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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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El más bello de los mares
Es aquel que no hemos visto.

La más linda de las criaturas
Todavía no ha crecido.

Nuestros días más hermosos
Aún no los hemos vivido.

Y lo mejor de todo aquello que quiero decirte
Todavía no te lo he dicho.

 

Después del ataque al Clan Uchiha los miembros de Akatsuki ya les esperaban en la cercanía para ayudarles a huir. Debido a la acción tan precipitada de Hidan, Itachi y Kisame habían resultado más heridos de lo que se esperaba.

El pelinegro no sentía ningún remordimiento de sus acciones, de hecho le enorgullecía haber acabado con la mujer de la cual le había dolido más la traición, porque fue a ella a la que alguna vez le tuvo más cariño.

Apenas sus tímpanos se recuperaron y pudo caminar decentemente, huyó de la guardia de Sakura sin hacer caso de sus recomendaciones cuando iban en el trayecto de regreso a Akatsuki y ya no estaban tan cerca de la Roca. No tenía un plan claro solo quería ir corriendo a buscar a su esposo.

Pain lo detuvo y le advirtió que no lo encontraría ahí, ya nadie de Akatsuki permanecía en esa aldea. No le importó, necesitaba verlo de inmediato, tomó sus cosas y se fue. En efecto, Deidara ya no estaba en la Roca. Kurotsuchi lo confirmó y dijo creer que estaría en Akatsuki, ya que había prometido ser aliados incondicionales.

Después de eso cabalgó hasta llegar a la Niebla. No le caía nada bien Haku y no conocía de nada al otro hombre. Intentó ser amable para recibir la ayuda que necesitaba, se molestó con ellos cuando le dijeron que Deidara no estaba ahí pero que les pidió moverse a Akatsuki si una guerra empezaba.

Entonces Itachi creyó que tal vez Deidara sí había regresado directamente a Akatsuki y que de haberse quedado con ellos ya se habrían encontrado. Ahora se enojó consigo mismo por ser tan impulsivo cuando se trataba de su esposo, también le llegó el sentimiento incómodo de que sus planes de estar juntos nunca podía salir del todo bien.

Cabalgó de nuevo hasta llegar a la aldea y de inmediato fue a su hogar. Todo estaba muy silencioso y se desesperó. Corrió a la guarida. Konan lo encontró y no expresó en su rostro lo divertido que le seguía resultando la imagen de Itachi volviéndose loco.

- ¿Dónde está todo el mundo?

- ¿No esperabas que en casa o sí? Tú mismo dejaste a Ino aquí antes de irte.

Itachi solo frunció el ceño y fue a buscar a su hija. Se tardó en hacerlo, ya había olvidado lo difícil que era encontrar a esa niña suya, tenía tanta energía y carisma que si no estaba con sus amigas, estaría entrenando con los hijos de Pain o con cualquier chico perdiendo el tiempo. Por fin respiró cuando la vio probando algunas armas junto a sus amigos.

- ¡Papá! -Corrió a abrazarlo y lo alejó de ahí.

No es que la rubia hubiera sido falsa con su emoción, tampoco que no quisiera a sus padres de vuelta pero estaba tan acostumbrada a tenerlos lejos que ahora con su regreso sentía que de alguna forma se había acabado su independencia y por lo tanto la diversión.

- ¡Ino! -Se había sentido un poco culpable por solo pensar en Deidara en todo este tiempo, pero estaba muy feliz de reencontrarse con su hija y ver que ahora estaba incluso más linda. Le besó la cabeza y después de preguntar cómo estaba y cómo le había ido en todo ese tiempo por fin preguntó por el doncel.

- Ah, él dijo... -debía pensar con cuidado sus palabras, si decía las cosas de la forma correcta podría lograr que su padre varón no la vigilara por un tiempo -dijo que pronto volvería.

- ¿No dijo a dónde iría? -se cruzó de brazos con evidente frustración.

- Hmm... dijo que iría a cuidar la tumba de su maestro. -Ino se puso inusualmente seria - Papá no te molestes con él.

- ¿Por qué lo dices? -se relajó un poco.

- No se veía como siempre. -Itachi compartió la preocupación de su hija.

El varón ya no estaba enojado, solo quería encontrar a su esposo. Si incluso no pudo fingir frente a Ino entonces de verdad debía ser algo grave. Claro, pensó que si Deidara llevaba a cabo su venganza ese sería el fin ¿cómo podría serlo? Ahora el doncel debía sentirse muy desolado, aunque le alegraba que los hubiera escogido a ellos sobre su aldea eso no significaba que fue una decisión fácil para su esposo. Al contrario, incluso si no se arrepentía debió haber sido de lo más difícil sacrificar su legado.

- ¿Irás a buscarlo? -La rubia tenía la esperanza de que con eso se fuera unos días más y ya cuando regresara su padre doncel lo mantendría ocupado.

- No en este momento, me quedaré unos días en caso de que regrese. -La vio sonreír un poco. No creía que Deidara fuera a regresar, solo deseaba pasar unos días con Ino para tranquilizarla.

No pudo aguantar mas que tres días. Solo de repente fue bastante obvio que Deidara no debía sentirse para nada estable pero ahora no pediría ayuda tan fácil e intentaría sanar sus heridas él solo. Y por encima de todo eso, ya no quería esperar ni un minuto más sin verlo.

 

Estaba reunido con Pain, Konan y su hija para avisarles que iría a encontrar a su esposo.

