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Todo por Riki por Arwen Diosa

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Le estaba salpicando la sangre de Guy en el rostro. Pequeñas gotas que entraban en su boca abierta por el grito de sus pulmones, y en sus ojos que era incapaz de cerrar. Encogido en el suelo, intentaba ocupar el menor espacio posible abrazando su cuerpo y se retorcía como gusano…
 
¿Qué sucedió?
 
¿Cómo llegaron a esto?
 
 
 
Como un rezo, las mismas líneas continuaron repitiéndose. Iason Mink lanzaba sobre Katze a Guy, que entraba excitado a la habitación.
 
Desde que recibió la última orden de su Maestro, Katze ya no luchaba o se resistía de alguna forma. Después de la descarga eléctrica previa sabía que Iason y Guy estaban en camino. Él se quedaba flácido sobre el colchón y no intentaba nada. 
 
Boca abajo en la cama, que ya olía mal por servir de esponja a todos los fluidos corporales que llegó a absorber. 
 
Solía ladear el rostro en dirección a la pared y se distraía mirando su mano que estaba cerca a su nariz, no estaba seguro del momento exacto desde que la tenía así pero había desarrollado un espasmo muscular en la muñeca que lo hacía contraer los dedos. Él no estaba controlando ese movimiento repetitivo completamente involuntario.
 
No reaccionaba cuando el colchón se movía al recibir a otro cuerpo en su superficie. Katze cerraba los ojos ante los actos sistemáticos. Esperaba que al menos, algún día dejara de doler o sentir algo en absoluto. Así podía ser un objeto que no protestara ante cualquier cosa que quisieran hacerle.
 
Definitivamente Guy estaba en el éxtasis del afrodisíaco, completamente dominado por sus efectos. Si antes tenía dolor o molestias por su brazo roto, en estas circunstancias no era un problema. No lo movía y colgaba inútil a un costado de su cuerpo. Era rápido y estaba necesitado por consumir el calor que obtenía al adentrarse. El vaivén comenzaba sin pausas y Katze sólo intentaba salir de su cuerpo.
 
Había estado conservando su orgullo, preservando su dignidad por muy maltratada y anémica que se encontrara, pero, ¿con qué objetivo? No merecía esa consideración de su parte. El orgullo y la dignidad eran para los hombres, no para los animales como él. 
 
Después de todo el dolor que provocó a Raoul… sólo un borrado mental lo salvó del abismo y eso era bueno. Extender una sábana blanca sobre sus recuerdos fue la mejor salida para poder liberarse, pero Katze no podía dejar de pensar en los momentos previos al control mental de Júpiter ¿Por qué horrores pasó Raoul? No sólo en las manos lascivas de Iason, sino bajo el escrutinio impecable de su creadora ¿Fue doloroso? ¡Oh! Raoul… todo por su culpa. Katze no podía señalar a nadie más que a él mismo, por creerse especial y tentar a lo imposible.
 
Ser pareja de un Blondie.
 
Amantes.
 
Compañeros.
 
Y las víctimas inocentes no terminaban ahí. Cal. El sólo pensar en Cal… engañado por su propio sentido de la justicia cayó en un conflicto ajeno y seguiría vivo si no fuera por causa suya. Eligiendo su destino para salvarse de Iason.
 
Pero el destino era una perra disfrazada de piedad.
 
Daba asco y se odiaba.
 
Pensar en Cal lo descomponía de tantas formas. 
 
La mayor parte del tiempo se sentía enfermo, pero no era por su condición física sucia y desgastada. Era su mente que le susurraba su nuevo descubrimiento, porque Katze se percató que para mantenerse lejos de la agonía de morir lentamente estaba dispuesto a soportar, pasar y hacer cualquier cosa. Incluso esperar a Guy en la habitación y buscar en su mano funcional la porción de comida que traía sosteniendo en su puño cerrado. 
 
¿Iason lo sabía? Posiblemente no. Se inmiscuía en su propio afán mientras los dos ocupantes de la cama lo hacían también. 
 
Guy enrollaba en papel higiénico un trozo de pan relleno de lo que encontraba en su plato. Compartir su porción de comida no fue difícil, tenía suficiente. Después de envolver la comida repetía la acción dándole unas vueltas más alrededor de su palma y apretaba su puño esperando la descarga eléctrica que anunciaba que Iason estaba cerca. Era bastante conveniente que todos los eventos mecánicos lo hicieran soltar los músculos cuando estaba de rodillas sobre la cama y encima de Katze. 
 
El pelirrojo sabía lo que venía, así que cada uno en su propia actividad. 
 
En la mente aturdida de Katze, no había sumado los hechos con sus conclusiones… ¿Iason se masturbaba frente a ellos? Pensar en eso era tan risible como escalofriante… 
 
Ahora, sometido pero sin intentar moverse, sintió a Guy inclinarse sobre él y sus labios dejando un camino de besos sobre su espalda, una mano pasando por sus cabellos y delineando sus contornos. 
 
