Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

A primera hora del día Boruto llegó con los sirvientes trayendo el desayuno y un cambio de ropa. Se sorprendió de ver al rubio atento a su llegada y con los quehaceres hechos. Lo alentó a que desayunaran juntos antes de ir al interrogatorio, le confesó que hoy podría ser un poco más duro que el día anterior pero que por favor resistiera.


Deidara no sabía qué seguía en este camino, ni él tenía idea de cuál era el protocolo que se habrían inventado pero se lo figuró al ver un biombo montado a medio salón y a Karin junto a otro médico bastante anciano ahí parados.


El mismo hombre que dirigió el interrogatorio el día anterior le explicó que harían un simple examen físico. De inmediato actuó casi ofendido y miró a Boruto negando con la cabeza pero este no podía ir en contra de lo que se debía hacer y solo le dijo que podrían parar en cualquier momento siempre y cuando de verdad se sintiera muy incómodo.


Lo pasaron al interior del biombo y Karin intentó retirarle la yukata pero se negó enérgicamente a desnudarse frente a todos aunque le explicaron que nadie lo podría ver directamente a excepción de ellos dos. Los demás en la habitación veían solo el ajetreo en sombras deformes y escuchaban la discusión.


Boruto prefirió girarse para no ver nada y ahí fue cuando se dio cuenta de que Juugo seguía en la habitación muy atento a lo que sucedía con una sonrisa siniestra y con la mirada cargada de morbo, nadie tuvo que decirle que se centraba en el cuerpo de su padre y eso lo llenó de asco. El más joven hizo una advertencia antes de correrlo de ahí y con tal de no hacer otro alboroto de ese lado Juugo se retiró aunque burlón.


El médico anciano calmó y convenció a Deidara de dejarse revisar con la condición de que todo sería rápido y nadie le haría daño. Asintió poco convencido y con el cuerpo rígido. Sabía que Karin lo notaría de inmediato pero la tenía de manos atadas y no diría nada, sus vibraciones de completo enojo le llegaron de golpe y aunque era incapaz de sonreír por lo que había provocado a la pelirroja en esa situación lo hizo en su mente.


Le encantaría convertir a Karin en su enemiga, la seguía reconociendo como una mujer inteligente pero él también lo era. En el pasado la creyó su amiga y sin ninguna intención oculta le brindó confianza, esta mujer fingió que simpatía aunque en realidad siempre lo vio como un escalón para sus propias metas e incluso si no podía regresarle todo el sufrimiento que le hizo pasar, definitivamente pagaría.


Comenzaron a decir sus características una por una en voz alta mientras leían su archivo médico y primero corroboraron el color de su cabello, sus ojos, su altura, sus pies, sus huellas, sus medidas; todo aquello era relativo pues podía haber pequeñas discrepancias y generar algunas dudas. Después siguieron con sus señas de nacimiento, algunos lunares y otras marcas que se había hecho de pequeño, todo estaba registrado y coincidía para alivio de la mayoría. Entonces llegaron a esa ultima gran cicatriz por la que Karin seguramente sentía una gran curiosidad y que sabía que debía esconder una historia, la marca del supuesto nacimiento de Boruto; una cicatriz antigua bien curada por alguien experto y con la habilidad suficiente para no hacerla ver desagradable, una habilidad de una gran médico al nivel de la pelirroja y que ella no podría negar en público.


Después recitaron otras marcas más recientes y que nadie había visto antes, una en su frente, en sus brazos, las piernas, la espalda. Le preguntaron por ellas y confesó que todas fueron hechas por descuidos en el campo en realidad nada raro en el cuerpo de los que se dedicaban a trabajos pesados.


Le pidieron que se volviera a vestir y al retirar el biombo quedó frente a todos. Tragó duro sintiéndose indefenso en esa posición y solo encontró refugió en la mirada de Boruto. El joven Tsuchikage se acercó para reconfortarlo.


