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Destino por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Espero que lo sigan disfrutando

Dejen su review para cualquier tipo de retroalimentación.

 

Amor para todos! 

Yami Atemu era un hombre joven con bastantes capacidades, en especial a nivel intelectual. Era bien sabido por la gente que lo conocía que era un chico amable y muy inteligente. Había terminado sus estudios con calificaciones sobresalientes, muy por arriba de las expectativas de su edad.


 


Había nacido y crecido en Egipto, y poco tiempo después de terminar sus estudios había ido a Japón de vacaciones, donde sin querer y de una forma casual y casi mágica, había conocido a Seto Kaiba, quien más tarde se convertiría en su jefe y mejor amigo. Casi podríamos decir que el único.


 


Yami era un hombre ambicioso, que tenía bien puestos los pies en la tierra, y estaba seguro de saber que era lo que quería para su futuro.


Todo esto fue real hasta que un muchacho se infiltró en su vida y empezó a hacer estragos en ella, sin siquiera darse cuenta.


 


Yugi Moto.


 


No estaba seguro que era lo que le había llamado su atención de él. Era un simple chico, común y corriente. Quizás un poco más dulce y amable que cualquiera, pero eso no era algo que a él particularmente le llamara la atención. Y era por eso que el enigma se hacía todavía más grande.


 


¿Por qué Yugi Moto le había llamado tanto la atención?


No parecía tener ninguna cualidad en especial, ni ser sobresaliente en nada. Lo único extraño a simple vista en él, era que se parecían muchísimo. Cualquiera podría pensar que era hermanos sin la más mínima duda.


 


No sabía que o como, peor en definitiva ese chico le había llamado muchísimo la atención. Tanto, que cuando se dio cuenta, lo había invitado a salir esa noche. Y el muchacho había aceptado.


 


Por eso eran las 9 de la noche, y estaba llegando al punto de encuentro que habían acordado; un restaurante-bar bastante amplio. Podrían cenar y pasársela bien. Incluso tenía un espacio donde podrían bailar, dado el caso.


 


Atemu entró al lugar y buscó a Yugi, pero resolvió que aún no había llegado, así que se sentó en una mesa a esperar.


 


No tuvo que hacerlo por mucho tiempo, porque unos 5 minutos después vio que era el menor el que lo buscaba desde la entrada. Le hizo señas con la mano y el tricolor más bajito se acercó.


Yami se puso de pie para recibirlo, además de sonreír. Y era una sonrisa genuina en verdad.


 


-Hola Yami. Disculpa la tardanza, me entretuve en salir de casa- el menor se veía casi emocionado.


 


-No te preocupes Yugi, casi acabo de llegar- ambos clones tomaron asiento y pidieron de beber. Para sorpresa de Yugi, Yami pidió una cerveza, y él imitó su elección.


 


-Bueno, debo admitir que me sorprende tu elección- el menor se sonrojó un poquito al decir eso.


 


-No hay por que. Es solo una cerveza, no me voy a emborrachar con eso- Yugi no borraba la sonrisa de su rostro.


 


-Bueno, es que desde la otra vez que casi me regañaste cuando me viste fumando, pensé que no bebías ni nada por el estilo- y era la verdad.


 


-Yo no te regañé por estar fumando- se defendió el mayor. Aunque dentro tenía la sensación que sí lo había hecho.


 


-Bueno, no me regañaste porque no eres mi superior o mi autoridad, pero a tu manera lo hiciste. Casi me dijiste que iba a terminar enfermo- Yugi se reclinó en su asiento, otorgándole al mayor una mirada incriminatoria.


 


-Yo solo dije lo que pienso- Yugi meditó sus próximas palabras. No quería que su cita acabara con una discusión estúpida, pero quería dejar en claro su punto.


 


-Bueno, sí. Y te repito lo que te dije ese día. No creo en la prohibición, sino en la consciencia detrás del acto. De nada sirve prohibir las cosas sin consciencia, porque tarde o temprano pasarán de todas maneras- Yami pensó un momento en lo que el menor le estaba diciendo.


 


-¿De verdad crees eso?- Atemu escudriñaba a su acompañante con la mirada, quien no se sentía cohibido por eso.


