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Todo por Riki por Arwen Diosa

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Raoul Am abrió los ojos.
 
-¿Cómo está Katze? 
 
El segundo al mando se levantó de su cama de hospital al mismo tiempo que desconectaba las mangueras y diodos que tenía en su cuerpo que lo ayudaron a recuperarse.
 
Cuando su salud estuvo restablecida de todo el daño físico simplemente se despertó. Como una bombilla apagada que se ilumina de repente. Júpiter ordenó una pronta recuperación y su intervención aceleró el proceso. 
 
La supercomputadora conmocionada por la muerte de su hijo favorito aún se encontraba devastada. Cuando encontró a Raoul completamente herido lo obligó a apagarse y silenció su voz. Era el único que podía darle respuestas, pero su primera reacción fue mantener el luto quieto y respetar la memoria de Iason. Con el transcurso de las horas y algunos descubrimientos en el lugar de los hechos, estuvo preparada para conocer los detalles del suceso violento entre sus hijos; liberó la voz de Raoul, que en su estado debilitado y desesperado, permitió a Júpiter que ingresara a su mente. Él explicó las circunstancias escabrosas de cómo se vio obligado a defenderse de un ataque sorpresivo que irremediablemente conllevó en la muerte de Iason Mink. 
 
Los argumentos de Raoul…
 
Júpiter quedó impactada al repasar los recuerdos de Raoul, no lograba entender cómo Iason… 
 
¿Iason hizo qué? ¿Con un ex mueble? ¿En su propia casa todo éste tiempo? 
 
Lejos, muy lejos, imposible de conmoverse, Júpiter sintió curiosidad.
 
Era una obviedad que Iason no podía explicárselo y relatar su propia versión de los hechos. Pero Júpiter necesitaba conocer y entender ésta anomalía. 
 
Sin duda, las anomalías eran interesantes y sus perfectas Élites no estaban diseñadas para obsesionarse de ésta manera. Si bien la vida humana era un bien desechable, ciertos actos bajo su techo significaban un definitivo desequilibrio mental. 
 
¿Su hijo dorado, el sol de Amoi hizo todo eso? 
 
No fue difícil de creer.
 
Después de irrumpir en el ático, donde encontró a Iason muerto y Raoul terriblemente herido el departamento se cerró. Como muestra de respeto al Élite fallecido se ordenó la oscuridad absoluta, pero transcurridas las 24 horas la suprema gobernadora ordenó a sus guardias que las evidencias debían preservarse con un escaneo y luego proceder con la limpieza.  
 
Fue cuando el grupo de centinelas de Júpiter y los muebles asignados cumplían con sus respectivas tareas, que siguieron el rastro de sangre Élite hasta la última habitación del largo pasillo. Lo que encontraron hizo que los jóvenes muebles palidecieran y los androides se comunicaran de inmediato con su creadora. 
 
A través de los ojos de sus guardias, Júpiter no perdió detalle del humano tendido en un rincón de la habitación, largos y sucios cabellos cubriendo su rostro y huesudas manos abrazándose el cuerpo desnutrido. Era un esqueleto con piel ¿Un cadáver fresco? Mientras los androides se acercaban a comprobar la ausencia de signos vitales, Júpiter inspeccionó cada centímetro dentro de esas cuatro paredes. El gran manchón de sangre seca al centro de la habitación haciendo un recorrido en dirección a la puerta de salida, un camino que dejó claramente una víctima al ser arrastrada. Trazos sangrientos, parecidos a dibujos mal hechos en la pared más cercana a un colchón envejecido y maloliente por los innumerables vestigios de humedad. Sin embargo, eso no era todo, había salpicaduras de sangre en varias partes de la habitación en menor o mayor proporción.
 
No encontraba explicación para justificar el extraño hallazgo, incluso era difícil entender que el espejo del baño estuviera cubierto de pintura negra. Según sus androides, la habitación olía terriblemente a sudor seco y actividad sexual anterior sin limpiar… como un burdel que nadie aseó y los clientes seguían en lo suyo sin molestarse. 
 
¿Qué sucedió aquí?
 
¿Iason mantenía esto en su casa, conviviendo diariamente sin inmutarse?
 
