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Todo por Riki por Arwen Diosa

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En la memoria de Iason sonaba la voz de su mascota. Las palabras cargadas de angustia pidiendo que no dejara a Guy morir en medio del desastre que había iniciado y fuera de control caía en pedazos ardiendo sobre ellos. En sus ojos negros la total verdad gritando que Riki nunca sería feliz si guardaba en su corazón la culpa del destino de Guy. 

Iason era fiel a su palabra y más, si se trataba de una promesa a su mestizo. 

Sacrificó su vida para salvar a Guy y que Riki sea libre con él. Sin palabras de por medio y con arduo esfuerzo, Riki se alejó con el cuerpo pesado de su ex amante. Él se quedó mirando, pues había aceptado eso. No lo hacía feliz, pero sabía que Riki lo sería, saber que su amado mestizo estaría bien daba sentido a todo su propósito.

Era por ese significativo sacrificio que  no había interferido en la vida de Guy. Porque a pesar de todo, él fue elegido por el amor de Riki, no existía otra razón para suponer que regresó al fuego de Dana Bahn.

Cambiar de decisión era muy importante, debía considerar los sentimientos de Riki en el proceso. Cuándo su mestizo despertara, haría preguntas… ¿Eso no sería suficiente? Que demostrara preocupación e interés por una basura como Guy.

Quería poseer completamente a su mestizo; destruir sus raíces y arrancar todo lo relacionado a su pasado era lo mejor para adueñarse de su alma. De todas formas el destino real de Guy sería ignorado por Riki y conocería la historia falsa, que la culpa lo consumió dejándose caer en la miseria y la autodestrucción.

Sin Guy por quién preocuparse, Riki dejaría de tener una razón para volver a Ceres o pensar que le debía algo a su antiguo compañero. Era el mejor camino a seguir, liberando su paso de todas las posibles causas que significaran un obstáculo en su relación. 

Guy actuó precavido pero sus intentos de esconderse fueron inútiles, el paso del tiempo desde Dana Bahn había sido considerable y la reputación construida por él, un rastro fácil de seguir. Siempre lo estuvo observando, pero no previno que Raoul lo buscaría como aliado en su propósito.

Con Júpiter concediendo el permiso para “interrogar” al mestizo sobre las particularidades de su crimen, Iason consiguió que fuera trasladado a su departamento.

Supuestamente para obtener información sobre el origen del arma que usó para disparar, si tenía cómplices y otros detalles más. Todo eso Júpiter podía conocer leyendo y destruyendo su mente, pero Iason exigió el derecho de interrogarlo él mismo. Cómo dijo la súper computadora, fueron dos veces que Guy había perpetrado su vida.  

Sedado, no se dio por enterado que era transportado hasta una habitación cerrada. No iba a llevarlo a la que usaba una mascota. Sino a otra vacía, que podía ser para un mueble, es decir, sin ventanas y sólo con un pequeño cuarto de baño al interior. Una cama desprovista de mantas y nada más entre las paredes grises. 

Su mueble se encargó de desnudarlo, limpiarlo y dejarlo solo después.

Seguramente fue por la intervención de Katze que el hombre no estaba incapacitado permanentemente y tenía un brazo con la tecnología robótica simulando por el exterior una mano humana funcional.

No lo quería para conversar, no quería escuchar o soportar su voz molesta y alterada. Así que en su presencia, estaba impedido de mover la boca. Cuándo estuvo despierto y delante de él, sus voluntades fuertes chocaron; pero como no quería ni pretendía domar su espíritu y sólo lo estaba usando para despejar sus dudas, no desató su enojo aún. 

Primero usarlo y luego, desquitarse. La estadía de Guy iba a ser fugaz y objetiva, sólo para conocer los deseos oscuros de su mente en esa habitación.

Todas las demás cuestiones sobre su alianza con Raoul pasaron a segundo plano.

Iason sabía que Júpiter haría preguntas y exigiría información, pero antes de que eso sucediera, tenía tiempo de sobra… además, con Raoul siendo corregido, mantendría alejada y ocupada a la súper computadora. 

Guy iba a ser desechable.  

Y era la verdad, tampoco pretendía prolongar más el encierro de Katze. Irónicamente Katze y Guy iban a recorrer su último camino, juntos.


Katze logró recomponerse mucho tiempo después. No sabía cuánto en realidad estaba herido físicamente o era más el dolor sordo que desfiguraba su psique. Sin más intenciones, se quedó desplomado y despojado de su voluntad cuando la realidad empezó a bailar ante sus ojos por la psicodelia que estaba sucediendo sobre su cuerpo. Absorto en un trance, esperó o sólo dejó que sucediera y en algún momento Iason Mink lo dejó solo. Ni una palabra, menos una mirada. 

Trastabillando, como si aprendiera a caminar, pies torpes lo sostuvieron en intentos fallidos. Sin la malla que ayudaba a la recuperación de su tobillo,  empezaba a sentir la sombra del dolor, apenas un reflejo de lo que vendría… ¡Mierda! La hinchazón había remitido pero apoyarse en ése pie era imposible. Descubrió que mantenerlo alineado era molesto, dejarlo torcido a un lado dolía menos.