 


-Es como la cerveza que acabas de pedir. La pediste porque sabes que con eso no te pondrás todo borracho, porque te gusta y te relaja, y porque decides permitírtelo. Si hubiera prohibición ante el alcohol, no tomarías nada, habrías pedido jugo o refresco. Pero tienes la consciencia de que puedes tomarte una o dos cervezas y no te pasa nada ni te pones mal. Entonces te lo permites, sin cruzar tus propios límites auto impuestos- las palabras de Yugi tenían tanto sentido, que el mayor estaba muy sorprendido.


 


-Bueno, veo que tienes un punto. Solo que hay una diferencia. Yo no soy adicto al alcohol, por eso me lo permito- Yugi soltó una risa ante esas palabras.


 


-¿Y yo lo soy al cigarro?- el mayor asintió.


 


-El cigarro es super adictivo, me parecería difícil creer que no lo eres- no era un ataque, pero aún así lo pareció.


-No Yami, no soy adicto al cigarro. Cuando estoy muy nervioso puedo fumar 1 o 2 cigarros, pero nada más. No soy fumador constante, ni casual, ni social. Si quiero lo hago, si no, no. Así de simple. Igualito que tu cerveza- vaya, parecía que ese chiquillo era interesante.


 


-Bueno, pues si así es como te manejas, felicidades. No cualquiera logra eso- Yugi sonrió aún más.


 


-Yo domino mis ganas, no ellas a mí- esa frase podría tomarse de muchas maneras, pero Atemu decidió tomársela con inocencia.


 


Pidieron de cenar, y acompañaron su cena con muchas risas y una amena plática. Pasaron un rato muy agradable mientras se iban conociendo.


 


Al acercarse la media noche, decidieron que era hora de marcharse.


Ninguno de los dos tenía mucho sueño, así que fueron a caminar a un parque cercano que tenía buena iluminación.


 


-Así que por eso vinieron para acá, quieren averiguar qué sucedió con sus padres- Yugi asintió mientras tomaba asiento en una banca del parque. Volteó al cielo y observó las estrellas con detenimiento.


 


-Sí. Queremos reconciliarnos con nuestro pasado para no tener cabos sueltos y poder continuar con nuestras vidas- Yugi cerró los ojos, sintiendo la brisa de la madrugada en el rostro.


 


-¿Ya tienes un plan de inicio? Es decir, ¿ya saben por donde empezar?- Yugi negó con la cabeza.


 


-Aún no. Pero lo solucionaremos, siempre lo hacemos. Noah y yo somos un buen equipo- Yami, quien estaba de pie junto al menor, le acarició la cabeza.


 


-Seguro sí- ambos chicos se sonrieron y tomaron su camino a casa. El mayor llevó a Yugi hasta su casa, de donde no se retiró hasta verlo como atravesaba la puerta, asegurándose así de su bienestar, ya que sabía que estaría solo pues Noah pasaría la noche con Mokuba. Después Yami se fue a descansar. Era tarde y de seguro tendría un día pesado al día siguiente en KC.


 


Llegó a casa, se cambió y se preparó para dormir, cosa que hizo en cuanto puso la cabeza en la almohada, con una gran sonrisa y pensando en un chiquillo con el que había reído hasta el cansancio horas atrás.


 


A la mañana siguiente, todo parecía normal. Se levantó, se dio un baño rápido, desayunó mientras leía un buen libro, y salió rumbo a su trabajo. Todo parecía indicar que sería un día de lo más común y corriente.


Hasta que llegó a KC.


 


Llegó a reportarse con su jefe, como todos los días, pero al entrar en su oficina lo encontró de pie junto al gran ventanal que tenía, observando hacia afuera. Si bien no era algo considerado raro, fue extraño para Yami porque desde que había empezado a trabajar en la corporación, siempre había encontrado a su jefe trabajando en algún proyecto por las mañanas.


 


Seto Kaiba era muy rutinario. Por las mañanas se le daba bien lo creativo, y por las tardes afinaba detalles y revisaba pendientes. Siempre era así. Y si surgía algo que lo sacara de ese rutina creada por él mismo, empezaba a arremeter en contra de cualquiera que se le atravesara. Un profundo mal humor lo atacaba, la mayoría de las veces no se le quitaba hasta el día siguiente.


 


Por eso fue casi escandaloso para el tricolor verlo junto a la ventana. Al castaño no le gustaba perder el tiempo, ni por un momento.


