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Venganza de cumpleaños por shiki1221

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto, sólo la historia es de mi autoría.

Notas del capitulo:

Este One shot iba a ser para el 23 de julio, pero me atrasé mucho. Aun así espero que lo disfruten.

AU. Romance. Humor. Fluff. Shonen ai. SNS y MCM

One shot: Venganza de cumpleaños

Para muchos era adorable ver a los gemelos Uchiha compartiendo todo. Y al hablar de todo, era absolutamente TODO. Sus padres, especialmente su madre, tenía por costumbre hacer todo a juego entre ellos; ropa, peinado y útiles escolares. Todo combinaba, desde el mismismo momento en el que se pensó en el nombre de cada uno. Aunque al crecer uno de los menores le juzgó de poco imaginativa por llamarlos “Sasuke” y “Sousuke”. En un acto de rebeldía uno de ellos adoptó el sobrenombre de “Charasuke”. Según su, ya adolescente, hijo era una forma de darle individualidad e independencia de su hermano. Mas, los adultos y allegados en general no le veían mucho la diferencia a su verdadero nombre, pues parecía simplemente una distinción vaga entre el “Sasuke serio” y el “Sasuke charlatán”. Es más, dicho apodo parecía aún más cercano al nombre de su gemelo que al propio. No obstante, el aludido insistía en ser llamado “Charasuke” y sólo por evitar sus berrinches, decidieron darle gusto.

23 de julio

Una fecha que año a año se repetía junto al martirio de Sasuke. Los primeros años no les dio mucho interés o quejas, pues eran pequeñas reuniones familiares organizadas por sus padres. Parientes cercanos venían a cenar, cortar el pastel y posteriormente dejarles sus regalos. A Charasuke se le hacía algo aburrido, pero habiendo pastel y regalos, bastaba para tenerlo contento y callado. Con el paso de los años fue que el descontento del revoltoso Uchiha creció al punto de que en su adolescencia él mismo se organizó una alocada fiesta con todos sus amigos. Sus padres, queriendo mantener la tradición, ―salida de las ofertas de supermercado―, insistieron en el 2X1. Así que, Sasuke fue arrastrado a la bulliciosa fiesta de su gemelo. Ese idiota había hecho de todo con el presupuesto dado por sus padres. Consiguió un salón de fiestas, lo llenó de comidas varias, bebidas de todo tipo, incluyendo alcohólicas, y una música estridente para ambientarlo todo.

―¿Realmente es necesario hacer todo este escándalo sólo por cumplir un año más? ―preguntó Sasuke frunciendo el ceño sentado en una esquina oscura.

―Relájate ―tranquilizó Charasuke con una sonrisa sentándose a su lado con una lata de cerveza en la mano―. Tendremos nuestra tranquila cena con toda la familia después. ¡Por hoy disfruta de toda esta diversión y aprovecha para ligar alguien! ―alentó palmeando repetidas veces la espalda de Sasuke.

―¡Chara-kun! ―llamó una pelirroja de anteojos acercándose a donde estaba el otro.

―¡Ya voy, koneko-chan! ―exclamó el aludido levantándose de la silla con una gran sonrisa.

El moreno se volvió a acercar al tumulto de gente bailando en medio de la pista donde se encontraba su pareja. Sasuke miró con desinterés a la pobre ilusa que había pescado su hermano. Ella era la nueva novia de Charasuke. Alguien de quien ni siquiera recordaba bien el nombre y apostaba a que su gemelo tampoco. El mujeriego hermano que tenía les decía a todas “konekos” para ahorrarse malentendidos. En varias ocasiones llegó a confundir nombres de sus conquistas y se llevó sus buenos golpes e insultos por lo mismo. Desde que decía que ese era un “mote especial completamente único”, ya no necesitaba aprender los nombres de nadie. Les decía a todas lo mismo y las tenía comiendo de la palma de su mano. Negó con la cabeza y soltó un suspiro con aburrimiento. Odiaba las fiestas y más las ruidosas que se montaba ese idiota.

―No quiero tener una colección de chicas como tú, idiota ―se quejó Sasuke jugando con el contenido de su vaso dándole vueltas, mientras su hermano se alejaba dándole la espalda.

―Sólo disfruto de la flor de mi juventud como dice el maestro Gai ―aseguró el otro azabache guiñándole un ojo mientras apoyaba el dedo índice en sus propios labios pidiéndole silencio.

El otro sólo negó mientras veía a su hermano sujetar la cintura de su actual novia. No era de extrañar la popularidad de su hermano y su costumbre de siempre tener una chica de compañía con él. No solían durar demasiado con ese idiota, pero ni con todo el historial que se cargaba servía para espantar a esas pobres e ilusas jóvenes. La joven de anteojos no tardó en colgarse del brazo de Charasuke y llevarlo a bailar de manera muy íntima. Demasiado para el gusto de su gemelo, quien pese a no considerarse un puritano tampoco era un vouyerista, como para disfrutar de la indecencia de su familiar. Cansado de estar sentado, se levantó con intenciones de irse a refrescar un poco el rostro y de paso alejarse del bullicioso cumpleaños. Odiaba que sus padres le hayan insistido tanto en que festejaran juntos. Moría de aburrimiento y su cabeza comenzaba a doler.

―¡Fíjate por donde vas, estúpido prostituto! ―insultó un rubio con el que chocó en su travesía hacia el baño.

―Tú fíjate por donde vas ―respondió por inercia viendo al joven delante suyo―. Oh eres rubio, eso explica porque eres tan estúpido ―se burló Sasuke con remarcado desdén.

―Encima prejuicioso, ¿es que tu lista de “virtudes” no tienen fin? ―preguntó aquel chico con un gruñido.

A juzgar por su apariencia, Sasuke dedujo que tenía más o menos su edad. Nunca antes lo había visto y estaba seguro de ser capaz de recordar a un rubio, ojos azules con marquitas de zorro en la cara. Seguramente no asistía a la misma preparatoria que ellos. Su gemelo no tenía límites cuando se trataba de armar fiestas. Aunque las invitaciones comenzaron siendo a conocidos, compañeros y sobre todo amigos, con el pasar de la noche se sumaron vecinos, conocidos de conocidos, y algunos más que nadie sabía de donde habían salido. Ese sitio estaba a reventar. De primera mano sabía que su gemelo le habló sobre la cantidad de invitados que llevarían. Tenían cincuenta invitaciones preparadas, pero siendo Sasuke alguien poco sociable y de sólo un par de amigos, ―literalmente sólo invitó a dos personas―, las otras cuarenta y pico personas se las dejó a Charasuke. Rio para sus adentros al pensar en que sólo intentando invitar a sus ex novias esas cuarenta y ocho tarjetas no serían suficientes. Mas, la poca risa que tenía se le borró al oír nuevamente la voz del rubio.

―¿No piensas disculparte, retardado? ―interrogó el blondo viéndolo con molestia―. Tiraste tu cerveza encima de mí. Pide perdón, prostipirugolfo.

―Piérdete, fracasado ―dijo Sasuke siguiendo su camino sin importarle que el otro siguiera insultándole.

―¡Eres un bastardo, Charasuke! ―Oyó maldecir a aquel rubio.

Por sobre el hombro, Uchiha observó cómo ese sujeto se iba a toda prisa. Supuso que buscaría el baño para lavarse, pero le daba igual. No era su culpa haberle chocado. Estaba ocupado en sus propios pensamientos y no tenía por qué estar mirando al frente. Era su cumpleaños y podía hacer o decir lo que quisiera. Era su día y podía ser todo lo egoísta que quisiera. Suficiente tenía con su gemelo acaparando esa noche como para darle espacio a los reclamos de un desconocido que en su vida volvería a ver.

―Encima ciego, me confundió con el idiota ese ―susurró el moreno gruñendo por lo bajo.

