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Una fruta. Tomo 1 y 2 por yuniwalker

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Fue el tercer día después de que Jesaja recibiera la llamada de Mateo. 

Kaplan llamó a los hermanos "a casa" y reunió a todos en el sitio de costumbre. Timor escuchó la noticia de la reunión de los hermanos ese mismo día, pero pareció que Jesaja ya lo sabía desde muchísimo antes. Dennis era el único que no estaba enterado de nada de lo que pasaba o dejaba de pasar. Al parecer, incluso había llegado a la conclusión de que era mejor "revisar en silencio" que "preguntar directamente" por lo que ni siquiera pareció curioso por el motivo de la reunión. No preguntó.

Estaban todos en el coche de Timor. 

Jesaja estaba fumando justo como siempre. Sacando el humo de su cigarrillo por la ventana del automóvil. El frente de la "casa", que por lo general estaba desolada, estaba llena de carros estacionados y de pilas de basura. Era difícil estimar el número de personas que estaban allí. Las voces de los hombres, que parecían ser como 100, se juntaron y resonaron con un zumbido desde la distancia y la puerta de hierro, que debía abrirse con la llave especial de cada miembro, estaba abierta de par en par como para esperar por los invitados.

Cuando Jesaja entró, hubo un momento de silencio, unos minutos solamente. Luego volvió a sonar la música. Dennis estaba detrás de él. Era como una reunión de fans en donde la gente se reunía solo para tocar la mano de su estrella de cine favorita. Además, había muchas caras que no conocía y era evidente que ellos tampoco estaban familiarizados con él, que era un alemán de cabello rubio y ojos azules.

Las miradas volaron en su dirección. 

Los hermanos que conocían a Dennis decían que era "el amigo de la ciudad natal de Jesaja" y cuando hablaban de esto y metían la palabra clave que era "Ozan", era como si todos estuvieran de acuerdo en ir con más cuidado con él.

Fue cuando apareció Kaplan que los murmullos de los hermanos se calmaron de repente. Kaplan iba con Erkan y Erkan llevaba un paño blanco sobre la frente porque había sido golpeado por Jesaja. Los hijos saludaron a Kaplan con cortesía y le pidieron la explicación de que la frente del muchacho estuviera cubierta. Luego, Kaplan hizo contacto visual con cada uno de ellos, como si los contara y finalmente los abrazó. La amabilidad del padre era evidente en sus ojos así que toda la "familia" de Kaplan se quedó firme y atenta. La puerta de hierro que había estado abierta todo el tiempo se cerró como para mantener caliente el interior del "hogar" y la luz del sol de verano, que llenaba las paredes, se evaporó. Sin embargo, el entusiasmo de los muy emocionados miembros siguió calentándose. Era bochornoso. Algunos se quitaron los abrigos, Dennis también. Sus palmas se mojaron. Probablemente fue por haber sido arrastrado por la atmósfera intensificada.

Kaplan se sentó en medio del sofá y los hijos se congregaron a su alrededor. Los cuerpos de los hermanos se alejaron como para hacer un camino en el que Jesaja pudiera pasar y luego, él se sentó a la izquierda de su padre. Y por supuesto, a la derecha de Kaplan estaba Erkan y Timor. La mayoría de los miembros de la pandilla estaban de pie.

Erkan encendió el fuego y calentó la punta del cigarrillo que tenía Kaplan en las manos. A partir de ese momento, el número de cabezas reunidas fue notablemente mayor y el sonido de sus respiraciones pareció volverse más extenso. Miles de ojos se alternaron entre Kaplan y Jesaja pero Jesaja nunca miró a nadie. (A excepción del rubio que había quedado solo entre todas esas manos y caras)
Kaplan tenía un espíritu de liderazgo impresionante así que los hijos, todos apuntando ahora en su dirección, estaban brillando como si no pudieran dejar de estar maravillados por él. Es más, hasta Dennis pareció comenzar a admirar el carisma del hombre a primera vista. No obstante, a comparación de todos los hermanos, no dijo nada y tampoco se acercó.

