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Destino por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Uno más, esperando como siempre que lo disfruten.

La historia la tengo un poco más avanzada, pero aún así agradezco de corazón cualquier sugerencia, queja u opinión respetuosa que tengan acerca de mi trabajo.

 

Gracias por leer!

 


Seto Kaiba, siendo el magnate que era, no acostumbraba darse grandes lujos. Más allá de una mansión bastante grande que era donde vivía, y que era así por herencia, no contaba con nada demasiado ostentoso o costoso. Vestía bien, comía bien, tenía todo lo que necesitaba, pero no era muy afecto a tener por tener, o darse lujos nada más por el hecho de tener dinero.


 


Una de las pocas pertenencias que tenía de alto costo era su motocicleta. Una Ducatti Scrambler 1100, en colores blanco y azul. No solo era una preciosidad para todo aquel que gustase de las motocicletas, sino que era también un monstruo de la velocidad.


 


Detalle que en este momento Seto estaba explotando, manejando lo más hábil posible con precaución, y con toda velocidad en pos de su hermanito.


 


No tardaron mucho en llegar al colegio de Mokuba, que se veía vacío por fuera.


Seto se detuvo enfrente y sin quitarse el casco volteó con Atemu.


 


-¿Qué hora es?- lo cuestionó. Se le hacía demasiado raro ver todo tan vacío.


 


-Son las 2:18- contestó el tricolor. Seto se extrañó por la respuesta.


 


-¿Que no se supone que Mokuba sale a las 2:30? ¿Desde dónde te habló?- el tono de voz de Kaiba era de molestia.


 


-No tengo idea, pero dijo que estaba a un par de cuadras al norte de su escuela- Seto solo volteó y emprendió marcha de nuevo.


Se dirigió al lugar indicado, y al llegar no vio nada extraño.


 


-Márcale- ordenó el CEO. Atemu hizo el intento, pero ni siquiera se enlazó la llamada.


 


-No me comunica. Si paso algo, quizás se quedó sin celular- Seto lo analizó con rapidez.


 


-De ser así, no habría podido marcarte en primer lugar- el ojiazul volvió a emprender marcha, esta vez a una velocidad muy tenue, observando con cuidado para todos lados.


 


Pero no veían nada raro. Ni ambulancias, ni policías, ni siquiera gente reunida. Era todo un poco raro.


 


-¿Estás seguro de que era Mokuba? Pudieron haber fingido su voz- Yami negó con la cabeza ante tal posibilidad.


 


-No. Conozco la voz de tu hermano a la perfección. No podría confundirme de esa manera- Seto estacionó la motocicleta y ambos bajaron de ella. Entonces el de cabello tricolor vio una tienda al otro lado de la calle.


 


-Iré a preguntar ahí, quizás vieron algo- Yami emprendió camino, y cuando Seto lo iba a seguir lo detuvo el sonido de su celular.


 


-Es el chofer encargado de Mokuba. Adelántate y avísame si descubres algo- el tricolor asintió y se dirigió a la tienda mientras el castaño contestaba su celular.


 


Era una linda tienda de recuerdos y juguetes. De seguro atraía muchas chicas de la escuela. Entró y la vio vacía. Solo estaba un chico en el mostrador, esperando clientela.


 


-Buenas tardes, ¿puedo ayudarle en algo? ¿Está buscando algo en especial?- era un chico de cabello negro y ojos verdes, con un look bastante peculiar.


 


-En realidad sí. Hace unos minutos recibí una llamada en donde me indicaban que había sucedido un accidente por aquí- Yami lo miró expectante.


 


-Sí, hace unos 10 o quizás 15 minutos. Un carro atropelló a una persona. No supe bien lo que pasó porque justo estaban aquí unas chicas comprando- bueno, al menos era un comienzo.


 


-¿No sabes a quién atropellaron?- bueno, en realidad no creía que nadie tuviera el cómo saberlo, pero era algo que tenía que preguntar.


 


-Ni idea. Como le dije estaba aquí atendiendo señoritas- los ojos de ese «Don Juan» brillaron ante el recuerdo de las nombradas chicas, así que supuso que no estaba mintiendo.


 


-Necesito información porque un familiar estaba implicado en el accidente. ¿Quién podría decirme a dónde se llevaron los heridos, o lo que pasó?- Yami vio como el chico pelinegro pensó por un momento.


