Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El caso de Gokudera por Ayumi Kuran

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Hola a todos!

Ha pasado mucho tiempo, pero no me he olvidado de esta serie. Aquí vengo a dejar el nuevo capítulo: G x Gokudera, con mucho lemon y sensualidad.

Notas del capitulo:

 


 

El caso de Gokudera


 


Gokudera suspiro al llegar a su casa, la tensión dominaba su cuerpo. Había pasado meses entrenando en el futuro solo para tener que pasar la prueba del primer Guardián de la Tormenta.


 


Su cuerpo se congeló ante sus propios pensamientos. Pasar la prueba del primer guardián, convertirse en alguien capaz de heredar su voluntad. Su corazón empezó a latir con fuerza en su pecho mientras un escalofrío recorría su cuerpo.Eso era más de lo que nunca hubiera imaginado.


 


Pasó su lengua por sus labios en un gesto nervioso, yendo hasta su cocina para encontrar que no tenía nada de cenar. Frunció su ceño disgustado por esto, saliendo a la tienda de conveniencia más cercana para poder comprar unos onigiris y un refresco.


 


Una vez que pagó todo, abrió su bebida. El líquido refrescaba su seca garganta mientras se preguntaba cómo sería el Guardián de la Tormenta. Seguro que era un viejo con un gran bigote.


 


Como si lo invocara con su pensamiento, una gran llama de la última voluntad apareció ante él, ardiendo con una fuerza que le hizo ponerse en guardia. Parecía que su prueba estaba por comenzar.


 


Lo que encontró no era lo que esperaba.


 


Un hombre joven, alrededor de los veinte, apareció ante él. Su pelo tenía un color ligeramente rosado, sus ojos eran parecidos pero tenía una determinación que le hizo estremecer de pies a cabeza. Un tatuaje rojizo cubría la mitad de su rostro que tenía un tono ligeramente dorado y su cuerpo, ¡joder! Dudaba haber llegado a conocer a alguien con un cuerpo tan definido, esas ropas lo demostraban a la perfección.


 


Casi tuvo que limpiarse la baba que estaba seguro que le estaba cayendo.


 


Ese hombre era un pecado a la vista, sobre todo para un adolescente con las hormonas alteradas.


 


—Soy el Guardián de la Tormenta de Primo, G. -- Un nuevo escalofrío recorrió su cuerpo ante esa voz profunda.—¿Eres el Guardián de la Tormenta del Décimo?


 


—Sí.—Mantuvo la voz más firme que tenía, viendo a ese hombre ante él.—Estoy listo para superar tu prueba.


 


Ambos se quedaron en silencio por un momento, antes de que una sonrisa burlona apareciera en los labios del fantasma. Gokudera frunció su ceño, sintiendo molestia ante la obvia menospreciacion que sentía venir del otro hombre.


 


—Eso solo yo puedo decirlo, mocoso. -- G le dio una mirada de mofa, sacando un paquete de tabaco para coger un cigarrillo, soltando la primera calada del tabaco en su rostro.—Aunque no me hace falta hacer la prueba para ver que no eres digno del puesto.


 


Los puños de Gokudera se apretaron a sus costados, una vena palpitaba en su frente en furia. Todo el respeto que le tenía al guardián acababa de salir volando por la ventana.


 


—¡Te equivocas!—Le lanzó una mirada llena de furia y determinación.—¡No hay nadie más digno de ser la mano derecha del Décimo que yo! ¡Daría mi vida por él, si no eres capaz de ver eso es que eres un maldito ciego, rosita!


 


La expresión divertida de G se vio borrada en segundos, una expresión de pura molestia mientras apretaba sus dientes alrededor del filtro del cigarrillo.


 


—¡¿Cómo me has llamado, maldito mocoso irrespetuoso?!


 


—¡Rosita!—Le volvió a gritar Gokudera, sus ojos relampagueando.—¡Eres un maldito viejo de color rosa!


 


—¡Mi pelo es rojo, no rosa maldito niñato!


 


Dejando caer su cigarro, G se lanzó sobre Hayato quien trató de esquivarlo, pero la experiencia y fuerza era bastante distintas entre ambos, por lo que antes de darse cuenta estaba atrapado contra la pared y el cuerpo del otro hombre. Los ojos de ambos chocaron en una lluvia de chispas, insultos y jadeos.


 


—Retira lo que dijiste inmediatamente. -- G se mostró más alto, parecía que trataba de amedrentar al más joven con su altura.