- Está bien, ya terminó todo.


- Entonces puedo partir a la Arena. -Fue casi imperceptible pero su tono al hablar era de decepción, a los oídos del hijo ya no sonaba aferrado a la idea de abandonar la Roca lo más pronto posible.


- Aún no. -Ahora debían discutir si le creerían o no. Boruto solo quería escuchar al concejo pero la decisión ya estaba tomada, ese hombre era su padre y solo debía mantenerlo en la aldea en favor de que pronto recuperara sus verdaderas memorias. -Kurotsuchi te acompañará esta tarde y mañana podrás partir -Deidara asintió sumiso.


La pelinegra se acercó para tomarlo de un brazo con gentileza y guiarlo hacia la salida. Ella también estaba segura de que ese rubio era su Tsuchikage, la noche anterior el joven rubio se había acercado a compartirle su hallazgo y eso solo sirvió para no tener ni una sola duda. Eran la misma persona aunque al mismo tiempo no lo sentía totalmente honesto, no creía que esto fuera una coincidencia porque todo parecía cuadrar perfectamente y Deidara era demasiado astuto como para no creer que escondía algo más. No lo forzaría a hablar porque parte de su propio consuelo era imaginar que había una historia más allá y pensar que todo este tiempo estuvo bien. Seguía negándose a la muerte de su Tsuchikage , había perecido en una situación tan extraña y coincidentemente se esfumó el mayor de los Uchiha el mismo día, aunque este último se rumoraba había muerto. Ahora al tenerlo aquí enfrente sería tonto pensar que no fue protegido por el guerrero... al menos en un inicio.


Se podía deducir solo de vista que los últimos años no fueron un cuento de hadas para el doncel, su cuerpo definitivamente estaba desgastado y su espíritu no era positivo. Kurotsuchi de verdad quería creer que había regresado por una razón pero tal vez y en un acto de pura divinidad su inconsciente lo trajo de regreso, su cuerpo recordaba el camino a su verdadero hogar cuando su mente estaba perdida.


Como fuese ahora lo protegería por todos esos años de culpa.


 


Esperaron toda la tarde en silencio. Kurotsuchi hubiese querido pasearlo por la torre pero ahí estaba importunando Juugo y lo que menos quería era que él estuviese cerca de Deidara.


Por fin al anochecer Boruto regresó con evidente cansancio pero sonriendo. Excelente señal.


- ¿Y bien?


- Fue difícil convencerlos a todos. -En realidad nadie estaba cien por ciento convencido porque la situación era increíble pero nada les costaría darle al forastero el beneficio de la duda y aunque no quisieran la última palabra la tuvo el joven que decidió que el otro rubio se quedaría ahí al menos hasta que llegara su padre varón. Todos estaban satisfechos con esa resolución. -Se quedará con nosotros pero debemos esforzarnos porque recuerde su vida pasada. -Se acercó al rubio que fingía no escucharlos en la distancia.


Se acercó a él y le tomó el hombro.


-Siento mucho no poder cumplir mi promesa aún, te quedarás aquí como mi invitado un tiempo.


- ¡¿Pero por qué?! -Deidara fingió sorpresa y por dentro sonreía triunfal.


- Está bien, te lo diremos con calma.


Sabía que no era inteligente contar demasiado, el doncel debía recordar por sí mismo o todo lo que llegara a recordar sobre su pasado sería desestimado.


Lo llevaron al jardín a tomar el té, solo estaban presentes Kurotsuchi y Boruto que juraron protegerlo con sus vidas fuese o no fuese quien creían.


- Hace muchos años -comenzó a relatar el varón después de una charla trivial -aquí en esta torre vivió una persona importante para nuestra aldea hasta que un día simplemente desapareció. Solo queremos encontrarlo.


- ¿Y cómo puedo ayudarlos? Soy un simple campesino y jamás he conocido a nadie de esta aldea.


