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Todo por Riki por Arwen Diosa

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Capítulo 15. Los amantes.
 
 
 
Iason Mink estaba en su oficina de la Torre Júpiter cumpliendo con sus funciones sin ningún pormenor que lograra cambiar su expresión distante. Con la mirada fija analizaba la información que tenía delante en las diferentes pantallas. La ausencia de Katze en el Mercado Negro había desatado una turbulencia considerable en su ordenado mundo, mantener el control significó mucho esfuerzo, a pesar de su evidente fortuna dónde el propio Katze preparó a un par de sujetos para reemplazarlo ante cualquier eventualidad. Eran sujetos nuevos pero hasta ahora competentes… podía sacrificar ganancias y algunos términos porque el valor de Katze destacaba para sus propósitos si lo mantenía en esa habitación y tenía que prolongar su vida, no cabía dudas.
 
Solicitó un androide médico para hacer posible eso. Katze fue atendido estrictamente lo necesario para aguantar la cirugía que lo devolvía a su condición de mueble. Ya no estaba tan enfermo gracias a un tratamiento básico y realizó una transfusión de sangre; permitirle a Katze ver lo que sucedía durante la operación fue un sutil regalo de su parte. Sabía que entendería el mensaje: la anestesia era una cortesía de única presentación.
 
Desprovisto de toda medicación, Katze despertó simplemente para darse cuenta de lo miserable que era su vida.
 
¿Qué estaría pensando Raoul de todo esto? 
 
Iason esperaba que se aproximara con noticias de Riki… caso contrario, nada tenían que hablar y menos después de su ridículo y desesperado plan de escapar por el balcón ¡Tonto Raoul! 
 
Como si lo estuviera llamando con la mente, su comunicador sonó anunciando que Raoul Am estaba en la puerta de su oficina y  esperaba poder entrar.
 
Iason había aumentado la seguridad a si mismo y a cada instalación de su propiedad, incluida su oficina. Desde el incidente de Dana Bahn, Júpiter consideraba que no sobraban los métodos de prevención que su hijo favorito quisiera incrementar, todo era bien recibido. Los androides que lo seguían a cada lado, significaban una respuesta a sus propias sospechas sobre las personas que trabajaban con Raoul para liberar a Katze, aunque ya no quedara ni uno de ellos, no iba a descartarlos todavía. 
 
Dio la orden y a Raoul se le permitió el ingreso a su oficina. Se miraron desde el inicio mientras se acortaba el espacio entre ellos.
 
Iason se planteó con extrema seriedad estudiar el nuevo perfil de Raoul. Desde su regreso, esa mueca enfadada en sus facciones lo caracterizaba. Fue desde sus inicios, hace años atrás, que estaba acostumbrado a ver a Raoul como un apoyo incondicional, su sombra que lo seguía incluso en contra de su voluntad… era como un asistente. Sin esta creciente y mortal rivalidad estaba acostumbrado a confiar en él. Mientras se recuperaba del daño sufrido en Dana Bahn en la virtud de Júpiter, conocía que sus funciones las ejercía Raoul, pero en ningún momento tuvo miedo que su puesto fuera ocupado por él, Raoul no iba a desplazarlo. Era por su amistad que confiaba y hablaba sabiendo que era escuchado con atención, Raoul podía presionarlo y aún así lo hacía con medida. Además, él era bueno escuchando también, para compartir asuntos importantes o planes secretos, parecido a una pizarra que recogía las ideas. No hacía movimientos extraños que levantaran sospechas, siempre estaba ubicado cerca y atrás. Tan confiable que Iason sabía qué podía apoyarse en él, como una pared o el respaldo de una silla. Sabía que no era necesario tomarlo en cuenta, hasta que algo sucediera y fuera requerida su participación. No protestaba cuando su opinión era ignorada, o simplemente su percepción analítica dejada atrás. Ambicioso, pero no lo suficiente para querer el principal puesto de Amoi, ni siquiera el departamento más alto de la Torre Eos. Siempre por debajo de Iason, Raoul no tenía el impulso por brillar a pesar de sus logros y su amplía pulcritud en todos sus proyectos exitosos. 
 
Raoul siempre fue el segundo en todo y era perfecto en eso. 
 
Pero el desequilibrio llegó cuando Raoul decidió en silencio sobre algo que era propiedad de Iason. Atreviéndose a ir en su contra, en vez de atender las prioridades de su amigo y velar por sus intereses, como siempre lo fue…  Y lo hizo a sus espaldas, como si fueran desconocidos… Iason no iba a olvidar eso, que éste “nuevo Raoul” tomaba decisiones arriesgadas, era su oponente  y lo más importante… camuflaba bien su odio detrás de sus ojos vacíos de expresión.
 
Demasiado orgullo y rencor. Por lo menos, Iason aplaudió mentalmente su fortaleza reconociendo que se necesitaba de mucha para no dejarse llevar por instintos primitivos y liberar su frustración y derrota. Que no saltara con los puños en alto o que cayera suplicando de rodillas era algo a admirar. Raoul de pie frente al escritorio, se limitó a exponer la situación de Riki,  en un tono sin particularidades  recitó monótonamente su estado de salud.
 
Riki sería extraído de la cápsula médica en cuanto tuviera los patrones necesarios para soportar un nuevo trasplante de pulmones. Esta vez hechos artificialmente.
 