 


-¿Kaiba?- preguntó casi cauteloso. El CEO no volteó. Siguió en lo que fuera que estuviera haciendo, y Atemu no estaba seguro de haber sido escuchado.


 


-Buenos días- esta vez alzó más su voz, pero siguió sin obtener respuesta. Entonces caminó al escritorio de su jefe, dejó unos papeles ahí, y se paró a un lado de Kaiba, tratando de observar lo que él estuviera observando.


 


-Buen día Atemu- bueno, al menos supo que lo había escuchado.


Pasaron un par de minutos, y Yami escuchó a Seto Kaiba suspirar, y luego lo vio irse a su asiento. Atemu lo siguió, y se sentó en una silla frente a él.


 


-¿Todo bien?- el tricolor estaba consternado y preocupado por el que consideraba un amigo.


 


-Sí. Solo pasé una noche terrible- el ojiazul se recargó en su silla y masajeó sus sienes, tratando de aminorar el salvaje dolor de cabeza que tenía, producto de pensar demasiado y no haber dormido casi nada.


 


-Bueno, creo que no es la primera vez que no pasas bien una noche, pero sí es la primera vez que te veo así. ¿Seguro que estás bien?- la voz del tricolor estaba cargada de una genuina preocupación.


 


-No, pero lo estaré. En una hora saldré y todo mejorará- Seto seguía con los ojos cerrados, y Yami estaba casi atónito.


 


-¿Algo en lo que pueda ayudar?- Kaiba sabía que podía confiar en su hombre de confianza, por algo lo llamaba así. Pero por alguna incomprensible razón para él, no quería hablar de lo que había pasado la noche anterior. Era algo muy personal, que lo había movido a muchos niveles, y casi que le había dolido, con el diagnóstico del muchacho al que estaba ayudando. En su mente tomó la decisión de hacerse caso.


-Seguro sí, pero no quiero hablar de eso ahorita- Seto seguía masajeando su sienes.


 


-Bien, entonces esto es lo pendiente de hoy- durante la próxima media hora estuvieron revisando detalles de proyectos pendientes. Después de eso y con las instrucciones pertinentes, Yami salió de ahí para cumplir con su trabajo. Seto comunicó a su asistente que saldría y no regresaría hasta el día siguiente, y que cancelara todas las citas de ese día.


 


Después de dormitar involuntariamente en su silla durante unos 15 minutos, se subió a su moto y fue directo al hospital. Preguntó por el doctor Sakaguchi, y le indicaron que esperara en su oficina y que en unos momentos estaría con él.


 


Tuvo que esperar cerca de media hora para que el doctor llegara a su propia oficina.


 


-Buenas tardes señor Kaiba. Disculpe la tardanza, tenía una emergencia- el castaño no era muy afecto a esperar, pero sabía con quien estaba hablando, y era consciente de que un doctor no podía estar disponible para cuando él quisiera.


 


-Buenas tardes doctor. ¿Alguna novedad?- directo al grano, como siempre.


 


-Sí, hay buenas noticias. La pequeña despertó, y parece que el golpe en la cabeza no tuvo serias consecuencias- Seto se alegró por ello, aunque seguía intranquilo y preocupado por el rubio.


 


-¿Ha dicho algo?- el doctor se recargó en su asiento.


 


-No ha querido decir nada. En un principio se mostró muy asustada, pero poco a poco se fue tranquilizando- Seto suspiró sin darse cuenta. Esperaba más respuestas que solo eso.


 


-¿Cuál es el procedimiento a seguir con ella?- el ojiazul miraba a los ojos del doctor, quien no rehuía la mirada profunda del CEO.


 


-Lo primero y más importante es tratar su desnutrición, que no es algo que vamos a poder hacer aquí en pocos días. Eso es cosa de meses. Empezaremos por alimentarla y tratarla por los golpes que tiene, que no son muy severos. También debemos saber quién es y tratar de ubicar a sus padres o familiares para que puedan acudir a ella, aunque...- Kaiba notó la duda en la voz del doctor.


 


-Doctor, necesito que me diga todos los datos posibles, de lo contrario no podré hacer nada por ella ni por Joey- el galeno reflexionó por un momento.


