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Todo por Riki por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Felices fiestas! ??’?

Un abrazo y disfruta abriendo tus regalos??’–

 
 
El abismo estaba delante de ellos, la noche traía entre su amplio cielo un frío viento que soplaba entre las capas de su ropa. Con el sabor espeso del vino entre sus labios, dos figuras altas y majestuosas permanecían de pie conservando distancia entre sus cuerpos y observaban silenciosos el paisaje conocido. No compartieron una mirada desde que se aproximaron al balcón y la falta de palabras provocaba que la tensión creciera entre ellos. 
 
Dejó que sus párpados cubrieran su mirada verde, y bajó el mentón un poco. Sus dedos detrás de finos guantes amenazaron con romper la copa de cristal que sostenía. Por supuesto que sí se permitía exteriorizar su enojo, era porque lo estaba sobrepasando. Raoul Am podía reconocer que lo peor de todo era desconocer las verdaderas razones que lo tenían así… 
 
-Fuiste tú, ¿verdad? Me embaucaste y llevaste a ser corregido. De alguna forma y con un propósito me estabas manipulando. A mí, que soy tu amigo.
 
Iason Mink que también sostenía su propia copa de vino, apretó la mandíbula. Permitió que Raoul ingresara a su casa e interrumpiera sus planes y luego guardara silencio frente al balcón. Un silencio bastante misterioso y más con esas palabras escogidas para no decir absolutamente nada. Claramente, Iason tenía prioridades, y era entender porqué su amado Riki estaba en mitad de la sala de su casa dentro de un cabina medica portátil. Todavía inconsciente y conectado por sensores al sustento vital de la tecnología que guardaba su preciosa vida. En su estado frágil de salud vestía una bata medica verde pálido, dándole un aspecto enfermizo y débil a su vibrante tono de piel. Sus cabellos acariciaban su rostro y el cuello; Iason no negaba que podía acercarse y depositar un beso sobre sus labios entreabiertos y atesorar cada respiración. Riki era perfecto, el Primer Blondie sentía el calor que su presencia le daba y llenaba su pecho. Sin embargo, no restaba importancia a la extraña actitud de Raoul.
 
-No entiendo cómo o porqué llegaste a esas conclusiones Raoul, pero explícame de una vez ¿qué hace Riki aquí? 
 
Dejando su copa sobre la superficie estrecha del barandal, Raoul se puso delante de Iason. 
 
-Me dijiste que estuve en comunión con Júpiter a causa del estrés residual que provocó en mí, tu accidente en Dana Bahn. Que estuve tan afectado psicológicamente que disminuyó mi capacidad en el trabajo. Como confiaba en mi amigo, te creí. Al reintegrarme a mis funciones no tardaste en entregarme a tu mascota como la próxima prioridad de todas – Raoul estrechó los ojos, frunció las cejas y habló siseando las palabras – Pero esa no era la verdadera razón – cuando Iason vio a Raoul, reconoció que por su expresión éste era el Blondie que intentó matarlo – ¿Qué me has estado ocultando Iason? ¿Por qué mi mente fue alterada? ¿Por qué dejé pistas sobre tu traición? Y lo que más me sorprendió es que yo estuviera preparado para ser corregido. Desde que regresé no he dejado de tener preguntas. Me incomoda tu cercanía y proposiciones de tener reuniones como antes, lo comprobé la anterior noche. Además, el olor que despides ahora… El olor que hay en toda tu casa me inquieta… no provoca que quiera alejarme, únicamente me enoja y entristece… 
 
Raoul apretó los dientes ante la inmutable mueca de Iason. 
 
-¿Qué sucedió Iason? 
 
El elegante y confiado Élite de cabellos rubio marfil sin mirar a Raoul directamente alzó su copa de vino y brindó en su dirección antes de dar un sorbo. 
 
-Bien por ti, Raoul. Tienes dudas, como muchas otras cosas más… te imaginarás que no me interesan. Sólo Riki lo hace y la cuestión de que decidieras traerlo es la única razón por la que sigo escuchándote. Sin embargo, hay algo que mencionaste que es imposible no prestar atención ¿Cómo fue que previniste una corrección? ¿Engañando a Júpiter? El perfecto Blondie, creando ilusiones.
 
Por un extremo de sus labios, Iason sonrió sin preocuparse por el amenazante brillo verde en los ojos de su hermano. Si todo esto conducía que en verdad y de alguna forma recordaba a Katze y su estúpido romance no iba a fingir sorpresa o arrepentimiento. ¿Qué haría Raoul de todas formas? Nunca fue y no era capaz de lograr nada.
 
-Veo que no estoy equivocado y tú mi amigo has decepcionado mi confianza. 
 
