Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Destino por Iztaxochitl

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Poco a poco la historia va avanzando.

 

Espero la sigan disfrutando.

Quejas, sugerencias, dudas, tomatazos y reviews, al buzón de los reviews!

 

Gracias por leer!

 

Amor para todos!

Una semana.


 


Una maldita, cochina, larga, tediosa e interminable semana.


 


Era el tiempo que llevaba en el hospital, postrado como ostra en una cama, harto de todo y de todos. Y no tenía aún fecha de salida.


 


Joey estaba al borde de la desesperación.


Si antes tenía alguna pequeña esperanza de no haber sido despedido de sus empleos, ya la había perdido toda después de tantos días. Y es que en verdad necesitaba trabajar, y no cualquier lugar daba empleo a un menor de edad.


 


Claro que no todo había sido malo.


En esa semana había descansado muchísimo. Todas las horas de sueño que le debía a su cuerpo, las había pagado con creces.


Además también había tenido la oportunidad de charlar con el chiquillo al que había salvado. Mokuba si mal no recordaba. Era evidente que era un chico dulce, tierno y muy amable, siempre queriendo hacerle favores y solucionar todo por él.


 


Muy diferente de su hermano, el insoportable ese al que le encantaba decirle perro. Solo de recordarlo se quería jalar la cabellera de la desesperación.


 


En fin, conocer a Mokuba había sido algo agradable. No estaba seguro de volverlo a ver cuando saliera de el odioso hospital, pero por ahora convivir con él estaba bien. Se preguntaba, ¿estaría su papá buscándolo?


 


Un escalofrío recorrió su piel al pensar en su progenitor. Aún le sorprendía que todavía no lo encontrara. Quizás estaba ahogado una vez más en una botella, o tan solo no le había dado importancia a sus faltas. Pero por otro lado, si Joey no estaba en casa, ¿quién ayudaría con las labore que él hacía?


 


Demonios, otra vez frustrado por no poder salir del endemoniado hospital.


Y en esas estaba cuando unos golpecitos lo sacaron de sus pensamientos.


 


-¿Se puede?- volteó a la puerta, y ahí estaba Mokuba. Desde que lo habían dado de alta, todos los días lo visitaba durante un par de horas.


 


-Claro chibi, pasa- el rubio había tomado la costumbre de decirle así por ser menor que él, cosa que le agradaba al menor.


 


-¿Cómo te tratan hoy por aquí?- Joey bufó.


 


-Esto es más aburrido que hacer tarea. En serio, si no salgo pronto, moriré por aburrición- Mokuba soltó la carcajada. Era algo que le encantaba de visitar a Joey, siempre lo hacía reír.


 


-Vamos, no es tan malo. Tienes televisión de paga y servicio a la habitación cuando gustes- el rubio lo pensó un momento.


 


-Sí, pero después de un rato, la tele aburre, y no importa si tengo servicio aquí, solo me traen el menú del hospital- Mokuba volvió a reír ante el puchero del rubio.


 


-Ya, no te preocupes. Seguro falta poco para que te den de alta- Joey suspiró. De cualquier manera, si se molestaba o frustraba, ahí seguía, por lo que no tenía mucho caso.


 


-En fin, ¿ya terminó la escuela?- el pelinegro asintió.


 


-Sí, y Noah y Yugi vendrán a casa hoy, pero un poco más tarde- esos 3 se habían vuelto bastante cercanos.


 


-Que bien. Espero yo pronto salir para poder ir a la escuela- ese fue un pensamiento en voz alta, de los cuales procuraba evitar, para no dar datos innecesarios sobre si mismo en ese lugar.


 


-Vaya, no sabía que ibas a la escuela. Pensé que trabajabas- el rubio se pateó mentalmente por el desliz que tuvo.


 


-Sí, trabajo. Pero tener estudios es importante para construir algo mejor. Por eso sigo estudiando- el pelinegro observaba al rubio.


 


-¿Cuántos años tienes Joey?- el rubio ya le había dicho que no quería dar datos personales, pero a Mokuba le daba mucha curiosidad.


