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Encrucijada. por NNK

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Capítulo XVI: Las sospechas de Camilo.

 

Camilo tiró la mochila a su cama, estaba mucho más enfadado, que molestó con Renato, desde que él había llegado al salón, todo el mundo concentraba su atención en él. Los primeros cinco minutos le agrado mucho su presencia, se mostraba tímido y sin carácter, pensó que podría moldearlo a su antojo, pero el maldito demostró ser simplemente un lobo disfrazado de oveja. Prendió su notebook para revisar el periódico escolar.

Hasta el año pasado, él era el centro de atención del colegio, era el campeón de tenis y el mejor artista, el periódico hablaba todas las semanas de él y siempre estaba en boca de todos. Al principio, no le molestaba ser noticia junto a Renato, pero desde que su padre le había prohibido el arte y el tenis, todo era Renato. Bufó, enfadado, todo el mundo hablaba del torneo que Renato tuvo en la ciudad. No creía para nada que Renato fuera medianamente bueno, él ocultaba algo, pero era tan reservado.

Para colmo, desde que llegó Renato, él era casi invisible para Ricardo y todos los chicos del salón y cada vez que intentaba salir a solas con él, terminaba invitando a Renato. Y él tenía que sonreír como el buen amigo que era e ir con ellos, porque ni loco dejaba solo a Ricardo con ese tipo. Estaba seguro de que Renato ocultaba algo grande y que si eso salía a la luz sería la ruina de su querido amigo. Y ella iba a colaborar en esa ruina, porque Ricardo no le estaba dejando más opciones.

— ¡Camilo baja a comer, el almuerzo está listo!—anunció su madre desde la cocina. Bufó, su madre siempre tenía que interrumpirlo en sus estupideces.

— ¡Voy a almorzar luego, tengo que entregar un trabajo por e-mail hasta las tres!—exclamó de forma amable, mientras rodaba los ojos.

Sonrió victorioso al escuchar como su madre le pedía a su hermano menor retirar el puesto de él en la mesa. Solo necesitaba una hora antes de que Ricardo, Gabriel y Renato vinieran a llevarlos a la nueva tienda de música que abrió en el centro. Buscó por los primero veinte minutos y aprendió mucho de él, cosas como que llevaba en el mismo deporte desde los nueve años, que vivió en la ciudad de New York hasta febrero de este año, trato de buscar algo más, pero no lo encontró. No supo cuáles eran sus padres y eso resultaba realmente extraño, siempre había una entrevista a los padres, para saber si su hijo llevaba una vida normal.

A la media hora de buscar información comenzo a impacientarse, pareciera que Renato solo existiera en internet a través de sus torneos de Karate, sus redes sociales todas eran privadas y tenía cero posibilidad de enviar un mensaje si no era aceptada primero. Busco su apellido, pero solo encontró estupideces que no le ayudaban en nada a destruirla.

¿Qué pasaba porque no podía encontrar nada? Observo su celular viendo como el amigo de su profesor de educación física, le había aceptado en Facebook, ese Demian parecía saber mucho de Renato así que lo ocuparía para sacarle la información que necesitaba. Ricardo era suyo y si tenía que usar medidas desesperadas para lograrlo, lo iba a hacer, de todos modos Renato jamás debería haber puesto un pie en esta ciudad. Iba a mandarle un mensaje para comenzar su precioso juego, cuando observo hacia la puerta, furioso.

— ¡Camilo, ya son las tres, ven a comer, sino no sales de esta casa!—le advirtió su madre desde la cocina.

Su corazón se aceleró al escuchar aquello. En su cabeza no existía la posibilidad de dejar a Ricardo solo con Renato, el estúpido se lo iba a quitar y eso no lo iba a permitir. Suspiro, tenía que mostrarse sereno ante su madre, porque no quería volver a un psicólogo. Se llevó su mano al pecho y respiró despacio un par de veces, antes de cerrar su computadora e irse a la cocina.