- Convéncelo de regresar, no importa qué. -Konan parecía preocupada al hablar, lo cual decía mucho porque ella normalmente insinuaría dejar a Deidara hacer su voluntad. Itachi asintió.

- Volveré pronto cariño y traeré a tu padre de vuelta, no te preocupes por nosotros.

Abrazó a Ino por última vez antes de irse.

- ¿Por qué preocupaste así a tu padre? Deidara te dijo que debías ir con él. -Preguntó Pain e Ino suspiró.

- Será asqueroso cuando se vean. -Exageró su gesto de desagrado.

Hasta Konan sonrió, la pequeña conocía bien a sus padres. Pain le reclamó con la vista a ambas, a su esposa especialmente por contribuir al pánico de Itachi fingiendo más preocupación de la que en realidad tenía. No culpaba a Ino por cómo actuó, seguía siendo joven y todavía no era muy consciente de sus actos, así que la justificó pensando que amaba mucho a sus padres y les quería dar un tiempo juntos.

Ino por fin pudo respirar tranquila, con su padre doncel no tenía este conflicto porque era menos estricto pero cuando su padre varón estaba rondándola todos la evitaban como si tuviera una enfermedad contagiosa.

 

 

- Deidara -por fin respiró después de semanas de seguirle los pasos. Lo ubicó de inmediato entre el pasto usando su capa de Akatsuki. Solo estaba ahí tirado ni siquiera viendo el cielo, solo tirado con los ojos cerrados y esa simpleza bastó para deleitarle la vista .

- ¿Itachi? -Le costó acostumbrarse a la luz y talló sus ojos un poco solo hasta que pudo enfocarlo bien. No sabía si reír o llorar porque se sentía muy feliz de volver a verlo. -¿E Ino? -No la veía por ninguna parte.

- Se quedó en la guarida. -Tomó lugar al lado de su esposo.

- ¡Esa niña! Le dije que viniera contigo. La castigaré cuando regresemos. -Itachi se sorprendió por la reacción, pensó que encontraría a un rubio taciturno y distante; pero así prefería a su Deidara, hablando con energía.

- No lo hagas. También está preocupada por ti, yo le pedí que se quedara en Akatsuki.

- ¿Ah sí? -Entonces el doncel entendió que seguramente Ino estuvo jugando con la inquietud de su padre aprovechándose del hecho de que Itachi transmitía una urgencia inusual en sus acciones. -¿Por qué tardaste tanto en regresar? ¿Por qué no llegaste con los demás?

- Ah, eso. No sé, creí que tú no regresarías directamente a Akatsuki. Fui a la Roca a buscarte y luego con Haku. ¿Por qué regresaste aquí?

- Quería alejarme un tiempo de todo, descansar, estar en paz. -Aunque Deidara decía esas palabras para sí mismo también quería lo mismo para su familia. Por eso quería que Ino viniera; sin embargo, ahora creía que era mejor estar solo con Itachi, lo veía algo aturdido y extraño. Esperaba que solo fuera el estrés contenido de lo que vivieron y que pronto desapareciera.

- Quisiera saber algunas cosas. -El doncel asintió. Esa mirada azul y profunda calmó al varón y le dio la impresión de que Deidara le ofrecía libertad para seguir resolviendo sus dudas. Se sentó a su lado. -¿Tú sabías lo que haría cuando viera a Mikoto?

- Saber, no. Lo creía. -Le dio una pequeña sonrisa.

- Entonces pensabas que en algún escenario podía ser diferente. -Deidara suspiró.

- Pienso que en cualquier camino estaremos juntos. No podía tener certeza sobre tus decisiones, yo esperaba que hicieras justo esto; sin embargo, correría el riesgo de dejarlo a tu criterio porque lo que de verdad quería es que tuvieras la oportunidad de elegir. -Se quedaron en silencio un momento. -No es como si tú no pensaras algo parecido, ¿creías que podía elegir la Roca, no es así? Por eso fuiste primero ahí.

- Es cierto -se sinceró y le sonrió. Había pensado que Deidara puso a prueba su lealtad al enviarlo a la Hoja cuando en realidad siempre tuvo una gran confianza en lo incorruptible de su amor. Eso le traía un gran alivio. -Podemos decir que ambos elegimos correctamente. -De nuevo un silencio.

Deidara tenía que decir algo más pero necesitaba encontrar las palabras.

- Perdóname Itachi, fui muy malo contigo. -Se acercó suave hasta poder tomar su mano -No dudé ni un poco de que sobrevivirías a cualquier contratiempo pero cuando no te vi regresar a la Roca temía que tal vez estabas conflictuado porque te orillé a enfrentar a Mikoto y a tu clan. Ahora de verdad no hay muchos Uchiha regados por el mundo.

- Podemos hacer unos cuantos más si no te parecen suficientes. -El doncel aguantó la risa.

- ¡Cállate! Estoy tratando de ser serio contigo. -Le empujó por el hombro con una fuerza considerable pero que en realidad en cualquier otra circunstancia no habría sido un gran problema, solo que Itachi no se había cuidado correctamente después de la explosión y seguía cambiando de altitud como si no le afectara. Deidara notó el extraño desconcierto en los ojos negros de su esposo.

- ¿Qué te pasó?

- El accidente con el clan. -No le impidió a Deidara tomarlo por el rostro y acercarse preocupado, le hizo sentirse consentido. -Estuvimos muy cerca de la explosión y algunas veces todavía me siento un poco desorientado. -Se miraron a la cara, el doncel le regaló una mueca traviesa y sonrió de lado.