-Comprenderás Iason, – empezó Raoul con tintes filosos por primera vez desde que entró – Tu mestizo es un humano y no puede saltar de operación en operación si queremos que sobreviva, tiene que estar fuerte para aguantar y lograr que su cuerpo acepte lo nuevos pulmones.
 
-¿Cuánto tiempo? – remarcó Iason lo primordial. 
Raoul apretó los labios conteniendo el gran insulto que quería salir. 
 
-Dos semanas hasta que se reponga y tener los pulmones listos. Luego otro lapso para el post preparatorio.
 
Iason tamborileó los dedos sobre el escritorio, dos veces con exactitud. Raoul sólo estrechó los ojos fríos ante el gesto de impaciencia. 
 
Como los puntos más importantes estaban tratados Raoul cambió las pantallas que respaldaban sus palabras y otra dominó el espacio entre ellos. Estaba proyectando la imagen que los conectaba a la habitación de Katze.
 
-Antes que continúes, mi querido Raoul… – Iason interrumpió sin mirar en la pantalla. Katze de lado en la cama sucia, sólo con los vendajes necesarios, era algo que había visto, sin duda – Mira.
 
Iason mostró sobre la superficie plana muchas fotografías, todas cayeron para ser vistas. Raoul pasó sus ojos aburridos y vacíos que no delataban sus alterados pensamientos. Eran los rostros, algunos distorsionados por la mueca, de la gente que conocía como fieles a Katze. Todos muertos. 
 
No dijo nada e Iason aplaudió una vez más su estoicismo, pero sabía que no duraría mucho. Deslizó por el escritorio una tableta con información relevante, ligada a la salud de Riki. 
 
Raoul vio lo que era, sin necesidad de leer mucho o hacer preguntas entendió lo que quería decirle Iason, su rostro adquirió una mueca furiosa tal y cómo se sentía por dentro. 
 
-¡No te atreverías! 
 
Apoyándose en el respaldar de su silla alta, con soltura y sin cambiar su expresión confiada, Iason afirmó.
 
-Lo haré Raoul. Te lo advierto. Sabes que soy capaz. Si fallas está vez y Riki vuelve a decaer o le sucede algo peor meteré a esta quimera excitada en la habitación de Katze y dejaré que lo destroce… no te alarmes… sólo hasta el punto que se pueda volver a unir.
 
La tableta, el escritorio, Iason. Quería romperlos con sus propias manos, Raoul se vio a sí mismo apuñalándolo en esos ojos parecidos a un cielo enfermo y lo disfrutó.
 
Pero respiró y resopló entre dientes pensando en todos los planes que tenía, él no podía fracasar. Sólo imaginar a su Katze sometido a los tentáculos de la sádica quimera experta en infringir dolor llenaba su pecho de rabia absoluta ¡Maldito Iason!
 
-Encuentro que, – logró  hablar con la voz compuesta – es bueno para ti adquirir una nueva mascota que vaya en sincronía con tu personalidad. Pero no usarás ese monstruo para torturar a Katze – dijo Raoul dejando atrás su mechón de cabello – Iason escucha… – volvió a tomar aire cerrando por un segundo los ojos, esto era muy importante – Tu mestizo despertará. Tardará, como te expliqué desde el inicio, pero lo hará. Al despertar será Riki, el que conoces y amas, nada en su personalidad o en su cuerpo se verá afectado o diferente; pero Katze, cuando salga de ese encierro… no.
 
Iason se permitió arquear una cena ante el inesperado discurso ¿A qué punto quería llegar Raoul? 
 
- Katze… lo sometiste a torturas muy crueles, incluso lo que hiciste con Cal… – la garganta de Raoul se apretó impidiendo que saliera el grito de su pecho, regulando su respiración continuó – Debes sentirte retribuido ¿Verdad? Cortando a Katze de nuevo… Lo más interesante Iason, es cómo lo desconoces, siendo que te sirvió durante tantos años… su increíble fortaleza y la valentía que posee, Katze es capaz de tomar el dolor y sufrimiento para transformarlo en una oportunidad…  Pero el prolongado encierro y la tortura ¡No correré riesgos! Está enfermo y debilitado. Ni mencionar las innumerables secuelas psicológicas que dejaste en él… ahora mismo, el Katze qué un día brilló ante mis ojos es un lejano recuerdo. Mira la pantalla  ¿Viste los dibujos que hizo con su sangre en la pared? Está empezando a perder la razón ¡Habla con esas imágenes absurdas!
 
Claro que Iason lo sabía, era una secuela producto de lo sucedido durante el encierro, obvio. Katze hablaba especialmente con la que tenía dos puntos por ojos y una curva en “u" como boca. Discutía con eso, como si fuera un socio de negocios. 
 
-Son dos semanas y tendrás a Riki – dijo Raoul recuperando la tranquilidad de su voz – Déjame entrar a curarlo – habló sin mirar directamente a Iason, sino a Katze en la pantalla, que acostado de lado sobre la cama se sujetaba el pecho para contener la tos ronca que rasgaba su respiración – dame tres horas en esa habitación para curar todas sus heridas y darle un tratamiento definitivo para su enfermedad. Podría enfermar de otras cosas, como una infección. Tiene una cirugía reciente y esta acostado sobre su sangre… ¡Por Júpiter! mira su pie, sin mencionar que está sufriendo por la falta de analgésicos ¡El dolor lo llevará a la locura!, mientras tu mestizo sana y Katze muere… no Iason, tienes que mejorar sus condiciones de vida:  buena comida todos los días, agua caliente en la ducha, mantas, ropa, no más la calefacción apagada. Además, no menciones lo que sucedió con Cal y no le muestres estas fotografías de su gente del Mercado Negro.
 
