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Destino por Iztaxochitl

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del capitulo:

Hola a tod@s!!!!

 

 Aquí una nueva entrega de esta ocurrencia.

Espero la disfruten, y si lo hacen, sepan con son bienvenidos sus reviews. 

También me gusta saber si a la gente le gusta como escribo, o puntos a mejorar.

 

Gracias por leer!!!

 

Amor para todos!

Mareo.


Las últimas horas solo había podido sentir mareos y dolor.


 


Sabía bien donde estaba. Si algo no tenía era amnesia. Recordaba haber estado corriendo a toda velocidad para llegar a tiempo a su empleo, pues se le había hecho tarde por entregar unos papeles, cuando se dio cuenta de que un auto venía en dirección de un chico, cómo le había gritado para que se moviera pero al no ver respuesta, le hizo caso a su instinto y corrió hasta empujarlo y sacarlo del camino. De hecho recordaba que según sus cálculos alcanzaban a salir bien librados los dos, pero parecía que esta vez había calculado mal, por que él había sido arrollado.


 


-Y ahora estoy aquí varado sin poder irme ni hacer nada. Solo espero que Serenity siga con Tristan- soltó un suspiró acongojado, y entonces una enfermera entró a la habitación.


 


-Buenos días joven, vengo a tomarle signos vitales- el rubio le sonrió sin decir nada, y se dejó hacer. No servía de nada ponerse en mal plan, entre más cooperara, más pronto saldría de ahí.


 


La enfermera hizo lo suyo y se retiró de la habitación, y unos segundos después, apareció por la puerta Seto Kaiba.


 


-Vaya, llegó el ricachón engreído- lo vio con malos ojos. De alguna manera estaba agradecido porque estaba cubriendo sus gastos, pero le cayó tan mal cuando le dijo perro, que no lo quería ver ni en pintura.


 


-Buenos días. Veo que despertaste- fue el seco comentario del ojiazul.


 


-Bravo, al menos saber que no necesitas un oculista- Kaiba tomó aire y contó hasta 3 en silencio, aguantándose las ganas de ahorcar al chucho ese.


 


-Mi hermano ha sido dado de alta, pero se rehúsa a irse de aquí sin antes verte. Te pido que seas amable con él, es un chico sensible- Joey volteó a ver al castaño a los ojos. Parecía que iba a decirle algo importante.


 


-Bueno, si él es sensible, quiere decir que no se parecen mucho que digamos- el rubio rió de su propio chiste, y Seto lo hubiera amenazado de no ser porque Yami le habló desde la puerta. Al parecer solo iban a dejar pasar a 1 a la vez, y Mokuba ya quería pasar.


 


-Espero que te comportes, sino incluiremos un bozal en tu canasta de despedida- si Joey hubiera tenido más fuerzas, le hubiera aventado una almohada, pero al no tenerlas solo bufó. Unos segundos después, un chico se asomó con timidez por la puerta.


 


-Hola, ¿puedo pasar?- la voz casi le temblaba, y entonces Joey estuvo seguro de que esos hermanos no se parecían en nada.


 


-Adelante, siéntate aquí- Mokuba pasó y puso una silla junto a la cama, desde donde podía ver al rubio.


 


-Me dijeron que te llamas Joey- la voz del pelinegro era tenue.


 


-Sip, ese soy yo- Joey le sonrió, tratando de inspirarle confianza.


 


-Joey, yo soy Mokuba. Tú me ayudaste ayer. De no ser por ti, tal vez estaría muerto. Muchas gracias- el pelinegro no pudo evitar que unas lágrimas escurrieran de sus ojos.


 


-Hey, vamos. Estoy bien. Tú también lo estás. No hay por qué estar tristes- el menor levantó la cabeza y vio una cálida y cariñosa sonrisa de parte del rubio, que lo tranquilizó como si lo estuviera abrazando. Asintió, secó sus lágrimas, y respiró profundo para recobrar la compostura.


 


-Lamento haberte puesto en esta situación- Joey no dejaba de sonreír.


