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Una fruta. Tomo 1 y 2 por yuniwalker

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Dennis, entrando en el confesionario, era como un soldado arrojándose al campo de batalla. Sus ojos azul cielo estaban marchitos, su piel increíblemente pálida... Cerró la pequeña puerta del confesionario y volvió el cuarto que de por si era reducido, en algo más oscuro y estrecho. En el interior, Dennis llamó un solo nombre... Incluso ahora, dos días después de denunciar la desaparición, no había noticias sobre su padre y tampoco existía una sola pista.

Así como él huyó a Roma, hubiese deseado que Jesaja escapara a la mina abandonada y nunca volviera a aparecer frente a él... Más aún, ahora que ese mismo hombre estaría también detrás de la malla de madera. Es decir, sabía que era él y sabía que aparecería. Podía sentirlo, erizando la piel de sus brazos con cada oración.

Asustado, tuvo que tragarse su cobardía y enfrentarlo con todo su poder. En lugar de alejarse, hará preguntas y en lugar de huir, peleará contra el mal que representa.
Dennis fue constantemente fiel y bueno y como tal, creía firmemente en contar con la espada y el escudo de Dios en los momentos de mayor adversidad.

"El Señor ha perdonado tus pecados. Ve en paz."

"Gracias, padre."

Intentó olvidarlo durante más de 10 años, pero ahora, se siente casi deprimido de no poder escuchar su voz... No podía ser paciente. Ya había escuchado la quinta confesión y, como siempre, solamente juntaba las manos y se apresuraba a rezar como si se le hiciera tarde para ir a una cita fuera de la iglesia.
En un intento por recuperar la compostura inicial, Dennis respiró hondo y se acomodó el cuello. Luego se peinó un par de cabellos rebeldes y escuchó con atención el sonido de la ventana corrediza... Tras un momento de silencio, una voz temblorosa dijo:

"Amén, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".

La respiración de Dennis se detuvo en un segundo. El sexto confesor es joven, suave y de tono ardiente. Un hombre.

"Dios ilumina nuestros corazones, siempre que creamos firmemente en su misericordia. Confiesa tus pecados".

"Amén."
 
Estaba seguro, ese era Jesaja. ¡Jesaja había vuelto! Respirando lentamente, Dennis hundió la cara un poco más entre sus palmas. Exhaló... Tenía que estar tranquilo. No debía agitarse pero, mientras agarraba su túnica y la estrujaba con fuerza entre sus dedos, podía sentir el latido de su corazón retumbando en sus orejas.

Jesaja, quien se sentó en el lado izquierdo del confesionario, sonrió. Tal vez ahora, Dennis finalmente estaba enterado de que su padre no estaba en casa. Y es lo suficientemente inteligente como para notar que el confesor era el mismo de la otra vez.

"Padre."

La voz de Jesaja, que no podía ocultar su emoción, fue más vibrante de lo que se esperaba. Le gustaba mucho el cuarto de confesiones porque era oscuro y porque podía charlar con Dennis sin ser interrumpido por nadie más... Pero, podía decir que no estaba para nada satisfecho con la densa malla de madera que bloqueaba la pequeña ventanita. Esto se debe principalmente a que quería comprobar con sus dos ojos si estaba haciendo una expresión excitante o si se veía particularmente nervioso estando con él. Incluso el primer día, sin duda tuvo que tener una cara impresionante de emoción.

"Padre Dennis".

"..."

Dennis no respondió, solo tragó saliva. Pero el hombre desvergonzado comenzó a confesar como si no le importara lo que había ocasionado en él. Escuchó y escuchó con una infinita paciencia hasta que percibió un sonido familiar de respiración chocando justo en sus oídos... La red de madera se cubrió por la forma de unas delgadas manos y se percató después de un leve rasguño. En poco tiempo, sus labios se abrieron otra vez:

"Padre, he quebrantado el octavo mandamiento".

El octavo mandamiento era "No dirás malos testimonios ni mentiras."

"Te dije que no sabía a cuántas personas había matado... Pero fue una mentira, yo sé la verdad."

