Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Por la mañana Deidara abrió los ojos primero y miró a Itachi dormir tranquilo. Definitivamente ya no eran unos niños, las arrugas ya se mostraban descaradas en ese rostro que tanto le gustaba y sabía que él también ya sufriría del mismo mal. Daba igual, eso era señal de lo mucho que llevaban juntos y que estaban en el camino -a veces tortuoso- de compartir la vida.

Se levantó con cuidado pero el hombre le impidió levantarse rodeándolo por la cintura.

- ¿A dónde vas Dei?

- No puedo faltar a mi entrenamiento con Pain o será peor mañana. -Eso espabiló a Itachi.

- ¿Él te está entrenando? -La pregunta era idiota, justo se lo acababa de decir y entendía el porqué. Tal vez se lo hubiera pedido a él de no haberlo evitado todos esos días. -Te acompañaré.

- No, está bien. -Le besó en los labios y se enredó en el kimono para salir de la habitación.

Solo tomó un rápido baño y se puso su uniforme de Akatsuki.

- Regresaré en un par de horas. ¿Puedes pasar por Ino verdad? Está en casa de esa amiga suya hija de la mujer del restaurante. Le di unos días a Mayumi, si quieres podemos comer en la guarida -Le daba instrucciones rápidas mientras comía una manzana y se ponía el calzado. -Nos vemos más tarde -Le sonrío y besó antes de salir apresurado.

Itachi solo suspiró y se preguntó cuándo es que ese doncel se había vuelto tan vivaz. Entre más lo miraba más se daba cuenta de que esa extraña aura de melancolía que le causaba una gran preocupación en el pasado ahora era inexistente.

 

Llegó al patio de batalla y ahí ya lo esperaba Pain. Ambos se quitaron la capa y comenzaron a entrenar, Deidara estaba especialmente lleno de energía y tal vez demasiado acelerado.

- ¿Tú sabías verdad? -El doncel por fin sacaba el tema a la luz y sí, seguía enojado y quería desquitarse con algo -De esa tal Hanami.

- No hables, concéntrate. -Así que por fin se lo había confesado, con razón el rubio estaba actuando de esta manera.

Practicaban con espadas sin filo hechas de una fuerte madera y aun así Deidara terminó por romperla contra un árbol.

- ¡Ahhh! -Gritó frustrado y cansado.

- ¿Sabes cuántas veces pude haberte matado? No importa lo que haya pasado, tu mente debe estar en la batalla al cien por ciento. -Esa mirada azul ahora lo veía con odio, no le afectaba en absoluto pero debía corregir ese comportamiento impulsivo.

Deidara seguía retándolo con la mirada así que en un movimiento rápido le puso el brazo en el cuello y lo estrelló contra un árbol sin piedad. Debía darle una lección que lo hiciera entrar en razón.

- Te dije que pusieras atención, no importa lo bueno que seas en la batalla cuerpo a cuerpo o con esa nueva técnica, si el enemigo te tiene estás jodido.

El más joven intentó zafarse pero era imposible y ya lo estaba dejando sin aire.

- Solo concentra todo ese enojo y canalízalo de la forma correcta. -Lo dejó respirar. Le molestaba que no se diera cuenta de las cosas que todavía carecía, bueno, al menos había dejado de ser débil. Ya tenía una fuerza por encima del promedio pero no debía detenerse ahí y era obvio que la confianza había mejorado hasta el tope, ya no era inseguro y pronto lo quería ver de nuevo en una misión solo para comprobarlo. -Haz un poco más de ejercicio y piensa en cómo mejorar tu concentración.

- De acuerdo -Deidara había aprendido a escuchar y no tomarse todo de manera personal cuando no lo era. Pain tenía razón aunque eso le llenara de rabia, y la rabia no venía solo de que lo hubiese humillado, venía del hecho de no poder regresar al pasado y cambiar ese momento en que le fueron infiel porque si hubiera regresado en el momento preciso el presente sería diferente. Extrañamente no sentía a Itachi como la fuente única de su enojo, con él quería estar en paz aunque le costara un esfuerzo extra.

