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Encrucijada. por NNK

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Capitulo IX: Cada uno por su lado

 

Felipe se sintió un poco incómodo al ver que su hermano arreglaba su bolso para ir a su entrenamiento de Karate, sabía que Renato se entusiasmaba mucho cuando se trataba de su deporte favorito, para colmo hoy era su primer día en el colegio y no estaba para nada acostumbrado a la presencia de Alejandro en la casa.

Estaba asustado de quedarse con él, no le tenía confianza a pesar de que su primo Maximiliano, le dijo que era una buena persona, mientras la tuviera en la línea de la adorabilidad ¿Qué significaba esa estupidez? Tal vez, que no debía hacer nada para que se molestara o se enojara ¿Pero qué molestaba o enojaba a Alejandro? Negó con la cabeza, si seguía pensando de aquella manera iba a terminar mareado.

Se acostó en la cama de su hermano, cuando sintió que le comenzaba a doler la cabeza.

—Deja de pensar en cosas innecesarias te dolerá la cabeza—aconsejo Renato al verle acostarse en su cama.

—Por favor, quédate. Alejandro no me inspira confianza—confesó un poco frustrado.

—No puedo faltar a ningún entrenamiento, tengo el torneo en tres semanas más—habló con entusiasmo, mientras sonreía.

—Entonces llévame, pero no me dejes con ella—pidió caprichoso.

—No voy a llevarte, conociéndote te harás amigo de una persona y le preguntaras un millón de cosas incómodas, que provocarán que al final me regañen a mí por tu comportamiento—alegó Aroa con cara de pocos amigos.

—No es culpa mía ser un niño curioso—se defendió con una sonrisa de niño inocente.

—Además, Maximiliano dijo que estabas castigado hoy, por empujar a tu compañero de clases—recordó Renato con una sonrisa burlona.

—Ella se lo merecía, me acuso a la profesora por copiar en la prueba—habló con obviedad, ganándose un zape por parte de su hermano, quien le hizo mirarle con miedo.

—Escúchame bien pequeño bravucón, primero que nada merecido tenias el regaño de tu profesor, es mejor que hubieras entregado la prueba en blanco que haber copiado. Maximiliano y yo no te hubiéramos sermoneado y el hecho de empujar a tu compañera, si le tenías migraña mejor te hubieras acercado y hacerle dijo que te molesto que te acusara, las cosas se solucionan hablando y no peleando—regaño molestó, mientras lo tomaba de la solapa y este le miraba asustado.

—Entendí, me quedaré con Alejandro y veré una película hasta que Maximiliano llegue—dijo con una sonrisa.

—Me encanta cuando entiendes a la primera—comentó, dándole un besito en la mejilla.

Felipe sonrió, sintiéndose aliviado, por poco su hermano le muele a palos, solo por seguridad fue al living, viendo como Alejandro terminaba de lavar los platos, se sentó en el sillón para buscar alguna película en la televisión. Vio como su hermana salía de su cuarto y le dejaba el bolso a su lado. Estuvo tentado a sacar la ropa y meterse dentro, de seguro su hermano ni cuenta se daba.

—No lo hagas—pronunció Maximiliano, asustando a Felipe—Yo una vez le cambié la mochila y me pegó dos combos en el estómago.

—Pero, quiero ir con él—se excusó Felipe con un puchero.

—Sabes cómo se pone Renato cuando está cerca de un torneo, no quiere que nadie la vea entrenar—convenció Maximiliano—Además, iremos a los recreativos con Alejandro, para que te acostumbres a él ¿Lo recuerdas?

— ¿Son amigos que se llevan bien en la cama?—preguntó, viendo como Maximiliano le miraba con mala cara, al igual que Alejandro.

— ¿Por qué preguntas eso?—consultó Maximiliano, exaltado.

—Le pregunté a él, si eran novios y me dijo que no—contestó con simpleza—Así que, si no son novios, es porque son amigos en la cama.

— ¡No somos nada de nada!—exclamaron Maximiliano y Alejandro a la vez.

— ¿Cuántos hijos te imaginaste tener con él? Si sabes que todos ellos nacerán igual de idiotas como este ¿Cierto?—cuestiono Felipe, señalando a Maximiliano.

—Sé que es un idiota, pero uno no puede reparar lo que viene de nacimientos—le siguió Alejandro en broma.

—Pues entonces ¿Por qué no te buscas uno que sea inteligente y guapo? Este está re feo—confesó Felipe con una sonrisa.

— ¡Oye! Te estás pasando ¿Quieres que te alargue el castigo?—amenazó enojado.

—Siempre lo haces y ya me hice inmune a esa amenaza—confesó con desinterés, mientras sonreía burlesco—Pero no te enojes, yo te quiero mucho—dijo, abrazándolo con fuerza.

— ¿Ahora te vas a hacer el cariñoso?—preguntó, haciéndose el enojado—Creó que es mejor, no ir a los recreativos.

— ¡No! Yo si quiero ir —dijo rápido y con una sonrisa.

—Déjalo amarrado a la cama y sin comer por sus preguntas incómodas que alteran a todo el mundo—le habló Renato, sacándole la lengua a su hermano menor.

—Yo no alteró a nadie, es el mundo, quien no tiene la paciencia para soportarme—dijo con una sonrisa.

Renato negó con la cabeza mientras rodaba sus ojos un poco molesto con su hermano, tomó su bolso cuando sonó el timbre y se fue con sus compañeros de clase. Camilo y Ricardo. Felipe se cruzó de brazos enojado. Maximiliano le acarició la cabeza con una sonrisa burlesca, mientras le abrazaba fuertemente.

—Suéltame, me ahogas—reclamó en un grito— ¿Por qué ellos sí pueden ir con Renato y yo no?

—Porque Renato necesita hacer amigos, al igual que tú, por ellos vamos a ir al cumpleaños de tu compañera a los recreativos—habló Maximiliano, mirándole a la cara.

—Bien vamos, pero no prometo portarme bien—declaró con una sonrisa malvada.

—Pórtate mal y déjame en vergüenza y te juro que despertarás bajo el agua—amenazó en su oído, viendo como Felipe le miraba con un pechero—Vamos muévete.

Felipe miró a su primo y a Alejandro de mala manera antes de salir del departamento ¿Por qué tenía que ir al cumpleaños de una persona que solo conocía hace unas horas? No se llevaba mal con ellos, eran muy simpáticos, es solo que no se acostumbraba al hecho de hacer amigos, en su otra ciudad siempre estaba solo y los niños del hogar se encargaban de que eso se cumpliera.

 —Relájate, sé que estás asustado, pero solo diviértete—habló Maximiliano, cuando se sentaron en el auto—Además ve el lado bueno, habrá dulces y torta.

— ¿El regalo es para mí?—preguntó, al ver la bolsa que Alejandro tenía en su mano.

—Es para el cumpleañero, Maximiliano lo compro ayer y me dijo que lo guardara, porque dijo que si lo veías te lo ibas a comer—acusó Alejandro, viendo como el mayor le miraba, mientras negaba con la cabeza.

— ¿Por qué le regalas chocolate? ¡Eso no es justo! ¡Ya no quiero ir!—exclamó Felipe, cruzándose de brazos.

Alejandro y Maximiliano sonrieron. Felipe definitivamente era un caso único.

Notas finales:

Gracias a todos por legar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación


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