Luego de buscarse otro vaso con algo de beber, el cumpleañero fue hacia el patio y se sentó en el borde de una fuente. Debía reconocer que su gemelo tenía buen gusto para elegir el sitio de celebración. Era un lugar muy bello, la fuente tenía una estatua de piedra de una mujer. A juzgar por los alrededores, el patio también estaba muy cuidado; el pasto estaba cortado, los arbustos tenían diferentes motivos, sencillos, pero decorativos. Incluso distinguía unos rosales adornando una pequeña capilla. Supuso entonces que en ese lugar también celebraban compromisos o algo similar. Agradeció infinitamente que los demás invitados estuvieran dentro del salón dejándole la hermosa y oscura soledad de la noche para él. El aire estaba un poco fresco, pero era mejor que estar dentro donde el olor a alcohol, vómito, perfume y sexo lo intoxicaba. No entendía la necesidad de beber alcohol siendo menores de edad, cierto que al año siguiente tendrían dieciocho, pero por lo que vio dentro aun eran idiotas de excesos. Mocosos que se sentían adultos por beber, tener relaciones sexuales o minucias como fumar. Criticar a sus pares hacía a Sasuke sentirse viejo e incluso sabía que era percibido así. Charasuke y él sólo tenían unos minutos de diferencia, pero al conocerlos muchos sentían que habían décadas.

―¿Te molesta si me siento aquí? ―preguntó el mismo rubio con el que había chocado antes.

A Uchiha le extrañó esa forma calmada y tranquila de hablarle. Incluso los gestos de su rostro se veían relajados. Notó que la camisa que estaba usando era diferente a la anterior. Seguramente la mancha en su ropa era imposible de quitar y se pidió ropa prestada. Negó con la cabeza al notar que probablemente lo estuvo buscando para reclamarle lo anterior. ¿No podía dejarlo tranquilo aunque sea unos minutos? Además, estaba mirándolo de una manera demasiado intensa y, ¿era su imaginación o le guiñó un ojo? Definitivamente ese infeliz estaba tan ebrio que no se dio cuenta de que a quien estaba coqueteándole era al mismo al que hace rato maldijo. ¿O tal vez era todo parte de una trampa? Hacerlo bajar la guardia con una actitud amistosa para luego jugarle alguna broma pesada que lo dejaría en ridículo delante de los demás invitados.

―¿Y a ti que mosca te picó, Dobe? ―cuestionó Sasuke de manera directa queriendo saber qué intenciones tenía con él.

―Oh, este… ―dijo sonrojado mirando hacia otro lado como si la respuesta fuera a caerle del cielo―. Yo lo que sucede es que… Karin… y tú, bueno… ―dijo de manera entrecortada sin terminar la frase.

Sasuke notó que el blondo se veía incómodo por su pregunta anterior y temblaba con claro nerviosismo dando como respuesta palabras cortas sin relación. En ocasiones subía la mirada hasta su rostro, pero volvía a bajar la mirada como si no se atreviera a mirarlo. Luego cayó en cuenta de algo que había omitido hasta el momento. Los insultos que usó anteriormente con él no pegaban realmente, eran más del tipo que se usaban con Charasuke y esa pequeña insinuación de una relación de él con una fémina despejaba muchas dudas. Él nunca tuvo una pareja, al único al que podían reclamarle por corazones rotos de pobres tontas enamoradas era a su hermano.

―¿Me confundiste con mi gemelo? ―interrumpió Uchiha al verlo tartamudear reiteradas veces.

―¿Tienes un gemelo? ―interrogó el chico de ojos azules como si quisiera confirmar ese hecho―. Había oído que eran dos Uchiha, pero no tenía muy claro cuál era cuál. Es la primera vez que vengo ttebayo.

―Sí, es el idiota que organizó esta fiesta ―confirmó Sasuke dándole un trago a su bebida.

―Oh, disculpa no lo sabía ―habló con un deje de pena muy sincero, pues no quería ser maleducado―. Vine porque mi prima fue invitada ―agregó con una gran sonrisa.

Sasuke le restó importancia a ese hecho. No le era extraño recibir los insultos de algún pobre iluso a causa de su gemelo. Desde chicos abandonados por sus novias, hasta hermanos mayores preocupados de que Charasuke “arruine” a sus familiares. Habiendo oído la palabra “prima” y los insultos anteriores, fue sencillo darse cuenta que el rubio era familiar de la nueva víctima de su gemelo. Maldijo tener la misma cara de aquel mujeriego, sin hacer nada le llegaba ese tipo de estúpidos queriendo defender la honra de las féminas. Al menos debía darle crédito por pedir disculpas. Rara vez alguien reconocía su error, en su mayoría se limitaban a decir que siendo gemelos eran iguales y que por asociación, él tampoco era de fiar.

―Da igual, a primera vista todos nos confunden, pero te alcanzara con unos minutos para saber que somos diferentes ―habló el moreno con aburrimiento mirando hacia la luna.

―De hecho, vi a alguien igual a ti cantando karaoke sobre una mesa mientras lanzaba el alcohol de una botella a su “público” ―comentó el rubio con diversión al recordarlo.

―Sí, ese es mi estúpido y alocado gemelo ―confirmó mientras soltaba un suspiro de resignación. Ese idiota nunca cambiaría.

―¿Y bien? ―preguntó el rubio repentinamente.

―¿Y bien qué?

―Aún no me dices si te molesta si me siento contigo.

―¿En serio quieres quedarte aquí conmigo? ―interrogó Sasuke sin esconder su asombro―. La fiesta y todo lo divertido está adentro. Incluyendo a mi gemelo ―señaló como si lo creyera perdido.

―Seguro ―asintió el chico con una sonrisa enorme―. Tú también eres un cumpleañero y me das curiosidad ttebayo.

―Eres un raro, Dobe.

―Eres un Teme ―dijo con un puchero disconforme por el insulto―, pero te ves misterioso como esos vampiros de las películas ―exclamó repentinamente con emoción haciendo sonreír al moreno.

―¿Y no te da miedo que te muerda y te chupe tu sangre de virgen? ―interrogó susurrándole al oído sólo por molestarlo.

―¡¿Quién te dijo que soy virgen?! ―exclamó alarmado y avergonzado mientras ponía un gesto de molestia en el rostro.

―¿Lo eres? ―preguntó Sasuke con una sonrisa de suficiencia.

―Me… me obligaste a confesar algo vergonzoso ttebayo ―reclamó señalándolo con su dedo índice―. Son parte de tus juegos mentales de vampiro.

Uchiha sólo rio nuevamente por el escándalo que estaba montándose el otro. No es que sintiera la necesidad de estar acompañado, pero no podía negar que le causaba curiosidad el interés de ese atolondrado en él. Cualquiera que conocía siempre prefería estar con Charasuke, alguien que hablaba hasta por los codos, organizaba juegos y siempre tenía una anécdota para hacer reír a todos. A pesar de que él era un alumno modelo, fuera de sus calificaciones y su apariencia, mucho no destacaba. Incluso en su familia. No importaba cuanto regañaran a Charasuke por sus locuras, cuando se trataba de hablar de algo divertido o interesante siempre era alguna travesura que lo tenía como protagonista. Había supuesto que pasados unos pocos minutos ese rubio, ―del cual ni siquiera conocía su nombre―, se aburriría e iría con su gemelo. Sin embargo, se quedó a su lado durante horas. Hablando de tonterías y discutiendo por minucias que a los pocos minutos olvidaba.

―Confiesa ―soltó repentinamente el azabache mirando con seriedad al otro―. ¿Perdiste una apuesta y por eso pasaste la noche conmigo?

―No, nada de eso ―negó sonriente mientras miraba como el cielo iba aclarándose en tonos anaranjados anunciando la pronta llegada del amanecer―. Vine a esta fiesta para conocer al novio de mi prima Karin. Dijeron que era un mujeriego que gustaba desechar a las mujeres luego de usarlas para… tú sabes ―murmuró lo último con un sonrojo―, al principio sí creí que eras él, pero me ha gustado estar contigo toda la noche ttebayo.