Raoul no ocultó el pesar en su voz, quería que todas sus inquietudes sean infundadas, a nadie le agradaba sentir la desilusión latiendo en todas sus sospechas. Se desplazó a la máquina que contenía a Riki sabiendo que sería seguido de cerca por Iason. 
 
-Cómo mi situación no te interesa, tu mascota tampoco mueve nada en mí. Su condición médica es indiferente y solo acepté tratarlo con prioridad por nuestra supuesta amistad. Pero con honestidad, todo ha sido inútil. Desde que volví de mi comunión con Júpiter fue extraño darme cuenta que en realidad yo te estuve engañando todo éste tiempo. 
 
Raoul sacó de una gaveta de la cabina un expediente médico y lo arrojó sin cuidado a los pies de Iason, los papeles cayeron esparcidos saliendo de su carpeta y desordenándose.  
 
-A tus pies tienes la verdad. Una verdad que al parecer intenté ocultar, y al mismo tiempo dejé un mensaje para mí escrito en mis anotaciones personales: No confíes en Iason. Dime Iason, qué me estás ocultando, porqué te mentí, porqué fui tan precavido en cuidarme de tus acciones. Fue tanta la necesidad de protegerme que tuve que alterar mi cerebro para guardar mis recuerdos. Toda mi memoria está contenida de su cauce natural como un río detrás de una represa. Solo falta el detonador para que todo retome su curso y mis recuerdos vuelvan a mí. Estoy evadiendo el momento bajo el criterio que Júpiter no se equivoca. Pero descubrí esto… ¿Sabías Iason que tengo en mi laboratorio a una mascota con la misma apariencia de Riki? 
 
Iason pisó con fuerza los papeles que tenía cerca ¡Qué quería Raoul! ¡De qué mentiras y engaños estaba hablando! Ahora, descaradamente mencionaba que en vez de cuidar a Riki, ocupó su tiempo en replicarlo como mascota. Estaba acabando con su paciencia y tolerancia…
 
-¡Dime! – exclamó con más fuerza – ¡¿Por qué mentí, por qué te oculté cosas y por qué temía que me traicionaras?! Estoy cansado de éste pesar y la tristeza que me embarga de no hacer lo correcto. 
 
-¡Basta Raoul! ¡De una vez por todas explícame por qué trajiste a Riki aquí!
 
Iason Mink no tenía paciencia para hablar en código o permanecer en calma ante la burla impresa en cada palabra y actitud de Raoul. Ante el silencio y la mirada filosa como respuesta, llegó a su límite.
 
El elegante cristal y líquido rojizo se estrellaron contra los pies de Raoul. Su copa de vino se hizo añicos y su contenido manchó su ropa como gotas sangrientas. Sin embargo, el ataque no lo sorprendió y no iba a retroceder.
 
Era tan extraña la sensación de ser una ficha desencajada. Con tantos misterios y preguntas sin respuestas que aturdían sus decisiones. Además, al ser el principal neurocorrector él conocía su estado, sabía que Júpiter le lavó el cerebro ¿Por qué? 
 
Los extraños sueños, la sensación de pérdida, la inquietud de no hacer lo correcto. Tener un deseo y que se escapara… de sus dedos, entre la textura de sus labios sobre el sabor amargo del café… ¿Por qué de repente se sentía triste? Deseando, extrañando… ¿A quién? 
 
La terrible angustia de tener un nombre en la punta de la lengua. Y la memoria se hace inalcanzable de pronto. 
 
La conclusión… Iason lo embaucó y lo llevó ante Júpiter.
 
Si algo lamentaba Raoul, era no seguir sus pistas antes. 
 
Cuando la nostalgia de lo inexplicable inundó su pecho, no soportó las dudas a su alrededor, como la presencia de una cajetilla de cigarrillos en su buró o la existencia de una pantalla apagada de la cuál no recordaba cómo tener acceso.
 
No aguantaba más, tenía que escupir a Iason con la verdad. Era lo correcto. 
 
-Repito Raoul ¿Qué hace Riki aquí?
 
-Conecté a Riki a ésta máquina. Es lo que mantiene sus órganos funcionando y lo único que lo salva de ser putrefacto ahora. Su cerebro está licuado. Oficialmente sólo un milagro lo haría recuperarse… porque Riki murió hace mucho tiempo. Desde el primer momento qué debía recuperarse. 
 
Iason Mink cerró los ojos por el golpe de esas palabras, sintiendo como la verdad cambiaba todo dentro de él. 
 
Lo que menos quería. 
 
Lo que menos aceptaría.
 
Lo que jamás podría soportar.
 
