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Destino por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Poco a poco sigue avanzando la historia, y sigo deseando que la disfruten.

 

Gracias por sus lecturas y su apoyo

Agradeceré infinitamente retroalimentación a través de sus reviews

 

Amor para todos!

Era de noche, pasadas las 2 a.m, y en la habitación de Mokuba estaba su hermano Seto. Yami se había ido a atender la empresa y descansar un rato, y Yugi y Noah se habían ido a su casa, asegurando que regresarían en la mañana para ver cómo seguía Mokuba.


 


Como lo predijo el doctor Ao, el menor de los Kaiba había dormido toda la tarde. Había tenido un par de momentos lúcidos, pero fueron demasiado pasajeros.


 


En ese momento, Seto observaba a su hermano en silencio, incapaz de conciliar el sueño al sentirse algo culpable del estado del menor.


 


El sonido de su teléfono móvil interrumpió sus pensamientos, y salió de la habitación para no alterar el sueño de Mokuba. ¿Quién sería a esas horas?


 


-Kaiba- frío como era su costumbre.


 


-Señor Kaiba, buenas noches. Habla el doctor Sakaguchi, encargado del estado del muchacho rubio que ayudó a su hermano. Me han puesto al tanto de la situación, y es primordial avisarle que esta despertando. Además de eso, presenta severos problemas de salud, por lo que es necesario que hablemos- Seto suspiró. No quería dejar a Mokuba solo, pero también sabía que no le pasaría nada.


 


-Estoy disponible en este momento- fue la escueta respuesta del CEO.


 


-Eso pensé, y ya que es un hombre muy ocupado, y yo salgo en un par de horas, podríamos reunirnos en este momento en recepción para hablar en persona- Seto empezó a caminar mientras hablaba.


 


-Bien, voy para allá- colgó el teléfono sin decir más, mientras se dirigía hacia recepción.


 


Una vez ahí, un joven médico lo abordó.


 


-Buenas noches señor Kaiba. Soy el doctor Sakaguchi- extendió la mano que el castaño estrecho con amabilidad y firmeza.


 


-Buenas noches doctor- Kaiba lo miró a los ojos.


 


-Sígame por favor- fue lo que dijo y emprendió camino hasta una oficina. Cuando el ojiazul pasó, el galeno cerró la puerta y ambos tomaron asiento, uno frente a otro separados por un escritorio.


 


-Como ya le dije por teléfono, el muchacho ya esta despierto. Su nombre es Joey, pero por alguna razón se niega con severidad a darnos su apellido. Su estado de salud es algo delicado, y de eso quería hablarle. Le tomamos unas tomografías para descartar daños severos en la cabeza, y hasta ahora los resultados han sido favorables. Lo que llamó mi atención fue que al estarle haciendo un chequeo de rutina, escuché un ruido en el pecho que no debería de estar ahí. No estoy seguro a que pueda deberse, pero en definitiva no creo que sea por el accidente, ya que ningún órgano interno sufrió daño. Como usted es quien esta financiando la atención médica del joven, tengo la obligación de preguntarle si esta de acuerdo con que se le apliquen más estudios para determinar a qué se debe ese sonido en el pecho- pese a que el doctor se veía joven, se desenvolvía con inteligencia y profesionalidad.


 


-Como ya le había dicho a la enfermera, hagan lo que tengan que hacer para que ese chico salga de este hospital con la salud restaurada. No me importa si es o no causa del accidente, hagan todo lo posible para ayudarlo- el médico asintió, y comenzó a llenar unos papeles. Un par de minutos más tarde, se puso de pie.


 


-Ordenaré sus estudios de inmediato. Creo que sería bueno que conociera al muchacho, ya que se esta haciendo cargo de él. ¿Me acompaña?- al ojiazul en definitiva no le encantó la idea, pero estaba agradecido con el joven, lo menos que podía hacer era agradecérselo en persona.


 


-Lo sigo- el castaño era hombre de pocas palabras. Ambos adultos salieron y se dirigieron a una habitación, donde recién habían traído al rubio. Este los volteó a ver cuando entraron a la habitación, medio somnoliento, medio molesto.


 


-Hola Joey, veo que vas despertando- el galeno revisaba unos papeles que le entregó na enfermera con su chuequeo básico recién realizado.