-Una vez mas, pides imposibles – Iason estaba conteniendo una serie de respuestas sarcásticas con tantas atenciones exigidas para Katze. Esta era la segunda vez que Raoul intentaba algo parecido – Para mantenerlo vivo y sano, dentro lo razonable, podría mandar un androide médico ¡El mismo que lo castró! Katze respirando es lo único que necesito para mi propósito. Lo que piense o sienta, no es de mi incumbencia.
 
-Pide Iason – Raoul conectó miradas con aquél que en tiempos mejores consideró su amigo, la sostuvieron en un duelo de voluntades – Pídemelo a mí y deja a Katze tranquilo. Lo que quieras. 
 
Iason una vez más tamborileó los dedos sobre la mesa. En cierto modo Raoul tenía razón, el daño sufrido por Katze era exponencial, ¿Cuánto más podía aguantar así? No quería que muriera por accidente y ahora que sabía que estaba siendo usado para manipular a Raoul… Iason no iba a olvidar que también conocía a Katze, sin importar lo que diga Raoul, y su disposición hacia el suicidio cuando la situación estaba fuera de sus manos. Iason no quería estar pendiente de que Katze no hiciera algo estúpido ¿Esta era una buena forma de alimentar sus esperanzas? Además, sería bastante interesante verlos interactuar bajo estas circunstancias. Ambos estaban quebrados… 
 
Y tenía esa mirada sobre él, la que siempre lo apoyó, lo secundó, estuvo ahí para mantenerse detrás de él sin más aspiración que esa y lo estaba retando ahora. Su desafío, orgullo, el odio que despedía...
 
De Raoul.
 
-Lo que yo quiera entonces – terminó por convencerse Iason, tenía muchas cosas en mente que servirían para romper el ímpetu de Raoul – No tengo tiempo ahora para una distracción de semejante magnitud. Dentro de cuatro días, te concentrarás en Riki sin más particularidades hasta entonces, te esperaré en  Apathy. En mi casa por supuesto, antes del anochecer – Iason fue concreto en sus palabras pero la mirada que recorrió a Raoul fue como una lengua, lo lamió desde la punta de los pies hasta la cabeza. Intensa y reveladora. Obviamente Raoul entendió el significado de esos ojos subiendo por su cuerpo y la mueca de satisfacción en los labios de Iason – Sólo está pequeña distracción mientras te dedicas a Riki y dejarte claro, que en nuestra reunión… no seré amable.
 
-No espero nada de ti.
 
-¡Bien! Sólo tendrás dos horas, los estaré viendo por las cámaras todo el tiempo y tendré androides en la puerta. Un intento estúpido y Katze morirá delante de ti ¿Viste su collar? Puedo hacerle cosas muy interesantes a través de eso.  
 
-No es todo Iason, quiero una cosa más. Cuando te entregue a tu mestizo despierto, quiero la propiedad de Katze inmediatamente.
 
-¿Su propiedad? – eran demasiadas peticiones que sonaban a exigencias. Pero, claro, él tenía la ventaja aquí. Raoul podía ser el propietario de un féretro o bien de un cascarón. Mientras tanto podía poner a Raoul de rodillas, literalmente – Bien, te la daré si acudes a mi cama cada vez que te lo ordene y no una única vez.
 
Raoul no respondió. No valía la pena.
 
Apagó la pantalla concentrando su mente en todo lo que estaba por venir. Ver a Katze… 
 
-Quiero entrar a su habitación ahora – dijo Raoul sin mirar a Iason directamente, sino al cielo por la ventana. Radiantes rayos iluminando cada rincón.  
 
- Por supuesto – escuchó la perfecta voz modulada – Antes, Raoul. 
 
Miró a Iason, estaba cómodamente apoyado en su silla, tenía un brillo  en los ojos, como de cristales rotos; hubo algo en su tono que le erizó la piel. Claro que no lo demostró, sólo apretó los dientes. 
 
-Ambos estamos ocupados, pero no veo  porqué tengo que esperar tanto para obtener algo para mi ¿Sabes cómo me enteré de tu relación con Katze, verdad? Acércate, te daré el placer de poder chupar un verdadero pene.
 
Los ojos de Raoul nunca antes se vieron tan vacíos, desprovistos de emoción.
 
 
 
Así que tenía un collar metálico en el cuello ¡Qué novedad! Y venía con una pesada cadena incluida empotrada por el otro extremo a la pared, por encima de la cama. La cadena era lo suficientemente larga para dejarlo llegar al bañó… por lo menos eso ¿No? Tenía la opción de ir arrastrándose o morir en el intento. Su pie torcido se veía bastante mal. Y dolía como una perra. 
 
