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Benjamín. Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Las guerras que tuvieron lugar antes de que Benjamin naciera hicieron que la contaminación ambiental fuera increíblemente grave. Los enemigos y aliados habían probado un montón de armas químicas para ganar las batallas y, como resultado, las explosiones terminaron por causar un gran impacto en el ecosistema y en el cuerpo humano. Los ricos salieron de su refugio al terminar e inmediatamente después se mudaron a un área no contaminada. Habían estado protegidos todo el tiempo así que sufrieron pocos daños, pero los plebeyos y los pobres, que se quedaron atrás, tuvieron una situación completamente miserable. Lo mismo había ocurrido con Benjamín, que era el hijo de una familia campesina y pobre. No importaba cuanto hubiera mejorado la vida o que tan arduo fuera el trabajo de purificación, las sustancias nocivas que quedaron en el suelo y en el aire causaron todo tipo de enfermedades mortales en la población, por lo que no quedaba más solución que mudarse a un área "limpia".
Para su fortuna, Benjamín fue lo suficientemente inteligente como para escapar de una enfermedad grave, pero eso no significaba que gozara de una buena salud. Como la mayoría de los que habían sufrido de la guerra, estaba enfermo frecuentemente y las limitaciones causadas por la pobreza lo hacían todo muchísimo peor y más pesado. Desde muy joven había hecho todo tipo de cosas malas para ganar dinero y aunque se sintiera fácil siendo un adolescente, ya de adulto estaba sufriendo de tantos tipo de males como para pensar que no tendría una vida significativamente larga. Incluso si las horas de trabajo se redujeron deliberadamente, no sirvió de nada y eso llevó a que tuviera el salario más bajo del lugar. Y eso lo hacía mucho peor estando en un sitio en donde la brecha entre ricos y pobres era bastante amplia. Cuando trataba de aguantar, era difícil debido a que no tenía una nutrición adecuada ¡Ni hablar del lugar en donde vivía! La mayoría de los habitantes de la ciudad estaban todos revueltos en edificios antiguos que estaban medio demolidos por la guerra. Y en la habitación de alquiler donde vivía Benjamin, el espacio continuó expandiéndose descontroladamente debido a la construcción no autorizada de los propietarios y arrendatarios. Por consiguiente, las paredes eran tan delgadas que la contaminación acústica era considerable e incluso ahora podía saber a la perfección todo lo que pasaba a su alrededor. Cuando los alcohólicos estaban peleando ruidosamente abajo, cuando el gato lloraba, cuando alguien lloraba. Incluso utilizar tapones para los oídos no ayudaba mucho que digamos por lo que Benjamin comúnmente optaba por hundir la cara bajo la almohada.

"¡Dios! Por favor, ¡Quiero dormir en un lugar tranquilo aunque sea por una sola vez!"

Quizá era un efecto secundario de la medicina barata que siempre utilizaba porque tenía dolores increíblemente absurdos de cabeza. Claro que dormir un poco más podía considerarse el mejor remedio del mundo y sin embargo, no importaba como, a pesar de que diera vueltas y vueltas y aunque cerrara o abriera los ojos, su mente, una vez despierta, no se apaciguaba ni aguardando por ello una hora entera.

Benjamin finalmente se levantó, tropezando contra esto y contra aquello también. Su garganta estaba adolorida debido al ambiente tan seco de la casa por lo que bebió el té que quedaba en la tetera de un solo golpe. Cuando su taza estuvo vacía, la dejó bruscamente sobre la mesa, luego abrió el estante sobre el fregadero y sacó una botella de cerámica que parecía un tanto cuarteada y fea. Solía ser una botella para condimentar pero, cuando abrió la tapa esta vez, podía ver un enorme fajo de billetes cubriendo todo el plástico. Benjamin estaba nervioso por lo que estaba viendo. Contó el dinero una y otra vez y luego los volvió a meter, sacando un largo suspiro en el proceso que decía a gritos "Estoy más que jodido." Es decir, de repente tuvo que dejar su trabajo de medio tiempo por lo que ahora le quedaba muy poquito para mantenerse. Era difícil incluso pagar el alquiler del mes siguiente así que se quejó y se dirigió al baño en un intento por despertarse de nuevo. El cubículo no estaba sucio, pero si lo suficientemente dañado por la corrosión del tiempo como para que pensara que era una zona de desastre. Era un edificio antiguo después de todo por lo que no importaba cuanto lo limpiara, las baldosas estaban todas agrietadas al igual que los espejos y el moho y la humedad se estaban adueñando de las paredes. El agua no estaba limpia e incluso después de esperar por horas enteras hasta que saliera todo el lodo, no era nada refrescante ni confiable para utilizar. Los niños eran susceptibles a las enfermedades de la piel tan pronto como nacían y los adultos no estaban exentos de la situación. Al menos Benjamin vivía en las afueras de la zona cero por lo que todavía podía mantenerse de pie el tiempo necesario como para encontrar alternativas. Compraba agua y la utilizaba tan frecuentemente que nunca se enfermaba, pero gracias eso no le estaba alcanzando para el alquiler. La gente pobre tenía que elegir entre dos cosas: Trabajar hasta morir, pagando un alto precio para solo respirar, o morir libre y peligrosamente en un lugar insalubre. Esto se aplicaba a los jóvenes porque los viejos debiluchos como Benjamín morían inmediatamente al poner un pie afuera. Aunque todavía estaba en los treintena, no entrenaba o comía y cuando se enfrentaba a gente más fuerte que él, inmediatamente perdía todas sus pertenencias. Excepto por el área central, la seguridad era tan desastrosa que hasta daba miedo ser independiente.