 


-Cuando estuve ahí, ya que estaba despierta, le pregunté por su nombre, a lo que solo respondió agachando la cabeza. Después le pregunté por su mamá, y siguió igual. Pero al preguntarle por su papá, y aunque no levantó la mirada aún, pude percibir que se tensó. Pudo no haber sido gran cosa, pero fue notorio para mí- Seto sabía que el doctor tenía bastante experiencia a pesar de ser joven, por lo que esa observación era digna de tomarse en cuenta.


 


-¿Qué sugiere? ¿Miedo?- esta vez fue Kaiba quien escuchó suspirar al médico.


 


-No pondría mi mano en el fuego por ello, pero todo parece indicar que sí. Por el momento lo más indicado es tratar de hacer un vínculo con ella, para que se abra y nos pueda decir quien es y como llegó aquí- Seto asintió.


 


-¿Puedo verla?- el médico se puso de pie.


 


-Yo mismo lo llevaré con ella. Su estado de salud es aceptable, más allá de la desnutrición, por lo que no veo ningún inconveniente en ello. Vamos- el ojiazul siguió al doctor hasta una habitación del hospital.


 


Entraron y vieron que la niña estaba despierta. Volteó a ver a los adultos, y luego bajó la mirada de nuevo.


 


-Hola de nuevo pequeña. Traje a alguien que quiere conocerte. Él es Seto- el doctor sabía que el castaño prefería mantenerse lo más anónimo posible, y aunque era solo una niña, Kaiba era conocido por todo el mundo, por lo que decidió ser discreto.


 


Kaiba se acercó a la cama de la pequeña, sin estar seguro de qué hacer. La niña levantó su mirada e hizo contacto con la del ojiazul. Seto pudo ver muchas cosas detrás de la mirada de la niña, pero no pudo definir ninguna.


 


La atmósfera fue interrumpida por el teléfono del galeno, quien se disculpó y salió a atender una emergencia. Al irse, Seto acercó una silla y la puso a un lado de la pequeña, quien se le quedaba viendo sin decir nada.


 


-Hola. Yo soy Seto- la niña se le quedó viendo, y entonces Kaiba entendió que estaba pasando. La pequeña empezó a hacer señas con sus manos.


 


-¿No puedes hablar?- cuestionó el ojiazul, a lo que recibió una negativa con la cabeza de parte de la menor. Seto no sabía ese idioma, pero quizás Mokuba conocía a alguien que sí.


 


-Me gustaría platicar contigo, pero no entiendo el lenguaje de señas. ¿Puedo llamar a un amigo para que venga y podamos hablar?- la pequeña asintió, un poco cohibida. Seto tomó su celular y le marcó a su hermano.


 


Timbró un par de veces, y entonces escuchó a Mokuba.


 


-¡Seto!- casi lo aturdió con ese medio grito.


-Tranquilo Mokuba, estoy bien- el castaño escuchó como el pelinegro suspiró con alivio, pero no por eso bajó su volumen.


 


-Estaba preocupado por ti. ¿En dónde estás? Llamé a la empresa para hablar contigo y me dijeron que habías salido y que no regresarías hoy, y entonces me preocupé mucho- el castaño no pudo evitar sonreír ante las muestras de cariño de su hermanito.


 


-No te preocupes Mokuba, solo que surgió algo y tuve que atender un asunto. Ahora, tengo una pregunta para ti. ¿Sigue Noah contigo?- en realidad, no supo ni por que, pero cuando pensó en alguien que pudiera comunicarse por señas, Noah se le vino a la cabeza.


 


-Sí, le dije que se fuera pero me vio preocupado y no me quiso dejar solo hasta que tuviéramos noticias de ti- la voz de Mokuba sonaba... rara. Pero Seto no pudo identificar cómo.


 


-Comunícamelo por favor- a Mokuba le extrañó la petición, pero lo hizo.


 


-Seto- fue la seca manera de contestar del peliverde.


 


-Noah, necesito un favor, pero no deseo que Mokuba se entere todavía, así que por favor se discreto- el peliverde volteó a ver a Mokuba. Sabía que lo que fuera que estuviera pasando era grande, o grave.


 


-Dime- Seto se dio cuenta de que la pequeña lo observaba con curiosidad, y le sonrió.


