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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

Doble capítulo, sorpresa de inicio de año :P

Volvieron a la cabaña que se sentía cálida y agradable. El doncel de la Roca tomó su turno para cuidar al viejo que cada invierno parecía volverse más débil.

 

- Deidara escúchame -le habló lento y cansado. -No me equivoqué contigo y tú tampoco te has equivocado al quedarte. Tienes un verdadero don para entender una explosión y manejar el fuego, eres más valiente y valioso de lo que puedes imaginar y no debes permitir que nadie te haga dudarlo.

 

- Shh, mejor descanse.

 

- Déjame terminar, niño. Lo único doloroso de tu genio es que en muchas ocasiones no serás comprendido y tendrás que decidir con sabiduría porque no vas a triunfar siempre. E incluso cuando ganes las victorias por muy grandes y satisfactorias que parezcan no te podrán traer más alegría de la que sientas en tu interior. Te advertí que no sería fácil, esperaba que tú no tuvieras que sufrir por tu familia, pero a partir de ahora debes aprender a sacrificar para ganar.

 

- No tiene que convencerme de nada. Voy a quedarme el tiempo necesario. -En primera instancia le daba vergüenza que incluso su maestro hubiera escuchado la pelea, sin embargo y a pesar de que las acciones de Itachi le dolían no le destruirían, ya lo había pensado con diligencia. Estaba de más hacerse la victima cuando claramente él provocaba esta situación y era consciente de que por mucho que ahora veía demasiados defectos en Itachi sería injusto negar que él ya había cultivado la maldad en su interior y también quería controlar el comportamiento del pelinegro a su conveniencia, en este momento no podía hacer nada porque dar un paso para recuperarlo significaba sacrificar un poco de su libertad.

 

 

 

 

 

El tiempo pasó en un limbo extraño donde el transcurso de los días parecía eterno pero la acumulación de semanas pasaba como agua, y aunque el clima mejoró no lo hizo la salud de su maestro. Así que en sus últimas semanas el viejo Momochi le explicó lo más que pudo sobre todos sus escritos, habló de las teorías que tenía sobre el alcance del uso de explosivos y respondió todas las preguntas de Deidara hasta donde le fue posible con una desconocida amabilidad que antes le hubiera alegrado pero que en este momento le lastimaba porque sabía lo que pronto acontecería. Muchas cosas quedaron en el aire pero ya no había nada más que hacer, el hombre deliraba y se le iba el aliento con facilidad.

 

- Deidara, gracias.

 

Ambos sabían que detrás de ese simple agradecimiento se escondía el doloroso significado de la muerte. Al menos ya podía lidiar mejor con la naturaleza de la vida y la intensidad de una perdida significativa sin derrumbarse.

 

Haku no paraba de llorar y entendía porque su maestro le pidió velar por su bienestar hasta que lo viera mejorar. Era extraño sentirse emocionalmente cansado y al mismo tiempo ordenarle a su cuerpo que siguiera resistiendo la fatiga e ignorar todas las señales de colapso.

 

- Ayúdame a prepararlo -Ni siquiera pensaba en estar tocando un cadáver, solo lidiaba con el liderazgo de cumplir la voluntad del recién fallecido. -Si es difícil puedes irte y volver en un rato.

 

El castaño solo se hizo a un lado pero no abandonó la habitación. Deidara todo lo hacía por intuición, le cubrió el rostro con un pañuelo blanco y antes de que se pusiera tieso lo acomodo con los brazos cruzados y las piernas juntas y envolvió el cuerpo en una tela blanca.

 

- Llamaré al sepulturero para que venga.

 

- No lo hagas Haku, ¿crees en la otra vida? -Asintió -Entonces puedes orar por su alma esta noche y mañana al amanecer nos ocuparemos de lo demás.

 

 

 

Fue un momento muy duro, eso no lo podía negar aun así ya no se enloquecía de dolor. Porque la vida seguía y si él no seguía ya conocía ese tipo de sufrimiento, era quedarse estancado por meses permitiendo que los demás le mantuvieran a flote, era ser manejado como un ser inanimado mientras los demás tomaban decisiones en su lugar y al final arrepentimiento por la perdida de independencia y de tiempo.

 

Se sobrepuso rápido y fue de hecho muy fácil cumplir con el último deseo de su maestro. Vio en el rostro de Haku que todo este ritual le parecía extraño e inadecuado, sabía que no diría nada porque era algo de esperarse viniendo del viejo; a las explosiones dedicó su vida y en una explosión terminaría su rastro en este mundo. Era casi poético a decir verdad, el fuego por supuesto a Deidara le seguía pareciendo hermoso y catártico, la humanidad sería eterna y comparado con ese tiempo la existencia individual significaba apenas un pestañeo, una cadena de momentos efímeros que podía sufrir o gozar y que para bien o para mal irían formando solo una historia que a la hora de la muerte no significaría gran cosa.