Katze se estremeció.
 
Guy siempre lo tomaba del cuello o los cabellos para mantenerlo quieto y dominado mientras lo follaba. Pero desde que había dejado de resistirse, la forma en que Guy actuaba era diferente también.
 
Donde antes existían presión y restricción ahora eran largas caricias que lo recorrían por todo el cuerpo mezcladas con besos. Incluso el ritmo de sus estocadas eran más profundas y pausadas, Guy solía cubrirlo con su cuerpo y lo aplastaba con su peso. Su aliento caliente rozaba su mejilla y entraba por su oreja.
 
Katze apretaba los dientes, cómo detestaba eso; pero no era el odio que exigía lastimar a Guy para que reaccionara; era un sentimiento de rechazo a sí mismo, porque sin importar como lo hiciera Guy no encontraba la voluntad para oponerse. Sólo dejaba que sucediera.
 
Por escapar del dolor de morir agonizando, podía esperar a Guy y convertirse en esa labor de caridad.
 
Iason permitía que el mueble Den le trajera alimentos una vez al día. Servía para despegar las paredes internas de sus tripas durante algunas horas. Nunca era suficiente, parecía que en vez de llenar el espacio vacío de su estómago la comida caía en un pozo más profundo.
 
Katze se preguntaba cuánto más bajo podía caer.
 
Comer rápidamente mientras Iason y Guy estaban en lo suyo…
 
No podía ni reconocerse, porque a pesar de lo embarrado en mierda que se sentía… parecía que se estaba acostumbrando a continuar así…
 
 
Todo lo contrario a esa miserable resignación era Guy. Estaba cansado, hastiado y podrido de ser un participante en éste circo. Sin la noción exacta del tiempo desde que llegó, para él parecía una vida entera. Sus pensamientos carcomiendo cada posibilidad le decían que nada iría a cambiar, para Mink podrían mantenerse en esa ridícula función para siempre. No, no… para que algo suceda, él debía hacer cualquier cosa, sin importar nada.
 
Lo que sea para lograr un cambio, tanto para bien y lograr huir; o mal, y por fin morir. No iba a continuar permitiendo que lo usaran más. ¡No!
 
Era fuerte, tenía determinación y un vecino que se suponía era inteligente ¡Imposible que no pudieran construir un plan! 
 
Estaba entregando parte de su comida para mantener a Katze en la partida. Actuar solo reducía sus posibilidades, no conocía ésta maldita Torre y era peor porque sólo tenía un brazo funcionando mientras que el otro significaba un estorbo en su cuerpo. 
 
Guy resopló y se quitó los cabellos de la cara. No hablaron con Katze del tema pero él logró escuchar las palabras del monstruo de Mink que le decía todas esas cosas horribles y un poco incomprensibles para él; desde entonces, Katze se había vuelto más silencioso y difícil de conversar, Guy solo esperaba que no se convirtiera en un bulto inútil con el que no iba a cargar. 
 
Si algo odiaba era a los cobardes.
 
Escuchar que Katze apenas respondiera con monosílabos al ser intimidado y llamara “Maestro” a su torturador, enfureció a Guy ¿Dónde estaba el orgullo? Tomando una opción de una lista amarga como quién recibe limosna. 
 
Si te sometes así de fácil cuándo te patean, no te sorprendas que te traten como a un perro, pensaba Guy. 
 
 
Cuando Katze terminó de comer, Guy seguía empujando. Miró para otro lado y evitó prestar atención al cruel remordimiento que quería hacerlo vomitar. 
 
Cómo se odiaba.
 
 
No pudo mirar a otro lado la siguiente vez, solo cerrar los ojos y abrir la boca mientras era obligado a chupársela a Guy. Era la primera vez que Iason lo ordenaba de esa forma y fue asqueroso. Tampoco trajo comida en ésta oportunidad. Katze no sabía cuál era peor. 
 
 
Se cubrió con el antebrazo para evitar que el sudor de Guy le cayera en la cara. Pensó en lavarse después, al menos el rostro… al menos…
 
Bostezó.
 
Cuando Guy terminó, demasiado pronto, pero no se iba a quejar, Iason se lo llevó. Como siempre. Se quedó absorto mirando el techo, contando los foquitos una vez más.
 
Ya no cojeaba al baño para limpiarse  inmediatamente después ¿Cuál era el propósito? 
 
Se giró para mirar la pared e intentar dormir un poco. 
 
Algo fresco sobre el rostro lo despertó de su descanso sin sueños, esos eran buenos. Pero no tuvo tiempo de nada, solo ver al mueble Den rociando sobre él un spray desde sus pies hasta su rostro. No lo miraba pero era fácil sentir su incomodidad. Katze no se resistió y Den se fue.
 