Miró su ingle con poco ánimo, sin la malla podía observar que las heridas estaban cerradas, pero las cicatrices resultantes se veían frescas y rosadas.

Recuperando el aliento logró con esfuerzo colocar el colchón en su lugar, prefiriendo dejar la superficie sin manchas rojizas arriba. Una vez resueltos los pocos asuntos que podía atender… ¿Qué? Deshacerse la cabeza pensando y atormentándose con pasajes inciertos que iba a recorrer… también su completa oscuridad sobre Raoul. 

Algo salió mal ¿Qué? Sólo así podía explicar este episodio de desquite, pero… ¿Cómo estaba Raoul? Debía estar bien, era un Blondie y Segundo al mando ¿Verdad? Por eso estaba él encerrado, porque a pesar de todo, Raoul era intocable. 

Raoul.

Raoul.

Raoul.

Al deslizarse la puerta, Iason ingresó encontrando a Katze acurrucado en un extremo de la cama. Con las rodillas flexionadas contra su pecho para conservar su calor corporal, obviamente en la habitación hacía frío otra vez. 

Percatándose de la presencia de Iason, reaccionó de inmediato sentándose en la cama y asumiendo una posición defensiva. Que se moviera rápido no restó que doliera como el infierno. 

Iason vio el ceño fruncido y la mueca enojada de sus labios, pero no se dejó engañar, sabía que debajo de su máscara de fortaleza estaba la verdadera incertidumbre. Además, estaba la rápida respiración que en cada inhalación se descontrolaba y agitaba al igual que su corazón acelerado.  

Miedo. 

Iason no se aproximó, quedándose debajo del marco de la puerta. Vio cómo Katze empezaba a  perder voluntad ante su cercanía. Pupilas dilatándose por la cantidad desmedida de hormonas arrojando estrés a su torrente sanguíneo y el vértigo acosador, seguramente acompañado por el zumbido presionando sus sienes. 

-Tú… cómo… a Raoul… - dijo abandonando su expresión dura y cubriendo su rostro con la mano abierta, sus facciones se mantuvieron molestas – ¡¿Cómo fuiste capaz de hacerle eso?! Si era tu amigo… ¡Se preocupaba por ti! ¡Maldición!

Iason enmarcó una ceja alzándola un poco logrando que un pequeño ceño se formara en su frente ¿Después de todo, Katze tenía las pelotas para atreverse a gritarle? Quizá eso añadiría cierto sazón a los eventos; llevándolo al límite de su cordura. Claro, lo que piense, sienta y asuma, no era asunto suyo. 

Con un solo movimiento de sus manos, Iason tomó y jaló algo que estaba lejos de la vista de Katze.  Empujó al interior de la habitación a un ser humano, otro en la lista que esporádicamente se cruzaría en su camino. Guy, que había caído sobre sus rodillas, estaba desnudo, amordazado con un bozal grande y pesado sobre la boca. Ambos pies juntos por una cadena que apenas permitía un paso de distancia y de la misma forma sus manos. Sin el lazo que mantenía atado su cabello, lo tenía despeinado y cayendo por sus hombros y espalda, de forma salvaje, completamente en sincronía con la reacción que mostró después. Se puso de pie de inmediato, la adrenalina que lo invadía, hacía que en cada movimiento se marcaran sus músculos como un animal erizado, intentando intimidar a su oponente. Aunque fuera el mismo que lo destrozó la última vez.

Guy, por precaución, retrocedió hasta tener la espalda contra la pared. A un lado, bajo el marco de la puerta, estaba el Blondie que apenas había hablado con él; esa imposible aura de superioridad que emanaba, enloqueciendo sus sentidos y enfureciendo su alma, la tenía todo el tiempo, aún en el silencio. 

¡No se suponía que tendría que estar muerto! ¡Bastardos Élites ¡¿Qué significó todo ese circo?! Si él disparó cómo se lo indicó el otro rubio.

El Élite que lo buscó y le prometió liberar a Riki le había indicado quedarse en el departamento desde donde disparó. Que no sería posible rastrear el arma ¡Sí, claro! No confiaba en nadie, temía que fuera una trampa y salió del lugar para evitar ser atrapado. Condujo en su motocicleta para alejarse, al evitar un punto de control de seguridad, levantó sospechas y fue atrapado en una persecución. Después de ser escaneado... 

No supo más.  

Hasta que despertó y estaba atado y amordazado como animal ¡Y el maldito Blondie vivo! Delante de él, con esa estúpida cara de triunfo no se dignó a decirle algo útil! Dio pocas explicaciones y fue arrastrado hasta aquí. 

Recordando la presencia de alguien más, miró en dirección al otro lado. Estaba… alguien de rodillas sobre la cama luciendo estupefacto. Guy no reconoció a Katze, calculó que no era una amenaza y centró su atención en Iason Mink. 

No había avanzado dejando una distancia considerable y tampoco abandonó la mueca confiada de sus labios, apenas una sonrisa ligera mientras observaba. 