Sintiendo una extraña debilidad en las rodillas se acercó a su mestizo con pasos lentos, Riki encerrado en ese sueño… lo admiró de cerca, casi tocando el cristal con sus labios. Con la punta de los dedos acarició el aire cerca a la cabina a la altura de su rostro, delineando sus perfectas facciones y deseando besar la extensión perfecta de cada recoveco. 
 
Ignorando la presencia de Raoul cerca a la cabina, Iason se dejó caer a los pies de Riki.
 
Su amado estaba muerto… desde el inicio Raoul pintó en su corazón la esperanza de tenerlo recuperado, de poder abrazarlo nuevamente y se la despojaba… sin miramientos y con total crueldad. Sentía el dolor creciendo dentro de él como una explosión en la infinidad del universo que se transformaba en un agujero negro, la inmensa fuerza del vacío que se tragaba todo a su paso… así sería su vida sin Riki, la soledad de sus días repletos de perfecta y aburrida sincronía… el silencio entre las paredes de su casa y la privación eterna de su amor…
 
Ni siquiera la mutilación de su cuerpo entre las llamas en Dana Bahn, mientras Riki se alejaba, se comparaba a éste sufrimiento. Él podía morir para que Riki sea libre y tuviera una oportunidad de abrazar la vida con cada respiración, como un regalo a su mascota de ver el cielo estrellado por las noches y abrir los ojos al amanecer. 
 
Pero ahora…
 
¿Qué seguía? 
 
Todo carecía de sentido.
 
Triturar, quemar, desollar, torturar a Katze bajo su bota nunca le daría paz, nada calmaría la agonía de su pecho. 
 
-Por el momento respetaré tu dolor. Hablaremos después.
 
Apretó los dientes, contuvo el aliento y las lágrimas que clamaban por descender por sus mejillas. Riki estaba muerto… 
 
-Ha sido suerte, Raoul – Iason habló rompiendo el silencio antes que su hermano cruzara la puerta de salida – Sólo una pizca de suerte que llegaras precisamente en éste momento – alzó la mirada enojada en su dirección. Raoul mantenía la espalda recta y el porte firme sin siquiera mirarlo. Iason sabía que no permanecería inmune si supiera…
 
Pensando rápidamente en cómo tomar ésta oportunidad, se limpió el rastro de lágrimas y se puso de pie en toda su altura.
 
-¿Quieres saber Raoul Am? Sígueme. 
 
Los ojos verdes no dejaron la figura de Iason que se alejaba por el oscuro pasillo de manera silenciosa. Claro, Iason Mink había entendido a la perfección que podía recuperar su memoria si se exponía a la situación indicada. Él podía hacerlo sin la intervención de nadie, todo éste tiempo su antiguo yo había prevenido la corrección y preservado sus recuerdos. No lo había hecho antes porque no encontraba el propósito… como segundo al mando y siendo la perfecta creación de Júpiter, él seguía las reglas impuestas. 
 
Pero aún así… la necesidad excesiva de saber… fue aquello que lo motivó a traer a Riki hasta aquí y revelar la verdad sin más consideraciones. Pensaba que la traición de Iason sería algo reservado en el trabajo, fuera de estas paredes… Raoul no sospechaba nada más que la nostalgia que sentía cada día desde su corrección… La tristeza y el insomnio consumiendo sus pensamientos ¿La explicación estaba al final del pasillo? 
 
Como guiado dentro de una pesadilla, sus piernas se movieron solas y fueron detrás de Iason. Una voluntad superior empujando a su sistema, para salir de la bruma absoluta que dejaba la pena que reconocía en su existencia. 
 
Iason estaba frente a la puerta abierta mirando distante el interior.
 
-¿Tomaste la iniciativa? 
 
-Maestro, la orden fue que recibiera alimentos una vez cada día… – Raoul escuchó la voz educada del mueble mientras se acercaba. Reconoció que su corazón artificial golpeaba más fuerte y marcado contra sus costillas – Quería asegurarme que comiera…
 
La voz se apagó y dejó flotando la explicación, la mirada de Iason seguramente terminó por intimidar a Den.
 
-Mira adentro, Raoul.
 
El conflicto fue la avalancha que aplastó a Raoul. Un conjunto ordenado y sistemático de su historia golpeando su mente de todos los recuerdos que eran valiosos, que le daban sentido a su vida, la felicidad y el amor que inspiraba sólo comparada con el amargo adiós que le susurró en sus labios en está misma habitación… su Katze.
 
Katze.
 
Su amor. 
 
-Inútil – Iason evitó que cayera al suelo, sujetó a Raoul por el pecho y susurró en su audición – Maldito inútil. Dejaste morir a Riki.
 