 

 

 

 

 

 

Cuando la gente del pueblo se enteró del fallecimiento cayó en ellos una especie de resentimiento por demás extraño, a veces se sentía como si los juzgaran por haberlo dejado morir. A Deidara le parecía un sinsentido, ¿con qué derecho lo hacían? Cuando el viejo estaba vivo ninguno de ellos se paró por la cabaña ni por error a preguntar su estado de salud. Pensó que tal vez lo que su actitud reflejaba era el miedo que tenían de quedar desprotegidos así que los calmó en nombre de Akatsuki recordando que ahora eran aliados.

 

Escribió a su líder para confirmarle la noticia de primera mano y pudo haber ido en persona, aunque irse ahora podía crear más incertidumbre, eso y todavía no estaba seguro de volver a la aldea.

 

Cuando llegó la respuesta anunciando que Pain enviaría muchos más hombres para garantizar la seguridad de ese territorio tuvo una pequeñísima esperanza de que Itachi viniera con ellos y que de alguna forma así le hiciera saber que podían intentar arreglar la situación y ahora que ya nada le ataba a este pueblo cedería fácilmente a regresar con él.

 

El pelinegro no se presentó y tal vez el único que notó esa decepción fue su amigo.

 

Haku era extraordinario, le traía tanta paz a Deidara solo ver su rostro o escuchar su voz. El rubio estaba decidido a que al irse de ese pueblo se llevaría a Haku, lo haría parte de su familia y lo trataría con el cariño de un verdadero hermano. No era sordo y claro que escuchaba como las personas hablaban a sus espaldas sobre como debió aceptar esta o aquella propuesta de varones cuando tuvo la oportunidad, como si todos esos viejos le estuvieran haciendo un favor solo por ser huérfano. Siempre le pareció extraño que un doncel tan lindo como él hubiera tenido una vida tan dura, aunque en realidad no conocía todo su pasado porque cuando intentaba sacar el tema solo levantaba los hombros dando a entender que él simplemente se dejó llevar por las circunstancias del destino. Sin embargo siempre que mencionaba el irse juntos no aceptaba.

 

- Haku, por favor vayamos a Akatsuki y puedes estar conmigo, no tendrías que preocuparte por techo ni por comida.

 

- No.

 

- Pero todo sería más fácil y podrías quedarte para siempre.

 

- No es por eso.

 

- ¿Entonces?

 

- Necesito esperar. -No sabía porque Haku se sonrojaba al decir eso si a él nunca le daba vergüenza nada.

 

- ¿Qué cosa? -Buscó algo entre sus ropas.

 

- Necesito entregar esto.

 

- Zabuza Momochi, ¿quién es?

 

- Es el hijo del señor Momochi

 

- ¿Y dónde está? -Era la primera vez que escuchaba sobre la familia del viejo y ahora tenía una genuina curiosidad.

 

- La última vez que supimos de él estaba en la aldea de la Niebla. -Vaya, eso sí que era lejos.

 

- ¿Y cómo sabes que llegará? -Quería conocer al hijo de su maestro, tal vez él también era heredero de la técnica de su padre.

 

- Lo hará -Haku parecía muy seguro de eso y sí, para su conveniencia era una excusa estupenda para seguir huyendo aunque eso solo le diera la razón a Itachi.

 

 

 

Esperaron días eternos, Deidara estaba perdiendo la esperanza de que ese supuesto hijo apareciera pero finalmente lo hizo y vaya que fue una gran sorpresa. El castaño nunca le había contado nada de ese hombre pero solo con verlo ya se imaginaba una parte de la historia.

 

- ¿Quién eres? -Preguntó el hombre con una voz profunda.

 

- ¿Quién eres tú? -Respondió sabiendo de antemano la respuesta. Aunque cubriera gran parte de su rostro lo reconocía a la perfección como una versión más joven de su maestro. Todo él le parecía cautivante, le sonrió tal vez demasiado entusiasmado porque el moreno levantó la ceja extrañado. -¿Eres el hijo del señor Momochi? -Hasta Deidara sentía que actuaba diferente pero no podía evitarlo, quería conocer al varón que tenía enfrente.

 

- ¿Dónde está Haku? -El propósito de Zabuza solo era encontrar al doncel castaño y en cambio le recibió un rubio rarito.