-¡¿Guy?! – Katze, con terribles malos presentimientos, miró impactado al mestizo que mantenía una posición de lucha con la espalda pegada a la pared. Su agitación sólo podía compararse a la suya, mientras dirigía su furia al que estaba orquestando esto – ¿Qué hace aquí?

Fue una pregunta descuidada, Katze no hablaría de esa forma si no sintiera el filo del cuchillo contra su piel. Mucho más cerca de puntos vitales, que en ocasiones pasadas. 

Ante la pronunciación de su nombre, Guy volvió a mirarlo para reconocer a quien se veía como una mierda sin remedio, encadenado a la pared y con Iason como expectante… Katze sabía que estaba en peligro inminente ¡Guy no fue traído para conversar!

Se puso de pie con movimientos calculados. Sin retroceder pero tampoco demostrando su debilidad. Si tenía que defenderse, lo haría.

Lo siguiente fue demasiado rápido. Guy lo estaba mirando, casi gruñendo y los ojos locos saltaban de impotencia. Pero no se abalanzó a él. Quiso hacer el recorrido de seis pasos para alcanzar a Iason con el puño cerrado. Pero en el segundo, estaba de rodillas en el suelo. Con los dientes apretados y el cabello sobre el rostro. Parecía que un gran dolor lo recorría. Debía venir del grueso collar metálico que tenía alrededor del cuello parecido al suyo y le daba  choques eléctricos. 

Rechinó entre dientes palabras inteligibles por la mordaza y jalaba con fuerza queriendo arrancar el instrumento de dominio, percatándose de la inutilidad de la acción, terminó agitado apoyándose sobre sus brazos y rodillas. Iason, se movió sólo  para apagar las olas de electricidad controlada desde su brazalete. 

-Aprende que no podrás acercarte Guy – dijo el rubio posando sus ojos helados en la figura que con piernas temblorosas se ponía de pie – Sabes a lo que viniste a ésta habitación, procede. 

Guy parpadeó, su mente se encargó de traerle recuerdos determinados por esas mismas palabras. Una de las pocas cosas que se dignó a decirle el maldito degenerado. 

“Te llevaré a visitar a alguien, actúa según tus instintos de mestizo de los barrios bajos ¿Un animal como tú, qué puede hacer ahí?”.

Miró al otro lado de la habitación, en dirección a la cama. Había muchas cosas que hicieron fruncir su ceño ante la compresión del escenario, pero él no era  alguien que pensara el porqué detrás de la superficie visible a los ojos a la primera impresión. Vio a una persona en mal estado físico, encadenada a la pared por un collar parecido al suyo y en general se veía como la mierda, incluida la mutilación de sus genitales. 

Por un momento, Guy creyó que era una demostración y él sería el siguiente en ser tratado de la misma forma, una venganza por sacar el anillo de mascota de Riki cortando su pene. Pero éste despojo humano había mencionado su nombre, al parecer lo conocía… ¿Quién? Tal vez fue su mirada o las facciones, alteradas por el desgaste, pero reconocibles. 

¡Era el hijo de puta que engañó a Riki! ¡El que lo traicionó y vendió! El mismo que lo trató como basura después de la explosión! Katze del Mercado Negro. El perro que lamía las botas de su amo mientras era pateado en los dientes. 

Guy sintió que la ironía inverosímil recorría su cuerpo, toda esa fuerza quería formar una risa sin gracia en su boca. Seguro que podría reírse ante lo macabro y absurdo de las vueltas imposibles que estaba afrontando. Él, un perro de los barrios bajos preso en el territorio de su enemigo, sería sentenciado a muerte por el mismo que destruyó la vida de Riki ¡Pero antes de cualquier cosa, le entregaba a su leal lacayo como carroña muerta!

¡No me jodas!, quería gritar si no fuera por la mordaza y el bozal. 

Pero la burla de su destino no lo mantuvo lejos de sentir en cada rincón de su ser cómo recorría toda esa adrenalina parecida a ráfagas de luz, vivas, potentes e instantáneas. 

-¿Por qué está aquí? ¡¿Por qué?! – exclamó Katze, moviendo su mirada incrédula de Iason a Guy. “¿A dónde más llevarás esta locura, Iason?” Katze no recibió respuesta. 

La mirada celeste, atestiguó desde la entrada como las facciones de Guy se endurecían al reconocer al pelirrojo, no lo culpaba por los parpadeos de incomprensión, Katze estaba lejos de verse como su antiguo yo. Una vez que calibró sus recuerdos no dudó en acercarse a Katze, que en su estado de alerta asumió una posición defensiva. Sirvió para detener parcialmente el primer puño que iba dirigido a su rostro, pero no pudo con el segundo, que   arremetió con fuerza contra su estómago. Katze cayó de rodillas, gimiendo dolorosamente se sujetó en reflejo la parte lastimada.

Guy retrocedió un paso. Eso fue demasiado rápido. No existía satisfacción en golpear a un contrincante reducido tan fácilmente. Pasó sus ojos con desprecio, viendo la espalda desnuda marcada por sus huesos y la pesada cadena que salía de un collar que lo apresaba a la pared ¡No era su problema! Privado de su voz, usó otro método para comunicarse, con las manos juntas por una cadena que permitía cierto movimiento, hizo un gesto que tenía obvio significado ¡Arriba!

