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Todo por Riki por Arwen Diosa

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¿Cómo pretendía escapar Raoul con Katze y Cal? Su intento desesperado había dejado más de una pregunta en Iason. Dejar flotando esas cuestiones sería muy descuidado de su parte, era obvio que Raoul no estaba tan solo y desprovisto de colaboración como se veía por la superficie. Si había acudido a Cal para tomarlo como su aliado entonces los estándares no eran un problema, estaba claro que mientras representaran una ayuda en su propósito iba a tomar toda la que pudiera.
 
Esa conclusión dejó como trabajo extra a Iason el desentrañar que planeaba Raoul. Bajar a Katze por el balcón solo era el inicio, pero de qué.
 
¿Viajar en una nave? ¿Esconderlos en un subterráneo? Mientras mas dudas surgían todas se respondían con la misma premisa: Raoul no se encontraba solo. Estaba rodeado de aliados que tenían el mismo interés.
 
Katze.
 
Con las pantallas encendidas, Iason se rodeó de los rostros del grupo reducido más entrañable a Katze, hombres de confianza que habían forjado un lazo, no con el Sindicato o sus beneficios, sino con la persona que era llamada Líder del Mercado Negro. 
 
Dedicando un poco más de su tiempo en esto, revisó las posibles formas de escapar. Como era de esperar había  viajes interestelares programados todos los días, de ida y vuelta con la embarcación señalada sin nada particular que reportar. El hecho que no encontrara anomalías no significaba que no había nada, podía ser cualquier nave u otra forma de salir de su alcance. La verdad era que Raoul necesitaba la particular ayuda de personas fieles a Katze, una red mínima de confianza que había forjado en sus años de trabajo.
 
Iason tomó esta oportunidad de revelación, casi perdió a Katze a causa de Cal. Pero asegurando su ventaja y poniendo en resguardo su futuro, no iba a descuidar ningún ángulo posible.
 
¿Qué más planeaba Raoul? Si escapar fue un fracaso total ¿Qué seguía? ¿Debía prevenir un ataque aún mayor? Si Raoul tenía de su lado algunos mestizos entonces no era prudente descartar un asalto a la Torre Eos o incluso a su vida misma. 
 
Iason estrechó los ojos, mirando las fotografías que lo rodeaban. Ninguno era desconocido, sabía lo suficiente de ellos para llamarlos mestizos leales. Como precaución no iba a poner guardias en cada extremo de la Torre. No. Iba a cortar con este problema de raíz. 
 
Y lo irónico era que el mismo Katze le brindó la información necesaria de cada uno de ellos cuándo Riki empezó a incursionarse en el Mercado Negro, para estar seguro de quienes lo rodeaban. La información es poder. Él la tenía toda y sabía que con dinero suficiente siempre existía alguien dispuesto a hacer el trabajo sucio.
 
La estructura y orden del Mercado Negro iba a sufrir en consecuencia. Sin embargo, también Katze tenía unos buenos reemplazos en la lista que él mismo entrenó, pero no eran necesariamente fieles a su predecesor. 
 
 
Las lunas gemelas de Amoi hicieron su recorrido silencioso, coronadas de estrellas en el cielo nocturno. Algunos colores más destellaron detrás de ojos cerrados y fue expulsado con fuerza el último aliento, cuando la sangre brotaba del pecho a borbotones y era atravesado el hueso entre las cejas no había escapatoria. Solo la muerte.
 
Tiñeron de carmín un pequeño río. No se preocuparon por ocultar los cuerpos, era mejor dejarlos así. Era una advertencia para los que seguirían, una amenaza para el que conservó su lengua detrás de los dientes. Solo existía un Líder en el bajo mundo de Amoi si no querían ser el siguiente. 
 
El nombre de Katze no iba a permanecer intacto.
 
 
 
Los Élites estaban hablando, muchos en Amoi lo notaron, era imposible no darse cuenta del evidente cambio considerando lo tranquilo y moderado que era, las largas conversaciones con sus subordinados, la relajada y confiada aura que emanaba cada vez que se lo saludaba.
 
