Tímido mírame, sé que te empiezo a gustar
El duro golpe que Menma le dio aquella noche en la playa, lo dejo fuera de juego dos días. Durante dos eternos días, se negó rotundamente a salir de su habitación, por vergüenza a que alguien viera su bellísimo rostro inflamado.
Con el ego herido, se la paso viendo tontas comedias románticas, las cuales odiaba, sin embargo, su persona había sido golpeada en más de un sentido, que ya le daba igual si estaba viendo por segunda vez la misma película.
Viendo todos los finales felices, no pudo evitar pensar que él también merecía su final feliz, al menos en lo que le quedaba de verano. Necesitaba olvidar al tímido y un poco agresivo de Menma.
Así que cuando se encontró presentable, salió con energías renovadas, dispuesto a ligar con quien se le cruzara que le resultara atractivo. No obstante, contrario a lo que tenía planeado y que su sola apariencia era suficiente para que las personas le coquetearan sin que se esforzara, las energías con las que salió para ligar lo abandonaron.
Cada que veía a un buen prospecto, no podía dejar de compararlo con el temperamental pelinegro, le costaba admitirlo, pero Menma había dejado más que su puño marcado en él.
A la mañana siguiente se reunió con sus amigos en la playa y se quedó solo sentado en una silla de playa, tomando con pajilla su bebida, sin prestarle atención a nada más que al mar y el cielo, mientras soltaba pequeños suspiros.
—Y ahora que tienes, porque suspiras— dijo Shikamaru, viéndolo extrañado.
Le dio un largo sorbo a su debida, soltó otro suspiro y con la mirada fija en el azulado mar confesó—creo que estoy enamorado.
Causando la risa, de todos sus amigos.
—¿Qué acaso no puedo estar enamorado?
—¿Lo dices en serio? —cuestiono Sai un poco incrédulo.
—Sí, y no se burlen respeten mis sentimientos mal amigos.
—Bien… ya no nos burlaremos, pero tienes que admitir que es chistoso que digas que estás enamorado, cuando siempre te la pasas de flor en flor—dijo Shikamaru.
—Espera, no digas por favor que te enamoraste del chico que te rechazo y te golpeo—soltó su amigo Siguetsu, con cara de haber tenido una revelación.
Guardo silencio unos minutos y con el rostro levemente enrojecido de vergüenza, asintió con la cabeza.
—Ni como ayudarte, eres un caso perdido—le dijo su otro amigo Jūgo mirándolo con un poco de lastima.
—¿Cómo es que te enamoraste en una sola noche? —pregunto ahora curioso Sai.
—Simplemente paso, es un chico tímido algo especial.
—Claro tímido—soltaron al unísono todos.
—Oye ese no es tu chico tímido—señalo Siguetsu, viendo como en la lejanía, Menma caminaba acompañado de dos chicas, las cuales iban muy pegadas.
—¡Donde! —exclamo mirando velozmente, en la misma dirección que su amigo.
—Justo ahí.
Frunció ligeramente el ceño y antes de que sus amigos digieran algo, le dio su bebida a Jūgo y se levantó para ir tras Menma.
—Hola—dijo casualmente colocándose enfrente del pelinegro e ignorando a las dos chicas.
—Tu—soltó Menma, mirándolo afiladamente.
—Me extrañaste.
—Eso quisieras.
—¿Quién es este Menma? —cuestiono frunciendo los ojos una de las jóvenes.
—Un conocido.
—Auch, hemos rozado nuestros labios y solo somos simples conocidos.
—¡¿Cómo que rozaron sus labios?! —exclamaron al unísono las chicas.
—Nos besamos—respondió coquetamente mientras se tocaba los labios y le guiñaba un ojo a Menma, quien lo miro aún más afiladamente.
—¡Qué! —volvieron a decir al mismo tiempo, mirando al pelinegro de ojos azules preocupadas.
—Hinata, Sakura cálmense no es lo que están pensando.
—Si lo es.
—Claro que no y ya deja de estar molestando… ¿Qué es lo que quieres?
—Estar contigo, quiero que nos conozcamos.
Menma lo miro de una forma que no logro descifrar antes de decir—no me gustas, así que ya no estés molestando o tendré que golpearte en otra parte que no sea tu cara.
No obstante, a pesar de las palabras de Menma, sonrió coquetamente y se marchó, pensando en cómo conquistar a aquel chico.
El destino quería que estuviera con el tímido de Menma, lo supo definitivamente aquella misma tarde, cuando fue con sus amigos a comer y en el mismo restaurante estaba Menma, solo que ahora con una chica rubia y un chico pelirrojo.
Le hizo una señal a sus amigos para que se fueran y estos al ver hacia donde iba lo miraron con lastima, al mismo tiempo en que esperaban que en esta ocasión si lograra tener un avance o lo tendrían nuevamente suspirando a cada rato.
—Ay no—soltó Menma una vez que lo vio, caminando hacia su mesa.
—Hola de nuevo—dijo sentándose sin ser invitado.
