Iwaizumi lo quedó mirando con sospecha, hasta que lanzó un suspiro y se dirigió a la salida del gimnasio.
“No te tardes mucho. Nos vemos.”
“¡Nos vemos, Iwa-chan!” El castaño respondió animado. Una vez que su compañero se retiró, adoptó una postura más seria y respiró hondo con el balón en sus manos. Luego, tiró la pelota al aire, saltó y la golpeó con fuerza. La pelota chocó contra el piso, dentro de la cancha bastante cerca del extremo. Sonrió satisfecho, y repitió el saque unas cuantas veces más hasta que decidió que era suficiente. Oikawa ordenó el lugar y se cambió con rapidez para poder retirarse. Se sentía bien, más concentrado, más enfocado y conectado con sus compañeros. Al salir de la escuela, justo en la entrada del recinto, escuchó que alguien lo llamó.
“Oikawa-san…” Dijo la persona en un tono bajo. Entonces se volteó y abrió mucho los ojos al ver de quien se trataba.
“¿…Tobio…?”