El líquido que le echó olía extraño y parecía pegajoso.
 
La puerta volvió a deslizarse y el corazón de Katze sintió que se detenía. Quiso detenerse. 
 
“Que alguien me mate”.
 
-¡No!
 
Gritó al no encontrar escapatoria, al darse cuenta de la inutilidad de sus fuerzas e intentos de alejarse. 
 
-¡Por favor, no!
 
Iason miró desde su lugar predilecto con Riki frente a él, mientras la bata de baño se deslizaba por el cuerpo que amaba y exponía su bronceada desnudez. De fondo ya no estaba la desesperada voz de Katze, su boca estaba ocupada en algo más que gritar. 
 
Tenía diez tentáculos a los que atender y no sólo con la boca. Seguramente sería todo, menos aburrido.
 
 
Cuándo la quimera terminó con él, estaba en el suelo de la habitación. Ambos monstruos, uno Rubio y el otro indescriptible salieron sin más. 
 
¿Era un mensaje? Iason podía aplastarlo y dejarlo más abajo. O le estaba diciendo que no empezara a ponerse cómodo, que las malditas combinaciones en el sexo eran infinitas. Que Guy no era la única opción… que en el infierno de Iason Mink todos debían verse nauseabundos y en pánico todo el tiempo. 
 
Escupió en el piso los fluidos que no se atrevió a tragar e intentó ponerse de pie a pesar de encontrarse temblando como una hoja al viento. Algo tenía que hacer antes de empezar a llorar otra vez. Cuando no pudo lograrlo, quiso gatear a la cama.
 
-¿Katze? ¿Te diste cuenta?
 
-¿D… De qué? – respondió a Guy inmediatamente, agradecido de tener una voz audible a pesar del daño a su garganta. Esperaba que el mestizo estuviera en su siesta y no se percatara de lo que acababa de ocurrir, no quería hablar de eso jamás o soportar una mirada compasiva porque no había nada que decir. 
 
-De la humedad.
 
-… – Katze tuvo el impulso de patear a Guy en los dientes – No me jodas.
 
-No… - el mestizo de largos cabellos se cubrió el rostro con la mano – No esa humedad. Sino del ambiente ¿Por qué está tan húmedo? 
 
Arrugando el entrecejo, Katze halló el propósito de la pregunta. No sabía si la humedad de la que hablaba Guy estaba relacionada con la bestialidad de la quimera pero no iba a mencionarlo.
 
-Tendrían que pasar mil años de humedad para que las paredes se vean afectadas. Ni siquiera la pintura cederá fácilmente. 
 
-Perra suerte.
 
 
Entonces si golpeaba a Den en la cabeza apenas ingresara para dejar la comida, existía la posibilidad de encontrar entre las funciones de su brazalete la opción de sacarse el collar metálico, ir por el pasillo y sacar a Katze. Luego… ¿Salir por la puerta? ¿El arriesgado plan de hacerse pasar por muebles o Élites? ¿Qué más? ¿Qué más?
 
-Katze – llamó Guy un poco impaciente – ¿Hay avispas fuera del panal? 
 
Al otro lado de la pared, Katze no pudo evitar suspirar. Estaba acurrucado en el suelo y apoyado en la pared, evitando poner presión al sentarse sobre su trasero por el dolor de su carne irritada.
 
Guy había estado formulando preguntas extrañas todo éste tiempo, pero ninguna era indescifrable, todas buscaban completar o armar algún plan de escape. Era inútil.
 
-Sí, Guy – respondió cansado – Son muchos, olvídalo.
 
En realidad, no estaba seguro pero no creía que Iason retirara a los guardias de la puerta. 
 
-¿Olvídalo? ¡¿Olvídalo?! Tú, cabrón cobarde ¡Al menos podrías pensar en algo! 
 
Frotando sus ojos cansados, imaginó a Guy del otro lado de la pared totalmente frustrado a punto de golpear lo primero que encontrara. No le gustaba sentir así a Guy… todos los músculos de Katze se tensaban cuándo le gritaba o alzaba la voz, ¿era miedo? Maldición, no quería tenerle miedo.
 
-Guy…  – dijo tomando aire – es inútil, tú no comprendes. Es Iason…
Como lo predijo, el mestizo de los barrios bajos empezó a golpear la pared con el puño cerrado. 
 
-¡Cobarde! Es porque no puedes evitar querer lamerle las botas a tu amo ¡Te odio! Mereces estar ahí ¿Escuchaste? Tú eres la inútil puta que puso el culo a dos Blondies.
 
Con berrinches ajenos, Katze sabía como lidiar, ignorando a los que solo sabían ladrar… pero estaba lejos de sentirse como su antiguo yo. 
 