"..."

"Trescientas personas. Y este año, maté a tres personas más".

Fue una confesión absurda, pero Dennis no dudó de su veracidad. Puede saberlo solo con el timbre de su voz. Esa era la verdad, sin lugar a dudas. Es un pecado terrible que hace que la voz de Jesaja tiemble de excitación con cada sílaba.

Jesaja era un maldito diablo, pero pensó que incluso ese era un insulto para satanás.

"Creo que el cuarto, será el anciano que fue secuestrado la última vez".

"¡Jesaja!"

"Entonces sabías..."

"¡Sí, eso es correcto! Tú, ¿¡Tú fuiste tan maldito como para secuestrar a mi padre!?"

Su corazón, que había estado en pausa, se estremeció con fuerza. Recuperar la compostura ya era imposible para este momento por lo que Dennis, que había sujetado la pared con las dos palmas, pegó la cara y el pecho a la malla que lo separaba de él... Lo único que puede ver, es solo una pequeña silueta negra.

"Padre, el sacramento de la confesión aún no ha terminado".

"¡Jesaja! ¿¡Dónde está mi Padre!?"

Dennis estaba emocionado, Jesaja estaba emocionado. Sin embargo, sus pasiones eran diferentes.

"¡Jesaja! ¡¡Respóndeme!!"

"Padre, he quebrantado el sexto mandamiento".

Jesaja continuó su confesión. El sexto mandamiento era: "No cometerás actos impuros."

"Jesaja ¡Alto!"

Parecía que el hombre estaría a punto de atravesar la puertecita cuando se levantó, se pegó contra ella y jadeó "¡Oh, Dennis!"

Fue una locura, pero Dennis se puso de pie también y pegó todo su torso hasta que la malla de madera, que era molesta, empezó a desaparecer como si necesitaran confirmarse el uno al otro... Aunque solamente estaba claro el sonido de su respiración.

"Padre."

Y sí, eso fue suficiente. No era necesario verse a la cara.

"He estado pensando en ti, durante diez años".

Jesaja habló, y se desabrochó el cinturón. Intentando deliberadamente hacer que el sonido fuera fuerte.

"Jesaja..."

El crujido del metal se detuvo. Los pantalones de Jesaja se cayeron hasta sus tobillos y le mostró sus muslos blancos y temblorosos... Ya estaba duro y caliente, y podía notarlo mientras restregaba su pene contra la ventanita de confesión... Al mismo tiempo, continuó: "He quebrantado el sexto mandamiento varias veces".

"Jesa..." Dennis, que estaba hablando, se desvaneció. "Ah..."

"Dime que no me extrañaste también..."

Dennis también se sentía irremediablemente duro. Cuando comenzó a dejar correr su imaginación, bajó la cabeza y la dejó descansando contra la malla igual a si estuviera muy mareado. Incluso el hirviente aliento de Dennis se filtró, y fue lo mejor que pudo pasarle a un descontrolado Jesaja.

Había pasado mucho tiempo desde que se sintió tan lujurioso.

"Dime que no te gusta..."

Los pilares de su pene se movieron lentamente hacia arriba y hacia abajo. La temperatura corporal subió desde su vientre, le llegó al pecho y logró hacerle respirar de un modo increíblemente errático. Se empinó.

"Desde el día después de la graduación del padre, ah... Yo siempre..." Tomó el líquido que fluía de la punta de un pene que se veía como si fuera a estallar, y lo aplicó por todo el largo con las yemas de sus dedos. El movimiento es más lento que antes. Hay pestañas, labios, saliva, un dolor de garganta insoportable...

Dennis temblaba.

"Siempre te esperé.... Pero mi amado Dennis desapareció y me dejó solo. Desesperado."

"Jesaja..."

Dennis se cayó sobre la malla. El humo negro, que se elevaba sin control, parecía entrar a sus pulmones hasta dejarlo sin respiración. Ni siquiera podía responder ante tales palabras sucias.

"¡Silencio!"

