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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

Holi, un extra cute de otra de mis parejas fav de viejos cochinos

Haku recordaba muy claro la primera vez que vio a Zabuza. En el pueblo no había muchos niños con los que pudiera jugar y los padres de los pocos niños que conocía no les permitían acercarse a él porque venía de un lugar con mala reputación. Por eso no tenía muchas actividades entretenidas que hacer; en las noches esperaba quieto afuera de la casa donde trabajaba su padre y durante el día casi siempre estaba encerrado, solo en escasas oportunidades corría por las calles llenas de gente. Aprendió por su cuenta a recorrer todos los lugares para no perderse y poco a poco, no pensaba en ningún peligro y fue alejándose más y más hasta llegar a la cabaña más apartada del pueblo.

Los vio curioso desde lejos, Zabuza también era un niño y su padre le enseñaba a usar una espada de madera. Haku sonrió porque se imaginó que él era ese niño y que su padre le compartía un poco de tiempo. Se volvió una costumbre espiarlos de vez en cuando, en realidad no sabía cuántos días invirtió en ello ni el período de tiempo que transcurrió hasta que lo descubrieron. También recordaba muy bien ese día porque antes de eso su padre le había pegado por no pensar en las amenazas del exterior y ser tan descuidado yéndose a explorar lugares extraños. Casi le amarró a su lado por unas semanas, siempre quiso pasar tiempo con él pero no así, porque le asustaba tanto ruido en las noches y tanta gente pasando a su lado. Apenas se calmaron las aguas y le descuidaron de nuevo, corrió a su lugar seguro.

Ese día vez lo descubrió el padre, el señor Momochi, y aunque no se portó grosero como lo eran todos los adultos con él, se asustó como si hubiera visto un monstruo y no paraba de temblar. El señor le calmó y lo invitó a su mesa para comer, Zabuza le vio desconfiado y desconfiado solo en esa ocasión.

Con el paso de las semanas y de los meses se volvió muy común para Zabuza tener a Haku cerca, lo ayudaba a cargar agua, a limpiar la cabaña, a veces incluso le enseñaba aquello que su padre le compartía. Eran muy inocentes, después de todo solo eran unos niños cuando se conocieron.

Zabuza tenía algunos años más y se preguntó porque no había notado antes el maltrato que sufría Haku, tal vez porque siempre lo vio feliz y sonriendo a su alrededor y nunca se quejó de nada, jamás le vio llorar o con un sentimiento de tristeza. Podía verse normal, sin embargo ahora le eran muy evidentes los moretones que a veces tenía en los brazos o si caminaba extraño como si le dolieran las piernas, incluso podía llegar con alguna mejilla ligeramente enrojecida. Haku nunca dijo nada y al moreno le daba una gran intranquilidad ver a su amigo tan pequeño incapaz de defenderse.

Por eso le fue desesperante cuando pasaron los días y no regresaba. Hasta su padre se preocupó y sin dudarlo fue al pueblo a preguntar. Esa noche regresó con Haku y se quedó con ellos en la cabaña por una temporada donde todo se sentía muy tranquilo. Vio crecer al doncel hasta cambiar su cara infantil por unos rasgos hermosos que fue imposible no amar. Ya no eran niños, eran jóvenes pero seguían siendo ingenuos.

El destino se portó cruel con cada uno de ellos, sobreponerse en poco tiempo resultaba imposible, no estaban preparados de ninguna forma para sostener sin ningún cambio la relación infantil que habían construido.

 

Haku ahora lo entendía, siempre lo supo aunque su mente no lo razonaba. Su padre lo había abandonado aquella noche y le dejó con una deuda para conseguir la libertad a la que tenía derecho. A la dueña de la casa de citas le parecía que en un futuro el niño podía resultar una belleza como lo fue su padre doncel, por lo que no sería dura con él mientras crecía. Su destino mientras fuera un niño era ser un sirviente en esa casa y el señor Momochi al enterarse de esa injusticia pagó por permitirle tenerlo, pero esa mujer entre más lo veía crecer más subía su precio de renta hasta que ni toda la fama por haber salvado a ese lugar, ni todo el dinero que tenía el señor fue suficiente. Haku no deseaba causar más problemas, ya había causado los suficientes, esas riquezas no le pertenecían y pensó que había llegado el momento de terminar con la fantasía en la que había crecido. Esos años fue tan feliz que no importaba si ahora debía padecer un poco.