-¡Vete a la mierda! – gritó con la garganta apretada al sentir algo parecido a la traición, confió en Guy mucha información del pasado, no solo sobre Riki y sus deseos de protegerlo. También detalles vagos de Raoul y cómo la historia se unía en su intento de disparar a Iason. Exprimió su cerebro y corazón. Era culpa suya por creer que abrirse a alguien más era buena idea, que era una salida a la locura el poder conversar… ¡Sí! Éste detrás de la pared era el verdadero Guy…
 
-Estoy ahí cada vez que Iason me arroja sobre ti ¿Crees qué es algo que quisiera? No eres más que una maldita perra que se merece esto ¡Púdrete! Yo lograré salir…
 
Katze se alejó y se tumbó en la cama para amortiguar los insultos de Guy… su corazón estaba brincando en su pecho y sudor frío mojaba su frente ¿Era por ser insultado entre gritos que su cuerpo reaccionó así o sentirse juzgado por Guy?
 
Ambos, ambos.
 
Se sujetó la mano con la opuesta para evitar que aumentaran los movimientos involuntarios… hundió la cara en el colchón y evitó escuchar a Guy. 
 
¿Qué se creía? ¡Por qué era así de insensato!
 
“¿No te gusta estar encerrado? ¡Noticia de última hora! A nadie ¡No es culpa mía que Riki se te escapara de las manos, antes y después de que lo castraste! Y por culpa de tus estúpidos planes de novio abandonado estamos los dos aquí, tú y yo encerrados jugando un juego que tiene un obvio final. 
 
¿No te gusta? Debiste pensarlo mejor antes de meterte contra un Blondie sin nadie más de tu lado. Además… Riki no deseaba tu supuesta ayuda ¡Egoísta! ¿Qué lo hiciste por Riki? ¡Mentira! No eres más que otro Iason”.
 
Pero Katze continuó retorciéndose en la cama, sin importar las palabras que eligiera para desquitarse de Guy estaban sus insultos por encima de su propia voz; no era necesario que se lo dijera… su mente le gritaba cada vez lo que sabía que era “perra”, “puta”, “cobarde”, ”mierda” y “que se merece esto”. Eso ya lo sabía ¡Ya lo sabía!
 
El suave sonido de unos pasos cortó la línea de pensamientos de Katze, pero no por completo, la rabia residual fue peor que la del comienzo, como la fuerte réplica de un terremoto que terminaba por destruir todo lo que desquebrajó.  
 
Den, el joven de cabellos rubios y de baja estatura ingresó a la habitación llevando en las manos un único plato con una porción pequeña de comida. Por lo general el niño de complexión delgada nunca cruzaba miradas con él. Sería porque Katze estaba protestando entre dientes que realmente, realmente llamó la atención de la mirada educada.
 
-¡No me mires! – sin propósito más que exteriorizar la rabia que lo consumía cada día desde que su encierro comenzó, Katze salió de sí.
 
Su raciocinio captó un grito, pero su mente se derritió en el volcán de sus pensamientos destructivos.
 
Estaba regañando a Cal por ser tan estúpido de terminar en un plato; lloró con desesperación reclamando a Raoul su ausencia; escupió en los deseos de brillar de Riki; él mismo podría castrar a Iason y a Guy por añadidura. Ambos lo jodían sin consideración y se justificaban usando a Riki. 
 
Fue el abrupto dolor que le hizo recuperar la cordura de dónde estaba y qué estaba haciendo. No tuvo mucho tiempo para reconocer que en realidad estaba estrangulando a Den, lo había derribado a una velocidad insospechada. Seguramente no era por ser superior en fuerza física, sino la sorpresa de ser atacado que paralizó al silencioso mueble.
 
Un jalón sobre sus cabellos lo separó del pequeño cuerpo debajo de él, luego una poderosa mano cubrió la parte lateral de su rostro, un golpe contundente que sacudió más que sus ideas, la inercia lo hizo estrellar contra la pared opuesta.
 
Antes que el terrible dolor de su cráneo golpeado con el muro lo jalara a la oscuridad, alcanzó a ver a Iason salir de la habitación seguido de Den. 
 
Cuando despertó, tendido en el suelo, lo primero que notó fue un chirrido agudo atravesando sus oídos; la carne de sus pómulos estaba tierna e intocable y separar o mover la mandíbula era doloroso. Como un animal guiado por sus primitivos instintos, sus tripas crujiendo le recordaron que en realidad estaba a punto de comer, pero en una búsqueda desesperada no encontró ni una migaja que rascar.
 
 
Guy lo estaba follando y no trajo comida, ¡Claro! Habían discutido. No se molestó en luchar cuándo fue puesto boca arriba y penetrado nuevamente, dolía terriblemente por el daño causado por los múltiples tentáculos, pero era menos doloroso así para los huesos lastimados de su rostro. Simplemente cerró los ojos y continuó llorando.
 
 
Todo estaba tan silencioso, desde que el chirrido de su audición remitió, no había nada más. Guy no intentó hablar nuevamente con él y la casa se mantenía en un eterno mute. 
 