"¡Oh, mierda! Ah... Lo que daría porque fueran tus dedos... Um... Padre. De nuevo, ¡Grita! ¡Grita ¡Jesaja!! ¡Jesaja! ¡Grita mi nombre como cuando estaba sobre ti!"

Hay palmas pegajosas, golpes y frotamientos húmedos con un pene que hacía un ruido desagradable.

"Dennis..." La cabeza de Jesaja estaba inclinada hacia él, y sus ojos permanecían inspeccionando tras la malla... "Ah, padre, ¿Dónde estás? Ah... Necesito verte."

La silueta de la malla se hizo más gruesa. Dennis, que había estado intentando no volverse irremediablemente loco, se acercó de nuevo: "Mi papá..."

"El doctor Leitner tal vez esté muerto ahora."

"¡Jesaja! ¡¡Detente ahora mismo!!"

"¡Ah!"

Pero cuando extendió la mano nuevamente y la juntó a la puertecita... Dennis levantó la cabeza, se inclinó contra él y suspiró como si quisiera recibir una caricia. ¡Era increíblemente manipulable!

"¡Ah, Dennis, Dennis! Mi amor..."

Jesaja aumentó la velocidad con la que se estaba tocando el pene.

"¡Ah! Dennis, Dennis... Te necesito tanto, necesito... Sentir tu verga..."

"Jesaja... ¡Ah! Dios mío..."

La malla vibró con la fuerza salvaje de Dennis, que se estaba juntando a la ventana cada vez más y más.

La temperatura aumentó.

"¡Ah, sí, mierda! Ah, te gusta esto ¿Verdad? Te gusta cuando te imaginas poniéndolo dentro de mi mientras me ves correrme ¡Uh! ¿No es cierto?"

"¡Por favor, detente!"

"No es divertido si no dices mi nombre mientras lo hago."

"Por favor..."

"¡Grita!"

"Dios, Jesaja... Jesaja, Jesaja..."

El nombre que llamó Dennis, provocó el clímax: "¡Ah!" Y el semen de Jesaja se disparó en el muro del confesionario. Se golpeó la cabeza contra la madera y el cabello negro, disperso y lleno de sudor, comenzó a pegarse a su cuello. Su pelvis goteaba...

"Jajaja..." 

El vapor caliente, que llenaba su corazón, lo estaba asfixiando...

"Tú..."

Dennis también tenía semen en los pantalones.

"¿Um...?"

Jesaja, quien emitió un último jadeó, parecía muy empeñado en asegurarse de que su voz y su respiración pudieran llegar hasta Dennis... Y todavía pegado muy cerca de la malla, empezó a chupar sus dedos manchados de semen. Uno, y luego otro... Después su lengua recorrió también la madera de la ventanita para limpiarla...

Cada vez que esos sonidos salían de sus labios fruncidos, había una sensación muy fuerte que le hacía pensar "Me voy al infierno". "Definitivamente me voy a ir al infierno."
Jesaja se rió suavemente mientras se subía los pantalones.

Dennis todavía era tan lindo como lo era hace años.

"Me gustas mucho, padre". Jesaja, que tenía una apariencia pulcra, sin rastro alguno de depravación, pegó su rostro a la malla del confesionario. La punta de su nariz estaba ligeramente curvada cuando pareció suspirar. "Ah... Dennis..."

Dennis y Jesaja se enfrentaron, aunque tenían una malla en el medio.

"No quería traicionarte, así que lo he hecho solo durante diez años. ¿No crees que soy lamentable por actuar así?"

"..."

El rostro de Dennis estaba tan pálido como el color de su iris. El área bajo sus ojos tenía manchas profundas y se veía increíblemente derrotado. Arrastrado por la impureza que iba más allá de su imaginación y en la que cayó tan fácil.

"Pero tú lo hiciste bien y te convertiste en un sacerdote... Es maravilloso y estoy, muy orgulloso de ti."

"..."

"Pero ya no tengo paciencia para esperar que esta vez sigas aquí cuando vuelva. Ven a verme después de renunciar a este...  Este maldito trabajo   que no coincide para nada contigo".