"Es bueno estar reunidos." Dijo Kaplan "¿Cuánto tiempo ha pasado desde que toda la familia estuvo en el mismo cuarto?"

La misma respuesta, "seis meses", llegó de aquí y de allá.

"¿Erkan ya habló con ustedes?"

Kaplan preguntó una vez más así que la emoción de los hombres, que se había desvanecido en un momento, se calentó por segunda ocasión. Sólo Dennis, que no sabía nada, estaba en blanco.

"Dice que será en un mes."

Kaplan, que había dicho eso, pareció verter luz a sus hijos incluso con palabras tan sencillas

"¡Eso quiere decir que vamos a probar la boloñesa!" Dijo Jesaja "Para eso trabajamos duro durante un año ¿No es verdad?"

Los hombres silbaron y aplaudieron para expresar sus emociones a Jesaja. Con una expresión seca en su rostro, el hombre levantó la barbilla y se cepilló el flequillo. Era algo completamente arrogante y sin embargo, fue como si eso hiciera que los vítores se volvieran más intensos. Al final, cuando la conmoción se detuvo, Kaplan dijo:

"Así es, será un viaje. Jesaja se reunirá con Mateo y Markovic en Bolonia. Dos días después, iremos a Frasquerick. La mitad de ustedes irán allá y la otra mitad nos esperara en casa de Mateo."

Mientras el padre hablaba, la energía de los hijos se calentaba más y más.

"Aquellos que van a Frasquerik, sigan a Yanar y únanse a Jesaja. El resto me sigue a mi."

Pero pareció que todos estaban confundidos.

"¿Cómo podemos decidir a quién seguir?"

Preguntó un hombre.

Todos los miembros de la organización lo estaban mirando porque después de todo, era una oportunidad de sobresalir ante sus ojos. Más aún si se iban con el "padre".

"A ver."

Kaplan no respondió de inmediato y se tocó la barbilla. Mientras tanto, Jesaja comenzó a darle pequeños toquecitos a su sien con su dedo índice. Tock, tock, tock, tock y luego vio para el frente.

"Denny, Timor."

"Sí."

Respondió Timor. Dennis había estado haciendo contacto visual con Jesaja todo este tiempo de todos modos, así que él no dijo nada.

"Me quedo con estos dos. El resto..."

Jesaja volvió a tocarse la sien. Toc, toc, toc, tres veces, y finalmente abrió su boca.

"No necesito ni a la mitad. Solamente dame a diez hombres."

"Muy pocos."

Kaplan, con el ceño fruncido, intervino de inmediato.

"Padre, es suficiente"

"¿Crees que Mateo irá solo? Lleva más. Es peligroso."

"No." Jesaja levantó las cejas y negó con la cabeza. "Cuanto más peligroso, menos movimiento es igual a menos muertes."

Los hombres siguieron mirando, pero la razón era diferente a la anterior. Fue porque Jesaja pareció no querer hacer un gran movimiento en Frasquerick incluso aunque ese era el plan.

"Dame a ese tipo en su lugar". Jesaja, que se frotaba la nuca, sacudió repentinamente la cabeza y miró a Erkan más allá de Kaplan. "Erkan".

Y la persona que llamó, Erkan, le lanzó una mirada de desprecio.

"¿Quién puede protegerme más que alguien que quiere matarme?"

"..."

Erkan no respondió. Jesaja sacudió a cabeza y luego se echó un poco para atrás como si quisiera tronarse la espalda.

"Bueno, diez hombres ¿Quién viene?"

Pero nadie se adelantó. Los que fueron atrapados por los ojos grises del hombre simplemente sacaban un sonidito parecido a un "Ah" o bajaban las cabeza hasta provocar que Jesaja se pusiera a suspirar. Sin ocultar su decepción, sacó un cigarrillo, lo encendió e hizo una voz muy amigable:

"Tienen hasta que termine de fumar. Después de eso, ya deben de haber decidido."

La punta de su cigarrillo se puso roja. El humo revoloteaba como una fina cortina y exhalaba de un modo que parecía hecho a propósito.

Un segundo.

Dos segundos.

Tres.

Cuatro.

Jesaja dejó escapar una palabra de cansancio y luego:

"¡Ay!" 