 
Cuando despertó, notó que en medio de la habitación había un artículo. Era el basurero de la cocina, elegante y de color plateado brillante. 
 
Hizo lo que tenía que hacer.
 
Revisó hasta llegar al fondo si había algo para comer.
 
 
Se acercó a la pared para alejarse del sentimiento de ser una bestia hambrienta y secó sus lágrimas. Compuso su garganta e intentó hablar con Guy. No sabía de qué, pero cualquier conversación era mejor que quedarse pensando en lo que acababa de hacer. Odiaba en igual medida comer así y que no hubiera más comida. 
 
-…
 
Golpeó el muro con sus huesos frágiles y lo llamó de nuevo.
 
-…
 
Tocó su garganta pero se dio cuenta que el problema no era su voz. Con una punzada en el pecho armó lo sucedido y comprendió… Subiendo los dedos por su rostro, notó que tenía rastros de sangre seca saliendo de los oídos, al igual que en el interior del canal auditivo. No estaba el zumbido de antes, solo el dolor sordo que atravesaba su cabeza de extremo a extremo y el vértigo que lo atacaba en cualquier momento.
 
-…
 
Sin importar si lo intentaba gritando con fuerza, nunca más volvería a escuchar nada.
 
 
Al otro lado de la pared, Guy apretó los dedos sobre sus cabellos. Temía qué sucediera y sucedió ¡Katze había enloquecido! Sin importar qué le dijera el otro continuaba gritando su nombre, lo estaba llamando y no había nada que podría hacer para tranquilizarlo. 
 
-Estaremos bien… Katze ¡Basta! Deja de gritar. Por favor… Katze… algo se me ocurrirá y nos sacaré de aquí. 
 
Era un sentimiento diferente está vez. Pena, compasión, lamentando sus palabras dirigidas con veneno a alguien que estaba más que atravesado. 
 
-Guy…
 
-Sí… - respondió sin saber la verdad, que Katze no podía escucharlo – Lo prometo. 
 
-Guy… Guy… Guy…
 
Ambos estaban llorando y solo un muro los separaba.
 
 
Katze había estado obsesionado con la idea de mandarle un mensaje a Guy. Pensaba que no quería que su último contacto humano y de conexión real terminara como lo hizo, ellos gritándose con odio. Claro, Guy no era un amigo, no significaban nada, pero hubo algo más… sin importar sus respectivos papeles previos a esta locura ahora eran dos humanos rebajados a nada ante el poder supremo de un semi dios que los trataba como insectos bajo la lupa de un niño enojado. 
 
Un mensaje a Guy. 
 
Pero mientras era follado, Guy no era él mismo ¿Cómo hacerlo sin que Iason se entere? 
 
Dejó ese pensamiento para después y se concentró en comer, el pan que trajo Guy era suave y fácil de masticar. Casi sentía que podía empezar a ronronear, estaba salado y tenía algo fresco embutido adentro. Guy también estaba gozando su parte, se notaba.
 
Se lamió los labios y vino el cruel remordimiento. Mantenerse con vida… y comer así… ¿Era lo más parecido a un animal? 
 
¡Sí!
 
Guy se inclinó sobre él, rozando su cuello con su aliento caliente y ahora silencioso.
 
Sucedió algo inesperado. 
 
Katze buscó en el rostro de Guy con insistencia para conectar miradas y la sostuvieron unos segundos. A Guy le brillaban los ojos. 
 
La ebria mente de Guy actuó cuando tuvo unos ojos que lo estudiaban atento, casi con preocupación y solicitud. Bajó su boca a la del frágil cuerpo debajo de él en un beso quieto, aplastó sus labios contra otros húmedos y suaves.
 
No tuvo tiempo de apartarse porque Guy lo hizo bajando por su mandíbula, dibujando su cuello en besos apasionados y lo acarició por el pecho. 
 
Katze sólo sintió el aliento caliente de Guy contra su piel, solo eso. Pero para los demás en la habitación fue mucho más. 
 
Como Guy estaba bajo los efectos del afrodisíaco, Iason nunca usaba el bozal para restringir su voz durante estos encuentros. Hasta ahora el mestizo no articuló nada coherente entre la bruma de su excitación. No hacerlo, fue un grave error.
 
Entre la piel del cuello de Katze y los labios de Guy una palabra o mejor dicho, un nombre empezó a formarse, repetidas veces y con claridad.
 
-Riki, Riki, Riki. Mi Riki.
 
Lord Iason Mink estaba haciendo el amor con el producto de su mente. Riki entre sus brazos había alcanzado el clímax un par de veces.
 
Su conexión se profundizó tanto que se convirtió en una unión gloriosa y electrizante. 
 