Sumido en la oscuridad, Katze había logrado controlar su respiración y procurando no moverse más que para parpadear, su cerebro se refugió del dolor en una sensación intermedia de tolerancia, tan frágil como un velo que podía ser rasgado al menor descuido. Maldita tos…
 
Aislado de todo pensamiento que no estuviera relacionado al dolor su mente le trajo a Raoul. Su Blondie… imaginar que a causa de su encierro estuviera sufriendo… lo conocía más que suficiente para imaginar el dolor por el que estaba atravesado su pecho. Toda la angustia que estaba pasando… por él, no… no tenía que ser así. Katze estaba calculando si tendría la suficiente fuerza en los brazos para enrollar la cadena en su cuello y…
 
La puerta se deslizó pero no podía ser el androide médico que había ingresado un par de veces más para revisar las heridas dejadas por la cirugía. Veía una silueta imponente dibujándose en la entrada… ¡¿Iason?! Katze sintió que perdía el aire, al mismo tiempo que todo su cuerpo se erizaba… su corazón latiendo desbocado. Podía sentir que iba a desmayarse ¡Estaba entrando en pánico! Temía tanto la siguiente visita de Iason. Quería engañarse, diciéndose que no iba a rendirse, que podía resistir… 
 
Pero la figura de la puerta se dividió y obligó a Katze a parpadear varias veces ¿Eran dos personas? Por su habitación oscurecida no lograba distinguir esas siluetas parecidas que se dibujaban por la contraluz del pasillo.
 
Una de ellas empezó a hacerse más nítida, resaltando ondulaciones predominantes… por la increíble sorpresa de ver a ¿Raoul? Katze se obligó, a pesar del malestar, a incorporarse un poco sobre  la cama.
 
¿Había logrado curar a Riki? ¡¿Se terminó?! 
 
-Dos horas Raoul – Iason habló desde la puerta cerrándola por fuera, mientras dejaba que una luz tenue ilumine la habitación. 
 
La imagen que tuvo delante  desgarró en tantos niveles su corazón, logrando que dos lágrimas se aproximen rápidamente por sus ojos, descendiendo por sus mejillas. Sabía cómo estaba, pero nada se comparaba con verlo a sólo unos pasos de distancia.
 
Cuando terminó de acercarse con pies temblorosos se dejó caer de rodillas al suelo, quedando con su cuerpo apoyado en el borde de la cama.  Tomó la fría mano de Katze entre las suyas sin dejar que sus miradas se desconectaran.
 
-Mi amor… mi vida – Raoul con la otra mano ahuecó la mejilla de Katze que le sonreía ligeramente por un solo lado de sus labios secos – Perdóname amor… Perdóname. Lograré sacarte de aquí.
 
Katze cerró los ojos dejando caer muchas lágrimas, mientras se acercaba al toque tibio de su rostro del tacto que amaba y añoraba sobre su piel. 
 
-Raoul – le dijo con voz quebrada y rasposa, saboreando poder pronunciar su nombre y ser escuchado por él. No sabía cómo era posible que esté tan cerca, no podía empezar a imaginar qué hizo para que se les permitiera este regalo pero no iba a entorpecer el momento con preguntas… ver a Raoul… quizá por última vez ¿No supo desde siempre que su felicidad era prestada? Evitó llorar más, mientras el Blondie sacaba algo del maletín que trajo.
 
-Será solo un piquete. 
 
-¡Oh! Raoul… esos caramelos me gustan ¿Son de los buenos? – preguntó esforzándose por ser optimista mientras el Blondie, limpiaba su brazo y le inyectaba analgésicos para el dolor.
 
-Sí, el dolor remitirá pronto – de todas formas no podía darle alguna medicina demasiado fuerte, Katze estaba muy debilitado para sedarlo sin darle algo de atención a sus energías antes. 
 
-Si… eso basta para mí. 
 
Se acercó de nuevo a Katze que no había dejado de mirarlo y besó su frente. La ansiada cercanía, solo imaginada en sueños, consiguió que el latido de sus corazones se calmara. El sólo tenerse cerca lograba eso, no importaba el resto. 
 
Las labios de Raoul se posaron como toque de mariposa en la piel de sus mejillas, llenó la nariz del pelirrojo con su agradable olor dulce a almendras, varios cabellos cayeron sobre su piel desnuda y el espacio entre ellos se estrechó más.
 
Katze apartó ligeramente el rostro cuándo la intención de Raoul fue besarlo en los labios. El beso cayó en un extremo de su boca cerrada.
 
-¿No quieres que te bese?
 
 Bajó la mirada sintiéndose avergonzado. Nunca podría olvidar, bajo ninguna circunstancia, que Raoul Am era un Blondie.
 
-No he podido lavarme la boca todo éste tiempo, debo parecer una rata muerta – dijo, imaginando el desagrado que tendría Raoul ante todo el cuadro que él significaba. Katze sabía que todo lo que un día fue en apariencia y semblante era algo del pasado. No sólo su aspecto, incluso el olor que despedía. Sudor, saliva seca, lágrimas, sangre y los fluidos de Iason. 
 
-No digas tonterías – Raoul calmó a su corazón por el inesperado rechazo y alcanzó esos labios anhelados, fue correspondido en un beso profundo y lento.
 
-Si pudiera saltaría a ti y te abrazaría – dijo Katze apenas se separaron sus labios – pero… mierda, aún me duele todo.
 