 


-Necesito saber si sabes lenguaje de señas, si te puedes comunicar con alguien que no puede hablar- Noah enarcó una ceja, extrañado por la pregunta.


 


-Sí, Yugi y yo, a ambos nos encanta el helado de chocolate- fue la primer tontería que se le ocurrió decir, tratando de encubrir a Seto, quien también entendió el mensaje.


 


-Pues necesito a alguno de ustedes dos. ¿Crees que puedas venir, o pedirle a tu hermano que venga?- Noah pensó, tratando de seguir con su cuento.


 


-A mí se me dificulta más ese postre, pero estoy seguro de que Yugi te puede ayudar mejor- Mokuba estaba muy confundido ante lo que estaba escuchando.


 


-Bien. ¿Alguna idea de donde lo puedo localizar?- Noah casi exprime su cerebro.


 


-Tú dime en qué tienda estás y yo te lo mando para allá- Seto casi rió ante las ocurrencias de aquel joven.


 


-Estoy en el hospital, el mismo al que trajeron a Mokuba la otra vez. Y lo necesito rápido- el peliverde asintió, como si el castaño lo estuviera viendo.


 


-No te preocupes, yo me encargo. Nomás espérate a que llegue, no vaya a ser que compres el ingrediente equivocado- Seto rió bajito, agradeció la ayuda y colgó.


 


Noah hizo lo mismo, y de inmediato se encontró con la mirada confundida del menor de los Kaiba.


 


-¿Qué fue eso?- a Noah no le gustaba mentir, pero esto parecía grave, y no le correspondía a él hablar de más.


 


-Tu hermano necesita ayuda con una receta. Le dije que le avisaría a Yugi para que lo ayudara- el peliverde sacó su celular, mandó un corto mensaje y lo guardó, cuidando de que Mokuba no viera lo que había mandado.


 


-Mi hermano esta actuando muy raro, como si ocultara algo- la mirada de Mokuba examinó a Noah, quien se hizo el loco.


 


-No te preocupes. Tu hermano esta bien, y estoy seguro de que si es algo importante, te lo dirá en su momento. ¿Me invitas otra partida de videojuegos?- esa era una de las debilidades de Mokuba, así que ambos se fueron a su cuarto de juegos, a seguir compartiendo un rato.


 


 


Por otro lado, Yugi se dirigía al hospital con cierta prisa. Había recibido un mensaje de su hermano escrito de tal manera que supo que tenía que atender rápido.


El mensaje decía «Seto, hospital central de Dominó, tú allá, rápido».


No había querido ni siquiera contestar el mensaje. Pero tan pronto como pudo se puso en marcha.


 


Estuvo tentado a llamarle a Yami para preguntarle si él sabía algo, pero si fue su hermano quien le mandó el mensaje, quizás era algo personal. De cualquier manera, ayudaría en lo que pudiera.


 


En menos de 10 minutos estaba en recepción, sin saber qué hacer.


 


-Disculpe, estoy buscando a alguien pero no se donde buscar- fue la extraña presentación que hizo ante una enfermera que se le quedó viendo como bicho raro.


 


-¿A quién buscas?- Yugi siempre había parecido menor de lo que en realidad era, por lo que siempre lo trataban como chiquito. Ni siquiera parecía mayor de edad.


 


-Estoy buscando a un hombre llamado Seto- la buena suerte le sonrió, y el doctor Sakaguchi alcanzó a escuchar al tricolor mientras iba de paso por ahí. Entonces le indicó por donde era y el número de habitación. El tricolor no perdió tiempo y llegó al lugar indicado. Tocó la puerta con suavidad y la abrió, para encontrarse a Seto sentado en una silla, y a una niña en una cama, con una venda en la cabeza.


 


-Seto, vine lo más rápido que pude- el nombrado se puso de pie.


 


-Muchas gracias por venir Yugi. Necesito ayuda y no pude pensar en nadie más, y Noah me dijo que tú podías ayudarme- el menor volteó a ver a la pequeña, que lo veía con mirada curiosa.


 


-Y bien, ¿que pasa? ¿para qué soy bueno?- el castaño le indicó que se sentara en la silla.


