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Una fruta. Tomo 1 y 2 por yuniwalker

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Después de seis horas y treinta minutos, cuando llegaron a Berlín también había llegado la noche. A diferencia del aire ligero y fresco de Múnich, el aire de Berlín era denso y frío. El paisaje también era diferente en comparación con Munich, donde predominaban los colores azules y suaves. Berlín era todo de color gris. Estaba desgarrado y sombrío y Dennis se sintió ligeramente familiarizado con la tristeza que se sentía. Su ciudad natal, Bochum, tenía una atmósfera similar después de todo.

Los tres se pararon frente a un edificio pintado de azul oscuro y de inmediato, Jesaja subió la mano por un panel con ocho timbres y presionó uno de ellos. Se encendió una luz roja en el intercomunicador y una voz diciendo "¿Quién eres?" Rompió todo el silencio.

"Soy yo."

Jesaja respondió de inmediato.

Había un tremendo sonido electrónico. La puerta se abrió y un viejo y estrecho ascensor le dio de pronto la bienvenida a los tres hombres. Cuando entraron, Dennis puso la espalda en la esquina del ascensor y encogió los hombros. Y ya fuera porque había sentido su miedo o porque simplemente quería hacerlo, Jesaja lo rodeó con uno de sus brazos y lo acarició.

Ding.

La puerta del ascensor se abrió con el sonido de una campana. Timor y Jesaja salieron pero Dennis, que no estaba seguro de nada, escupió un suspiro impresionante y los siguió de una manera lenta y cuidadosa. Había una puerta de hierro bien abierta, como si los hubieran estado esperando desde hace un buen tiempo. Un hombre de piel morena estaba haciendo guardia a un lado y levantó su palma hacia Timor y Jesaja igual a si fuera un saludo descoordinado y casual.
El espacio al que ingresaron era lujosamente espléndido y parecía haber sido creado para que no coincidiera en absoluto con la pared exterior del edificio. En lugar de muebles, había muchas otras cosas que bien podría llamar, un lujo. Art Nouveau desde la entrada hasta el final del pasillo, una alfombra amarilla con patrones en naranja y arañas en el techo. Luego estaba la puerta arqueada por la que Jesaja y Timor entraron de una manera increíblemente familiar. Dennis los siguió de cerca.

"Padre, estamos aquí".

Timor habló de manera inusual pero Jesaja no dijo nada y sin dudarlo, caminó a la derecha y se tiró completamente en el sofá. Dennis, de pie en medio de la sala, solo seguía las palabras "Padre" de Timor y luego, una voz que parecía venir desde las profundidades del suelo le hizo estar a punto de caer contra su espalda. Kaplan entró en la habitación por la puerta arqueada. ¿Estaba listo para irse a la cama? Llevaba una bata, las piernas y el pecho expuestos. La mirada de Kaplan se volvió inmediatamente hacia Dennis, con sus pies en pantuflas bastante simples. Se detuvo justo enfrente de él y entonces, con la cabeza levantada, sonrió abiertamente al invitado que no había invitado él. Había reconocido el traje negro que debía ser un uniforme de sacerdote así que arrugó las cejas. ¿Es este hombre su "padre"? Dennis miró a Kaplan un poco más detenidamente. Bueno, es mayor así que puede que le llamen padre por eso. En el mejor de los casos, parecía tener unos 40 años y al mismo tiempo, era evidente que no era una persona común. Tenía un rostro atractivo, pero había una cicatriz que lo atravesaba de extremo a extremo. Su pecho y sus pantorrillas también tenían cicatrices grandes y podía imaginar que se veía igual en los lugares cubiertos por la bata.

"¿Por qué lo trajeron?"

Kaplan volvió el rostro hacia Timor.

"No lo sé."

La mirada de Kabran pasó ahora a Jesaja.

"¿Y bien?"

"Padre, ¿No te gusta?"

Jesaja, quien estaba acostado y ocupando el apoyabrazos del sofá como almohada, le preguntó esto a Kaplan mientras fumaba.

"¿Traes un sacerdote y todavía preguntas si me gusta?"

"Dennis ya no es un sacerdote".

Kaplan chasqueó la lengua y se dirigió al sofá. Timor, que pronto lo siguió, se volvió y le indicó a Dennis que lo acompañara también. Timor y Dennis se acomodaron entonces en el sofá frente a Jesaja y Kaplan y el muchacho, que era consciente del mal humor de su padre, sacó un cigarrillo y se lo entregó como si fuera su sirviente. El hombre, que estaba a un lado, se acercó y encendió su encendedor hasta que la punta del cigarrillo mordido por sus dientes se puso toda roja. Timor también empezó a fumar así que el cuarto estaba lleno del humo del cigarrillo de tres personas. A Dennis le dolía la nariz, así que incluso arrugó los ojos sin saberlo.

"Soy Kaplan. Su padre".

Kaplan hizo contacto visual con Dennis y abrió su discurso.

"Soy Dennis Leitner".

