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La epifanía irónica por Katt-chan

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Notas del capitulo:

¡Espero que lo disfruten!

Era un hecho que Oikawa estaba totalmente sorprendido de verlo ahí, y no se preocupaba por disimularlo. Kageyama, por su parte, esperó a ver que le decía el otro chico, para así poder identificar si estaba molesto o no por lo ocurrido a principios de la semana. Sin embargo, al no tener una reacción del otro solo decidió hacer lo que debía y salir de ahí.

“Oikawa-san, toma.” Dijo extendiéndole el dinero que costaba el plato que había pedido para él dentro de un sobre blanco. El castaño lo tomó con desconfianza y lo comenzó a examinar.

“¿Qué es esto?” Abrió el sobre para encontrarse con los billetes. Miró instantáneamente al joven con los ojos muy abiertos.

“Es mi parte de la cena del lunes. Lamento los inconvenientes.” Hizo una rápida reverencia y se dio vuelta para alejarse de ahí. Sin embargo, no pudo alejarse mucho porque Tooru lo tomó del brazo para luego obligar a mirarlo.

“Un momento, Tobio-chan. No puedes venir hasta aquí, darme dinero y luego irte así nada más.” Exclamó entre sorprendido y molesto. “En serio, ¿qué te pasa?”

“Solo pensé que… debía pagar por mi comida.” Kageyama contestó algo incómodo.

“Eso es lo que menos importa ahora. Te fuiste sin explicar ni una mierda y no me has hablado en todos estos días… ni siquiera un maldito mensaje de texto… y ahora ¿te apareces acá a pagar una cena que explícitamente te dije que pagaría yo?” El pelinegro abrió la boca para responder, pero no se le ocurrió que decir. Pensó en las palabras del otro unos segundos. ¿Por qué había venido? Era por el dinero, se sentía intranquilo y quería salir de esa deuda con el otro chico (¿cierto?). Eso fue lo que le dijo a Miwa, porque era la verdad (¿no?). Sin embargo, al escuchar a Oikawa, su mente se quedó en blanco y no sabía como justificarse. Honestamente, habría sido más fácil para él solo haberse olvidado de ese día y nunca más hablar con el castaño. Eso incluso sonaba a algo más parecido a lo que hubiese hecho. Entonces, ¿por qué estaba ahí? Así, Oikawa notó que el otro no hablaría, por lo que decidió hablar él. “Tómalo. No lo quiero.” Dijo mientras intentaba devolverle el sobre con dinero.

“Pero es que-”

“¿Por qué te pusiste tan raro cuando mencioné lo de Kunimi?” Oikawa finalizó en un tono más calmado.

“No me gusta hablar de eso…” Le contestó el pelinegro mirando al suelo. Por su parte, Tooru consideró que realmente el tema le molestaba al chico, así que decidió no insistir para no repetir la escena del restaurante.

“Bien…” Dijo el castaño mientras miraba hacia otro lado. “Si no me quieres contar está bien…” Después de un rato en un incómodo silencio, había algo que le llamó la atención. “Tobio, ¿no deberías estar en tu práctica?”

“Tuve una leve torcedura en el tobillo el martes y me vetaron totalmente del gimnasio para que descansara.” Kageyama contestó rápidamente.

Lo vetaron… Entonces…’ Una pregunta se le metió en la cabeza a Oikawa. “¿Hace cuánto estás esperando aquí afuera?” Habló con el ceño fruncido.

“Pues, no sé, como unas dos horas creo.”

“En serio, Tobio-chan, ¿no tienes nada mejor que hacer?” El castaño preguntó incrédulo y Kageyama lo miró con reproche.

“Solo aproveché a venir ya que no me dejan entrenar hasta que termine la semana.” Masculló con un poco de vergüenza. Oikawa miró los pies del otro chico.

“¿Te duele?”

“No, solo están exagerando.” Tobio dijo molesto, mientras el castaño intentó reprimir una sonrisa.

Esta es una oportunidad perfecta, ¿o qué?’ Oikawa había pensado que seguir con el plan conllevaría un sobre esfuerzo después de lo ocurrido cuando lo invitó a cenar, pero ahora el pelinegro se le presentaba, casi rogándole que lo acogiera.