Con toda la fuerza de sus dedos agarró a Raoul por su largo cabello en un puño cerrado sobre la nuca. Y no dejó de susurrarle al oído palabras venenosas para acompañar su regreso a ésta jaula maloliente del animal que la habitaba. 
 
-Tú… I… Iason – rápidamente el bello y compuesto rostro de Raoul Am estaba empapado de lágrimas – ¡Cómo pudiste! ¡Suéltame! ¡Suéltame! 
 
Su desesperación creció cuándo descubrió que en realidad no podía escaparse del agarre sobre su cuerpo. Quería correr dónde Katze ¡Oh! ¡Por Júpiter! Su Katze… el tesoro que guardaba su corazón reducido a ese estado enfermizo y frágil. 
 
Katze estaba encogido con la espalda contra la pared y el rostro lo más cerca que podía de sus rodillas. Por el movimiento errático de su cuerpo se notaba que sollozaba silenciosamente. No se enteró de lo que sucedía, de la amargura y desesperación con la que era mirado por unos ojos verdes.
 
-Saca la comida – fue la orden a Den – No habrá cena ésta noche.
 
Oculto bajo una máscara blanca de obediencia, Den cumplió la orden completamente mortificado. 
 
-¡Suéltame! ¡Maldito degenerado! ¿Qué le hiciste?
 
Afirmando su agarre, Iason pegó su cuerpo al de Raoul.
 
-Claro que recuerdas todo… ¿Estás viendo a Katze ahora o al despojo que  fue reducido? No es capaz ni de alzar la mirada.
 
-¡Suéltame! T… tú, tú.
 
-Sí, yo… muchas veces y de todas las formas posibles se lo hice a Katze, ¿Dónde crees que acabó Guy todo éste tiempo? También traje a la quimera. 
 
Su impotencia creció cuándo vio, sobre el cuerpo que cuidaba con amor, innumerables marcas en diferentes tonos, eran los hematomas producto de la restricción que sufrió por los tentáculos y las demás señales… 
 
Por supuesto que Iason pensaba que saborearía en demasía el instante de pisotear a Raoul, pero todo quedaba eclipsado por lo que sentía al perder a Riki para siempre. Tanta agonía… que debía retribuir al único responsable.
 
El cerebro mejorado de Raoul, zambullido en la realidad de sus sentimientos gritaba que todo estaba cayendo en picada. Al revelar la verdad no había hecho más que sentenciar definitivamente a Katze e incluso a sí mismo ¿Cómo podía salvar a Katze? Había fallado antes, le falló… no podía dejarlo así…
 
No ésta vez. 
 
-¿Viste cómo se encuentra? Puedes sospechar lo que hice con Katze y la imaginación no te alcanzaría…  inútil Raoul. Tú mataste a Riki.
 
Al mismo tiempo que pronunciaba esas palabras lentamente y con veneno, Raoul sintió la punta afilada traspasando las capas de su piel junto a los tejidos de su cuerpo, desde su abdomen hasta llegar más abajo de su ombligo. Todos sus sensores en funcionamiento previnieron un sangrado abundante pero Iason no lo soltó. Lo golpeó detrás de las rodillas obligando a caer sobre ellas.
 
-Primero te mataré y mientras tu cadáver es sacado por los guardias de Júpiter, torturaré a tu basura hasta aburrirme ¡Sin Riki, no hay Katze!  
 
Sin Riki…
 
Desmenuzaría a Katze. 
 
Desollarlo vivo no sería suficiente, sus eternos gritos de dolor al ser aplastado por sus botas jamás le traerían paz.
 
-¡Estás olvidando algo, Iason! – Raoul logró hablar a través de su dolor, tanto físico como de su sentimientos. Nada dolía más que ver al propósito de su vida lastimado en cada rincón de su cuerpo. A pesar de su presencia y todo el escándalo, Katze continuaba absorto en su propio llanto… Raoul había intentado resguardar la estabilidad mental de Katze, pero en éste punto eso era una balsa olvidada en medio del océano. 
 
Agitado con todas esas emociones atronando sus sentidos, Raoul ordenó sus palabras. A toda costa debía sacar a Katze de ahí. Ésta vez no podía fallarle. 
 
-¡No estoy olvidando nada! – siseó en la audición de Raoul – Claro que te mataré.
 
-La máquina donde está conectado Riki, es lo único que lo mantiene funcional. Él sufrió una falla orgánica múltiple que derivó en su muerte por derrame cerebral. Riki es un vegetal ahora. Ahí lo tienes, puedes esperar un puto milagro a que un día se recupere y entregarme a Katze o sólo debo apretar un botón de mi brazalete y lo desconectaré. Ahí sí, no habrá nada que hacer por Riki, jamás. Se pudrirá en tus manos. 
 
