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Una fruta. Tomo 1 y 2 por yuniwalker

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La Catedral de San Michael era la culminación de la grandeza. El exterior era una arquitectura renacentista, blanca y dorada y el espléndido interior barroco le hacía sentir como si estuviera en el cielo. Especialmente por esa mesa sacramental de oro y pilares de jade que se veía detrás de la cruz alta. Dentro del marco arqueado en el medio, había una imagen de un ángel que maximizaba el carácter sagrado y colgando en la parte superior, un sol dorado armonizaba con la estatua dorada de Jesús, en la cruz... Le daba la ilusión de que realmente podría salvarle.

En su memoria, comparado con esto, la Catedral de Bochum era un lugar horrible que debería desaparecer de inmediato.

Jesaja aplaudió, y en la magnífica y tranquila catedral resonaron sus palmas. En las sillas, los ojos de algunos de los creyentes que estaban sentados y abrían la boca a la nobleza de la iglesia, lo miraron y luego, cuando se encontraron con sus ojos grises y helados, volvieron la cabeza como si lo estuviesen evitando... Sin embargo, solo una chica pareció no huir de él así que Jesaja, quien sonrió ampliamente, movió sus zapatos en su dirección. Se acercó a la chica.

"Hola."

"Hola."

La chica le saludó con voz suave y dejó que se sentara a su lado.

"Yo soy Jesaja".

"Soy Hanne".

"¿Vienes a menudo a esta catedral?"

"Sí." La chica, de mejillas rojas y brillantes, respondió a la pregunta de Jesaja sin demora y sin titubear. Apoyó los codos en la banca de enfrente. "Vengo con mis padres la mayor parte del tiempo."

"¿Con qué frecuencia vienes?"

"Aproximadamente tres veces por semana".

"Ya. ¿Y lo has hecho por mucho tiempo?"

"Desde que estuve en el estómago de mi madre".

Continuando la conversación con la niña, Jesaja volvió la cabeza para ver la deslumbrante catedral nuevamente.

"Es muy bonita."

"¿No vives aquí, verdad?"

Los ojos grises se volvieron nuevamente hacia la niña.

"¿Cómo supiste?"

"Bueno... Porque nunca te había visto antes".

"Eres inteligente".

"¿De dónde eres?"

"De por allí. Muy lejos."

Jesaja sonrió gentilmente. La chica lo premió con un gesto amable.

"¿Por qué estás aquí entonces?"

"Hay alguien a quien quiero ver".

"¿A quién?"

"¿Hay un sacerdote alto, rubio y de ojos azules en esta iglesia? Es tan joven como yo..."

Cuando terminó la pregunta, la niña se rió inocentemente.

"Dennis Pater".

El Pater era un terminó honorífico alemán. La expresión de Yesaiah se volvió brillante, como la de un niño.

"Sí, Dennis".

"¿Por qué quieres ver al padre Dennis?"

"Quiero confesarme"

"Ya veo. Pero el sacerdote que confiesa es otro."

"¿Y Dennis?"

"No lo sé. Puedes ir allí y preguntar".

La niña señaló la puerta que estaba al fondo.

"Gracias, Hanne".

Jesaja se puso de pie sin dudarlo así que la chica dijo: "Dale mis saludos a Pater Dennis de parte mía."

"Si… Ten por seguro que lo haré."

***

 

Las personas que conoció en la Catedral de San Michael fueron muy amables con él. La chica rubia y el personal de la oficina de la iglesia, quién escribía el nombre del sacerdote a cargo por hora y día de la semana, le dio un horario bastante específico. Hay políticas básicas para tomar una confesión y además, también hay folletos con la historia de la catedral y los eventos anuales que se celebraban justo allí.

Jesaja, acostado en una habitación de hotel y escudriñando los folletos que recibió de la iglesia, encontró la lista de sacerdotes en la que estaba el nombre de Dennis. También había una foto... Sostuvo el folleto frente a él y lo elevó un poco para poder verlo con ayuda de la luz del sol. Dennis ya no tenía esa inocencia de su adolescencia, solo la madurez de su semblante se transmitía a través del papel. Pero eso no significaba que los rasgos sensuales no estuvieran allí. Esos ojos azules, cóncavos y frescos. Su nariz afilada y sus labios obstinados que combinaban con el tono de su piel y, ese color rubio de su cabello que también era el mismo... Y no fue sino hasta después de mucho tiempo, que también se permitió mirar debajo de la barbilla de Dennis. Jesaja levantó el pulgar y le tocó el cuello envuelto en un uniforme de sacerdote.

Dennis...

Trató de estimar lo difícil que habría sido ponerse esa cosa blanca después de todo lo que hizo con él.

"Pasó mucho tiempo".

Pronto emergió un cuerpo decadente escondido bajo sus pensamientos. El color de los viejos recuerdos que aún estaban oscuros. Sus manos, sus muslos, su pene erecto... Jesaja quería deshacerse de la cosa blanca que no coincidía con el Dennis que había tenido en la cama tantas veces. Sentía la necesidad de romper el uniforme de sacerdote con sus dientes y follárselo. Hacerlo con fuerza y en la mesa de su Dios.

El folleto estaba arrugado en su mano.

"Nos vemos mañana, Dennis."

Escupió las promesas de hace una década que no se habían cumplido... Pero esta vez, no había opción de que Dennis escapara hacía algún lugar.

Y Jesaja lo sabía muy bien.


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