-Dale un momento al medicamento mi amor. 
 
Acariciándole el cabello opaco desde la coronilla hasta más abajo, nunca antes lo vio tan largo, Raoul reunió su objetividad y destreza ¡Tenían poco tiempo!
 
-Mi vida escucha, Iason me permitió entrar dos horas y es especialmente para tratar tus heridas y darte medicinas para tu enfermedad – mientras le hablaba, Katze posó su mirada en los ojos verdes  que tanto amaba y durante mucho tiempo fueron su luz… era regocijante para su corazón encontrar calor y refugio en la claridad de esos destellos aún en éstas circunstancias, quería grabarse en su mente cada centímetro del rostro que amaba… para que sea su aliento en lo que quedaba de sus fuerzas – Hemos llegado a un acuerdo: no volverá a lastimarte, tendrás comida todos los días y serán buenas porciones, habrá agua caliente en la regadera y prenderá  la calefacción para que la temperatura sea agradable. No ha cedido en darte ropa o mantas, pero podré dejarte una toalla grande.
 
-Gracias, entonces serán cómo  vacaciones pagadas – Katze tenía un aspecto lamentable y donde sea que   mirara Raoul encontraba fragilidad, no iba a describir su aspecto... Además de la delgadez evidente, estaban los diversos hematomas en todo el cuerpo producto de su último enfrentamiento con Iason, mezclados y entrelazados con rastros de sangre seca. Pero eso que lo enamoró desde un principio estaba intacto ahí. Su Katze... todo lo que era él. Detrás de esos párpados cansados su mirada de ojos dorados despuntaba de fortaleza. 
 
Estaban los extraños dibujos que tenía en la pared más cercana. Raoul evitó mirar detenidamente esos trazos rojizos, que demostraban el estado alarmante de su psique, pero no podía culparlo. Lo que pasó entre estas paredes iba más  allá de una horrible pesadilla.
 
-Casi como vacaciones, cuándo esto se termine tendremos unas de verdad mi amor; serán muy, muy largas y haremos todo lo que tú quieras. Estaremos bien Katze, ¡Iason no podrá engañarme porque estaré mirándote todo el tiempo!
 
-¿Tienes conexión a ésta habitación?
 
-Si – dijo Raoul, no tenía sentido mentirle – Desde el principio.
 
Katze logró apretar la mano de Raoul de manera reconfortante, entendiendo lo angustiante que debió ser para su Rubio presenciar cada tortura y humillación sin poder intervenir de ninguna manera. Lo conocía de tal forma que imaginaba su dolor e impotencia.
 
-Tengo que saber algo más – dijo Katze con temor evidente en la voz – Cal ¿Cómo está él?
 
Sin desconectar miradas, Raoul dijo lo que había pensado que era mejor para Katze en ese momento, nada ganaría si lo ponía en conocimiento de la verdad. La entereza mental de Katze era importante para resistir el tiempo que les quedaba separados.
 
-Está bien ahora, Iason lo castigó severamente pero conoces a Cal. Luego lo vendió a otro Amo, un Ónix que reside en la Torre Júpiter. Ahora sirve para él, ahí.
 
-¿Lo vendió a un Ónix? ¿De verdad?
 
-Sí.
 
-Me alegra saber que salió de aquí. No debiste dejar que se involucrara, Iason pudo matarlo.
 
-Los sentimientos de estima de Cal por ti lo hubieran llevado a actuar solo de todas formas. 
 
Katze sintió que un peso era retirado de su pecho… Cal era su amigo y demostró tanta valentía por su causa, algunas pesadillas las protagonizaba con las mil formas en que Iason podía destrozarlo. 
 
-Tienes razón, abrázame. Temía tanto por él. 
 
Raoul lo rodeó sin dudarlo, cuidando no provocar movimientos que fueran dolorosos. Al rozar sus mejillas fue instintivo dejar que sus labios se encontraran. Cuando se separaron, Raoul besó sus párpados cerrados secando sus lágrimas saladas.
 
-Mi amor daré comienzo.
 
Antes de empezar con el tratamiento de sus heridas iba a hacerse cargo del tobillo lastimado, que estaba hinchado y amoratado, iba a ser imposible mover a Katze si no hacía algo al respecto. Luego  curaría y limpiaría las dejadas por la cirugía de castración, después pasaría a atender las de su zona anal, y por último, cuidaría otros detalles menores. 
 
Sacando otra vez algo de su maletín se alejó de Katze un momento que no dejó de mirarlo. El silencio no era pesado más bien fluía entre ellos como un río fresco y armonioso de miradas comprensivas y entendimiento. 
 
Con un paño fresco Raoul limpió cuidadosamente la zona del pie deformado por la hinchazón. Pasando un escáner portátil confirmó sus sospechas, tenía fracturas y rompimiento de ligamentos… concentrándose en lo que podía hacer y aplastando su resentimiento por Iason, puso una malla elástica en forma de tobillera larga hecha de un material especial que se adhería a la piel sin causar dolor. 
 
-Joder, eso me gusta – susurró Katze al ver que Raoul acababa de colocarle una malla médica de recuperación intensiva, no era la primera vez que usaba este tipo de tratamiento para una recuperación acelerada y liberarse del dolor provocado por lesiones en los huesos. 
 