 


—¿Qué me retracte?—Los ojos de Gokudera adquirieron un brillo malévolo, colocándose más cómodo contra la pared mientras decidía imitar al friki de la espada.—No sé de qué me hablas; nunca te he dicho una mentira. Aunque, para algunos las verdades son tan dolorosas que prefieren creer que les mienten.—Gokudera abrió sus ojos esmeralda todo lo que pudo en una mueca de inocencia.—¡Vaya, así que eres de los que prefieren mentirse antes que ver la realidad!


 


Gokudera observó con satisfacción la vena hinchada del Guardián, saboreando la victoria. No le duró mucho.


 


—No te creas tanto, maldito mocoso. -- El cuerpo de G se pegó completamente al suyo, su aliento chocando contra su rostro.—Tu maldito humor no será el que te salve de mí. Te voy a agarrar tan duro que me vas a pedir clemencia.


 


—Oh, si. Hazlo.


 


El silencio se posó entre ambos, los ojos de Hayato se abrieron con sorpresa mientras tapaba su boca sin poder creer lo que acababa de decir.


 


G estaba tan pegado a su cuerpo que podía sentir perfectamente cada maldito músculo del contrario. Su aroma de cigarrillos, pólvora y pino había inundado sus sentidos distrayendo a su mente del tema principal. Se había dejado llevar por el ambiente y sus malditas hormonas se habían hecho cargo de la situación.


 


¡De todos los chicos del mundo, había acabado soltando la lengua con el menos adecuado!


 


—Así que eres de ese tipo. -- Hayato tragó saliva con cierta dificultad, viendo de reojo como el pelirrojo había colocado uno de sus brazos al costado de su rostro, su mirada analizadora le observaba con completa calma.


 


—¿Y qué si lo soy?—Gokudera tragó saliva, elevando su rostro para enfrentarlo. -- Me encuentro muy orgulloso de lo que soy, si no te gusta que te jodan.


 


Ambos se observaron a los ojos atentamente antes de que recibiera aceptación en la mirada contraria, lo que le descolocó. ¿Un tipo de hace cuatrocientos años le estaba dando una mirada de aceptación por ser gay? ¡¿Qué estaba pasando aquí?!


 


—Tal vez no somos tan distintos como pensaba.—Comentó el pelirrojo, relamiendo sus labios para observar a los del menor. Gokudera sintió que su corazón se aceleraba por eso.—Eso no significa que vaya a dejar que tengas una prueba fácil.


 


No dejó que Gokudera le rebatiera, capturando sus labios.


 


Gokudera se quedó helado sin saber qué hacer en esos momentos, pero al notar que el contrario estaba aprovechando la ocasión para dominarlo, tomó una rápida decisión. Gokudera llevó su mano al pelo del contrario, apretándolo entre sus dedos. Abrió su boca en un jadeo, aceptando que la lengua contraria se introdujera en su boca.


 


Sus lenguas se frotaban entre sí, tratando de tomar el control de la situación. Los dientes de G mordieron los labios del menor, absorbiendo de una forma obscena que le sacó a Gokudera un gemido, lo que le permitió ser quien llevará el control. En venganza, Hayato colocó su mano en el trasero de su contraparte, pegándole más a sí para que sus miembros erectos se frotaron.


 


Ambos gimieron al mismo tiempo, separándose con un hilo de saliva uniendo sus labios. 


 


Los ojos de Gokudera estaban empañados en deseo, sintiendo los labios del mayor pasearse por su cuello entre lamidas y fuertes mordidas que dejaban marcas amoratadas a su paso. Entrecerró sus ojos mientras trataba de contener sus gemidos, llevando sus manos a los glúteos del contrario para pegarlo aún más a su cuerpo.


 


G se río de forma ronca, Gokudera frunció su ceño avergonzado.


 


—¡¿De qué te ríes, bastardo?!—Gritó buscando alejarlo de su cuerpo, sin éxito alguno.


 


—De lo ansioso que estás por mí.—Sus ojos magenta le vieron con intensidad, haciendo que el chico de ojos esmeralda se estremeciera.—Se nota que eres un mocoso aún.


 


Su ceño se profundizó, olvidando lo bien que se había sentido cuando ese bastardo había comenzado a tocarlo. Estaba dispuesto a lanzarle un buen trozo de dinamita, cuando repentinamente esas grandes manos se posaron sobre su miembro.


 


Se quedó sin aliento, temblando mientras sus ojos se entrecierran en placer. Ignoro la risa que se escuchó en su oído, inclinando sus caderas hacia ese contacto tan placentero que le enviaba descargas por toda su columna vertebral. Las caricias comenzaron de forma perezosa por encima del pantalón, su aliento se comenzaba a entrecortar ante ese dulce tacto.


