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Querido B. tomo 1 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Isaac, que había estado preocupado por las decisiones tan erráticas del Alfa, exhaló un breve suspiro y cargó en su hombro una bolsa de viaje que siempre llevaba con él.

"¿A dónde vamos?"

Isaac preguntó sin rodeos, cerrando la puerta de cristal hasta hacer sonar la pequeña campanita. Cerró con llave y luego lo miró otra vez. Félix, que le regresó la mirada, sacudió la lengua con un tono desagradable.

"Por lo general, solo pareces una piedra sin sentimientos ¿Qué importa donde te lleve o no?"

Isaac, que había logrado molestarse, se alzó de hombros y cerró la boca. Luego, con los brazos cruzados sobre su pecho, inclinó la cabeza hacia él:

"Entonces no quiero ir."

"¿Cómo puede un chico tan honesto en la cama enojarse por un pequeño paseo conmigo?"

La voz que susurraba ahora sobre su oreja, era demasiado dulce. Solo escucharlo parece hacer que se derrita sobre el pavimento y, además, la piel que fue tocada por su aliento ha comenzado a temblar...

"Solamente dime a dónde vamos".

"No es divertido si te digo".

Félix arrojó sin rodeos una respuesta contundente en lugar de una respuesta correcta. De alguna manera, el sentimiento que le ocasionaba no era muy bueno... Pero igual no había nada que pudiera hacer de inmediato contra un sujeto igual a él. Ocultó la tensión que se extendió gradualmente y caminó a sus espaldas...

Era una tarde relativamente tranquila. El clima asombroso. En ese día, había pensado que sería bonito ir a un picnic... Pero en lugar de hacerlo tuvo que seguir a un hombre peligroso sin conocer el rumbo o sus intenciones.

Estaba a punto de pensar en algo deprimente cuando vio que Félix caminaba directamente hacia un sedán estacionado en una calle concurrida. Hoy, Tony y Jack estaban esperando por él justo adentro, así que Félix solo se acercó y abrió la puerta de atrás... Sosteniendo la puerta abierta con una mano y metiendo la otra en su bolsillo, un encorvado Félix solamente le soltó la palabra "Arriba."

Es muy arrogante... Diciéndole Arriba como si fuera un perro.

Cuando respondió que no quería montar, Félix agarró su mano ligeramente sudada, la movió y luego tiró de él hasta hacer que su cuerpo quedara todo aplastado en el asiento trasero. Félix entra derecho y se sienta junto a él.

"Bueno ¡Ya estoy aquí! ¿Ahora me dirás?"

Félix contestó con un breve suspiro, y de inmediato el sedán comenzó a moverse por la avenida...

***

Poco tiempo después, el sedán, que cruzó suavemente por el centro de San Diego, llegó a un muelle no muy lejos del centro turístico.

San Diego es una ciudad costera así que puedes ver el mar desde cualquier dirección... Pero cuando entra en el puerto deportivo donde están anclados todos los yates privados, termina con los ojos bien abiertos.

"¿Un yate?"

Ya había pensado que su atuendo era sospechoso hoy, pero quién diría que realmente tenía planeado ir de pesca.

"Sí".

Félix respondió con una sonrisa enorme. Por el contrario, la expresión de Isaac se estaba volviendo más y más oscura... No sabe por qué ni qué tipo de intenciones tiene ese hombre para estar haciendo esto. Es decir, ya es bastante incómodo estar los dos solos pero ¿Pretende que salgan a pasear en medio del mar?

"¿Qué te parece?"

"Prefiero mi florería".

"Las hermosas rosas deben crecer. Y para eso necesitan sol y agua"

Pero Isaac definitivamente no sabe qué sucederá con tanta agua.

"Yo no soy una planta".

"Está bien. Intentemos de nuevo... Las personas que tienen una carga enorme sobre la espalda, pueden morir si no se distraen de vez en cuando."

Trató de utilizar alguna frase para refutarlo, pero no se le ocurrió nada... Félix, que caminaba al frente con las manos en los bolsillos del pantalón, cerró los ojos por un momento y dejó que la brisa lo golpeara

"Tomarse un día libre precisamente hoy, es perfecto. Solo flotar tranquilamente en medio del mar..."

"Sufro de mareo severo"

"No te preocupes, el medicamento para eso está en el yate."