 


-Que hay doc, ¿ya me puedo ir?- el castaño permanecía en silencio, pero queriendo patear al chico por su inmadurez ante la situación.


 


-No Joey, tenemos estudios que aplicarte antes de que te puedas ir. Hay un par de situaciones que me gustaría aclarar antes de que emprender vuelo. Pero, antes que nada, quiero presentarte a este hombre de aquí- la cara del CEO seguía siendo de pocos amigos, y no le inspiró mucha confianza al rubio.


 


-Él es... ¿un aprendiz? Porque si es así, se le olvidó la bata- el doctor rió con suavidad ante estas palabras, y Seto se sobre esforzó por no querer matarlo ahí mismo.


 


-No, para nada. Él es Seto, y es quien te ha estado ayudando desde que ingresaste al hospital. Él está cubriendo todos tus gastos médicos, Joey- el rubio no sonrió, ni se alegró. Más bien, su reacción fue un tanto negativa.


 


-No soy ningún proyecto de caridad para un ricachón egocéntrico- esas palabras le cayeron como una patada al hígado del CEO, quien respiró para no tener un arranque de ira en ese momento.


 


-Y por lo visto tampoco eres alguien agradecido, pero yo sí lo soy. Fue a mi hermano al que salvaste de ser atropellado, y por eso te estoy ayudando, no porque ande recogiendo perros de la calle para ver a cuál ayudo- las palabras de Seto se sintieron venenosas.


Pero Joey no se intimidó por ellas, ni por la mirada gélida del castaño.


 


-Espero que tu hermano no tenga tu carácter, sino tal vez me arrepienta- el CEO estaba que le hervía la sangre.


 


-Vamos Joey, tranquilo. Seto solo quiere ayudarte porque, como te dijo, tú ayudaste a su hermano. Es un acto de buena fe, no tienes por qué ponerte a la defensiva- el rubio se cruzó de brazos y volteó al otro lado de la habitación, como niño chiquito haciendo berrinche.


 


-Doctor Sakaguchi, me retiro con mi hermano. Atienda bien a este... muchacho, y todo gasto que sea cargado a mi cuenta, por favor- el doctor estrechó la mano del empresario.


 


-Y tú, chucho. Ten cuidado, no vaya ser que la perrera venga por ti- cuando Joey volteó para contestarle algo, el castaño ya se había ido de ahí. El doctor hacía lo posible por no reírse, y el rubio estaba muy molesto.


 


 


Seto caminó por los pasillos del hospital, maldiciendo al que salvó a su hermanito. ¿Cómo puede ser que conozcas a alguien y de inmediato se vuelva tan insoportable? Era la duda que rondaba la cabeza del CEO.


 


Llegó a la habitación de su hermano, se quitó los zapatos, y se dispuso a dormir un poco, pues estaba bastante agotado.


 


Con su reloj biológico ya programado como lo tenía, el CEO abrió los ojos a las 6:00 a.m.


Por primera vez en muchísimo tiempo, se quedó en la cama, solo sintiendo y pensando acerca de este giro inesperado en su vida.


 


Por ahí de las 7:30 llegó Yami, descansado y con un mejor semblante. Le comunicó al castaño todo lo sucedido en la empresa, incluido que Miyamoto había accedido a postergar la reunión pendiente para la próxima semana.


 


-Vaya, no pensé que aceptaría cambiar la reunión- el ojiazul trabajaba en su laptop mientras escuchaba el reporte de su asistente.


 


-Bueno, cuando las personas pierden su humanidad, se pierden a si mismas. Él entendió que tu hermano había tenido un accidente, y se comportó a la altura. La pregunta es, ¿qué habrías hecho tú en su lugar, si las circunstancias fueran con exactitud al revés?- hubo un silencio tras la pregunta, y l ojiazul reflexionó por un momento. Casi estaba seguro que se hubiera negado a cambiar la fecha prevista. Pero después de una noche casi sin dormir, y horas preocupado por su hermano, las cosas se veían distintas.


 


-Supongo que habría aceptado también- dijo en tono bajo, y siguió tecleando en su laptop.


El tricolor se acercó a Mokuba, quien seguía dormido.


 


-¿No es demasiado? Mokuba ha dormido durante más de 12 horas seguidas- había preocupación en su tono de voz.