- Vamos a revisarte.

El varón no pudo evitar sonreír, más cuando sintió el cálido beso de Deidara sobre su oreja. Como Itachi empezó a acariciar su espalda el doncel continuó besando la zona, lamiendo y jalando suave el lóbulo hasta hacer gemir a su esposo.

-Pues yo creo que estás bastante bien. -Le habló cerca haciendo que todos los vellos de Itachi se erizaran y sin aguantar más estos juegos tontos le tomó de la nuca para besarlo, su rubio también estaba hambriento y echó uno de los brazos a su cuello para juntarse más. Sacaba la lengua y le lamía los labios, después la regresaba dentro de la boca y seguía jugando. -¿Puedes hacerlo?

- ¿Qué? -rió con esa pregunta, ahora que ya tenía a Deidara entre los brazos estaba muy simple y todo le causaba felicidad a su lado, sobre todo escuchar que el ojiazul también se riera.

- Soy un doncel de palabra y prometí algo la última vez que nos vimos. -¡Ah, sí! Itachi ahora lo recordaba. Ya era un hombre mayor y aún así se puso duro de inmediato excitado de esta mínima provocación.

Tomó al rubio por la cintura y lo acercó con cariño. Quería mucho a Deidara, lo había extrañado tanto que no había palabras para expresarlo y ya no quería separarse de él nunca más. Se tiró sin cuidado hacia atrás dejando al doncel sobre su pecho.

Deidara que era muy hábil se quitó los pantalones en un solo movimiento y un segundo después ya estaba desabrochando los de Itachi. Sabían que no se apresuraban solo porque el sexo era muy placentero sino que había un en ambos un rastro de preocupación que no desaparecería hasta que no se sintieran seguros de que este encuentro era muy real.

- Ah con calma Dei -le pidió excitado pero sin perder la prudencia de que el ojiazul no se lastimara. -Estas muy apretado.

- ¿De quién es la culpa? -No debió acelerarse después de tanto tiempo sin ser penetrado, su cuerpo parecía haber perdido la costumbre, aunque prefería esta breve incomodidad a seguir esperando. Las piernas le temblaban al impulsarse hacia arriba y dejarse caer con consciencia de que el pene de su esposo le acariciara con toda su extensión. -¿Ita, te gusta así? -Preguntó con los ojos cerrados concentrándose en el calor que le transmitía su esposo.

Sería imposible que no le gustara, su cuerpo disfrutaba con todos los sentidos porque Deidara le cobijaba en la parte más sensible, le mostraba esta imagen de gozo y le llenaba los oídos con una voz seductora.

- Es tu culpa Deidara. -Le respondió y sin anticipar su movimiento cambió las posiciones para dejar al rubio tirado sobre el pasto, el rubio gimió con necesidad cuando su interior quedó vacío. -Siempre me estás seduciendo.

Itachi levantó la capa estorbosa del doncel hasta el abdomen y acarició la piel expuesta. Acercó sus labios sobre el vientre y repartió varios besos mientras descendía hasta llegar al pene rosado y erecto que escurrió solo de sentir una caricia. El pelinegro puso una de las manos sobre el estómago de Deidara para evitar que se retorciera demasiado y se metió todo el miembro de una sola vez a la boca. Esos gemidos descarados calentaron al varón y ya se derretía por seguir penetrando a su esposo pero quería que él mismo humedeciera más su entrada antes de continuar. Cuando sintió que el doncel buscaba empujar su cadera a un ritmo más rápido supo que ya estaría lo suficientemente relajado como para que disfrutara más la relación. Se puso de nuevo entre las piernas y esta vez entró más fácil.

-¿Duele Dei? -lo cuestionó pero no se detuvo en ir aumentando el ritmo, al doncel solo le incomodó un poco, lo aguantaba y negó con la cabeza.

Solo unos segundos bastaron y ya no quedaba ni rastro de dolor, Deidara arrancaba el pasto con fuerza cada vez que su esposo se le clavaba hasta el fondo y ya solo le ardía la garganta de gemir. Estaban sacando todas esas emociones contenidas por fin después de tanto tiempo. También veía a Itachi sudoroso y desesperado por confirmar que todo esto era auténtico, que ambos estaban juntos de nuevo y con bien.

-Ah Dei, Dei, te amo. -Le apretaba la piel, perdido de cualquier racionalidad. El doncel lo acercó hasta poder abrazarlo, Itachi lo sentía con claridad, cada vez que ese interior se apretaba Deidara le jalaba el cabello y gemía fuerte. Comenzó a masturbarlo, quería correrse junto a él, parecían estar muy coordinados en esta ocasión a pesar de haber empezado de una manera tan salvaje.

- Itachiii -le chilló al oído -ya no aguanto.

¡El ojiazul era irresistible! No quedo otra opción para el mayor y se acomodó mejor sobre sus rodillas y levantó el trasero de su esposo para dar estocadas más certeras.

El varón sintió su pene ser apretado delatando el cercano orgasmo de su doncel y fue imposible no soltar de una vez todo su semen hasta la última gota. Deidara al experimentar ese calor en su interior también expulsó su esencia en la mano del pelinegro.

Itachi se acercaba a besarlo y el rubio reaccionó de la misma manera, su intensión fue recargarse sobre los codos para encontrar una posición más cómoda, sin embargo su brazo lastimado falseó y fue un temblor muy evidente para Itachi.