¡Ah, la dueña de la casa era tan malvada! Aunque tampoco la culpaba porque ahí nadie parecía ser especialmente alegre a excepción de los hombres que acudían por servicios. Lo cuidaron casi con lastima y con extrema delicadeza después de quitarle la posibilidad de decidir si algún día querría tener un hijo. Cuando se recuperó y después de atender a varios hombres supo porque había sido casi una obra de misericordia lo que hizo la dueña. Seguía con su apariencia tranquila y apenas amanecía olvidaba la noche anterior, comenzó a ser querido en esa casa porque no se metía en líos y era amable con todos los que ahí trabajaban. Incluso en pocas semanas empezó a ganar un poco de dinero y de inmediato corría a comprar algo para la familia Momochi, les cocinaba y gastaba las tardes en esa cabaña, ya hasta podía fingir que no le dolía el corazón cuando Zabuza lo miraba enojado.

 

El joven varón despreciaba lo que tenía que vivir Haku, quería ayudarlo con tanta desesperación que estaba muy determinado a dominar las técnicas de su padre para poder hacer una fortuna y alejar al doncel de todo esto.

Su padre era muy estricto con él y le desconcentraba su exigencia, los gritos y hasta los golpes. Cuando tuvo ese accidente con el fuego ese hombre ni siquiera se preocupó por su bienestar, se exaltó y recalcó lo inútil que era. Llamó al único médico que existía en ese pueblo y si ese hombre pareció alarmado por su estado no quería ni imaginar la reacción de su amigo. Se avergonzaba de su accidente, Haku ya no le reconocería y se asustaría al verle vendado prácticamente de la mitad del cuerpo. Recordó la tierna belleza de Haku que nunca se marchitaba y supo resignarse a que ni siquiera siendo el comerciante más prospero y respetado de todo el pueblo sería visto como una persona digna por el doncel.

La primera vez que se volvieron a encontrar Zabuza seguía muy adolorido como para huir. Esos ojos castaños se aguantaban las lagrimas e ignoró su voz ronca llamándolo e intentando animarlo. Desvío el rostro y no pudo actuar para detener al doncel de curar sus heridas y cambiarle los vendajes, solo cuando quiso ver su rostro lo detuvo y le miró lo más furioso que pudo para alejarlo. Ya no quería ver a Haku ni a su padre, en realidad lo que no quería era que nadie lo mirara a él.

El joven doncel no veía nada de esa inseguridad, solo quería cuidar a su amigo y que fuera igual que antes. Lo deseaba ver recuperado y entrenando, que pasaran tiempo juntos limpiando o llevando agua a casa. Se puso triste, hace mucho que eso no pasaba porque ahora debía pasar la noche trabajando y no todos los días tenía la energía de cuando era un niño; torció la boca, era obvio que Zabuza nunca elegiría a una persona que había caído tan bajo como él para compartir su vida; debía ser por eso que ahora le daba asco incluso que lo tocara, seguro que si no fuera porque se aprovechaba de su pobre condición después del accidente ni siquiera le permitiría estar cerca.

Vio a escondidas llorar al señor Momochi por su hijo, es que el hombre ya no podía hacer mucho porque aunque prometiera mil cosas nadie se apiadaba de su condición. Haku entendió que él podía ser de utilidad por primera vez, era hora de que por fin pagara el sacrificio por otro sacrificio. En realidad no le costó nada pensarlo y decidirse, no tenía una vida propia que quisiera más de lo que quería a Zabuza y por eso se endeudó por toda la vida con tal de pagar todo aquello que necesitara su amigo para curarse.

No le dolió que Zabuza no le agradeciera, después de todo él no le debía nada, lo que le dolió es que lo dejara atrás cuando estuvo recuperado. Se pidieron una sola cosa que el uno al otro pero que ninguno de los dos podía cumplir en ese momento. Zabuza pedía huir lejos con él, Haku le pidió quedarse con su padre. También fue un tema de dinero porque el doncel sabía que no podía dejar simplemente la deuda recién aumentada en manos del señor Momochi.

Sin despedirse y como si nunca hubiera existido Zabuza desapareció sin decir nada. Al doncel le dolió más que cuando se fue su padre y sentía también el dolor del señor Momochi.

El hombre mayor ya no iba para nada al pueblo, así que Haku con total honradez decidió que se haría cargo del señor que pareció envejecer el doble de rápido después de perder a su hijo, solo quería que le permitiera seguir yendo a verlo, que le permitiera seguir conservando su lugar seguro.

Y es que le parecía un infierno al principio cuando Zabuza era el chisme de novedad y la gente hablaba de él, de como huyó porque ahora era un monstruo, de cómo dejó al pequeño Haku con una gran deuda. El castaño se preguntaba ¿quién lo había dicho? ¿La vieja dueña de la casa o alguien que había escuchado a escondidas su trato? pero ninguno de esos chismosos conocía la verdad y solo cacareaban un montón de cosas falsas que no describían a la persona que él conocía. Cuando las habladurías parecieron detenerse se revivieron con menos intensidad al llegar un hombre que comentó que el hijo del señor Momochi ahora se encontraba en la aldea de la Niebla y que se dedicaba a hacer trabajos sucios para gente con grandes riquezas.