— ¿Ya entregaste tu trabajo?—preguntó su madre interesada—Tu comida está en el microondas.

—Si mamá—susurró con molestia.

Fue en dirección al microondas y calentó su comida, miró el reloj de la pared, tenía veinte minutos antes de que llegaran a su casa y tuviera que sonreír como un estúpido para que nadie sospechara que a ella le caía mal Renato, porque Ricardo no podía sospecharlo, jamás. Comió rápido y pausado, revisando su celular de vez en cuando. Respondiendo monosílabamente a su madre a cada pregunta que hacía, le molestaba tanto que le dirigiera la palabra, le incomodaba su voz y su curiosidad, a veces se volvía un fastidio para él.

Su hermano menor, era todo lo contrario, ella sabía manipularlo a la perfección, sabía cuando quería que hablara y cuando se callara. Sabía que ahora su hermano estaba aterrado, mirándolo comer y que por esa razón, se dedicaba a hacer su tarea en silencio, sin ni siquiera pedirle ayuda a su madre.

—Mientras no esté en casa, no permitas que mi madre entre a mi cuarto—advirtió Camilo. Su hermano asintió, temeroso—O te pasara algo mucho peor de lo que puedes imaginarte.

—Entiendo—murmuró aterrado.

Sonrió, le gustaba ver a su hermano de aquella manera, le hacía sentir extrañamente satisfecha. Tomó su celular cuando lo sintió vibrar en la mesa, sonrió cuando vio un mensaje de Ricardo, avisándole que vendría por él, para irse a la biblioteca. Subió al baño a lavarse los dientes y luego a su cuarto para terminar de vestirse. Su corazón se aceleró, emocionado cuando un segundo mensaje de Ricardo llegó a su celular.

Salió de su casa despidiéndose de su madre, lo más amable que pudo y se fue en su dirección hacia donde estaba Ricardo. Este le sonrió y comenzo a caminar a su lado. Al fin tendría un momento a solas con él ¿Por qué así era verdad? Miró a Ricardo con molestia en sus ojos sin borrar la sonrisa de su rostro.

— ¿No van a venir Renato y Gabriel con nosotros?—preguntó Camilo, un poco ansioso.

Ricardo la miró con una sonrisa que a Camilo no le gusto nada, pero a pesar de ello no borró su sonrisa.

—Se extrañan ¿verdad? Gabriel dijo que pasaría por Renato, porque él tuvo que llevar a su hermano menor a retirar unos exámenes y luego fueron a almorzar a la casa de él—habló con una sonrisa alegre—Así que espero, no te moleste venir conmigo.

Camilo asintió con la cabeza, poco satisfecho odiaba pasar tiempo con Renato, pero no podía ser tan mal agradecido, al menos podría caminar unos veinte minutos con Ricardo a su lado. Se enojó cuando se atrevió a contar la llamada de su hermana menor, ya que eso hizo que Ricardo se concentrará en otro hombre y para colmo se llevó todo el tiempo que iba a pasar con él a solas. Definitivamente luego de Noelia tendría que deshacerse de todas las mujeres que le acercaran a Ricardo.

— ¡Chicos aquí!—exclamó Gabriel con una sonrisa.

Camilo saludo a Gabriel con un beso en la mejilla, pero se sorprendió cuando Gabriel no le permitió saludar a Renato, le miró molesta viendo como este le miraba de igual forma, tendría que esforzarse en simpatizarle al idiota ese, ya que estaba sospechando de ella y eso no le podía permitir. Porque Gabriel era un chismoso y de seguro iba a decirle a Ricardo para que lo sacaran del grupo y lo alejaran de Ricardo para siempre.

Ricardo, por otro lado, lo ignoro, seguramente era una pelea entre ellos y no quería meterse entremedio de ellos.

—Vamos a ver la película, está por empezar—ánimo Renato.

Camilo asintió, lo odiaba, realmente lo odiaba.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui, nos vemos en la siguiente publicación.


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