 

- Fue al pueblo. ¿Por qué no lo esperamos adentro?

 

- Iré a buscarlo.

 

- No, no. Seguro que ya no tarda.

 

El joven Momochi supo que había sido una terrible idea acceder a lo que le decía el rubio cuando ya era insoportable la incomodidad de ser mirado intensamente y casi con adoración por esos ojos azules.

 

- Con un demonio, deja de verme así.

 

El doncel se disculpó pero era inevitable, solo esperaba el mejor momento de mencionar el tan evidente elefante en la habitación. O sea, tenía sus teorías y si bien podría ser cualquier otra cosa él conocía todos los riesgos de la técnica del anciano. Si su hijo lo abandonó rompiendo toda relación era casi obvio que detrás de esos vendajes desde la mitad de su rostro hasta el cuello y en los brazos se trataba de una forma de cubrir un accidente.

 

- Por fin. -Exclamó el varón aliviado de ver entrar al hermoso doncel castaño.

 

- ¡Zabuza! -La sonrisa tranquila que siempre mostraba se ensanchó hasta remarcar la redondez de sus mejillas pero casi de inmediato se controló porque no debía parecer tan feliz si tal vez Zabuza seguía en duelo por la pérdida de su padre. -Deidara, él es hijo del señor Momochi y él -señalando al rubio -es el último alumno de tu padre.

 

Zabuza rodó los ojos y se tomó la cien con molestia. Al principio pensó, por el aspecto y personalidad, que el rubio sería un conocido de Haku de la casa de citas y por eso parecía coquetearle. Ahora entendía que su padre al final pudo conseguir a alguien que lo idolatrara y que llenara sus expectativas, aunque admitía que le sorprendía bastante que fuera alguien así. Este doncel debía ser alguien que contrastaba con su apariencia.

 

Haku quería que ambos se llevaran bien, la personalidad de Zabuza no ayudaba mucho y seguramente nunca podría lograr que fueran amigos pero creía que ellos podían compartir un vínculo por el señor Momochi y eso le haría bien al moreno, no le gustaba imaginar que todos los años que no lo vio se la pasó como un ermitaño. El hombre era una gran persona que la gente no solía permitirse conocer.

 

Por suerte y tras su primer encuentro no tuvo que forzar a Zabuza a ser sociable con el rubio, él lo hacía por sí mismo y eso que apenas llevaban unas semanas de conocerse.

 

Era contradictorio que al principio Haku quería apoyar que se conocieran y ahora estaba un poco celoso de la situación, siempre quiso que Zabuza tuviera a alguien más con quien convivir y ahora que lo tenía le molestaba de una manera infantil e irracional que el hombre le prestara atención y le dedicara tantas horas a otra persona. Aunque no tenía el descaro de reclamar, no sería justo exigirle algo al varón. No era posible que algo romántico pasara entre esos dos, Deidara no podía olvidar así de fácil a su familia ¿o sí? ¡Pero es que parecía que se llevaban tan bien!

 

Y es que no eran particularmente afines el uno al otro. Deidara solo sentía una atracción ilógica por la sangre del único descendiente de esa familia, incluso después de enterarse que al moreno no le interesaba ninguna clase de acercamiento con algo relacionado a las explosiones.

 

Nadie podía culpar a Zabuza, siempre vería a su padre como el causante de todas sus desgracias. Estar en este pueblo lo enfermaba y si no fuera por Haku jamás hubiera puesto un pie de nuevo en esa cabaña. El doncel rubio no le importaba mucho, no le agradaba al principio y le parecía una persona difícil de apreciar debido a toda la envidia que sentía; su padre parecía haberlo querido como nunca lo quiso a él, su verdadero hijo, y tenía la fidelidad de Haku a diferencia de él que no pudo convencerlo de permanecer a su lado. Claro, porque el mundo siempre le había echado en cara que a una belleza como la de Deidara se le admira y a una apariencia como la suya se le debía ahuyentar. Estaba seguro que lo que más le molestaba eran sus ojos azules que no desviaban la mirada jamás y que le expresaban un gran respeto cuando todos los demás siempre le veían con miedo. El doncel permanecía a su lado preguntando sin pensar en las consecuencias o en la incomodidad que traía su curiosidad, no le contó nada sobre su vida pero tampoco lo alejó y sin darse cuenta su presencia ya era rutinaria.

 

 

 

- Deidara eres un inútil -No se cansaba de recalcarle cada mañana al doncel -Peleas horrible, no hay técnica que te ayude.