Haku no creía nada de eso, sabía que esas cosas se exageraban con facilidad con tal de hacer historias más interesantes y no aburrirse en este pueblo pequeño. Él solo quería seguir escuchando lo que los hombres que iban y venían hablaban, porque, tal vez y con suerte podría escuchar alguna anécdota que involucrara a Zabuza, sonaba poco probable pero no perdía las esperanzas, solo quería enterarse si estaba bien.

Así aprendió a ser más conversador y ganó un par de mañas para hacerse el trabajo más fácil. No le gustaba la persona en la que se convertía, se sentía vacío y sin rumbo qué seguir; se preguntó si su padre también se asfixiaba y por eso prefirió venderlo y huir, seguramente así había sido. Además, este lugar era cada vez más peligroso, sus vecinos los Exiliados estaban en guerra y como consecuencia la incertidumbre crecía en su pequeño pueblo. Algunos abandonaron el lugar, él no podía hacer eso, aquí seguía el señor Momochi y era el único lugar en el que si quería Zabuza podría encontrarlo, si se iba podrían no encontrarse jamás y además, ¿a dónde iría? Se sentía menos amargo saber que moriría en el lugar que conocía.

 

Las primaveras pasaron sin traer mayor felicidad. Lo que le hizo sentir mejor después de años fue la aparición de su hermano Deidara, ¡hasta el señor pareció animarse! Y el doncel era de la Roca, por las historias que sabía esa aldea no estaba lejos de la Niebla, tal vez él podría algún día ayudarle a saber de Zabuza. De pronto y con esa idea se animaba y el futuro parecía mejorar.

Los días eran divertidos con la actitud de su hermano, odiaba verlo triste por su matrimonio y aun así usaba sus trucos con palabras para convencerlo de quedarse aquí. Eso era muy ruin de su parte, si al final Deidara terminaba de verdad separado de su esposo no creía poder soportar la culpa.

Su felicidad duró poco, el señor Momochi estaba muriendo y solo le pidió esperar por su hijo y entregar una carta. No sabía qué decía, tampoco tenía certeza de nada pero el anciano le dijo estar seguro de que Zabuza regresaría una vez se enterara que había fallecido. Al final el hombre murió, el doncel nunca había llorado así, sentía que era imposible tener tanta agua en el cuerpo y que muy probablemente terminaría seco por dentro. El señor Momochi no era su padre pero le tenía un gran amor por protegerlo y dejarlo ser parte de su pequeña familia.

Se sintió más solo que nunca, ya no tenía a nadie. Si Deidara no se quedaba a su lado se preguntaba cuanto tiempo más sobreviviría. Por suerte su hermano aceptó esperar hasta que Zabuza apareciera.

 

Cuando lo vio sentado en la cabaña no pudo evitar sonreír, de verdad era el mismo Zabuza, lo veía mucho más grande y ahora que conocía a tantos hombres pensaba que el que tenía enfrente era definitivamente el más atractivo de todos.

Intentó acercarse a él de nuevo y ser amigos. Ahora que su padre no estaba ¿se quedaría aquí? Le quería dar razones para quedarse, insistió en forzar la amistad entre Deidara y el varón. Gran error, este sentimiento de rivalidad con su hermano no era bueno, ya no le gustaba que pasaran tanto tiempo juntos. Deidara era un doncel muy hermoso por supuesto pero sobre todo era una persona digna y claro que un hombre como Zabuza preferiría eso. ¿Y si escribía al esposo del doncel para que viniera a buscarlo? No, eso era demasiado, si su hermano no estaba listo para verlo terminaría odiándole.

Entonces pensó algo mucho más fácil. Zabuza era muy recto, sin embargo ya sabía como ganarse el favor de un varón, era indecente aunque bien podía ser la única forma en que le notara.

Le quería sonreír dulce y coqueto como a los hombres en la casa de citas pero si se encontraban sus ojos era inevitable sonrojarse y desviar la mirada con el corazón agitado. Y cuando estaba animado a tocarlo con casualidad sus manos sudaban a montones, no sería provocativo, sería asqueroso tocarlo con las manos húmedas.

Todo le parecía inútil y se entristecía constantemente, a excepción de cuando lo vio curando a Deidara. En ese momento se enfureció tanto que después de ayudar al rubio a ir a su cama para descansar fue a buscar agua y regresó apresurado para no dejarlos solos y en lugar de hacer dos viajes llevaba cargando más de lo que podía soportar. Estaba sudado, cansado, enojado, en su premura se volvió torpe y al final terminó tropezando en el pasto, quería llorar de humillación.