 


-No, tú no me pusiste en ninguna situación. Yo decidí empujarte y por eso estoy aquí. No es como que tú me hayas arrastrado enfrente de ese auto. ¿No te pasó nada en verdad?- había un dejo de preocupación en la voz del rubio.


 


-No, nada que un buen descanso como el de anoche no pueda curar. Eso y unos raspones, pero la verdad estoy bien gracias a ti- Mokuba le sonrió casi con devoción.


 


-Ay, vas a hacer que me sonroje. No hice nada que nadie fuera a hacer. Es algo lógico, ves a alguien en apuros y lo ayudas- el tono de voz de Joey le quitaba importancia a su acto.


 


-Bueno, creo que si la mayoría de la gente pensara como tú, el mundo sería mejor, porque la mayoría de la gente solo ve por si misma. Tú lo hiciste sin esperar nada a cambio, sin interés oculto ni nada. Eso me parece como heroico- Joey se sorprendió del término que uso Mokuba.


 


-Yo no soy ningún héroe ni nada por el estilo. Solo soy Joey, y lo que hice por ti, lo hubiera hecho por cualquiera que estuviera en peligro y se atravesara por mi camino- Mokuba le sonrió.


 


-Pues muchas gracias por eso. Estoy en deuda contigo. Si hay algo que pueda hacer para ayudarte, no dudes en decirlo. Haré todo lo que pueda por ayudarte- lo expresado por el pelinegro hizo que a Joey se le prendiera el foco.


 


-Hay algo que puedes hacer por mí. Necesito hacer una llamada urgente, pero nadie me deja hablar. Todos quieren hablar por mí, pero yo necesito hablar en persona. ¿Tienes celular?- a Mokuba le extrañó el pedido del rubio.


 


-No, se me perdió en algún momento del accidente. Pero mi hermano seguro trae el suyo, deja voy por él- Joey estaba por decirle que no quería el del amargado de su hermano, pero cuando iba a abrir la boca, el menor ya no estaba. Además, en verdad tenía que hablar, así que decidió tragarse sus palabras.


 


Mokuba caminó a paso veloz hasta que llegó con Yami y Yugi, quienes hablaban con una sonrisa en el rostro.


 


-Yami, ¿y mi hermano?- la respiración de Mokuba estaba agitada, y no le importó interrumpir algo.


 


-Fue por algo de beber junto con Noah. ¿Se te ofrece algo chibi?- la voz de Yami sonó preocupada.


 


-Sí, ¿me puedes prestar tu celular un momento por favor?- Mokuba no quiso dar más explicaciones, y Yami no quiso pedirlas. Lo desbloqueó y se lo dio.


 


-Tendrás que evitar que se apague o tendrás que volver para que lo vuelva a desbloquear- Mokuba solo asintió y se fue de regreso, sin darse cuenta de que olvidó dar las gracias.


 


Llegó con el rubio con la respiración aún más agitada.


 


-Aquí está, puedes llamar- le extendió el teléfono al rubio quien lo recibió con una sonrisa y se apresuró a marcar un número. Estaba ansioso por ser contestado.


 


-Hola Tris!- no pudo decir nada más porque el volumen de la otra persona subió mucho. Fue evidente que le estaba gritando.


 


-Ya Tris, tranquilo, necesito decirte algo- la voz del otro lado pareció controlarse.


 


-Sí, pero primero dime si Serenity está contigo- después de esas palabras, el rubio suspiró con alivio. Parecía haber liberado tensión acumulada.


 


-Muchas gracias Tris, te debo 30 hamburguesas- el pelinegro rió en silencio para no interrumpir.


 


-Sí, pues lo que tengo que decirte es que estoy en el hospital- otra vez el volumen de la otra persona subió. El rubio solo rodó los ojos para atrás, cansado de la reacción.


 


-Ya, déjame hablar. Estoy bien, sobreviví. Solo fue arrollado mientras ayudaba a un niño que se atravesó la calle sin fijarse a ambos lados- al decir esto, volteó a ver a Mokuba de reojo, quien se sonrojó bastante.