 


-Bueno, ya te había dicho que no hablo de mí, pero por esta vez y por que esa pregunta no hace daño, te lo voy a decir. Tengo 17 años- el pelinegro fue sorprendido por esa respuesta.


 


-¿Y por qué trabajas? Sabía que no eras muy grande, pero no pensé que fueras menor de edad. Se supone que está prohibido que los menores trabajen- Joey se rascó la cabeza antes de responder.


 


-Porque así me tocó en esta vida. No la he tenido muy fácil, así que para salir adelante me toca trabajar. Y no te preocupes, solo trabajo en lugares que me lo permiten, no estoy en nada ilegal ni nada por el estilo- de repente, estaban acompañados y no se habían dado cuenta.


 


-Menos mal, ya había empezado a pensar mal- la irónico y cínica voz de Seto Kaiba sonó en la habitación. Joey bufó y Mokuba se alegró.


 


-Hermano, que sorpresa. Pensé que hoy no vendrías- el castaño acarició la cabeza de su hermanito conforme se acercaba a la cama del rubio.


 


-No pensaba hacerlo, pero me habló uno de los médicos. Parece que te darán de alta en un par de horas- Mokuba se sintió feliz por su amigo.


 


-Vaya, el milagro ha llegado. Por poco y muero de aburrimiento postrado en la cama- Joey hizo una interpretación dramática, como si fuera un actor, mientras decía sus palabras. Mokuba rió con apertura y el castaño solo enarcó una ceja.


 


-Ahora hasta teatrero resultas- la ironía en su voz era casi palpable.


 


-Tú cállate. Ya por fin podré irme y no volver a ver tu amargada cara- por poco y el rubio le saca la lengua, pero le pareció muy infantil y se contuvo.


 


Estuvieron ahí un rato, pelinegro y rubio platicando mientras el castaño solo los veía. Cuando pasaron un par de horas, Seto le pidió a su hermano que le trajera un jugo a Joey y un café para él. En realidad solo necesitaba una excusa para hablar a solas con el rubio.


 


-Necesito saber si cuando salgas de aquí seguirás las indicaciones médicas- cuestionó el ojiazul, viendo a los ojos al menor.


 


-Sí puedo adecuarlas a mi vida diaria, sí. Pero hay lujos que no me puedo dar, como dejar de trabajar. Y tampoco quiero dejar de estudiar- Joey no había hablado casi nada de si mismo, y aunque no quería revelar datos personales, tampoco quería mentir a quien lo había ayudado sin esperar nada a cambio.


 


-Eres menor de edad, no deberías trabajar- esas palabras le pesaron al mismo Seto, porque él también había tenido que empezar a trabajar desde antes de cumplir la mayoría de edad.


 


-Eso es algo que no puedo evitar. Yo trabajo y sin ese ingreso me sería imposible subsistir. Así que si las indicaciones médicas me dicen que debo quedarme en reposo, no lo podré cumplir- Seto lo observaba con detenimiento.


 


-¿Y si eso implica poner en riesgo tu salud?- Joey lo miró a los ojos.


 


-No creo que ponga más en riesgo mi salud eso que dejar de comer, así que seguiré trabajando- Seto pensaba a mil por hora.


 


-¿Puedo preguntar en qué trabajas?- el rubio bufó con suavidad.


 


-Puedes preguntar, pero no quiere decir que te vaya a contestar. No me gusta hablar de mí- el castaño enarcó una ceja.


 


-Una cosa es que no te guste hablar de ti, otra que no hayas querido ni siquiera dar tu apellido en el hospital para tu registro- el rubio se cruzó de brazos.


 


-No tengo por qué dar mis datos personales. ¿Para qué quieres saber?-


 


-¿Tienes idea de la cantidad de dinero que he invertido en ti?- el castaño comenzaba a desesperarse.