Iason vio que un solo movimiento de las manos de Raoul, un dedo acabaría con el eterno sueño de su amada mascota. 
 
Raoul lo miraba enojado pero expectante, atento a cualquier señal que podría surgir en cualquier dirección, estaba decidido, no dudaría.
 
Su mente trabajó en los diferentes escenarios rápidamente, ésta era la última jugada desesperada que era capaz Raoul. Iason apretó los dientes, ¡Maldito! Incapaz de tomar una decisión lo tomó por los hombros y lo obligó a ponerse de pie. Raoul perdió más sangre por la enorme herida que traspasaba su estómago pero sin importarle eso, lo arrojó en dirección a la sala, por el mismo lugar que llegaron. 
 
Al alejarse, la puerta de la habitación de Katze se selló silenciosa. 
 
Iason volvió sobre sus pasos, ignorando a su hermano que se ponía de pie sin alejar su amenaza de su brazalete. 
 
Al volver la mirada en dirección a la cápsula, intentó calibrar la realidad con lo que sentía. Riki aún estaba conectado, y solo un milagro lo despertaría. Esperando eternamente por él…
 
Raoul lo engañó por intentar salvar su propio cielo, ¿era verdad que él había provocado todo esto? Arrinconando a los demás al límite de su tolerancia, pero lo hizo para tener a su mestizo recuperado y resultaba, que Raoul le vendió falsas esperanzas todo éste tiempo. 
 
¿Qué le estaba pidiendo? Que le entregara a Katze y él se quedaría con Riki dentro de esa máquina. 
 
¿Katze y Raoul juntos, mientras él atesoraba un cascarón vacío?
 
No dejó de mirar a Riki mientras escuchaba la débil voz hablando en su cabeza que le pedía no dejar a la razón de sus sentimientos solo en esa cabina. Un débil halo de conciencia diciendo que Riki podía volver a abrir sus hermosos ojos, diciendo que tenga esperanza… que no la abandone sólo por su deseo de causar dolor como retribución. 
 
¿Iba a despedirse de Riki con las manos ensangrentadas? 
 
Cerró los ojos… 
 
No.
 
Desde la profundidad de su pecho pronunció las palabras que odió decir, pero lo hizo para estar solo con Riki lo antes posible… Rápido y silencioso Raoul se alejó por el pasillo. 
 
Escuchó su voz teñida de amor, el sonido de su ropa envolviendo su tesoro y cargándolo contra su pecho. Vio a Raoul llevándose a Katze por la puerta… y fin.
 
¡Claro que no!
 
Al abrir los ojos, Raoul aún estaba delante de él, sangrando y esperando.
 
-Puedes quedarte con el cadáver de Riki y con el de Katze – dijo Iason con los dientes apretados, fulminando a Raoul con la mirada. Le dio la espalda y sin vacilar más, apretó el cuchillo que tenía en la mano, lleno de la sangre Élite y se encaminó donde Katze. 
 
-Dejaré que lo escuches gritar.
 
-¡No permitiré que lo lastimes más! 
 
Pensó que Raoul conocía su superioridad física y un enfrentamiento frente a frente no era una alternativa a la que ceñirse. Pero en el estado enloquecido y sin mas opciones… 
 
Iason cayó producto del empujón en su espalda. Inmediatamente sintió el intento de ser reducido y apresado por las manos y el cuerpo de Raoul. Todas sus fuerzas en ejecución.
 
-¡Suelta a Katze! ¡Te mataré, maldito!
 
Sacó a Raoul de su encima con un solo movimiento, sintiendo que sus fuerzas físicas emergían desde su interior como una explosión junto a su rabia. Riki estaba muerto… muerto.
 
Y ahora Raoul quería matarlo, otra vez.
 
Raoul chocó con la pared opuesta, pero no se tomó el tiempo para recuperarse; se levantó y arremetió de nuevo. Iba a romperle el cuello, aún si Iason le arrancaba los brazos en el proceso.
 
Cuando Iason recibió el ataque como de un toro enfurecido, la fuerza de inercia lo hizo chocar contra la pared. 
 
-¡Maldito! – Raoul estrelló su puño cerrado contra esa cara que apenas reaccionó con el impacto. Pero continuó una vez más. Al intentarlo la segunda oportunidad, Iason detuvo con las suyas las manos de Raoul. El forcejeo dio inicio con renovadas fuerzas. El cuchillo sobresalía de las manos de Iason, relampagueando con su brillo mortal entre ambos. 
 