Por primera vez en toda la noche, Sasuke miró la hora en su reloj de pulsera. Aunque muchos lo creyeran anticuado, a él le gustaba. Además era un regalo de su abuelo y estaba orgulloso de usarlo. Eran ya pasadas las cinco de la madrugada. Había estado tan sumergido en su charla con ese chico desconocido que no se dio cuenta cuando la música dejó de sonar dentro del salón de fiestas o cuando el cielo comenzó a cambiar de color. La noche estaba muriendo y no se fijó en nada de eso. Ni siquiera sintió sueño. Creyó que el rubio o él se aburrirían o dormirían en poco tiempo, pero era cierto. Estuvieron literalmente toda la noche juntos y sin problemas en mantener una comunicación entretenida para ambos.

―La fiesta ya debe haber terminado ―comentó Sasuke mirando hacia el salón―. Espero que mi gemelo siga de una sola pieza.

―Creo que es hora de irme a mi casa ttebayo ―habló el chico de cabellos dorados estirándose luego de haber estado tanto tiempo sentado―. Me gustaría seguir más tiempo contigo, pero tengo que ver si mi familia no está en un coma etílico, ¿de dónde sacó tu hermano tanto alcohol? ―preguntó interesado.

―No lo sé ―admitió encogiéndose de hombros con desinterés―. Todos los años hace una gran fiesta para todos sus amigos y conocidos ―habló sin mirarlo a la cara.

Uchiha quería preguntarle su nombre o pedirle su número de celular, pero tenía ciertas inhibiciones. La primera era su propio orgullo. No quería verse desesperado por tener contacto con ese chico. ¿Dónde quedaría la reputación del serio y frío Uchiha si andaba regalando su número a desconocidos como si fuera Charasuke? Además, tampoco quería verse como un desesperado. Sólo habían hablado una vez, no lo conocía de nada. Podría ser un secuestrador, un estafador, ¡hasta un asesino serial! No, definitivamente no podía darle su número o algo similar sin conocer sus intenciones con él. Sin embargo, una respuesta confusa llegó a él cuando ese misterioso chico le robó un beso de los labios tan repentinamente que no pudo reaccionar a tiempo para evitarlo.

―Podríamos vernos en tu siguiente fiesta de cumpleaños y entonces te traeré un regalo adecuado pensado sólo para ti ttebayo ―prometió el rubio mientras corría lejos del otro―. Nos vemos, Teme. ¡No olvides nuestra promesa!

Uchiha seguía estático viendo a ese chico alejándose con una de sus manos agitándose. Observó unos momentos la silueta del otro perdiéndose en la distancia. Lo vio ingresar en el salón de fiestas. El fuerte portazo lo sacó de su estupor y corrió hacia el interior de ese sitio para reclamarle el haberle profanado los labios de esa manera. ¡Ese idiota se estaba burlando de él de una manera que no podía permitir! Iba a golpearlo en cuanto lo encontrara, pero el salón de fiestas era un asco total. Llenó de gente tirada durmiendo en el suelo y múltiples charcos de sustancias que prefería no identificar. La peor parte de esa mañana fue encontrarse a su gemelo fuera de combate. Ahora era su misión era resucitarlo y llevarlo sano y salvo a su hogar. Si había una razón para tenerlos celebrando juntos era para evitar que su hermano hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse. Sólo esperaba que no tuviera una resaca demasiado fuerte o sus padres lo regañarían a él por dejar tomar tanto al otro. ¿Era su responsabilidad? No realmente, pero como el hermano responsable, debía mantener al otro a raya según sus padres.

Mientras llevaba a su hermano de regreso a la casa, ―demostrando su poco interés en lo que fuera de los invitados―, se puso a pensar en las palabras de aquel rubio sobre su siguiente cumpleaños y el beso que le dio.

“Como si fuera a volver a verlo. ¿De dónde sacó que voy a esperar todo un año para verlo? Es más, debería venir a pedirme disculpas por aprovecharse de mis labios. ¿A qué vino eso de todas formas? Ese infeliz me tomó desprevenido, pero el año que viene tomaré mi venganza. ¡Sí, eso es! Mi regalo de cumpleaños de mí para mí, será vengarme de ese rubio tonto. Y nada me detendrá”.

O eso creía Sasuke hasta que se topó con el escenario más inesperado de todos los que se pudo haber imaginado…

―¿Qué quieres decir con que este año no harás una fiesta? ―preguntó Sasuke a su gemelo.

―Pues eso ―respondió con indiferencia sin dejar de leer una revista recostado en la cama de su habitación―. Este año no haré una fiesta, ¿estás sordo?

―Pero, ¿por qué? ―interrogó Sasuke con el ceño fruncido―. Todos los años haces una enorme y alocada fiesta en la que invitas a todo mundo.

―Y todos los años tú te quejas de tener que cuidarme y de querer pasar ese día con calma y tranquilidad ―le recordó Charasuke jugando con su celular.

Sasuke notó que posiblemente su hermano estaba enviando mensajes, a su novia o a alguna nueva conquista como de costumbre. Así que ignoró completamente el contenido de aquello. No era su asunto y poco le importaba los ligues de su gemelo. Lo realmente importante en esos momentos era la fiesta y su venganza a aquel rubio idiota. Durante un año había intentado conseguir información de manera discreta de su gemelo. Sin embargo, cuando hacía alguna pregunta, así fuera algo tan inocente como “¿qué estás haciendo?” ponía en sobre aviso a su hermano. En esos momentos, Sasuke maldijo ser tan desinteresado de la vida de su gemelo. No podía hacer ninguna pregunta casual sin que sonara extraña, inusual o despertara alguna sospecha.

―¡Este año es diferente! ―reclamó.

―¿Así? ¿Por qué? ―preguntó Charasuke dejando su celular de lado unos momentos.

―¡Cumpliremos dieciocho años! ―mintió rápidamente sintiéndose orgulloso por tan buena excusa.

―¿Y? ―cuestionó ladeando la cabeza sin entender qué tenía eso de especial.

―Oficialmente seremos adultos y tenemos que presentarnos a sociedad de manera espectacular ―afirmó al ver que había captado su atención.

―Suenas como una chica pidiendo su fiesta de quince años ―se burló su gemelo―. En ese caso organízala tú que estás interesado ―resolvió Charasuke dándole la espalda a su hermano fingiendo dormir.

―¡Eres un maldito perezoso! ―gritó enfurecido.

Siempre habían tenido problemas para coordinarse en cuanto a decisiones o gustos. A pesar del esfuerzo de sus padres para que fueran prácticamente copias el uno del otro, la realidad era que eran completamente opuestos. Incluso se atrevería a decir que aquella presión por moldearlos como a una sola persona los había hecho así de diferentes, Mas, Sasuke sabía que necesitaba de la ayuda del otro. No tenía idea de cómo organizar una fiesta. Y aunque podría pedirle información sobre los invitados para localizar a aquel chico rubio, no iba a darle las armas para burlarse de él y peor aún deberle un favor. Mientras insistiera en la fiesta tenía la excusa de que era su día también, algo por y para él. Prefería quedar como un egoísta niño mimado a un principe de cenicienta buscando al tipo que profanó su boca. Además si mencionaba específicamente a un invitado del año anterior, sonaría… raro. Es decir, ¿quién en su sano juicio seguiría pensando en un tipo al que sólo vio una noche? No, no, no. A Sasuke Uchiha no le atrajo para nada ese Dobe, sólo quería tenerlo en frente para reclamarle y vengarse de su osadía anterior.

―¿Por qué quieres arruinarme este día? Todos los años siempre se trata de ti y lo que tú quieres. Por una vez, no podrías pensar en alguien que no seas tú mismo. También es mi cumpleaños, ¿sabes? Pero nunca hacemos algo que a mí me guste, siempre lo acaparas para ti solo ―explicó con un tono de voz que expresaba sobre todo tristeza.

En parte era verdad que siempre había sido así desde siempre. Charasuke se las arreglaba para meterlo en problemas junto a él y si no era el caso, tenía que servir como chaperón para sus desventuras. Sin embargo, tres cuartos de su expresividad, eran pura actuación para hacerlo acceder a su petición. Y para sorpresa de Sasuke, sí había funcionado. Pues su hermano se dio vuelta y se le quedó mirando fijamente un largo rato como si estuviera reflexionando sobre algo. Charasuke chasqueó la lengua al no tener con qué rebatir aquello. Mentalmente llevaba una cuenta de todo lo que había hecho su gemelo por él. Aunque fuera de mala gana o por insistencia de sus padres, Sasuke siempre se hacía cargo de cuidarlo y cubrirlo cuando lo necesitaba. Al menos podría cederle ese cumpleaños a él y dejarlo ser el centro de atención por una vez.