Un hombre gimió y se arrodilló.

Una navaja de bolsillo estaba clavada en su pecho izquierdo y él se había derrumbado en el suelo como si se hubiera desmayado. Alrededor de la hoja de plata, la sangre se estaba acumulando tan rápidamente que pudo escucharse el momento exacto en el que todos perdieron la respiración. Jesaja se puso a los pies del hombre que gemía y luego simplemente se sentó junto a él y, con las rodillas dobladas y la parte superior del cuerpo en su dirección, extendió la mano para abrirle los ojos. Parecía estarse revolcando de dolor.

Y "pas"  El cuchillo se salió tan rápido como había entrado.

Jesaja limpió la sangre de la hoja en la camiseta del hombre. Sus zapatos hicieron ruido cuando caminó para adelante e inmediatamente después, los hermanos parecieron dar un paso para atrás. Jesaja era alto, pero no tenía un cuerpo ni tan musculoso ni tan grande como los demás miembros de la organización. Sin embargo, los hermanos lo miraron como si fuera un monstruo gigante.

"Digamos que la persona a la que le clave esto, irá conmigo".

Contrariamente a la promesa que Jesaja había hecho, el cigarrillo en su dedo todavía no se había acabado.

"¡Vamos! Utilizo armas muy buenas y mi puntería es increíble. Ustedes deberían saber que me aseguraré de que nadie muera".

Los hijos, que lucharon por ignorar al monstruo frente a ellos, miraron en silencio a su padre para que los salvara. Sin embargo, Kaplan solo estaba observando a su alrededor tan tranquilamente como de costumbre. Dennis se cruzó de brazos como para mirar el comportamiento extravagante del loco Jesaja, Timor estaba asustado y Yanar y Erkan movieron sus músculos faciales con desdén desde la derecha.

Pero eso fue todo.

"Me faltan nueve."

La punta del cigarrillo se puso roja de nuevo.

"Voy a ir."

"Yo también."

"Lo seguiré, señor".

"Tomaremos una cerveza en la isla cuando esto acabe."

Cuatro hermanos se ofrecieron como voluntarios, casi simultáneamente.

"Cinco personas."

"Yo quiero ir a Croacia".

"¡Yo también!"

"Si estamos con Jesaja, no moriremos".

"Iré también."

Otros cuatro se ofrecieron como voluntarios.

"Necesito uno más".

Tan pronto como salieron las palabras de Jesaja, uno de ellos, que solo había puesto los ojos en blanco, levantó un brazo y se ofreció como voluntario.

"Gracias."

Jesaja sonrió, más frío que el agua del valle en el invierno. Era obvio que no era sincero con su agradecimiento.

"Estoy seguro de que nadie morirá mientras me siga a mi."

Esa fue su promesa.

Diez personas, incluido el hombre cuyo pecho estaba manchado de sangre, suspiraron y prometieron hacer lo mejor que pudieran. No los había matado y había prometido no llevarlos a su muerte así que era suficiente para ellos.

"Entonces eso es todo."

Kaplan se dio unas palmaditas en la cicatriz de la cara y luego, se levantó. Jesaja no volvió a sentarse en el sofá, sino que se paró al lado de Dennis. Una mano fría se posó en su hombro.

"Te llevaré a comer boloñesa."

Kaplan, que estaba de pie frente a sus hijos, les dio la espalda como si no hubiera notado lo que acababa de pasar entre los dos. Después abrió la boca para decir:

"Ya pasó mucho tiempo desde que la familia se reunió, así que tomemos una copa".

Los miembros de la organización, que habían estado de pie como una estatua de piedra, se relajaron y vitorearon una vez más. Era un ruido salvaje, como de animales. Algunos hombres movieron barriles de cerveza y luego comenzaron a servirse el uno al otro. Jesaja y Dennis también aceptaron. "Pong, pong", el sonido de abrir tapas de cerveza pareció demasiado alegre para ser verdad.

Cuando todos los miembros de la familia tenían la cerveza en sus manos, Kaplan levantó los brazos en alto y gritó.

[¡Serefe!]

[¡Serefe!]