 


-Sí, pues no estoy seguro de cuando saldré, me tienen aquí porque no se que me tienen que revisar y están esperando no sé qué estudios para no sé qué de no sé qué. Así que necesito que cuides a Serenity unos días, hasta que pueda salir- la voz del rubio se tornó rara, como si estuviera preocupado por algo.


 


-Sí, yo me comunicaré contigo cuando pueda, solo que no se cuando pueda ser eso, no tengo teléfono aquí. Solo por favor, mantén a Serenity contigo, ¿sí?- fue una súplica silenciosa, y eso sí lo notó el pelinegro. Joey se despidió de la persona con quien hablaba, y le regresó el teléfono a Mokuba.


 


-Muchas gracias- le dijo con una sonrisa radiante.


 


-No hay nada que agradecer. Yo te debo las gracias a ti- el pelinegro bajó la mirada. Sentía que le debía tanto.


 


-El hecho de que te sientas en deuda conmigo no quiere decir que no recibas mi agradecimiento por algo que haces por mí- Mokuba vio a los ojos del rubio que lo miraban con fijación.


 


Hubo un silencio incómodo, que solo fue interrumpido por una enfermera que le indició al menor que su hermano lo llamaba.


 


-Bien, tengo que irme. Pero trataré de venir mañana. ¿Necesitas que te traiga algo?- el rubio pensó por unos momentos.


 


-La verdad lo único que necesito es salir de aquí pronto, así que espero que se pueda cumplir- a Mokuba le asombró la fortaleza que escuchó. Osea, lo acababan casi de atropellar y él solo pensaba en irse.


 


-Bueno. De cualquier manera en recepción tienen el teléfono de mi hermano, así que si necesitas algo, no dudes en avisarnos- el rubio bufó casi imperceptible. Mokuba no lo notó.


 


-Prefiero no pedir nada del amargado de tu hermano- Joey hizo un puchero, y a Mokuba le dio risa la expresión.


 


-Sí, puede ser amargado pero es buena persona. Así que en verdad no dudes si necesitas algo. O si quieres que le avisemos a alguien- el pelinegro cayó en cuenta de que no le había preguntado nada al rubio sobre él.


 


-No te preocupes, la única persona con la que necesitaba hablar es con quien hablé hace unos momentos, gracias a ti. No necesito que nadie más sepa que estoy aquí- la negación del rubio era algo rotunda, pero el pelinegro decidió no indagar más.


 


-Bueno. Me tengo que ir. Muchas gracias Joey, nos veremos- Mokuba le sonrió y salió. Caminó por los pasillos y llegó hasta su hermano, quien sostenía una bebida caliente.


 


-Toma, te traje chocolate caliente. Quédate con Atemu y los demás, regreso en un momento- Mokuba recibió el vaso caliente y humeante, y asintió a las palabras de su hermano.


 


El CEO caminó por el camino de donde venía Mokuba, hasta llegar al cuarto del rubio, a donde entró sin siquiera tocar.


 


-Buenos días- fue el seco saludo que le dedico al que creía menor que él.


 


-Uy, ya veo que el dinero no compra educación. ¿No sabes que se toca antes de entrar?- el ojiazul enarcó una ceja, tratando de tragarse los 83 insultos que tenía en la punta de lengua.


 


-Voy a dejar a mi hermano en casa, y regresaré porque al parecer tus estudios ya llegaron, solo falta que el médico los revise- Seto trataba de ser amable.


 


-No necesitas venir. De seguro no es nada y podré salir de este lugar hoy mismo en la tarde- ni él mismo se creyó esas palabras, a pesar de que era su deseo.


 


-Con las costillas rotas que tienes tendrás que estar por lo menos unos días, y luego guardar reposo, lo cual parece que no sabes hacer- el castaño sonrió, tratando de encontrar el lado ameno de la situación. Empezaba a creer que molestar al otro podría ser divertido. Claro que lo seguiría ayudando, pero la actitud del rubio daba pie a eso.