- Por cierto, te tengo una buena noticia. -Eso le llamó la atención -Ya está listo todo lo que solicitaste.

- ¡Excelente! -Eso le cambio el humor por completo. Por fin todos tendrían la dicha de ver una escena impresionante que les cambiaría la vida, su alma se regocijaba solo de recordar el calor del fuego. -Buscaré el lugar correcto y les avisaré.

Recogió su capa y se alejó casi corriendo del campo de entrenamiento.

- ¡Hey, Dei! -Le llamó Itachi al verlo salir de la guarida apresurado. Ino había decidido quedarse con sus amigas así que quería pasar un poco de tiempo con su esposo ahora que estaban de buenas.

- Lo siento Itachi no tengo tiempo -solo se acercó a besarlo pero antes de seguir su camino lo tomaron del brazo.

- ¿Por qué tanta prisa? Si vas a algún lado puedo acompañarte.

- ¡Claro, porqué no!

No creyó que el rubio accedería fácilmente, sentía que primero le daría una excusa para irse solo. Tal vez estaba sobre reaccionando al miedo que aún sentía al no saber su paradero todo el tiempo.

- ¿A dónde vamos? -Preguntó después de un rato de alejarse de la zona central de la aldea.

- A ningún lado en especifico, solo estoy explorando y buscando un lugar adecuado.

- ¿Adecuado para qué? -Se arrepintió de preguntar al ver esa mirada extraña en Deidara, no sabría describirla, era ansiosa de una manera siniestra.

- Pronto lo sabrás. -Le guiñó un ojo y siguió con su camino por otro tramo hasta que llegaron al filo de una colina no tan alta pero lo suficiente para andarse con cuidado. Itachi lo tomó de la cintura al ver que se acercaba demasiado a la orilla del risco. -¡Vayamos allá! -Señaló la depresión y aunque no parecía encontrar como llegar el guerrero sí lo sabía.

- Por aquí -tomó su mano y le mostró el camino más seguro.

Iban explorando entre los árboles aunque realmente no había mucho que ver, era un lugar mas bien desértico. Solo hicieron eso, caminaron por horas tomados de la mano hasta que el rubio decidió descansar sobre una de las pocas zonas con hierba y sombra.

- ¿No te parece que este lugar tiene algo especial?

- ¿Cómo qué? -le respondió sentándose a un lado.

- Como si el aire fuera más fácil de respirar. -Deidara cerró los ojos y se acostó sobre las piernas de su esposo.

- ¿Tú crees? -Itachi pensó que sus palabras eran inusuales y le acarició el cabello ganándose una sonrisa. -¿Estás cansado Dei?

- Tal vez un poco. -Respondió el rubio, su cuerpo ya tenía la costumbre de levantarse temprano, entrenar y hacer un montón de tareas durante el día pero no lo estaba a una noche de repetidas rondas de sexo y quizá por eso ahora se sentía tan bien descansar los ojos un momento.

Sin embargo Itachi no se refería solo al día anterior, pudo haber sido más claro al momento de preguntar. Tenía un sentimiento extraño de saber que por mucho tiempo le hizo la vida más pesada a Deidara y lo obligó a soportar preocupaciones extras. Lo consintió esa tarde dejándolo dormir, mimándolo y escuchando todas sus historias extravagantes mientras regresaban a la aldea, seguramente en un futuro podría ofrecerle mucho más como compensación pero ahora no exageraría y parecía que solo con estar ahí a su lado bastaba.

 

Deidara lucía bastante aclimatado ya a las tareas de la aldea y a la vida en familia. Eso alegraba a Itachi y se tranquilizaba de poder ver al rubio todos los días y que este hubiese regresado tan lleno de vida; sobre todo también amaba el hecho de que no fue falso al perdonarlo por su gran equivocación.

Se convocó a una reunión de todos los Akatsuki y unas cuantas personas más en puestos importantes dentro de la aldea pero el punto de reunión era inesperado antes del amanecer y él ubicaba perfectamente el sitio así que de inmediato supo que era algo que involucraba a Deidara aunque por más que preguntó siempre le respondía que sería una sorpresa.

