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Una fruta. Tomo 1 y 2 por yuniwalker

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Jesaja se enfrentó a una cama con máquinas corriendo y pitando de un modo realmente incesante. Un sonido mecánico regular que señalaba que el cuerpo estaba respirando pero que, sin embargo, debido a que no podía sentir algún movimiento proveniente de él... Era menos que un cadáver. 

Era mejor creer que su padre había muerto hace mucho tiempo en lugar de seguir teniendo esperanzas. Quería dejar de engañarse a si mismo y ser valiente por lo que ya había perdido.

Jesaja tomó su mano, lo apretó. Fue bueno hacer esto finalmente después de tanto tiempo huyendo de él. Como si hubiese dejado que su inconsciente tocara a una persona que extrañaba... Pero no tardó ni un segundo en meter los dedos nuevamente en el bolsillo de su chaqueta.
Tal vez fuera el olor del hospital, pero su nariz y sus ojos estaban goteando. Su frente se arrugó y su estómago dolió tanto que decidió salir de la unidad de cuidados intensivos para respirar. Hacía frío ahora... Su nariz fluyó todavía más. Podía deberse al desinfectante, era natural que este fuerte aroma no pudiera ser soportado por un cuerpo normal así que también decidió salirse del hospital y esperar por allí.

Una vez lo suficientemente lejos de la puerta principal y de todos esos ruidos y aromas, respiró y se sentó en cualquier lugar que pareciera medianamente limpio. La cara de Jesaja estaba toda mojada. En particular, el área de los ojos. Limpió su rostro con las mangas de su chaqueta y después rebuscó en sus bolsillos hasta que finalmente se quedó quieto. Un cigarrillo quedó atrapado entre los dedos pegajosos de Jesaja. El viento soplaba en todas direcciones y la luz de las luminarias parecían estarse apagando. Se puso nervioso, se rascó la mejilla.
Después de enterrar su cabeza entre las manos e intentar controlarse varias veces, pudo absorber el cigarrillo hasta sentir la nicotina danzar en el nivel más alto de sus pulmones. El humo desapareció por el viento sin siquiera darle el tiempo necesario de ver como salía y, al final de todo esto, Jesaja solo exhaló. Su aliento estaba turbio así que entonces se dió cuenta de que había llegado el invierno. Notó que la chaqueta que usaba era buena únicamente para la primavera. 

"¡Jesaja!"

Fue cuando casi había terminado de fumar su tercer cigarrillo que una sombra, proyectada sobre su cabello negro, llamó una y otra vez por su nombre hasta que se volvió en una situación desesperante. El joven levantó los ojos:

"¿Por qué estás sentado afuera? Hace frío."

Dijo Dennis, agitando su cabellera excepcionalmente rubia.

"¿Y a ti qué te importa?"

Jesaja puso más firmeza en su cuerpo y habló de una forma bastante violenta. Después, de una forma considerablemente descarada, miró a Dennis desde la parte superior de su zapato hasta la punta de su oreja. El atuendo de Dennis era como el de un noble que iba a una fiesta a bordo de un barco. Los zapatos negros relucían incluso en el tiempo sin sol y la tela de los pantalones del traje de pierna larga era suave y hermoso. Además, el sacrificio de los pobres animales parecía haber sido inevitable para que ese abrigo de invierno llegara hasta el muslo. ¿Y ese tipo es el que tanto dice amar a Dios? Señor hipócrita.

Jesaja tiró la colilla de un cigarrillo y la aplastó con la punta del pie.

"¿Quieres una bufanda?"
 
"No."

Dennis, quien inicialmente puso su mano sobre la bufanda que llevaba encima, rápidamente se pasó los dedos por la frente con un rostro realmente sereno. El cabello rubio, casi grisáceo, que ondeaba al viento, se elevó pulcramente y luego se desparramó de nuevo sobre sus cejas. Dennis vio a Jesaja una vez más. Estaba frustrado. La ropa que utilizaba era la misma durante las cuatro estaciones. No parecía que tuviera ni frío ni calor, solo iba muy casual. Estaba con jeans y zapatos de deporte manchados de suciedad, una playera delgada de manga larga cuando el clima era cálido y una chaqueta de primavera cuando hacía frío. Pero, curiosamente, era tan saludable que nunca había contraído ni un resfriado. Nunca en su vida. Aun así, Dennis se preocupaba demasiado por Jesaja. Lo suficiente como para ponerse de rodillas frente a él y tomarle las manos.

"El interior de la catedral estará caliente".

Dennis habló, y después se apartó para recoger las colillas de cigarrillos que Jesaja había tirado justo en la banqueta. Entonces, sin saber sus pensamientos, el hombre se levantó y comenzó a caminar hacia el lugar que había mencionado... Es decir, igual había prometido ir con Dennis hoy.
Su paso era lento, pero debido a sus largas piernas, Jesaja desapareció rápidamente de la vista de Dennis mientras él tiraba las colillas del cigarro en un bote de basura. Los duros tacones de sus zapatos caros golpearon el asfalto una y otra vez hasta que crearon un cierto ritmo encantador. En la vida cotidiana, había una razón por la que Dennis, que iba siempre vestido de civil, vestía como un noble. Una fiesta para recaudar fondos, un padre rico de una casa reconocida.