 


-Según el doctor Ao, es normal. Ya sabes que él nos ha atendido desde niños, conoce bien nuestros organismos, y es un hombre experimentado que sabe bien de lo que habla- la vista del castaño no se levantó de la pantalla mientras hablaba.


 


-Bueno, sí pues. Es solo que me preocupa- el tricolor acarició con cariño la cabeza de Mokuba.


 


-¿Qué... te pre...ocupa Yami?- la voz del pelinegro sorprendió a los dos hombres presentes, y fue el único motivo por el que el CEO dejó su trabajo del lado y se paró al lado de su hermanito, para ver como poco a poco y con bastante dificultad abría los ojos.


 


-Hola chibi. ¿Cómo te sientes?- estaba uno de cada lado, junto a Mokuba.


 


-Siento como que tuve un accidente- la risilla de Mokuba evidenció que estaba bromeando, que recordaba todo pero que estaba de buen humor.


 


-Bueno, será porque así fue- fue la voz del castaño. Mokuba volteó su cabeza a verlo.


 


-Hermano, aquí estás- había algo como anhelo en la voz del menor.


 


-Claro que estoy aquí. Desde que llegué no me he despegado de ti- «Excepto cuando tuve que ir a visitar al perro ese» se dijo en su mente. La sonrisa que asomó el rostro de Mokuba desapareció todo malestar por la mala noche que acababa de pasar.


 


-Gracias hermano- Mokuba intentó sentarse, siendo detenido por un dolor en la pierna.


 


-Llamaré al doctor, esperen aquí- dijo el tricolor sin esperar respuesta.


 


-Bueno, no es como que pueda ir a ningún lado, ¿no crees?- el castaño le regaló a su hermanito una de esas sonrisas que eran exclusivas para él.


 


-¿Te sientes mejor después de haber dormido tanto?- cuestionó el mayor.


-¿Acaso dormí mucho?- el pelinegro estaba un poco descolocado.


 


-Bueno, no estoy seguro a que hora te quedaste dormido porque no estaba yo, pero son las 7:55 de la mañana del jueves. Dormiste toda la tarde- la firmación sorprendió al menor de los Kaiba.


 


-Vaya, así que pasé la noche aquí- el CEO asintió, y le acarició los cabellos.


 


-Pasamos. Yo me quedé contigo- el pelinegro volteó a ver a los ojos de su hermano con agradecimiento y admiración, aunque también había algo ahí.


 


-Oye Seto, ¿de pura casualidad sabes algo del chico que me ayudó?- el castaño ya se esperaba preguntas al respecto.


 


-Sí, y no de casualidad. El personal del hospital tiene estrictas órdenes de hacer todo lo que tengan que hacer para que él se vaya mejor de lo que llegó, y todo correrá por mi cuenta- Mokuba soltó el aire que contenía.


 


-Muchas gracias hermano. La verdad, por un momento pensé que no querrías ayudarlo- el castaño enarcó una ceja.


 


-¿Por qué pensaste eso? Él salvó lo más preciado de mi vida. Estoy absolutamente en deuda con él, más allá del dinero. Es lo menos que podría hacer- los ojos de Mokuba se llenaron de lágrimas, que derramó en silencio y con una sonrisa.


 


-Gracias hermano, de verdad- el castaño volvió a sonreír, transmitiendo amor.


 


-No hay nada que agradecer, en serio te lo digo- la escena fue de pronto interrumpida por Atemu. Seto estaba casi seguro que aguardó un momento prudente para entrar, pues se había tardado demasiado.


 


-Bueno, el doctor viene en camino, pero miren a quienes encontré en la entrada- Noah y Yugi pasaron a la habitación detrás del tricolor más alto, y Mokuba se alegró de verlos.


 


-Hola Mokuba- la sonrisa de Yugi casi iluminó todo el cuarto.


 


-¿Cómo estás hoy?- el peliverde también se veía contento de estar ahí.


 


-Hola Yugi, Noah, me alegra que vinieran. Tenía ganas de verlos- el pelinegro les sonrió con sinceridad.


 


-El doctor me dijo que vendrá en un momento. Tiene que hacerle un chequeo básico a Mokuba a pesar de que su alta ya está firmada, y me pidió paciencia porque esta con otros pacientes- el pelinegro suspiró.


 


-Ya me cansé de estar acostado- el pelinegro hizo un puchero.