Ese día su esposo había salido mucho más temprano de lo usual e insistió en acompañarlo pero al parecer Sasori lo haría y simplemente se despidió con un beso en los labios prometiendo como siempre que se verían más tarde.

Llegaron al lugar establecido todos juntos a excepción de los dos miembros que ya les esperaban. Los vio charlar desde lo lejos y Deidara se miraba especialmente entusiasta con sus expresiones y de no ser por que conocía los sentimientos de ambos se hubiesen desbordado sus celos.

Observó a Deidara pero este no se centró en él, le habló a todos sobre la maravilla que estaban a punto de presenciar y como esto redefiniría el rumbo de la aldea hacía una posición y reconocimiento mayor. Entonces se alejó con el pelirrojo hacia la parte más baja del terreno y después de unos minutos gritó para que estuvieran preparados.

Itachi estaba en primera fila junto a la orilla y solo alcanzaba a ver la coronilla de los otros dos. No sabía que esperar, solo veía a Deidara moverse un poco pero sin alcanzar a reconocer lo que hacía.

Todo fue muy rápido de hecho, solo lanzó algo con seguridad de su objetivo mientras gritaba -Katsu - y de repente el suelo tembló, los oídos se ensordecieron y sus rostros se iluminaron en colores amarillos, rojos y naranjas, todos ellos cálidos y terroríficos. Aquel lugar frente a sus ojos había quedado envuelto en llamas que pronto no serían más que cenizas.

Itachi miró a Pain, no era muy abierto con sus expresiones pero distinguía una sonrisa perversa en su rostro. Konan que hasta donde sabía era de las pocas personas que ya estaban enteradas de esta técnica no se miraba ni maravillada ni asustada como varios otros ahí presentes.

Nadie en ese grupo era ciego ni tonto, sabían con claridad el poder destructivo de lo que acababan de presenciar y se aterraban al saber que una persona tenía el conocimiento para controlar esa habilidad, porque aunque de oído algunos tenían una imagen de la técnica de aquel anciano que había muerto, esos rumores nunca describieron como resultado un incendio así de enorme y por dios, esta era una zona con poca vegetación. ¿Qué pasaría en un escenario de villas construidas de madera y rodeadas de árboles?

Itachi no temía lo que podía lograr Deidara, por supuesto que no. ¿Pero y su bienestar? Esto era peligroso hacia los dos sentidos, tanto para el que creaba como para el que era atacado y para ser franco estaba molesto al entender que su querido doncel estuvo arriesgando la vida por esto.

Odió su supuesta sorpresa, no lo comprendía.

Antes de que lo notaran ya se encontraba bajando para buscar al rubio y obtener algunas respuestas. Estaba con Sasori, sentados en la cima de una roca esperando apacible a que el fuego se consumiera. El primero en advertir su presencia fue el pelirrojo que simplemente le cedió su lugar y sin cruzar palabra se retiró. Deidara se quedó en la misma posición con la cabeza recargada en la palma de la mano, iluminado hermosamente por las llamas que resaltaron su pelo de oro. Lo miró por largo rato intentando encontrar en su expresión algo de duda, de inseguridad, tal vez nerviosismo pero nada de eso fue hallado, solo su sonrisa complacida y de total orgullo.

- ¿Lo viste Itachi? Ha sido fantástico -Se giró y esa mirada azul le encogió el corazón al pelinegro, no lo reconocía. Ese que estaba ahí no era su doncel precioso que solo podía irradiar una luz pacifica, era algo perturbador. Sus ojos solo se cruzaron por un vistazo y el rubio regresó la vista al fuego pero ya no sonreía.

Simplemente se quedaron en silencio y los dos sentían la molestia ajena. Tal vez Deidara esperó halagos de parte de Itachi y que viera la misma cosa mágica que él veía pero a este le era imposible. En su mente solo existía el pasado y su búsqueda por encontrar como es que ese doncel de aquel entonces se había convertido en este doncel que tenía enfrente.

Cuando las llamas estaban por extinguirse Deidara se levantó de la roca y sacudió su capa con elegancia. Miró al otro torciendo la boca.