Katze lo haría, sin necesidad que le recordaran que estaba en el suelo. Intentó ponerse de pie pero sus fuerzas debilitadas reemplazaron sus huesos e impidieron que hallara una posición vertical. Sólo miró a Guy desde donde estaba, sin dejarse intimidar se encargó que al menos sus ojos, demostraran que no estaba asustado y no le temía.

-Has corroborado que no es un oponente para ti. Ahora, folla con él – la orden fue directa, Iason no quería o no tenía motivó para posponer esto, había llegado a la conclusión que ese era el método para detonar los estímulos necesarios para que apareciera Riki. Y entre estos dos, el sexo era la finalidad necesaria. Estaba claro que solo la presencia de Guy no bastaba y tampoco la violencia.

Katze logró ponerse de pie al escuchar esas palabras, se alejó unos pasos de Guy que también miraba sorprendido al dueño de esas palabras. Para su sorpresa, Guy logró soltar una risa distorsionada por el impedimento de su boca. 

Marcó más distancia entre ambos, para demostrar que no iba a seguir ninguna orden de Iason. Guy miró con desprecio a Katze otra vez, centrando su mirada en la pubis mutilada, consiguió que cerrara sus ojos como alguien que tenía algo imposible de creer delante de él ¡No era un animal! No iba a follar solo por el deseo vulgar de voyerismo de un completo psicópata, que creía que podía tomar personas, encerrarlas desnudas y con métodos de tortura cumplir sus malditos deseos. 

Iason suspiró por lo bajo, inaudible. Esto era una pérdida de su tiempo. Era su voluntad versus nada, usaría cualquier  alternativa para cumplir sus objetivos y eso se lo demostraría a Guy. 

-Iason – Katze, llevado al límite de su tolerancia, viendo a su amo acercarse, soltó la lengua – ¿Qué está pasando? ¡Qué carajo! ¡¿Qué sucedió con Raoul?! ¡Qué mierda hace Guy aquí! 

Katze saltó de susto cuándo Guy cayó de rodillas y jaló la correa de su cuello repetidas veces, estaba siendo electrocutado. Iason mantuvo los impulsos de corta duración, lo suficiente para que sean dolorosos pero no enloquecedores. 

-Claramente Raoul fue tan estúpido como para no pensar lo suficiente en ti – dijo Iason, mientras apagaba la corriente eléctrica del collar de Guy –  Estás sólo Katze, Raoul ha sido llevado ante Júpiter por sus actos descuidados y saldrá con la mente limpia de todo lo relacionado a su triste intento de tener un romance con un sucio mueble.

El escalofrío que subió por su espalda detonó en su nuca, como un golpe esas palabras produjeron dolor haciendo que apretara los dientes. 

-¡Mentira! – exclamó, recordando la treta que armó Iason al principio de su encierro, diciéndole que Raoul lo abandonó.

-¿Eso es lo que piensas? Raoul y yo teníamos un trato, eso terminó por su causa. No más alimento y no más comodidades. Eventualmente tendré que deshacerme de ti, mientras tanto, servirás para acoger agradablemente a Guy en su igual encierro. 

Entonces… ¿era verdad? ¿Raoul iba a ser corregido? Eso equivalía a la muerte para un Élite, que le despojaran de la mente los recuerdos de años de su vida… tomando y seleccionando partes específicas y destruyendo su personalidad. Dejándolo con la memoria base atada a su estatus y rango. Adiós los recuerdos, dónde tenía tiernos avances del honesto amor que compartían… todo lo relacionado a él… se iría para siempre.

Guy que jadeaba en el suelo, se puso de pie con dificultad, la electricidad recorría hasta la punta de los nervios más alejados de su cuello. No entendía una mierda de lo que escuchó pero nada haría que cambiara de opinión ¡Aún si moría iba a escupir al Blondie en la cara! Si tan sólo pudiera hablar, al menos preguntaría por Riki… Riki… todo siempre fue a causa de Riki. ¿No fue suficiente? Explotó más que Dana Bahn para liberarlo y aquí estaba… el hijo de perra de Katze le había dicho que ambos se quedaron en el fuego juntos, que Riki volvió para morir con el bastardo androide. Luego aparecía ese Élite con la promesa de entregarle a Riki, vio las imágenes de él sumergido en un tanque de curación, vivo. Y lo hubiera rescatado si el maldito Iason Mink estuviera muerto. 

-Fóllalo – la voz sedosa estaba fuera de sincronía para tal palabra.
 
-¡Estás loco! – gritó Katze, deseando desde lo profundo de sus ansias tener las fuerzas suficientes para terminar de enrollar la cadena alrededor de su propio cuello y acabar con el flujo de oxígeno antes que Iason dijera otra palabra. Sin Raoul… sin Raoul… sentía que empezaba a formarse algo detrás de sus ojos ¡Mierda! No quería llorar, no ahora. Pero su Raoul… ¿Lo había perdido para siempre? 