- ¿Es eso verdad? Su nombre era Deidara -adrede hablaba lento para no perderse ni una sola de sus expresiones y lo vio abrir los ojos asombrado, la taza que cuidaba entre sus dedos fue dejada en la mesa con manos temblorosas. -Tal vez lo conociste en algún momento y lo olvidaste. -El doncel llevó una mano a la cabeza y cerró los ojos con fuerza como intentando concentrarse.


- Deidara -se repitió a sí mismo. -No lo sé.


- Está bien, tal vez más adelante nos puedas ayudar. -Asintió -Hablar podría ayudar, ¿por qué no nos cuentas un poco de tu vida?


- Ya se los dije todo -se refería al interrogatorio.


- ¿Dijiste que tenías un hermano no es así? Cuál es su nombre.


- Haku -Lo más importante para una mentira creíble era ser verosímil.


- ¿Es mayor que tú?


- No -sonrío al recordarlo -Es más pequeño así que también es como mi hijo. -Eso hirió un poco a Boruto, el doncel lo notó complacido.


- ¿Ah sí? Supongo que son muy unidos.


- Sí lo somos, cuando más triste me sentía solo Haku lograba hacerme sonreír. -Se llevó las manos al vientre como un gesto distraído.


- Lo sé, así son los hijos -intervino Kurotsuchi -Yo también tengo uno y aunque ya ha crecido bastante sigue siendo mi bebé. -Rio -Si no es demasiada indiscreción ¿qué le sucedió al tuyo?


- Se perdió -fue la escueta respuesta -Madre nunca quiso contar qué fue lo que verdaderamente pasó y era más triste intentar recordarlo así que solo lo dejábamos pasar y era tan buena conmigo que no tenía el derecho de exigirle nada. Ella solía decir que nací del sol y que Haku había nacido de la nieve y por eso nos llevábamos tan bien a pesar de no estar unidos por la sangre.


- ¿Entonces no son hermanos de verdad?


- ¡Somos hermanos de verdad! Solo no llevamos la misma sangre. Madre nos cuidó como si fuéramos legítimos y tal vez nos cuidaba demasiado. -Miró a ambos -Lo siento, estoy diciendo muchas tonterías.


- No, está bien. -le calmó la mujer.


- Me pone muy triste estar lejos de él pero creo que ustedes también lo entienden. Les ayudaré en todo lo que pueda para encontrar a Deidara, siento que es lo correcto y aunque suene tonto me da esperanzas de encontrar a mi pequeño. -Boruto se levantó violento consternado atragantándose con el deseo de revelar la verdad y cohibiendo de nuevo a doncel que en realidad estaba muy satisfecho de provocar este comportamiento.


- ¡Por favor cálmese! -le recordó Kurotsuchi. -Creo que han sido demasiadas emociones por hoy. Por qué no regresamos dentro, ya ha refrescado y posiblemente nuestro invitado desee descansar. -¿No era extraño que esta persona hablara tan elocuente? Ella lo notaba y tal vez Boruto también lo notaría si no estuviera tan ensimismado en el amor por su padre.


 


Al día siguiente no le prepararon la misma yukata simple, el joven Tsuchikage había insistido en que se le vistiera con un kimono de esos que solía usar su antecesor. Eligió uno color blanco con bordados ámbar que le sentaba de maravilla e invitó al mayor a recorrer la torre con él.


- Lo estuve pensando toda la noche señor y sé que no ayuda en nada pero recordé algo. -Eso captó de inmediato la atención del varón.


- ¡Cualquier cosa es importante! -lo vio tomar una ramita del piso y en una porción de tierra escribir.


- Deidara, recordé su nombre. -Miró alegre a Boruto esperando que él también estuviese alegre con ese recuerdo pero fruncía el ceño -Lo siento, olvídelo tal vez recordé mal -revolvió la tierra -algunas veces soy algo estúpido, dije una tontería, lo siento.