El mayor sabía que Kageyama tenía un miedo innato al rechazo; era cosa de ver sus reacciones luego de su último partido con Kitagawa Daiichi. También sabía que el pelinegro, al no encontrar aceptación con sus compañeros, era alguien que saliera a buscarla, pero si se le presentaba la oportunidad de ser acogido la tomaría. Si lograba que lo viera a él como esa oportunidad de ser amparado, entonces tendría control sobre Tobio y podría manipularlo a su antojo, además de romper la confianza que había construido con su equipo. Era tan simple. Tan perfecto.

“¿Karasuno también practica mañana?” Kageyama asintió con la cabeza. “Tal vez solo aprovecharon eso de la torcedura para descansar un poco de ti.” Dijo el castaño con gracia, pero el otro se le quedó mirando con el ceño fruncido. “Solo estoy jugando. Tranquilo.” Le aseguró rápidamente con una sonrisa. El pelinegro se mantuvo en silencio conservando su expresión seria y pensativa. ‘Ahora la semilla está plantada…’ Pensó orgulloso Oikawa, para después hablarle al menor. “Bueno, realmente no te ves como alguien que deba restringirse entrenar. Mañana iré al gimnasio del otro lado de la ciudad a practicar, por si quieres venir.” Kageyama lo quedó mirando sorprendido un momento, y luego apretó los labios mientras pensaba. “Si prefieres no forzar tu pie, igual puedes solo ver el entrenamiento. Se aprende mucho mirando, por eso me sorprende que Karasuno te haya vetado totalmente del gimnasio.” Dijo mirando al otro con cuidado, para ver que había logrado su cometido al ver que el pelinegro endurecía aun más sus facciones.

“Está bien, iré.” Kageyama habló en un tono bajo y molesto. Él no se daba cuenta, pero las palabras del castaño estaban calando sobre su consciencia. Al principio quiso seguir las instrucciones de su entrenador y descansar toda la semana. Pero esa idea ya no le satisfacía, en su lugar se sentía algo enojado, e incluso un poco traicionado, aunque no estaba del todo seguro por qué. Él sabía que sus compañeros lo respetaban… porque lo hacían, ¿no? Así que no caerían tan bajo como para aprovechar una supuesta lesión para mantenerlo lejos. Estaba casi seguro de que así era… No, completamente seguro.

“¡Genial! Iré a buscarte mañana a tu casa. ¿Te parece como a las 7.00 am?” El pelinegro asintió con la cabeza. “Nos vemos entonces, Tobio-chan.” Terminó sonriendo el mayor.

“Nos vemos…”

--

Kageyama se sentía extasiado. Después de practicar con Oikawa y un grupo de estudiantes que nunca había visto, se sintió renovado. Realmente necesitaba eso. Dieron por finalizado ese entrenamiento informal poco después del medio día, y ahí la burbuja del pelinegro explotó, volviendo a la realidad. Los dos muchachos se despidieron y alejaron del grupo.

“Y, Tobio-chan, ¿qué tal estuvo?” Preguntó con un leve tono de superioridad el castaño.

“Fue genial. Todos son muy talentosos.” Oikawa veía como sus ojos llegaban a destellar de emoción. “Pero pensé que estaríamos más tiempo ahí, por eso traje almuerzo.”

“Bueno, no tiene por qué perderse… ¡Además muero de hambre!” Replicó Tooru con entusiasmo. “Hay un parque bien bonito cerca de aquí. Podemos sentarnos ahí a comer.” Sin esperar la respuesta por parte del otro, solo aceleró el paso hacia el parque. Una vez ahí, buscó un sector en el césped que tuviese la conveniente sombra de un árbol. “¡Ahí, vamos!” Kageyama se instaló en el lugar en silencio. Sacó una gran caja envuelta en una manta verde, para revelar que se trataba de cuatro cajas más pequeñas dispuestas como torre. Mientras el pelinegro mostraba el contenido, Oikawa veía con asombro. Había pequeñas albóndigas, zanahorias cortadas en varitas, bollos, bolas de arroz, tomates Cherry, pequeños sandwiches… Y la presentación de todo ello era meticulosa.

“Debería ser suficiente para los dos.” Dijo tranquilamente el menor.

“Te creo…” El castaño no lograba salir de su asombro. La bendita caja se veía más grande de lo común para un almuerzo personal, pero esto era derechamente ridículo. “¿Tu mamá cocinó todo esto?” Ante la pregunta, el menor frunció levemente el ceño. Y aunque fue casi imperceptible, Tooru lo notó.

“No, yo lo hice.” Hubo un silencio después de esa respuesta.