Al verlo ahora, parecía estar siempre  ocupado y sin razones para sociabilizar en las lujosas veladas que se organizaban a lo largo de la Torre Eos. No acudía a las reuniones destinadas a exponer a las bellas mascotas, ni estaba en la agenda sacar al mercado alguna colección nueva de una raza innovadora.
 
Raoul Am era una sombra de sí mismo. Un cuadro de colores radiantes que se expuso demasiado tiempo al sol… el ceño fruncido en cada reunión y la poca aportación a las conversaciones con sus hermanos demostraban lo absorto que estaba en algún proyecto.
 
-Discúlpame, tengo mucho trabajo – eran las usuales palabras de retirada mientras se alejaba por el mismo pasillo en dirección a sus laboratorios. Sus propias instalaciones donde Raoul Am gobernaba y ejercía su autoridad Blondie. En esos fríos pasillos de paredes metálicas se decía que se escuchaban lamentos pero sólo era el eco del agua proveniente de las habitaciones oscuras llenas de cilindros de cristal con líquidos aceitosos de color pardo. 
 
Algunos burbujeaban por la naturaleza de su contenido biológico con corazón palpitante; otros rasgaban el cristal intentando llamar la atención de los hombres que se paseaban sin mirar, vestidos en verde pálido y cubiertos parcialmente del rostro por su ropa de seguridad. 
 
Raoul atendió algunos pormenores de sus subordinados y se adentró a una habitación de acceso restringido. Solo él podía abrirla y cuidaba su interior como el máximo secreto.  Se lo consideraba un apasionado por su trabajo, su actitud no levantó sospechas. De todas formas revisó el sistema de seguridad y comprobó que ningún tipo de información se hubiese filtrado.
 
Con todos esos aspectos sin particularidades, se acercó a la cámara del fondo, deslizando una puerta metálica de izquierda a derecha reveló su contenido: un cuerpo cubierto de piel ligeramente bronceada, ojos y cabellos negros, labios llenos…
 
Características físicas en orden… solo un poco más  para que éste niño aprenda lo necesario para reemplazar a Riki. El destino que le deparaba al verdadero no era de la incumbencia de Raoul ¿Triturado? ¿Cremado? Cualquiera que decidiera no debía dejar rastro de su existencia ¡Iason lo había empujado a esto! 
 
Raoul apretó puños y dientes negándose a soltar el lamento de su pecho ¡Claro que sabía cómo estaba su Katze! Y no podía odiar más a Iason, lo odiaba a muerte… respirando, intentó controlar su mente objetiva y despejar sus enfurecidos deseos. Nada iba a ganar si se perdía en la rabia que amenazaba con consumirlo por dentro.
 
Katze había caído en la inconsciencia después de comer… pero era un sueño inquieto y perturbado, atormentado por el daño a su tobillo, que estaba demasiado hinchado y amoratado. Seguramente había dolor, sensibilidad y calor. Tal vez era la mayor de sus preocupaciones pero no la única. Todo debía estar ardiendo por debajo de su piel.
 
Raoul reprimió sus impulsos y valoró el pragmatismo de la situación. Katze se había alimentado. Era lo fundamental. Luego habría espacio para lo demás.
 
Habían perdido la ayuda de Cal.
 
Y era una pérdida más grande que esa. 
 
¿También se quedó sin los hombres que podían significar la diferencia? 
 
No recibió y no respondieron sus mensajes. Era una línea críptica libre de terceros. Sin embargo, esto estaba mal. Lo sabía porque había hablado con ellos en persona y tuvieron la misma necesidad que él. Salvar a Katze. Pero desde el inicio supo que era una batalla desigual. Que estaba en desventaja y eso no provocaría su rendición. Con Katze en manos de Iason jamás iba a dejar de luchar. 
 
Aún si estaba solo.
 