 

El ojiazul ahora lo entendía, solo había recibido entrenamiento formal por parte de Itachi y al parecer todo el tiempo estuvo engañándolo, siempre lo felicitó por su uso de la espada y durante las batallas, aunque fueron falsas, en realidad el Uchiha nunca lo hizo en serio para no lastimarlo o eso quería pensar. Se enfrentaba a Zabuza y ese hombre de verdad que lo desafiaba, no le importaba golpearlo o lanzarlo contra el suelo; la familia Momochi le parecía una bendición, el padre y el hijo le daban lo que le parecía el mejor regalo del mundo, por primera vez en serio se sentía que algo había cambiado en su interior.

 

Zabuza nunca había conocido a una persona tan opuesta a él pero que parecían interactuar en el espectro que significaba tener una mente enredada que solo buscaba con desesperación la forma de crear una estabilidad en el cambio. Deidara por su parte intentaba quitar el apego de su vida y él aspiraba a encontrar un vínculo que le ayudara a salir de la penumbra.

 

Así que resultaron de alguna forma ser un instrumento de ayuda. Porque el rubio le preparó para no huir del apego y a desempolvar la poca ternura con la que nació mientras a Deidara le retribuía la experiencia de Zabuza al hacerle ver que alejarse de las personas que quería con tal de fortalecerse solo le volvían más impulsivo y no es que estuviera mal si eso era lo que de verdad deseada pero al final si lograba su cometido de recuperar la Roca esa victoria estaría vacía. Debía ceder un poco ese deseo de venganza o cuando se diera cuenta el destino le llevaría a pasar sus últimos días con la piedad que pudieran ofrecerle un par de desconocidos si tenía suerte, como le había ocurrido a su maestro. Sinceramente sonaba como un final espantoso.

 

- Ouch -hizo cara de dolor, sabía que se había ganado ese empujón por estar distraído -Dame un momento.

 

- Estás muerto. -Le ofreció una mano para que se levantara, Deidara seguía apestando en peleas, sin embargo, poco a poco mejoraba y Zabuza no ocultaba el agradado a ese empeño para mejorar.

 

Tuvieron que regresar antes de lo previsto a casa, esta vez el doncel se lastimó de verdad el pie e iba cojeando y soltando maldiciones en contra de Zabuza. En realidad, al rubio mas allá del dolor físico no le molestaba ser tratado así de rudo, de hecho, le gustaba que ahora podía pelear, discutir por tonterías, tener un lenguaje impropio y ni Haku ni Zabuza le reprendían, tampoco le miraban mal, y estaba decidido a no permitir que nadie más lo hiciera.

 

- ¡Eres un bruto! -Le gritó cuando estaba aplicando ungüento para desinflamar su tobillo.

 

- Quédate quieto con un demonio. -Deidara soportaba el dolor pero necesitaba canalizarlo y apretaba un hombro de Zabuza, ese era su castigo por lastimarlo.

 

- ¿Qué pasó? -Haku llegó y los miró desconcertado.

 

- Deidara se lastimó.

 

- ¿Me lastimé solo? -expresó con sarcasmo pero esa pelea que continuo entre ellos apenas sí era comprensible a los oídos de Haku. Zabuza jamás se había preocupado por nadie así, excepto por él y ahora estaba curando a Deidara.

 

- Yo lo haré. -Se acercó a ellos y le quitó la venda a Zabuza, casi de inmediato cayó en cuenta de que había actuando inusualmente brusco con el moreno, es que era complicado explicar porqué no quería que tocara al rubio.

 

- Gracias Haku, eres un ángel.

 

- No lo consientas tanto -le reclamó el varón y le empujó un hombro a Deidara con camaradería. Haku nunca había peleado por la atención de nadie, es más, prefería pasar desapercibido pero en este momento quería que ambos notaran como esa cercanía le molestaba.

 

A diferencia de lo que creía Haku, el doncel de la Roca se daba cuenta como el pequeño castaño torcía la boca y fruncía el entrecejo cada vez que tenía un acercamiento con Zabuza, era adorable. No entendía porqué alguien con el corazón tan tierno se había enamorado de un maleante y lo que menos entendía era porque el varón solo vigilaba a Haku desde lo lejos y nunca le permitía estar cerca.

 

Siempre que podía los dejaba solos apropósito, pero no parecían tener ningún avance. Al contrario, parecían más incómodos al estar frente a frente y a pesar de su discreción de verdad quería ayudarlos porque Haku ya era su hermano y creía en Zabuza como un buen hombre para ser su pareja. Y aunque no fuera así, ¡ellos no podían seguir negando que se buscaban con la mirada a cada oportunidad!