- No, nada de eso es solo que... ¿sabes escribir? -¡Claro! ¿Por qué nadie había pensado en algo tan simple como eso? Los campesinos no eran cultos en absoluto.


- Solo un poco -confesó aparentemente avergonzado.


- ¿Y dónde lo aprendiste? ¿Acaso tu madre te enseñó?


- No, para nada. No sé cómo pero sé algunas cosas. -Levantó los hombros, a pesar de en un principio creer que este niño sería más listo con las sutilezas parecía que el mejor camino para tenerlo de su lado sería darle indicios más evidentes de que comenzaba a recordar su pasado.


- Es algo extraño que no recuerdes cosas tan importantes de tu vida, las personas no nacen simplemente sabiendo.


- Hay muchas cosas que tampoco sé. Madre nunca quiso decir nada pero Haku me contó que un día simplemente aparecí entre la hierba y la neblina casi dando el último suspiro y ellas se encargaron de devolverme la vida que por poco abandonaba, antes de eso no recuerdo apenas nada. Era confuso y doloroso así que arbitrariamente decidí dejar de esforzarme por hacerlo. ¿Crees que tal vez lo conocí en el pasado?


- ¿A quién?


- A Deidara, evidentemente.


- Ven, te mostraré algo -lo llevo de la mano por la torre, el doncel apretó los dientes aguantando el impulso de separarse.


- ¿Qué es?


- La biblioteca de mi abuela.


- ¿Y no se molestará si entramos?


- ¡Ja, para nada! Ella falleció incluso mucho antes de que naciera. -Lo dijo sin pensar pero se arrepintió de inmediato al ver el rostro herido del mayor. -Nadie tiene permitido entrar aquí mas que yo pero no suelo hacerlo. -Abrió la puerta.


- En un lugar encantador -Deidara miró por todos lados recordando, todo estaba en su lugar. -¿Puedo? -se acercó a los libreros.


- Claro. -lo observó moverse por la habitación esperando que esta ayuda pronto diera frutos. Su caminar era tan propio, casi etéreo.


Deidara sabía exactamente donde buscar, entre los libros había dejado casi ocultos sus diarios. No eran demasiado personales porque siempre temió que Sasuke se involucrara en la poca privacidad que le permitía. Recordaba el último volumen donde casi todo era acerca de lo mucho que debía compartirle a Boruto para convertirlo en un buen Tsuchikage, claro eso era cuando aún lo consideraba su hijo.


Se quedó con el libro en las manos pero no quería abrirlo y dudó en entregarlo, sentía que eran mentiras en gran parte. Regresó con Boruto que no se había movido de la entrada y se lo entregó confiaba en la poca astucia del varón, esta sería una gran ayuda para ganar credibilidad y el chico no le cuestionaría nada.


- ¿Está bien si regreso a la habitación? De repente no me siento muy bien.


- Por supuesto, regresemos.


Boruto se quedó con el libro en las manos pero no le dio mayor importancia. Ya al anochecer después de la cena se animó a hojearlo desganado pues en un principió creyó que simplemente había sido tomado al azar. Grande fue su sorpresa al revisar una de sus páginas con cuidado.


¿De verdad esto no podía ser una simple coincidencia o sí? Por suerte desde el altercado Kurotsuchi se quedaba a dormir en la torre y corrió a buscarla.


- ¿Qué pasa?


- ¡Mira lo que me ha dado! -lo miró sorprendida -Tiene que ser él, no hay duda de que lo es pero por alguna razón no recuerda quién es.


A la pelinegra le bastó una hojeada para saber de qué escrito se trataba. Entonces creyó entender las señales que enviaba su amigo Deidara. No es que no recordará gran parte de su pasado, incluso podía que recordara todo demasiado bien, solo quería fingir que no lo hacía porque entre menos peligro representara para los que planearon su muerte más seguro estaría dentro de la torre. Ella esperaría paciente a su señal para apoyarlo, por lo pronto se mantendría a su servicio en silencio.