 


-Pues... no estoy seguro. No se arremolinó mucha gente. Cuando salí a ver, una ambulancia se estaba llevando a 3 muchachos. Uno iba en camilla y los otros se subieron por su cuenta, por lo que creo que no estaban heridos. Bueno, uno de ellos caminaba con trabajo, pero pues se movía solo. Supongo que si llamas a los hospitales podrían darte información- Yami suspiró con pesadez.


 


-¿Seguro que nadie de por aquí me puede dar información?- el acongojo de Yami era casi palpable. Estaba muy preocupado.


 


-Lo lamento. Todo lo que podría decirle, ya se lo dije. No sé si alguien más de por aquí vio, pero yo estaba ocupado. No hay muchas tiendas por aquí, por lo que alguien que este fijo por aquí viendo, pues no- Yami asintió.


-Te agradezco tu tiempo y tu amabilidad- dijo mientras le extendía la mano para estrecharla.


 


-No hay de qué. Lamento no poder ser más útil- el pelinegro la estrechó de vuelta, y entonces Yami salió. Seto lo esperaba con paciencia del otro lado de la banqueta. El tricolor cruzó con cuidado y se reunió con él.


 


-¿Averiguaste algo?- la preocupación en la voz de Seto era evidente.


 


-No mucho. Hubo un accidente hace unos 10 o 15 minutos. Se llevaron en ambulancia a 1 chico en camilla, y otros 2 subieron también. Uno no caminaba muy bien. Pero no tengo información concreta- Seto procesó la información en su mente.


 


-Era Mizaki, el chofer de Mokuba. Me dijo que llegó puntual a las 2 por él, y que al no ver a nadie le marcó por teléfono. Mokuba le dijo que en un momento regresaba, que estaba a unas cuadras. Mizaki le insistió en ir por él pero el terco no quiso. Entonces lo esperó y nunca llegó. También me dijo que tiene rato tratando de comunicarse con él pero la llamada no enlaza- Seto suspiró, frustrado por no tener mucha información.


 


-Fue lo mismo que me pasó a mí. Lo que podemos hacer es buscar en hospitales- era un proceso lento y pesado.


 


-Podríamos llamar, eso acortaría el proceso- Seto sacó su celular.


 


-Pero también cabe la posibilidad de que Mokuba no sea el que iba en camilla, y entonces no es seguro de que ingresen su nombre- el ojiazul pensó por un momento.


 


-Hablaré con Hiro. Le pediré que hable a todos los hospitales de la ciudad, a ver que puede averiguar. Mientras nos dividiremos. Tú iras con Mizaki y yo iré en la ducatti. Si alguno tiene noticias, nos comunicamos en seguida- era el mejor plan que podía improvisar el CEO, para tratar de encontrar a Mokuba.


 


-Bien. Estaremos en contacto- el CEO asintió.


 


-Mizaki está afuera de la escuela. Búscalo y dale instrucciones. Yo voy al lado norte, tú ve al lado sur. Yo hablaré con Hiro- Atemu asintió.


 


-Seto, por favor maneja con más precaución. No quiero tener a los dos hermanos Kaiba accidentados y cuidándolos. Tengo suficiente trabajo así como estoy- Seto apreció las palabras de su amigo. Sabía que era su manera de decirle que se cuidara y que estaba preocupado también por él.


 


Atemu dio la media vuelta y se fue. Él tomó su celular y marcó a su secretario, dio órdenes precisas, revisó en el mapa de su celular cual era el hospital más cercano, y entonces arrancó, con precaución y velocidad a la vez.


 


 


Por otro lado de la ciudad, la ambulancia que transportaba a los accidentados ya había llegado al hospital.


 


El rubio había sido trasladado a emergencias, mientras que Yugi había acompañado a un muy preocupado Mokuba mientras lo revisaban. En estos momentos, el pelinegro estaba recostado en una camilla, siendo medicado para calmar los nervios. Se sentía un poco adormilado, pero se resistía a caer en la inconciencia.


 


-¿Algo que pueda hacer para que te sientas mejor?- el tricolor estaba preocupado por él.


 


-No lo sé. Estoy preocupado por el que me salvó la vida. No sé ni su nombre, no sé si estará bien, no sé si su vida se verá complicada de ahora en adelante y todo por mi culpa- el Kaiba menor tenía los ojos cerrados mientras hablaba.