 


-¿Y tú qué puedes saber de mí? ¿Acaso también eres adivino y por eso te volviste ricachón?- Joey miró a Kaiba con desafío, y el ojiazul le devolvió una sonrisa burlona.


 


-Se que eres un chucho malagradecido que parece que no sabe estar quieto, y se que podría saber más de ti si no fueras tan terco y necio y te dejaras ayudar- bueno, había verdad en las palabras del castaño, pero a Joey no le gustó lo que le dijo.


 


-No pedí tu ayuda. Quizás la necesite, pero no pagaré por ella aguantando tu sarcasmo y tu pésimo humor- parecía un duelo de palabras.


 


-Y aunque no quieras y no te guste, estoy en deuda contigo por haber salvado a mi hermano, así que por el momento seguiré en tu vida. Así que acostúmbrate. Regreso en una hora- el castaño se dio la vuelta para irse, pero antes de salir de la habitación lo detuvo la voz del rubio.


 


-Oye, ¿no crees que tu hermano te necesita más que yo en estos momentos? Deberías quedarte con él- el ojiazul reflexionó por 2 segundos lo que le estaba diciendo.


 


-Quizás sí, pero primero necesito que él tenga la calma de que estás bien atendido, y yo tenerla de que se que tienes, para poder dedicarme a él sin estar pensando en algo más- Seto ni siquiera volteó a ver a Joey, solo dijo eso y siguió caminando.


 


Salió de el área de los cuartos, y no vio a nadie. Supuso que estaban en el estacionamiento, así que dio unas últimas órdenes y se dirigió para allá.


Como lo pensó, lo estaban esperando. El día anterior, y en realidad sin consultarlo con él, Yami se había llevado la ducatti para que no pasara algún peligro en ese lugar. Era una camioneta negra, propiedad del tricolor más alto, junto a la que estaban.


 


-¿Todo bien con Joey, hermano?- era evidente la preocupación en Mokuba.


 


-Todo bien. Es hora de ir a casa. Te dejaré ahí y luego ire a la empresa a solucionar unos pendientes. Más tarde llegaré y cenaremos juntos- Mokuba pensó que sería un día aburrido más, solo en esa mansión. De repente se le ocurrió una idea.


 


-Hermano, ¿puedo hablar contigo?- la insinuación era a hablar a solas. El CEO asintió y se alejaron un poco de los demás, que platicaban agusto.


 


-¿Sucede algo?- la voz del CEO sonaba preocupada.


 


-Es que sabes que no me encanta estar solo, y se que necesitas ir a KC. ¿Puedo invitar a Noah y Yugi a pasar la tarde conmigo?- el castaño volteó a verlos. Noah reía a un considerable volumen, mientras Yugi lo hacía bajito y Yami sonreía. La verdad era que esos hermanos los habían ayudado bastante, casi tanto como el mismo Joey, solo a su manera.


 


-Esta bien si ellos quieres y pueden. Recuerda que es importante respetar el tiempo de los demás- Mokuba le sonrió y lo abrazó. Después se acercó a los demás, a extender la invitación a los hermanos, que aceptaron con gusto.


 


-Será mejor que nos sigan, yo conduciré- El tricolor mayor más o menos les explicó para donde iban. Noah sabía que era una zona algo exclusiva, pues era obvio que Mokuba y Seto eran gentes importantes. Aún no sabían sus apellidos, pero sabían que eran personas de renombre en la ciudad, y quien sabe, quizás más allá también.


 


Un rato después, llegaron a la entrada de la mansión. Yami les indicó donde podían dejar su vehículo. Lo hicieron así y se volvieron a reunir en la puerta de entrada de la mansión.


 


-Bien. Noah y Yugi, tengo que irme, pero siéntanse como en su casa. Mokuba, regreso en la noche. Asegúrate que todo este bien- Mokuba una vez más abrazó a su hermano, y los 3 entraron siendo Mokuba el guía.


 


-¿En verdad irás a la empresa?- cuestionó extrañado el tricolor más alto cuando estaban solos.