El ruido llamó la atención de Zabuza que iba en camino a buscar a Haku para dale una mano. Lo encontró sentado en el piso limpiando su nariz y sus ojos, su ropa estaba húmeda hasta la cintura y se le pegaba a las piernas, se quedó quieto y tragó saliva con dolor. No debía mirar a Haku con las intenciones que le exigía su imaginación. Se acercó y lo tomó de un codo para levantarlo, esperaba que el doncel no escuchara su corazón latiendo desesperado ni fuera capaz de notar a su cuerpo lujurioso que reaccionaba con cada una de sus acciones.

El pequeño castaño no podía mirarle a los ojos así que con sus años de experiencia ¿cómo podía ignorar el bulto formándose en los pantalones del hombre que llevaba tiempo queriendo seducir? Por primera vez agradeció tener esta apariencia que podía despertar la pasión en los varones.

Dijo el nombre del mayor con la voz temblorosa y sin temor de ser demasiado atrevido puso su mano sobre la protuberancia que resaltaba en la tela. Después de todo, esta falta de decencia era lo poco que podía ofrecer para darle aunque sea un momento de placer a Zabuza.

- Haku -resopló ronco a través de las vendas en su cara.

El varón no sabía si detener al doncel porque ese suave roce era agradable. ¿Por qué el castaño tocaría a alguien como él? Intentó alejarlo con muy poca voluntad y al sentir esa mano regresar ya no hizo un segundo intento. Lo sintió pegarse y humedecerlo con la tela mojada de su ropa, travieso desabrochó sus pantalones y tocó la piel del glande con sus dedos finos y cálidos. La mano de Haku era tan suave y tan experta, le acariciaba de arriba abajo forzando su piel a ir hacia atrás sin dolor solo para descubrir la punta humectada por donde paseaba su pulgar y retorcía con paciencia, usaba todos los fluidos que eran imposibles de contener para deslizarse en toda la extensión más fácil, se unió la otra mano y le acarició los testículos, jugó con ellos y Zabuza reaccionó apretándolo por el hombro, ahora su respiración pesada podía escucharse con más claridad.

- Haku -repitió su nombre, esta era la primera vez que alguien le tocaba en una parte tan privada. Miró hacia abajo al peinado tan característico del doncel y le recordó que estaba con el chico que llevaba queriendo tantos años. No podía con este sentimiento, se corrió en las manos gentiles que no se detuvieron hasta que sacó todo.

Hubo un silencio extraño. Zabuza no sabía cómo reaccionar, quería abrazar al castaño con cuidado pero también existía esa necesidad de tocarlo de regreso, de tirarlo al pasto, ser salvaje y frotarse contra su cuerpo. Sentía que de nuevo tendría una erección, se alejó un paso y acomodó su ropa.

- Regresa a casa. Iré por más agua. Cambia tu ropa. Deidara se preocupará. -Decía frases cortas y directas que desilusionaron a Haku. Igualmente el más joven asintió y se fue.

Llegó a la cabaña y se quitó la ropa mojada, miró su propia entrepierna y mordió la ropa sucia mientras se masturbaba a escondidas recordando el olor y el calor de la piel de Zabuza. Metió un par de dedos en su interior para imaginar que era el pene del varón, esto era indecente, se sentía muy mal en la consciencia usar de esta forma el recuerdo de su amigo, pero en su libido todas las fantasías eran muy provocadoras. Terminó antes de que le descubrieran.

 

Durante la tarde ya no podía mirar al varón sin ponerse nervioso y excitado. Apenas lo vio oportuno huyó al trabajo. Desde que había muerto el señor Momochi ya no era tan solicitado ni le trataban tan bien, lo entendía, en este negocio los favoritismos fluctuaban a gran velocidad, no había lealtades de ningún tipo y las últimas semanas le habían visto distante y retraído por su luto así que ya no era tan llamativo para las personas.

Pasó la noche pensando en si Zabuza se portaría extraño con él. Miró su mano recordando y se acarició el rostro.

Después de regresar a la cabaña en plena madrugada, se acostó a un lado de Deidara. El doncel rubio lo abrazó de forma protectora como de costumbre y Haku se quedó dormido hasta casi media mañana.

No era raro ver al pequeño doncel dormir hasta tarde, solo le dejaban el desayuno en la mesa y ellos se iban a entrenar. Deidara decía ya no sentir mucho dolor así que salieron a supráctica diaria.

- Zabuza olvidé mi espada en casa. -Se ganó una mirada de molestia.

- Ve por ella entonces.

- Tsk, sigo lastimado. No seas inhumano y ve tú, si regreso, a este ritmo tardaré años. -Exageró la situación. Quería ver si un tiempo a solas entre esos dos disminuía la tristeza de Haku.

- Ah, qué viejo tan inútil eres. -A pesar de esa ofensa el varón dio la vuelta y regresó de mala gana.