Sin duda alguna, Iason era más fuerte y dio la primera muestra de aquello. En cuanto encontró ventaja, asestó otra puñalada sobre su hermano. Quería hacerlo directamente en el corazón, pero fue más abajo. 
 
Raoul jadeó al sentir el arma afilada traspasar su carne, provocando que más hilos de sangre se escurrieran desmedidos. Iason se incorporó, sin alejarse de Raoul para no darle tiempo de recuperarse. Con un movimiento de sus pies lo puso boca abajo, fue como mover un pesado bulto, pero continuó sin inmutarse. Usando toda la fuerza de su bota, le imprimió fuertes pisotones en la columna, repetidas veces, prefiriendo la zona alta para dañar sus costillas. Raoul gritó entre dientes al sentir las primeras quebrarse.
 
Un pulmón… los dos atravesados.
 
-¡Estúpido! Creíste que podías superarme. Que esto era suficiente para salvar a tu basura ¡Katze! ¿Escuchas esto? ¡Mataré a Raoul antes de ir por ti! – gritó Iason sin dejar sus poderosas patadas, ésta vez en los muslos y las piernas – ¡Pisaré tu cráneo Raoul y lo haré lentamente para tener el gusto de sentir tus huesos bajo mi bota. Además, para gozar tu muerte, cerraré mi mente a Júpiter, no sabrá que intentaste ésta locura. Primero iré donde Katze y haré con él lo que tú nunca pudiste ¡Poco hombre! Haré crecer mi miembro hasta desangrarlo ¡Aguantará mucho! La quimera llegó a una profundidad y grosor insalubre.
 
Con sangre entre los labios, Raoul esperó que Iason se acercara a la altura de su cabeza. No tenía que caer en su maldito juego mental ¡Iason mierda absoluta! 
 
Apenas lo tuvo cerca, usó el mismo cuchillo que tenía enterrado en el estómago para cortarle el muslo. Sólo necesitó un movimiento preciso de su brazo para rebanar una importante arteria. Claro, no era mortal, pero era un daño considerable. Además no perdió el cuchillo, qué volvió a usar para provocar la misma herida en el otro muslo. No alcanzó a hacer más, Iason enfurecido lo alzó por los hombros y descargó un puñetazo en su estómago.
 
Por la fuerza del golpe, Raoul aterrizó con un ruido estrepitoso sobre la mesa del comedor. Varios artículos salieron volando, todos puntiagudos y filosos. La mesa de fina madera lustrosa se quebró en trozos deformes de astillas desparramadas. 
 
Escupiendo la sangre que brotaba y no le dejaba respirar, Raoul enfocó su visón en Iason que le dio la espalda nuevamente y se alejaba por el pasillo.
 
Raoul volvió a correr sujetando lo primero que encontró. Resultó ser otro cuchillo afilado. Milisegundos bastaron para comprender que Iason había elegido de su colección, uno para dañar a Katze. Que sea atacado por sus propias armas era lo mínimo que le podía suceder.
 
Con uno en cada mano se abalanzó para clavarlo en la parte suave y desprotegida de su garganta. Uno por cada lado para arrancarle la cabeza. Iason giró, antes de poder tocarlo con el metal pulido y sujetó sus manos. 
 
-¡Creíste que podías sorprenderme!  
 
Raoul soltó un grito gutural cuando a una velocidad relampagueante, Iason lo sostuvo de la ropa y lo estrelló en la pared del pasillo, pero sin soltarlo tomó de sus manos el afilado instrumento y lo clavó en un ojo.
 
-¡Maldito! Acabaré contigo también.
 
Cayó sentado, resbalando cuando Iason lo soltó. Todos sus sensores funcionando indicaban que perdió por completo la vista del ojo reventado y fue por milímetros que el metal se detuvo antes de alcanzar su cerebro. 
 
Conmocionado por todas sus heridas y la pérdida de sangre, tuvo la fuerza para impedir que Júpiter hablara en su mente e interfiera en sus pensamientos. Cerró su mente al igual que Iason, ella no sentiría nada. A ninguno de los dos les convenía que conozca los hechos que estaban ocurriendo bajo su propio techo. Pero por motivos muy diferentes: después de asesinar a Iason, Raoul tenía que tomar a Katze y huir de las manos de Júpiter, sin importar si se convertía en un desterrado y perseguido; Iason quería hacerle cosas horribles a Katze antes qué el cadáver de Raoul se enfriara o los androides de Júpiter se lo llevaran.
 