- Esto será peligroso Boruto.


- ¿A qué te refieres?


- A que si de verdad es tu padre es casi un milagro que haya sobrevivido en el anonimato por tantos años y sin sus recuerdos es un blanco fácil.


- ¿Un blanco para quién?


- Boruto... -Suspiró y lo miró enternecida -podría ser para cualquiera especialmente ahora que se acerca la guerra. Tu padre Uchiha se está buscando tantos enemigos que cuando entren en desesperación intentarán hacerle daño usando cualquier medio. ¿Me entiendes?


- ¡Perfectamente... pero ya no soy un niño! Ahora puedo protegerlo. -Lo decía muy seguro de sí mismo.


- Estoy segura de que sí. Cuidémoslo incluso cuando se pueda cuidar por sí mismo. -El rubio asintió ignorante de que Kurotsuchi quería revelar quién era el verdadero peligro y de su pronta presencia en la torre.


 


 


 


- Entonces... Deidara es tu padre y tuvo un accidente cuando eras pequeño.


- Correcto.


- ¿Y él... no es probable que tal vez falleciera?


- Eso creímos durante todo este tiempo sin embargo estoy seguro de que no fue así.


- ¿Por eso lo buscas?


- No, no lo busco. ¡Lo encontré! -El doncel levantó una ceja confundido -Eres tú, tú eres Deidara, mi padre, el Tsuchikage.


- ¡Ja! -Intentó reír pero temía verse demasiado orgulloso -Imposible, soy solo un campesino.


- ¡No, eres Deidara! -El rubio mayor se levantó y caminó en círculos tomándose el pelo fingiendo incredulidad.


- ¡Imposible!


- ¿Por qué te niegas a creerlo? Algo pasó, eso es seguro y ninguno de nosotros lo sabe a ciencia cierta y tal vez nunca lo sepamos pero el único que no recuerda conscientemente eres tú; nosotros en cambio te recordamos perfectamente.


- Es que no puede ser cierto. Si lo fuese quiere decir que eres lo que tantos años estuve buscando, la pieza que hizo un hueco en mi corazón... es que acaso serás... ¿mi hijo? -se le cerraba la garganta al llamarlo así y no de anhelo como lo quiso interpretar Boruto, era un sentimiento quemante y agrio en su interior.


- ¡Así es! -se acercó con alegría a tomarle ambas manos y besarlas -¡Soy tu hijo! -sintió el cálido tacto de la palma contraria en su mejilla.


- ¡Lo siento mucho entonces! -Boruto le miró y su padre parecía muy arrepentido -te abandoné a tu suerte siendo apenas un niño y seguramente sufriste la ausencia de mi figura. ¿Me perdonarás algún día? Porque no creo que yo pueda hacerlo conmigo mismo.


- No hay nada qué perdonar. Solo quiero celebrar tu regreso, no hay ningún rencor en mí. No podría haberlo, mis memorias a tu lado son lo único que me mantuvo vivo todo este tiempo.


Aunque debía seguir fingiendo esa revelación le agrietó el corazón. El plan no era sentir pena por este Uchiha y aun así era deprimente saber lo dura que debió haber sido su vida con alguien como Sasuke a su lado. Aun así sonreía honestamente al verlo, los Uchiha no eran de confianza, mucho menos buenos samaritanos pero Boruto... ¡no! Podía darse el derecho de fingir amor fraternal sin embargo no perdería de vista que este varón frente a él también era su enemigo y que al final del día en sus venas corría la sangre del hombre que más odiaba en el mundo. Ambos debían poseer la misma oscuridad en su interior.