Entró con cuidado de no hacer ruido y no interrumpir el sueño del doncel. No encontraba la espada de Deidara por ninguna parte, debía estar en su habitación. Lo maldijo, si interrumpía el descanso de Haku ya no le ayudaría a entrenar por unos días como castigo.

Abrió la puerta y no había nadie, se extrañó y alertó. Agudizó el oído intentando descifrar si el castaño seguía en casa. Creyó oír algo de la habitación que ahora ocupaba para dormir, estaba tan acostumbrado a ser sigiloso que abrió esa puerta también con precaución.

- Mmmm -ese sonido tan erótico y ahogado le llegó muy claro directo a los tímpanos. -Ahh Zabuza -escuchó su nombre distorsionado. Haku no estaba de frente, solo le podía ver de perfil apretando una de sus prendas contra su boca y nariz mientras la otra mano utilizaba los dedos para complacerse por atrás. Este doncel atrevido le estaba dando una imagen increíble de su cuerpo desnudo, si le decían que esto era un sueño lo creería sin dudar. Los gemidos continuaban acompañados de sonidos húmedos. Los dedos entraban y salían con tanta facilidad y le permitía ver su interior lujurioso rogando por ser llenado.

Haku no lo había podido resistir, sentía que el recuerdo del olor de Zabuza desaparecería si no lo reforzaba. Aprovechó que estaría solo en la cabaña por unas horas y corrió a llenarse de ese aroma, juraba que no haría nada más pero recordaba el día anterior y se sentía tan necesitado de la presencia del varón que no lo pudo evitar. Apenas terminara de masturbarse lavaría su desastre, después de todo él se hacía cargo de varios quehaceres y nadie sospecharía de su actitud. Era un plan perfecto.

- No te asustes Haku -se sobresaltó al sentir el cambio en el peso sobre la cama y retiró los dedos de su interior de inmediato. La voz profunda intentó calmarlo pero estaba muy avergonzado de ser atrapado, no había donde esconderse y solo se cubrió la cara con ambas manos. Ahora Zabuza no tendría duda de que era un doncel con pudor inexistente.

El varón se encontraba agitado, abrazó ese cuerpo perfecto, era cálido, de buen olor, suave como la seda y reaccionaba increíble a sus toques tan descuidados. Le acarició el estómago pasando por el ombligo con calma hasta llegar a los huesos de la cadera y se cruzó con el pene duro del doncel. Lo acarició con todo el control que tenía para no asustarlo ni lastimarlo, le sintió reaccionar al contacto y echar el trasero hacia atrás.

Haku ya no podía aguantar a pesar de la vergüenza incial, esto era lo más cerca que quizá estaría de cumplir su cometido, si no aprovechaba ahora que había logrado excitar al varón tal vez en el futuro no pasaría de nuevo. Llevó una de sus manos atrás y como pudo liberó de los pantalones el temible falo que ya había alcanzado un gran tamaño y se encontraba totalmente duro. Sabía que dolería un poco pero no tenía miedo y acercó la punta a su entrada, solo lo sintió acariciar la parte exterior y Zabuza le agarró la mano llevándola sin aplicar fuerza hacia el frente acompañándolo a masturbarse. Él se frotó entre sus nalgas o de repente pasaba entre sus muslos, los sintió enterrarse entre su pelo que llevaba suelto y exhalarle cálido en la nuca. Apretó las piernas para atrapar el pene del moreno y poder tocarlo con sus manos junto al suyo. Esto era muy sucio y se sentía muy bien.

- Nnng más -era lo único que podía rogar, Zabuza lo abrazó más fuerte y aumentó el ritmo.

El varón podía sentir como la humedad de Haku se escurría sobre la base de su pene y era más fácil resbalar contra esa piel, el doncel era maravilloso, fue incontrolable correrse de nuevo en esas manos. Le gruñó en el oído y también lo sintió temblar entre sus brazos. Le besó el cabello a través de las vendas mil veces mientras se calmaban.

- Lo siento Haku, prepararé agua para que puedas limpiarte. -A los oídos del más joven la voz sonaba mucho más amigable, podía ser solo un consuelo para no darse cuenta de la urgencia con la que lo dejó solo. Prefería eso a tener la experiencia de explicarle porqué hacia esto en su habitación a escondidas.

 

Después de eso ya no hablaron mucho más, no se quedaban a solas pero compartían unas miradas inusuales. En esos ojos malvados Haku no podía ignorar que lo devoraba tal vez imaginándolo desnudo. Se sonrojaba solo de pensar en esas intensiones por parte de su amigo. Entonces los dos desviaban la mirada, el doncel por supuesto avergonzado y Zabuza intentando controlar su instinto, ambos sabían que no durarían mucho separados, cada día se sentían más en la urgencia de encontrarse de nuevo.

