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Beautiful lies por RLangdon

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Anduvo silenciosamente hasta la máquina de caramelos ubicada afuera de la dirección. La campana que anunciaba el descanso había sonado hacía poco, y Naruto se sentía sumergido en una empresa de gran importancia. 
 
Después de sacar algunos dulces de la máquina, caminó hacia la sala de profesores. Le había costado muchísimo trabajo deslindarse de sus amigos. No quería que supieran nada de lo que tramaba, y siendo el torpe y bocazas que era, seguramente terminaría hablando más de la cuenta. Además, suficientes burlas había recibido desde la última distracción en clases.
 
Aguardó pacientemente afuera del área destinada a los maestros. Había una mesa larga y rectangular al centro, una cafetera, dispensador de agua y servilletas. 
 
Cuando volvió a fijarse por la ventana, finalmente lo vio. De espaldas y vertiendo agua caliente en una taza, estaba Itachi Uchiha. 
 
Vestía pantalones de vestir azul marino y una sencilla camisa de lino en la misma tonalidad. 
 
Naruto se agachó rápidamente cuando sopesó que se volvería en dirección a la mesa.
 
Estaba actuando muy impulsivamente, pero quería sacarse aquellas dudas tontas de la cabeza. Su actitud era a todas luces reprobable, pero si nadie se enteraba, estaba bien ¿Cierto?
 
Solamente tenía que hallar la forma de acercarse (aunque no demasiado) para averiguar qué cosas gustaban a su apuesto profesor de literatura e historia. Si conseguía hacerse con sus gustos, sería más sencillo un acercamiento. Debía haber algo que tuvieran en común. Sólo una cosa bastaba.
 
Al verle hojear una revista, sacó su pequeña libreta de bolsillo y anotó el título. Luego entrecerró los ojos para ver mejor lo que había en el plato del reservado joven. Eran dangos. 
 
Volvió a agacharse y, con discreción, miró sus notas. Llevaba siguiéndolo de ese modo durante tres días y sus conclusiones eran contundentes. Itachi Uchiha tenía una rutina muy simple y hasta aburrida. Siempre comía solo en la sala de profesores, usaba un par de veces su celular y después retornaba a impartir clases.
 
Entonces la idea le llegó de improviso.
 
¡Su celular!
 
Si tan solo supiera su número, tal vez podría...
 
-¡Eh, Naruto. Vamos a la cafetería!
 
El entusiasta y revelador grito del Inuzuka, casi lo hizo caer de su escondite. 
 
Disgustado por verse interrumpido de su misión secreta, Naruto frunció los labios a la par que hacía exagerados aspavientos con las manos para que sus amigos continuaran su camino. 
 
-¿Naruto Kun?
 
El aludido dio un respingo al saberse descubierto. Rápidamente ocultó la libretita a sus espaldas y abandonó su pose de cuclillas mientras una sonrisa nerviosa afloraba en sus labios.
 
-Sensei- hizo una reverencia y, sin siquiera alzar la mirada, emprendió la retirada a toda carrera. 
 
**
 
Después de haber releído la nimia e inservible recopilación de gustos, Naruto decidió arrancar las hojas y botarlas al cesto de basura. 
 
El que supiera algunas cosas de su profesor, no le garantizaba nada. En realidad sería extraño intentar congeniar de esa manera. Y ni siquiera sabía si a Itachi Uchiha le atraían (aunque fuera un poquito) los hombres. Tampoco sabía si era su tipo. 
 
Lo único cierto era que se estaba comportando muy extraño y no quería que sus amigos lo notaran. Ya de por si era una tontería saberse enamorado de un tipo tan inalcanzable. 
 
Y si su profesor se llegaba a dar cuenta que lo había estado siguiendo y tomando notas de lo que hacía, se metería en un buen lío.
 
Aferrando las correas de su mochila, abandonó el aula minutos antes del timbre de salida. No había entrado a clases después del receso y, contrario a ello, se había quedado vagando en uno de los patios. Escondites en la escuela tenía de sobra. Sólo quería superar y olvidar a su profesor cuánto antes. Debía centrar su mente en otras cosas y dejar de perder el tiempo pensando en imposibles. 
 