- ¿Qué pasó Deidara? -se preocupó y le ayudó a sentarse para terminar de quitar la capa. El rubio se mostró apenado por esa acción, le pareció muy sincero y adorable en ese momento a Itachi pero también se regañó por no haberlo notado antes.

Deidara se quedó callado, para contar la historia debía mencionar al bastardo y eso le amargaba el día además de avergonzarle por las secuelas que ahora debía enfrentar.

- Estaré bien -el pelinegro notó que no quería hablar de ese tema y entonces se imaginó una razón más de porqué Deidara regresó aquí, a este lugar apartado de todo, después de tanto tiempo. Debía traerle tranquilidad y esperanza de que lograría ser mejor en el dominio de su técnica en poco tiempo. Se limitó a besarle la frente para hacerle saber que estaría ahí a su lado.

- Itachi -Le llamó con un toque de diversión cambiando por completo la atmósfera. -¿Te gustaría tener otro hijo?

Deidara le sonrió, lo llevaba pensando un tiempo y desde que dejó la Roca evitó tomar cualquier cosa que evitara su embarazo así que ahora esperaba tener un hijo con Itachi y esta vez no era falso respecto a compartir ese deseo, sabía que su esposo no se negaría a la idea. Además este parecía el momento correcto, necesitaba recuperarse y nueve meses sonaban como un tiempo adecuado para matar dos pájaros de un tiro.

Por supuesto que Itachi aceptó con alegría.

Tal vez este encuentro no bastaría así que tendrían que intentarlo muchas más veces. Lo hicieron en el pasto, lo hicieron en la cabaña, una, dos, tres, quién sabe cuántas veces solo descansando cuando alguno de los dos ya no soportaba el dolor de sus lesiones.

 

- Dei regresemos a Akatsuki.

- De acuerdo.

- Te recuperarás pronto. -Lo abrazó muy fuerte por la cintura y escondió la cabeza en el pecho del rubio -Sabes que no me gustan tus explosiones pero me encanta verte feliz cuando las haces. El día que te sientas seguro yo mismo le pediré misiones a Pain para acompañarte y que puedas hacer lo que quieras.

- Bien.

Deidara sintió una calidez debido a la comprensión que ahora era muy sincera en ambos. Pronto tendrían una familia más grande y también le emocionaba la idea de viajar con Itachi y hacer un par de maldades.

 

 

Regresaron a la aldea después de unos días.

En realidad la situación había resultado muy conveniente para el líder de Akatsuki. Al principio le molestó que Deidara decidiera no quedarse en la Roca porque eso le restaba un aliado poderoso, sin embargo, el doncel conservaba una gran influencia en esa aldea y por ahora eso era suficiente. Por otro lado, además de poder recurrir a un aliado a través de él podía seguir aprovechando sus habilidades y las del Uchiha, así que él también tenía un gran interés porque los dos se recuperaran pronto y les dio todo su apoyo y facilidades para que recibieran los mejores tratamientos por parte de Konan.

 

- Puta vida, estoy harto. -Itachi ya se había acostumbrado a ese vocabulario pero ahora le dolía diferente. -Te lo juro, esta vez de verdad quería tener un bebé.

- Ya sé Dei pero igual no pasa nada. Pronto será.

Pronto, pronto, pronto. Pero ese pronto significaba más tiempo y no se haría más joven. Konan se lo dijo, esos perros le habían lastimado físicamente, tanto que incluso si todavía estaba en un rango de edad fértil podía ser que su cuerpo tuviera consecuencias de alguien mucho mayor. Incluso existía la posibilidad de que Ino fuera un verdadero milagro y que ya no pudiera parir de nuevo.

¿Está era una maldición de ese clan de mierda, no?

- Ojalá se estén pudriendo en el infierno, malditos hijos de...

- ¡Cálmate Dei! -No quería ver al rubio así. – Ya te dije que no pasa nada, mejor usa esa energía en prepararte.

Deidara hizo un poco más de berrinche pero era cierto, se enfocaría en algo de más provecho.

Itachi lo comprendía, su esposo debía estar así de frustrado porque muchas pequeñas cosas se acumularon. No podían tener un hijo, seguía sin recuperar por completo la motricidad en su brazo lastimado y la Hoja había puesto precio a sus cabezas. Creía que Deidara solo debía tener paciencia pero toda esa paciencia ya la había ocupado en la Roca y ahora no parecía ser capaz de esperar ni un minuto quieto y sin maldecir. Ninguno de los dos podía controlar lo que les era ajeno, por ahora solo podía ayudarlo con su recuperación, eso era lo único que se arreglaría con voluntad.

Aunque le tuvo que gritar en varias ocasiones a Deidara, al final logro recuperarse casi al 100%, tal vez solo faltaría afinar algunos detalles con el tiempo. Incluso Konan dijo que ya estaba bien. Sus dedos le obedecerían cada vez mejor con práctica. ¿Y qué mejor práctica que ir de misiones?

Pain fue conservador en sus ataques al principio porque tener dos elementos menos le complicaba un poco las cosas. Ahora con ese matrimonio recuperado y con ganas de pelear podrían mejorar su ofensiva. Cómo sea, tampoco le quitaba el sueño lo que hiciera la Hoja, por eso a ellos los ofendería ignorándolos y tratándolos como una amenaza menor; aunado a ello no quería que Itachi y Deidara se cruzaran con nadie de esa aldea, por eso los envío hasta el otro extremo de Akatsuki, a defender y expandirse por el sur.