Sin decir palabras ya no se resistieron y entraban a la habitación de Zabuza y se tocaban con descaro explorando los puntos que más les gustaba acariciar del otro. Haku actuaba inusualmente tierno y escondía la cara en el pecho del mayor, esto lo continuó haciendo con más fuerza después de que Zabuza se enojara por intentar quitar sus vendas y besarlo. Entendía que seguía siendo un doncel que solo ofrecía placer y que su amigo no quería darle la confianza de verlo en su totalidad. Que tal vez entre más días pasaran más cerca estaría su partida y que no necesitaba una relación tan profunda, esa podía ser la razón por la que no pasaban de estos manoseos.

Haku no sabía porqué, pero tenía el presentimiento de que pronto se quedaría solo. Deidara regresaría a Akatsuki y Zabuza regresaría a la Niebla. No le quedaría otra opción que pasar los días en la casa de citas intentando obtener un poco de compañía por unos años más hasta que pasara su mejor época. Por eso, cuando su hermano dijo que iría al pueblo a dejar unas cartas quería aprovechar para hacer todo con Zabuza, así podría tener en su corazón y memoria el hecho de haber estado con un hombre que le gustaba como ningún otro y por el que tenía sentimientos que le hacían sonreír como un tonto.

Ya sabía que el moreno le buscaría y esta vez no lo dejó guiarle a su habitación, en cambio se metieron a la suya, esto era porque había robado uno de esos inciensos deshonestos que usaban en su trabajo para relajar y calentar a los clientes. No tardaron nada en abrazarse y estando seguro de que esta vez Zabuza no podría resistir se puso de rodillas y tomó en pene medio flácido con el propósito de meterlo en su boca.

- No lo hagas -le echó la frente hacia atrás. Esto ofendió a Haku, ya le quedaba claro que su cuerpo era un lugar tan sucio que no quería dejar nada en su interior. Aguantando la ofensa decidió que entonces lo forzaría como a él tantas veces le habían forzado a hacer actos que no quería. Si de verdad no deseaba compartir una relación con él entonces debía golpearlo con fuerza, de otra forma no se rendiría

Sacó la lengua y se acercó de nuevo. Lamió la punta y eso pareció romper la voluntad de Zabuza que relajó su empuje. El doncel tomó ese miembro con cariño y sin pensarlo mucho lo llevó hasta el fondo de la garganta, los ojos se le llenaron de lágrimas que por primera vez disfrutaba.

- Basta Haku

Zabuza se sentía extraño, su cuerpo reaccionaba sin control y el pequeño castaño no se lo ponía más fácil. Agachó la cabeza para mirar con curiosidad, el cabello suelto de Haku se movía de adelante hacia atrás mientras desaparecía entre esos hermosos labios su pene, las manos blancas sostenían la base y todo lo demás lo tragaba, sentía el tronco de su miembro ser acariciado por la lengua mientras su punta llegaba hasta lo que suponía era la estrechez de la garganta. Después lo sacaba y admiraba antes de lamerlo por toda la extensión. El doncel era tan atrevido, no tenía miedo de hacer estas cosas eróticas y parecer disfrutarlo mucho. Su pene era tratado con tanta maestría y él apenas era un principiante, si no fuera porque Haku ya le había enseñado un poco sobre el placer no podría haber reconocido que estaba apunto de correrse. Entonces con esos hermosos ojos grandes el castaño vio directo a los suyos y el corazón le golpeó tan fuerte que dolía, esa conexión entre sus miradas le llevaría al éxtasis. Podría ser desagradable para el doncel si lo hacía en su boca por eso intentó alejarse, pero Haku no cedió y se aferró a sus piernas y siguió succionando. Se lo advirtió y no escuchó, ahora ya no podía hacer nada para detener los fluidos que corrieron libres en esa cavidad y vio al doncel toser mientras dejaba escurrir el exceso por sus labios para después saborear lo que había quedado en su lengua. Ahora quería hacer lo mismo y regresar ese placer pero no se atrevía en plena luz sabiendo que causaría disgusto a Haku cuando viera sus vieja cicatrices. Solo le acarició la cabeza y la mejilla, ¿qué podía él hacer por Haku?

- Zabuza -lo llamó bajo y tímido mientras desabrochaba su ropa y la deslizaba por los hombros -¿puedes... puedes usar tus dedos? -se estremeció de decirlo y se giró sobre las rodillas para después inclinarse frente al varón.

Sabía a qué se refería el doncel, lo había visto hacerlo y ahora se exponía tan sincero. Lo dudó un poco y se rindió, moría por tentar el interior del castaño. Se hincó y acarició el trasero redondo y bien formado de Haku

De verdad que Zabuza era inexperto porque no buscó ninguna forma de humedecer los dedos antes e introdujo un par de ellos secos en su totalidad, los cuales forzaron la entrada del castaño, pero ya el interior estaba un poco húmedo y compensó la sensación irritante del principio.

