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Encrucijada. por NNK

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Capítulo XXI: Familia.

 

Ricardo observo preocupado el celular viendo que el hermano menor de Renato no aparecía, ¿Cuánto podía tardar un niño en el baño? Vio como Renato y Gabriel dejaban de entrenar para ir hacia ellos y tomar cada uno su botella de agua y beber su contenido. Renato miró preocupado a su alrededor, no le gustaba para nada perder de vista a su hermano menor, mucho menos en un lugar que este no conocía.

— ¿Dónde fue mi hermano?—preguntó a Ricardo y Camilo, preocupado.

—Al baño, hace unos diez minutos— contestó Camilo con una sonrisa.

—Iré a buscarlo—aviso preocupado, dejando la botella de agua en la mochila.

Gabriel y Camilo observaron celosos como Ricardo le tomaba la mano a Renato para llamar su atención. Este le miró con sorpresa, sus ojos se conectaron por unos segundos, hizo un movimiento de mano, sin saber que esos segundos fueron suficiente para que Camilo, comenzará a sentir envidia de Renato.

—Yo tengo ganas de ir al baño— aviso Ricardo, viendo como Renato se soltaba de su agarre y le miraba con cara de pocos amigos—Yo puedo encontrarlo allí y decirle que regrese.

Camilo observo molesto como Ricardo iba al baño en busca de Felipe, porque siempre tenía que hacer cualquier cosa por Renato, si está ni caso le hacía últimamente. Ricardo corrió al baño de hombres y entró.

—Felipe ¿Estás aquí? Renato y Gabriel están preocupados por ti—hizo saber Ricardo preocupado.

—Salgo altiro—pronunció desde dentro de una de las cabinas.

Felipe abrió la puerta con cuidado y la cerró de igual manera, para después lavarse las manos, utilizando la polera de Ricardo para secarse las manos, acto seguido salió corriendo del baño asegurándose que el mayor fuera tras él, para dejar el paso libre a su padre. Llegó corriendo hacia donde se encontraba su hermano y se escondió detrás de él, viendo como Ricardo cambiaba su mirada enojada a una sonrisa totalmente fingida. Renato observo a su hermano con molestia.

—Ya hemos estado una hora entrenando, creo que es mejor que cada uno vuelva a la casa, tenemos examen mañana—recordó Gabriel al ver el aspecto de Renato, quien no dejo de mirar a su hermano con sospecha.

—Creo que es lo mejor, yo no he estudiado muy bien para el examen de historia—dijo Renato con una sonrisa nerviosa.

—Es verdad. Camilo y yo quedamos en estudiar juntos—anunció Ricardo mirando a Camilo— ¿Renato te nos unes?—pidió esperanzado.

—No puedo, ya comprometí al profesor de deporte a que me ayudara a estudiar—aviso Renato con una sonrisa, viendo la cara de decepción de Ricardo—Ve a estudiar con Camilo, no pierdan tiempo.

—Te hablo por mensaje para el siguiente entrenamiento—aviso Gabriel con una sonrisa.

—Estaré esperando—aviso con una sonrisa.

Felipe observo a su hermano con curiosidad al ver que despedía a sus amigos, pero esta se negaba a salir del gimnasio, y cuando él intentó ir, tomó su mano dejándole dentro. Renato se volteó a mirarle, trago saliva, no le gustaba para nada que su hermano mayor le mirara de aquella mirada tan fría y al mismo tiempo como si hubiera ganado una batalla en medio de la guerra.

— ¿Dónde está?—preguntó con una sonrisa.

— ¿Quien?—preguntó, haciéndose el desentendido.

—No te hagas el tonto, que te conozco bien, mojaste la camisa de Ricardo con la intención de darle tiempo a alguien para escapar—dedujo con una sonrisa alegre—Así que ¿Dónde está papá?

Felipe observo con miedo a su hermana, se asustó por unos segundos, realmente no quería ser golpeado por ella, con solo ver la cara de dolor de Maximiliano o de Gabriel le bastaba y le sobraba para imaginar el dolor de ambos. Desvió la mirada sintiéndose congelado en ese momento.

— ¡Deja de torturar a tu hermano!—exclamó Guillermo a Renato, parándose detrás de ella.

— ¿Por qué siempre me prohíbes la diversión?—exclamó, enfrentándose a él— ¿Qué es eso de estar ocultándote de tu familia? ¿Cuánto tiempo llevas haciendo eso? ¿Sabes lo incómodo que es sentirse vigilado por una persona? ¿Es que acaso no piensas en los pensamientos que puede hacerse la gente por tus acciones?

— ¿A qué viene tanta pregunta? Que yo sepa solo eres una estudiante que debería estar estudiando y no un detective—reclamó Guillermo, viendo como Renato se cruzaba de brazos—No te cruces de brazos, que sabes muy bien que deberías estar estudiando, es un examen sobre historia, deberías poner un doble esfuerzo, porque tu jovencito te criaste en otro lado para tu mala suerte—se burló con una sonrisa, que a Renato solo le irrito.

Felipe observo a su padre y a su hermana. Cuando ambos se ponían en faceta de “yo tengo la razón”, no había quien los detuviera, se ponían testarudos y para colmo les importaba bien poco estar llamando la atención de todo el gimnasio. Porque ambos sabían que la vergüenza haría caer a uno de los dos.

Guillermo mantuvo su mirada en su hijo, no iba a dejarse ganar, no quería contestar las preguntas de ellas, pero comenzo a arrepentirse al ver como la gente se agolpaba y empezaba a susurrarse entre sí. Suspiro, esa derrota, iba a pagarla con intereses, aunque reconoció que la sonrisa de su hijo le molesto de muchas maneras.

— ¿Podemos irnos a casa?—preguntó Felipe con una sonrisa incómoda.

—Bien—dijo, tomando la mano de su hermano y dejando atrás a su padre.

— ¿Es en serio? ¿Te vas a enfadar porque no dije que venía a verlos?—preguntó Guillermo, viendo como su hijo le dejaba atrás con una sonrisa, que realmente lo estaba molestando.

— ¿Por qué iba a enfadarme con el padre que nos miente cada vez que nos llama?—preguntó irónico, mientras cruzaba la calle en verde.

—No les mentí, solo les omití información importante ¿Por qué todos aquí hacen problemas por todos?—habló para sí mismo, entrando al edificio.

— ¿Quieres seguir?—preguntó Renato, llamando al ascensor.

Guillermo dejó de hablar al escuchar esa pregunta, Renato tenía la paciencia de su esposa, de milagro no lo había empujado en la calle. Sonrió a Felipe, quien le miró nervioso, tocó el hombro de su hijo y este se relajo soltando la mano de su hermano. Guillermo, acarició la cabeza de su hijo había olvidado lo nervioso que se ponía.

—Cálmate, solo estamos jugando no peleando —dijo Guillermo con una sonrisa— ¿Almorzaste?

 —No, Maximiliano estaba eligiendo la comida, creo que ahora almorzaremos—comentó algo temeroso.

—No me digas, fideos salteados con carne o pollo—Habló burlón, mientras hacía reír a su hijo.

—Adivinaste —murmuró Renato riendo.

Los tres bajaron del ascensor y caminaron hasta el apartamento con una sonrisa única. Entraron en él, Guillermo vio cómo su hijo ponía la mesa y la comida en medio de la mesa para que todos sacaran un poco, sonrió, Maximiliano se veía mucho más maduro de lo que recordaba en vacaciones de verano, quiso asustarlo, pero sus planes se vieron frustrados cuando su hijo se volteo, y palideció por completo.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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