Revisó desde una computadora los estándares de Riki, análisis y últimas pruebas, se practicaban una serie de teorías al mestizo, aunque sólo para estar seguro de que su estado se mantuviera estable y no decayera de pronto. Que Riki abriera los ojos en completo estado de salud era algo tan lejano. Aún lograr un estado medio y entregarle a Iason su mestizo recuperado como una ilusión no era posible. Comprobando sus teorías y sospechas mantener con vida a Riki ya había significado un gran logro.
 
¡Mierda!
 
Júpiter no sabía esto, Iason tampoco. Solo especulaciones de lo que realmente esperaba lograr para ganar tiempo.
 
Sólo necesitaba eso… un poco más de tiempo y podría terminar de calibrar la mente de ésta mascota con la exacta apariencia física de Riki, mientras… mientras…
 
Mientras podía ejecutar otro plan, debía intentar algo riesgoso otra vez… al tener éxito terminaría con la locura de Iason Mink de una vez por todas.
 
 
 
 
 
Fue como fumarse una poderosa droga que lo elevó por encima de su cabeza, parecido a un desprendimiento corporal que no producía dolor, no había nada. Y eso era gracioso ¿Debía estar asustado? No lo estaba, incluso escuchó vibrar algo parecido a su risa. Despertar  con una inyección clavada en la yugular no era el mejor panorama, pero su cerebro, una masa lenta, alcanzó a distinguir al humanoide metálico que había ingresado a la habitación acompañando su visita con una poderosa luz que alumbraba cada rincón. Fue trasladado a una camilla, lo supo porque lo vio, no sintió nada. 
 
Vio la aguja en el antebrazo atravesando su piel y lo mismo en el otro, mangueras conectadas a bolsas que colgaban sobre su cabeza. 
 
Una roja y la otra amarilla. 
 
Los ojos del androide nunca lo miraron mientras lo sujetaba a la mesa, correas aquí y allá. Pero la información que recibía eran ideas discontinuas que caían en una caja rota. Ninguna se quedaba en el mismo lugar para empezar a jalar.  Por algún momento se perdió en los colores que lo rodeaban, seguro eran bonitos y brillaban, algunos hacían sonidos divertidos. Las manos del androide chirriaban al movimiento y era irritante pero también atraía su atención. Estaban haciendo algo entre sus muslos con instrumentos que  seguro antes vio, sabía para qué servían… no, no importaba ahora. Como no tenía nada más que hacer, continuó mirando el baile de esas manos de metal, la seguridad que imprimían era fascinante, cortando tan fácilmente y limpiando algo resbaladizo y rojo. 
 
Cuando dejó caer la cabeza contra la camilla, empezaron a filtrarse algunas sensaciones molestas, el frío de la habitación por ejemplo, que siempre lo acompañaba y en contraste algo tibio escurriendo en su pubis. El androide continuaba ahí, haciendo su trabajo en la región de sus muslos completamente entregado a cumplir su función. Parte de ello era asegurar la vida del paciente además de cumplir satisfactoriamente con la cirugía. 
 
Katze no pudo contener algunos bufidos guturales e intentar liberarse de las correas sacudiendo sus extremidades.
 
Todas las sensaciones se aproximaron sobre él como una lluvia suave que cae lentamente. Apenas mojaba, pero tanta traspasaba las defensas y encontraba su camino hasta la piel.
 
Mierda que le dolía todo.
 
Pero nada más fuerte que la región de su estómago para abajo. Como si una plancha gigante y calentada al rojo vivo hubiera caído sobre él… 
 
Empezó a temblar involuntariamente por las sensaciones sobrepasando su límite. Era demasiado dolor. Su cerebro obligado a salir de su confusión se estrelló en sangrientas conclusiones de porque dolía tanto y qué hacía el androide ahí. 
 
¡Iason era un maldito genio!
 
Había tenido la oportunidad de hacerle esto desde el principio, desde el día uno de su encierro. Que lo hiciera ahora era respuesta a su fuego rebelde oponiéndose a la voluntad de su Maestro, una traducción de lo que pensaba sobre su relación con Raoul y sus esperanzas de salir y al menos permanecer cerca de él. No. 
 