Jesaja, que era sigiloso por dentro, entró a la iglesia sin esperar a Dennis, que parecía estarlo vigilando siempre a la distancia. Sin embargo, Dennis se equivocó cuando dijo que la iglesia sería cálida. El interior, que no tenía muchas personas, estaba oscuro más allá de su imaginación. Algo más espeluznante que cuando estaba al aire libre. Tal vez, porque los ojos de Jesaja eran más fríos que el viento invernal, los santos y las vírgenes que descansaban en la casa de Dios habían considerado a Jesaja como si fuera un diablo que invadió la iglesia. Miró para todos lados, como retando a las esculturas a que se metieran con él... Pero Dennis siempre acababa estando en el centro de su mirada.

Todos los domingos, Dennis intercambiaba saludos amables con personas que ni siquiera conocía. Los chistes de alto nivel iban y venían y las pequeñas risas armaban un escándalo por todo el interior. Dennis fue recibido y pronto puso otra expresión cuando se encontró a Jesaja. Él y la catedral no eran muy armoniosos que digamos, algo así como lo que pasaba con Dennis: La conducta de Dennis era idealmente recta y sólida, pero la atmósfera que daba era muy diferente. Las líneas faciales bien recortadas, el color blanco de su piel y los ojos azul cielo pálido eran más decadentes y aterradores que los de nadie en el pueblo. Además, su cuerpo, hecho a base de una disciplina sincera, era tan tentadora que le hacía pensar en cometer adulterio. Probablemente por eso los amigos de Jesaja no hicieron nada ante él, quien de repente llegó a la mina abandonada como si fuera su propia casa. La indulgencia de la apariencia de Dennis combinado con las sombrías minas abandonadas le recordaron a la imagen del infierno que había visto en las fotografías de algún libro. Sin embargo, Dennis tenía un pasado elegante y una cultura a la altura de un rey. Por lo tanto, no era tratado como Satanás ni siquiera cuando entraba en esta iglesia. No, además los nobles parecían darle la bienvenida a Dennis más que al pastor o al sacerdote. Por el contrario, Jesaja no tenía un trasfondo digno o una cultura a la altura. Incluso a diferencia de Dennis, que solo tenía la atmósfera de un rufián, en realidad él era completamente decadente y problemático. Se agregaron todo tipo de etiquetas al reverso de su nombre.  Adolescente delincuentes, basura, perro, sucio, alcohólico, drogadicto, problema. Era un secreto a voces que Jesaja y sus amigos no dudaban en hacer cualquier cosa contra la ética para conseguir dinero con el que pudiera comprar cocaína. El escándalo iba y venía desde el norte hasta los rincones del pueblo. Había rastros de violencia en la piel blanca de Jesaja, marcas de agujas y ojos grises borrosos debido a las infinitas borracheras. Las víctimas directas y los testigos presenciales se presentaron ante un tribunal y demostraron que su mala conducta era cierta, no solo rumores. Era natural que no fuera bienvenido en una iglesia donde prevalecía la inocencia y la piedad.

Dennis se acercó a Jesaja, quien estaba separado de la gente como un paciente con una enfermedad infecciosa. Mientras observaba a Dennis acercarse, quitó el flequillo que le bloqueaba la vista y cruzó los brazos en su pecho.

"Este es mi amigo Jesaja. Vendrá a la iglesia a partir de hoy".

Dijo Dennis, de pie y un poco por delante de Jesaja. Luego, lo presentó a un padre, a un hombre anciano y a algunas monjas que estaban en la distancia. No estaba completamente seguro de que el temblor desapareciera de los ojos de la gente, pero los labios que habían sido forzados a levantarse, escupieron palabras como "Bienvenido" "Gusto en conocerte" "Por favor vuelve pronto." Y al poco tiempo, Dennis miró a los ojos de Jesaja también. Incluso lo hacía mientras la gente lo saludaba.

Jesaja permaneció en silencio ante esto, pero luego se recuperó.

"Hola. ¡Espero que podamos llevarnos bien!"

Jesaja se rió con fuerza, como nunca antes lo había visto reír. Los saludos eran diferentes de las palabras y acciones habituales así que podía considerarse encantador y perfectamente educado con cada uno de ellos. Como la actuación de un actor que derramaba lágrimas cuando lo que quiere era sonreír. Dennis miró fijamente al desconocido y extraño Jesaja, con la boca bien abierta. Lo mismo ocurrió con los demás.

"Vine porque Dennis dijo que podría ser más feliz si entraba a la iglesia". Dijo Jesaja, y miró a Dennis atentamente. Desde sus pies hasta su abrigo de alta gama. "Gracias por traerme a la catedral".

Jesaja desvió la mirada lentamente y miró a todos los que seguían frente a él. Su sonrisa era hermosa, tanto que sus etiquetas, su historia de daño y sus adicciones parecieron desaparecer.

Jesaja ocultó su desprecio en una sonrisa.


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