A ese par les daba realmente igual, solo se llevarían a su hija. A Deidara le pareció gracioso, ambos sabían que no era únicamente por su seguridad, Itachi quería protegerla como padre de los hombres que se le acercaban; ¿qué acaso el varón no veía que su hija era tan preciosa que en ningún lugar se quedaría sin pretendientes? En eso no eran nada parecidos, a él le gustaba ver a su niña crecer, a su esposo le costaba mucho más dejarla ir.

 

Una vez que Deidara se resignó a que había muchas cosas que no podía controlar tomó una actitud mucho más relajada y cualquier escenario lo tornaba positivo. Estaba con Itachi y con Ino que era lo más importante, después de eso disfrutaba los paisajes pintados de fuego y se enorgullecía de que su Katsu cada día era más reconocido como un grito al cual temer.

Fueron buenos meses, por supuesto, no serían invencibles. Estadísticamente era imposible.

Les tendieron una pequeña trampa, todo el lado de Akatsuki sabía que no pasaría a mayores. Siempre esperaban que unos cuantos aldeanos irracionales y enojados porque les quitaron su territorio reaccionaran de esta manera. Los separaron para que dejaran el campamento y las casas robadas desprotegidas. Ino las cuidaba tomando el mando en su ausencia y cuando los atacaron ella no tuvo miedo, hizo lo que tenía que hacer. Por suerte sus padres llegaron antes de que las cosas se complicaran pero eso no arreglaba nada.

Ino estaba enojada, Itachi estaba mucho más enojado y Deidara comprendía a los dos. Antes de que ambos lo notaran puso su cara seria.

- Vete Itachi, yo hablaré con ella. – el pelinegro estuvo a punto de negarse pero vio a su esposo con los brazos cruzados y supo que esta vez era mejor que el doncel se hiciera cargo.

Cuando por fin estuvieron solos se acercó a una Ino inaccesible, nunca la había visto así. La acercó en un abrazo. ¡Ah, pensaba tantas cosas! No sabía si su hija se sentía humillada o seguía en estupor por ese ataque y en realidad solo tenía mucho miedo. Podían ser ambas cosas o podía ser algo diferente pero no lo adivinaría, quería que se lo dijera.

- ¿Quieres llorar? -Ino negó con la cabeza pero su cuerpo claramente no siguió esa orden y se empezaron a formar gruesas lágrimas que apenas comenzaban a escurrir ella limpiaba con rabia. – Está bien, no pasa nada. – La consoló. Se quedarían en silencio hasta que su pequeña estuviera lista para decir algo.

- ¡¿Por qué está tan enojado conmigo?! Él me enseñó a defenderme y viene a gritarme cómo si hubiera sido inconsciente de las consecuencias.

- Tranquila Ino – le acarició el pelo – Tu padre puede ser difícil de entender, por eso, no te esfuerces en ello. Ya sé que es molesto y confuso que reaccione de esa forma pero así es, no puede correr y venir a abrazarte mientras dice lo preocupado que está por tu vida. Te grita porque esa es la única forma que tiene de expresarse cuando está así de dolido. ¿Tonto, no? Pero no lo podemos cambiar – Deidara suspiró, seguía sin poder aceptar algunos comportamientos de su esposo. – Sin embargo en algo tiene razón, fuiste descuidada. Te vi. – Ino se giró para negarlo, no pudo defenderse porque su padre siguió hablando. – Lo dudaste por un momento, por la razón que haya sido te vi dudar de tu siguiente movimiento y por eso se aprovecharon. Esos hombres son un asco, si no fueras tan linda seguro que te hubieran matado pero planeaban hacerte algo peor.

- ¡Yo los hubiera matado a todos si se atrevían!

- Seguro que sí. -Le sonrió porque no lo decía en vano ni para consolarla, confiaba en que su hija no era un objetivo fácil. -Está bien Ino, eres muy joven y demasiado hábil, un día podrás hacerlo todo tú sola sin salir lastimada, no tengas duda de eso. Por ahora te falta experiencia, por eso aquí estamos nosotros y mientras aprendes puedes confiar en que te cuidaremos. Incluso si no quieres porque sigues siendo nuestra pequeñita.

- ¡Ahhg basta papá! -Se sonrojó un poco y Deidara sonrió, incluso su hija un poco rebelde y enojona le parecía adorable.

- Te queremos mucho -le dio un beso en la coronilla – Ahora iré a hablar con tu padre.

- Asco – el doncel sonrió, definitivamente le encantaba su hija.

 

Fue en busca de su esposo. Estaba allá en la habitación más alejada de la mansión que habían usurpado.

- ¿Estás calmado? -lo miró y ahora que estaban solos Itachi se permitía sentir un poco más.

- Deidara -dijo su nombre con una voz extraña y su rostro estaba tan asustado que no lo podía relajar. -No pasó nada pero no puedo dejar de pensar en que estuvo tan cerca.

- Ya sé. -Se acercó y lo abrazó pegando el oído a su pecho, su corazón estaba agitado. -Todo está bien.

- ¡No!

- Sí está. Tarde o temprano debía llevarse un susto para que pueda crecer. -Si le costó horrores aceptar que él como doncel ya sabía protegerse le costaría muchísimo más aceptar que su querida hija también estaba en ese camino a ser independiente. -Tranquilo. Puedes seguir gritándole o puedes ayudarla a mejorar. -Lo sentía muy tenso y no soltaría su abrazo hasta que no estuviera tranquilo. - ¿Quieres decir algo?

