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Encrucijada. por NNK

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Capítulo XIV: Camilo.

 

Camilo sonrió cuando vio a Ricardo jugar fútbol, pero esta se borró por completo cuando Ricardo dirigía todos sus saludos a Renato, quien estaba más dormido que despierta. La observo con mala cara ¿Por qué Ricardo siempre tenía que poner el ojo en sus amigos y no en ella? Para colmo Renato no solo tenía babeando a Ricardo, si no que al ayudante del profesor, Cristóbal y Gabriel que era el cerebrito de la clase. Y algo le decía que Esteban el profesor de Educación Física también. Todo el mundo giraba en torno de ella.

Volvió a sonreír cuando Renato le miró. Renato estaba cansado, se había dormido a las cinco de la mañana viendo el torneo de Karate que Maximiliano había grabado, había dormido una hora y realmente quería faltar, pero entre estar viendo a su primo y Alejandro coquetearse cada cinco minutos, prefería estar en clases. Ni el café que se había comprado en el kiosco de la escuela le surtía efecto. Si no despertaba en una hora más, llamaría a Alma para que la sacara de la escuela.

— ¿Te pasa algo conmigo que me miras así?—preguntó Renato. Sabía que Camilo era su amigo, pero algo le decía que debía confiar en él.

—Te noto muy cansado de eso, es todo—mintió Camilo. Renato ya lo tenía cansado con esa pregunta, siempre que estaban solos la hacía.

—Te creeré—Camilo sonrió y allí iba la misma respuesta—Voy a ir al baño, nos vemos en la sala—se despidió Renato.

Renato suspiro una vez estuvo lejos de Catalina, desde que supo que a su amigo le gustaba Ricardo, trataba de alejarse de él para no ocasionar problemas, de hecho quería explicarle a Ricardo porque tenía esa actitud, pero Camilo no les dejaba solos nunca. Al comienzo le agrado el chico porque fue el primero que le habló, pero últimamente era muy incomodo estar con él a solas. Algo le decía que ese chico era raro.

Camino por las escaleras hacia los baños del tercer piso a paso lento, no le sorprendería para nada desmayarse, se apoyó en el pasamano, cerró sus ojos unos segundos. Sintió pasos acercarse y sintió como alguien le sujetaba de la cintura.

— ¿Renato te encuentras bien?—preguntó Gabriel, preocupado. La apoyo en la pared en el pasillo de la escalera—Estás muy pálida.

—Tranquilo, solo estoy cansada me quede hasta las cinco de la mañana, viendo el torneo de Karate—explicó con una sonrisa amable—Tengo mucho sueño.

— ¿Entonces porque no te quedaste en casa?—le reclamó Gabriel—Eres demasiado terco a veces y yo, que quería pedirte un favor.

— ¿Un favor?—repitió dudoso. Gabriel se sonrojó cuando la curiosidad de Renato se incrementó en sus ojos.

—Bueno, veras…—habló nervioso—Tu me conoces desde que mi hermano peleo contra ti en un torneo de Karate y sabes cuan fanático puedo llegar en algunas cosas—confesó, mirando hacia ambos lados.

—Si, como con el pastel de chocolate—recordó con una sonrisa.

—Fuiste tú quien me dijo que me casara contigo todos los días para comer pastel de chocolate—se acordó con una sonrisa, avergonzado.

—Por favor, no me recuerdes eso—Renato negó con la cabeza, mientras reía y veía que Gabriel hacía lo mismo.

Gabriel observo a Renato por unos segundos, cuando niño le había llamado mucho la atención esos ojos llenos de rabia y pena. Hoy esos ojos solo reflejaban la alegría y la curiosidad que él tenía en aquella época. Renato se sonrojo unos minutos ante la mirada intensa de Gabriel, desde niña sentía que él tenía la habilidad de leerla como si fuera un diario abierto.

— ¿Vas a pedirme el favor o me vas a mirar así todo el tiempo?—cuestionó. Gabriel carraspeo.

—Mi sueño es ser parte de las fuerzas armadas, soy un poco adelantado en las cosas que me propongo y vi los requisitos, uno de ellos es…—se calló unos segundos. Renato le cautivaba siempre— uno de ellos es saber algo de defensa personal.

Gabriel le observo atento, la mirada de Renato había cambiado a una de completa atención a sus palabras y eso le hizo sentir más nervioso.

— ¿Y quieres que te ayude con eso? Creo que no recuerdas como hice perder a tu hermano mayor—comentó risueño. Le encantaba recordar cuando salía victorioso.

—Lo recuerdo perfectamente, por eso quiero que me ayude la que menor se entiende en el campo—rió. Le gustaba esa burla de Renato hacia sus oponentes.

—Entonces está bien, háblame en la tarde y nos ponemos de acuerdo—dijo, comenzando a subir las escaleras al escuchar el timbre escolar.

— ¿Por qué huyes de mí? Vamos al mismo lugar—le siguió Gabriel con una sonrisa. No iba a permitir que se le escapara.

—Lo sé, es solo que no quiero encontrarme con Camilo—le confesó incómodo.

Gabriel comprendió y se colocó a su lado, por miedo a que Renato perdiera el equilibrio. Tomó su mano por unos segundos, cuando la escalera se llenó y la soltó cuando llegaron al piso. Entraron a la sala y Gabriel fue a su puesto. Renato se dedicó a dormir toda la clase.

Gabriel lo observo, se emocionó mucho cuando le reconoció en el salón, se desilusionó un poco al ver que él, se había demorado en descubrir que se habían visto con anterioridad, pero cuando comenzo a saludarlo y a unirlo a su grupo, se sintió feliz. Ricardo se notaba incómodo en su presencia, sabía que a él le gustaba Renato, También sabía que Camilo era un niño peligroso y que tenía a Ricardo en sus redes desde segundo de primaría o eso pensaba él.

Por otro lado, se había dado cuenta en estos dos meses de clase con Renato que era distraído, se concentraba solo en cosas que le interesaban, en el colegio de sus notas y su hermano menor Felipe, fuera del colegio, sus entrenamientos y en su hermano mayor Maximiliano. No tenía mayores aflicciones y parecía que siempre quisiera vivir entre las penumbras. No afectaba a nadie y nadie le afectaba.

Concentró su mirada en Camilo, lo conocía desde primero de primaria y sabía que podía llegar a dimensionar cuán incómoda podía poner a una persona, tal vez al comienzo puede que le haya agradado Renato, pero en estos momentos y con el comentario que le lanzó su amigo era más que suficiente. Por otro lado, Ricardo era un estúpido, pero también lo bastante inteligente para darse cuenta cuando debía dejar de ser manipulado. El problema era que Ricardo aún no dimensionaba lo peligroso que podía llegar a ser Camilo.

Fijó su mirada en Renato al verlo levantar la cabeza, sonrió. Este giró su cabeza y le sonrió ese pequeño gesto le aceleró el corazón. Regresó su vista a su celular y volvió a sonreír al ver los emoticones que Renato le enviaba. Se unió al juego con una sonrisa.

—Dejen sus celulares y pongan atención—reclamó Cristóbal al verlos distraídos.

Renato observo de mala gana a Cristóbal y se volteó a mirar a Gabriel con una sonrisa traviesa.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación


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