Katze entendía el mensaje.
 
Si quería volar tendría que intentarlo con inútiles alas hechas de papel. 
 
Con otro medicamento ingresando por sus venas, el androide mantuvo quieto al paciente. Katze sintió que sus párpados mojados eran llevados hacia abajo, no se resistió a la sensación de pesadez que se fue apoderando de su cuerpo, cualquier cosa era mejor que el dolor.
 
Poco a poco percibió otras sensaciones, pero no eran parte de lo que sucedía entre las paredes de esta habitación. Eran sus sueños que lo transportaron a aquellos días que parecían tan lejanos y los revivió con los ojos cerrados.  
 
 
 
Después de su infructuoso intento de tener sexo y donde salieron a la luz los tristes recuerdos de Katze, ambos permanecieron juntos acostados en la cama. Raoul acariciaba los cabellos rojos pasando sus dedos hasta que se perdían entre las hebras sedosas. Estaban en silencio después que  había sido limpiada la última lágrima, Katze tenía apoyada la cabeza sobre el fuerte pecho de su rubio, mientras cerraba los ojos, cansado del evento poco frecuente de tener la necesidad de llorar… sentía que empezaba a formarse una migraña en toda la extensión de su frente que seguramente lo acompañaría unos días.
 
-Me levantaré – Raoul salió de la cama en su forma desnuda caminando hasta el otro extremo de la habitación, donde tenía su ropa sobre un sofá. Katze lo miró desde la cama pensando que, bueno… Raoul se vestiría y se iría ¿Por qué se quedaría a pasar la noche si nada iba a suceder entre ellos?  Eso lo desanimaba un poco pero también entendía que Raoul tenía que atender sus propios asuntos. Con Iason inconsciente muchas de sus funciones pasaron al Rubio segundo al mando.
 
Cerró los ojos al tiempo que soltaba un suspiro triste.
 
Sólo para volverlos a abrir e inclinarse hacia sus pies para mirar bien lo que hacía Raoul… ¿Le estaba poniendo calcetines?
 
-Ya se que odias tener los pies fríos – le dijo pasando caricias lentas por encima de la prenda abrigada que usaba en casa y calentaba agradablemente –  ¿Te sientes mejor?
 
-Gracias.
 
Raoul volvió a acostarse pasando una ligera manta sobre ambos. Tomó a Katze en un abrazo pasando por su cintura y acariciando el abdomen plano. Depositó algunos besos sobre sus hombros, dejando sensaciones acogedoras.
 
-¿Te gustaría quedarte toda la noche? – Katze se giró dentro del abrazo y miró a los hermosos ojos verdes, su tono era profundo y con una claridad propia iluminando sus destellos con delicadas franjas en un tono más suave. 
 
-Si me lo permites, estaría encantado. 
 
Raoul notó que Katze bajaba la mirada, ocultando lo  expresiva  que podía ser, se  mordía el labio inseguro de expresar sus ideas. El Rubio acarició su rostro por el mentón y las mejillas para animarlo a conectar miradas.
 
-¿Qué sucede?
 
- Está noche… no pasará nada.
 
-Lo sé, tenemos más que eso – lo calmó Raoul diciendo sólo la verdad. Amaba a Katze, no por la promesa que escondía la unión sexual de sus cuerpos, era por el vínculo que compartían que explorar cada recoveco de su piel fue más que gratificante. Todas las emociones nuevas que experimentó significaban algo por su amor y no al revés.
 
La relación que tenían no dejaría que sea definida por el sexo. 
 
Las largas conversaciones inteligentes con temas de interés compartido que se convertían en su pasatiempo favorito . El calor de su piel filtrándose por las fibras de su ropa en  un abrazo estrecho y una taza de te en frente. Había complicidad entre sus sonrisas cuando hacían algo juntos, como preparar la cena o leer un buen artículo. Hablaban de las personas importantes en su vida, como Iason e incluido Riki y cómo ayudarlos en sus problemas. Raoul Am tenía su trabajo extenuante y Katze también, lo que hacía nacer en ellos el cuidar y atesorar los momentos juntos. 
 