Deidara no se consideraba un doncel de corazón frío y dudaba poder empezar a serlo. Tal vez se había vuelto más duro en algunos sentidos y las nimiedades ya no tenían efecto en sus pensamientos pero jamás se podría decir que fue insensible o desafecto. Todos en Akatsuki lo sabían, seguramente por eso se esforzaron tanto por entrenarlo mentalmente para no sucumbir ante sus pasiones y mostrar su tan característica impulsividad- Estaba haciendo un trabajo estupendo en mostrarse como el Tsuchikage sensible y de poco carácter que fue por muchos años, aquel al que -casi- todos persistían en proteger... les estaba dando el doncel que se esperaba y muy seguramente demasiado convincente porque en pocos días ya había logrado su credibilidad.


Sin embargo faltaba una pieza por mostrarse, Sasuke Uchiha, dueño de todo su odio. Cuando apareciera ante su rostro usaría toda la firmeza adquirida a través de los años para continuar con el juego y recordar porque debía eliminar a todos los miembros de ese clan.


Toda esta simpatía que ahora empezaba a sentir por Boruto tal vez se le olvidaría en ese momento y si no era así ya decidiría que hacer con él.


 


La mayoría de las personas lo trataba con mucho cariño y se ocupaban de ayudarle a recordar y de platicar con él, cosas bastante sencillas y que en realidad no le interesaban, pero aparentaba que sí por pura gentileza puesto que no tenía nada en su contra. Todos eran buenos súbditos.


El día cada vez estaba más cercano, ya estaba por cumplir las dos semanas en esa aldea y pronto se escucharían las trompetas anunciando que el Uchiha entraba en la ciudad. ¿Cuál sería su reacción? Enojo, por supuesto, pero eso no era lo importante sino lo que mostraría ante los demás. Ahora que todos confiaban en su veracidad no sería fácil echarlo súbitamente de la Roca aunque, quién podía tener esa seguridad cuando Sasuke era capaz de entrar en una rabia y frustración tan profunda que impondría sus deseos y hasta lo creía capaz de matarlo ahí frente a todos.


Bueno, podía intentarlo aunque ahora Deidara tenía la convicción de que no moriría de una forma tan patética en esas manos. No temería, al contrario, lo retaría a mostrase como el verdadero monstruo que siempre fue y en todo su esplendor. Le conocía, esos pocos años sirvieron para enterarse de las cosas que en serio le molestaban.


Probablemente ser él mismo estaba en primer lugar, después de eso la rebeldía de los que consideraba inferiores y por tercero aquello que dañara a Naruto. Solo pensar el nombre de aquél doncel le disgustaba, casi tanto como llevar uno de sus kimonos puesto.


Ese color naranja chillante y horrible destacó entre todas las telas. Claro que no era algo que él ni por error hubiese adquirido como Tsuchikage y aun así ahora le pertenecía. Simuló que le encantaba y quiso reír al ver la cara de Boruto y Kurotsuchi como preguntándose si era en serio su decisión. Intentaron convencerlo de usar algún otro que fuera más acorde con su yo del pasado. Al final rechazó cualquier otra opción, usaría ese kimono para recibir a su esposo.


La única instrucción que recibió fue que debía entrevistarse con el susodicho apenas escuchara su anuncio, podía ser hoy, mañana o dentro de dos días pero debía estar muy atento.


La más preocupada era Kurotsuchi, una de las pocas que sabía de esa farsa de matrimonio además de los involucrados. Había aún muchas preguntas sin resolver para la pelinegra pero sería precipitado de su parte intentar obtener una respuesta. ¿Cómo se había salvado de ese supuesto accidente? ¿Cuál era la verdad sobre el destino de Itachi? ¿De verdad no recordaba nada, especialmente del trato que recibía por parte de Sasuke? Es decir, no es que ella estuviese segura de que su relación era violenta en lo físico, lo parecía sí, pero jamás hubo ninguna prueba; en lo sentimental claro que sí era bastante mala, solo hacía falta mirar con detenimiento la diferencia en sus expresiones al encararse con cada uno de los hermanos Uchiha.