- ¿Lo odiaste no? -Era una pregunta retórica porque Itachi podía sentir que su rostro estaba distorsionado del enojo y no había dejado su pose con brazos cruzados. Deidara se paró frente a él y resopló fuerte. -Hablemos en casa -Esto le estaba dando dolor de cabeza al rubio.

Deidara le pasó por un lado y caminó a paso firme, seguramente el resto los estarían esperando para regresar a la guarida. El ambiente fue tenso todo el corto camino hacia la cima aunque por suerte la mayoría ya se habían adelantado solo quedando Pain que al parecer tomó a bien lo que había visto y estaba entusiasmado con las posibilidades .

- Felicidades Deidara, debo admitir que has superado gratamente las expectativas. -Itachi no se perdió ni un cambio en el rostro del doncel, sonreía discreto pero con vanidad admitiendo el valor que Pain puso sobre él.

- Excelente, ahora podemos hablar. -Itachi no entendió a qué se referían pero el líder pareció compenetrar con esa propuesta. De verdad que odiaba con todo su posesivo ser estar excluido de la nueva vida de Deidara.

- ¿Nos disculparías por lo que resta del día? -El celoso guerrero tomó a su esposo por un brazo y lo jaló a su lado. Pain rodó los ojos un poco harto de la situación pero accedió.

Se alejaron aun más de la aldea, al parecer Itachi conocía bien todo el territorio de Akatsuki así que Deidara solo se dejó llevar pensando en la horrible posibilidad de que justo después de haberse reencontrado su matrimonio pudiera terminar. Su esposo parecía tan decepcionado y no ignoró nunca esa posibilidad, por eso perdonó tan fácil todo, porque creía que de esa forma el pelinegro estaría en deuda y solo se tragaría sus palabras. No parecía que las cosas fueran por ese camino.

De cualquier forma Deidara también estaba dispuesto a tener esta conversación pero no a ceder ante chantajes y aunque tuviera que convertir su corazón en piedra o arrancárselo y tirarlo al suelo frente a Itachi definitivamente no accedería a abandonar esto que era la pieza que sin saberlo le faltaba en la vida.

Se habían adentrado entre los árboles y seguían subiendo con dificultad entre la tierra. Estaba seguro que no era la primera vez que el guerrero iba a ese lugar porque el camino ya estaba formado y lo guiaba por donde pisar. Ya se encontraban un poco acalorados pero al fin habían llegado a la cúspide.

- Oh wow -Exclamó el rubio sorprendido por la hermosa vista desde la altura. -Lindo sitio -Le sonrío animado haciéndose el distraído sobre la tensión entre ambos. -Ayúdame a subir -Señaló un árbol.

En su mente Itachi se preguntó el para qué, pero no creía que Deidara le fuera a contestar directamente así que mejor se ahorró la pregunta y le puso las manos en cuna para levantarlo. Ahí se dio cuenta de la habilidad y ligereza con la que ahora contaba, solo se apoyó unos segundos y ya estaba arriba de una rama. El doncel le animó a subir y extendió una mano para ayudarlo. Lo dudó pero su chico no era nada tonto y había escogido una buena rama y aunque lo último que necesitaba era volver a ver ese comportamiento imprudente aceptó acompañarlo. Ya arriba Deidara se acomodó en su pecho y él recargado en el tronco, el clima era agradable y el follaje les daba buena sombra además de una fresca brisa.

- Casi puedo respirar tu enojo -Hizo una pausa. -Ya no soy ese chico frágil de la Roca y aunque quiero que me sigas cuidando ya no lo necesito de la misma forma que antes. -Se giró para quedar frente al pelinegro y acariciarle el rostro. -Quiero tenerte a mi lado, que me consientas, me procures y me quieras pero no necesito que me persigas como si fueras mi sombra. -El rostro de Itachi se endureció de cólera -Me refiero a que ahora soy esa persona que siempre quise ser, ahora puedo proteger a Ino, a ti y por supuesto a mí mismo con mis propios medios pero de igual forma te necesito a mi lado. -Deidara solo quería preguntarle o que el mismo dijera si seguiría amando a esta persona que tenía enfrente aunque no era así de valiente para escuchar una respuesta de odio. A pesar de que le suplicaba con la mirada que respondiera a sus dudas, el pelinegro se tomó su tiempo para buscar las palabras correctas entre el desastre que tenía en la cabeza.