Félix, que no era consciente de la ansiedad de Isaac, tomó la delantera con optimismo y lo dirigió al puerto deportivo...
Isaac tuvo que subir al yate con mucha dificultad. A la fuerza, porque Félix estaba al frente y Jack y Tony estaban acomodados justo detrás.

Isaac, se rascó la mejilla, respiró profundo y sin darse cuenta, levantó los ojos y miró la enorme espalda de Félix: El cabello rubio, que soplaba al compás del viento, brillaba igual que el mismo sol. Sus fuertes músculos de la espalda, que se deslizaban debajo del polo blanco, se movían rítmicamente mientras andaba. Era un cuerpo muy bien entrenado, hermoso. Lo mismo ocurre con los músculos de sus hombros, los que sostienen el suéter azul. De pies a cabeza, era un hombre perfecto con forma de escultura. Sin defectos. Un sujeto dotado, no solo en apariencia, sino también en...

En algunas partes escondidas.

Mientras lo admiraba, de repente llegaron a la cubierta e Isaac desvió la mirada de su cuerpo hacia el mar: Azul, inmenso y hermoso. Definitivamente no hay mejor espectáculo que verlo bajo los rayos del sol y admirar esas pequeñas olas que rompen y salpican... Entonces, como un hábito, volvió a mirar a Félix, que estaba vagando por la cubierta del yate. Pensó que el mar azul se parecía a Félix porque, aunque se ve tranquilo e infinitamente en paz, sigue siendo más terrible que cualquier otra cosa cuando se pone áspero. Además, sus ojos azul oscuro tienen la misma tonalidad.

Fue por un momento pequeño, pero se quedó en la parte trasera de la cubierta y no pudo apartar los ojos del mar, donde la luz del sol centelleaba y luego pegaba en el cabello de Félix hasta volverlo casi plata. Se escuchó el sonido de un motor resonando estruendosamente en sus oídos y después, el bote comenzó a moverse lentamente.

Oh, Dios.

Sus hombros están endurecidos por la tensión... Sin embargo, el yate ya se dirigía al vasto océano sin dudarlo ni retroceder. Al principio, quería moverse lentamente, pero a cierta velocidad, notó que su cuerpo también estaba temblando. Isaac no pudo gritar ni decir nada, por lo que se sentó en el mismo lugar sin importar lo raro que eso fuera. La brisa salada del mar se esparció por sus mejillas y se confundieron con su sudor. El viento pegajoso, empapado con el olor del mar... Francamente no era muy refrescante ahora. Sin embargo, Isaac se acomodó, respiró profundo y miró a su alrededor sin ningún tipo de expresión.

El puerto deportivo se aleja más y más. No había rastros de miedo en su cara, pero la ansiedad empeoró considerablemente...

Félix se acercó a Isaac, que estaba sentado en silencio... Pensó que era una pena no poder mirar sus hermosos ojos porque ahora había decidido ponerse unas gafas de sol negras.

"Lo siento, te dejé solo porque tenía algo que decirles... ¿Estás bien?"

Se paró frente al sol con la misma sonrisa brillante de siempre. Parecía una expresión que hacía deliberadamente que te detuvieras en seco y comenzaras a alabarlo... Si desconoces su naturaleza feroz y solo tienes esa sonrisa como referencia, ¿Quién podría alguna vez huir de un hombre como él?

"... Sí"

Isaac, que estaba impresionado por su extraordinaria apariencia, luchó por sacudir la cabeza para quitarse la pesadez que traía encima... Al mismo tiempo, el yate aceleró. El sonido del motor era fuerte, y una vez más, le provocó inclinar su cuerpo todo hacía adelante.

" Ugh ".

Un sonido corto salió de su boca sin que lo pudiera evitar.

"Vaya, el capitán tenía prisa... ¿Estás bien de verdad?"

Preguntando ansiosamente, Félix se inclinó un poco más contra Isaac... Mirando su tez pálida a través de sus gafas de sol negras, notó que tragaba saliva a la vez que abría la boca para decir:

"Yo..."

Isaac terminó por vomitar sobre los pantalones limpios y sin ninguna arruga de Félix. También había logrado ensuciarle la camiseta.

Lo único afortunado de eso, era el hecho de que había comido muy poco para el almuerzo.


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