Decidió que en lugar de regresar directamente a su casa, iría a dar un paseo por la plaza del centro. Así que abordó un autobús y se sentó con la esperanza de poder reemplazar o enterrar sus sentimientos lo más pronto posible. 
 
Debía convencerse de que Itachi Uchiha no era un buen prospecto para él. Le gustaba muchísimo, ciertamente, pero solo era atracción. Un simple, tonto y pasajero enamoramiento. En unos meses drenaría esas emociones y quizá conocería a alguien que no fuera tan inalcanzable. 
 
Itachi Uchiha era un genio en todo lo que hacía. Se desenvolvía con unas maneras tan refinadas que, incluso, parecía pertenecer a un escalafón mucho más elevado que el que actualmente ocupaba en ese colegio. 
 
Mirando por la ventana, Naruto se dio un ligero golpe en la frente con el puño al reparar nuevamente en el caudal de sus pensamientos. No podía sacarselo de la cabeza y ahora inclusive se cuestionaba los posibles motivos que tenía Itachi para estar en un colegio tan humilde, siendo él tan...¿Cual era la palabra correcta? ¿Perfecto?
 
Sacudió la cabeza y se levantó para bajar en la siguiente parada al notar que había llegado a su destino.
 
Seguramente Teuchi lo reprendería por ausentarse ese día del trabajo, pero necesitaba tomarse un día para reponerse del mal de amores. Su jefe lo comprendería, aunque tampoco que Naruto pensara decírselo. 
 
Estuvo recorriendo los puestos hasta bien entrada la noche. Había ingerido mucha comida chatarra, e inclusive se encontró con la novedad de que los dangos también le gustaban. Nunca antes los había probado, pero vaya que eran deliciosos. Su profesor si tenía buen gusto después de todo. 
 
Listo para regresar, Naruto reparó en la extraña y ondulante cortina violácea del fondo de uno de los locales, y se sintió irremediablemente atraído en esa dirección. 
 
Dentro había una mesa con un mantel y una esfera de cristal, y en derredor, múltiples estantes exhibían desde amuletos hasta extraños artilugios que Naruto asoció inmediatamente a la brujería. 
 
-¿En qué puedo ayudarte?
 
Cuando la voluminosa mujer rubia salió de la puerta lateral, Naruto se sintió aún más maravillado. Notó el humo de incienso de lavanda en el ambiente y se decidió a probar suerte.
 
-Abuela, ¿Quiero saber si hay algo para...?- y se silenció de golpe al no saber cómo expresarse. 
 
-Nada de abuela. Mi nombre es Tsunade.
 
La susodicha tomó siento en la mesa del centro y vertió lo que parecía ser una botella con agua en un vaso para beberlo. Acabada la bebida, entrelazó sus manos bajo la barbilla.
 
Naruto lo interpretó como una invitación a sentarse. Así que lo hizo, algo cohibido por la rudeza y el aura enigmática que destilababa la mujer.
 
-Dime qué necesitas ¿Suerte, estudios, saber sobre tu futuro, dinero, vida amorosa?
 
Ante lo último, Naruto asintió reiteradamente. 
 
-Quiero enamorar a alguien. 
 
-Se más específico- Tsunade alzó una ceja al notar el rubor en el rostro del adolescente.
 
-Se trata de un hombre- confesó en voz baja, cubriéndose los labios de costado, como si temiera ser escuchado por alguien más. -Va en el mismo colegio que yo, me lleva algunos años y...
 
No necesitó añadir nada más a la descripción para que la gitana abandonara la mesa en busca de un objeto del exhibidor. 
 
-Una pócima de amor- depósito un diminuto frasco con un líquido rojizo en su interior. 
 
Intrigado, Naruto lo tomó para verlo de cerca.
 
-Un par de gotas diluidas en cualquier bebida, y esa persona se fijara en ti- explicó con sencillez. -Pero no es muy accesible económicamente.
 
Naruto no tardó en rebuscar en los bolsillos de su mochila. Sacó su monedero de sapo y vació el contenido de sus ahorros sobre la mesa.
 
-¿Con esto es suficiente?- preguntó esperanzado. 
 
La gitana asintió solemnemente mientras tomaba el efectivo.
 

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