Boruto apenas sí recordaba algunos momentos de tensión, creía recordar que sus padres no eran especialmente amables el uno con el otro -por ponerlo en palabras afables- pero a pesar de todo en su mente se estableció la idea de que si estuvieron casados y lo tuvieron a él definitivamente existió el amor en esa relación... así debía ser. Su esperanza era que la frialdad en la actitud de su padre varón incrementó debido al abatimiento por la pérdida de su pareja.


 


El rubio mayor se encontraba en su habitación leyendo uno de los tantos libros que ahora tenía amontonados en su escritorio, nadie le llevaba la contraria ya que creían que esas acciones entendiera o no entendiera el contenido de los textos le ayudaría a recobrar la memoria; por su parte Deidara lo único que quería era escoger el mejor acervo para enviarlo a Akatsuki.


¡Por fin! Las dichosas trompetas retumbaron dentro de la torre y de inmediato todo el comité encargado de cuidarlo apareció en su puerta. Repasó su apariencia en el espejo y retomó la mirada de inocencia que estaba seguro enojaría a Sasuke. Suspiró antes de dejarlos pasar.


- Deidara-san -este se negaba a ser llamado padre por Boruto -Ha llegado el momento. -Asintió.


- Estoy un poco nervioso. -confesó mientras caminaba a su lado en dirección al salón principal.


- No te preocupes, padre puede ser algo intimidante al principio pero estoy seguro de que al reconocerte reaccionará gratamente y en cualquier caso yo estaré a tu lado.


 


 


Sasuke cabalgaba a gran velocidad, decidió regresar solo para poder andar día y noche sin ningún impedimento. El disgusto le daba la energía que necesitaba para andar sin agotarse. A cada día que pasaba solo aumentaba la molestia.


Siempre supo que mientras no hubiera un cuerpo reconocible que velar la posibilidad ahí estaría latente, por años esperó su regreso y planeó la forma de acabar con él sin piedad; sin embargo nada de eso sucedió, no en los años siguientes, no en la primera década y creyó que ya no sucedería. No pensaba que fuese una coincidencia, en cualquier otro momento pudo haber sido pero no ahora. Ese doncel regresó buscando algo y lo encararía frente a todos hasta hacerlo quedar como un traidor.


A medio camino se encontró con Juugo, tenía tantas ganas de golpearlo y matarlo porque gracias a sus descuidos esto había sucedido. En el pasado él fue el encargado de contratar a los mercenarios que acabarían con la vida de Deidara, ese asunto nunca pudo ser esclarecido. Muchas cosas extrañas sucedieron, los cuerpos quemados e irreconocibles, todas las pertenencias robadas a excepción de las que portaba el Tsuchikage en ese momento, ninguno de los hombres que atacaron a los de la Roca fue visto de nuevo y lo más extraño, la supuesta muerte de su hermano en la Arena. Lo sencillo fue convencer a todos de que había sido el desterrado de la Hoja así en caso de que se le viera cerca lo capturarían de inmediato.


Nada más pasó en todos esos años y por eso decidió hasta cierto punto perdonar los errores del hombre que tanto tiempo le había sido leal.


Juugo le contó con brevedad lo que sucedía en la torre de la Roca, la supuesta pérdida de memoria del rubio y cómo tenía a todos embobados con su ingenuidad aunque algo definitivamente olía a podrido ahí dentro. Ahora era deber de Juugo averiguar qué tanto de su historia era real, debía viajar a la Niebla y descubrir sus verdades y sus mentiras a cualquier costo, especialmente averiguar qué tan lejos estaba Itachi de este asunto porque definitivamente si seguía vivo ese par no se separaría fácilmente.


 


Siguió el recorrido hasta la aldea y al llegar todos los aldeanos le miraban consternados en lugar de temerosos, Sasuke los notó de reojo y se enfadó más al no verlos agachar la cabeza.


- ¿Dónde? -preguntó a uno de los guardias.


- En el gran salón -todos estaban enterados del encuentro que acontecería.


No se tomó el tiempo de arreglarse ni de quitarse el uniforme, le urgía ver al detestable doncel lo más pronto posible.