Su conmoción no duró demasiado, Iason le dio a su cerebro una sacudida que destelló en potentes espasmos dolorosos en su cráneo golpeado. Cayó boca abajo en la cama y la voz lejana llegó a su audición maltratada.

-No tienes alternativa Guy, el pudor no es propio de los mestizos, usan el sexo como intercambio o castigo ¿Verdad? Folla o serás electrocutado… incluso puedo pensar en algo más si retrasas lo inevitable. 

Iason estaba preparado para la rebeldía como lenguaje mudo. No se ofendió o sorprendió cuando el dedo medio de Guy, de ambas manos, fue la respuesta. Se alzó delante de su rostro por todo lo que duraban sus gruñidos incomprensibles. 

Fue rápido y certero, con un solo golpe redujo a Guy a un saco de huesos inconsciente, a sus pies.

Sujetó a Guy por la correa y lo arrastró a la salida, sin alterar su característico porte de pasos medidos. Debió haber imaginado que era una pérdida de tiempo esperar que el mestizo actúe según su naturaleza de los barrios bajos, una especie de venganza salvaje en contra de Katze por todo su papel desempeñado al cumplimento de sus órdenes. El sexo sin consentimiento era una herramienta común para ellos, porque no tenían más que su reputación y fuerza para demostrar su poderío en las difíciles calles de Ceres, creyó que Guy tomaría la oportunidad de vengarse de Katze, su error. 

Pero esta no era la única ruta, para cumplir su propósito.

Iason arrastró a Guy, selló la puerta silenciosamente y se quedó solo. Pero en la mente de Katze había mucho ruido, sus atormentados pensamientos no lo dejaron tranquilo… podía creer en Iason, sus palabras crudas y malditas le arrebataron la última esperanza marchitándose en su pecho. Pero estaba ese pequeño aliento retenido en su corazón, de la dulce mirada de ojos esmeralda de Raoul, que él era dueño; los sentimientos de lucha que demostró el Blondie, pidiéndole qué sea fuerte, que creyera en él, ¡que lo lograría! Su Raoul… no podía, no podía… Katze no iba a rendirse a causa de un discurso venenoso ¡Este hombre desfiguró su cara! ¡Lo usó cómo una cosa para lidiar con la mierda! Y ahora… por una causa loca era arrastrado hasta quedarse en piel sobre huesos frágiles y una mente errante y caótica de deseos frustrados. ¡No! No iba a creer en Iason nunca más y eso incluía hasta las declaraciones más coherentes que escucharía jamás. Raoul simplemente no estaba siendo corregido… tendría que salir y verlo con sus propios ojos o morir a manos de Iason. 

Él iba a permanecer, intentar permanecer vivo agarrado a la esperanza, como un desierto estéril, de una vida esperando el milagro de volver a ver a Raoul. 

Pero…

Mierda… ¿Pero no era esto lo que quería? Liberar a Raoul… que sea libre de las horribles manipulaciones de Iason. 

Que él sea borrado de su mente ¿No era lo mejor que sucedió? Debía ser. Aún si eso lo lastimaba hasta el rincón más profundo de sus huesos. 

Sólo faltaba seguirlo. 

No iría a esperar que Iason disponga de sus últimos días. Él debía hacerlo solo. 

Cuando creía que el silencio iba a devorarlo pasando por sus ojos con el transcurso incierto del tiempo jalándolo al hambre acosadora y el dolor de su incertidumbre, un desgarrador grito rompió la quietud de esas paredes.

Guy…

Gritó hasta quedarse sin aliento, voz ronca y deformada por el dolor agonizante. Su corazón acompañó el sufrimiento ajeno en presentimientos claros que era entre estas paredes el siguiente destino de Iason. Con náuseas y calambres en el estómago, recordó que las intenciones del Blondie eran que Guy lo follara. 

Katze, con las manos apresando sus cabellos de la frente y ojos cerrados contenía el terror de que sucediera… Antes, era rival en forma física ante cualquier mestizo, ahora… no sabía si era capaz de lanzar un buen golpe sin romperse el puño por sus huesos frágiles o siquiera mantenerse firme ¡Si era lo que quería Iason, iba a suceder! ¡Mierda! ¡Odiaba al Blondie con cada parte de su cuerpo y rincón de su espíritu! 

Silencio. El corazón de Katze sincronizado con la cuenta regresiva no se equivocó cuando pasos inconfundibles en el pasillo se escucharon, pero no distinguió más, olas de electricidad lo hicieron sacudir sobre la cama. Perdió la voluntad de sus movimientos por la terrible sensación de tener un nudo amarrándose en cada músculo.

Él había aplicado ésta tortura en el Mercado Negro, impulsos eléctricos suficientes para reducir y dominar a la víctima sin llegar a las quemaduras o atrofiar alguna parte del cuerpo. Era una fuerza calculada, que bien usada servía para torturar y conseguir el propósito deseado. Información, venganza o en su caso, dejarlo adormecido sobre el colchón.

Cuando Iason ingresó, sabía que encontraría a Katze tendido sobre la cama. Soltó la correa que sujetaba a Guy y esperó que el mestizo sea llevado a cumplir con la necesidad creada por el licor embriagante que llenaba sus venas de los más bajos instintos de un animal. Aparearse. Expulsar desde sus entrañas ráfagas de victoria por el movimiento acelerado e impulsivo de su lujuria. 