El enrojecimiento abundaba en las mejillas de Jesaja. La esquina de su boca se elevó bruscamente incluso aunque estaba todavía pegado a la malla... La respiración transmitida a su piel le traía recuerdos y sensaciones que le jugaban una mala pasada.

"No digas tonterías".

"No tiene sentido tener una cosa blanca en tu cuello después de lo de ahora..."

"Jesaja... ¿Qué hay de mi padre?"

"¿Por qué preguntas lo que ya sabes?"

"¿Qué sé?"

"Matar es igual de divertido para mí que meterme una verga".

Aunque hablaban el mismo idioma, Dennis tuvo dificultades para entender las palabras de Jesaja esta vez. El hombre pareció notarlo porque se aproximó, abrió la boca y dijo:

"Ven a mis brazos, cariño. O entonces estaré completamente loco y mataré al doctor Leitner mañana mismo".

"... ¿Lo dices en serio?"

"Ujum..."

"Jesaja... ¿Por qué me haces esto?"

"Dennis... ¿Por qué me hiciste esto a mi?"

"Qué… ¿Eso qué significa?"

"No preguntes cosas que son simples".

Se quedó en silencio por un momento. La mente de Dennis estaba tan oscura como lo era la confesión.

"Pero no te preocupes, Dennis. El Doctor Leitner está bien".

"... ¿Cómo puedes hablar tan calmadamente sobre esto? Y, ¿Por qué? ¿¡Por qué secuestraste a mi padre!?"

"Porque tu padre es basura".

Dennis chasqueó su lengua.

"¡Ten cuidado con tus palabras!"

"Y tú, como tu padre, serás basura si sigues en la misma dirección".

"¡Mi padre es una buena persona! ¡Y tú no tienes derecho a hablar de él con tu sucia boca!"

"Ah, Dennis. Dennis, Dennis..."

Jesaja se retiró de la malla temblorosa y se apoyó contra la pared con una sonrisa despiadada. Dennis es lindo, pero muy estúpido. Dio todo por terminado cuando se puso el cinturón.

"La confesión fue muy divertida, pero hoy es la última. Ahora nos vamos a reunir fuera de la catedral. Sal y encuentrame, pero ponte ropa sexy en lugar de ese estúpido uniforme de sacerdote".

Jesaja bostezó, hizo el ademán de irse...

"¡Dime dónde está mi padre!"

Jesaja sonrió. Dennis se volvió más agresivo de lo que era de joven... Y eso hacía que le gustara cada vez más. Tan excitante que cuando lo imaginó, le picó la entrepierna.

"Ven a la estación de Freising a las 3 pm el próximo miércoles. Toma todas tus cosas importantes y deja atrás esta tonta catedral".

"Mi padre..."

Le gusta que sea agresivo, pero que actúe tan persistente lo pone de nervios.

"Si no vienes, tendrás las orejas de tu padre recién cortadas y frescas en una pequeña cajita".

Jesaja dijo esto muy casualmente, apretando su frente con un par de dedos. Solo quería llegar al hotel, darse una ducha y disfrutar del servicio a la habitación.

"¡Jesaja!"

"Nos vemos, Dennis."

Jesaja, quien abrió la puerta de un pequeño confesionario, estiró su largo cuerpo y se alejó... No había escuchado la disculpa común, pero estaba seguro de que todos sus pecados había sido perdonados satisfactoriamente.

"¡Jesaja!"

En poco tiempo, el siguiente creyente entraría al lugar donde antes estaba Jesaja y le pediría su perdón. No podía gritar más y siquiera podía seguirlo. Dennis cerró rápidamente la ventana corrediza y ahogó una maldición...  En el interior del confesionario, negó con la cabeza, vuelto un lío terrible y agonizante. Los molares superiores e inferiores se apretaron con fuerza así que incluso se había olvidado de rezar. Se sentía doloroso, como si todo su cuerpo estuviera atado en un árbol de espinas.

No estaba seguro de poder dar otra confesión.

 


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