Abrió la puerta de golpe y ahí parado en el centro se encontraba su supuesta familia.


- ¡Sasuke! -le oyó decir sorprendido.


- Deidara... -contestó. Definitivamente era él, de aquello no había duda. Era más viejo evidentemente, había cambiado en lo físico y lo que más le indigestaba era que usara la ropa de Naruto. Se acercó a él a paso firme.


Súbitamente Boruto tomó la mano de Deidara y afianzó el agarre para darle seguridad, el joven entendía que su padre podía ser temible; el doncel solo aguantó las ganas de soltarse para no desviar la atención de Sasuke.


- Déjennos solos -le ordenó a su hijo y a todos los mirones.


- Pero... -intentó excusarse Boruto.


- Te dije que nos dejaras solos -repitió molesto.


- Estaré afuera si me necesitas -le dijo tiernamente al doncel antes de salir.


Sasuke se acercó hasta rozar su calzado con el de Deidara. No despegó ni un instante sus ojos negros de los azules, eran puros y cristalinos como los recordaba, sí, se miraban ingenuos a primera vista. Ninguno rehuyó la mirada.


- Si recuerdo tu nombre debo ser quien dicen que soy. -Por fin habló Deidara con tranquilidad curvando ligeramente sus labios sabiendo que eso le causaría malestar al varón.


El guerrero le tomó por ambos brazos y no lo hizo en un gesto amable, lo aprisionó con fuerza sintiendo detrás de la suavidad de la tela la dureza de los huesos. Era un enclenque tal como recordaba, con la longitud de los dedos prácticamente alcanzaba a rodear por completo los bíceps. Deidara no perdió la compostura y ni un respingo dio al ser atrapado bruscamente, su rostro no cambio en absoluto muestra clara de que este ya no era el doncel que desapareció hace tantos años.


Sasuke lo lastimaba a propósito y debía dolerle el agarre, pero esto sería una batalla de nunca acabar, ahora no veía en Deidara la fragilidad como para romperlo con un ataque físico. Lo mejor sería encontrar la razón por la que justo en este momento había retornado. Su cuento de la memoria qué se lo compraran los estúpidos como Boruto. Juugo tenía razón, este rubio olía a podredumbre. Terminó por soltarlo y sonreírle complacido, le daría un buen juego si es lo que vino a buscar.


- Bienvenido a la aldea Deidara.


No dijo nada más, dio media vuelta y salió pasando de largo entre todos los chismosos. Se perdió entre los pasillos. Solo con verlo nadie pudo descifrar si estaba molesto o alegre de este reencuentro. Algunos pensaron que seguramente necesitaba un poco de espacio para digerir la noticia. Regresaron la vista al salón y ahí seguía parado el doncel simplemente viendo como se alejaba su esposo.


- ¿Estás bien? -se acercó Boruto preocupado de esa corta interacción.


- Sí, solo quiero ir a mi habitación.


Lo acompañó en completo silencio y le dejó descansar, tal vez había sido demasiado para ambos.


Apenas se encontró solo corrió a quitarse ese horrible kimono frente al espejo y descubrió sus brazos hasta los codos solo para comprobar lo rojo de la piel donde le había tomado Sasuke. Se enfureció en primera instancia, los músculos le dolían y de no estar en personaje le hubiese puesto un buen golpe a Sasuke en la nariz para rompérsela. Ahogó un grito de frustración en un chillido casi infantil y después de la rabieta respiro profundo; lamentó la violencia con la que fue tratado, pero qué significaba esa acción sino que había logrado su cometido de sacar al guerrero de sus casillas. Aunque el Uchiha fingió tranquilidad y parecía haberlo aceptado de buena forma seguramente había corrido donde Karin para encontrar la forma de hacerle la vida imposible o imposible vivir... no lo sabía, debía andarse con cuidado ahora más que antes.


 


 


 


 


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).