Sacó el cuchillo de su cuenca orbital de un solo tirón, la pérdida excesiva de sangre Élite lo dejó mareado. Su ropa, cabello y rostro eran de ese color artificial que teñía de forma viscosa todo a su paso. Dejó caer las manos a los lados de su cuerpo mientras atrapaba el aire para respirar. Apoyó la cabeza en el concreto y oscureció la vista para medir el daño que tenía. 
 
Iason estaba de pie, alejándose cada vez más. En dirección a Katze, a su Katze. Que estaba detrás de la puerta… tan cerca.
 
No podía fallar. No otra vez.
 
-¡Den! – el rugido Iason  convocando a su mueble resonó, el joven visiblemente afectado y conmocionado se acercó con rodillas temblorosas – Si Júpiter se comunica, no menciones una palabra. 
 
Una reverencia profunda y Den se alejó por el otro lado del pasillo. Pasando por delante de Raoul que solo vio los pies medianos y silenciosos.
 
Con el estómago atravesado por el cuchillos dos veces, costillas rotas y como consecuencia de eso sus pulmones perforados; el fémur de una pierna y el peroné de la otra, ambos huesos rotos; pérdida total de un ojo…
 
¿Iason lo estaba dando por vencido? Tal vez se quedaría cómodamente entre las llamas por una pierna cercenada a esperar la muerte, pero no era el estilo de Raoul. Él se arrastraría cuesta arriba por Katze.
 
Por Katze. 
 
Iason controló el flujo sanguíneo de sus extremidades inferiores para reducir la pérdida de sangre y se concentró en lo que vendría. Hacer gritar a Katze para que sea lo último que escuchara Raoul. 
 
No esperaba que su hermano, en ese estado agonizante tuviera la fuerza para ponerse de pie y que lo tomara de los hombros para arrojarlo en dirección opuesta. 
 
Fue demasiado rápido para todos. Raoul se abalanzó nuevamente para apuñalarlo en el pecho; Iason había caído boca arriba, pero el Blondie de hielo para evitar el ataque tomó lo primero que pudo. 
 
Raoul atravesó carne y su rostro fue salpicado por la sangre roja y caliente de Den. Iason, usándolo de escudo sobre él permitió que el joven mueble fuera atravesado de una sola vez en el estómago. La luz abandonó sus ojos aún sin entender cómo es que sucedió. De una patada, Iason sacó a Raoul de su encima, derribándolo a unos metros. En cuanto a Den, fue botado a un lado como un escudo roto.
 
Raoul boca abajo, tardó en incorporarse. Sólo sintió que era devuelto al suelo por la presión de una fuerte bota en su nuca. Que iba con fiereza sobre su cráneo y volvía a alejarse. Iason pisoteó tres veces así a Raoul, reventando su frente y rompiendo su nariz.
 
-¡Te mataré ahora! Inútil, tonto, tonto el eterno segundo ¡Segundo en todo! Menos en el culo de Katze. Ese es un kilometraje que no puedes contar.
 
De una patada le reventó la boca y partió sus dientes.
 
Raoul salió rodando por el suelo en un desastre ensangrentado. Iason se acercó para dar el último tiro de gracia, era suficiente. Había permitido tantas sandeces. Primero, que nunca pudiera salvar a Riki. Su romance estúpido con un mueble de su propiedad, que intentara matarlo aliándose con Guy y ahora esto. Debió matar a Raoul en cuanto presenció su traición.
 
Le pisaría el cráneo y eso sería todo.
 
Bajó la pierna para aplastar la cabeza de Raoul, pero apenas una fuerza limitada impidió su objetivo. Raoul sujetó a Iason por el zapato con lo último de sus fuerzas.
 
-Katze… – salió de sus labios maltratados.
 
Iason cayó al suelo de espaldas por el movimiento brusco que Raoul hizo provocando que perdiera el equilibrio. Inmediatamente lo tuvo encima.
 
A causa de un reflejo, Iason alcanzó a sujetar el afilado instrumento cuando tocó la punta de su ojo, cortándose los dedos.
 
Desde que cada día se parecía más al infierno, Raoul fantaseaba con apuñalar a Iason en los ojos, esa mirada enferma parecida a cristales rotos, agua sucia o un espejo desgastado. Aún cuando su agarre fue detenido, Raoul no soltó el cuchillo ni abandonó sus fuerzas.
 
-¡Muere! Muere de una vez por todas maldito infeliz. 
 
Raoul gritó por el esfuerzo con todas sus energías, para lograr sobrepasar el cuerpo superior de Iason y bajar el cuchillo sobre su ojo.
 
Primero superficial y luego una pequeña explosión del globo ocular. Iason resistió el ataque, pero sus dedos fueron rebanándose sobre el filo del cuchillo, perdiendo agarre. Raoul logró bajar de una sola vez toda la afilada hoja, cortando todo a su paso.
 