- Ahhmm, muévelos -Haku intentó darle la guía para que empezara a sentirse un poco mejor, de verdad quería sentirse bien con Zabuza pero sus movimientos eran erráticos y su interior no se aflojaba. -Es suficiente -lo detuvo y pensando que no tenía mucho tiempo más para aprovechar le pidió que se sentara con las piernas extendidas. El mayor no dudó en obedecer, Haku era el experto aquí.

El doncel se preparó un poco mejor a la vista del moreno, le regaló ese espectáculo al varón para que terminara de endurecerse por segunda ocasión. Quiso hacerlo de frente pero no se lo permitieron. Entonces se quedó así dándole la espalda y colocó una de las manos en el suelo para darse soporte mientras la otra guiaba esa erección a su interior, fue solo un poco doloroso mientras se dejaba caer, sentía el sudor escurrirle por todo el cuerpo, era un pene de un tamaño que imponía y de un aspecto salvaje como nunca había visto. Lo sentía llegar muy profundo y presionar su punto más sensible. Soltó un suspiro de alivio cuando llegó a la base, ahora puso los brazos rectos con ambas manos sobre el suelo con para tener mayor fuerza, todo el cuerpo le temblaba.

- Solo un minuto -le pidió a Zabuza -Un minuto y me moveré. -Esas palabras tan simples hicieron que el pene del varón cobrara vida propia y se hinchara un poco más en el interior. Ambos lo sintieron y el moreno se movió por inercia logrando que el doncel gimiera alto.

- Lo siento Haku -Zabuza no pretendía llegar al punto de penetrarlo porque se volvería posesivo sobre el doncel, por otro lado esta sensación suave, caliente y húmeda envolviéndole no le permitieron detener a Haku.

El doncel al escuchar su nombre con esa voz profunda y tan afectada se puso todavía más sensible. Ya no podía esperar a pesar de que su interior no estaba del todo acostumbrado y comenzó a moverse de arriba abajo con ánimo.

Zabuza le tomaba del trasero y le ayudaba a llegar hasta la base en cada penetración, para el varón era un gran espectáculo ver como ese trasero redondo rebotaba contra su piel en cada choque, era irreal y seductor el simple hecho de admirar como esa pequeña flor se abría para recibirlo y no podía creer que de verdad estaba experimentando esto con su amigo.

A Haku se le atoraba en el pecho, nunca había sentido esto y las lágrimas se le escurrían de esta sensación increíble de quemazón por todo el cuerpo pero necesitaba más, estaba unido al varón y sin embargo lo quería mucho más cerca. Padeciendo un poco el cambió de posición llevó el torso hacia atrás hasta tener el pecho sudoroso de Zabuza como respaldo, le tomó las manos y acomodó una sobre su pecho para que lo acariciara y otra sobre su vientre para que lo mantuviera apretado contra su cuerpo.

- Ya casi -le advirtió Haku moviéndose más desenfrenado.

El varón paseó la mano por toda la piel de color claro que contrastaba con la suya, reconoció la dureza de los pezones y le vino una punzada de placer al imaginarlos erectos, con sus dedos toscos le pellizcó uno de ellos pasándose de fuerza y eso logró hacer que el doncel se corriera gritando el nombre de su amigo. Zabuza sintió muy claro el cambio en la presión sobre su pene y esos jugos mojándole, ya que esta era la primera vez que estaba dentro de alguien no podía aguantar y temiendo que esto fuera tomado por Haku como una agresión, contuvo la eyaculación un poco más solo para preguntar.

- ¿Lo quieres adentro? -de verdad estaba deseoso de correrse y unirse al doncel de esta manera.

- Nnng Zabuza -chilló todavía disfrutando su reciente orgasmo. Esas palabras le conmovieron. Claro que lo quería, lo necesitaba así. Asintió con la cabeza y no tenía seguridad de que su amigo hubiera entendido o simplemente no aguantó más pero expulsó todo el semen en sus entrañas. Se aferró a los brazos que le seguían apretando con fuerza, no quería que lo soltara jamás.

Ambos estaban sudorosos y cansados, pero muy complacidos.

Zabuza le abrazó por un buen rato. No sabía si este era el momento adecuado para revelarle los sentimientos que llevaba cargando desde su adolescencia, ¿y si lo asustaba por ser demasiado? Vio la espalda del doncel, su cuello era hermoso, los hombros pequeños y sonrojados le hacían ver tan frágil que no se atrevería a poner una carga tan pesada sobre ellos.

- ¿Zabuza, te gusto? -los dientes le temblaban al animarse a hacer esa pregunta. Necesitaba saber si al menos le parecía lo suficientemente lindo como para tener una relación más prolongada.