 


-¿Y quién te lo pidió? Yo ayudé a tu hermano igual que lo hubiera hecho con un mendigo. Se llama ayuda desinteresada. Si tú me ayudas esperando algo a cambio, asi sea mi apellido, ya no es desinteresado, entonces hay algo en el fondo. ¿Por qué me estás ayudando?- fue el turno del rubio de cuestionar al mayor.


 


-Ayudaste a mi hermano, lo salvaste de un fuerte accidente. Es lo menos que podía hacer- Seto no flaqueó en la contestación.


 


-Entonces quédate con eso, porque no obtendrás nada más de mí. Y quédate con el bienestar y la satisfacción de que hiciste algo por alguien que ayudó a tu hermano- el ojiazul sabía que tenía razón, pero no le terminaba de gustar la idea de no saber nada del rubio. Había algo que no estaba bien, podía casi olerlo. Y si bien Seto no era muy dado a seguir su intuición, esta vez supo que tenía que hacerlo.


 


Iba a decir algo más cuando regresó el pelinegro con el encargo. Entregó un café a Seto, y trajo un jugo para Joey y uno para si mismo.


 


-Por cierto, me encontré a uno de los médicos que te ha estado atendiendo. Me dijo que en un momento más sube- Joey casi grita de la emoción. No podía esperar más para salir de ahí.


Seto se excusó un momento para pasar al baño.


 


-Oye Mokuba, ¿me puedes prestar tu celular un momento? Será la última vez que te lo pida- el pelinegro asintió y se lo dio.


 


-Te lo prestaré cuantas veces lo necesites- Joey agradeció y marcó un número, apresurándose para hablar mientras no estuviera el castaño.


 


-Tris, hermano- Mokuba pudo escuchar como la otra persona le gritaba por el auricular.


 


-Ya, ya, calma por favor. Sigo vivo y estoy bien. Quería avisarte que salgo en un rato de aquí- Mokuba no podía distinguir nada de lo que decía el otro muchacho, ni se esforzaba en hacerlo pues era de mala educación.


 


-Ya sé, pero no quería tenerte aquí preocupado, por eso no te dije nada. En fin, voy a tu casa en un rato. ¿Todo bien contigo?- el rubio escuchaba con atención.


 


-Que bien, ¿qué hay de Serenity?-la voz del rubio casi temblaba en esos momentos, y el pelinegro notó que suspiró con alivio ante la contestación de la otra persona.


 


-Excelente. Nos vemos en un rato entonces, yo te busco- y colgó sin esperar respuesta.


 


-Muchas gracias Mokuba, te debo una otra vez- el pelinegro sonrió.


 


-No me debes nada Joey, es un favor muy simple. Por cierto, ¿entre tus cosas no traías celular?- en eso, el CEO salió del baño.


 


-Nop, yo no tengo uno. Aún no puedo pagarlo, así que es un lujo para mí. Algún día lo tendré y me gustará, pero ahora no está entre mis prioridades- a Mokuba le asombró saber eso.


 


-¿Y cuáles son tus prioridades ahorita?- cuestionó el ojiazul, pero Joey no pudo responder porque en eso unos toques en la puerta revelaron la llegada del doctor.


 


El médico saludó a los presentes, revisó con agilidad a Joey y firmó su alta. Se despidió de todos, no sin antes recordarle al rubio que tenía que pasar por recepción para agendar una cita para dentro de 10 días.


 


-Tengo que ir a pagar lo que falta, acompáñame Mokuba. Ahorita regresamos- los hermanos salieron, y entró una enfermera a quitarle el suero de la muñeca al rubio. Una vez que salió, se preguntó qué había pasado con su ropa, y cómo demonios se iba a vestir, cuando notó una bolsa en el sillón de la habitación. Se acercó y vio que estaban unos pantalones de mezclilla nuevos junto con una playera lisa blanca. También había calcetines y ropa interior, y unos tenis. Se sorprendió, y al instante comprendió todo. No le encantaba recibir cosas nomás por que si, pero debía admitir que lo acababan de sacar de un apuro.