Y fue así.

Si existía algún pensamiento racional cruzando por la mente de Guy, era difícil de interpretar. Sus actos fueron como lo exigía su entrepierna excitada. Con su miembro erecto, que apuntaba al ocupante de la cama, se acercó al distinguir entre la bruma roja de sus ojos piel desnuda e inconfundible olor a vulnerabilidad, para tomar sin preguntar. 

Guy subió a la cama, tomando con ambas manos la cadera de Katze que ofreció un intento de escape. Una patada que llegó a un riñón y un puño que se estrelló contra su rostro, pero sólo tocaron la carne de Guy por la superficie y no su voluntad hambrienta de sexo. Esa era más imperante. 

El cabello rojo sujeto por la nuca y rostro aplastado contra el colchón. Rodillas al suelo y la curvatura de su espalda en completa exposición, que no fue admirada. Guy no estaba en el dominio de su voluntad, sino bajo los efectos de un afrodisíaco, así que sólo vio una oportunidad de vaciar el calor que quemaba sus entrañas, rápido y sin pensar en nada más. 

Un agujero.

A eso redujo Iason a Katze. 

Guy encontró su camino entre la suave carne y se adentró. Seco, pero caliente, eso fue suficiente para ir en busca de su liberación.

Iason miró, frunciendo el ceño cada vez más. Fue a un rincón de la habitación para ver la escena que se desarrollaba delante de él, desde el mejor sitio para los espectadores. Katze lanzando maldiciones, totalmente crispado apretando los dientes y Guy enloquecido por el disfrute carnal. 

Pero esto empezaba a irritar a Lord Iason que había planeado el encuentro para ver a su Riki y Riki no estaba ¿Qué hizo mal? Si Katze estaba recibiendo lo que le daban con todo ese sufrimiento exponencial de carne inflamada. Por supuesto, Guy era menor en tamaño pero eso no quitaba todas las demás sensaciones vejatorias que lo estaban atormentando.

Si Riki no aparecía en unos segundos más rompería el cuello de ambos al mismo tiempo. 

Pero Iason sintió un suave tacto sobre su cabello, al nivel de la oreja y giró. Riki lo miraba con ojos alegres que pedían complicidad y silencio. La sonrisa de sus labios terminó por convencer a Iason que vio a su mestizo en cómoda ropa de mascota, que él solía comprar para que paseara por los jardines. Malla ajustada y sin mangas, con un combinado pantalón corto que estallaba sus caderas masculinas. Se exponía su tonificado abdomen en un perfecto paquete para contar.  

Riki no dejó de absorberlo con su mirada intensa pero contenta, mientras el espectáculo en la cama continuaba con sus característicos sonidos. Lujuria, chapoteos, carne contra carne, la cama crujiendo y exhalaciones profundas, con un común denominador por lo bajo de sufrimiento. Iason apoyó la espalda contra la pared cuando Riki lo guio con manos sobre su pecho, vio que sacaba su lengua húmeda para acariciar sus propios labios y sus manos sin dejar de tocar se deslizaron hasta deshacer los broches de su pantalón. 

Hubo una pausa, Riki continuó sólo cuando Iason le sonrió con complicidad. Y fue retribuido de la mejor manera, Iason sintió la deseada boca de Riki rodeando su miembro, caliente y ansiosa, devorando la longitud endurecida. Él sentía, escuchaba  y veía a su mestizo entregando la profundidad de su garganta con devoción. Sin embargo, para un tercer espectador era su propia mano en movimientos conocidos. 

La percepción alucinógena de Iason, le permitía a su cerebro experimentar la vivencia real, con todos sus sentidos en participación simultánea que llenaban a su cuerpo del placer negado por la ausencia de su mascota. Riki entre sus piernas, así lo veía Iason, le traía tanto consuelo…

Y esto era lo que necesitaba, había sido necesario el absurdo y largo camino desde el inicio del encierro de Katze para llegar a este punto. Él y Riki, unidos aunque de esta extraña e inesperada forma surreal, Iason aceptó y abrazó la oportunidad. Dentro de él, su gran inteligencia superior distinguía las diferencias del verdadero Riki y las consecuencias de permanecer en silencio de este extraño síntoma, Júpiter tomaría su cerebro y encontraría la causa de ésta enfermedad, pero se negaba a acudir a su creadora. Con la certeza de poder controlar su adicción a su mestizo y la negación a su problema, se dijo internamente que continuaría con esto hasta quedar eternamente satisfecho. 

Los demás en la habitación no pudieron ver lo ocupadas que estaban las manos del Blondie. Estaban inmersos, contra su voluntad, en un tipo similar de actividad. Guy y Katze deseando que terminara, pero por diferentes razones, continuaron hasta que el sudor de la piel de Guy se secó y su sangre se destilara del afrodisíaco. Entonces quedó como un guiñapo exprimido tendido sobre Katze. 