- A veces me pregunto qué es lo que amamos tanto el uno del otro. Por más que siento esta exasperación recorriéndome todo el cuerpo y quiero gritarte y forzarte a hacer lo que creo que es correcto solo con verte a los ojos sé que no puedo hacerlo porque ahora eres tan entero que solo terminaría por alejarte y preferiría cortarme la lengua antes de decir algo que te ahuyentara. -Se quedó un momento pensando cómo continuar -Entonces solo puedo pensar si esto es amor o qué diablos es, porque siento tanto apego por ti que podría asustar a cualquier otro. -Eso hizo curvar los labios del doncel un poco esperanzado -Veo en la profundidad de tus ojos azules que también sientes algo poderoso por mí y que invariablemente estaremos unidos de por vida, no solo por Ino sino por nosotros mismos -Y justo cuando parecía que iba a dar la respuesta que el rubio esperaba se quedó callado por un lapso demasiado largo -Lo siento Deidara. Es confuso incluso para mí poner en palabras el remolino de contradicciones que me invade al pensar en esto que estamos haciendo.

Otro silencio más que ninguno parecía querer romper. Empezó Deidara.

- Se siente extraño saber que algo tan poderoso como decir te amo ya no es apropiado para describir lo que siento por ti. Digamos que esa palabra describe lo que siento... -Hizo una pausa y tomó aire. -Ya no engloba solo la pasión y la dulzura que sentía en tu presencia, lo sigo sintiendo, sí, pero también es una terquedad por estar a tu lado, una manía, incluso una debilidad y una fortaleza al mismo tiempo. -Se detuvo porque sentía que no tenía en orden todo lo que quería hacerle saber a Itachi -Tienes razón, es extraño poner todo en palabras. -Otro silencio -Solo quiero conservar todas las libertades que ahora tengo de una manera egoísta pero sabiendo que tú estás ahí a mi lado para sonreírte y hacerte feliz siendo la persona que ahora soy. No quiero cambiar ni regresar al pasado, quiero ser este yo con todas las cualidades y defectos que tengo y que aún así quieras seguir juntos, incluso quitándote la esperanza de que algún día volveré a ser aquel doncel de la Roca. Porque no volverá y no quiero que vuelva. Quiero que me ames así como si me acabaras de conocer porque si no lo haces... -Era muy duro decirlo en su presencia, pero era real, si una vez más lo ponía en la encrucijada de escoger de nuevo se elegiría a sí mismo.

- No lo sé -Lo acercó para abrazarlo, necesitaba que el mundo se detuviese en ese momento para tener más tiempo de pensar en como esas palabras le sacudieron la cabeza y el corazón. Deidara le había puesto en una situación donde todo recaía en su decisión, sería demasiado irresponsable apresurar sus palabras. -Estoy asustado de ti, simplemente eso Dei. -Aunque no pudo verlo el rubio levantó una de sus cejas incrédulo, ¿asustado? ¿Tenía alguna razón para estarlo? De nuevo se quedó en silencio -No de lo que acabamos de ver, aunque es poderoso y destructivo lo que puedes hacer con tus manos; es cierto que me descolocó verte en ese escenario pero no es a lo que temo en sí mismo. Lo que viene a mí mente es que si tú eres capaz de estar así de sereno mientras el mundo frente a tus ojos se está literalmente destruyendo no es que tengas solo confianza en ti mismo sino que tienes poder. ¿Entonces qué significa eso para mí? No puedo retenerte a mi lado como hice por tantos años solo brindándote protección porque es lo único que sé hacer; ahora solo puedo esperar a que decidas quedarte por tu cuenta sin ninguna certeza de que eso pasará y sé que no eres un objeto del que puedo disponer pero cómo puedo manejar esta incertidumbre y las inseguridades que acarrea mi amor por ti. No eres el más egoísta aquí Dei, yo soy peor. -Eso era lo que de verdad temía Itachi, ya no se sentía suficiente para el doncel pero lo apreciaba tanto que no podría simplemente jalarlo a su miseria.