—En serio que te gusta fastidiar, por qué me sigues.
—Créeme que no te estos siguiendo, el destino quiere que nos encontremos.
Iba a tomar la carta del restaurante, cuando el chico pelirrojo que estaba ahí comentó—acabo de recordar que tengo algo que hacer, ¿Ino me acompañas?
—Pero nuestra orden está a punto de llegar—replicó casi en un susurro la rubia confundida.
—Te compro algo en el camino, Menma acaba de encontrar mejor compañía.
—¿A dónde crees que vas Gaara?
—Tengo algo que hacer—soltó el pelirrojo guiñándole el ojo a su amigo y llevándose a Ino aun confundida, porque lo reconoció como el sujeto con el que Menma había bailado.
—Que agradable es tu amigo.
—Es un traidor.
—Traidores esos de allá—menciono señalando a sus amigos que, en vez de irse, se quedaron en el restaurante.
—¿Tus amigos? —pregunto Menma fijando su mirada en la dirección que le señalo.
—Por desgracia sí.
Se quedaron un segundo en un incómodo silencio que fue roto cuando les llevaron la comida.
—Y bien te vas a comer lo que ordenaron mis amigos.
—Claro, me encantan las gyozas y el takoyaki, aunque me gusta más el ramen.
Menma frunció un poco el ceño y empezó a comer tranquilamente de su ramen, así que él también comió lo que tenía enfrente, no obstante, cada que encontraba la oportunidad, le dedicaba radiantes sonrisas a su tímido acompañante.
Cuando ambos terminaron de comer, salieron juntos a caminar por los alrededores, hasta que Menma se detuvo y dijo—bien, adiós… espero no volver a toparme contigo.
—¿Espera, te vas a ir así, sin más?
—Si—respondió secamente Menma girándose, para seguir su camino.
—Hey espera, mírame.
—Ya tuve suficiente de ti.
—¡No huyas… no me puedes engañar… sé que te empiezo a gustar! —exclamo con una sonrisa, viendo como el tímido chico aceleraba su andar.
Tímido quédate, no voy a dejarte escapar
Los últimos días antes de que el verano finalizara, contrario a lo que Menma había esperado, no dejaron de encontrarse, la frecuencia con la que se cruzaban era tal, que incluso llego a saber por el amigo pelirrojo de este, que, en realidad, Menma era rubio y se teñía el cabello.
Con cada encuentro inesperado que tenían, iban conociéndose y acercándose cada vez un poco más; así que para cuando se dio cuenta el tímido teñido, ya no ponía cara de disgusto cada vez que lo veía ni se intentaba escapar de él.
Lamentablemente, su avance llego muy tarde y ya solo le quedaba un día, para volver a su hogar, por lo que cuando aquella mañana se encontró a Menma en la playa, lo convenció para que se la pasaran juntos todo el día.
Una vez que el sol se empezó a ocultar Menma dijo—Ya me tengo que ir, tengo que empezar a empacar.
—¿También te vas mañana?
—Si.
—No puedes quedarte un poco más.
—…..
—Por favor.
—Tengo mucho que empacar.
Ante la negativa de Menma no le quedo más que resignarse y despedirse, aunque durante toda la noche no pudo evitar pensar que no quería dejar de ver a Menma, ahora que sabía muy bien que este no era nada tímido y Shikamaru y Sai, solo le estaban dando por su lado; también sentía que todos sus intentos por acaecerse al rubio teñido habían dado frutos.
Y una vez que los primeros rayos de luz del día se asomaron por la ventana, se alisto rápidamente y corrió al lugar en donde se quedaba Menma; llegando justo a tiempo para ver a Menma salir lleno de maletas junto con sus amigos.
Tanto Menma como sus amigos lo vieron entre curiosos y confundidos, hasta que Gaara rompió el silencio y dijo—Menma tu novio de verano vino a despedirte.
—No es mi novio.
—Aun—dijo al mismo tiempo que el pelirrojo, causando que ambos se rieran, que Ino se sonrojara, que Hinata y Sakura fruncieran el ceño y que Menma lo viera de una forma que le fue difícil de descifrar.
—Podemos hablar.
El otro pelinegro solo hizo un gesto para que lo siguiera y una vez que se encontraron solos miro cálidamente a Menma y confeso—me gustas Menma, enserio que me gustas mucho. Sé que no empecé con el pie derecho, pero enserio creo que podemos tener algo más que una amistad y no voy a dejarte escapar.
Menma soltó una ligera sonrisa y dijo—préstame tu celular.
¿Qué?
—Que me prestes tu celular.
Rápidamente saco el móvil y se lo entrego a Menma, el cual tecleo rápidamente unos números.
—Ese es mi número, llámame un día de estos, talvez acepte tener una cita—soltó Menma con la primera sonrisa coqueta que le había visto, mientras extendía la mano para entregarle el celular.
Sonrió radiante a la par que extendía su mano para tomar su móvil y se perdía en los azules ojos que lo lograron flechar.
Fin