―Yo te ayudaré a organizar ―dijo Charasuke finalmente manteniendo los ojos cerrados antes de alzar su dedo índice―, pero con una condición: no estaré en la fiesta.

―¿Por qué? ―preguntó su hermano sin poder ocultar su curiosidad ante aquella extraña condición.

―No te importa, si quieres una fiesta la tendrás, hermanito ―celebró el otro moreno con una sonrisa divertida―. Ahora vámonos. Tenemos poco tiempo para preparar todo.

―¿Yo también? ―interrogó Sasuke con fastidio de tener que participar en eso―. Tú siempre te las arreglas solo y no me necesitas.

―Es tu fiesta al fin y al cabo. La haremos a tu gusto como pediste ―respondió el otro buscando en su billetera el dinero para la fiesta, su celular y sus llaves―. Está vez haremos las cosas bien y podrás decidir.

Charasuke no tenía contemplado realizar una fiesta ese año, pero si su gemelo quería una fiesta lo ayudaría. Además estaba bastante seguro que el otro no sabía cómo se hacía una. De ahí la insistencia de pedirle armar una “para los dos”. Sin embargo, sabía que si comentaba o hacía burla de que le estaba pidiendo ayuda por no saber cómo se hacía, lo mandaría al demonio y se enojaría con él. Sasuke era demasiado orgulloso como para admitir que no sabía hacer algo y aún más para pedir ayudar y aprender. Siendo una fiesta algo no tan complicado y para peor, algo que Sasuke encontraba tonto y un desperdicio de tiempo, señalarle su ignorancia en ese campo, sólo los llevaría a una pelea. Mejor llevárselo con la excusa de que era para hacerla como quería y que aprendiera algunos trucos para hacer grandes fiestas con poco presupuesto.

Se pasaron toda la tarde juntos recorriendo salones de fiestas para elegir una acorde a los gustos de Sasuke. Éste a pesar de estar poco interesado en organizar algo realmente, necesitaba fingir que era real. Esa era su forma de tenderle una trampa al besucón que se le escapó. Así que estuvo seleccionando algo acorde al presupuesto que tenían. Eligió el sitio más barato, siendo rechazado por su hermano. El lugar era barato por estar en una zona peligrosa de la ciudad cuando anochecía. De día ese sitio era muy bonito, ya que cerca había un parque muy espacioso, pero de noche era peligroso precisamente por tener ese extenso terreno libre de casas o puestos, siendo abundante en arbustos y arboles ideales para escondite de asaltantes. A Sasuke lo impresionó que su hermano tomara en cuenta algo tan atípico. Eligieron en su lugar alquilar un salón con barra libre. Charasuke era amigo de un DJ que trabajaba allí, así que le pidió ayuda para negociar con el dueño una rebaja. Además la música quedaba cubierta por aquel amigo suyo y en cuanto a las bebidas, aseguró que cada quien llevaría algo para compartir. De esa manera podrían cubrir a los que se sumaran sin invitación, pues con su presupuesto sólo alcanzaría para como mucho unas treinta personas.

―Si nuestros padres nos dejaran celebrar aquí en la casa nos ahorraríamos mucho en alquilar un lugar, pero bueno ¡ya tenemos todo listo! ―celebró Charasuke mientras estaba recostado en su cama con las manos cruzadas debajo de su propia cabeza―. Ahora sólo falta que te arregles para tus invitados ―dijo guiñándole un ojo con diversión.

―Agradece que aun te dejan celebrar nuestro cumpleaños luego de esa vez en la cual tuvieron que llamar a los bomberos porque a alguien se le ocurrió hacer un espectáculo de fuegos artificiales sin supervisión ―le recordó.

El aludido se encogió de hombros. Aquella vez le había parecido una buena idea para cerrar su noche especial con broche de oro. Aunque el lado positivo es que su cumpleaños fue motivo de pláticas durante meses gracias a los bomberos. Fuera como fuera, para bien o para mal, logró su objetivo de ser relevante y tener un cumpleaños imposible de ignorar. Sasuke por su lado, se sentía un poco ansioso, pues volvería a ver a aquel rubio luego de todo un año. ¿Aun lo recordaría? Más le valía hacerlo o lo haría pagar el doble. O sea lo había besado a él. ¡A Uchiha Sasuke! Eso era un asunto completamente serio, no era lo mismo que besar a Charasuke, quien ni recordaba el nombre de sus gatitas. Semejante burla a su persona debía ser recompensada y ese rubio tenía el deber, no, la obligación de asistir a su fiesta, llevar su regalo prometido y suplicar clemencia cuando lo castigara.

―¿Invitaste a todos? ―preguntó para asegurarse de lo más importante para ese momento―. Puede venir tu novia, esa la pelirroja, ¿Karin? ―ofreció con fingido desinterés.

De lo poco que recordaba de aquella conversación con su actual objetivo, es que era primo de una tal Karin. No fue difícil confirmar que ese era el nombre de su cuñada, pero pedir información sobre su familia sería demasiado obvio. El que podía preguntar por su primo era Charasuke y, ―como él mismo reconoció desde un inicio―, no podía sacarle información a su hermano sin dejarse al descubierto.

―Karin no vendría, terminé con ella hace tiempo ―comentó Charasuke declinando de la oferta de invitarla.

Aquello le había caído como una tonelada de cemento en la cabeza. Había olvidado por completo que su mujeriego hermano sólo tenía una pareja por como mucho un mes. ¿Cómo fue tan ingenuo de creer que tendría a esa pelirroja miope por un año a su lado?

―¡¿Qué?! ―gritó Sasuke sin poder contener su cólera―. ¿Y ahora quien traerá al rubio? ―preguntó en voz alta de manera accidental.

―¿Qué rubio? ―interrogó su gemelo mirándolo con curiosidad.

―Nadie ―dijo mirando hacia otro sitio. Giró la cabeza con frustración―. Ya no quiero esa tonta fiesta.

―Oye, oye ―dijo Charasuke con el ceño fruncido mientras lo miraba con fastidio―. Gastamos todo el dinero que nos dieron nuestros padres en una fiesta que TÚ pediste ―señaló con seriedad―. Ahora es tu deber ir allí y disfrutarla.

―Pero… ―quiso protestar Sasuke siendo él mismo quien evitó seguir hablando.

Era cierto que fue su insistencia en hacer la dichosa fiesta. Quizás debió preguntar primero por la lista de invitados, pero en caso de hacerlo pondría sus intenciones al descubierto. Sasuke gruñó con molestia queriendo lanzar lo primero que viera contra su hermano. Aun si no era culpa del otro haber caído en su manipulación para organizar aquella fiesta, ¡debió resistirse más! Si le hubiera dicho que no, nada de eso estaría sucediendo. Soltó un largo suspiro con molestia. Ahora tendría que estar durante horas atendiendo una fiesta que no quería y de la que seguramente saldría con más ansías de matar a alguien. Su gemelo se ofreció a acompañarlo hasta el sitio y ayudarlo a recibir a los invitados. Daría unos cuantos saludos y se iría. Ese era todo el apoyo que estaba dispuesto a darle al otro. El camino lo hicieron sin ninguna conversación. Charasuke estaba muy ocupado jugando con su celular y Sasuke seguía hundido en su propia amargura. Al llegar, caminaron juntos hacia la puerta abriéndola con intenciones de alistar detalles antes de la llegada de sus invitados. Sin embargo, fueron recibidos por una lluvia de confetis.

―¡Sorpresa! ―gritaron todos los invitados desde dentro mientras aplaudían a los gemelos.

―¿Y esto? ―preguntó Sasuke mirando a su hermano con los ojos entrecerrados de molestia.

―Una fiesta sorpresa ―respondió el otro con una sonrisa divertida―. Te veías muy interesado en una fiesta, así que aquí la tienes.