 


Las caricias comenzaron a hacerse más atrevidas, donde el pantalón cayó hasta dejarlo alrededor de sus tobillos. Su polla se alzaba deseosa con el líquido preseminal rodando suavemente por la cabeza hasta el tronco.


 


G gruñó ante esa tentadora escena, bajando su propio pantalón para juntar sus excitaciones, comenzando a mecer sus caderas para poder atrapar ambos miembros en su mano. Comenzó a frotarlos en un suave vaivén, escuchando a su amante murmurar por lo bajo maldiciones mientras sus manos arañaban sus glúteos.


 


Un escalofrío recorrió la espalda del primer guardián. Tras algunos minutos más, sintió que eso no era suficiente para calmar el fuego que estaba surcando sus fantasmales venas. Necesitaba algo más fuerte, duro. Candente.


 


—¿Qué mierda haces?—Se quejó Gokudera cuando G apartó sus manos de su miembro, dejándolo duro, ansioso y goteante.


 


—Estás realmente deseoso, ¿no es cierto?—Se burló mientras sus manos viajaban al culo de su compañero, separando esas tentadoras nalgas mientras rozaba su rosada entrada con uno de sus dedos.


 


El estremecimiento de su amante junto a su ahogada respiración le dieron una idea de lo virgen que era el chico. La mirada de pánico que le inundó junto a una breve chispa de curiosidad, solo se lo confirmaron.


 


Su pene se agitó en deseo al darse cuenta de este hecho. Iba a ser el primero en domar a ese rebelde guardián.


 


La idea le encantaba.


 


Sin mediar palabra alguna, fue bajando entre lamidas y mordidas por su torso, quedando arrodillado ante su tentadora excitación. Por un instante se conformó con ver el líquido preseminal salir de su raja tan encantadoramente, bajando en una muda invitación por su tronco hasta ocultarse tras sus testículos. Su cabeza, roja y ansiosa, le ofrecía como un dulce manjar que él estaba dispuesto a probar.


 


Relamió sus labios, sintiendo su garganta repentinamente seca. Su lengua viajó hasta la cabeza, dándole una tentativa lamida para comprobar su sabor. Era salado, pero con un toque extrañamente dulce.


 


Le gustó.


 


Volvió a sacarla, pero esta vez recorrió toda la cabeza con ella, abriendo su boca para permitir que esa dureza bajará por su garganta. G se vió obligado a ajustar su boca, tragando completamente al chico hasta que su nariz tocó su bello pubico. Por un instante se mantuvo quieto, ajustando su respiración mientras escuchaba de fondo las ahogadas maldiciones de su tembloroso amante.


 


Una vez listo, comenzó la verdadera diversión.


 


Sacaba y metía su polla por su garganta, absorbiendo mientras su lengua jugaba con gula  por el tronco, absorbiendo cualquier gota de semen que pudiera llegar hasta él. Los gemidos de Gokudera comenzaban a sonar cada vez más altos, invitándolo a aumentar sus acciones.


 


—Mierda.—Maldijo el chico de ojos esmeralda, temblando mientras sus manos se aferraban a ese pelo magenta con fuerza.—Mierda, mierda, mierda.


 


No dejaba de maldecir de la misma forma, tratando de contenerse, pero fue imposible. Sus caderas se mecieron con ansiedad contra esa ansiosa boca, llegando cada vez más profundo sin notar los escurridizos dedos que frotaban su entrada.


 


Uno de ellos consiguió abrirse paso en esas estrechas paredes, cálidas que le absorben con necesidad hacia su interior. G se aseguró de ajustar los movimientos de su boca con los de sus dedos, colando sin que ese chico lo supiera los tres necesarios para estirarlos de la mejor forma posible.


 


G se consideraba un amante explosivo, pero amable. Se tomó su tiempo para preparar al chico, teniendo cuidado con no permitirle llegar al orgasmo en su boca para no acabar tan pronto con la diversión.


 


Observaba atentamente cómo su cuerpo temblaba y se curvaba, la tensión de sus músculos que le advertían del próximo orgasmo solo para hacer el movimiento de su boca más lento. Entonces, esos dedos blanquecinos se apretaron en su pelo mientras le maldecía, listo para agitar sus caderas. Solo que no lo lograría. G las apretaba con su mano libre, asegurándose que no hiciera nada que no estuviera en sus planes.


 


Jugaron de esa forma durante veinte minutos, donde el primer guardián lo consideró listo para recibirlo.


 


Apartó con cuidado su boca de esa linda polla, tan húmeda e incluso un poco amoratada por la necesidad. Le dio una última lamida juguetona, antes de ponerse en pie.La vista que le recibió casi le lleva al orgasmo.