 


-Bueno, lo que para mí es seguro es que a ese chico que te ayudó no le gustaría que te sintieras culpable- Yugi pudo escuchar el largo y pesado suspiró del pelinegro.


 


-No lo sé, pero me pesa todo. También me duele la pierna. Y tampoco alcanzo a entender por qué tú me ayudas, igual que el otro muchacho que estaba contigo- Mokuba juntó fuerzas y volteó a ver a Yugi a los ojos, esperando una respuesta sincera.


 


-Bueno, quien estaba conmigo era Noah. Es mi hermano- Mokuba se sorprendió por eso.


 


-Pero, no se parecen nadita- fue una expresión muy espontanea.


 


-Bueno, somos hermanos porque nos adoptaron juntos. De sangre no tenemos nada que ver, pero nuestro vínculo es muy fuerte- el Kaiba menor se apenó.


 


-Oh, lo siento. Es que me pareció raro- Yugi le sonrió, aprovechando que lo estaba viendo.


 


-No te preocupes, te entiendo. Es extraño pero así son las cosas- Mokuba asintió y volvió a cerrar los ojos. Un mareo lo atacó, y antes de que pudiera decir nada, un médico entró en la habitación.


 


-Buenas tardes señor...- el médico revisó el expediente, pero no pudo encontrar el nombre del paciente.


 


-Soy Mokuba- no era que al pelinegro le avergonzara ser un Kaiba ni mucho menos. Lo que detestaba era llamar la atención. Y vaya que su apellido no ayudaba en ese asunto.


 


-Bien, señor Mokuba. Parece que sus estudios médicos salieron bien. No tiene nada grave, solo una contusión en la pierna que sanará con reposo y una buena pomada. Si se llega a inflamar puedo recetarle algo, pero por su edad y condición física parece que será innecesario. En este momento estoy firmando su alta, en cuanto se pase el efecto del calmante que le dieron- el médico lo atendió de manera muy impersonal, firmando los documentos mientras hablaba sin siquiera voltear a verlo.


 


-Hem... disculpe, ¿qué hay del chico que venía en la ambulancia conmigo? Me interesa saber su condición- el doctor levantó la vista hacia el pelinegro, quien hacía un esfuerzo por verlo a la cara con todo y lo adormilado que se sentía.


 


-¿Es familiar suyo?- Yugi veía como todo transcurría, manteniéndose al margen de la situación.


 


-No, pero él está herido porque me salvó de que me atropellaran, por lo que es importante para mí saber cómo se encuentra- el doctor meditó la respuesta por unos momentos.


 


-Estamos tratando de identificarlo todavía. No traía ninguna identificación en sus pertenencias y no sabemos ni su nombre. Por ahora el equipo que está en emergencias logró estabilizarlo. Tiene algunas costillas rotas y el cuerpo raspado. Lo único preocupante es una contusión que sufrió en la cabeza. Estamos esperando resultados de exámenes para tratar de determinar si tendrá secuelas por el golpe o no. Su vida está fuera de peligro, pero su estado de salud es delicado- Mokuba suspiró con pesar y lágrimas invadieron sus ojos.


 


-Muchas gracias doctor por proporcionarnos esta información- intercedió Yugi, ya que el menor de los Kaiba no podía ni hablar.


 


-No hay de qué. Una vez que el joven Mokuba se sienta mejor, pueden retirarse- el médico le extendió una tarjeta a Yugi. -Ahí están mis datos personales por si los necesitan, y aquí está una receta con un medicamento para el dolor, en caso de que lo necesitasen- le extendió otro papel que Yugi recibió.


 


Mokuba agradeció entre lágrimas y el médico se retiró. Entonces el pelinegro se sintió más libre y soltó su llanto, siendo consolado por el de cabello tricolor quien le acariciaba el cabello sin decir nada, solo dejando que el otro sintiera su presencia.


 


Pasaron unos minutos, y el llanto de Mokuba iba disminuyendo. Yugi le pasó un poco de papel de baño para sonar su nariz, y el Kaiba estaba a punto de conciliar el sueño cuando unos golpes en la puerta interrumpieron la tranquila atmósfera.


 


-¿Se puede?- el peliverde de antes asomó la cabeza, y Yugi le sonrió.


 


-Pasa, te estábamos esperando. Vaya que te tardaste- fue un reclamo de parte de Yugi, con lo que denotaba que había estado preocupado por él. Noah se rascó la cabeza y se sonrojó un poco.