―Gracias, pero no gracias ―respondió el cumpleañero intentando no ser demasiado cortante―. No era necesario que te tomaras tantas molestias.

―Joo, y yo que hasta te conseguí un regalo bonito ―se quejó Charasuke con un puchero mientras apoyaba su mejilla en la de su hermano y lo abrazaba como si fuera una anaconda estrangulándolo.

―Vuelves a abrazarme y te mataré, idiota ―amenazó separándolo de su cuerpo con violencia.

―Si me matas te quedarás sin regalo… ―advirtió Charasuke con regaño.

―¿Qué me importa a mi tu estúpido rega…? ―preguntó el otro Uchiha antes de terminar su frase por la interrupción de alguien que no esperaba.

―¡Teme! ―gritó una voz muy familiar.

La mayoría de los invitados encontraba divertido mirar la pelea de los gemelos Uchiha. Aquellos que las veían demasiado seguido y las encontraban aburridas se alejaron en busca de comida o para comenzar a socializar con otros en busca de algún ligue con quien pasar la noche. Al comenzar a dispersarse aquel chico de cabellos dorados de la vez anterior comenzó a acercarse con un ramo de narcisos blancos. Se le veía muy bien vestido y arreglado como si estuviera a punto de casarse. Hasta encontraba un poco exagerada el tipo de ropa que estaba usando para una fiesta informal como la organizada. Aquel joven de ojos azules se acercó y con total confianza le dio un gran abrazo a su gemelo, dejando a Sasuke completamente atónito por lo sucedido.

―¡Feliz cumpleaños, Chara! ―felicitó el invitado mientras le daba una pequeña cajita envuelta en un gran moño rojo.

―Gracias, Naru-chan ―respondió con una sonrisa típica de él―. Lamento el cambio de planes tan repentino, mi gemelo exigió una gran fiesta para celebrar nuestro cumpleaños.

―No importa, al fin puedo presentarme como se debe ttebayo ―dijo un poco sonrojado.

Sasuke parpadeó varias veces intentando asimilar lo que estaba sucediendo. Y no entendía nada. ¿Qué cambio de planes? ¿Por qué se estaban hablando de esa manera tan confianzuda? Cuando lo conoció por poco lo golpea sólo por los rumores de serle infiel a Karin. Si su gemelo no mentía, eso quería decir que habían terminado. ¿No debería odiarle aún más? Detestarlo con todas sus ganas e intentar algo que no sea sonreírse tan coquetamente. Frunció el ceño al darse cuenta de que se había quedado fuera de esa conversación llena de risitas y guiños de ojos. Además, ¿por qué se tocaban tanto? A cada rato estaban abrazándose o chocando las manos. Ese par de idiotas lo estaban ignorando. Tosió con fuerza para captar la atención de ambos.

―¿Lo conoces? ―demandó saber Sasuke sin quitar su agria expresión de ambos.

―Sí, me he estado mandando mensajes con él durante meses ―respondió Naruto sonriendo con el rostro ligeramente sonrojado.

―¿Con qué intenciones? ―interrogó con los brazos cruzados mientras juzgaba en silencio a su coqueto gemelo.

―No seas celoso ―intervino Charasuke con una rosa en la mano y el celular en la otra para mostrarle los mensajes mandados y recibidos del “cuñado y futuro cuñado” como lo tenía agendado―. Yo le enviaba fotos tuyas y él me mandaba fotos de su hermano cuando era bebé. Mira, se ve todo chiquito y adorable corriendo sin ropa.

―¿Esto no contaría como pornografía infantil? ―preguntó Sasuke al ver sus fotos de niño.

Quería matar a su hermano por mostrar aquellas en las que usaba un ridículo disfraz de dinosaurio verde, esas donde vestía un conjunto de marinerito y tantos trajes pomposos y absurdos que su madre tanto amaba probar en ellos cuando pequeños. Para su consuelo las fotos que recibía del niño rubio con cara de zorrito también eran vergonzosas, pero siendo de alguien tan similar al chico que le interesaba le causaba molestia saber que su hermano las tenía en su poder… y no compartía con él. Bien que las fotos que se tomaba junto a sus konekos cada que salían a una cita sí se las mostraba. ¿Para qué rayos quería ver la cara de dos idiotas que se separarían en cuestión de días? Agradecía que a su hermano no le gustaran las fotos del tipo “íntimo” con ellas. En ese aspecto él era un caballero y se negaba a tener material que podría ser usado en contra de las chicas. Pues aún si él no hiciera uso de las mismas, en caso de que se le perdiera o le robaran el celular podría caer en malas manos.

―No seas enfermo, las veo sin morbo ―se quejó Charasuke con un puchero―. Además no pueden acusarme de nada si tenemos la misma edad.

―Hemos cumplido dieciocho años, somos mayores de edad ―le recordó su hermano con obviedad por la fecha que estaban celebrando.

―Oh mierda, es verdad ―exclamó el otro Uchiha al darse cuenta de que efectivamente su novio ahora era de menor edad para él―. Menma ahora es ilegal para mí y el kitsune-chan también lo es para ti ―señaló con su dedo índice a Naruto quien lo miró preocupado.

―Ni que pretendiera hacerle nada pervertido. No soy como tú ―protestó Sasuke con un gruñido.

Había notado al rubio sonrojándose mientras desviaba la mirada. Haciendo fácil suponer que su hermano habría hecho de las suyas. Ya lo imaginaba presentándolo como un depravado o un reprimido como a menudo le decía a la cara cuando se burlaba de su falta de pareja. Siempre lo mandó al demonio. Él no necesitaba nada de eso para hacerse valer, pero el idiota que compartía su rostro era un caso aparte. Aun así compartir fotos o el número de celular del rubio que llamó su atención habría sido un buen gesto de hermandad. ¿Dónde estaba la telepatía de los gemelos cuando hacía falta?

―Lo bueno es que podrá seguir masturbándose con tus fotos ―interrumpió Charasuke haciendo que el pobre Uzumaki tuviera el rostro de un color rojizo―. No hay ley que impida que un menor se fije en alguien mayor, eres tú el que tendrá que contenerse.

―¡No seas ridículo! ¡Yo no hago eso! ―reclamó Naruto queriendo estrangular al azabache boca suelta.

Sin embargo, la llegada de alguien estaba por impedir su cometido. El recién llegado abrió la puerta de una patada y se movió como un animal furioso en dirección a su presa: Charasuke. Éste nada más divisarlo se ocultó detrás de su gemelo. Sasuke miraba curioso a aquella copia malhumorada de Naruto. El chico se acercó hasta él y jalando de la oreja a su gemelo lo sacó de su escondite. El azabache mantenía el mutismo ante la escena delante suyo.

―¿No dijiste que no ibas a hacer una fiesta? ―cuestionó con una mirada llena de reproche.

―Lo siento, kitsune-chan, pero mi hermanito insistió en tener una fiesta y no pude evitar querer cumplir el deseo al pobre asocial ―explicó intentando convencerlo.

―¿El amargado que odia tus tontas fiestas te pidió una? ―interrogó el blondo con una expresión de claro escepticismo.

―¡Te juro que es la verdad, amor! ―insistió el moreno queriendo convencerlo―. No estoy intentando engañarte ni nada. ¡Lo juro! ―gritó en tono de desesperación.

―¿Amor? ―repitió Sasuke a modo de pregunta con clara confusión.

No era la primera vez que oía ese tipo de palabras o veía a su hermano disculpándose como un cachorro regañado. Lo verdaderamente nuevo era que lo hiciera con un hombre y no con una de sus tantas novias. Menma seguía zarandeando al otro azabache como si fuera un muñeco mientras reclamaba por una cita no concretada. Naruto entonces se acercó al desconcertado Uchiha.

―¿No sabías que mi hermano es tu cuñado? ―interrogó Uzumaki viéndolo con curiosidad.

―El idiota de Charasuke nunca me dijo nada de esto ―expresó con un tono de voz grave y ronco viéndolo con deseos de asesinarlo.

