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Querido B. tomo 1 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Como la mayoría de los días en San Diego, hoy hacía bastante calor. En el cielo azul, nubes blancas, limpias, flotaban poco a poco hasta desaparecer a la distancia. La luz del sol era tan brillante que incluso era difícil caminar por las calles con la cabeza en alto.

Isaac solía fruncir el ceño cada vez que se movía debido al dolor muscular que no había podido quitarse durante varios días. Independientemente del clima, estaba de mal humor... No sabe cómo es que ha resistido ya cuatro días en este estado: Los huesos de todo su cuerpo estaban adoloridos, su cintura no podía moverse adecuadamente y era difícil que se sentara en cualquier silla o sillón. Justo como si tuviera una laceración en el ano.

Las secuelas definitivamente eran demasiado grandes. Una vez a la semana... ¡Aunque dijo que podía hacer con él lo que quisiera no había imaginado que fuera tan desordenado como para provocar que no pudiera levantarse o salirse de su asiento! ¿Cómo soportaría eso cada vez? Cuanto más lo pensaba, más oscuro se volvía todo e Isaac inevitablemente se ponía a suspirar. Le alegra no haberle dicho algo más estúpido como dos veces por semana o tres veces.

De alguna manera, tratando de pensar positivamente, Isaac fue capaz de sentarse dolorosamente en la silla detrás del mostrador...Parece que últimamente hay más tiempo para estar allí, mirando al cielo a través de la ventana que cuidando de las flores en la tienda. El clima definitivamente era claro y hermoso, refrescante. Como el mar está cerca, el viento que soplaba era bueno y la luz del sol se notaba bastante cálida.

San Diego era una ciudad con un clima templado, incluso en invierno, sin nieve y con personas en shorts y mangas cortas caminando durante las primeras horas del día. Gracias a esto, la distinción de las cuatro estaciones nunca ha sido clara, excepto por el verano todavía más caluroso.

Aún era primavera, pero pensó que sería bueno ver a su hijo. Tomarle de la mano e ir al Parque Balboa para hacer un picnic... Qué lindo sería poder estar con él, jugar en el césped, almorzar, comer bocadillos y besarle la cabeza muchas veces. La realidad de que no podía ir con Benjamin era tan triste que solo pudo suspirar de nuevo...

Hay muchas cosas que quiere mostrarle, pero que no puede.

Últimamente le tiene bastante envidia a los que pueden pasar un día normal con sus hijos. ¿Algún día llegará el momento en que pueda disfrutar de una vida ordinaria? ¿Incluso alguien cómo él puede merecerlo? Isaac soltó una risa amarga, pensando en un futuro que en realidad era difícil de visualizar.

Chasqueó la lengua.

No puede seguir pensando en cosas tristes hasta hacer que su estado de ánimo se hunda. No tenía que estar bien únicamente para sí mismo, sino también para su pequeño Benjamin. Isaac se sacudió, tratando de ignorar la rigidez de su cintura y luego, tomó una tarjeta con el dibujo de Mickey Mouse del mostrador y la sostuvo en sus manos para verla mejor: En estos días, Benjamin ha estado demasiado obsesionado con Mickey Mouse. Siempre era como "Mickey esto." "Mickey aquello."
Una suave sonrisa persiste en la punta de sus labios mientras mira a Mickey Mouse y recuerda a su bebé... Escribió: "Querido Benjamin"

Y entonces escuchó el sonido de unos pasos.

No eran zapatos, sino más bien como tenis de deporte. Isaac, que estaba pensando en la siguiente oración con su pluma en la mano, levantó la vista casi de inmediato: Un hombre inesperado se paró ante sus ojos y le sonrió. No, la palabra "inesperado" es una mentira. Él era familiar pero su atuendo era tan inesperado que no podía dejar de mirarlo.

"¿No vas a saludarme?"

Era demasiado descarado... Pero Isaac, que tenía una sonrisa bastante pequeña como para ser notoria, parecía haberse quedado fascinado por un momento muy largo. Parpadeó, mientras todavía sostenía el bolígrafo y lo hacía girar entre sus dedos. Félix, que vestía casi siempre un traje formal en azul marino, hoy utiliza un atuendo brillante y alegre que le hace verse como el sol. Un polo blanco de manga corta, pantalón de algodón y tenis ligeros con cordones cortos en la parte delantera. También tiene un suéter azul como sus ojos, acomodado justo sobre los hombros. Parece haber sido sacado de una sesión de fotos en un yate.
Entonces Félix, ajeno a Isaac, dejó caer su mirada sobre la tarjeta que estaba en el mostrador.

"¿Es otra tarjeta para Benjamin? ¿Por qué con Mickey Mouse?"

La voz que preguntaba, era bastante espesa... Solo entonces Isaac cerró los ojos y como en otras ocasiones, dobló la tarjeta para guardarla en el cajón. Había muchas tarjetas y cartas que no había podido enviar a pesar de que las había llenado correctamente... Pensaba que esa sería una de esas.

"Porque a Benjamin le gusta mucho Mickey Mouse".

"¿En serio? Entonces... Tal vez algún día podamos ir los tres a Disneylandia"

Isaac no pudo responder de inmediato a ese tipo de palabras tan extrañas.

Disneylandia, cerca de Los Ángeles, fue una de las paradas que hizo después de conducir durante dos o tres horas para llegar a San Diego. Aunque parece un lugar al que puedes ir cuando quieras, simplemente no puede hacerlo. Al igual que no puede ir al parque Balboa aunque le queda justo al lado y no puede ir a la casa de su madre por las noches para arrullarlo y hacerlo dormir. De pronto, se puso terriblemente deprimido.

Entonces Félix tocó el mostrador, murmurando.

"¿Pero cómo vas a decirle que quieres llevarlo a Disney si no puedes escribir correctamente en una tarjeta de su personaje favorito?"

Era una broma, pero Isaac no habló.

Entonces Félix suspira y acaricia nerviosamente su cabello: "Isaac, veo que no hay clientes en la tienda... Cierrala, yo te esperaré afuera".

Le dedicó una mirada determinada, como si estuviera decidido a sacarlo de allí de inmediato y a como diera lugar. Pero Isaac fue difícil de persuadir. Apenas es la una de la tarde.

"Acabo de abrir. Si me voy ahora, entonces haberme despertado no tendría ningún sentido."

"Te daré todo el dinero que no ganaste hoy y un bono adicional por hacer lo que te digo, así que vamos".

No podía refutarle nada a Félix cuando lo miraba con esas pupilas color azul prusiano, las que daban la impresión de cortar el aire de su alrededor igual que si fuera una cuchilla.


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