- Podrías solo creer en mi palabra -se despegó para mirarlo a los ojos. Se sonrojó por lo que diría a continuación -No lo decías aunque te pareciera tonto porque sabías que yo creía en cosas como ser almas gemelas, en que algo místico que ni siquiera nosotros podíamos controlar nos orilla a estar unidos pero no era cierto. Estoy listo para amarte incluso más que antes pero solo lo haré si tú puedes quererme así y si no puedes también estoy listo para dejarte ir. -Itachi vio como los ojos se le ponían vidriosos al decir esa última oración.

- Dei -Le dolió sentir que esta de verdad era su última oportunidad para conservar a su esposo o dejarlo ir y los labios le temblaban demasiado como para continuar hablando.

- Podemos estar simplemente juntos y prometer que nos amamos. Todo lo demás dejemos que fluya -Itachi lo notaba, aunque ahora el rubio era quien ponía las condiciones también se desesperaba por escucharlo aceptar y con estas palabras le daba una especie de prorroga para darle más tiempo de conocerlo -quiero ser un guerrero como tú y también quiero que seas tú mismo. Solías restringirte conmigo tal vez porque pensabas que me asustaría pero ya no es así, puedes decirme las cosas claramente incluso mejor si son errores y no solo halagos.

Sabía a qué se refería Deidara con eso, para no caer de su gracia y quizá recordarle ciertas actitudes de su hermano siempre prefirió hablarle con tacto y guardarse sus regaños o gritos hasta que ya no pudo más y terminó por desquitarse más de lo debido

- Sí... podemos. -Se acercó a besar al rubio primero con duda solo para medir sus reacciones y si esta reacción era correcta o estaba leyendo mal sus intenciones de sellar ese pacto.

Era relajante por fin poder arreglar una gran parte de sus problemas y ambos se sentían mucho más ligeros. Tan pronto era difícil notarlo pero en verdad eran más parecidos de lo que demostraban, en lo bueno y en lo malo; una de esas cosas era su impulsividad, no solían exponerlo pero ahora Deidara ya no tenía miedo de hacerlo y esperaba que pronto, al menos a solas, Itachi fuera menos recto porque hacer lo correcto nunca fue algo que a ellos se les diera bien.

El doncel besó a su pareja con intensidad y no se limitó a su boca, siguió al oído y los gemidos graves le pusieron la piel de gallina. Desabrochó la capa para tener acceso total a su cuello que chupó y rasgó con los dientes siendo cuidadoso de no dañar la piel. Sabía que Itachi estaba extasiado también pues apretó el abrazo pegándolo a su cuerpo hasta que quedó sentado en su regazó y con absoluta deliberación el rubio recargó una de sus manos sobre el miembro del pelinegro comenzando a masajearlo sobre la tela.

Itachi se despegó para mirar los ojos azules y ese rostro travieso no lo dejó indiferente, se mordía el labio a sabiendas que no se podría resistir a sus provocaciones.

- Bajemos, este no es un buen lugar -No era cómodo y mucho menos seguro para llevar a cabo el sello de su promesa.

- Es cierto -Pero lo besó por última vez, Deidara ya estaba con urgencia de recorrer el largo camino a su hogar lo más rápido posible.

Itachi fue el primero en bajar de un solo brinco y extendió sus brazos para ayudar al rubio aunque seguramente no lo necesitaba. Aún así aceptó el soporte y se colgó para dejar que su esposo lo tomara de la cintura y con cuidado lo bajara.

Deidara apenas sí tocó el suelo con la punta de los pies cuando Itachi ya lo tenía apresado por la espalda entre sus brazos y contra el tronco, mientras se restregaba contra su cuerpo le habló profundo al oído causándole escalofríos.

- ¿Te gusta provocarme verdad Dei? -Claro que le gustaba, tanto o más de lo que le gustaba ser provocado.

- Está bien, vayamos rápido a casa. -El corazón le latía tan veloz que se sentía cerca de desfallecer.