―Ah deja te cuento ―comentó el aludido con ayuda de su pareja.

Menma había llegado junto a su gemelo a aquella enorme y escandalosa fiesta a la que les había invitado su prima Karin. Ella les había contado que quería presentarles a su novio. En un principio tuvieron poco interés en ello, pero cuando dijo su nombre todo cambió. De los gemelos Uchiha el más conocido era justamente la pareja de la pelirroja. Y dicha fama no era precisamente buena. Era sabido que era un chico revoltoso, infiel, mujeriego y con una larga lista de conquistas usadas y despechadas cuando se aburría. Menma no estaba dispuesto a dejar a su familiar ser tratada de semejante manera. Su gemelo había decidido acompañarlo para evitar que terminara en problemas. Después de todo, solía iniciar peleas a puño limpio con quien se metiera con su familia. Nada más llegar se separaron yendo cada uno por su lado para cubrir más terreno. Menma había estado intentando evitar que esos ebrios lo chocaran o arrastraran a sus ridículas competencias cuando chocó con un azabache. Al verlo supo exactamente de quien se trataba, o eso creyó él.

―¡Fíjate por donde vas, estúpido prostituto! ―insultó con desdén buscando una pelea. Nada como exhibirlo como un tipo temperamental y violento para tener excusa de golpearlo y alejarlo de su prima.

―Tú fíjate por donde vas ―respondió el azabache por inercia viendo al joven delante suyo―. Oh eres rubio, eso explica porque eres tan estúpido ―se burló Sasuke con remarcado desdén.

―Encima prejuicioso, ¿es que tu lista de “virtudes” no tienen fin? ―preguntó con un gruñido de advertencia. Cada vez le caía peor aquel imbécil y a poco estaba de desfigurarle ese rostro de niña.

Según había oído, Charasuke era un chico tonto y alegre. Al moreno delante suyo no le encontraba dicha cualidad. Lo conocía de vista gracias a las fotos de Karin abrazándolo. Ella se las había enseñado con mucha alegría y orgullo por ser pareja de tan guapo hombre. Sin embargo, viendo la poca expresividad del otro, Menma se dio cuenta que probablemente se había equivocado de Uchiha. Mas, una parte de él se negaba a reconocer el error. Y mentalmente insistió en que este era el Uchiha correcto. Su nueva teoría era que Charasuke sólo fingía ser alegre y amable, pero en realidad era tan amargado como decían de su gemelo. La única real diferencia que se conocía entre ambos era que uno tenía una larga lista de mujeres en su lecho y el otro no. Por lo mismo, le pareció una buena forma para salir de dudas atacar por ese lado. Si negaba lo siguiente, se había equivocado de gemelo, si lo aceptaba, tenía razón sobre su falsedad.

―¿No piensas disculparte, retardado? ―interrogó el blondo viéndolo con molestia―. Tiraste tu cerveza encima de mí. Pide perdón, prostipirugolfo.

―Piérdete, fracasado ―dijo Sasuke siguiendo su camino sin importarle que el otro siguiera insultándole.

―¡Eres un bastardo, Charasuke! ―gritó Menma esperando una contestación.

Menma se iba a toda prisa en dirección al baño para lavarse cuando se topó con su hermano gemelo. Lo estaba mirando con reproche mientras sostenía un vaso en la mano. Al parecer había sido testigo de lo acontecido anteriormente entre Uchiha y él. Eso explicaría perfectamente ese rostro contraído y su dedo golpeando su propio antebrazo con impaciencia.

―¿No vas a ir a disculparte? ―preguntó Naruto con calma, pero no por ello menos seriedad.

―¿Por qué? ―interrogó Menma viéndolo de mala manera―. Él me tiró su bebida encima y ni siquiera se disculpó ―gruñó viendo hacia donde se había perdido Sasuke―. Ese Charasuke es de lo peor.

―Charasuke es el que está por allá cantando sobre la mesa ttebayo ―señaló Naruto con obviedad―. Todos saben que el gemelo serio es Sasuke y no es el que sale con nuestra prima. Ahora discúlpate ―exigió nuevamente.

―¡No voy a hacer eso!

―¡Es su cumpleaños! ―gritó Naruto viéndolo de mala manera―. Deberías ser un poco más comprensivo con él. Ni siquiera te ha hecho algo tan grave como para que…

Sin embargo, no alcanzó a terminar su frase debido a que su gemelo salió corriendo en dirección al baño repentinamente. Naruto soltó un largo suspiro sabiendo que sería imposible hacerle disculparse de buena manera en esos momentos. Por ello, él mismo iría a explicar el malentendido y luego golpearía a su hermano por ser tan maleducado sin razón. Además, tuvo la oportunidad de hablar con Charasuke y no le había caído mal. Pese a su mala fama se le hizo agradable e incluso intercambiaron números de celular para poderse hablar en circunstancias menos alcoholizadas. Contrario a su hermano, el otro rubio sólo sintió reforzarse todas sus alarmas respecto al novio de su prima. Lo había visto llevarse a una chica que no podía ni siquiera mantenerse en pie por su propia cuenta. Y no iban a cualquier sitio, sino hacia el baño. Un lugar apartado. Tanto que no podrían oírla gritando por ayuda. En su cabeza comenzaron a hacerse diversas conjeturas. La principal era que se aprovecharía de esa pobre chica ebria y con el sonido de la música por todo lo alto sumado a los gritos de los invitados, nadie oiría lo que le haría.

―Ya, ya, tranquila pronto te sentirás mucho mejor. ―Oyó Menma al otro lado de la puerta cerrada.

―Espera, no, no quiero ―gimoteó la chica con una voz ahogada como si algo le estuviera cubriendo la boca.

―Sé que te da vergüenza mostrarte así, pero no te preocupes nadie sabrá de esto ―comentó nuevamente Uchiha con una voz conciliadora.

Para el blondo aquello fue demasiado para aceptar. No iba a permitir que le fuera infiel a su prima y encima mientras se aprovechaba de esa pobre chica. De una patada forzó la puerta a abrirse, dañando la cerradura sin darse cuenta. Al ingresar vio al azabache arrodillado junto a la chica que tenía la cabeza metida en la taza del baño. El cumpleañero le sujetaba el largo cabello rubio a la chica y le frotaba la espalda mientras ella regresaba el contenido de su estómago. Sus ojos azules tardaron en procesar la situación, pero no tuvo tiempo de decir ninguna explicación, ya que Uchiha lo miró con rabia.

―¿Puedes irte? ―preguntó con molestia señalando la puerta dejando de hacerle masajes a su amiga Ino.

―¿Y dejar que te aproveches de esta chica ebria? ―reclamó ocultando su vergüenza con falsa ira.

―Se sentía mal por beber alcohol demás ―explicó Charasuke cruzado de brazos colocándose delante de ella para que no la pudiera ver directamente―. Si siente deseos de vomitar lo mejor es que lo haga y vacíe su estómago antes de recostarse o podría ahogarse en su vómito después ―quiso hacerle entender de la manera más civilizada posible.

Las palabras del moreno tenían sentido. Bien podía comprobar Menma nada más por el sonido de arcadas que aquella joven de cabellos rubios seguía en lo suyo pese a su presencia. Era comprensible en ese contexto el dialogo anteriormente oído. A ninguna chica le gustaba la idea de ser vista vomitando mientras olía mal, su aliento se volvía pútrido y su maquillaje se arruinaba. No obstante, reconocer eso significaba tener que disculparse. No es que Menma no quisiera o supiera reconocer sus errores. Cuando metía la pata sabía solucionarlo y asumir la responsabilidad de sus actos. Mas, de hacerlo le daría pase libre a Charasuke a engañar a Karin y no tendría autoridad moral para reclamarle. Al menos así razonaba en esos momentos, aconsejado por el alcohol y la furia nacida de los prejuicios previamente hechos. Uchiha se había quedado en silencio viéndolo a la espera de una respuesta, disculpa o mínimo que se fuera.

―Charasuke ―llamó débilmente la joven rubia intentando levantarse mientras el otro extendía la mano para ayudarle―. Estoy mejor ―murmuró débilmente mostrándole una sonrisa.