 

- Iré a enviar unas cartas, ¿de acuerdo?

 

Les avisó a los dos. El clima era estupendo para estar afuera, tal vez podrían salir a divertirse los tres, comer en el campo o hacer algunos fuegos artificiales o tal vez podría emborrachar a los chicos hasta que se confesaran. Se rió malvado, eso sería estupendo. Lo haría, era un plan genial. Solo regresaría a casa por algo de dinero, ya se estaba imaginando toda la travesura.

 

Escuchó todo un desastre dentro y corrió a ver, todo le sorprendió para bien. Malditos jóvenes, se le habían adelantado. Se sonrojo no porque le fuera ajeno lo que hacían pero los había descubierto teniendo sexo y por la cara de desgraciado de Zabuza y los gemidos de Haku era sexo del bueno. Abrió la boca pensando si debía fastidiar por hacerlo creer que su jueguito de miradas era porque no se animaban a confesarse cuando en realidad era porque se estaban provocando. Eran una pareja adorable.

 

Suponía que esa era la señal que esperaba para convencerse de que ya era tiempo de regresar. Si bien el amor ya no era un sentimiento en el que basaría su vida debía admitir que extraña a Ino, extrañaba tener un hogar y por supuesto que seguía muriendo de ganas por ver a Itachi, sonreírse y estar juntos de nuevo.

 

 

 

 

 

- ¿Entonces lo perdonarás? -Deidara suspiró.

 

- He pensado bastante en que esa no fue la primera vez que dejamos que la vida nos separara. Porque en lapsos largos o cortos siempre hemos vivido en una intermitencia donde necesito algo que él no puede darme y otras donde Itachi necesita algo que yo no puedo darle y han sido pocos momentos donde ambos nos hemos amado en la forma en que el otro quería. Nos herimos y nos reconciliamos de tantas formas en el pasado que quisiera pensar que podemos arreglarlo una vez más. No creo que estuviera consciente de las verdaderas consecuencias de sus palabras y no sé si regresar significa que estoy premiando su actitud pero la verdad es que estoy cansado de pensar en él y no hacer nada. Quiero verlo y hablar porque culparlo de algo es injusto ahora que entiendo que para él fue difícil y aun así lo intentó.

 

- Pero si no has recibido noticias de él no crees que tal vez algo haya pasado. -Deidara frunció el ceño.

 

- ¿Como qué?

 

- No sé -Haku levantó los hombros, no se atrevería a decirlo cuando era obvio que el doncel rubio se enojaría pero en su experiencia la mayoría de los hombres que se sentían engañados caían en la autocompasión y terminaban por realizar actos indignos con tal de desquitar su enojo.

 

- Como sea tengo que regresar -Ya no era tan inocente y podía pensar en los caminos que habría seguido Itachi. Aun si su retorno lo hacía por recuperar a su familia también estaba el hecho de que no podía quedarse quieto ante lo que los Uchiha planeaban y solo no lograría gran cosa, debía hablar con Pain para tener el respaldo de Akatsuki.

 

Además ya sabía que algo extraño pasaba, Konan se expresaba diferente en sus cartas aunque no decía nada claro y no quería sofocarla con temas personales en los que ella no querría intervenir; primero porque no eran sus problemas; en segunda porque conociéndola usaría palabras precisas que podían empeorar su situación con Itachi; y en tercera, ya tenía sus propios planes.

 

No ignoraba que Haku tenía razón en sus suposiciones y por eso se preparaba de antemano para cualquier escenario, meditaba todas las mañanas imaginando un millón de desenlaces donde debía tomar decisiones y poner límites que le ayudarían a cumplir la misión que ahora se había propuesto. Ya se visualizaba sufriendo, lo soportaría, aunque llorara en secreto se sobrepondría a cualquier cosa. Solo debía tener claro lo que podía ceder sin herir su propia dignidad con tal de complacer a Itachi.

 

 

 

La hora había llegado. Poner cualquier excusa para seguir alejado era una ridiculez. Las fronteras del pueblo estaban bien protegidas por Akatsuki, Haku ya no se quedaría solo, los Uchiha comenzarían a moverse y sobre todo anhelaba el calor que solo podía ofrecerle su familia.

 

 

 

 

 

 

 

 

Noo por qué la historia ZabuHaku nació y murió en un capítulo?

Ya viene el reencuentro.

Spoiler :🎵 que mientras tenga vida no te olvidaré, sabes que aquí te esperaré 🤘🎵

Veo mucho tiktok jaja


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