La familia brindó en turco de inmediato.  Chocaron botellas de cerveza y se esparcieron un montón de burbujas y de líquido también. Las voces gruesas fueron amortiguadas por las risas y comenzó a escucharse más turco que alemán. Dennis volvió la cabeza. Jesaja gritó:

"¡Prost!"

"Prost".

Y empezó ahora un brindis en alemán. Por supuesto, era por Denis, que no hablaba turco.

Como si Jesaja nunca le hubiera hecho un agujero en el pecho a uno de los hermanos, los hombres constantemente se acercaba a él y hablaban igual a si fueran amigos. Expresaron sus sentimientos, rieron y hablaron de Bolonia en voz alta. Entonces Jesaja bebió cerveza, pronunció palabras ominosas y a veces comenzaba a reír a carcajadas. Mientras tanto, Dennis vació en silencio la botella de cerveza.

Para Dennis, fue una reunión "familiar" bastante extraña. Ni siquiera hablaba turco. No sabía mucho sobre Bolonia y sus historias no coincidían con las suyas así que, solo bebió.

Dos botellas, tres botellas, cuatro botellas, cinco botellas...

Malta.

Licor fermentado para sacudirse la sensación tan extraña.

Sin embargo, era evidente que el índice de su insatisfacción se disparó. Y es que ¿Cómo era que un asesino, maníaco y sinvergüenza podía ser tan popular? Y por supuesto, todo esto pareció hacer que Dennis recordara los momentos de cuando era un confesor, sirviendo como un agente de Dios en este mundo donde los humanos eran bulliciosos y los pecados necios eran perdonados con una oración. Cuando se apartaba uno, otro ocupaba su lugar y confesaba para esperar su perdón. Dennis miró a Jesaja, quien se rió suavemente cuando escuchó a un hombre hablar turco. ¿Por qué razón escuchaba Jesaja a sus hermanos? ¿Qué le decían? ¿Tenían mucho que confesar?

¿Él realmente era su Dios?

La apariencia de Jesaja se volvió menos clara y el idioma turco se volvió borroso.

Jesaja pareció estar de buen humor porque sonrió inocentemente, con la comisura de la boca levantada y combinando muy bien con la línea recta de su mandíbula. Su piel era marfil pálido y sus párpados se estaban abriendo para mostrarle unas pestañas que revoloteaban como plumas de cuervo. Era como una fantasía. Los tendones de los puños de Dennis estaban tensos.

"Oye."

Una voz sombría se instaló en el aire, como si estuviera flotando.

"Oye..."

Jesaja estaba hablando, con una cara hermosa.

"Espera..."

Dennis contesto, así que Jesaja dejó de reírse de inmediato. Arrugó la frente y pareció cortar de lleno la agradable conversación con sus hermanos.

"¿Qué quieres que espere?"

Su oración estaba en cantones. Luego dijo "Denny" y después de eso, apretó las muelas y miró en su dirección. Sus hermanos todavía parecían estarse riendo de algo pero Jesaja ya no estaba hablando.

"¿Me escuchas?"

Era un cantonés hermoso. El cantonés, que había oído por primera vez hace diez años.

"Quédate."

"Ja. Loco bastardo."

Jesaja agarró el antebrazo de Dennis y lo levantó. A sus espaldas, comenzaron a escucharse las voces tristes de los hermanos que de pronto fueron ignorados por él. Algunos llamaron su nombre, otros gritaron, silbaron y comenzaron a decir palabrotas en su dirección como para hacer que volviera, pero Jesaja estaba sordo. Era lo mismo con Dennis.

Llegaron al último piso, entraron en la habitación más alejada y se cayeron contra el suelo. Era un espacio gris y estéril, con nada más que polvo de cemento y pedazos de piedra. Jesaja colocó sus brazos detrás de la espalda de Dennis, aunque ni siquiera había cerrado la puerta:

"Intenta hablarme."

Jesaja, que había arrastrado a Dennis ahora hasta la esquina de la habitación, lo empujó contra la pared y le ordenó:

"Habla."

"..."

"Vamos."

"..."

"¿O no quieres hablar?"