Raoul siendo conocedor de la mente humana sabía que Katze había sufrido un trauma en su juventud a causa de esa violación, mantuv las consecuencias escondidas inconscientemente incluso de él mismo hasta que las circunstancias lo obligaron a revivir esos momentos. No existía una serie de pasos a seguir o medicamentos infalibles para superar algo así, tanto Katze como él debían tener calma y tratar el trauma con paciencia. El sexo se pospuso pero no su pasión. Las caricias, los besos y todo relacionado a eso era una excelente forma de expresarse su amor.
 
Una noche en particular, cuándo por fin el último mensajero del Mercado Negro abandonó la habitación, Raoul cerró la puerta de la oficina con algo de fuerza y se acercó a su mestizo que estaba leyendo algunos papeles de pie, dándole la espalda al Blondie. 
 
Ahora mismo sabía que Katze tenía la agenda apretada, pero… no era como si su jefe lo fuera a regañar.
 
Estaba impaciente, necesitaba a Katze.
 
Unos segundos bastó para que sus respiraciones se hicieran profundas con el entrelazado húmedo de sus lenguas. Raoul acarició debajo de la ropa la tibia piel de su cintura hasta llegar a los sensibles pezones para endurecerlos y Katze amasó el trasero del Blondie. Ahuecando cada firme nalga con una mano, subiendo por la definida curva y trazando el sensual hueso de la cadera, nunca imaginó que acariciar esa zona daría tanto placer como ser acariciado.
 
-¿Podemos continuar con nuestra rutina de citas la siguiente semana?
 
La voz de Raoul sonó emocionada al pensar en retomar sus reuniones nocturnas, interrumpidas por el trabajo de su amado pelirrojo. El Blondie solía llegar a la casa de Katze para quedarse a dormir pero era complicado compartir la cena o el desayuno. Las actividades del mercado negro estaban en una época exigente, bastaba decir que en  ocasiones solo alcanzaba a verlo algunos minutos mientras su mestizo lideraba sus funciones.
 
 -Por la siguiente semana, si – dijo Katze sonriendo ante los besos que se abrían campo sobre su cuello, estaba cansado y fatigado por el trabajo pero también tenía la necesidad de tener cerca a Raoul – Pero dentro de dos semanas tengo que viajar a Daars a entregar una mercadería importante.
 
-Manda a alguien más – murmuró Raoul sin dejar de pellizcar esa piel que amaba sentir bajo sus labios – ¿Es posible?
 
-Si, pero quiero ir yo – Raoul delineó con las manos  los muslos delgados mientas su trasero seguía siendo estrujado, no sabía que esa zona fuera tan erógena en él… ¡Oh! Le gustaban esas caricias algo fuertes y dominantes…  – ¿Quieres venir conmigo? 
 
-¿Algo así como vacaciones?
 
-Algo así como una cirugía.
 
Raoul se apartó de Katze, era imposible que un Blondie  escuchara mal, escuchó claramente  “cirugía”. Esperó que Katze terminara de componerse la ropa y se arreglara el cabello. Sentía que la angustia crecía en su pecho de manera acelerada, ¿Acaso estaba enfermo? ¿De qué? Guardó todo el silencio que pudo  con paciencia mientras el pelirrojo tomaba una tableta y proyectaba una pantalla en medio de los dos.
 
-Es la Clínica Médica de Daars – reconoció Raoul con tono serio ante la imagen conocida. Katze cambió la información y mostró mucho texto, pensaba que no eran necesarias palabras para explicarse, después de leer un poco Raoul entendería sus razones. 
 
 Así fue.
 