―Te acompañaré a algún sitio apartado donde puedas descansar ―ofreció amablemente sujetando su cintura para evitar que perdiera el equilibrio.

El joven de ojos claros miró de manera reprobatoria esta actitud. Aunque en el baño no hubiera hecho nada, no tenía ninguna garantía de que en otro sitio no lo haría. Además, ¿quién le aseguraba que no estuvo fingiendo por su interrupción? Sujetó al azabache apartándolo de la fémina, quien con un rostro de sorpresa se apartó temiendo que comenzaran a luchar. Pues el rostro de Charasuke se había arrugado con claro fastidio y más por ser sujetado del brazo. Ino decidió que lo más prudente era pedir ayuda a Karin para calmar los ánimos entre esos dos, siendo uno su primo y el otro su novio, seguramente a ella la debían escuchar. Uchiha soltó un gruñido y cuando la rubia estuvo fuera del baño se permitió empujar de manera brusca a aquel sujeto. Intentó ser cortés, pero esa actitud lo tenía harto.

―¡¿Qué demonios te sucede?! ―interrogó con un crujido de sus dientes―. Ni siquiera mis novias se comportan tan posesivas como tú, Menma ―dijo con los ojos entrecerrados.

―¿Quién te dijo mi nombre?

―Tu hermano y tu prima ―respondió el azabache con tranquilidad―. Naru-chan me dijo que su gemelo era idéntico a él en apariencia, pero no en actitud ―explicó viéndolo descaradamente de arriba hacia abajo―. Y tiene razón, te pareces un poco a él, pero no tienes modales, educación ni ternura como él ―señaló con una media sonrisa.

―¡Cuidado con lo que dices de mi hermano! ―advirtió sujetando el cuello de la ropa del moreno.

―¿O qué? ―retó Charasuke sin mostrar nada de temor―. ¿Seguirás haciendo berrinche como una novia despechada? ―interrogó sujetándolo también, pero a diferencia del otro tenía su mano en el mentón del contrario―. Pareces muy interesado en mí ―presumió.

―¡No te creas tanto! ―exclamó el rubio acorralando al moreno contra los fríos azulejos de la pared del baño―. Sólo estoy aquí por los rumores que corren de ti. Desde ya te advierto que no dejaré que te aproveches de Karin.

―Acabas de admitir que viniste sólo por mí ―dijo el joven de ojos noche mientras le daba un rodillazo en el vientre para obligarlo a separarse de su cuerpo. Aprovechando que estaba encorvado le dio una pequeña patada en las piernas haciéndolo caer al suelo y se sentó sobre él inmovilizándolo contra el suelo―. Sé que soy hermoso, atractivo, sexy e irresistible, pero lo siento, me gustan mis konekos ―dijo sujetando las muñecas del contrario para hablarle con sus rostros a apenas unos centímetros.

―¡Quítate de encima, bastardo depravado! ―exigió el joven de cabellos dorados removiéndose con fuerza en su sitio―. Ni siquiera eres tan guapo. Sólo me molesta que uses a mi familia para tus tontos juegos ―explicó viéndolo con unos ojos llenos de odio.

Charasuke lo observó largamente manteniendo el silencio. No dijo ni una sola palabra concentrándose en aquellos zafiros oscuros que lo miraban tan intensamente. Veía el odio en ellos, pero no uno dirigido a él, puesto que apenas si estaban conociéndose. No sólo había ira y rencor en esa mirada, sino también… tristeza. Como si hubiera sido decepcionado de la peor manera y por eso era tan desconfiado. No tenía idea de la historia del otro, pero creía que si hablaban y le daba una oportunidad de conocerlo podría juzgarlo por quien era él realmente, y no por ese fantasma del pasado rondando en la mente del rubio cuando le reclamaba. Supuso que quizás alguien le había hecho daño y quería ahorrárselo a su prima.

―¡Charasuke! ¡Menma!

Y hablando de ella, acababa de llegar a la puerta del baño y los encontró en esa escena tan poco pudorosa. Se había colocado así para poder inmovilizar al zorrito que estaba constantemente atacándolo con sus palabras, pero no contaba con qué su novia llegaría precisamente en ese momento. Vio algunas lágrimas corriendo por los ojos de la pelirroja antes de cerrar la puerta de un portazo dejándolo a solas con Menma. De inmediato, se levantó e intentó ir tras ella. La puerta se encontraba atascada por los golpes recibidos ese día, así que hizo acoplo de su fuerza y jaló de la perilla hasta que finalmente logró… romperla.

―¡Karin! ¡Karin! ¡Puedo explicarlo! ―gritó desesperado Charasuke sabiendo que no podría salir rápidamente de ese sitio.

―No creo que te escuche desde aquí ―comentó Menma cruzado de brazos―. Con lo alta que estaba la música y los invitados gritando…

―¡Gracias por tu optimismo! ―exclamó Uchiha con sarcasmo antes de sentarse en el suelo―. Al menos podrías decirme qué te hice como para que arruinaras mi cumpleaños ―se quejó viéndolo de forma acusatoria.

―¿Yo arruiné tu cumpleaños? ―preguntó el rubio fingiendo demencia.

―Sí ―afirmó apretando los labios con fastidio―. Hiciste enojar a mi gemelo, creaste un malentendido con mi novia, diste la impresión de que iba a aprovecharme de mi propia amiga por estar borracha y ahora estoy encerrado sin poder disfrutar del resto de la fiesta ―explicó con una sonrisa forzada contrastando con sus ojos llenos de ira homicida.

El joven de ojos azules desvió la mirada sintiéndose culpable. Ciertamente no fue su intención nada de todo eso. Así que, pasadas unas horas sin decir nada, ―pues ese fue el tiempo que le tomó decidirse a contarle algo así de intimo a un desconocido―, viendo que nadie se dignaba a ir a rescatarlos finalmente le contó la causa de su desconfianza. Él también había tenido una novia de mala fama. Todos le decían que ella era poco leal a sus parejas, pero él le quiso creer. Había confiado en ella y juraba que no le traicionarían. Tarde se dio cuenta que ella sí era como los rumores y él quedó como un estúpido. Todos sabían que estaban engañándolo desde hacía bastante tiempo, pero él estaba empeñado en hacer oídos sordos. Creía que él tenía razón y todos los demás estaban mal. Cuando veía a Karin defendiendo tan fervientemente a Charasuke a pesar de sus coqueteos constantes no podía evitar verse a sí mismo en el pasado dándolo todo por defender a alguien que lo veía como una diversión.

―Oye, siento que eso te haya sucedido ―dijo Charasuke cuando el otro terminó su relato―. Hiciste mucho y no te supieron valorar.

―No me tengas lástima, pervertido ―exigió sin mirarlo mientras abrazaba sus propias rodillas.

―No es lástima ―aclaró Uchiha con una mirada preocupada―. Es sólo que entiendo que esas cosas duelen. Yo… nunca tengo nada serio con nadie porque temo eso ―confesó con voz bajita captando la atención del otro―. Te lastiman cuando pones todo de ti por una persona, pero ¿cómo sabes que esa persona vale la pena? ―preguntó retóricamente―. He tenido amigos, amigas y familiares de todas las orientaciones y nadie sale bien librado. Todo aquel que se enamora sufre, cuando inicia una relación todo es perfecto, pero cuando se torna serio… es más complicado.

―Amar es confiar ―dijo Menma con sinceridad―, pero si no sabes cuidar la confianza que te dan, no mereces amar.

―Yo no me considero de confianza ―admitió el moreno con una mirada de decepción hacia sí mismo―. Me conozco y el miedo a que me lastimen me frena. No quiero que me rompan el corazón.

―Cualquiera que ama sale herido o hiere a otros ―insistió el blondo intentando que el otro entendiera el punto.

―Estaré mejor sin amar entonces ―aseguró Charasuke.