El pelirrojo tuvo las fuerzas para sacarlo de encima y que cayera al suelo de costado, respiraba aceleradamente, sea porque su organismo se limpiaba de los químicos o el cansancio residual del sexo.  Katze hubiera hecho más, pero se encogió en su sitio cuando Iason cruzó la habitación, pasó cerca de ellos en dirección al pequeño cuarto de baño. Se lavó las manos con dedicación y regresó sobre sus pasos. 

Adolorido en varias zonas del cuerpo, especialmente de la cadera para abajo, Katze sólo vio como Iason arrastraba fuera de la habitación a Guy de la misma forma que la anterior vez. Agarrando el collar metálico. El mestizo, con algunos mechones de cabello cubriendo su rostro estaba en plena desintoxicación, seguramente en su mente recién se armaban las piezas confusas y desencajadas de lo que se vio obligado a hacer. Sus ojos dejaron de verse aturdidos y la lucidez empezó a brillar entre su lucha por ser barrido y conducido como un saco sin vida. 

La puerta se selló. 

Katze parpadeó.

Todo fue real. Y estaba viviendo esto,  encerrado, con Iason trayendo a Guy hasta su antigua habitación de mueble para ser jodido, la misma habitación donde en su estúpida juventud fue atado y conoció el horror de ser una víctima sin voz. Sólo para revivir la experiencia a manos de su Maestro, transformándose en  carne frágil debajo de deseos de arrebato, ahora Iason arrojaba a  Guy sobre él, como un animal en celo ¿Por qué? ¿Qué tipo de satisfacción obtenía Iason de esto? Y Katze continuó riendo de su miseria, entre lágrimas incoherentes de desprecio a sí mismo, hundió en el inodoro papel desechable con los restos malolientes que se escurrían de su cuerpo, como prueba inequívoca de que no se estaba volviendo loco, pero la locura era una parada inevitable ¡Guy lo violó! Cayó de rodillas al suelo, pero no fue culpa de sus huesos. Sino de sus energías para continuar de pie… se sentía derrotado. Acabado. Sin Raoul… sin su Blondie… más sólo que nunca en este silencio… y por el otro lado, convencido de hallar su fin. 

Alterado, sofocado y con desesperación sintió que las paredes empezaban a acercarse, reduciendo el espacio respirable sobre él. Sin Raoul y sin morir… ¡sería follado por el resto de sus días! Fuera de sí, por primera vez en su encierro se desquitó con las paredes y la puerta. Sabía que no tenía sentido y no acabaría bien, gastó sus cuerdas vocales llamando al único que deseaba fervientemente ver y terminó lastimando su piel. 

Sus fuerzas físicas se agotaron antes que sus malos pensamientos y poco a poco luces de cordura, como pinceladas detrás de una cortina se filtraron a través de sus lágrimas. A sus ojos volvió la realidad. De rodillas frente a la puerta con los puños sobre el concreto terminó de respirar con agitación y una pesada sensación de nostalgia susurraba en su corazón mejores tiempos entre brazos amados.

Su Raoul… 

Se subió a la cama, hundió la cara en el colchón y deseó que el tiempo fluyera tan rápido como la gravedad que se llevaba sus lágrimas. Su angustia se fue silenciando lentamente hasta que ojos irritados estuvieran secos y cansados.

Parecido a un tambor, junto a una voz que no era reconocible, sonaba algo inquietando su regreso a la realidad. Mientras despertaba, tardó en reconocer la voz de Guy traspasando las paredes. Reclamos, maldiciones acompañados de golpes contra el concreto. 

Katze odió al ruidoso e insensato mestizo por la inutilidad de su acción, como si no acabara de hacer lo mismo. Sí, se sentía hipócrita pero no importaba. Miró con desprecio a la pared colindante, esperando que se rindiera y callara ¡Qué molesto era Guy! ¿No se daba cuenta que nadie estaba escuchando? Katze cubrió sus orejas con los antebrazos y volvió a hundir el rostro contra el colchón. Apoyando la mejilla un poco, miró los trazos en la pared, líneas rojizas de su sangre que tenían incompleto y entrañable significado para él. No recordaba qué lo motivó a hacerlo pero sabía que significaban más de lo que aparentaban. Su vida o tal vez sus propias decisiones, que no eran muchas, pero más allá de eso… las personas importantes que conoció y sintió que era capaz de proteger. Como un verdadero hombre fuera de estas paredes. Cada línea era una persona y el único rostro indescifrable, tal vez un amigo…

Puso la palma abierta de una mano en un corto trazo horizontal, cubriéndola por completo. El frío contacto no evitó que llevara en esta actividad  por mucho tiempo, sintiendo que era más que nunca su conexión a él. Pensando en la fuerza de sus acciones pasadas y toda la autoridad que un día ejerció sobre otros ¡Solo mírate ahora Katze! Tocando con las manos un dibujo bizarro pero sintiendo que es él ¡Ninguna disculpa cambiará nada! Tejiste las redes escudándote detrás de órdenes y tu naturaleza desapegada a los de tu raza, viste el propósito y no pensaste en las demás personas. Sí Katze, entregaste a Riki a las manos crueles de Iason, armaste y aplanaste el camino para empujarlo por la espalda ¡Y aquí estás! Deseando que abra los malditos ojos para que tu encierro termine e Iason se mantenga ocupado con su entretenida mascota exótica y follen hasta el último de sus alientos. 