Raoul sonrió por un lado de los labios y acarició los cabellos rojos ante la mueca de alivio que fue relajando las facciones de Katze. La acción de esos instrumentos médicos era inmediata, duraría hasta que estuviera recuperado y no existía problemas si se bañaba con eso puesto. No era así cómo quería curar sus lesiones, Katze necesitaba seguimiento y ser tratado en un mejor ambiente. La malla médica funcionaría pero no reemplazaba el cuidado en un hospital.
 
Raoul procedió a sacarse la túnica y doblarla varias veces hasta formar un cojín que dejó en el suelo cerca a la cama. 
 
-Mi amor, tengo que levantarte un momento. 
 
Con ambos brazos, uno pasando por su espalda sosteniéndolo por la cintura y el otro por detrás de las rodillas, Raoul levantó a Katze con mucha más facilidad que en situaciones anteriores, pero no  mencionó nada relacionado a lo alarmante que era su pérdida de peso; con mucho cuidado de no lastimar y no provocar dolor a causa de su entrepierna mutilada sostuvo el pequeño frasco que tenía al final de la cánula que salía entre las capas de vendajes. 
 
Lo dejó unos momentos sentado sobre el cojín y apoyado en la pared. Llevaron con ellos la pesada cadena que colgaba de su cuello, Raoul se las arregló para que no sea una molestia. Cuando estuvo seguro que Katze no perdería el equilibrio, se apresuró en la cama. Dio vuelta el colchón para dejar abajo la superficie manchada de sangre. Desinfectó la superficie y la cubrió con un paño estéril que iba a desechar después. Cargó a Katze y lo dejó nuevamente acostado, ayudándolo en cada movimiento. Ambos ignoraron el sonido del tintineo de sus cadenas chocando. Era demasiado deprimente prestar atención a cada detalle.
 
El maletín que trajo con lo necesario, revisado previamente por Iason, contenía todas las herramientas médicas necesarias y algo más con lo que era primordial dar comienzo.
 
Antes de cualquier procedimiento médico, Raoul hizo apoyar a Katze contra su pecho hasta incorporarlo lo suficiente para que pudiera alimentarlo con una nutritiva sopa llena de fórmulas que necesitaba su cuerpo desgastado. Estaba tibia y tenía buen sabor, guiaba cuchara tras cuchara dándole tiempo y sin apresurarlo, mientras le ponía en la boca trozos de pan especialmente preparado con vitaminas necesarias. 
 
No recordaba la última vez que había comido algo que estuviera tan delicioso o que  le calentara así el estómago desde adentro. Parecía que su cerebro estaba olvidando los buenos y amables sabores que acariciaban los sentidos… era agradable sentir a Raoul cerca y comer… cuando las cucharadas se detuvieron no pudo evitar preguntar.
 
-¿Hay más? ¿Por favor?
 
-Si, traje más. Te la daré después de atender tus heridas, amor. Si comes todo de una sola vez, será pesado para tu organismo – le dijo mientras le acariciaba los hombros. Katze sólo asintió y cerró los ojos ante el beso depositado en sus labios. 
 
Una vez listos, Raoul procedió a retirar los vendajes que cubrían su ingle e  inspeccionó el resultado a detalle, el androide médico había realizado un trabajo limpio, programado para dejar a Katze como los muebles actuales en Eos, ya no tendría el saco vacío de sus testículos o el resto de su pene cortado como antes cuándo se hacía de esa forma a los jóvenes muebles. Ahora su ingle, una vez curada por completo, sería una zona lisa y vacía, solo con la exposición de su pequeño orificio uretral.
 
El que estaba hablando en su cabeza era la mente racional de Raoul, que tenía que guardar la calma y no dejarse llevar por el dolor creciendo dentro de él, quería derramar lágrimas al ver delante de sus ojos, a Katze mutilado, su garganta se apretó incapaz de tragar el gran grito que nacía en su corazón… pero no podía hacerlo. 
 
Katze estaba  cubriendo su rostro con las manos. Debía ser fuerte… por él, por ambos…
 
Desechó todos los vendajes y extrajo la cánula con cuidado.
 
-¿Cuántas veces ha ingresado el androide a curarte?
 
-No estoy seguro… estaba muy mareado antes. Tal vez una o dos.
 
-Amor escucha, te ayudaré a bañarte ahora mismo ¿Estás de acuerdo? No puedo dejarlos, pero traje champú y jabón… no te preocupes – Raoul entendió la mueca desanimada del rostro de Katze – no te quedarás mojado, Iason permitió dejar una toalla y la opción de secado esta activada en la regadera.
 
Mejor intentarlo con Raoul que hacerlo solo, además sabía que era necesario por las líneas de sangre seca que tenía corriendo por sus piernas y otras partes de su cuerpo. Si bien el androide que hizo la cirugía y realizaba las curaciones estaba programado con lo básico, desinfectaba el área a tratar y nada más.
 
Katze se aferró al cuello de su Rubio y parado en un solo pie debajo de la regadera recibió en su cuerpo la agradable sensación del agua tibia resbalando por todas partes. Después de quedarse algo ensimismado por la cálida caricia,  los dedos de Raoul metiéndose a su cabello untados con champú, lo trajeron a la realidad.
 