Cuando su conversación llegó a un punto muerto regresaron al silencio. Y por el aburrimiento terminaron durmiéndose recostados contra la pared del baño. Al llegar la mañana los de limpieza finalmente los dejaron salir al abrir la puerta. No comentaron nada sobre lo sucedido aquella noche. No retomaron el tema de conversación mientras estuvieron encerrados y hasta creían que no volverían a verse. Allí se separaban sus caminos y quizás para siempre…

―Si eso es verdad, ¿cómo es que ahora son pareja? ―preguntó Sasuke sintiendo que faltaba mucho para terminar ese relato.

―Durante meses estuvo acosándome para que saliera con él. Fue horrible ―afirmó Menma con cara de fastidio mientras recibía un cariñoso abrazo por la espalda de parte de su novio.

―Aunque primero hablé con mi cuñado y luego terminé con Karin para que todo fuera completamente legal ―aseguró orgulloso Charasuke.

―Sí, mira ―dijo Naruto captando la atención de Sasuke―. Aquí están los mensajes ―aseguró dándole su celular donde seleccionó los mensajes destacados antes de dejarlo leerlos con calma.

Chara: Tu hermano es tan bonito que terminaría a Karin por él.

Naruto: ¿Y por qué no lo haces?

Chara: No voy a dejar a mi novia por tu sexy gemelo. Estaría cambiando un Uzumaki por otro.

Naruto: Pero así podrías cortejar a Menma sin ser infiel a nadie.

Chara: Da igual, ese rancio no aceptaría mis cortejos ni aunque esté disponible.

*

*

*

Charasuke: ¡¡No tenías que mandarle capturas a Karin!!

Naruto: Ahora eres libre de ir por Menma con todo ttebayo.

―Y así es cómo conocí a mi actual novio ―afirmó Charasuke mientras abrazaba por el cuello a Menma.

―Aléjate ―ordenó el rubio alejándolo con su mano apoyada en el rostro del otro―. Sigo enojado porque cancelaste nuestra cita por una fiesta ―protestó viéndolo de mala manera.

―Yo… ―habló Sasuke sin saber qué decir sintiéndose tonto por la situación en la que estaban―. No sabía nada de tu relación con ese rubio ―confesó sintiéndose estúpido por no saber nada de eso.

Su hermano gemelo era alguien con quien estaba acostumbrado a compartir todo. Siempre sabían lo que el otro quería o deseaba. Charasuke incluso le consiguió justo el regalo que tanto estuvo esperando para darse a sí mismo. Joder, se sentía un mal hermano por ni haberse molestado en regalarle algo del gusto del otro. Ahora por culpa de su orgullo le quedaría debiendo un favor muy grande y aunque el otro fuera ignorante del mismo, conociéndolo no tardaría en sacarle en cara que el rubio con el que se obsesionó, fue un buen regalo. En caso de negarlo, el muy chismoso seguro se lo contaría a Naruto y ocasionaría un malentendido, el cual al aclararlo llegaría a oídos de su gemelo por esa buena y estrecha relación entre ambos. Fuera como fuera, su gemelo saldría ganando y dejándolo como un estúpido malagradecido.

―Descuida ―consoló Naruto apoyando su mano en el hombre del azabache―. No eres el único que comete errores ttebayo ―consoló Uzumaki con una sonrisa―. Mi hermano nunca se disculpó por insultarte en la fiesta del año pasado y me disculpé yo en su lugar ―confesó apenado.

―Espera ―pidió Sasuke fijando sus ojos negros en el otro―. Yo te tiré cerveza a ti accidentalmente y luego hablamos en el jardín toda la noche, ¿cierto? ―interrogó queriendo desesperadamente confirmar que estuvieron juntos.

―Lo de pasar toda la noche juntos sí fue verdad, lo otro no ―aclaró Naruto soltando una corta risita por lo bajo―. ¿No te diste cuenta que mi ropa era diferente?

―¡Pensé que te la habías cambiado por la mancha!

―Esa camisa quedó totalmente arruinada por tu culpa ―reclamó Menma mirándolo con rencor.

―Ya, ya no te enojes ―pidió Charasuke dándole un beso en la mejilla―. Gracias a eso nos conocimos, kitsune-chan, así que deberías agradecerle y gracias a que insistió tanto en esta fiesta él y tu hermano salieron del clóset por todo lo alto.

―¡¿Qué?! ―gritó Sasuke mirando a su hermano como si hubiera dicho la estupidez más grande de su vida.

Al fijarse con mayor atención en la puerta de entrada vio a varios invitados conocidos y amigos de su hermano junto con algunos familiares suyos y algunos rubios y pelirrojos sospechosamente parecidos a Naruto. “Oh mierda” fue la frase que cruzó por la cabeza de Sasuke y se giró rápidamente hacia su hermano para mirarlo con cara de asesino en serie. Anteriormente cuando fue recibido de manera sorpresiva, no había notado a sus familiares entre tal multitud de gente. Especialmente porque los Uchiha generalmente, con contadas excepciones, no eran tan expresivos y enérgicos como Charasuke. La mayoría de ellos permanecían en esquinas oscuras o cerca de la comida para evitar muchedumbres, pero ahora con los demás invitados dispersos era capaz de divisarlos correctamente.

―¿Qué hiciste? ―interrogó Sasuke a su gemelo crujiendo los dientes.

―Insististe tanto en esta fiesta que pensé que querrías tener a nuestra familia presente, por lo cual los invité y también a los del zorrito para que no se sientan solitos ―explicó sonriente―. Originalmente había pensado en una cita doble entre gemelos. Tú con el rubio tierno y yo con mi novio, pero querías tanto tener público que los invité a todos ―explicó con aquella sonrisa traviesa.

Sasuke se quedó enmudecido por unos cuantos momentos. No sabía qué decir. Podría haber visto a aquel torpe rubio sin complicarse tanto la existencia, pero cómo siempre su gemelo conseguía dejarlo como un imbécil delante de todos. Esa maldita sonrisa divertida y prepotente de “yo lo sé todo y tú no” lo sacaba de sus casillas siempre. El otro azabache se le acercó para darle un corto abrazo y susurrarle con tono burlón.

―Feliz cumpleaños, hermanito ―dijo Charasuke muy sonriente.

Posteriormente se alejó de él yendo de la mano con Menma hacia donde sus familiares. Probablemente para hablar a detalle con ellos respecto a la celebración o para darles la oportunidad de saludar al cumpleañero, quien sabe. Repentinamente sintió una mano entrelazando sus dedos. Al girar la cabeza se encontró con Naruto sonriéndole.

―¿Quieres ir al jardín de nuevo? ―invitó con una sonrisa algo tímida―. Me gustaría hablar contigo en privado.

―Sí, me gustaría ―asintió el moreno tras pensarlo durante algunos segundos y luego recordó algo importante. Jaló la mano del otro y le dio un beso en los labios.

―¿Por qué fue eso, Teme? ―preguntó el rubio con asombro por lo repentino de esa acción, pero sin rastro de desagrado.

―¡Es mi venganza por el beso que me robaste el año pasado! ¡Profanaste mis labios! ―regañó con una expresión de seriedad que causó una gran carcajada en el otro.

―Entonces, como yo te besé, ¿la gran venganza que planeaste durante un año fue besarme? ―interrogó con una sonrisa divertida.

Uchiha no había pensado mucho en lo que estaba haciendo, sólo quería dejarlo pasmado e idiotizado como a él le había sucedido. Para empeorar la situación sintió el flash de una cámara en su rostro y viendo a su gemelo jugando con su celular, supo que ese bastardo tenía algunas fotos suyas tomadas. Debió ahorcarlo con el cordón umbilical antes de dejarlo nacer, pero ya se encargaría después de solucionar a ese aborto mal hecho. Por el momento su atención iba directamente a Uzumaki, quien le sujetaba la mano con firmeza.

―Si siempre te vengarás de mis besos de esta manera, podría acostumbrarme a darte varios ttebayo ―rio mientras lo jalaba en dirección al patio.

―No me subestimes, mis venganzas son de temer ―advirtió intentando sonar lo más amenazante posible.

―Las estaré esperando con gusto, pero por ahora disfrutemos de tu cumpleaños.

“Quizás no estaba tan mal el regalo de su tonto hermano gemelo”

 

OWARI

 


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