- ¿Por qué se tienen que parecer tanto? – Deidara rió bajo, en realidad los tres eran muy parecidos, era de esperarse. – No quiero que se aleje, quiero que esté a nuestro lado siempre.

- No es posible. -Sintió la tristeza de Itachi, le causó ternura que le preocupara tanto la autonomía de su hija -Aunque, yo sí puedo quedarme a tu lado siempre. -Le dijo a modo de consuelo y le miró divertido desde abajo, después lo besó tierno.

Itachi sabía que esto Deidara lo hacía muy consciente de que no se podía resistir a sus trucos para calmarlo. Aun así no tomó lo recién dicho por su esposo como un simple recurso más para atenuar sus inquietudes , creía en su promesa que de ahora en adelante ya no se separarían. No sabía porque pero el simple pensamiento de saber que envejecerían juntos le lleno el alma de alegría.

Correspondió el beso y lo profundizó, sentía que era su deber celebrar este juramento.

 

Lo tenía con el trasero alzado y ahogando los gemidos indecentes en la sábana.

- Mierda Itachi -Ya no sabía de qué otra forma pedirlo. Sus piernas temblaban y quería llorar de desesperación. Es que normalmente su esposo no se resistiría tanto y ahora lo estaba complaciendo muy lento, le encantaba, sí, pero también odiaba esa sensación de querer más. -Ponlo adentro ya o... o... -no sabía con qué amenazar.

Escuchó la risa de Itachi y le molestó su diversión. Si fuera irracional lo haría sufrir de la misma manera, se enojaría y le diría que entonces ya no hiciera nada pero sabía que esto era una provocación para que deseara más antes de recibir la recompensa, solo se trataba de un juego para frustrarlo pero él podía complacerse solo, no necesitaba de nadie para hacerlo. No se sentía igual de bien, lo que le daría satisfacción sería contribuir a esta provocación.

Retorciéndose logro girarse de nuevo, nadie podía demostrar que esa patada en la zona más sensible de Itachi fue a propósito. Como si estuviera solo comenzó a tocarse descarado y no se preocupó por retirar el cabello sobre su rostro, así era más fácil ignorar la mirada oscura sobre su cuerpo. Empezó a masturbarse y mover las caderas provocando, se pellizcó un pezón y luego el otro mientras soltaba gemidos sin guardarse nada. Le salían más chillones o más graves según subía y bajaba la velocidad de sus caricias. Su pene se ponía brillante de pre semen, ya casi llegaba al orgasmo, sintió una mano meterse entre sus muslos pero no lo permitió y la alejó de un manotazo leve mientras apretaba más las piernas.

- Dei..

- Ammm -lo calló con un gemido más alto. Estaba muy cerca de correrse, solo bastó con mirar apenas en un pestañeo a ese hombre y darse cuenta de su desesperación para liberar todo en su mano. Respiraba pesado mientras el cuerpo se recuperaba de los temblores. De nuevo sintió que intentaban separar sus piernas, no había demasiada fuerza y él también llevó las manos hacia abajo para entrelazar sus dedos con los de su esposo y alejarlo de nuevo de esa zona.

- Basta Deidara -en su voz declaraba la urgencia que ahora había intercambiado posiciones. No contestó nada, solo seguía respirando ruidoso y soltando algunos gemidos con maldad. Mantuvo los ojos cerrados y por fin se calmó, entonces de forma egoísta pasó una pierna hasta el otro lado para tener su cuerpo liberado y se giró con la intensión de dormir. -¡Deidara! -Itachi reclamó pensando que fue un idiota al querer ganar en las provocaciones, nunca aprendería, era mucho más débil que su doncel. Lo miró dolido y pronto escuchó una risita.

- Te lo buscaste, querías que te rogara.

Entrelazó de nuevo los dedos de sus manos y lo jaló al pelinegro suave para que lo abrazara por detrás pero no lo soltó y comenzó por repartir unos besos en la punta de los dedos para después lamerlos y meterse un par de ellos a la boca. El húmedo pene de su esposo se le restregaba en la piel de la espalda y era de verdad incontenible este deseo.

- Solo ponlo dentro.

Itachi no necesitó ni una palabra más y obedeció. Con su mano libre guio la erección dentro del rubio y se hundió de un solo movimiento llenándose de esa maravillosa sensación. El gemido de placer retumbó contra sus dedos, no podía aguantar más y comenzó con el movimiento de cadera fuerte y certero. La saliva de Deidara le humedecía más, mierda, estaba perdido. Empujó sus dedos más profundo acariciando todo el interior de la boca, el rubio le respondía retorciendo su lengua como si compartieran un beso, estaban haciendo de verdad un desastre de sus mentes, esto aunque extraño, para ambos se sentía muy bien. Con la cabeza se hizo un espacio entre el pelo rubio y beso desde el costado del cuello hasta la nuca rozando de vez en cuando los dientes pero sin lastimar la piel. Llevó a como pudo la mano libre hacia enfrente rodeando la cintura definida y acariciando ese abdomen que le enloquecía solo de verlo, entrecerró los ojos un momento pensando. Siguió hasta toparse con la erección ardiente del doncel y la acarició sin compasión.

- Ahhj Itachi – apretó su interior y casi ponía los ojos en blanco por esta acción. Algo raro pasaba, no sabía qué pero Dios, esto no se sentía igual que otras veces. No le daría muchas vueltas, era increíble sin mayor explicación.