- Haku me gustas mucho. -Lo apretó más, él no se atrevería a preguntar lo mismo. Aunque el varón no podía verlo Haku sonrió y sus ojos se iluminaron.

- Tú también me gustas mucho. -Las palabras de Haku le transmitieron tanta paz que sin importar sus inseguridades no pudo dudar ni un poco de la veracidad. No se preguntó por qué, simplemente se alegró por saber que el doncel le correspondía.

Al salir de la habitación se encontraron con Deidara sentado a la mesa mirándolos fijamente con diversión. Habían sido demasiado descuidados y seguro que los había visto.

 

- Zabuza, pronto regresaré a mi aldea y sé que tú también deseas partir. No dejaré a Haku solo, si él solo no puede alejarse de esa casa de mala muerte entonces yo tomaré esa decisión en su lugar. Sin embargo, si tus sentimientos de verdad son sinceros no diré nada si quieres ser quien lo aleje de este lugar. ¿Lo llevarás contigo?

- Haku es quien tiene que decidir. -El rubio se molestó por esa respuesta tan pasiva.

- Si le preguntas si quiere quedarse aquí dirá que sí, si le pides que vaya conmigo dirá que sí, si le dices que vaya contigo dirá que sí. Él ya decidió, no seas tan ciego, hará lo que tú le digas que haga. No es que no tenga voluntad, solo que su mayor deseo es no causarte problemas. Entonces, ¿qué harás? ¿tomarás la responsabilidad de estar para Haku?

Deidara pensaba dar más sermones. Estaba seguro de que a pesar de las inseguridades se llevaría al doncel e incluso se sorprendió al escuchar a Zabuza confesando la culpa que sintió en el pasado cuando se enteró de la deuda de su amigo, ese fue su principal objetivo de irse y regresar solo hasta ahora, ya había quedado saldada esa cuenta y si Haku con la libertad que tenía de verdad le elegía para estar juntos, él estaría encantado de ser su pareja.

El rubio sonrió, ahora solo podía darle su bendición a Haku.

 

- Haku, te prometo que nuestros caminos volverán a encontrarse algún día porque somos hermanos para toda la vida. Si en algún momento necesitas mi ayuda ya sabes a dónde ir. -Se abrazaron. -Cuida a Zabuza.

- Claro -le sonrío.

- Y no te aproveches. -le advirtió porque Haku era un doncel tan inteligente que con facilidad podría manipular a un hombre enamorado. -Sé que harías cualquier cosa por él y que muy en el fondo tú también sabes que Zabuza haría lo que sea por ti, y si no es así dímelo y le romperé la cara.

- Jaja, Deidara, Zabuza me dijo que le gusto mucho. Yo con eso ya gané en la vida.

El rubio le sonrío con ternura, a veces envidiaba esa sencillez de Haku. Nada parecía mortificarlo y con algo tan sencillo como unas palabras de amor ya no necesitaba más, ni siquiera buscaría más.

 

 

Después de que Deidara partió, ellos tampoco se quedarían mucho tiempo. En la Niebla les esperaba una nueva vida juntos.

A Haku le embargaba la melancolía de alejarse del único lugar que conocía porque ahí estaban todos sus recuerdos, no todos eran buenos pero igual significaba mucho para él haber vivido tantos años ahí. Por otro lado, veía un futuro que le ilusionaba bastante. Miró a Zabuza y sabía que la tristeza no le duraría ni medio día teniéndolo al lado. De verdad quería entregarle absolutamente todo a este hombre, que le amara o le destruyera pero que ya no lo dejara solo nunca más. Lo pensaba con total confianza en que Zabuza en realidad nunca lo dañaría ni heriría su dignidad.

Se montaron en el caballo que Deidara les había obsequiado. Tenía una mejor forma que el de Zabuza y seguro no sería una carga llevar a dos personas.

- Si te sientes incómodo en algún momento podemos parar a descansar.

- No te preocupes, estoy acostumbrado a cabalgar.

- ¿En serio? ¿Deidara te enseñó? -hasta donde sabía Haku nunca tuvo acceso a un caballo.

El doncel solo aguantó la risa, aunque adorable no era un adjetivo que concordara con la apariencia del varón describía a la perfección su comportamiento. Estaba muy complacido de poder compartir el resto de su vida con Zabuza, ya nunca lo dejaría.

 

 

 

 

 

 

 

Jajaja esta pareja es mi gustito, obvio debían tener un pasado trágico para darle sabor a la cosa pero yo solo los quería imaginar c*giendo, lo dije, no me arrepiento.

Tal vez ya lo notaron pero me gusta más escribir a los seme enculándose primero y que Haku todo tierno se haya llevado la primera vez de Zabuza, bocatto di cardinale ‘”

Próximo capítulo: yo no digo que la historia va mejorar, digo que va a haber más lemon.

Beses ❤️


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