 


-Esta pequeña tuvo un accidente anoche, y la traje al hospital. No ha querido decir quien es, y es ahora que me doy cuenta que no puede hablar, pero trata de comunicarse por medio de señas, y yo no conozco ese lenguaje. Noah me dijo que ustedes dos sí, por lo que necesito un traductor- el tricolor observó a detalle a la pequeña.


 


-Hola- le dijo con su tierna sonrisa, a lo que la niña sonrió con mucha pena, y empezó a mover las manos. Yugi la veía con atención, tratando de no pasar nada por alto.


 


-Dice que sabe quien eres tú, que su hermano le habló de ti- dijo sin voltear a ver a Kaiba, quien asimilaba la información.


 


-¿Joey es tu hermano?- la niña asintió. Seto entendió porque la protegía con su vida. Si él hubiera estado en la misma situación con Mokuba, también lo hubiera hecho.


 


-¿Puedes decirnos qué fue lo que sucedió?- la voz de Yugi fue tierna, tratando de que la pequeña no se alterara. Aún así, la mirada de la niña se ensombreció, y empezó a relatar a Yugi lo sucedido. Yugi empezó a hablar mientras veía las manos moverse, sin voltear a ver al CEO.


 


-Joey peleó con su papá. Discutieron fuerte, y lo único que recuerda fue sentir un empujón hacia las escaleras. Después de eso, todo se puso negro para ella hasta que despertó aquí- Yugi volteó a ver al castaño a los ojos. Ambos estaban sorprendidos, casi horrorizados ante lo relatado por la pequeña.


 


Yugi sintió como la manga era movida, y volteó para ver como la niña le estaba llamando. Una vez más, movió sus manos.


 


-Quiere saber cómo esta su hermano- Yugi volteó a ver a Seto porque él no tenía esa información, pero estaba seguro de que Seto sí.


 


El castaño suspiró antes de hablar.


 


-Primero necesito saber cuantos años tienes- la niña indicó con sus dedos que tenía 13 años, igual que Mokuba. Y eso sorprendió al CEO, porque en verdad ella se veía menor. Tal vez por la desnutrición que le habló el médico.


 


-Tu hermano esta aquí en este hospital, siendo tratado por algunas heridas y golpes que tiene. Si bien no está en peligro, está delicado y tendrá que estar aquí un tiempo hasta empezar a recuperarse- Seto pudo ver como los ojos de la niña se llenaban de lágrimas, que luego empezaron a brotar. A Yugi no se le ocurrió mejor idea que acercarse y abrazarla, consolándola mientras dejaba salir toda esa tristeza.


 


Después de varios minutos, la chica comenzó a calmarse, y regresó a recostarse en su cama.


 


-Hay algo más que quiero preguntarte. ¿Hay algún familiar de ustedes que podamos contactar para que venga?- una vez más, el CEO vio miedo en la mirada de la niña, y no le gustó para nada.


 


Temerosa, empezó a mover sus manos, dándole un mensaje a Yugi quien de inmediato comenzó a hablar.


 


-No tienen familia, solo su padre, pero ella prefiere que no le hables. Teme por la vida de su hermano si lo haces. Aunque hay un amigo muy cercano a Joey que siempre los ayuda- Seto sintió pena por la situación del rubio y su hermanita.


 


-¿Puedes proporcionarnos algún teléfono, o el nombre de ese amigo de tu hermano?- la niña asintió, y pidió papel y algo para escribir. Yugi salió de la habitación y regresó casi en seguida con lo que le había pedido.


 


En el papel, ella escribió «Serenity», y le dijo a Yugi que era su nombre. Después puso otro nombre, «Tristán», y un número telefónico. Después de entregárselo a Yugi, siguió con las señas.


 


-Ella dice que es Serenity, y que Tristán es un amigo de su hermano, casi otro hermano para ella. Los días que Joey estuvo internado aquí, ella estuvo con él. Cree que sería bueno avisarle, y nos está pidiendo de mucho favor que no avisemos a su padre- el ojiazul notó tristeza en la voz de Yugi. Lo entendía, porque él mismo se sentía así.


 


-No te preocupes, yo me encargaré de que tu padre no se entere de nada, y de que tú y tu hermano estén seguros. No los volverá a dañar- Serenity y Seto se quedaron viendo, en una silenciosa y profunda promesa que Serenity supo que el CEO cumpliría.