La cabeza de Kaplan se inclinó en un ángulo extraño.

"¿Leitner?"

"Sí."

"¿Tiene algo que ver con el doctor Leitner?"

La pregunta estaba dirigida a Jesaja, pero fue Dennis quien habló de nuevo.

"Si está hablando de Friedrich Leitner, tiene razón. Es mi padre."

"Vaya." El humo del cigarrillo estalló a través de los labios de Kaplan acomodados en un círculo. "Con que tu padre."

"Así es..."

Kaplan sonrió. Dennis vertió todas sus preocupaciones sin dudarlo:

"¿Sabe qué ha hecho de mal mi padre?"

"Lo sé."

"Dígame por favor."

"¿Tú no sabes nada?"

"Yo no sé."

"¿Jesaja no te contó?"

"Me dijeron que "el padre" me lo diría".

"Jesaja, ¿Por qué no se lo explicas?"

Kaplan, con los brazos extendidos, revolvió el cabello de Jesaja igual a si fuera un perrito desobediente. De hecho, el padre parecía que estaba regañando amablemente a un verdadero hijo.

"Es molesto."

Dennis frunció las cejas ante la respuesta tan simple. Abrió los ojos otra vez.

"Dime por favor. ¿Por qué está mi padre en un lugar así?"

"¿Qué dices? No... Lo he mandado a Italia?"

"¿Por qué?"

Sin embargo, parecía que Kaplan no quería responder.

"¿Dennis?"

Preguntó el hombre.

"¿Qué?"

"¿A que temes más?"

Se sintió como si estuvieran jugando con él. No sabía cómo tener una conversación adecuada con Jesaja o Kaplan sin perder los estribos. Sin embargo, estaba muy ansioso por escuchar algo sobre su padre así que intentó responder a sus preguntas tanto como le fuera posible.

"A la ira de Dios?"

"¿Lo segundo a lo que le temes?"

"En pecar y traicionar a Dios".

"¿Lo tercero a lo que le temes?"

Dentro de la habitación, miró el cabello negro de Jesaja por un instante.

"... No hay nada."

"¿De verdad?"

Kaplan se rió lo suficientemente fuerte como para sentir la vibración de su garganta, incluso Jesaja parecía encontrarlo gracioso.

"Bueno, Dennis, te lo diré. Tu deseo de hacer el bien es absurdo, pero no tengo ninguna intención de destruirte eso ahora. De todos modos, sobre tu padre... Pues solo puedo decir que el doctor está con Mateo ahora".

"¿Qué es "Abby"? Además, ¿Quién es Mateo?"

Ahora entendía el motivo por el que Jesaja le dejó explicarle todo a él. Parecía un sacerdote muy imbécil y no podía entenderlo a menos que se lo dijeran con palitos y bolitas. Kabran dio entonces un gran suspiro.

"Mateo es un chico italiano. El tiene negocios alrededor de Bolzano, Bolonia y Ravenna. Está pagando lo que debe por haber robado nuestras drogas."

"..."

"¿Lo entiendes ahora?"

"Mi papá robó... No puede ser ¡Están diciendo mentiras! Mi padre es un buen hombre y él jamás..."

"¿Qué sabe del mundo un sacerdote que solo reza cuando está atascado?" Kaplan volvió a chasquear la lengua. "Cuando el dinero es un problema, no hay nadie que esté exento de un pecado."

"Es mi padre. Lo conozco."

"Jesaja."

Kaplan de repente cantó "Jesaja", y el muchacho levantó sus dos piernas sobre la mesa con un terrible "Pam" y luego utilizó su pie para tirar los vasos que estaban encima.

"Dennis". Jesaja, tenía un rostro inexpresivo. "¿Quiere convencernos de que el doctor Lightner es una gran persona? ¿O quieres estar vivo?"

Dennis guardó silencio.

"¿Crees que tus palabras pueden salvar al doctor?"

"Jesaja... Manten tu promesa."

La voz de Dennis, que se había vuelto pequeñita en poco tiempo, también parecía tener muchísimo dolor.

"¿Que promesa?"

Había cinismo en la boca de Jesaja.

"Me dijiste que si iba contigo, salvarías a mi padre".

"Por supuesto. Ya lo has salvado ".

"¡Jesaja! ¡Por favor! ¡Se serio!"

Dennis, que no pudo detener la creciente ira, gritó y se cayó de rodillas.

"Dennis, hablo en serio. El doctor Lightner está vivo".

"Si tus palabras son verdaderas... Déjame verlo".

Jesaja se levantó de un salto, dio la vuelta al sofá y se paró detrás de Dennis. Su torso inclinado hacía él y su rostro elevándose por encima del hombro de Dennis... Kaplan y Timor los veían como si estuvieran disfrutando de una muy buena película en la tele.