 


-Hablaré con Hiro para ver si es necesario que vaya, pero si no es así, no lo haré. En realidad quiero regresar al hospital. Recibí un mensaje del doctor Sakaguchi y quiere hablar conmigo. Al parecer recibieron algunos resultados del perro- al castaño se le escapó su cariñoso apodo, pero no hizo nada por ocultarlo.


 


-¿Perro? Creo que me perdí, ¿qué no quisiste decir de Joey?- el tricolor lo vio casi divertido. En definitiva, Seto Kaiba tenía un humor ácido y extraño.


 


-Es un perro callejero maleducado que no sabe ni saludar ni agradecer- ambos rieron un poco.


 


-¿Quieres que te acompañe?- Seto pensó en el ofrecimiento.


 


-Creo que sí, pero también necesito que atiendas KC. Últimamente parece que estoy rodeado de ineptos. Un día sin ir y todo podría haber colapsado- el tricolor rió con apertura, casi a carcajadas.


 


-Vamos Seto, si no eres el centro del universo. Además yo estuve ahí ayer, y todavía seguía todo en marcha. De cualquier manera, mientras estás dentro y si no requieres de mi presencia con el médico, puedo trabajar desde la laptop y poner todo en orden- Seto sonrió.


 


-Sí, vamos- Volvieron a subirse a la camioneta del tricolor y emprendieron camino de regreso al hospital. En el camino, Seto avisó al doctor que iba en camino. Sabía que no era su hora de guardia, pero al parecer se había tomado su trabajo para Kaiba muy en serio, y ahí lo estaba esperando.


 


Atemu se quedó en la camioneta y el castaño llegó hasta la oficina del doctor.


 


-Buenas tardes doctor- dijo Seto con su típico estoísmo.


 


-Señor Kaiba, bienvenido. Tome asiento por favor- así lo hizo el castaño, frente al médico a quien le dedico una curiosa mirada.


 


-¿De qué quería hablarme?- el médico hizo a un lado unos papeles que estaba revisando para hablar con el CEO.


 


-Hemos descubierto algo en el estado de salud de Joey. No se la causa aún, pero considero un avance. El muchacho presenta una anomalía cardiaca. Quiere decir que su pulso no siempre es estable, de hecho varía más de lo que yo nunca había visto. Además de eso, su estado de nutrición es bastante deplorable- Seto suspiró sin consciencia de haberlo hecho.


 


-¿Eso se debe a mala alimentación?- el doctor asintió.


-Sí, pero su estado de anemia es avanzado. Ya se puede considerar desnutrición. Existe la posibilidad de que la anemia tan fuerte sea la causa del estado del corazón, ya que éste necesita una energía para funcionar que Joey no le esta proporcionando. Pero tampoco puedo asegurarlo. Él se niega con todo lo que puede a darnos datos, ni siquiera conocemos su apellido, por lo que no podemos indagar en un historial familiar, por si hubiera algún caso genético de enfermedades cardiacas- Seto escuchaba con atención.


 


-Pero me parece que él está bastante joven como para estar enfermo de gravedad. Parece menor que yo- el doctor se recargó en la silla.


 


-Sí, pero la juventud no asegura nada cuando no hay buenos hábitos. Si Joey no se cuida, no se alimenta bien, no duerme sus horas, y es durante un tiempo considerable, entonces puede llegar a desarrollar una enfermedad del corazón. Además de que, como le comento, no tenemos ningún antecedente médico o historial familiar de él porque se rehúsa a cooperar- Seto procesaba la información a 1000 por hora.


 


-Muy bien. ¿Hay algo que se pueda hacer para determinar si la enfermedad que tiene es causada por la anemia?- el médico asintió de nuevo.


 


-Podemos empezar una rutina de alimentación, ver que el joven asista con un nutriólogo para que le enseñe buenos hábitos alimenticios, y ver como evoluciona toda la situación con eso. Si en unos 3 meses la anemia ha cedido, y su condición cardiaca es la misma, quiere decir que la causa es otra. Si cede, encontramos el motivo- Seto asintió, pensando en las palabras.