Riki era pícaro y travieso, disfrutaba del sexo y de las dos personas que hacían posible su unión. Había propuesto el sexo oral a Guy y luego la participación de la quimera para avivar los eventos de ésta recámara. Katze había estado actuando aburrido, no cansado, solo aburrido.  Guy en su papel fue eficaz repetidas veces, tanto que era recibido con elasticidad. 
 
¿Qué tal algo para sacar a Katze del aburrimiento?
 
Las posibilidades en el sexo eran infinitas, y podían jugar así eternamente. 
 
Quien sabe, quizá la próxima vez podía ser Guy en el extremo receptor de todo lo que pudiera caberle. Incluido Iason si se antojaba la oportunidad, el tiempo sin límite los favorecía.
 
Iason y Riki en ésta habitación.
 
Primero fue con Riki con las palmas en el suelo sin doblar las rodillas. Iason lo tomó por detrás mientras lo sujetaba del pecho y lo incorporaba. Una mano sobre su corazón. 
 
Riki de pie, Iason detrás de él, ambos mirando la pared. Y las estocadas no se detuvieron hasta que su cuerpo se consumió en explosiones y jadeos. 
 
La siguiente, Riki enredando sus piernas alrededor de sus caderas, frente a frente Iason estaba entregando toda su pasión.
 
-Riki, Riki, Riki. Mi Riki.
 
Todo se detuvo, tanto como la dulce mueca de satisfacción en el rostro de Riki y también su agitada respiración. Iason, habiendo escuchado lo mismo sintió alarmado cómo su mestizo se bajaba interrumpiendo su unión. Había un brillo en sus pupilas, que no era el producto de todo el placer, éste resplandecía de tristeza y crecían las lágrimas.
 
Compuso su ropa sin cambiar su triste aura y ayudó a Iason a hacer lo mismo con movimientos simples. Riki derramó una sola gota salada mientras dibujaba una sonrisa de lado. Sujetó a Iason por la mejilla al tiempo que se acercaba, poniéndose de puntillas alcanzó su labio inferior dejando un beso con los ojos cerrados. Fue tierno. 
 
Cuándo se separó, lo miraba otra vez, atrapándolo en ese pozo negro que brillaba intentando trasmitir algún mensaje. Fue como un presentimiento que hizo que Iason lo sujetara por la espalda, logrando un abrazo a medias para que no se alejara, pero Riki no tenía que cruzar la puerta para irse. 
 
-Adiós.
 
Fue la única palabra que le dijo, durante los largos momentos que compartieron juntos y era para despedirse.
 
Iason esperó durante tanto tiempo que éste momento llegara, el de escuchar su voz… y sería la última. 
 
A pesar de negarlo, comprendió que fue porque Guy llamó o nombró e invocó los recuerdos y la presencia del verdadero Riki, rompiendo toda la elocuencia inestable de su mente. 
 
Como un cristal quebrado que por fin termina por romperse de forma irreparable.
 
Irreparable.
 
-No te vayas – susurró cuando Riki se alejó un poco. Sin dejar esa expresión de despedida con el rastro de una única lágrima descendiendo lentamente. 
 
Parpadeó y Riki ya no estaba ahí. 
 
Supo enseguida que nunca más lo volvería a ver. 
 
Empezando a sentir más de un sentimiento naciendo dentro de él, miró a los ocupantes de la cama. 
 
Guy estaba besando la base del cuello pálido y con su mano buena, acariciaba a Katze por el rostro. 
 
-R… Riki… – fue el último jadeo que alcanzó a soplar entre la piel de Katze. Iason lo tomó por los cabellos largos y de un jalón lo estrelló contra el suelo. Al separarlo tan abruptamente de Katze, él más cayó de la cama a una distancia considerable de Guy.
 
Katze se encogió sobre sí mismo sintiendo el peligro inmediato contaminando el aire que se hizo irrespirable. Se abrazó el pecho y retrajo las piernas para alejarse lo más posible de Guy…
 
El estado alarmante de su corazón golpeando su pecho y el miedo paralizador congelaron su boca en un grito y le impidieron cerrar los ojos. 
 
Seguramente Guy no sabía qué estaba pasando, su mente mareada recibía increíbles descargas de dolor sin enterarse de cómo llegaban a él. Con los ojos en blanco y el rostro distorsionado por sus gritos poco a poco, con cada patada, Guy se fue reduciendo en color rojo debajo de él. Su voz atormentada salía entorpecida por las flemas sanguinolentas de su boca. 
 
Iason no tenía suficiente.
 
Entre la agonía y la desesperación en el movimiento errante de su única mano funcional, Guy dejó de arañar el suelo y alcanzó algo más suave. Sujetó a Katze del hombro y dejó un camino con sus uñas rastrillando la carne. 
 
Seguramente tenía perforado más de un órgano por romperle las costillas, pisó sin compasión los huesos del pie y la pierna. Pero para Iason con toda su fuerza superior este despliegue de energía no era nada. Riki… su pequeño paraíso destruido… una vez más por causa de Guy. 
 
