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Una fruta. Tomo 1 y 2 por yuniwalker

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A una cuadra de la casa de Kaplan, estaba la casa de Jesaja. El exterior del edificio y el interior no parecían combinar en absoluto y cuando se ingresaba por la puerta principal, podía ver la cocina, el baño y la sala de estar de un solo vistazo. Las puertas que daban al dormitorio estaban curvadas. Había muebles equipados solo con lo esencial y todas las habitaciones parecían tener un tamaño adecuado para poder vivir solo. Aunque de alguna manera, se sentía bastante plano.

Dennis fue directamente a la cocina y puso la hielera con las orejas cortadas en el refrigerador. Sus ojos estaban rígidos por la fatiga así que los tocó, presionando suavemente las esquinas de sus párpados y luego, respirando lento y suave. Regresó a la habitación donde estaba Jesaja y tan pronto como cruzo el marco de la puerta, el hombre le lanzó a Dennis una muda de ropa y luego comenzó a actuar como si no hubiera nadie en el espacio a excepción de él. Dennis todavía quería preguntar sobre un montón de cosas, pero había decidido que sería mejor mantener la boca cerrada por un tiempo. Jesaja comenzó a quitarse la camisa y los pantalones y en ese momento, Dennis recordó todos los días en que habían estado teniendo sexo sobre su cama. Su garganta se apretó en poco tiempo gracias al nerviosismo pero, a diferencia de cuando era un joven, no pasó nada importante ni hubo alguna reacción involuntaria en su cuerpo. Incluso aunque la piel clara de Jesaja, brillante como la luna, fuera así de hermosa...
Hace 10 años tenía los brazos llenos de pinchazos pero ahora parecía limpio, sin hematomas ni rasguños de color azul oscuro. Era delicado, sin grasa. Los músculos lisos se estiraron así que era un cuerpo similar, pero diferente al que había tenido de niño. La silueta completamente madura era distinta aunque el ambiente era el mismo. Jesaja, el que escondía palabras y acciones inmundas tras esos labios fuertemente cerrados, era como un actor en una película antigua. Incluso para él, ofrecía una apariencia extraña que provocaba tener miedo y perder el aliento en un instante. La camiseta del hombre sobre su pecho estaba cuidadosamente planchada y la sensación de claridad que transmitía cuando caminaba distraídamente por la habitación, le hacía parecer más joven de lo que en realidad era. Debido a las líneas de su cara, la sombra oscura proyectada sobre él emitía un brillo lúgubre y siempre que sus características duras pero sofisticadas cambiaban de ángulo, Dennis comenzaba a admirarlo y a repasarlo como si fuera un espectáculo impresionante. Aunque no parecía darse cuenta de que lo hacía.

"¿Te estás divirtiendo?"

La película muda se cortó.

Jesaja, quien ahora estaba vestido con ropa ligera, tenía una sonrisa rencorosa en sus labios así que Dennis rápidamente volvió la cabeza e inclinó su rostro para borrar la expresión avergonzada que seguramente tenía. Puso su mano en su cintura para comenzar a desvestirse también. Había utilizado el uniforme de sacerdote todo el tiempo así que parecía extraño tener que cambiarse. Se quitó la sotana y después de doblarla lentamente frente a él, se sacó los treinta y tres botones uno por uno hasta llegar al final... Dennis miró entonces la ropa que le había dado Jesaja. Era una camiseta tan ajustada que la parte de los hombros parecía no existir y los pantalones se veían demasiado cortos para su gusto, pero se los metió en el cuerpo de todas maneras. Y había un olor familiar en la ropa que no era suya. Dennis, con los ojos bien abiertos, podía olfatear los cigarrillos y en el cuello, el aroma de esa loción que era inolvidable hizo que los engranajes de sus recuerdos volvieran a girar. Fue al baño de inmediato y comenzó a empaparse la cara hasta que el cabello se le pegó a la piel y los ojos le ardieron. Dennis suspiró, barrió su flequillo y se miró en el espejo: Se veía como un hombre que había perdido la tranquilidad. No, había sido un tremendo caos desde que tenía 17 años porque era evidente que no podía haber descanso para tipos como él. Pecador y lleno de deseos...

La habitación a la que regresó estaba más desordenada que antes. La brisa fría de la mañana lo golpeó y le hizo sentir heladas las mejillas que seguía teniendo húmedas. Una ventana, que ocupaba un lado de la pared, estaba abierta de par en par y en frente de él, Jesaja parecía haberse recostado con una sola manta delgada cubriendo su cuerpo. Es tan alto que sobresale del borde y sus pantorrillas y sus pies salen hacía el balcón. Tenía una cama ¿Por qué dormir en el suelo? Dennis no podía entender a Jesaja y tampoco podía pensar en un lugar adecuado para acostarse. No importaba lo cansado que estuviera, se sentía renuente a acomodarse en la cama de Jesaja así que al final y después de muchas vueltas, eligió un asiento justo en la esquina.

Antes de dormir, Dennis se arrodilló y oró durante una hora de cara a la pared.


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