Katze se dejó hacer, tenía las fuerzas suficientes para mantenerse en un pie y aferrarse a Raoul. Cerró los ojos y disfrutó de la pequeña y efímera felicidad de la cercanía de su Rubio, del agua tibia y las demás sensaciones que limpiaban su cuerpo de tanto dolor y maltrato. Al poco tiempo el agua que caía al suelo liso dejó de ser de color rosado pálido y empezó a verse cristalina.
 
Raoul despojado de sus ropas de Élite, hasta quedarse solo en camisa y pantalones simples, también estaba algo mojado por las pequeñas gotitas que salpicaban a su cabello y ropa, pero era una incomodidad pasajera y mínima. Apagada el agua, arropó a Katze con una toalla grande y mullida después de secar su cabello con el secador automático. Igual, ambos aprovecharon ese momento de comodidad y silencio para apoyarse y sentir la cercanía que necesitaban del otro.
 
-Tienes razón, me siento mejor – dijo Katze sin dejar su sonrisa tenue.
 
-Si amor, lo se – dijo Raoul mirando en el reloj de su comunicador los minutos que quedaban para la separación  y lo único que quería era fundir a Katze en su pecho en un abrazo imposible de romper… pero como todo en esta locura, dependía de Iason.
 
Acostado sobre la manta estéril, Katze dejó caer las rodillas a cada lado con las piernas a medio flexionar. En esos momentos,  no quería prestar atención a sus heridas, el dolor era un recordatorio de cómo llegaron ahí; Katze, quería perderse en la imagen de belleza que era Raoul, irradiaba luz propia de colores destellantes entre paredes grises pero, no pudo mantenerse tranquilo. Cubría su rostro con las manos, especialmente sobre su boca o escondiendo su mirada humedecida debajo del antebrazo. Raoul le acariciaba el estómago o un muslo para calmarlo un poco de vez en cuándo, sobre todo después de causar algún dolor fuerte. 
 
-¡Estúpido pene de la discordia! – protestó entre dientes cuando se miró a si mismo. Estaba acostumbrado a su antigua anatomía, tener pene y testículos nuevamente mejoraron la percepción de si mismo y sus esperanzas de consumar su relación con Raoul, ahora al ver el resultado debajo de las vendas… 
 
-Mi amor… - Raoul besó las manos de Katze que llevó sobre sus ojos, cubrían el dolor que había en ellos – No fue a causa de tu reconstrucción. Iason se hubiera opuesto de todas formas al enterarse de la relación que tenemos. 
 
Si, Raoul tenía razón. 
 
-Lo sé – por unos segundos se miraron pensando en lo que tenían… –  No me importa lo que piense Iason, estoy contigo Raoul Am. 
 
Conmovido por la declaración inesperada, Raoul sintió que su pecho rebosaba de amor por este hombre… ya estaba dispuesto a dejarse la piel para salvar a Katze. A diferencia de los sentimientos de Iason por Riki, Raoul amaba a su pelirrojo sin esperar nada a cambio.   
 
-Sin importar las circunstancias, nunca podría dejarte – Raoul besó sus labios – Amor, cuando esto se acabe Iason dejará de ser tu Maestro. Podremos irnos lejos de aquí.
 
El cómo lo consiguió no llegó a sus labios, Katze cerró los ojos y fluyeron las lágrimas. Era demasiado. Quería creer en Raoul, pero en la rectitud y entereza de su educación Blondie desconocía la mente macabra de Iason, un lado expuesto para él.
 
-Es mejor continuar – dijo Raoul sin perder oportunidad de acariciar su rostro al secarle las lágrimas. Sabía que lo siguiente iba a ser igual de estresante para sus emociones. 
 
Con mucho cuidado ayudó a Katze a ponerse de lado para atender la región donde Iason había causado tanto dañó él mismo. Fue imposible para Katze mantener sus lágrimas en silencio, el dolor de la inspección y curación no sólo revivió la experiencia aterradora sino que lo dejaba consciente, que ésta pesadilla parecía no tener fin a pesar de todas las promesas. 
 
Cuando lo ayudó a volver sobre su espalda, Raoul observó que Katze se veía realmente agotado. Le acarició la cabeza para calmarlo, antes de hablar.
 
-Terminé, lo hiciste muy bien amor. Para que la zona de la ingle sane sin problemas,  te pondré otra malla de curación acelerada – pasando entre sus piernas Raoul subió la prenda parecida a ropa interior echa de red blanca y de un material suave – Sin la cánula podrás utilizar el inodoro a partir de ahora. La  malla de curación intensiva de tu pie lo desinflamará completamente en dos días pero aún no podrás caminar ¿Comprendes amor? Intenta  mover los dedos del pie poco a poco si no te causa dolor y el tobillo también – Katze afirmó con la cabeza con preocupación, conocía como funcionaba esta opción médica pero era diferente ahora que estaba encerrado y solo. Antes tenía píldoras para el dolor siempre cerca y la libertad de pedir ayuda – La inyección que te puse al inicio calmará todas las molestias pero las mallas tienen una función nueva, están incorporadas con un dispositivo que te proporcionará calmantes y analgésicos para que no tengas ningún tipo de molestia. 
 
Raoul había conseguido mejorar sus condiciones durante su encierro y no podía siquiera, empezar a imaginar cómo lo logró, estaba tan cansado físicamente que sus pensamientos se hicieron engorrosos y lentos. Sólo afirmó con la cabeza mostrándose dócil.
 