Flexionó la pierna contra el abdomen para desatar otra patada a Guy, pensando en su siguiente movimiento… antes había violado a Katze para liberarse de la rabia atronando sus sentidos, funcionó. Sí. Pero Guy estaba tan ebrio por el afrodisíaco que sería recibido satisfactoriamente sin importar el esfuerzo, ciertas zonas estaban listas para el asalto. Tendría que destrozarle las entrañas para verlo aullar de dolor a causa del sexo. No tenía ganas de eso.
 
Su Riki se había ido… su Riki.
 
Katze no había dejado de sacudirse y encogerse en su sitio. Lloraba y se retorcía, todo movimiento que hacía era como un espasmo nervioso donde se golpeaba la cabeza contra el suelo. 
 
Guy…
 
Katze tomó la mano de Guy cuando lo arañó desde el hombro al pecho, vio el interior de su boca teñida de sangre y los ojos desenfocados. Quiso abrazarlo… ¿Así era la muerte? No quería que Guy muriera. Aún si fuera por algo egoísta... No quería estar solo.
 
Obedeciendo a  ese extraño impulso se abrazó a Guy antes que el pie de Iason descendiera con la fuerza impecable de su bota justo en los huesos de su tórax.
 
El golpe nunca llegó. 
 
Katze protegiendo a Guy con su cuerpo como un escudo, fue inesperado. Incluso algo bueno para Iason, detuvo su furia irracional y pensó que lo mejor sería apegarse a su plan original.
 
Usar a Guy primero, y luego desahogarse por todo el daño que había causado. Ahora estaba tan maltrecho que no iba a aguantar nada.
 
Sujetó por los largos cabellos de su nuca al pelirrojo y lo obligó a salir del camino tirándolo a cualquier sitio.
 
 -¡Fuera! Serás el siguiente – gritó, aunque sus palabras fueron sólo para él mismo.
 
Guy gemía de dolor y se arrastraba sobre su pecho a cualquier lugar que lo alejara de su miseria. 
 
Iason lo tomó por su brazo inutilizado y arrastrándolo lo sacó de ahí, dejando un grueso rastro de sangre a su paso. Salieron y la puerta se selló lentamente.
 
Desde el piso del baño, Katze vio todo eso. Sin comprender qué sucedió. 
 
 
Cómo la obsesión por su paraíso era tan fuerte, Iason no quería dejarlo ir sin agotar los esfuerzos y las posibilidades. Pero Katze no aguantó la determinación del Blondie… en uno de los creativos ejercicios que impuso, el pelirrojo terminó por desmayarse y en el siguiente prefirió golpearse la cabeza contra la pared. Aún así, sin importar la salud de Katze, Iason siguió intentándolo por unos días más. Él mismo o usando la mascota de la casa. 
 
Riki no regresó a sus brazos. 
 
Era el final de todo.
 
 
Cuando Iason ingresó, encontró a Katze en el extremo más alejado de la habitación con relación a la puerta de ingreso; encogido, abrazaba sus piernas sentado en el suelo del baño. Cabeza gacha y espalda encorvada. Sus largos y sucios cabellos le cubrían el rostro. Estaba inmóvil a excepción del espasmo que había desarrollado en la muñeca que le hacía contraer los dedos. 
 
-Katze – lo llamó pero no hubo respuesta. Terminó con la distancia y con un solo dedo cubierto por su blanco guante le alzó el rostro por el afiliado mentón.
 
Los ojos cansados, ojerosos y tristes tardaron mucho en darse cuenta quién lo miraba. El miedo en sus pupilas fue la respuesta. 
 
Cómo en otras oportunidades Katze abrió la boca y pronunció un nombre, luego mostró la piel interior de su antebrazo pintado con sangre, donde había escrito “¿Guy?” y miraba con esperanza plausible esperando una respuesta. Esa acción era la antesala de todas sus anteriores reuniones desde que Guy se fue… como ésta era la última, Iason no se impacientó y alzó a Katze por los hombros, poniéndolo de pie y llevándolo a la habitación.
 
Katze ya estaba llorando desconsoladamente, seguro estaba pensando que se repetirían los eventos en la cama.   
 
Pero lo dejó de pie al centro de la habitación. Le alzó el rostro y con una mirada tranquila esperó que se calmara mientras le retiraba los cabellos del rostro. 
 
Dejó de llorar con gruesas lágrimas cuando le retiró el collar metálico del cuello y junto a la cadena pesada las depositaba sobre la cama. La sorpresa de la acción hizo que conectaran miradas. 
 
El movimiento de labios se dibujó delante de él, pero no escuchó sonido alguno. Katze vio a la perfecta y suave boca de Iason pronunciando palabras que quedaron flotando sin interlocutor que las recibiera. Una pausa y continuó.
 