-De esa cirugía se trata – Raoul había pensado en sugerirle la reconstrucción a su pelirrojo. Era un procedimiento simple que no requería demasiado, ni del paciente o del equipo médico, si no era riesgoso entonces no existía razón para no hacerla. Raoul amaba a Katze cómo estaba, pero también entendía que era una inquietud el recuperar lo que perdió. Pensó seriamente en ello cuando sus traumas salieron a la luz, consideraba que podía ser una buena forma de lidiar con ellos, pero quería esperar un poco de tiempo para que Katze no se sintiera presionado o incluso conminado a someterse a ella, estaban tratando sus traumas y el sexo podía esperar. Era diferente si Katze la proponía por el mismo – Aquí, en Amoi…
 
-Se que no puedes hacerla tú mismo, sería complicado y riesgoso explicar tus razones. Es mejor mantener un perfil bajo ¿No? – interrumpió Katze – Y bueno… ésta cirugía  estuvo en mi mente un par de veces desde que empecé a trabajar para Iason en el Mercado Negro. Existen algunas clínicas clandestinas que podían hacerla, pero no quería correr riesgos con Iason, pensé en mencionarlo un par de veces, pero no era importante y así pasó el tiempo – Katze terminó por encogerse de hombros, cuándo Raoul no cambió su expresión seria y preocupada preguntó –  ¿Qué pasa?
 
-Podríamos ir juntos y me aseguraré que tengan todo en orden – el motivo de su preocupación era mantener en prioridad la buena salud de Katze sin importar nada –  Si quieres esta cirugía yo no te detendré ¿No quieres que yo lo haga?
 
Katze bajó la mirada perdiendo la mueca emocionada que tenía al planificar su reconstrucción. 
 
-¿Cómo lo explicarías? – Raoul separó los labios para hablar pero Katze lo interrumpió de nuevo – No quiero que llames la atención sobre ti mismo ¿Qué responderías si te preguntaran la razón de revertir mi condición física de mueble?
 
-Qué no es de su incumbencia.
 
Katze sonrió con amargura.
 
-Los detendrá eso, sí – dijo sin ganas mientras sacaba un cigarrillo de su chaqueta y lo encendía lentamente.
 
-Perdona – Raoul peinó los cabellos rebeldes intentando ponerlos detrás de su oreja, pero algunos filamentos rojos simplemente tenían vida propia – Nadie diría nada si pudiera cambiar tu título al de ciudadano.
 
Katze cerró los ojos para que no sea visible el brillo que producía la sola idea de ser libre. Con Raoul en su vida, la libertad lucía como un lejano tesoro inaccesible con el que solo era permitido soñar. 
 
-Ahora mismo  Iason es el único que tiene potestad sobre algunas cuestiones. Pero amor, yo te apoyaré en esta cirugía.
 
Al abrir los ojos, Katze renovó esa energía de emoción, rápidamente rebuscó un archivo en la pantalla mientras serpientes de humo se elevaban sobre sus cabezas – Hay algo más.
 
Raoul tuvo delante de él una hoja muy particular, mientras leía, la voz de su pelirrojo llegó a sus oídos.
 
-Esta es una clínica que no trabaja de forma clandestina, tiene todo legal, tendría que entregar mis registros y ahora tú figuras como mi propietario…  – su voz se apagó dejando el resto implícito. 
 
Raoul no perdió tiempo, no tenía razones para posponerlo, así que comenzó a llenar el formulario para que Katze no tuviera problemas al mandar su solicitud a la Clínica. Contrario a lo pensado, al entregarle la tableta no había esa emoción emanada de hace cinco minutos, el cigarrillo se consumía sólo atrapado entre dos dedos mientras tenía los brazos cruzados sobre el pecho. 
 
-¿Qué pasará si Iason se opone? – esa era la razón de su angustia, la que siempre precedía al pensar sobre la reacción de su Maestro ante su romance con Raoul. Katze podía imaginar una serie de escenarios y ninguno era alentador – Cuando él despierte volveré a estar bajo su mando.
 
Raoul le acarició la mejilla marcada, pasando sus dedos por la piel rugosa. Quitarle la cicatriz era otro asunto pero también estaba relacionado con la autoridad que ejercía Iason sobre Katze. 
 