“¿Tú…?”

“Sí.”

“¿Sabes cocinar?”

“Sí.”

“E hiciste todo esto…”

“Sí.” Oikawa miró de nuevo toda esa comida y sonrió.

“Estás lleno de sorpresas, ¿no, Tobio-chan? ¡Veamos que tal está!” Dicho eso, tomó una de las albóndigas y se la metió a la boca. El otro lo observaba, esperando a ver su reacción. “¡Está muy rico!” Dijo mientras terminaba de tragar. Kageyama comenzó a sonreír nerviosamente, claramente complacido por la buena crítica, y se dispuso a comer. “¿Sabes? Me podría acostumbrar a esto…”

“¿A qué?” Preguntó Tobio sin comprender.

“A venir los sábados a entrenar contigo y luego comer tu comida en un lugar tranquilo y agradable.”

“Pero, tengo entrenamiento con Karasuno a esta hora los sábados.” El pelinegro recordó contrariado.

“¡Ahh, cierto! Lo olvidé.” Oikawa mintió con naturalidad, mientras parecía reír con pena por su supuesto error. “Es una lástima, porque estoy seguro de que le agradaste a los muchachos.” En tanto veía como Kageyama bajaba su mano lentamente, mirando hacia un punto indefinido por unos segundos, supo que había logrado otro cometido. ‘Eres tan predecible, Tobio-chan…

“Me gustaría repetirlo…” Dijo Kageyama en un susurro.

“Bueno, si te vuelven a vetar, la invitación queda abierta.” Tooru señaló mientras tomaba uno de los bollos y masticaba gustoso. ‘Wow, Tobio tiene buena mano. Supongo que no sería tan malo repetir esto.’ Estuvieron comiendo en silencio un rato.

“Oikawa-san…” Murmuró el pelinegro mirando hacia el suelo. “Gracias por traerme aquí.”

“Estabas muy aburrido, ¿cierto?” El mayor le dijo divertido, ante lo que el otro asintió. “Imagino que para alguien que se queda después del entrenamiento oficial no poder estar en un gimnasio por más de dos días seguidos debe ser un suplicio.”

“Tú también tuviste que pasar por algo similar, cuando te lastimaste la rodilla.” Oikawa lo quedó mirando ligeramente sorprendido.

No pensé que recordara ese detalle…’ Pensó él mientras tomaba el último sándwich. “Sí, fue frustrante, pero era necesario. Si hubiese ignorado esa rodilla, posiblemente tendría un daño más grave ahora. Parte de entrenar es saber cuando parar también.” Kageyama lanzó una pequeña risa, mientras negaba suavemente con la cabeza. “¿Qué?”

“Nada, es que…” El pelinegro hizo una breve pausa, evaluando si continuar. “Mi abuelo solía decirme eso.” Terminó con una sonrisa nostálgica. Tooru jamás había visto una expresión parecida en el rostro del chico, y se quedó admirándolo unos segundos.

“¿De verdad?” Preguntó, recuperando la compostura. “Bueno, es una lección importante para un deportista. ¿Acaso tu abuelo practicó algún deporte?”

“Volley.”

“Ahhh, eso explica mucho.” Oikawa dijo mientras contenía una risa. “¿En algún equipo que conozca?”

“Shiratorizawa.” El pelinegro volteó a ver al otro para ver su reacción. Lo vio fruncir el ceño y rotar su cabeza lentamente para mirarlo.

“¿Es una jodida broma?”

“¿Cuál es el problema?” Dijo Kageyama en un tono burlesco. “¿Estás molesto porque Shiratorizawa siempre te vence en la semifinal?”

“Te das cuenta de que Karasuno ni siquiera ha logrado vencer a Seijoh, ¿cierto?” Contraatacó el otro con superioridad, haciendo que el menor borrara su sonrisa al instante.

“Rayos…” El pelinegro volteó la cabeza mientras maldecía, frente a lo que el capitán de Seijoh rio con ganas. Al ver que ya se habían terminado la comida, Oikawa vio la hora, y notó que habían pasado cerca de dos horas y media desde que salieron del entrenamiento. ‘Habría jurado que pasó mucho menos tiempo.

“¿Nos vamos?” Kageyama preguntó mientras ordenaba las cajas donde trajo la comida.

“Sí, andando.”

Notas finales:

Agradezco cualquier comentario o retroalimentación para poder mejorar ¡Muchas gracias! :D


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