- Pfff... -Fue un bufido que casi llegaba a ser una risa -Piensas que voy a poder ir todo ese tiempo así -Y se frotó contundente contra su trasero para que sintiera con claridad la dureza -¿Cómo arreglaremos esto que acabas de provocar?

Deidara tragó duro de ansias y nerviosismo. Se sintió feliz porque le gustaba que el varón siempre tan serio se estuviera divirtiendo. Él también ya estaba en el límite pero se preguntaba si Itachi de verdad pensaba en tener sexo ahí al aire libre donde si bien era poco probable que alguien los viera también existía esa pequeña posibilidad.

Y así parecía porque Itachi le desabrochó la capa para poder acariciarlo con desfachatez, se le iba el aire ante tal atrevimiento; le invadía un bochorno delicioso que le alteraba el pulso. Se sonrío sí mismo, debía estar loco por acceder tan dócilmente a esta fantasía

Itachi le bajó los pantalones hasta los tobillos y con la humedad producto de sus excesivas ansias bastó para que lo penetrara esta vez, le dolió un poco al principio pero Itachi era tan considerado que a pesar de su rudeza inicial se movió lento, le acarició los pezones y también le masturbó delicioso por un momento hasta que no hubo ni rastro de dolor y siguió embistiéndolo certero y poderoso. En su ignorancia se creía conocedor de todas las mañas y expresiones del varón pero esto le abría nuevas perspectivas y ahora quería explorar todo ese horizonte.

Deidara no dejaba de soltar gemidos descarados, su esposo le sintió desfallecer por un breve momento y prefirió darle un respiro solo para quitarle por completo los pantalones, girarlo y con sus brazos fuertes sostenerlo por los muslos para recargarlo contra el tronco y seguir penetrándolo con ímpetu.

Se encontró el día con la noche, el doncel se prendió hipnotizado a los ojos profundos y retadores... esa mirada de guerrero valiente y lleno de adrenalina, eran estos los ojos que todos temían pero que él amaba a pesar de sentir el peligro.

Ambos respiraban y gemían alto, Itachi le acarició la frente y retiró los mechones sudados. Deidara se sujetó de los hombros fuerte antes de echar la cabeza hacia atrás golpeándose con el árbol, no importó realmente porque ese orgasmo aliviaba cualquier dolor. Un par de estocadas más e Itachi se corrió en su interior clavándose bien profundo, sentía con una claridad que le excitaba de nuevo los testículos chocar contra sus nalgas y el semen llenarle hasta escurrirse fuera.

- Mierda Itachi, eso fue increíble. -le dijo apenas pudo recuperarse. El nombrado le bajó lento hasta que sus pies tocaron el suelo pero no pudo sostenerse por sí mismo, las piernas le temblaron como corderito y cayó al pasto.

- ¿Estás bien Dei? -aunque quiso mantener más su careta de hosquedad la verdad es que le preocupaba haberse pasado de la raya, podía ser rudo pero nunca malvado con el doncel. Se agachó a verlo y lucía hermoso con el rostro sonrojado.

- Más que bien. -abrió los ojos y le sonrió -Itachi, sea como sea, te amo.

- También te amo Deidara. -le sonrió y se acercó a besarlo. Ahora entendía mejor. Podía ser y no temer, de cualquier forma Deidara ya no necesitaba un guardián; más que eso, no quería uno. Su esposo solo quería ser él mismo sin que le viera solo como un doncel al que debía decirle cómo actuar, porque ya no era un chiquillo inconsciente; había crecido en todo sentido y ahora conocía del bien y el mal en persona. No importaría si su juicio era correcto o incorrecto, eso lo descubriría Deidara por propia mano y él solo debía apoyarlo si era preciso confiado de que sus acciones jamás serían hechas para herirse a sí mismo, mucho menos herir a los que amaba, y por toda esa valentía merecía ser respetado y no coartar su derecho a ser libre. Porque en el tema que a él le concernía siempre sería amado y honrado como su pareja.

 

F I N

 

 

 

 

 

 

 

Avedá, todavía falta más, aunque verdaderamente sería lindo que así terminaran.

Un lemon algo gratuito me atrevo a decir pero igual deli ¿sí o no?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).