Había previsto que necesitaría mucha entereza y quietud para sostenerse él mismo y a su tesoro, pero Raoul también quería sucumbir a la locura de Iason, que había dejado un mapa de reconocimiento lleno de heridas en Katze, en su cuerpo… en su alma… pero sabía que gritar y agredir a Iason ahora no tendría un resultado favorable para ellos. Un poco más…
 
Revisó el pecho y espalda de Katze, prestando especial atención al sonido que hacían sus pulmones maltratados por días de enfermedad sin ningún tipo de alivio. Pasó el aparato con bastante precisión.
 
-Ahora – continuó Raoul paseando sus dedos por las mejillas, hablando con la mayor tranquilidad que pudo reunir. Cómo había ansiado este momento de ponerle fin a todas sus molestias – te inyectaré éste medicamento para tus pulmones, es fuerte y bastante efectivo. Durante algunos días programé las mallas que te proporcionarán la dosis necesaria para que no recaigas en esta enfermedad – Raoul le inyectó un líquido pardo en el músculo largo de su glúteo.  
 
Frotó un par de veces un algodón mientras quedaban en silencio. 
 
Katze se sintió incómodo y avergonzado pero no dijo nada, estaba atesorando cada instante invaluable y amoroso de Raoul, no había prueba más grande de sus sentimientos puros por él. Esperó con paciencia, sin atreverse a decir nada, cuando el Blondie empezó a cortarle las uñas de los pies y de las manos, estaban muy crecidas, peinó el cabello que llegaba por debajo del mentón y por último, le ofreció el plato de comida.
 
Cuándo terminó de comer de la misma forma que la primera vez, Katze se sentía agotado y pesado, pero no era el cansancio enfermo y hambriento que había experimentado todos los días anteriores. Estaba tibio, su estómago lleno y satisfecho, su cuerpo limpio y con menos molestias físicas desde… era difícil reconocer desde cuándo.
 
Y la presencia de Raoul con él… 
 
-Gracias, gracias por venir a cuidarme –  le dijo cuándo el Blondie terminó de guardar sus pertenencias y se acostó a su lado, ignorando la presencia de la cadena entre ellos, se sumieron en un abrazo estrecho y reconfortante frente a frente intentando llenar sus pupilas de la imagen del otro. Katze había logrado esbozar una sonrisa por un solo lado de su rostro mientras hablaba con calma a pesar de todo lo que tenía en su pecho, esa angustia omnipotente  – Raoul esta… es nuestra despedida.
 
Raoul cerró los ojos conteniendo las lágrimas ante esa cruda realidad que no les pertenecía a ellos. A los que no pueden decidir les queda únicamente aferrarse a los buenos recuerdos.
 
-Lograré sacarte de aquí amor… lo haré.
 
-Se que podrás curar a Riki. Pero aún así…
 
Nada aseguraba que Iason cumpla su palabra, incluso esta última promesa de entregarle su propiedad no significaba nada en su mundo. 
 
Raoul apretó su abrazo reuniendo fuerzas para hablar a través de su dolor, de su propia desesperanza.
 
-No amor, te sacaré de aquí. Lo juro. Ten esperanza y confía en mí.
 
Katze también lo abrazó, cerrando los ojos, dejando que sus labios y su mente se engañen dibujó una sonrisa ligera.
 
-Te amo Katze – besó la coronilla de sus cabellos rojos.
 
-Te amo Raoul Am.
 
El paseo de esos dedos conocidos por su cabello, hombros y la piel de su cintura, era tan agradable, el aroma de Raoul inconfundible y nítido hasta para alguien que olvidó los sabores, su aroma a almendras era tan dulce que sentía que podía degustarlas con la punta de la lengua, los ojos verdes de Raoul que tanto le gustaban y sus perfectos labios llenos… 
 
Parpadeo lento… parpadeo lento…  ojos cerrados.
 
No quería quedarse dormido pero la calidez de su cuerpo fue traicionera, el abrazo protector lo arrulló como merecedora y se desprendió de la realidad para caer en un sueño ligero.
 
-Debo irme.
 
Quería decirle que no, que se quedara un poco más o para siempre, que mejor los dos salgan de ahí… era estúpido pero sólo logró afirmar con la cabeza sin poder articular palabra. Sus brazos no obedecieron el deseo de acercar a Raoul a su cuerpo.
 
-Debo irme amor, te amo.
 
Caricia en la cabeza bajando por los contornos de su rostro, aliento cálido en los labios. 
 
“Yo también te amo" respondió, sin ser escuchado.
 
Quería abrir los ojos para ver a Raoul por última vez, para qué un poquito de su dulzura se quedara con él, pero el cansancio lo arrastró cuesta abajo, hasta que cayó sin remedio en la oscuridad.
 
Cuándo despertó estaba solo y el espacio a su lado frío. Supo enseguida que no había sido un maravilloso sueño porque en su piel quedaban los rastros de los cuidados de su Rubio. Pero aún así.
 
Katze lloró por demasiado tiempo contra el colchón enterrando la cara. Iason había sido demasiado cruel  jugando así con sus esperanzas.
 
Notas finales:

Si estás leyendo esta historia y no soy solo yo. Déjame saber en los comentarios... gracias!


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