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Encrucijada. por NNK

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Notas del capitulo:

Todos los personajes que aparecen en esta historia son de mi completa autoria. 

 

Capítulo I: Renato y Maximiliano.

 

Renato sacó su maleta de equipaje y pronto comenzo a arrastrarla por los pasillos del aeropuerto, estaba asustado, pero motivado. Hace cinco minutos había llegado a la ciudad y empezado su nueva vida, su única oportunidad para dejar su pasado por completo atrás. Su primo Maximiliano estaba esperándolo afuera, así que camino siguiendo cada señal que le indicaba la salida. Se detuvo unos segundos, dejando que las puertas se deslizaran, respiró profundo y salió al encuentro de su primo.

— ¡Renato aquí!—exclamó Max, al verlo salir del interior del aeropuerto.

El chico sonrió al encontrar a su primo y avanzó hasta abrazarlo del cuello, mientras soltaba su maleta y Maximiliano, aprovecho la oportunidad de alzarlo unos segundos del suelo, antes de dejarlo nuevamente en el suelo.

— ¿Has viajado cómodo?—preguntó Max, dejando ver una sonrisa alegre adornar su rostro.

—Sí, aunque es extrañó estar en dos ciudades completamente diferentes el mismo día—admitió Renato entre nervioso y emocionado.

— ¿Tienes hambre?—consultó, tomando la maleta de su primo para llevarla a su vehículo.

—No, antes de venirme almorcé con Felipe—respondió, siguiendo a su primo—Mi padre manda a preguntar si es que comienzo mañana mismo la escuela.

—Sí, mañana mismo. Por esta semana te llevaré en auto, para que aprendas el camino, pero luego tendrás que irte tú solo—advirtió serio, viendo de reojo que Renato asentía con la cabeza,

Maximiliano tomó la mano de Renato, sabía que el gestó era algo extraño y hasta un poco vergonzoso para su primo, ya que tenía dieciséis años, pero era una costumbre de pequeño, siempre le daba la mano a Renato cuando estaba en un lugar nuevo o estaba asustado. Renato sonrió, hace mucho tiempo que no se sentía en familia junto a su primo.

Había extrañado a Maximiliano, desde hace ocho años se mudó a esta ciudad a estudiar y regresaba para vacaciones de verano por un periodo de un mes, durante ese tiempo él volvía a ser el primo menor, pero cuando Max volvía su papel nuevamente cambiaba y debía ser el hermano mayor que Felipe necesitaba, mientras que él tenía que esperar once meses a que Maximiliano regresara.

Renato se subió al auto, mientras Maximiliano dejaba la maleta en el portaequipaje del vehículo. Sonrió, hace ocho años Maximiliano se había negado a manejar diciendo que viajaría al fin del mundo, siempre en bicicleta y ahora ocho años después no podía estar sin su auto.

— ¿De qué te ríes? Ponte el cinturón por favor — pidió, sentándose en el asiento del piloto, mientras se ponía el cinturón de seguridad.

—Es que recordé cuando te negabas a manejar y ahora no puedes estar sin el auto—comentó burlón, obedeciendo a su primo.

— ¿Tienes algún problema con Jano?—preguntó Maximiliano extrañado, prendiendo el motor del auto para comenzar a viajar hasta su departamento.

— ¿Jano? ¿Así nombraste a tu auto?—preguntó Renato, extrañado.

—Sí, es un nombre especial, que me recuerda una maravillosa historia—comentó Maximiliano con una sonrisa en el rostro.

— ¿Qué arruinaste con tus estupideces?—se preguntó Renato con curiosidad, llamando la atención de su primo.

— ¿Qué tienen que ver mis estupideces?—le consultó a su primo, haciéndose el desentendido.

—Es que cada historia maravillosa, la arruinas con tus acciones irracionales—comentó Renato, recordando todas las historias de su primo que terminaron con el mismo final.

—Que simpático, mejor doblo para volver al aeropuerto y regreses con tus padres—comentó Maximiliano, irónico.

—Cierro la boca. Entendí—prometió Renato, escuchando la risa burlona de su primo.

Maximiliano sonrió, extrañaba volver a reírse con su primo. Renato prendió la radio del vehículo y se dispuso a mirar por la ventana, mientras su primó se adentraba en la carretera. Le gustaba el sube y baja de la ciudad, odio el taco que se produjo en las calles principales, le gustó probar la comida rápida y más cuando tuvo su juguete con la cajita feliz que le compró su primo. Se sintió nervioso cuando tuvo que ir a probarse su nuevo uniforme, le agradaron los colores porque hacían resaltar sus ojos verdes.

Conoció su hogar en el atardecer, llegó al complejo de departamentos y su primo estaciono el auto, le ayudo con las bolsas y la maleta, entraron al edificio para tomar el ascensor. Se sintió nervioso cuando vio las puertas del ascensor abrirse. Maximiliano tomó la mano de su primo y lo guió dentro.

—Esperen, no cierren—se escucho una voz que puso a Maximiliano más que nervioso. Renato lo sintió cuando la mano de su primo apretó la suya.

Maximiliano marcó el número ocho cuando el chico entró en el ascensor y les quedó mirando sorprendido. Renato le miró curioso y apretó la mano de su primo cuando sintió un escalofrío recorrer su cuerpo con la mirada fría del chico. Jamás había sentido un silencio tan incómodo como ese ¿Qué les pasaba a esos dos? Suspiro aliviado, cuando el chico salió del ascensor en el mismo piso que ellos y entró en el departamento, en frente de ellos.

— ¿Quién era ese chico? Me dio miedo su mirada—preguntó Renato, entrando al departamento y dejando las bolsas sobre la mesa.

—Olvídalo, no es malo, pero sus miradas si te dejan algo congelado—defendió, sacando las cosas de las bolsas para comenzar a ordenar todo en su lugar.

—Por su mirada de odio hacia ti, puedo asegurar que él fue víctima de una de tus maravillosas historias—admitió deductivo, ignorando la mirada alarmante de su primo.

¿Quieres tomarte una ducha antes de irte a dormir?—preguntó Maximiliano, tratando de que Renato cambiara de tema.

—Esa fue una respuesta muy obvia. Era guapo ¿Cómo se llama?—preguntó Renato, tratando de que su primo le contara un poco sobre el chico.

—No te hagas ilusiones con él—le reclamó Maximiliano, quitándole el teléfono.

Renato le miró sorprendido, al ver que Maximiliano le quitaba su celular para volver a entregárselo. Sonrió victorioso, por como conocía a su primo, sabía a la perfección que el idiota seguía enamorado, pero no sabía cómo solucionar el maldito problema.

—Iré a ordenar mis cosas y luego me dormiré—aviso Renato, tomando su maleta y las bolsas con su uniforme—Voy a hablar con Felipe por video llamada.

Maximiliano dejó de guardar las cosas y suspiró al ver que Renato se encerraba en su cuarto. Observo la puerta de entrada de su apartamento con nostalgia, le había alegrado encontrarse al chico en el ascensor y ver su mirada marrón unos segundos. Se apoyó en el mueble de la cocina, debía admitir que extrañaba su compañía.

Pero al igual que en el pasado, primero debía preocuparse de su familia y luego de su corazón.

 

Notas finales:

Gracias a todos los que le han dado la oportunidad a esta historia. Nos vemos en la siguiente publicación.


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