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La epifanía irónica por Katt-chan

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Notas del capitulo:

¡Espero que lo disfruten!

Para Kageyama, la salida con el capitán de Seijoh mejoró su ánimo considerablemente. Permitió que la semana siguiente fuera con más ímpetu a la práctica con Karasuno, ahora que se le tenía permitido asistir. Sin embargo, también había una idea que rondaba por su cabeza, que quedó instalada después de conversar con Oikawa. ¿Lo querrían ahí? ¿Había hecho falta durante los días que no estuvo? Esos pensamientos lo tenían ligeramente intranquilo mientras se alistaba en la sala del club. Al entrar al gimnasio para comenzar a entrenar, un joven pelinaranja lo inmovilizó con un abrazo.

“¡Kageyama! ¡Al fin llegaste! No te vuelvas a caer, estúpido.” Exclamó Hinata, con su clásica hiperactividad.

“¡Suéltame, idiota!” El pelinegro agarró con una mano la cabeza del otro e intentaba alejarlo de él. “Déjame ir a calentar.” A pesar de todo, la reacción de su compañero le dio cierto alivio.

“Apúrate, tienes que levantar para mí.” Decía el más bajo dando saltitos. Pronto, entraron Tsukishima y Yamaguchi, quienes se fijaron en la presencia del armador de primero.

“Ah, excelente. Y aquí pensando que podríamos seguir teniendo prácticas tranquilas.” Dijo el rubio con sorna.

Es solo el maldito de Tsukishima… no significa nada…’ Intentó convencerse Tobio.

“¡Ah, Kageyama!” Se escuchó en el lugar cuando entraron el resto de los integrantes del equipo, junto al entrenador Ukai, quien llamó al joven. “Qué bueno tenerte de vuelta. ¿Listo para retomar?”

“Sí.” El pelinegro dijo determinado.

De esta forma, comenzaron el entrenamiento, disponiéndose en pares para ensayar recibimientos. Kageyama y Hinata trabajaron juntos, y al poco rato comenzaron a discutir como era habitual.

“¡Deja de recibir con tu cara!”

“¡Lo estoy intentando! ¡Cállate!”

“¡Pues eso no basta!”

Los demás rodaron los ojos ante la escena ya tristemente común. Sugawara y Sawamura se acercaron a los muchachos de primero.

“Kageyama, debes ser más tolerante con Hinata.” Le regañó con tranquilidad el albino.

“Sí. Debes estimularlo, no atacarlo. Hinata tuvo muy buen rendimiento mientras no estuviste aquí.” El capitán agregó con más dureza, ya agotado del comportamiento infantil de ambos chicos. Kageyama se quedó pensando en las palabras de su compañero, palabras que habían dolido más de lo que deberían. De hecho, no era algo que le afectaba usualmente, pero con la nueva preocupación asaltando su mente definitivamente le generaba ciertas inseguridades.

Tal vez solo aprovecharon eso de la torcedura para descansar un poco de ti.

Se sintió perdido un momento mientras recordaba los dichos de Oikawa. No supo exactamente cuanto tiempo estuvo mirando el suelo con el balón en sus manos.

“¿Kageyama?” La voz curiosa del pelinaranja llamó su atención. Cuando el pelinegro fijó su vista en él, ignorando la mirada interrogante del otro par, continuó. “Estoy listo. Sigamos.” Tobio se acercó a él y le ofreció el balón con delicadeza.

“Vuelvo en un rato.” Dicho esto, dio media vuelta para caminar aceleradamente hacia la salida. Ukai se fijó los movimientos del menor, por lo que partió a increparlo.

“Un momento, ¿a dónde vas?”

“Baño.” Y con eso, cerró la puerta detrás de él. Se tomó un momento para respirar hondo antes de apresurar el paso al baño. Ese sentimiento de intranquilidad le hacía doler el pecho; sentía un nudo en su garganta y su cabeza demasiado nublada. ‘Debo calmarme pronto para volver a la práctica.

--

Dentro del gimnasio, todos se miraban confundidos por la actitud del pelinegro. En particular, Hinata estaba preocupado, ya que desde hace días encontraba que su compañero estaba actuando algo distinto a lo habitual.