El cantonés golpeó la pared gris y desapareció.

"Estoy aquí. Maldito ebrio."

La risa, similar a un suspiro, gradualmente se convirtió en una carcajada. Jesaja agarró su frente, esparció su cabello negro para adelante y lo tomó de la cara para limpiar el agua que sobresalía de las esquinas de sus ojos.

"..."

Pareció como si lo que había deseado decirle se cortara. Jesaja acomodó su flequillo, tiró la botella de cerveza que Dennis sostenía y dejó que volara y se estrellara contra una esquina hasta hacerse añicos.

"Denny..."

Jesaja se acercó a Dennis.

"¿Qué es lo que querías decirme? Dime."

Acarició su cabello rubio grisáceo.

"Yo..."

Dennis envolvió sus brazos alrededor del cuello de Jesaja. 

"No te rías".

Con el pulgar, tocó suavemente la punta de su boca, lo presionó y comenzó a acariciarlo. Los labios de Jesaja, que ya no sonreían, siguieron el pulgar de Dennis.

"Espero que no te rías cuando me escuches."

"Denny, ¿Sabes lo que estás haciendo?"

Jesaja pasó los dedos de la coronilla de Dennis a su frente, a su cuello y finalmente a su pecho. Su duro abdomen subía y bajaba.

"Estoy celoso." Los labios de Dennis se torcieron. "No quiero que veas a..."

"Shhh... Mateo va a morir."

Habló, pero pareció que ahora los labios de Dennis estaban fuertemente cerrados. "El "hogar" de Mateo será mi "hogar" y te llevaré conmigo. Estarás conmigo eternamente, mi amor".

La rodilla de Jesaja se deslizó entre las piernas de Dennis.

"Entonces hablarás italiano y alemán, en lo que eres bueno, y dejarás el turco."

Su rodilla frotó suavemente el interior de ambos muslos, como si intentara calmarlo.

"Sé paciente, bebé."

"..."

"Si no puedes soportarlo, mata a todos los bastardos que te encuentres hasta que dejes de sentirte así".

Cada vez era más difícil dejar sus rodillas tranquilas. Jesaja puso sus labios en los labios de Dennis y frotó la nariz en su nariz.

"No seas tonto, ¿De acuerdo?"

La esquina izquierda de los labios de Dennis y la esquina derecha de los labios de Jesaja se separaron un momento. Había manos impacientes y dedos que subían por la espalda de Jesaja. Dennis negó con la cabeza pero ninguno de los dos cerró los ojos. Abrieron los labios y la punta de sus lenguas se frotaron en el aire y luego se chuparon entre si. Fue el mismo beso desordenado de siempre. Sin embargo, la manera en la que se miraban a los ojos fue más intenso que lo que hacían con la boca. Jesaja agarró a Dennis por el cuello y lo acercó su cuerpo. Le tocó el pecho, subió y bajó la rodilla y dejó que sus penes duros y animados se tocaran una y otra vez.

No había huecos entre sus cuerpos pero había un espacio muy pequeño entre sus bocas. Jesaja, que le limpió los labios húmedos con el dorso de la mano, sonrió antes de desaparecer de su mirada.

Dennis miró hacia abajo, a esa corona de pelo negro... Luego, un dedo, moviéndose como si tuviera miedo de hacer movimientos bruscos, tiró de su cinturón hasta desenredarlo.

"Aún así..."

Los pantalones y su boxer se bajaron al mismo tiempo.

"Está bien ser impaciente aquí abajo".

Jesaja agarró el pene de Dennis, que sobresalía y punzaba como si estuviera a punto de golpearle en la mejilla. Levantó los ojos, admiró la manera en que ese rostro se ponía rojo debido a la embriaguez y lo llevó a su cara para permitir que la punta de su pene se tambaleara suavemente debajo del arco de su ceja y de sus pómulos. Y mientras rociaba todo su aliento caliente sobre el escroto, sacó la lengua y lamió tentadoramente el área alrededor de su raíz.
La punta iba y venía a través de las venas abultadas y calientes, una y otra vez y otra vez hasta que un líquido transparente se escapó de sus genitales e hizo brillar la frente de Jesaja. Cambió el ángulo de su rostro y levantó un poco más la parte superior de su cuerpo.