-Hablaré con él – lo tranquilizó Raoul, queriendo que reemplazara la mueca preocupada y el ceño fruncido – Iason es mi hermano, me entenderá. Se pondrá feliz por nosotros.
 
-¿En verdad crees eso? – Katze tenía mucha esperanza en esa pregunta. Quería que sea esperanza y no duda. Liberó su expresión de toda sombra incierta acogiéndose a la tenue sonrisa de los labios carnosos de Raoul y la paz que emanaba su mirada.
 
-Cuando se recupere, conversaré con él y lo convenceré de cambiar tu registro al de ciudadano – Katze inhaló, no creyendo a sus oídos, fue tanta su sorpresa que dejó caer el cigarrillo de sus manos, pero no importó – Por la naturaleza de su propia relación es posible que quiera lo mismo para Riki.
 
Katze movió la cabeza en afirmación aún conmocionado para decir algo.
 
-Iason ya tenía una casa para Riki y le permitía trabajar, una relación así puede continuar si le concede su ciudadanía. Tú has sido leal y confiable por todos estos años, podría darte ésta recompensa – continuó hablando Raoul, sin dejar de acariciar el rostro y hombros de Katze. En caricias lentas para ayudarlo con el estrés. Debía ser mucho, porque desde que el cigarrillo cayó, Katze continuaba aplastándolo con la punta del pie. Había cierta saña en la acción. 
 
Libre… para Katze esa palabra encerraba más que un concepto. Ser libre para decidir por él mismo, libre para decidir sin miedo sobre su propia vida, con Raoul en ella la libertad era una promesa. Pensaba qué, por su condición de Maestro, Iason lo separaría de Raoul… temía que esta hermosa burbuja sea tan frágil como una y Iason Mink al despertar, aplaste sin remordimientos su hermoso sueño. 
 
-¿En verdad crees que quiera cambiar el estatus de Riki? – Katze dejó de pisar el cigarrillo, había usado tanta fuerza que ahora solo parecía papel en el suelo. Sucio, arrugado y sin propósito.
 
-Júpiter ha permitido que lo reconstituya y ha dado instrucciones de poner su vida en resguardo. Ella sabe que Riki es muy importante para Iason, les permitirá quedarse juntos como ellos demostraron en Dana Bahn ¿Por qué mantenerlo como mascota cuándo podría lograr más?
 
Katze volvió a afirmar con la cabeza intentando contagiarse de la positividad de Raoul, había visto a su Maestro Iason en actitudes muy poco Blondies que sólo delataban sus sentimientos por Riki. Pero también conocía su otro lado oscuro. Que era capaz de reemplazar perfectas alas para volar, por tristes extensiones hechas de papel. 
 
Conocía su mente saturada de  estrategias crueles y bien pensadas, que dibujarían el camino al fracaso para el oponente. Él daría al enemigo alas de papel, para que intentara volar incluso si ese esfuerzo era un fracaso inmediato. Para entretenerse y saborear su ventaja.  Conocía a Iason.
 
-¿Cómo está Riki? ¿Hay cambios? – sabía que la pregunta era muy importante. También para él, el mestizo era su amigo después de todo; sin embargo, la felicidad de su Maestro Iason estaba atada a la condición de Riki. No lo culpaba, ya que ahora conocía el sentimiento llamado amor, pero desconocía como sería la reacción de Iason ante un panorama sin esperanzas para Riki.
 
-Es un chico fuerte, pero está mal… si fuera cualquier otro paciente dejaría que cruzara la línea antes de someterlo a más tratamientos y operaciones… solo lo hago por Iason.
 
Se sumieron en un silencio apesadumbrado y pensativo de todas esas circunstancias que llenaban su día a día, olvidando la emoción que esperaba por ellos después de la reconstrucción. No era necesario recordarlo, ambos conocían que para Iason la estabilidad de Riki era una condición importante. 
 
-Dejemos de pensar en cosas inciertas y concentrémonos en lo que es posible – Raoul le levantó el rostro y dejó besos cortos sobre sus labios – Como tu cirugía.
 