Aún con el cuchillo atravesando centímetros de su cerebro, Iason no cedió, sintió la pérdida de sus funciones motoras y vitales lentamente. Conduciendo sus últimas fuerzas llevó sus manos heridas al cuello de Raoul.
 
En un segundo tras otro, sintió que el tiempo se paralizaba al sentir que su cerebro se apagaba. Cerca de él, a los pies de Riki iba a morir… su mestizo, todo lo había hecho por Riki… 
 
Usó, manipuló y aplastó a cualquiera para abrazar la dicha de tenerlo sin importar el costo… Sí, todo valió la pena… desde el inicio se engañó con esperanzas vacías pero prolongó su felicidad mientras agotaba la vida de los demás. Dejó de apretar el cuello de Raoul e intentó alcanzar a su mestizo… al menos tocarlo por última vez… deseó desconectar la máquina para que su último viaje también sea unidos. Riki…
 
-Desconéctalo… –  salió de su boca esforzando las palabras.
 
-¡No!
 
Su último pensamiento fue sobre la injusticia de irse solo y la crueldad de Raoul de dejar a Riki eternamente atrapado en la nada.
 
Fue cuando el ojo intacto perdió el brillo de la vida, que Iason Mink dejó de sacudirse. Una sola mano enguantada completamente ensangrentada quedó lo más cerca que pudo de tocar por última vez a su amado Riki, su mascota mestiza. 
 
Iason por fin había muerto.
 
Acelerado y torpe, Raoul tomó el brazalete de Iason y rebuscó en las opciones para abrir esa puerta, tocando la pantalla manchada de líquidos espesos la encontró. Y la abrió.
 
La puerta para sacar a Katze. 
 
Raoul intentó incorporarse sólo para descubrir que no lograba hacerlo. Todos sus sensores estaban en alerta al detectar que la sangre restante en su cuerpo seguía encontrando orificios de salida ¿Iba a desangrarse antes de llegar? Imposible.
 
-¡Katze! Soy Raoul… ¡sal de ahí por favor! – gritó conmocionado a través de toda la deformación de su boca; estaba seguro que Iason le había quitado el collar y la cadena. Katze podía moverse… podía salir – Mi amor… 
 
Apoyándose en la pared se incorporó ordenando a su sistema no ceder ante la pérdida de sangre y la debilidad de su cerebro por los órganos dañados. 
 
Era Katze el que necesitaba ayuda… debía lograrlo. 
 
Usando sus energías de reserva cojeó acortando el camino. Pensando rápidamente en qué hacer una vez que lo tenga en frente… Katze…
 
Por su amado Katze…
 
Tomarlo con su capa, envolverlo y llevárselo hasta su departamento. Antes que Júpiter… antes que su Creadora…
 
Por supuesto que la avanzada Inteligencia Artificial sintió el bloqueo de sus hijos, de ambos amados y perfectos Blondies y era suficiente para insistir en comunicarse con ellos. Cuándo logró invadir la mente de Raoul… no pudo hacer lo mismo con la de Iason por razones que la estremecieron al mismo tiempo que entendía lo que sucedió en el piso más alto de su sagrada Torre. 
 
Raoul sintió el grito de Júpiter ante la comprensión del disturbio… Iason estaba muerto. Y su segunda creación perfecta, agonizaba…
 
Silenció la mente de Raoul mientras lo obligaba a apagarse para preservar su vida. Había muchas explicaciones que entregar pero no ahora…
 
Raoul Am luchó contra la voluntad suprema de Júpiter para intentar darle un mensaje, su tenacidad invadida de temores escabrosos ante la pérdida de voluntad de su cuerpo que caía lentamente en la pesadez. Sus ojos alcanzaron a ver que la puerta se sellaba en su delante encerrando a Katze… una vez más. 
 
Con profundo pesar, Júpiter comprobó su dolor cuando sus androides llegaron al ático de su hijo dorado. Encontrándolo muerto en medio de su casa. 
 
Sus órdenes fueron claras en su proceder. Se levantó con respeto y cuidado el cadáver de su hijo para que sea llevado a su presencia; Raoul Am debía ser atendido sin contratiempos y el mueble de la casa llevado al hospital; la mascota ZM 107 debía ser devuelta al laboratorio de Raoul; había registros de una mascota quimera, debía ser sacada y puesta en resguardo. 
 
Con todos los habitantes de la casa afuera y aún con la necesidad de saber. Júpiter respetó la memoria de su hijo y guardó el luto ordenando que se fueran las luces. Por primera vez el ático de la Torre Eos permanecería cerrado y en total oscuridad. 
 
 

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