 


-Sí, bueno... me perdí. Quería tomar un atajo pero no salió como yo pensaba- Yugi rió, y Mokuba también lo hizo.


 


-¿Todo bien?- lo cuestionó el más enano de los tres.


 


-Todo bien, hermano preocupón. ¿Y aquí qué tal? ¿Cómo estás?- le dirigió su atención al menor de los Kaiba, quién sonreía con los ojos casi cerrados.


 


-Parece que sobreviviré. Solo que me dieron algo para calmar los nervios y me siento pesadísimo. Pero te agradezco por venir- en esa última frase, Mokuba pudo hacer contacto visual con el más alto.


 


-Nah, no tienes nada que agradecer. Al menos pudimos ayudarte. Por cierto, ¿has hablado con alguien? ¿Le has avisado a tu familia que estás aquí?- ...............


 


Mierda, pensó Mokuba.


 


-Hem, en realidad alcancé a hablarle a un amigo de mi hermano antes de que ustedes llegaran, pero después olvidé decirle más detalles- Mokuba estaba casi seguro de que estaba en problemas. No había hablado con su sobreprotector hermano, y estaba seguro de que cuando llegara a la escuela, se toparía con nada y él estaría castigado hasta los 30.


 


-¿Quieres ayuda con eso? Te ves un poco ansioso- la voz de Yugi sonaba tranquilizadora.


 


-Creo que sí, aunque no quiero ser una molestia- la voz de Mokuba estaba tranquila por lo sedado, pero estaba seguro que de otra manera su voz se hubiera roto.


 


-Bien, tú solo dime a donde y a quien, y yo me comunico- el peliverde era un chico servicial, o al menos era la impresión que le estaba dando al Kaiba menor.


 


Mokuba se movió con mucha dificultad, alcanzando su bolsillo y tratando de sacar su celular. Pero cuando intentó hacerlo se dio cuenta de que no lo traía ahí. Entonces trató con el otro bolsillo, y tampoco encontró nada.


 


Demonios.


Seto sí que iba a matarlo.


No solo no le había hablado. De seguro se habían querido comunicar con él, y su celular se le había perdido.


 


-No tengo mi celular. Se debe haber caído en algún lado- el pelinegro estaba apenado y preocupado.


 


-No te preocupes, tú dime el número al cual llamar y yo lo hago- Mokuba intentó con todas sus fuerzas recordar el número de Yami, o el de su hermano, pero estaba tan acostumbrado a solo presionar el botón de llamar en el celular sin siquiera fijarse en el número que no pudo.


 


-No lo recuerdo... pero, su nombre es Yami Atemu y es amigo de mi hermano. Así lo podrás localizar- al peliverde le extrañó que Mokuba no le pidiera que le hablara directo a su hermano, pero supuso que tenía una buena razón para hacerlo.


 


-Muy bien, no te preocupes. Dejé mi celular en la camioneta. Ahorita vuelvo- Noah caminó hacia la puerta.


 


-¿Así o más descuidado?- era una especie de reclamo de parte de Yugi. Noah solo volteó y le sacó la lengua para luego desaparecer por la puerta.


 


-Se ve que te preocupas mucho por él- dijo el aún somnoliento Mokuba, quien ya empezaba a sentir como poco a poco el efecto del medicamento se empezaba a disipar.


 


-Es un cabeza hueca. Un poco bruto y muy distraído, pero es un gran hermano y siempre se preocupa por mí. Hacemos un buen equipo- la sonrisa de Yugi denotó sinceridad absoluta.


 


-Yo también tengo un hermano. Es un gran hermano, pues siempre ha cuidado de mí, pero por lo mismo no somos tan cercanos, porque él trabaja mucho. A veces desearía que no trabajara tanto y estuviera más conmigo- el suspiró del pelinegro llenó la habitación.


 


-¿Has intentado decirle eso? Quizás él no lo sabe. Tal vez para ti sea obvio pues así es como tú te sientes, pero puede que él ni siquiera lo haya pensado- Mokuba repitió en su mente esas palabras, tratando de asimilar el mensaje.


 


-No, nunca he hablado con él al respecto. Supongo que sería bueno- entonces, y a pesar de que el calmante poco a poco iba perdiendo efecto, el pelinegro se entregó al sueño. Yugi solo lo observaba dormir, cuidándolo en silencio.


 


 


 


 

Notas finales:

Lindo día!

Hermosa noche!


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