"Dennis". Las frías yemas de sus dedos recorrieron la nuca de Dennis. "Te ves hermoso con el cabello de esta manera ¿Ya te lo habían dicho? Eres muy elegante". Un dedo, que pasó junto a su oreja, golpeó ligeramente la cabeza de Dennis. "Escucha, Mateo es el jefe de la organización italiana, y lo siento, pero yo solo soy un miembro. Además, ni siquiera los hombres de Mateo hablan con él ¿Qué crees que nos toca nosotros?"

"..."

Dennis miró a Kaplan por encima del brazo de Jesaja.

"Los italianos son de mal genio. Una mierda. Si quieres enojarte con alguien, hazlo con tu padre porque él se metió en esto por su cuenta."

La hielera cayó de los brazos de Dennis.

"Jesaja... Si hay alguna forma de ver a mi padre, por favor, dime".

"Umm... El reencuentro no es completamente imposible". Dennis miró como Jesaja caminaba hasta ponerse frente a su nariz. "Mi "padre" y Mateo son socios comerciales. Entonces, si juegas conmigo, conocerás a Mateo. Yo lo haré posible, Dennis."

Los dedos de Jesaja rasparon la línea de la barbilla de Dennis y luego, un dedo increíblemente suave, empujó profundo en la línea de su garganta. El rostro de Dennis se volvió ligeramente blanco, sus ojos azules estaban entrelazados con esos grises intensos.

"Si lo haces, entonces puedo pedirle a Mateo que devuelva al doctor".

"..."

"Por supuesto que no ahora". Cinco dedos estirados, se deslizaron lentamente sobre el pecho de Dennis. "Tienes que jugar conmigo hasta el final."

Jesaja, agarró el uniforme de sacerdote y Dennis comenzó entonces a respirar un poco más deprisa. Después de que pasaron unos cuantos segundos, el uniforme fue arrugado y tirado hacia adelante para comenzar a quitarlo de él... La respiración de Dennis se había quedado atrapada en sus pulmones.

"Dennis, levántate".

Dennis se puso de pie como si ya no le quedara más energía para pelear. Jesaja se cruzó de brazos y miró atentamente todo su cuerpo: Al estar de pie, resultaba que Dennis se veía mucho más alto y corpulento que él, quien ya medía 1,80. Y atraído por todo lo que representaba ese hombre, Jesaja metió los dedos bajo el cabello rubio y lo sujetó como si quisiera arrancarlo.

"Dennis, ¿Crees que todo esto se debe a mí?"

"Sí..."

"¿Me odias?"

"..."

Era un pecado odiar. Sin embargo, Dennis si odiaba a Jesaja. No. La expresión de odio sonaba dulce en comparación a lo que sentía. En la confesión, el impulso de quemarlo se había vuelto tan grande que incluso tenía miedo de si mismo.

"¿Quieres vengarte de mí?"

Fue solo un instante, pero tan pronto como Jesaja preguntó, golpeó a Dennis en la mejilla utilizando toda su palma. Era una violencia inesperada que ocasionó que el enorme Dennis temblara. Reducido a algo insignificante y débil.

"Escúchame."

"¿¡Qué estás haciendo!?"

"Tienes que escucharme para poder vengarte de mí. Encontrar a tu papá viene con un bono."

"¡¡Yo no voy...!!"

Estropeado, sespués de recibir dos golpes más, los ojos de Dennis se llenaron de lágrimas y sus labios se partieron en una línea delgada y sangrienta. Dennis tenía la cara inflada para cuando miró a Jesaja.

"Dennis, te dije que no te enojaras fácilmente. ¿O es que acaso quieres morir rápido? "

"Jesaja... ¿Por qué estás haciendo esto? ¿¡Por qué a mí!?"

"A veces la vida es así, cariño. Solo soportalo."

La paliza que le había dado no concordaba con su voz tranquila.

"Tengo sueño y estoy molesto. Vamos a casa."

"..."

"Vamos a casa."

"..."

"Dennis."

Hoy todo fue cortado, parchado y teñido de un color diferente. Era como cuando había tenido su primer beso con Jesaja. Fue como el día en que murió el padre de Jesaja o el momento en que partió a Roma. Estaba en Munich, en una catedral y con un cuello blanco prendido en el uniforme. Pero ahora había llegado a Berlín con el cuello arrancado, sintiendo que su cuerpo ya no le pertenecía y siguiendo las órdenes del mismo demonio.

"Dennis".

Los pies de Dennis eran muy lentos mientras seguían los pasos de Jesaja. Sus rodillas estaban temblando de desesperación, pero ¿Qué podía hacer? El demonio no se lo dará por cuenta propia y para encontrar al padre que fue llevado al infierno, él mismo tenía que entrar allí por cuenta propia. Pero ¿Estaba eso realmente bien?

"Padre, yo me haré cargo de él. Envía a Yanar mañana para que pueda ayudarnos".

Dennis, da miedo porque no sabes nada, pero una vez que lo descubras, todo estará bien. Incluso ahora. Mira, tú que escapaste caminas detrás de mí.

Lo sabrás poco a poco.

Especialmente, sabrás más sobre ti.


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