Katze negó con la cabeza.
 
Cómo lo sospechaba, en un momento de lucidez, Iason no se había dado por enterado que tenía los tímpanos reventados.
 
Pero Iason continuó y dejó unas palabras más. Tal vez fue que dijo una oración corta, pero Katze pudo leer sus labios.
 
“Ha llegado la hora, te mataré”.
 
Los ojos de Iason parecían un espejo sucio. A pesar de su cercanía, Katze no se reflejó en las pupilas celestes. Sintió que le empezaba a sujetar del cráneo, primero sin usar la fuerza. 
 
El brillo opaco en la mirada conocida fue lo último que vio cuando los dedos pulgares de Iason le cerraron los ojos humedecidos. Fue como una caricia.
 
Katze cortó su respiración. 
 
¡Había llegado el momento! 
 
Le reventaría los ojos a punta de presión y luego le arrancaría la lengua de un jalón. 
 
Por el dolor y el miedo. 
 
Katze imaginó, en un trance de profunda estupidez, que en sus últimos minutos tendría la espalda recta y la respiración estable. El rostro seco de lágrimas y libre de temblores en las manos. Algo de dignidad, un poco de respeto en ésta sardónica ceremonia impuesta a la fuerza. 
 
No quería orinarse. Por favor, no quería orinarse. 
 
Iason lo soltó, y Katze alzó la mirada dudando; vio al Rubio que no había cambiado su expresión autocomplaciente y le dejaba una caricia sobre la cicatriz de su rostro; dijo algunas palabras más. Con una sonrisa de lado, abandonó la habitación.
 
Conocía esa mirada, ¡sabía porqué Iason estaba sonriendo así! Sólo pospuso el momento, seguramente para favorecer una herramienta mejor. Cuándo la puerta se deslice de nuevo, cuándo Iason la atraviese…
 
Le reventaría los ojos y le arrancaría la lengua… Le reventaría los ojos y le arrancaría la lengua…
 
Katze cayó sobre manos y rodillas al suelo. Incapaz de pensar en nada más de lo próximo que estaba por suceder. 
 
 
Miraba por la ventana el paisaje a lo lejos, las luces de colores de la ciudad que nunca duerme. Era muy tarde por la noche y un gran nubarrón cubría ambas lunas por completo. Sin embargo, parecía que no iba a llover, las nubes bloqueando la luz natural sólo trajeron un paisaje oscuro a quién era capaz de mirar el cielo e ignorar la luminiscencia que despuntaba en distintos colores.
 
Iason cerró los ojos. Había llegado la hora de ponerle fin a Katze. No lo hacía feliz ya que perdería el vínculo con el Riki que habitaba en su mente. Pero estaba seguro que no había forma de volverlo a traer… tampoco existía más razón para prolongar su encierro.
 
Prestando atención a su mueble, vio todos los artículos dispuestos ordenadamente en una bandeja. Enfiladas y relucientes.
 
-¿Son todas las que tengo? 
 
-Sí, Amo – fue la respuesta sin mirarlo a los ojos. Si había alguna emoción en su mueble, no la demostró. 
 
Pasó su mirada conocedora por el reluciente y pulido filo de sus cuchillas. Era una colección variada, sofisticada y de lujo. Cada una era diferente y para un uso específico, pero Iason debía elegir la indicada para la inusual tarea de apuñalar un par de ojos y cortar una lengua.
 
Quizá llevar dos resultaría impráctico e inapropiado. Una sola para tal cometido era lo mejor. Pasando sus dedos cubiertos por los guantes blancos eligió una de hoja afilada solo por un borde, era larga y delgada con una elegante empuñadura blanca, puntiaguda por el lado opuesto al filo liso. Era especial para perforar y hacer buenas rebanadas. No era necesario ser cruel, después de apuñalar cada ojo le cortaría la lengua de un solo tramo.
 
Sostuvo esa cuchilla sin vacilación; pasó al lado de su mueble y caminó en dirección a la última habitación del largo pasillo. 
 
Al mirar por su comunicador comprobó que Katze lo estuviera esperando como se lo indicó. No se sorprendió de verlo acurrucado contra él mismo al medio de la habitación. Tal vez hacerle esa petición fue demasiado para alguien que ya estaba perturbado, tanto como Katze.
 
Decidido a terminar con esto…
 
-Maestro, Lord Raoul Am está en la entrada.
 
La voz delicada de su mueble interrumpió sus pasos.
 
Extrañado por la inesperada visita, Iason regresó algunos pasos por el pasillo.
 
-Querido amigo – dijo el rubio de ojos verdes mientras retiraba un mechón de cabello de su rostro – He traído a Riki.
 
Iason arrugó el entrecejo al ver a Raoul durante escasos milisegundos y luego su mirada viajó a Riki.
 
¿Qué significaba esto?.
 
Notas finales:

Título alternativo: Sin Guy


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