Benjamín se quitó el abrigo gastado y se puso la ropa para salir. De hecho no había diferencia entre una y otra, pero siempre decidía ponerse una playera y un abrigo que estuviera lo más limpio y ordenado posible. Antes de irse, vio al mismo hombre de siempre, treintón y cansado, mirándole al espejo mientras se cepillaba el cabello. No parecía mayor de su edad ni gravemente enfermo, pero si muy triste. Benjamin se movió y levantó los labios como diciendo "Anímate hombre." Pero la sonrisa incómoda no pareció gustarle mucho así que se apagó. Benjamín dejó el peine y tomó la llave. Después de cerrar la puerta, volvió a verificar que no se le hubiera pasado nada y miró a su alrededor de nuevo: Entre las otras casas distribuidas en el pasillo principal, había una puerta de hierro y algunas casas con acolchado o cerraduras muy elaboradas. Por supuesto que eso era bastante peligroso debido al riesgo de derrumbe y además, era un indicativo de que se tenían suficientes propiedades u objetos de valor como para requerir seguridad. Claro que, estar en una casa así con, por ejemplo, una familia enorme, también podía utilizarse como excusa para tener tantas cerraduras como fuera posible y tal vez, hasta como un incentivo para comprar armas o pequeñas granadas de mano.

El pasillo era ruidoso. Todo el caos que estaba semi oculto por la pared delgada de su casa se derramó de una vez sobre su cabeza antes de que pudiera prepararse para ello. Benjamin bajó las escaleras, intentando por todos los medios no hacer contacto visual con nadie tanto como le fuera posible. Eran ocho pisos. El cubículo donde estaba originalmente el ascensor estaba vacío y mostrando todo su tenebroso interior debido a la puerta completamente abierta. Había muchos edificios de este tipo en las afueras de la zona cero y por supuesto que la mayoría de ellos ya habían sido evacuados y demolidos. Este lugar se había convertido entonces en el único y más grande campo de refugiados, donde la gente acudía en masa para encontrar un lugar donde tomarse un descanso.

Al salir, encontró que estaba más ruidoso que en su casa. La gente compraba varias cosas en los puestos callejeros, había vendedores, espectadores, guardias y carteristas, todos mezclados como de costumbre hasta provocar que se sintiera como una horrible jungla. Benjamin inclinó levemente la cabeza y caminó con las manos en los bolsillos, mirando al frente para no dejarse intimidar. No quería quedar en medio de una pelea o sorprenderse por un personaje inesperado. Se decía que la antigua zona cero era el mejor lugar para vivir, pero ahora era un hecho que se había convertido en el mismísimo infierno. Asaltar, robar, matar, era imposible que te arrestaran  por algo como eso o que al menos te ayudaran antes de que te mataran con un arma de fuego o un cuchillo de carne. Incluso si salía de este lugar, literalmente no había vigilantes, ley o justicia. Aunque los políticos siempre se daban el lujo de decir que había muchos lugares donde los niños y las mujeres podían vivir con libertad y sin abuso ¡Que bendita suerte!

Benjamín caminó diligentemente hasta el lugar más concurrido. No había una distinción entre una vía para los automóviles y una acera para peatones por lo que estaba llenísimo de gente caminando y empujando. La mayoría de ellos parecían cansados o rígidos y ocasionalmente se pegaban contra vigas de madera vieja o el hierro que estaba aventado. También habían vagones, demasiados vagones... Pero mientras caminaba por el callejón central, aproximadamente una media hora en línea recta, la carretera se volvió evidentemente más limpia y aparecieron edificios de verdad hermosos. También iban y venían coches raros y carruajes pulcros con caballos tirando de ellos. Benjamín entró en la agencia de empleo adjunta al edificio de la Estación Central. Había una fila impresionante de gente en su misma posición, intentando encontrar un trabajo para no morir de hambre o de enfermedad. Llenó el formulario de solicitud, lo envió y se sentó como si se hubiera desinflado sobre el asiento. El cuero viejo estaba rasgado en varios lugares así que le preocupaba demasiado que le tocara los muslos hasta abrirlos en sangre. Por supuesto, no había otro lugar y ya que todavía tenía dolor de cabeza, estar allí era mejor que quedarse parado.

