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Encrucijada. por NNK

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Capítulo XXIII: Renato.

 

Maximiliano dejó de beber café y se acercó a la puerta del local, al verle entrar al local. Guillermo sonrió pícaro, su hijo era todo un caballero con ese chico, a leguas se notaba que su cariño era único y real, levantó su mano cuando su hijo señaló su mesa. Puso cara seria al ver que el chico se sonrojaba y solo alzo sus cejas cuando esta se sentó en la mesa con una sonrisa nerviosa. Maximiliano sintió el ambiente incómodo.

Guillermo hizo una mueca de dolor cuando su hijo le pego un codazo, le correspondió la mirada viendo como este le miraba enfadado, regresó su vista a Alejandro viendo su cara de incomodidad. Sonrió, provocando que esta le observará aún más nervioso.

—Ya basta, deja de mirarle así—reclamó, llamando la atención de su padre—Lo pones incómodo.

—Soy tu padre, es mi obligación poner incómodo a cada una de tus novios—respondió con una sonrisa. Ganándose un suspiro de parte de ambos jóvenes.

— ¿Puedes guardar un poco de celos para Renato y Felipe?—  propuso Maximiliano con una sonrisa.

—Es cierto. Tengo dos niños más para poder ponerme celoso en un futuro, pero ahora quiero ponerme celoso contigo. No te has portado como un idiota ¿Cierto?—preguntó a Alejandro, viendo como el chico le sonreía, mirando al suelo.

— ¿Quieres volver al verdadero problema? ¡Papá!—reclamó molesto.

Guillermo sonrió victorioso, al fin había conseguido que su hijo mayor le llamara papá en frente de uno de sus conocidos, Observo a la derecha con una sonrisa, las chicas que estaban en la mesa de al lado le miraron con decepción. Regresó su vista a su hijo viendo que este le miraba molesto, suspiro, ya se había aburrido de molestar a su hijo y necesitaba realmente descubrir quien estaba buscando información sobre su hijo.

—Bien, no quise incomodarte Alejandro, es solo que haría cualquier cosa por sentirme en casa nuevamente—declaró con una sonrisa alegre.

—No se preocupe, estoy acostumbrado a convertirme en la víctima—dijo con una sonrisa alegre.

— ¿Renato y Felipe, te hacen sufrir mucho?—preguntó preocupado.

Alejandro miró a Maximiliano de manera dudosa, no se sentía seguro de poder hablar de la familia que cuidaba, con tanta libertad como lo exigía Guillermo.

—Habla con libertad, necesitamos que seas muy sincera con respecto a Renato—dio a conocer Maximiliano con una sonrisa. —Papá te hará unas preguntas sobre la actitud de él.

— ¿Renato tiene algún tipo de problema?—preguntó preocupada.

—Nada que no se pueda solucionar con tiempo y paciencia—declaró Guillermo con una sonrisa alegre.

Alejandro observo a ambos un poco incomodo, pero prefirió cooperar, ya que no quería que Renato estuviera en problemas.

—Está bien, que es lo que quiere saber—preguntó con una sonrisa.

—Maximiliano me dijo que pasabas más tiempo con mis hijos que él—explicó Guillermo con una sonrisa, viendo a Alejandro asentir con la cabeza. — ¿Has notado algo raro en Renato en su vida diaria? Explícame como es la vida diaria de él.

—Bueno, usualmente en la mañana está con Felipe en el colegio, antes iba día por medio a un gimnasio a entrenar Karate, iba con sus amigos Ricardo, Camilo y Gabriel—dijo viendo al padre de Renato— Pasa mucho tiempo en el computador, viendo videos de pelea o haciendo tareas, últimamente está muy tenso al llegar del colegio, como si algo le molestara de su entorno.

— ¿Conoces a esos amigos con los que pasa el mayor tiempo posible?—preguntó preocupado.

—Sí, Ricardo por un mes vino muy seguido a la casa, a Camilo solo una vez cuando Renato estaba enferma y Gabriel viene dos veces a la semana a buscarla para ayudarle a entrenar—habló Alejandro con una sonrisa.

— ¿Hay alguno que te produzca algo que no te agrade?— preguntó Guillermo, queriendo saber más de su hijo.

—Ricardo, por culpa de ese chico, Renato y yo estuvimos peleados una semana ¿Puedes creerlo papá?—contestó rápidamente Maximiano.

—Eso no es verdad, Renato me contó que lo amenazaste con devolverlo al hogar de menores, solo porque se escondió para decirle a Ricardo que le agradecía ser su amigo, pero jamás lo aceptaría de otra manera— recordó Alejandro viendo como Maximiliano, negaba con la cabeza para volver a beber café.

—Ya hablaremos luego de ese comentario Maximiliano. Por favor Alejandro, contesta mi pregunta—pidió Guillermo, miró serio a su hijo y luego a su novia.

—Bueno siendo sincero, a mi no me agrado Camilo la primera vez que lo vi, lo encontré muy obsesivo y su mirada escondía algo extraño, me explico, cuando tomó Ricardo a Renato para dejarlo en su cuarto ese día que estaba enfermo, Camilo se puso muy serio y luego sonrió como ocultando su enfado. Fue solo una percepción mía— dijo Alejandro preocupado—Pero no le he tomado mucha atención a ello, porque Renato es una persona inteligente y se alejaría de él si tuviera algún problema.

Guillermo sonrió y pidió los helados de sus hijos para regresar a casa. Estaba preocupado por su hijo. Renato pasaba mucho tiempo en el computador, puede que incluso él mismo buscara información sobre su pasado. Por otro lado, la descripción del compañero de su hijo no le agradaba para nada. Él trataba con gente así y ese tipo de descripciones usualmente no eran buen augurio.

— ¿Papá?—nombró Felipe, abrazando a su padre. Guillermo sonrió y sentó a su hijo en sus piernas. — ¿Te vas a quedar mucho tiempo?—preguntó Felipe.

—Algo así ¿Por qué quieres hacer algo especial conmigo?—preguntó con una sonrisa.

—Ayúdame a ser detective, para ayudar a mi hermana—comunicó con una sonrisa. Guillermo puso más atención en Felipe.

—Felipe—nombró, luego de ver que Noelia se encerrara en el baño— ¿Tú tienes recreos al mismo tiempo que Renato?—dijo, viendo que su hijo asentía— ¿Sabes cómo actúa tu hermano en ellos?

Felipe le miró preocupado y guardó silencio un poco. Antes de mirar a su padre.

—Mi amigo Bruno, es el hermano de Camilo, el amigo de Renato—dijo, bajando la mirada al suelo. Guillermo espero paciente—Bruno le tiene mucho miedo a su hermano, tanto miedo como yo cuando tu y Renato se ponen a pelear—confesó preocupado.

—Felipe ¿has sentido miedo de estar con Renato, cuando estás solo?—preguntó Guillermo preocupado.

—No, pero ha vuelto a morderse las uñas, en especial cuando Gabriel viene a buscarlo, se pone muy ansiosa, come frutillas—murmuró con una sonrisa alegre.

Guillermo sonrió al igual que su hijo, pero al final quedó preocupado por su hijo. Renato odiaba las frutillas, al igual que morderse las uñas, tendría que pedir ayuda profesional para poder entender de mejor manera que ocurría con su hijo.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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