“¿Dijimos algo malo?” Se preguntó Sugawara con algo de culpabilidad.

“No creo.” Daichi le respondió, quien se sentía algo hastiado por los constantes problemas para tener prácticas regulares desde la semana pasada. Shoyo, por su parte, no tuvo el valor para decirlo en voz alta, pero el comentario del capitán le hizo sentir algo de vergüenza.

¿Por qué me sonó como que le estaba echando la culpa a Kageyama de mis habilidades?’ Pensaba con molestia el pelinaranja. ‘Tal vez solo es idea mía.’ Concluyó, restándole importancia. A los pocos minutos, su compañero pelinegro retornó, tan serio como siempre.

“Continuemos.” Le dijo él mientras se le acercaba. Como era de esperar, los recibimientos del más bajo seguían siendo pobres y otro pelotazo le dio en la cara, tan fuerte que le hizo caer al suelo. Muchos esperaban escuchar gritos nuevamente, pero eso no ocurrió. Mientras Hinata se sobaba el lugar donde lo había golpeado el balón, Kageyama se le acercó lentamente. “¿Estás bien?” Todos voltearon instantáneamente al oír la pregunta seria del pelinegro. El herido lo quedó mirando con ojos muy abiertos hasta que salió de su asombro.

“S-sí…” Respondió mientras se ponía de pie. “Lo siento, yo-”

“No debí tirarla así.” El armador lo interrumpió con un tono neutral. Sin apuro, tomó el balón y fue a su posición para seguir practicando.

El entrenamiento finalizó con un partido de práctica, momento que justamente estaba esperando Hinata, quien estaba deseoso de poder volver a rematar con los pases de Kageyama después de casi una semana. Sin embargo, había algo distinto en los tiros de su compañero. Fue entonces que se fijó mejor en él. Parecía apagado… sin ese brillo en los ojos, o esa pasión que lo caracterizaba en la cancha.

“¿El Rey perdió el ritmo con sus mini vacaciones?” Dijo Tsukishima, con la clara intención de molestar al otro.

No fui el único que lo notó…’ Hinata pensó intrigado, deteniéndose a ver la reacción del pelinegro. Lo usual era que, frente a un ataque del rubio, Tobio le respondiera, o gruñera algún insulto, o lo mirara con desprecio. Pero el joven se mantuvo totalmente pasivo, como si ni siquiera lo hubiese escuchado. La nula reacción por parte de Kageyama pareció aburrir a Tsukishima, quien no volvió a hacer uno de sus creativos comentarios durante esa tarde. Al terminar, cuando todos se iban retirando, Daichi se mantuvo en la puerta esperando a cierto joven pelinegro.

“Kageyama, quédate un momento, por favor.” Dijo con seriedad. Hinata se detuvo junto a su compañero entre preocupado y curioso por la retención. El capitán se fijó en él. “Anda a cambiarte, Hinata.” El pelinaranja le dedicó una última mirada a Tobio antes de obedecer. Una vez que estuvieron solos, Sawamura comenzó a hablar nuevamente. “Kageyama, no estuviste presente la semana pasada. Y espero que ahora te concentres y no entorpezcas los entrenamientos.” El menor asintió con la cabeza. “Puedes irte.” Una vez que el joven salió hacia la sala del club, entró Suga buscando con la mirada al capitán.

“¿Qué le dijiste a Kageyama, Daichi?”

“Que debía enfocarse. Ya perdió una semana de práctica, y ahora no sé qué mierda le pasa.” Respondió molesto.

“Un momento, tampoco seas injusto. Tú y el entrenador vetaron a Kageyama por una pequeñez.”

“El campeonato está a la vuelta de la esquina, no podemos arriesgar que Kageyama se lesione ahora.”

“Está bien.” El albino dijo con cuidado. Era lógico para él que Sawamura estaba absolutamente presionado con ese campeonato, que estaba a dos meses y medio de comenzar. Y ambos sabían que tenían mucho que mejorar, tanto que dos meses se sentía como la nada misma. “Entiendo que estés estresado, pero no es justo que te desquites con Kageyama.” Daichi se dedicó unos minutos a respirar hondo para calmarse.