 


-Bien.¿Ya le ha comunicado algo a él acerca de esto?- Seto deseaba que no, quería estar presente. Algo le decía ue si estaba desnutrido, no era del todo por gusto.


 


-No, me esperé para hablar primero con usted, ya que esa fue la instrucción. Si gusta, podemos ir a hablar con él en este momento- Seto asintió y se puso de pie. El médico salió por la puerta y ambos se dirigieron al cuarto del rubio, donde solo estaba acostado, sin hacer nada.


 


-Hola Joey, ¿cómo te encuentras hoy?- saludó el doctor después de entrar, seguido de un serio Kaiba.


 


-Aburrido, y muy ansioso de salir de aquí. ¿Ya me van a dar de alta?- la voz de Joey se escuchaba ansiosa.


 


-Aún no, tenemos que esperar a que te recuperes un poco más de las costillas. Si todo sigue como va, y te cuidas a ti mismo allá afuera, podrás salir en unos 3 o 4 días- el rubio bufó molesto.


 


-Supongo que no tengo opción- al decir esto volteó a ver al castaño, que lo observaba en silencio.


 


-Bueno, por el momento las cosas son como son. Trata de relajarte y verás que el tiempo pasará más rápido- el rubio lo vio casi atónito.


 


-¿Relajarme? No puedo, perderé mi empleo, si no es que ya pasó, y no hay nada que pueda hacer al respecto- los ojos de color castaño del muchacho se llenaron de lágrimas, que detuvo a toda costa y no salieron de ahí. Esto llamó la atención del ojiazul.


 


-Joey, hay algo de lo que tengo que hablarte. En los últimos estudios que te hicimos, descubrimos algo que no esta bien- el rubio volteó a ver al médico con expectación.


 


-¿Qué me sucede?- el chico no podía creerlo, otra mala noticia.


 


-Tienes un sonido anormal en el pecho. Puede deberse a dos situaciones. Una es que fuera una enfermedad cardiaca que te está afectando. Pudo haberse disparado por el accidente, pero en definitiva no viene de ahí, es una afección más vieja. La otra, y la que yo creo que es más probable, es que viene por una severa anemia de la que estás sufriendo- el doctor dio un momento para que Joey digiriera lo que le estaba diciendo.


 


-¿Qué quiere decir con anemia?- la voz del rubio salió casi asustada.


 


-Quiere decir que estás desnutrido. No comes suficiente, o no comes bien y variado, alguna de las dos. Entonces el corazón, que necesita de la energía de los alimentos para trabajar bien y sin problemas, no la obtiene y se está sobre esforzando, que es lo que es posible que esté causando esta afección- hubo un silencio sepulcral en la habitación. El rubio bajó la mirada, tratando de entender todo lo que le estaban comunicando.


 


-¿Y qué tengo que hacer al respecto?- el galeno buscaba las mejores y más suaves palabras para decirle las cosas, sin quitarle verdad a lo que decía.


 


-Para empezar, necesitamos vigilar tu dieta. Durante 3 meses, estarás siguiendo una dieta que te proporcionará un nutriólogo, además de que te dará sesiones para que tú aprendas a comer por ti mismo. Después de esos 3 meses de cuidar y enriquecer tu alimentación, volveremos a hacerte estudios para determinar si la causa es la anemia o si hay algo más fuerte detrás de todo esto- Joey se llevó las manos a la cara, suspiró profundo y volteó a ver a Kaiba con una expresión demasiado cargada de sentimientos, a lo cual el ojiazul no supo como reaccionar.


 


-No- el CEO y el médico creyeron haber escuchado mal.


 


-¿Perdón?- exclamó el galeno.


 


-No, no puedo hacer eso que me están diciendo. No lo haré- la negativa fue rotunda y la mirada desafiante.


-Doctor Sakaguchi, salga un momento por favor. Necesito hablar con él- la voz de Kaiba fue de mando, y el médico asintió y salió, indicando que estaría cerca por si lo necesitaban.