 


-Bueno, ya pasaste unas horas así. Seguro que un rato más no te hará daño- la sonrisa del peliverde hizo que Mokuba se sonrojara de una manera muy suave, pero que no pasó desapercibida para el castaño.


 


-Bien, ahora que están aquí, tengo un asunto pendiente. En unos momentos regreso- las palabras del ojiazul llamaron la atención de todos. Yugi y Noah dijeron que se quedarían cuidándolo sin ningún problema, y Atemu decidió ir con su jefe.


 


-¿Puedo saber qué asunto pendiente tienes que es tan importante que no puedes esperar al médico de Mokuba?- la duda era obvia y evidente, además de muy fuerte, en el tricolor.


 


-Tengo un perro que visitar- bueno, Seto no pudo haber emitido una respuesta más extraña que esa. Yami lo siguió sin decir más. Llegaron a recepción y preguntaron por el doctor Sakaguchi.


 


-El doctor Sakaguchi está terminando su turno. Le llamaré, pero no sé si alcance a atenderlos, ya es hora de su salida- Seto entendió las palabras de la noche anterior.


Unos 5 minutos después, el médico llegó a saludar al castaño.


 


-Señor Kaiba, buenos días- el galeno estrechó la mano del ojiazul, que lo hizo con firmeza.


 


-Doctor, buen día. Él es mi asistente, Yami Atemu. Queremos saber el estado de Joey- el tricolor tomó nota mental de ese nombre.


 


-Bien. He estado aplicando algunos exámenes que estarán listos en un par de horas. Estoy terminando mi turno, pero el médico correspondiente se encargará de seguir con lo ya establecido por mí y mi equipo- Yami supuso que estaban hablando del chico que salvó a Mokuba.


 


-¿Hay algún indicio de algo aún?- el castaño mostraba una cierta preocupación.


 


-Aún es muy pronto para definir algo, pero espero que estos estudios nos arrojen un resultado para saber con qué estamos lidiando, y así poder iniciar algún tratamiento- el castaño estaba digiriendo esas palabras.


 


-¿Está despierto?- se notaba que el doctor Sakaguchi tenía que irse, pero era profesional atendiendo a Seto.


 


-No. Estuvo bastante alterado hace rato, pero no quise darle nada para tranquilizarlo, porque puede ser contraindicado a su condición, que no conocemos aún, por lo que lo evité lo más posible, hasta que hace como una hora él mismo logró dormirse- Seto asintió.


 


-¿Habrá problemas si mi hermano o yo queremos verlo? Creo que sería importante para mi hermano verlo antes de irse del hospital- el galeno pensó por un momento.


 


-No debería haber ninguno, pero ahorita dejo la orden de que los dejen pasar, siempre y cuando no haya nadie atendiéndolo o checando algo- Yami escuchaba con atención.


 


-Por último, si usted no está, me gustaría que me mantengan informados acerca de la situación- era comprensible, él estaba pagando todo, además de la deuda moral que tenía.


 


-No se preocupe Señor Kaiba, yo me encargo que los médicos que me suplan en el caso, le estén informando con constancia acerca del estado del paciente- el doctor extendió su mano para estrechar la de los otros dos, dando así por terminada su plática y retirándose del hospital.


 


-No sabía que estuvieras al tanto de la situación del chico. ¿Qué es lo que tiene?- dijo Yami mientras emprendían camino al cuarto de Mokuba.


 


-Como escuchaste, no saben. Parece que le escucharon un ruido en el pecho que no debería de estar ahí, y el doctor quiere descartar algo delicado. Del accidente tiene fracturas en las costillas, golpes en el cuerpo y cabeza y algunos raspones por aquí y por allá, pero parece que nada de eso es grave, más bien lo otro le preocupa- Yami se sorprendió de lo bien informado que estaba Seto.


 


-¿Se lo dirás a Mokuba?- cuestionó el tricolor.


 


-Por supuesto que sí, de una manera adecuada. No sirve de nada adornarle la realidad si así no es. Mejor enfrentarla como es, y mejorarla. Además todo eso va por mi cuenta, y si es necesario conseguir algún especialista, lo haré sin dudarlo. Ese chico saldrá mejor de lo que entró- llegaron a la habitación y dieron la plática por terminada.


 


-¿Todo bien hermano?- la voz de Mokuba cargaba preocupación.