 


Se apresuró a cambiarse y salió. Se topó con Mokuba en el camino a recepción y llegó a donde estaba Seto. Lo primero que hizo fue preguntarle a la encargada acerca de sus pertenencias. Bucó un poco y le entregó una bolsa con su ropa manchada y medio rota, igual que los tenis. Agradeció, y procedió a sacar la famosa cita a la que debía asistir.


 


Una vez hecho eso, los tres chicos salieron rumbo al estacionamiento.


 


-¿Te llevamos Joey?- cuestionó el pelinegro, a lo que recibió una negación.


 


-No, se los agradezco. Me voy por mi cuenta. Ya cause demasiadas molestias, no quiero hacerlo más- ese tipo de actitudes segupian sorprendiendo al mayor.


 


-Vamos, no es molestia, podemos dejarte donde necesites, ¿verdad Seto?- bueno, en realidad el castaño no necesitaba que lo convencieran.


 


-Por supuesto, no vaya a ser que te pierdas de camino a la perrera- Joey casi gruñe y Mokuba regañó a su hermano.


 


-Déjalo Mokuba, no pasa nada. Se los agradezco, pero en verdad necesito irme. Alguienes me esperan y ya me han esperado días- Joey les dedicó una sonrisa. Mokuba se acercó y lo abrazó con cuidado, pues aún se estaba recuperando.


 


-¿Volveremos a verte?- había ilusión en la voz del menor de los Kaiba.


 


-No lo sé, la vida a veces da muchas vueltas- levantó los hombros, restándole importancia al asunto. Se dio media vuelta y estaba por irse, cuando la voz del castaño lo detuvo.


 


-Joey- el aludido volteó.


Seto sacó de su bolsillo una tarjeta y unos billetes.


 


-Toma- Joey lo vio casi molesto.


 


-Si crees que voy a aceptar eso, estás idiota- sin pelos en la lengua.


 


-No, no lo estoy. Tú lo estarías si no lo aceptas. Has estado días en el hospital, y de seguro y como tú ya has dicho, has de estar sin empleo. Esto te dará estabilidad aunque sea unos días en lo que encuentras algo seguro en lo que no te dañes- el rubio flaqueó un momento, preguntándose si debería aceptarlo o no.


 


-Vamos Joey, si no quieres que te llevemos al menos acepta la ayuda de mi hermano- la voz de Mokuba terminó de convencerlo. Dio un gran suspiro y tomó los billetes.


 


-Hey, han hecho suficiente por mí. Tú, engreído, te pagaré esto. No me importa que me digas que no, hallaré la forma- habrá alguien más terco que Joey?


 


-No me debes nada, me has dado más de lo que te puedo pagar. Otra cosa, llévate esta tarjeta. Aquí están mis datos personales, tanto de mi empresa como mi celular privado. Si te encuentras en alguna situación apremiante, no dudes en llamarme, yo te ayudaré- mientras Seto decía esas palabras, ambos chicos se veían a los ojos, y ambos estaban seguros de haber sentido una especie de conexión inexplicable. Joey no dijo nada más, asintió y tomó el papel para guardarlo en su bolsillo, y se fue con una sonrisa.


 


Mokuba se quedó algo melancólico, le había tomado cariño al rubio y quería que fuera parte de su vida.


 


-¿Estás bien?- fue la pregunta de Seto cuando subieron al auto.


 


-No lo sé. Estoy bien, pero me siento triste porque me hubiera gustado que Joey se convirtiera en mi amigo- Seto prendió el carro y empezó a conducir.


 


-Y yo estoy seguro de que muy a su manera te tomó cariño. Se ve que es un joven que tuvo que crecer antes de tiempo, por eso lo desconfiado- y vaya que Seto conocía de esos temas.


 


-Entiendo eso, y aún así lo voy a extrañar- el pelinegro dio un suspiro.


 


-Vamos, no te preocupes, recuerda que lo que es para uno, aunque parezca que no va a pasar, siempre termina por darse de una forma u otra- Mokuba asintió, sabiendo de la veracidad de las palabras de su hermano.


 


Al menos tenía ese consuelo.


 


 


 

Notas finales:

Lindo día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).