Los golpes pararon y también los gritos. Katze cerró los ojos con alivio. Pero la quietud duró muy poco,  se reanudaron de la misma forma, su voz no sonaba lejos. Muy cerca, solo en la habitación de al lado. 

Katze dejó de tocar la línea “Riki” y se puso de pie, caminó cojeando hasta la pared colindante a la habitación donde estaba encerrado Guy. Con el puño cerrado la golpeó algunas veces.

-¡Cállate mierda! ¡Cállate!

Sorpresivamente así fue.

Hubo silencio por algunos segundos.

-¡No me dices qué hacer, hijo de puta! 

La voz burlona pero filosa llegó a sus oídos por el grito exaltado. Pero aún más incoherente fue que después de ésas palabras otro largo silencio siguió. 

-De todas formas – habló Guy, sonaba  pensativo y cercano, hablando contra la pared, su tono era claramente mitigado por el muro que los dividía – ¿Qué mierda está sucediendo?

Katze arrugó el entrecejo.

-No es problema mío que no sepas nada – contestó, no iba a dar un resumen de todo lo que vivió hasta ahora para hacer más fáciles las cosas a Guy. Pero contrario a lo pensado no se retiró en dirección a la cama. Katze continuó de pie e incluso se acercó al muro para escuchar mejor, si es que podía. 

-No estamos en Ceres, imbécil – fue la respuesta inmediata – Me queda claro que aquí no tienes a tus guardaespaldas o algún perro a tu favor. Eres esa mierda que vi, encadenada a la pared. 

Bueno, si, en eso tenía razón. Era un despojo de sí mismo y no estaba en Ceres, donde todavía era alguien.  

Se negó a responder, pero no se alejó de la pared. Guy tampoco. 

-¡Eh! ¿Estas ahí, pelirrojo? – una pausa sin respuesta después de unos segundos Guy sonó preocupado – ¿Riki está vivo? 

Mojando su boca seca con la lengua  preguntó, guiado por un viejo instinto de negocios. 

-¿Cómo lo sabes?

-Hice un trato con un Élite – sonaba molesto, pensativo, no convencido de compartir información –  disparaba al bastardo de Mink en la cabeza y me entregaba a Riki. 

-Olvida a Riki –  fue la respuesta que salió después de analizar un poco, voz evitando que se quebrara. Unos segundos bastó para entender todo el tablero dispuesto y la posición de las fichas. Tenía mucho sentido la aparición de Guy con la desaparición de Raoul. Su Raoul… con Júpiter. Iason no mentía – Que pensaras demasiado en Riki, fue la causa de todos nuestros problemas ¡¿No tenías nada mejor que hacer que planificar cómo volar, sin éxito, a un Blondie?! 

Hubo una pausa, larga. Katze no necesitaba una respuesta, tenía todo dentro de él. Esa angustia aullando dentro de su pecho que quería caer de rodillas al suelo. 

Apoyó su cuerpo en el frío concreto, su pie lastimado dolía si llegaba a pisar con él. Cuando empezaba a pensar que Guy se había rendido, escuchó apenas su voz.

-¿Qué? No entendí una mierda lo que dijiste. Yo no planifiqué cómo follar, sin éxito, a un Blondie. 

Katze se alejó un paso. Para su sorpresa, su mejilla se contrajo de un extremo, formando un intento de sonrisa, aunque no se diera cuenta. 

Estúpido Guy o estúpida pared. 

-No puedo olvidar a Riki…

Su voz apagada fue un susurro que vibraba a través del concreto que los separaba. Pero Katze sintió su desesperación o tal vez sólo se proyectó a que así era. 

-Nadie, en realidad.
 
- ¿Qué sucedió con Riki después de Dana Bahn?

Su cabeza contra el gris duro. Pies encogidos por el frío del piso deformando la posición normal de sus dedos, pero no sintió eso. Era más… sólo moviendo sus ojos, miró los trazos rojos al lado de la cama, y... en mucho tiempo, su mente estaba pensando en otro tema. Sin el silencio arrollador, quedaba ésta voz detrás de la pared, que era real y sus palabras podrían ayudar a mantener silenciados los demás sonidos, especialmente los que no venían de ningún lado. 

Era Guy. Con Guy no era necesario pensar para hablar, no había nada que no pudiera decir, ¿Qué se supone que iba a decirle un cadáver a otro que sea un secreto? Además, la represalia llegaría del dueño del infierno aún sin rebeldía.

Mojó sus labios con la lengua y ordenó sus cabellos sobre la frente. Ademán de manos sobre una chaqueta imaginaria sacando un cigarrillo para fumar; apoyado contra el concreto, con los ojos entrecerrados, vislumbró su antigua oficina elegante en Mistral, sabor de tabaco en la boca mientras la chispa se encendía delante de sus ojos; se preparó para ordenar sus sápidos recuerdos de aquellos días que parecían lejanos, de Riki en Dana Bahn y su estadía en el hospital. Iba a contarle todo a Guy


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