- Dei... -Si no dejaba de estrecharse a cada respiro no aguantaría más. -Déjame verte -solo abandonó un instante esa cavidad para poder acomodarlo de nuevo. Lo dejó recostado y se puso entre sus piernas reclamando la entrada de su esposo una vez más, lo miró desde arriba paseando la vista, estaba a punto de decir algo y por sorpresa el rubio le tomó por el cuello y lo jaló para besarlo con torpeza entre gemidos.

Se rindieron, era imposible respirar así. Deidara arqueó la espalda y se corrió con un grito. Para Itachi no tenía caso intentar aguantar más, ya quería marcar por milésima vez a este hombre y le llenó con urgencia.

El doncel sonrío en cuanto su esposo se le tiró encima suave para ser abrazado.

- Dei, regresaré con ustedes.

- No es necesario, quédate un poco más. Puedo llevar a Ino yo solo, estaremos bien.

- Por favor Dei, no puedo dejarte así en tu estado -no sabía si en realidad Deidara estaba preparado para decirlo o si esperaba a que regresara en unas semanas. Pero esta vez no quería que su esposo estuviera solo.

- ¿Qué? -¿qué cosa estaba diciendo Itachi? lo miró tan extrañado, no entendía. El pelinegro descifró esa confusión, ¿tal vez estaba equivocado?

- Nada, nada. Pensé que tú... pero no importa. -Intentó abrazarlo de nuevo aunque Deidara no lo dejó y acercó las manos a su vientre.

El doncel se sonrojó un poco, ¿cómo es que Itachi lo notó antes que él mismo? Empezó a reír como un loco, estaba de verdad muy feliz porque pensó que nunca lo lograrían y ahora era real. La emoción era mucha aun así debía confirmarlo con Konan primero.

- ¡Vamos a Akatsuki!

Se mantuvieron en su misión para hacer todo como debían. Mantuvieron la amenaza sobre esas tierras hasta que llegó Zetsu y un renovado ejercito a relevarlos y explicaron cuál sería la nueva distribución de casas, cultivos y obligaciones que deberían tener con Akatsuki.

La gente de verdad creía que esos de capas negras eran terribles, en especial ese desequilibrado rubio. No los habían dañado, no a los habitantes comunes que se rindieron, pero todos presenciaron su maldad y ahora en este momento antes de marcharse les sonreía demasiado alegre como si nada hubiera pasado.

 

 

Konan confirmó las sospechas. Solo hizo unas advertencias, no debía seguir en misiones, lo mejor era mantenerse alejado de problemas y tensiones. No era el mejor momento para pedirlo porque estaban en guerra; sin embargo lo primordial para Deidara, si de verdad quería evitar las complicaciones en el embarazo, era descansar y no exigirse ni caer en preocupaciones.

Ambos estuvieron de acuerdo. Ino también necesitaba descansar y seguir entrenando. Cuando Haku y Zabuza llegaron fue todavía más llevadera la tranquilidad en casa. Simplemente esos días se sintieron como si todo estuviera en el lugar correcto.

Tanto que parecía un poco una vida irreal porque podían recostarse sin ninguna presión en el campo o en casa. Itachi atrapaba a su rubio entre los brazos y acariciaba con cariño el vientre esperando el día en que pudiera sentir al bebé moverse. Esta vez se sentía muy especial, ya no creía que Deidara cargaba con el embarazo, era difícil de explicar pero pasaban juntos tanto tiempo al día y podía ocuparse de cada capricho y necesidad del doncel que de verdad ambos estaban viviendo el proceso de desarrollo de su hijo.

Le hacía sonreír que Deidara no se estaba guardando nada, cualquier sentir se lo compartía así que Itachi sabía que si no le contaba algo tan importante a Deidara cuando este se enterara por otro lado terminaría enojado.

Entonces con tranquilidad le platicó que pronto se reunirían Akatsuki y la Roca para pactar un acuerdo.

- ¿Puedo ir? -preguntó con un evidente entusiasmo.

- No creo que sea lo mejor. -el doncel frunció el ceño y torció la boca.

- Hablaré con Konan. -Fue su última palabra, el pelinegro decidió no llevarle la contraria por ahorrarse una discusión que solo resultaría en algo perjudicial. Si el rubio no entraba en razón incluso estaba dispuesto a pedirle a Haku o a Sakura que intercedieran por él para convencerlo de soltar esa idea de ir a su aldea.

 

El doncel llegó a Akatsuki y de inmediato le dejaron hablar con la peliazul que realizó un chequeó rápido.

- No vayas Deidara. -Fue su recomendación, eso no es lo que el rubio esperaba escuchar. Creyó que lo apoyaría.

- Pero no estoy débil ¿o sí?

- No.

- ¿Entonces?

- Entonces ve. -La miró interrogante -No sé en qué momento puedes empeorar, es posible que solo pase de un segundo a otro. Mi recomendación es que no te arriesgues. -Veía que el doncel le daría un montón de posibles soluciones con tal de ir, así que continuó antes de que se atreviera -¿Cuál niño es más importante para ti Deidara, el de la Roca o este que crece en tu interior? Si por ir con el Tsuchikage aceptarás lo que pase, bueno o malo, entonces ve. -Todavía lo veía con ganas de insistir y si fuera cualquier otra persona le daría igual pero ella apreciaba demasiado a Deidara como para no hacerlo dimensionar el riesgo de una acción que podía sonar tan sencilla como viajar. -Este hijo solo tiene una oportunidad de nacer, para encontrarte con Boruto tendrás el resto de tus días.