 


Gokudera se encontraba con su pelo revuelto, el sudor escurriendo por su piel mientras la camisa se encontraba desordenada y sus pantalones por los tobillos, su dura erección sobresalía con ansias apuntando directo hacia él.


 


—Hermoso.—Susurró G, sintiendo su propia excitación pulsar en necesidad.


 


Atrajo al chico más joven hacia él, capturando sus labios mientras buscaba alzarlo de su trasero, dejándolo apoyado contra la pared y su erección apuntando directamente hacia su agujero. Se frotó contra él, apreciando los lindos gemidos que salían de esos rosados labios antes de introducirse en su cuerpo de una sola embestida.


 


G sintió que podía ver el cielo.


 


Era una increíble estrechez que le hacía temblar como una hoja, dejándolo jadeante y ansioso mientras temblaba. Ambos tomaron agitadas respiraciones, sintiendo como Gokudera arañaba la piel de sus hombros mientras lo sentía dentro de sí.


 


—No soy una maldita chica.—Gruñó el Décimo Guardián con ansiedad, retándolo con la mirada.—Muévete.


 


G no pudo evitar sonreír complacido al escuchalo, agitando su cadera. Mete, saca; mete, saca; mete, saca.


 


—Ah...ha...s...sí...m--mier...ah…


 


Esos tentadores gemidos le incitaban a ir más rápido y la forma en la que el menor se lo exigía solo hicieron que gruñera. G se aseguró de elevarlo de la forma precisa, llegando con unos pocos empujones lo suficientemente hondo como para atacar su próstata sin descanso alguno, oyéndolo suplicar y derretirse de puro.


 


—La tormenta debe atacar...umght...contantemente...ah...al enemigo sin...agh...dejarle descanso.—Jadeo mientras le sujetaba con fuerza, marcando el cuello del chico mientras llegaba aún más profundo en sus entrañas.—Siendo así...umght...la tormenta que todo lo...ah...destruye…¿P-Puedes...serlo?


 


Gokudera no pudo contestar, aferrándose a él mientras se sentía en el paraíso, tan lleno y completo que solo podía gemir sin control. G no se encontraba en mejores condiciones; Gokudera era demasiado estrecho y sus gemidos iban directamente a su oído dejándole al borde del orgasmo.


 


Entrecerró sus ojos, pasando el peso del chico contra la pared, siendo sujetado por uno de sus brazos para obtener una mano libre que llevó directa a su miembro. Comenzó a bombear con fuerza, escuchándolo gritar y maldecir al borde del orgasmo mientras aumentaba su vaivén hasta hacerlo llegar en un grito ahogado.


 


Su esperma salió disparado con fuerza, manchando sus vientres y las más rebeldes llegando a los pezones de Hayato, donde G no dudo ni un segundo en lamerlas mientras aumentaba sus embestidas, sintiendo esa deliciosa estrechez aumentar aún más si era posible. Cuando finalmente llegó a su orgasmo, sintió que en sus ojos saltaban chispas de colores.


 


Ambos jadearon, temblando mientras G se retiraba de Gokudera, quien se vió obligado a apoyarse en el muro mientras todo su cuerpo temblaba. El guardián de Primo, no pudo evitar darle una mirada maliciosa.


 


—Una buena mano derecha puede soportar cualquier cosa por su jefe, ¿realmente puedes hacerlo tú?—Su mano fue a la barbilla contraria, alzándola para darle una mordida en sus deliciosos y esponjosos labios.—Nos vemos en la prueba, canijo.


 


El rostro de placer de Gokudera fue reemplazado por uno de ira, no obstante, no pudo decir nada cuando se encontró a solas en mitad de la calle. El muy cobarde había huido.


 


—¿Escuchaste de la nueva película que van a lanzar?


 


Esa voz sonaba demasiado cerca de donde él estaba, por lo que Gokudera se vió obligado a actuar.


 


Se subió lo más rápido que pudo los pantalones, ignorando el semen que escapaba de su entrada mientras se ocultaba entre las sombras. Había sido un milagro que nadie los encontrara,pero eso no evitó que el rostro de Gokudera se coloreara de carmín deseando volver a repetirlo en algún momento cercano.


 


Por un momento, juró que escuchó una risa en todo su oído con la voz demasiado parecida a la de G, como si él también estuviera de acuerdo.


 
Notas finales:

Espero que os haya gustado esta parte. Tengo intenciones de seguir y acabar. La próxima semana traeré el próximo capítulo, será entre el martes y el miércoles; como muy tarde.

El próximo caso es el de Mukuro.

¡Así es mis queridas fujoshis y fundashis, el próximo será el de un par de nieblas muy pervertidas!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).