Capitulo XI: Antes del colegio.
Maximiliano jamás pensó que se arrepentiría tanto de hablar sin pensar, si se hubiera detenido a pensar antes de dejarse llevar por sus celos de hermano mayor. Ahora, Renato no le estaría ignorando olímpicamente aquella mañana. Se sentía un fantasma en su propia casa, no había intentado hacerle una broma, había desayunado en silencio y ni siquiera lo miraba, no importaba cuantos comentarios sarcásticos y maliciosos lanzará.
Renato solo rodó sus ojos tal vez por décima vez en aquella hora. No le había dirigido la palabra a Maximiliano desde que habían regresado de los recreativos. Alejandro había intentado hablar con él para que su actitud no afectará e incomodara a Felipe, pero él solo le había cerrado la puerta en la cara y dejado con la palabra en la boca y no salió de su cuarto hasta esta mañana.
Y seguía ignorando a su hermano mayor. No iba a perdonarlo. Él no estaba haciendo nada malo, solo estaba conversando con su amigo Ricardo, ni siquiera había podido decir sus verdaderos sentimientos a Ricardo para que este no se siguiera confundiendo, por culpa de su hermano ahora tendría que alargar este tema hasta hoy. Se levantó de la mesa y fue por su mochila.
—Felipe, ve por tus cosas, hoy vamos caminando—anunció, viendo a su hermano menor.
Vio la intención de protesta en su casa y solo le miró con odio, primero a Felipe y luego a Maximiliano, esté solo le hizo una mueca de culpa y una seña a Felipe para que obedeciera. Renato salió primero y espero a su hermano afuera.
Ambos bajaron en el ascensor en silencio. Renato se sintió culpable por unos segundos por entrometer a su hermano menor en esta pelea, pero no se arrepentía. Así a ambos les quedaba claro que tenía que tener cuidado con ella, ya se había aburrido de su papel de hermana mayor y menor consentida, a la cual se le puede decir cualquier estupidez y ella seguiría sonriendo.
Salió del condominio y suspiro frustrado al ver pasar a Ricardo y su hermana. Felipe se adelanto con el hermano de Ricardo, para así librarse unos segundos del mal humor de su hermano. Renato solo miró a Ricardo con una sonrisa, observo su celular, viendo que aún le quedaba media hora para entrar a clases, viendo como Ricardo se detenía con una sonrisa.
—Renato…—nombró, pero fue interrumpido por ella con un gesto.
—Ricardo, quiero ser sincero contigo—pronunció, interrumpiendo al chico—Yo…No quiero darte falsas ilusiones sobre nuestra relación—se sinceró, mirándole a los ojos. La atención de Ricardo estaba sobre él, pero en sus ojos se mostraba un nerviosismo ansioso—Me gustas, pero mi corazón está enamorado de Gabriel y al fin puedo tener una oportunidad de acercarme de manera sincera a él—comentó, manteniendo su mirada en los ojos de Ricardo, para que no le pidiera una conformación.
— ¿No tengo ni un poco de oportunidad?—preguntó Ricardo con una sonrisa incómoda. Renato le llamaba mucho la atención, pero no quería dañar a Gabriel tratando de conquistarla.
—No—murmuró, mientras negaba con la cabeza—Estoy enamorado de Gabriel desde que lo conocí en un torneo de Karate y sé que él sigue queriéndome—confesó con una sonrisa.
—Y no te equivocas, Gabriel te quiere mucho. Siempre ha estado preocupado de ti—murmuró Ricardo con una sonrisa—Entiendo, no tengo oportunidad de conquistar tu corazón, pero eso no impedirá que te proteja como un amigo—confesó con una sonrisa.
Renato rio también. El ambiente incómodo que se había formado se calmó y se transformó en tranquilidad pura para ambos. Ricardo, ya sospechaba que no era correspondido, por eso su corazón resistió. Pero estaba feliz, al menos podía seguir formando parte de su vida y aportarle un poco de felicidad a Renato.
—Cambiando de tema ¿Me vas a contar cómo reacciono tu primo al vernos así de coquetos?—preguntó, volviendo a caminar hacia la escuela. Renato suspiro frustrada.
—Mejor ni te cuento. Me duele la cabeza de solo pensar en su reacción—reafirmó Renato de mal humor.
— ¿Tan mal? No pensé que sus celos de hermano mayor eran tan graves —comentó Ricardo divertido.
—Los celos de mi hermano mayor son odiosos, en especial cuando le hacer decir estupideces—confesó molesta, recordando la frase que más le molestó.
Ojalá él hubiera sido mayor que Maximiliano, así seria él quien lo devolviera a un hogar de menores, por ser un trol estúpido y con cero sensibilidad, un imbécil con corazón de piedra. Si fuera por él, hubiera perdido la decencia allí mismo en los recreativos y lo hubiera golpeado, importándole un comino asustar a los infantes, compañeros de Felipe. De todos modos, estaba seguro de que su hermanito le hubiera apoyado para que lo golpeara.
Suspiro, escuchando la risa divertida de Ricardo. Tenía que calmarse, parecía que sus músculos estaban en tensión porque comenzaban a dolerle y ella no quería enfermar, menos cuando se venía un torneo, le iba a quitar tiempo de prepararse y debía prepararse bien y ganar si quería alcanzar su último cinturón.
—Ricardo ¿Por qué nosotros nos comportamos como trogloditas?—preguntó a su amigo con una sonrisa.
—Amm…depende de la situación. A veces nos sentimos amenazados, otras porque no sabemos expresarnos, también porque queremos ser bromistas, pero nos sale al revés y porque rara vez somos realmente seres no pensantes, pero siempre varía—comentó, pensativo, mientras caminaba.
—Pues yo, a veces no entiendo nada—dijo con un puchero, mientras entraba en el colegio.
—Tranquilo, no eres el único—susurró con una sonrisa.
Ambos sonrieron y llegaron a la clase sonriendo. Ganándose una mirada de odio de Camilo y otra celosa de Gabriel. Miraron a sus amigos y siguieron riendo. Sus dos compañeros eran únicos. Ya tendría tiempo de solucionar esa mirada de odio junto a la de celos, mientras tratarían de calmar su risa.