“Tal vez sí me pasé un poco con él.” Soltó finalmente arrepentido.

“Tranquilo. Kageyama no es tan sensible tampoco. Es probable que Tsukishima tenga razón y solo perdió un poco de práctica con los días fuera de la cancha. Dale tiempo.” El vice capitán le aseguró con una sonrisa tranquilizadora, mientras el otro intentaba convencerse y creer en su compañero.

Al día siguiente, todo parecía normal tanto con su capitán como con el armador de primer año, lo que alivió al resto del equipo. El pelinegro estaba menos explosivo -e incluso algo más pasivo- de lo habitual, lo que, aunque era extraño, también permitía tener una práctica más tranquila. Por esa razón, nadie vio la necesidad de destacar ese cambio. Sin embargo, Hinata sentía que algo no estaba bien. No era que le gustara que le gritaran o golpearan, pero Kageyama era así.

“Oye, Kageyama, ¿estás enfermo?” Preguntó de repente el pelinaranja mientras los miembros del equipo se alistaban para retirarse a sus hogares.

“No.” El aludido le respondió sin mirarlo.

“Ah, bueno…” Rápidamente, Tobio tomó su bolso, se despidió y salió, cerrando la puerta detrás de él. “Emm… chicos, ¿no creen que Kageyama está raro?” Cuestionó Shoyo aprovechando que el susodicho no estaba ahí.

“Está más tranquilo. Eso es bueno, ¿no?” Ennoshita señaló, mientras recibía el apoyo de varios compañeros.

“Sí, pero-” Hinata se detuvo. ‘Él no es así…’ Terminó en su mente.

“Jaja, sí. Es un alivio en realidad, porque después de la tranquilidad que hubo cuando no estuvo la semana pasada pensé que volvería como un torbellino con energía acumulada.” Esta vez fue Asahi quien opinó.

“Claro, cuando Kageyama se pone como psicótico te pone nervioso.” Dijo Noya riendo.

“Que es como casi todo el tiempo.” Tanaka agregó, y varios soltaron varias risas.

“¿Ven? No soy el único que piensa que las mini vacaciones del Rey fueron nuestras vacaciones de él también.”

“Ya, chicos, basta.” Reprendió riendo ligeramente Sugawara. Hinata hizo un pequeño puchero y solo siguió ordenando sus cosas.

Mientras, al otro lado de la puerta, se encontraba Kageyama. Después de salir, alcanzó a oír la pregunta que hizo el pelinaranja, e invadido por la curiosidad se quedó ahí espiando. Pero escuchar a sus compañeros hablar así de él acrecentaba sus sospechas e inseguridades.

Tal vez solo aprovecharon eso de la torcedura para descansar un poco de ti.

Descansar un poco de ti.

Salió de ahí corriendo hacia su casa, pero al poco rato se sintió agotado y caminó con más lentitud, como si toda la energía de su cuerpo se hubiese evaporado. ¿Por qué le importaba tanto si sus compañeros lo encontraban un azote? Rio con ironía. Obviamente sabía la respuesta a esa pregunta. Se suponía que había cambiado, e incluso llegó a pensar que había logrado congeniar con los jugadores de Karasuno. Ese había sido tanto su orgullo como su motivación hasta el momento. Sin embargo, todo había sido una jugarreta de su mente al parecer. Toda esa decepción que sentía pasó poco a poco a convertirse en enojo.

Tal vez… también necesito un descanso de ustedes…’ Pensó decidido. Sacó su teléfono, buscó un contacto y lo llamó.

“Hola, Tobio-chan.” Se escuchó a través del teléfono. “¿A qué se debe el honor de tu llamada?”

“Oikawa-san, ¿sigue en pie la invitación de ir a practicar este sábado?”

“Sí, claro…” El castaño hizo una breve pausa antes de continuar. “Pero creí que tenías entrenamiento con Karasuno ese día…”

“Ya no.”

Notas finales:

Agradezco cualquier comentario o retroalimentación para poder mejorar ¡Muchas gracias por la oportunidad! :)


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