 


-Nada que no tenga algún tipo de solución. ¿Cómo te sientes?- en lo profundo de su mente y de su ser, esperaba que esas palabras que le acababa de decir a su hermanito fueran reales.


 


-Harto de estar acostado, pero que se le puede hacer- justo en ese momento, todos fueron sacados de la habitación con una enfermera con cara de poco dormir y nada de sueño para poder hacerle su chequeo general, junto a un médico que nadie había visto.


 


Una nueva llamada, esta vez de su secretario Hiro, lo sacó de la realidad que estaba viviendo. Fue hasta 10 minutos después, cuando el médico y la enfermera terminaron con el chequeo, que Seto cortó la llamada para prestar atención.


-Buenos días Señor Kaiba. Quiero informarle que su hermano esta en un estado bueno, por lo que ya puede ser dado de alta del hospital. Le receté algún desinflamatorio en caso de que se ofrezca, pero no creo que sea necesario, más bien es por prevención. De cualquier manera, me gustaría verlo en unos 10 días, para asegurarme de que no tenga secuelas a largo plazo- el doctor era amable, como todos siempre lo eran con los Kaiba.


 


-Bien. Entonces ya podemos irnos, ¿cierto?- el médico terminó de anotar alguna nota y volteó a ver al CEO.


 


-Sí. Si gusta puede acompañarme a recepción para hacer el papeleo correspondiente, mientras su hermano se alista para salir- Seto asintió, y se dispuso a salir con el doctor, pero fueron detenidos por Mokuba.


 


-Esperen por favor. Yo quiero saber el estado del chico que me ayudó. Aún no me dicen nada, y estoy preocupado- la voz del pelinegro sonaba acongojada.


 


-No te preocupes Mokuba, ya estoy en eso. Ahorita que regrese te informaré todo, y creo que podrás verlo- la voz del castaño salió casi tierna, solo por y para su hermanito. Mokuba se alegró, y cada quien siguió con lo suyo.


 


Casi media hora después, Seto regresaba a la habitación, con todo listo para llevarse a Mokuba a casa. Él ya estaba cambiado y listo para irse, pero estaba aún más ansioso por saber de su salvador.


 


-¿Listo Mokuba?- el CEO se notaba molesto, de seguro tenía que ver con el papeleo que había ido a hacer.


 


-Sí, pero quiero saber acerca de...- Seto lo esperaba, así que se le adelantó.


 


-Joey. El chico que te ayudó se llama Joey, y esta siendo atendido por un grupo de médicos, al parecer, capaces de ayudarlo. No esta grave, pero hay algo delicado. Le están haciendo estudios para determinar qué es lo que tiene, y qué pueden hacer al respecto- Mokuba tardó unos segundos en digerir la información.


 


-¿Está enfermo?- fue lo único que se le ocurrió decir.


 


-No están seguros, pero es posible. Como te digo, le están haciendo múltiples exámenes. De hecho, en un rato más deben de llegar algunos resultados- el pelinegro observaba a su hermano en silencio.


 


-Hermano, debemos ayudarlo. De no ser por él, yo...- el CEO le sonrió con todo el amor que le tenía.


-Mokuba, no te preocupes tanto. Estoy al pendiente de él en todo momento. Estoy agradecido con él por haberte ayudado, por supuesto que no lo voy a dejar solo. Todos los gastos de hospital van por mi cuenta, y el personal de este lugar tiene las estrictas órdenes de mantenerrme al tanto de su situación. No te preocupes, lo ayudaremos a salir adelante- las palabras del CEO hicieron que los ojos del menor se llenaran de lágrimas.


 


Mokuba abrazó a su hermano con mucho sentimiento, y el abrazo fue devuelto.


 


Tan tierna escena fue presenciada por Yami, Yugi y Noah, y por esta vez, el castaño pensó que estaba bien que otros los vieran en un momento tan íntimo.


 


-Vamos, veremos si nos dejan verlo. ¿Qué van a hacer ustedes?- cuestionó a los hermanos.


 


-Bueno, estamos libres. ¿Está bien si los acompañamos?- la voz de Yugi era algo tímida.


 


-No estoy seguro de que nos dejen entrar a todos a ver al muchacho, pero por lo pronto vamos juntos y abajo nos organizamos- el castaño asintió a las palabras del peliverde, y todos salieron hacia recepción.


 


 


 

Notas finales:

Bonito día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!


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