 

Esas palabras había logrado asentar a Deidara, en estos últimos meses esta fue la primera vez que rememoraron la vida que llevaron antes.

- De verdad quería ir a ese encuentro.

- En otra ocasión será, más adelante seguiremos tratando con otras aldeas y podrás participar en alguna negociación con la tuya. -Deidara suspiró.

- No es solo por eso. -Tomó la mano de Itachi -¿Sabes? Este bebé me ha hecho pensar algunas cosas. ¿Tú ves a Boruto como tu sobrino? -Itachi nunca se había preguntado algo así pero tenía la respuesta muy clara.

- Ya había sido expulsado del clan cuando él nació, solo lo vi en las ocasiones en que visitabas la Arena y jamás he cruzado palabra con él, así que en realidad no nos conocemos de nada ni tenemos una relación más allá de lo genealógico.

- ¿Aún así puedes entender que es diferente para mí, verdad? Mi enojo fue irremediable durante todos los meses que estuve en la Roca y pensé en Boruto como un hombre que también planearía algo en mi contra. Lo vi como un aliado de los Uchiha porque creció con ellos, pero tú también te criaste con ese clan y no fuiste como ellos, al final me demostró que yo estaba equivocado. -Itachi lo escuchaba atento con el corazón abierto a no juzgar sus sentimientos. -Si no fuera por él, estaría muerto. Mírame ahora, ya no me siento enojado ni resentido ¿tú también lo notas, no? Y no sé si por eso puedo pensar con una nueva perspectiva o si estoy sensible por el embarazo, pero me gustaría algún día decirle a Boruto que aunque nuestra relación sea compleja e innombrable está bien si él me quiere porque yo también lo quiero.

- Deidara... -tenía sentimientos complicados por esto que acababa de decir su esposo.

- ¡No pongas esa cara, me haces sentir mal! No te estoy diciendo que compite con nuestra familia de ninguna forma. Es que a veces me pongo en su lugar, llegué a ver en sus ojos esa misma mirada de soledad que tuve por tantos años, al menos yo tuve la suerte de que estuvieras ahí para salvarme, ¿pero él a quién tiene? no perdió a sus padres pero siempre fue como si no los tuviera. No le tengo lástima ni nada parecido, solo quiero que sepa que me importa de una forma sincera.

Ya no hablaría mucho más del tema con Itachi por ahora, veía que no era un tema fácil para su esposo y terminaría incómodo pensando en lo irracional que resultaban sus sentimientos por el hijo de los que le hicieron daño. Eso lo entendía muy bien porque a él mismo le costo mucho tiempo y esfuerzo aceptar que no había nada malo en ver a Boruto como una persona independiente de aquellos que le procrearon.

Tenía fe en que Itachi pronto lo entendería y cuando ese momento llegara y las piezas se acomodaran para ver a Boruto de frente le diría las palabras que antes no pudo decirle.

 

 

Cuando por fin nació el pequeño niño que asemejaba más a su padre varón. Miró a Itachi y después al bebé que dormía en medio, los dos estaban hipnotizados.

Deidara aceptó que sin importar que mucho tiempo estuvo resentido este pequeño había despertado su lado más dulce y empalagoso. No necesitaba repartir su amor, ni pensar a quién quería más o de qué forma; ya no debía seguir ignorando sus sentimientos porque el dolor se había quedado atrás. Respiró, lo admitiría para sí mismo, amaba a sus tres niños. Quería que su Boruto en la Roca encontrara la felicidad, ¡se lo merecía tanto!; su hija preciosa llena de alegría corría de un lado a otro construyendo su propia vida, la adoraría para siempre; su bebé, tierno e inocente, esperaba no malcriarlo pero sería el más consentido.

Miraba a su alrededor y todo le resultaba maravilloso. Konan permanecía siendo una gran inspiración, la adoraría siempre, a ella y a Sakura y a todos sus compañeros de Akatsuki. A Haku, su hermano, siempre le protegería aunque ya no fuera necesario porque ahí estaba con Zabuza, otro hombre al que quería muchísimo; y el hombre a quién más amaba estaba aquí a su lado para cuidarlo ya sin esos ojos de preocupación.

Itachi sintió que el doncel lo llamaba con el pensamiento y despegó los ojos de su hijo. La imagen era adorable, no podía creer que de verdad los amores así existieran y que él hubiera encontrado al suyo en una persona tan increíble. No hizo ruido ni un movimiento precipitado para no despertar al bebé, se acercó a besar la frente del ojiazul.

Deidara miró a Itachi sonriente, por fin podía decir con seguridad y sin ninguna sombra cubriendo su corazón que en este momento tenía plenitud en la vida. Que los momentos de felicidad podían ir y venir pero que definitivamente ya tenía la fuerza para luchar por encontrarlos.

 

F I N A L Í S I M O

 

 

 

 

Por si alguien se lo pregunta, el poema del principio se llama El más bello de los mares de Nazim Hikmet. Soy una inventada jsjaasja

 

Ya lo dije antes y lo repito, amé escribir este fanfic. No acepto quejas porque fue un pasatiempo, un regalito para mi yo del pasado que siempre quiso pero nunca pudo :')

Jaja y releí los capítulos, ctm todos mal escrotos. Un día serán corregidos...tal vez.

 

 

A las personas hermosas que leyeron toda la historia y comentaron saben que los amo infinitamente.




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