Los dos chicos, que salieron de la escuela en completo silencio, no tuvieron ninguna otra conversación importante mientras caminaban hasta llegar a casa. Veinte minutos más o menos.
Dennis se dio cuenta de que sus palabras solo estimulaban al pecado y que no producían un efecto precisamente positivo en Jesaja, por lo que cerró la boca y simplemente mantuvo su apariencia habitual.
Dennis no le estrechó la mano hasta que llegaron a la casa de Jesaja. No mostró ningún signo de cambio hasta que bajó el brazo para poner la llave en la puerta principal... Era correcto decir que no esperaba elogios después de lo que había hecho con Claudia, pero Dennis siempre se resignaba a su completa voluntad.
Jesaja se acercó a él, extendió los brazos y le acarició el cabello como si lo elogiara por un trabajo bien hecho... Cuando su dedo bajó más allá de la parte posterior de su cabeza, entonces fue ese el momento en que le recorrió la espalda hasta detenerse por completo en su pantalón. Dennis no supo que hacer, aunque no era la primera vez, así que solamente se encontró tragando saliva de un modo terriblemente escandaloso.
Tan pronto como entraron a la sala de estar, Jesaja se sentó en el sofá y fumó hierba, mientras que Dennis, sentado frente a él, lo miraba como si esperara por algún tipo de instrucción. Ahora este era un paisaje que no les resultaba desconocido, para ninguno de los dos.
"Dennis, ¿Te importa?"
"¿Qué?"
El silencio, que continuó a lo largo de la respuesta de Dennis, se extendió tanto que Jesaja volvió a preguntar.
"Los rumores de que ahora te estás llevando bien conmigo ¿Te molestan?"
Dennis no abrió la boca hasta que Jesaja cambió de postura, se acostó boca abajo y luego sopló el humo de cannabis tres o cuatro veces hasta que comenzó a mezclarse con el ambiente. Jesaja realmente no estaba buscando una respuesta, era... Preguntar por preguntar.
"Dennis, sé que eres popular". Jesaja suspiró y dejó que las cenizas de cannabis, que no habían sido correctamente cepilladas del filtro, cayeran y se esparcieran sobre su camiseta negra. "Pero no me hagas enojar. Porque es jodidamente molesto. ¿Está bien?"
La pregunta final la dijo en cantonés.
En los últimos días, a medida que ha aumentado el tiempo con Jesaja, Dennis se ha acostumbrado tanto al cantonés que ahora se encontraba entendiendo sus palabras y moviendo la cabeza para asentir.
Dennis ya no estaba obligado a llevar a Jesaja al hospital y Jesaja ya no asistía a la iglesia, pero los dos se reunían con más frecuencia que antes. Incluso cuando se suponía que tenían sus propios asuntos que atender. Dennis dormía en la casa de Jesaja tres días a la semana y se tenía que decir que sus padres nunca se opusieron a que pasara la noche con él, quien había sufrido una perdida completamente terrible.
El sábado, el día en que murió el padre de Jesaja, fue la primera noche que tuvieron sexo. Uno, dos, tres días. Ya han pasado dos meses.
Pero Dennis era el culpable ¿No es cierto? Culpable por decir promesas que no fueron correspondidas, responsabilidades tontas, innumerables voces en las protuberancias de su lengua que ocasionaron muertes... Esa vez hubo un charco de lluvia, agua debajo de la ropa de Jesaja, el olor a cáñamo, dedos huesudos de punta roja y tobillos levantados sobre hombros fuertes, labios secos, ojos rasgados, ojos grises, frente blanca cubierta de cabello oscuro... Jesaja subiendo sobre Dennis, Jesaja comiéndose a Dennis.
Sé responsable de lo que hiciste.
Sé responsable y acuéstate conmigo.
Dennis no podía decir que no a eso... Y ese día sus manos se convirtieron en grilletes, en besos llenos de dientes pecaminosos. Dennis, cuyo tobillo estaba apretado por las cadenas, quedó cojo y también quedó ciego... Engañandose a si mismo de que era su penitencia aunque era su primer pecado.
El domingo siguiente fue el último día que visitó la iglesia con Jesaja. Esclavizado por el pecado que estaba creciendo en su alma deseosa, Dennis descubrió que no podía centrarse en la oración. Solo estaba allí, mirando a Jesaja en el asiento junto a él. Sus manos, las marcas en su cuello... Jesaja oró con fervor, a pesar de que su padre había muerto y ya no lo necesitaba. Ese... Estúpido diablo gentilmente juntó sus manos desnudas y escupió el nombre de Dios con sus labios inmundos. Con su apariencia pura, Dennis inmediatamente cayó en la cuenta de que no era su culpa, sino la de él.
Los dos estaban en el funeral del padre de Jesaja, y en la escuela, repetían pecados inmundos. Es Jesaja quien lo toma, lo lleva al baño y gime su nombre, pero siempre es Dennis quien siente la vergüenza.
Dennis se echó a llorar esa noche y también la noche siguiente. El arrepentimiento profundo ya no era posible porque cuando se arrodilló y juntó las manos sobre la cama, recordó el pene de Jesaja dentro de su boca, no pensó en el dios bondadoso...
Sus pulmones estaban hartos de tanto jadear, estaba sudando como loco e incluso había comenzado a tener un montón de náuseas. Estaba atrapado en un miedo tremendo... Porque ese no era él, porque esos pensamientos no eran suyos, porque lamentaba tanto estar terriblemente enamorado de él.
Quería escapar de Jesaja.
Anhelaba la salvación.
Como primer paso hacia el perdón, decidió que iba a irse a estudiar en el extranjero como sacerdote. Dennis también intentó regresar a las horas de oración continuas y a ser voluntariado en la mañana mientras preparaba los documentos necesarios para irse a Roma..
Necesitaba el Italiano, no el cantonés. Estudio. Hacer que ese cuerpo promiscuo estuviera enteramente dedicado a Dios para que su alma inmunda fuera divinamente usada. Salir del baño del infierno y escapar de Jesaja... Porque ahora era cojo, y si no se iba entonces lo iba a dejar sin las dos piernas.
Esa fue la mejor solución que encontró Dennis para salir del caos en el que había vuelto su propia vida.