Al cabo de un minuto, un hombre barbudo de mediana edad, trajeado y agitado, le llamó en voz alta diciendo:

"¿Benjamin Colton?"

Benjamín se levantó de un salto de su asiento y se acercó al hombre que le hacía señas con una mano. Estaba revisando su currículum así que Benjamin apretó los puños con nerviosismo, frunció el ceño y comenzó a pedir a Dios por una maldita oportunidad. El hombre volvió a preguntar, examinando cuidadosamente los detalles de las hojas:

"¿Su edad es...?"

"Tengo treinta y seis".

Ya estaba escrito en su currículum, pero, era conocido que en muchos casos la gente comenzaba a mentir por lo que era necesario una verificación presencial. Cuando terminó, el hombre buscó a tientas en los archivos y preguntó:

"Te ves mas joven que tu edad. Um... Ya te había dado un trabajo, hace unos meses. Lo recuerdo perfecto. Lo dejaste y ahora vuelves."

"No renuncié, en realidad me botaron".

En la mayoría de los casos, las personas que querían trabajar terminaban siendo despedidos injustamente debido a los caprichos del jefe o el gerente. Por lo general, personas que odiaban a los pobres o enfermos. Benjamín respondió honestamente así que el hombre le creyó.

"Hmm, ¿Qué hiciste antes?"

"Trabajo de mostrador y trabajo en el almacén. Oh, y resulta que también puedo escribir y leer".

"Si. ¿Puedes hacer cálculos?"

"Puedo."

Por primera vez, se sintió una energía positiva en el rostro del hombre.  Benjamin quería lucir ambicioso, decidido. Enderezó la espalda y respondió atentamente a todas sus preguntas mientras que el hombre pareció reflexionar por un momento sobre él. Abrió bruscamente los ojos y dijo:

"Aquí dice que no has trabajado en un solo lugar durante un largo periodo de tiempo ¿Hay algún problema contigo?" Como era de esperar, el tiempo también fue un problema. Benjamin se secó la cara con la palma de la mano y puso una evidente expresión de desconcierto. El consejero lo miró más de cerca e hizo una expresión que decía algo como "He descubierto tu secreto". "No te ves en buena forma física".

El punto del consejero era correcto y ahora parecía como si Benjamín estuviera perdiendo la oportunidad de tener un empleo.

"Tienes que ir a la oficina de referencias y pues, nos pondremos en contacto contigo si hay un trabajo."

Pero eso era un cliché. Una forma de decir "Gracias pero no, gracias."

Benjamín salió y se dirigió al mercado, un lugar enorme donde había plantas y alimentos almacenados que la mayoría de habitantes no había visto jamás. Todavía no estaba en sus planes dejarse morir de hambre en la soledad de su alcoba así que compró un poco de pan duro, estofado y comestibles antes de regresar al edificio. Quería comprarlo y comérselo de inmediato porque era un lujo guardado para días importantes (O tristes.) Agregó leche, crema y harina para su guiso y al llegar, lo cocinó tan desesperadamente que comenzó a dar un poco de miedo. Había olvidado la última vez que comió hasta saciarse.

Benjamín tomó la cuchara entre la mano y la dejó solo para sentarse en el sofá. Miró fijamente al techo, pero en algún momento se dio cuenta de que los alrededores estaban ya lo suficientemente oscuros como para seguir. Benjamin se levantó, pasito a pasito, y se paró frente a la ventana para poder ver afuera: La puesta del sol hacía que el edificio deslumbrara tan perfectamente como de costumbre y que los árboles se vieran hermosos... Sin embargo, en el espacio frente a él, lo único que podía observar eran los cuerpos de las prostitutas, mezclándose desnudos contra el suelo una vez y otra vez, y otra vez más hasta que incluso se escucharon los gemidos. Como de una bestia. Probablemente quien jadeaba ahora era el joven que vivía abajo. Un hombrecito de baja estatura que parecía un niño de secundaria, pero que llevaba mucho tiempo vendiendo su cuerpo para no morir.

Benjamin cerró la ventana con fuerza.

Las cortinas también se cerraron para evitar que la luz se filtrara al interior pero, a través de la ventana de la cocina, la luz se filtró y fue lo suficiente como para que pudiera caminar sin utilizar la luz. El lujo de poder utilizar la electricidad, era algo que no podía tener ya que no era una persona rica. Las pilas eran caras así que tenía que poner veladoras en todos los lugares disponibles. Por supuesto, esto ocasionaba que su única calefacción fuera una enorme manta y que el ruido no se calmara con más que tapones para los oídos.

Se acostó temprano, pero no pudo dormir bien. Por la noche, los borrachos comenzaban un motín y siempre había peleas afuera. En la ciudad, solo había personas gritando o llorando debido a la pobreza y por supuesto que la enfermedad lo volvía terriblemente peor. Fue difícil. Siempre era muy difícil.


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