"¿Qué significa que el "hogar" de Mateo sea tu "hogar"?"

Preguntó Dennis, apretando los músculos de sus piernas.

"No hables de trabajo cuando te chupo la verga."

Jesaja, que arrastraba las palabras, sostuvo sus genitales un poco más fuerte, cuidando en todo momento no perder de vista esos hermosos ojos azul cielo. Le succionó el pene, ahuecó las mejillas e hizo que sus diez dedos presionaran sus muslos flácidos.

"¡Espera!"

La boca de Jesaja estaba más caliente que el sol en el verano y al mismo tiempo, la temperatura corporal que había sido estimulada por el alcohol pareció volverse extremadamente intensa en un segundo.

La lengua de Jesaja tenía una forma indeterminada, se estaba pegando a sus genitales y adaptándose completamente a su forma. La punta se apretaba por debajo de su cuerpo y le hacía tener un montón de cosquillitas deliciosas. Sus dientes chocaban, se escondía y lo rascaban levemente como para estimularlo. Sus labios eran similares a la entrada de su ano y la membrana mucosa de su boca, similar al interior de su orificio. Apretaba y aflojaba el pene repetidamente, haciendo que sus mejillas se pusieran en línea recta y luego en forma redonda.

"Oh, sí..."

Dennis tiró del cabello negro de Jesaja y él, por su parte, tocó los músculos de los muslos de Dennis. Al mismo tiempo, Jesaja pareció colocar su lengua hasta el fondo. Luego abrió la garganta y dijo: "¡Um!" Empujando el glande como si pudiera tragarlo de una sola vez. La raíz de su lengua temblaba y su garganta estaba haciendo exactamente lo mismo. Se asfixiaba y sus ojos se humedecían. La saliva que no podía pasar a través de su garganta obstruida comenzó a acumularse hasta salir por su boca y gotear por su barbilla.

"Um..." 

Su esófago estrecho pareció contraerse a la par de sus genitales. Y Dennis, poseído por el instinto, comenzó a mover la cintura hasta pegar agresivamente su carne contra la úvula de Jesaja.

Las lágrimas brotaron.

"Um."

Dennis inclinó la cabeza una vez más.

Su garganta vibró cuando algo más espeso que la saliva fue rociado en su interior e, inmediatamente después, Jesaja le dio una palmada a Dennis en el muslo e inclinó el cuerpo para atrás como para sacar los genitales de su boca. El semen restante se había acumulado en su lengua y dientes y ahora estaba colgando de su labio inferior.

"Ah... Ah, maldición."

Se sentía como si su garganta estuviera ardiendo. Más bien, era como tener mucha sed.

"Que puto bastardo."

Era un pene muy grande así que fue evidente que estaba molesto por el esfuerzo que siempre tenía que hacer para estar con él. Sin embargo, decidió ser paciente y no decir más que eso. Dennis ya le había chupado los pies antes y hubo un tiempo en que le metió una verga en la garganta de la misma manera que lo había hecho él.

"..."

Dennis agarró el flequillo que cubría sus ojos y masajeó el puente de su nariz. Estaba mareado y no había ayudado en nada que Jesaja le quitara los pantalones y la tela de sus boxers. Estaba sucio, sin cinturón y el extremo de su camisa estaba estropeado y definitivamente no podía pensar. Luego, esa corona de pelo negro ascendió lentamente hasta que quedaron uno frente al otro justo como cuando entraron por primera vez en la habitación. Su rostro estaba mojado y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Jesaja abrió ligeramente los labios abultados y puso dos dedos dentro de su boca para sacarse el semen.

"Es una recompensa por chuparme los pies la última vez".

Luego, frotó la cara de Dennis con sus dedos mojados.

"¿Es suficiente?"

Preguntó Jesaja.

Dennis le tocó la mejilla con el dorso de la mano y luego suspiró.

"Fue mejor que hace diez años."

Movió la piel de su cara de un lado a otro así que aunque estaba aplastado, Jesaja sonrió incontrolablemente.


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