-¿Te emociona? – preguntó Katze, una  sonrisa se dibujó lentamente en respuesta por la cercanía de Raoul y el mismo gesto.
 
-Si te emociona a ti, a mí más – ronroneó, hundiendo el rostro en la sedosa ola de cabellos rojos y alcanzando el lóbulo de su oreja para besar.
 
-Quiero hacerlo – confesó Katze cerrando los ojos ante las caricias en la sensibilidad de su cuello – Ahora que te tengo, nunca antes me pareció más importante estar completo… para poder tener una unión  perfecta.
 
Abrazó a Katze y lo acunó en su pecho. Raoul pensó mucho en esas palabras, ésta era una forma de afrontar sus traumas y superarlos… para poder tener sexo. Raoul quería decirle que no lo dejaría o cambiaría si incluso nunca llegara ese momento, pero no quería arruinar la ilusión o desdibujar el paisaje creado en la mente de su pelirrojo. 
 
Tener a Katze cerca y hacerlo feliz.
 
Eso era lo importante.
 
Dos semanas después, arreglaron sus ocupadas agendas  para viajar juntos sin levantar sospechas, Katze acudió a su reservada cita con los especialistas que le devolverían esa parte de su cuerpo. Una vez seguro que la cirugía finalizó sin complicaciones y permanecer cerca de Katze unos días, Raoul regresó a Amoi. El pelirrojo se quedó para cumplir algunos cuidados posteriores sin saber, ni poderse imaginar que el día de su retorno su Maestro, Iason Mink lo recibiría despierto.
 
 
Acababa de abrir los ojos, tenía un dolor familiar y horrendo desde el estómago hasta la punta de los pies, no podía moverse por las terribles sensaciones que incrementaban al mínimo movimiento. Parecía que su cuerpo se había transformado en un solo nervio irritado, enfermo, expuesto y sensible que se erizaba al menor estímulo.
 
Ahora que entendía el significado de su encierro imaginaba lo desesperado y preocupado que estaba su Raoul para intentar salvarlo bajando por el balcón… ¡Oh! Su Blondie… debía estar tan aterrado como él. Usando una estrategia que demostraba que las circunstancias no eran favorables para ellos ¡Todo debía estar cayendo al maldito infierno! 
 
A pesar de no poder moverse, sabía lo que Iason le hizo y no podía estar más asustado.
 
El orgullo y fuego rebelde que  nació en él antes de ser encerrado de nuevo se había esfumado como una llama de vela soplada por el viento, ¡por un huracán! Estaba aterrado ¿Cómo no temer si era Iason Mink? Katze lo conocía bien y sabía que su desafío sería tan útil como nada.
 
Primero le hizo esto y luego ¿Qué? Katze conocía la respuesta. Iason no tenía que cruzar la puerta para que el infierno lo alcanzara ¿Contra quién iba a rebelarse? ¿Un androide médico o la pared? Casi matarlo de hambre había sido el inicio y ahora un androide médico podía ingresar cada vez… hasta que nada de él quedara para mutilar.
 
¿Debía tomar el uso de anestesia durante el proceso como una advertencia? Todo su cuerpo gritando al menor movimiento dejaba obvio que ningún medicamento recorría ahora sus venas para salvarlo del dolor. 
 
Y si Iason decidía entrar, ¿qué le esperaba? La liberación salvaje de sus impulsos sádicos adentrándose en él. 
 
Mierda.
 
¡Jamás! A pesar de todo ¡Jamás le rogaría nada! Aún si quedaba un torso con cabeza… hasta el final de sus días no volvería a inclinarse ante Iason.
 
Acurrucado en la cama fría y sujeto por el cuello con un collar metálico del que salía una cadena, estaba siendo  confinado a la habitación; Katze sollozaba en silencio, con la cabeza inclinada sobre su brazo.
 
El anillo de mascota que tenía en el pene había sido reemplazado por el frío metal áspero de su cuello… pues Iason lo hizo castrar de nuevo.
 

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