 


-Una cosa más. Me gustaría saber acerca de ti, si no puedes hablar por el accidente o si es algo normal para ti. Son datos que le servirán al doctor que está cuidando de ti y de Joey- Serenity volvió a voltear a ver a Yugi para contestar esa pregunta.


 


-Ella dice que cuando era muy pequeña podía hablar, pero tuvo una enfermedad que no pudieron atenderle bien y entonces perdió el habla. Su hermano se ha esforzado por enseñarle y aprender el idioma de señas, y muchas otras cosas más, ya que no cuentan con recursos para que vaya a una escuela especializada. No está segura de que edad tenía cuando eso pasó, no lo recuerda bien. Ni siquiera recuerda su voz. Su hermano la ha ayudado mucho, y con sus esfuerzos puede comunicarse con los demás- para los dos varones, era obvio el amor que la chica le tenía a su hermano mayor.


 


-Bien. Iremos a hablar con el doctor, para ver cuando puedes salir de aquí. Hablaré también con el amigo de tu hermano, y veremos que podemos hacer para el día que salgas de aquí. Pero no te preocupes, no permitiré que te vuelvan a hacer daño- la determinación en la voz del CEO era absoluta, y Yugi supo que mantendría su promesa.


 


La niña asintió, y agradeció en su idioma. Se dio vuelta y trató de dormir.


Yugi y Seto salieron. Llegaron a recepción buscando al doctor Sakaguchi. Como siempre, los pasaron a su oficina.


 


-Dígame señor Kaiba- parecía que el doctor no pensaba verlo más ese día.


 


-Hablé con la niña, me dijo algunos datos que creo son importantes para su expediente- durante los próximos minutos, Seto le relató lo que Serenity le había dicho, sin mencionarle nada acerca del maltrato que sufrían ella y Joey a manos de su padre. Primero quería cerciorarse que podía hacer algo al respecto.


 


Media hora después, ambos estaban en el estacionamiento del lugar. Yugi sacó un cigarro, inhalando para calmar su ansiedad.


 


-Vaya historia. Y yo que pensé que la nuestra era complicada- el tricolor estaba sobrepasado por lo que había escuchado.


 


-No todos tiene la suerte que ustedes tuvieron. Si bien no fueron aceptados por sus propios padres, al menos crecieron en un hogar donde no solo les proporcionaron las necesidades básicas, sino que también los llenaron de amor y seguridad. Hay gente que se queda con sus hijos, pero no es capaz de hacer eso- Yugi sabía que las palabras del castaño eran duras, pero muy ciertas.


 


-Sí, creo que tuvimos suerte, dentro de todo- Yugi sonrió mientras exhalaba humo.


 


-Gracias por venir. Fueron los únicos a quienes se me ocurrió acudir- el castaño estaba más que agradecido con ese par de hermanos.


 


-No tienes nada qué agradecer. Siempre que pueda ayudar, cuenta con ello. Solo me pregunto, ¿qué harás al respecto con Joey y Serenity?- el CEO suspiró.


 


-Necesito consultar a mi abogado acerca de mis posibilidades. Pero no permitiré que regresen a donde son lastimados. Ningún ser humano, por más insoportable que sea, merece un mal trato- Yugi asintió, y supo ver que detrás de la coraza de frialdad que Seto Kaiba tenía alrededor de él, había un ser humano sensible y compasivo.


 


-Bien, será mejor que me vaya. No sé si Noah ya regresó a casa, pero seguro estará preocupado- Seto asintió.


 


-Lo mismo digo, necesito descansar y hablar con Mokuba. Me gustaría evitarle el mal trago, pero en definitiva merece saber la verdad- al castaño le punzó la cabeza solo de pensar en que iba a hablar con su hermano.


 


-¿Necesitas ayuda con eso?- Yugi abrió la puerta de su vehículo y se detuvo, esperando una respuesta.


 


-No, ya han hecho suficiente. Me toca a mí hablar con él, pero gracias- Yugi le sonrió.


 


-Un placer. Si se ponen las cosas difíciles, háblale a Noah. Él y Mokuba han hecho un vínculo especial, quizás te podría ayudar con él. Tómalo en cuenta- el CEO asintió, y sin decir más ambos se subieron a sus respectivos vehículos, y tomaron cada quien su camino.


 


 


 

Notas finales:

Lindo día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!


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