Seto tomó una silla, se sentó a un lado de la cama del rubio y lo miró a los ojos.


 


-Haber, explícame por que no te entiendo- la mirada de Seto era penetrante, y el rubio la podía sostener, pero con dificultad.


 


-No puedo y no quiero seguir esas indicaciones- el rubio trataba de moderar su respiración, con poco éxito al respecto.


 


-Se nota que hay alguna razón muy importante, o al menos que tú crees que es así, por la cual no puedes hacer lo que te está diciendo el médico. Quiero escucharla- la voz del CEO era de mando.


 


-Número 1, perdería mis empleos si me pongo a tenderme, y ese es un lujo que no puedo costear en ningún sentido. Número 2, no tengo por qué darte explicaciones- la mirada del rubio se tornó más fuerte. Estaba tomando valor para hablarle así al castaño, quien a su vez estaba algo sorprendido de ser un muchacho menor que él y ya contar con varios empleos.


 


-El dinero no es problema, todo el tratamiento corre por mi cuenta- el rubio bufó.


 


-No soy tu objeto de caridad. Y no tiene que ver con eso. Tan solo no puedo, y ya- Joey se volteó para el otro lado, dando por terminada la discusión. Seto sabía que tenía la capacidad de ganar cualquier discusión, pero no podía hacer nada si la otra persona se negaba con tanta firmeza, y menos si no conocía las circunstancias de vida del rubio.


 


Decidió dejarlo hasta ahí, al menos por hoy.


 


-Bien. Descansa por ahora. De seguro mañana vendrá mi hermano a verte- Seto salió sin decir más, sin darse cuenta de las lágrimas silenciosas que derramaba el rubio.


 


El CEO se despidió del doctor, agradeciendo sus atenciones y asegurándole que regresaría al día siguiente. Fue al estacionamiento, en donde Yami lo esperaba fuera del auto, mientras contemplaba al cielo.


 


-Atemu- fue todo lo que dijo, y ambos subieron al vehículo.


 


-Lo estará- la mente del CEO trabajaba a todo lo que daba.


 


-¿Cómo está el muchacho?- Yami tenía su atención al volante, pero no por eso dejaba de hablar con su jefe. Sabía que le hacía bien hablar las cosas.


 


-Enfermo. Está anémico y desnutrido, lo que tal vez sea la causa de una enfermedad cardiaca, y lo peor de todo es que no quiere atenderse- al tricolor le extrañó eso.


-¿No quiere seguir algún tratamiento?- Yami se detuvo en el semáforo y volteó a ver al ojiazul a los ojos.


 


-No es un tratamiento médico, tan solo es mejorar su dieta y llevar control y asesoría nutricional. Pero se niega con todo lo que puede y no podemos hacer mucho. No podemos obligarlo, y no sabemos ni quien es. No ha querido dar un solo dato de quién es o donde vive- el castaño bufó frustrado. No le gustaba no poder solucionar problemas que estaban en sus manos. Le ponían los nervios alterados.


 


-Bueno, no es que lo puedas obligar, como bien acabas de decir, pero quizás podrías encontrar a alguien que lo haga- el tricolor retomó la vista al camino y la atención al volante.


 


-¿A qué te refieres?- no por nada Yami era la mano derecha de Seto Kaiba. Era muy inteligente y persuasivo.


 


-Bueno, resulta que hace rato Mokuba me pidió mi celular. Al parecer Joey necesitaba hacer una llamada y nadie le permitía un teléfono. Y Mokuba, en su inocencia, me pidió el mío, y desde ese hizo la llamada- Seto entendió con claridad a qué se estaba refiriendo su asistente.


 


-Bien. Entonces mañana no te quiero ver en KC. Averigua todo lo que puedas sobre ese muchacho. Algo me dice que no esta desnutrido por gusto, sino por circunstancias ajenas a él- Yami sonrió.


 


-Quien sabe, tal vez termines salvándole la vida, y transformando su realidad- Kaiba tan solo sonrió ante la expresión.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 

Notas finales:

Bonito día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!


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