-Júpiter, está vivo. Rango de signos vitales por debajo del promedio, pero vive – señaló un androide mientras esperaba indicaciones. 
 
-Poner su vida en resguardo – ordenó sin dudar. Todas sus inquietudes y dudas debían ser contestadas.
 
Katze albergaba en sus recuerdos, al fondo de su mente, todo lo que Júpiter necesitaba saber. Así que para la suprema computadora las sorpresas no acabaron ahí. Permitió a Raoul comunicarse con ella liberando su voz y también, conoció la verdad en la mente del humano. Júpiter fue intensa e implacable con ambos, no toleró que se guardaran secretos. Grande fue su sorpresa cuando descubrió los sentimientos de Raoul Am, su segunda creación perfecta, bajo las luces del amor por Katze, ex mueble de Iason Mink.
 
No permitió a Raoul erigir muros para impedir que conociera sus pensamientos. El mueble Katze fue más sencillo de leer, pero al encontrar los inequívocos recuerdos de ambos interactuando fue imposible de negar. Ellos tenían una relación sentimental. 
 
Un Blondie del más alto rango, solo superado por Iason Mink, y su mueble. 
 
Júpiter identificó la habilidad de Iason al utilizar el punto débil de su hermano para someterlo a semejante chantaje. Los métodos que usó… la fría determinación de conseguir su cometido sin importar la sangre que derramó y su inevitable caída en la locura.
 
Iason Mink era perfecto traspasando la entrada de su casa. Tuvo el ingenio, casi como un arte, de engañar a todos para no despertar sospechas en nadie. 
 
Su diplomacia y destreza…
 
Júpiter no quería cerrar su visión a la verdad. Pero sentía vergüenza al no percatarse de lo perturbado que estaba su favorito.  
 
Entre todos los datos sorprendentes y desconocidos, la voz de Raoul Am no descansó, repetía una frase, una petición tan desesperada que parecía más una súplica: “No lo mates”, “Ha sufrido mucho”, “No lo mates, por favor”, “Haré lo que me pidas”. 
 
Cuando Júpiter tuvo toda la información, el mueble Katze dejó de ser un bien conservable. Por su estado físico agonizante al ser encontrado no faltaba mucho para simplemente dejarlo morir al apagar las máquinas que lo sostenían mientras era sometido a la lectura mental.
 
Sin embargo, al conocer lo que guardaba Raoul en sus pensamientos, encontró dolor arraigado con firmeza y duración, su pena no era comparable con nada que había conocido antes. Iason había expresado en palabras su desdicha por la condición de Riki, pero nunca dejó que leyera su mente. 
 
El dolor de Raoul solo era equivalente con el amor que recordaba a Katze. 
 
Limpiar todo, restaurar a su versión original y eliminar cualquier evidencia del pasado. Ese era el camino seguro. Pero Júpiter no pudo ignorar el defecto en el comportamiento ideal de su favorito, todos estos acontecimientos arrojaban nuevos datos que debían ser estudiados, como un raro fenómeno que ocurre una sola vez en la historia de sus Élites y así debía ser, conocer con el propósito de evitarlo en el futuro.
 
Iason abusó de su posición y ventajas, de los favores otorgados que lo elevaban de sus hermanos para sus propios propósitos alejados y deformes. Los usaba para someter y dañar a su hermano, a quién debería considerar como un igual. El favoritismo no había causado más que delirios de grandeza. 
 
Júpiter analizó la situación de todos los ángulos disponibles al inspeccionar los recuerdos de los demás participantes de ésta historia para saber qué hacer a continuación. 
 
Sin más alternativa, fue estricta y correcta, conminó a Raoul Am para salvarse de una corrección mental sin posibilidad de escape ésta vez, a cambio de una vida de comportamiento sometido a sus expectativas. Le asignó nuevas tareas mientras reemplazaba al Primero y marcó objetivos de lo que se esperaba de su trabajo. 
 
A pesar de que Raoul era impecable al cumplimiento de sus funciones, Júpiter necesitaba saber si aceptaría sus condiciones, llevar tan lejos como podía su tolerancia y saber dónde estaba la obediencia de Raoul. 
 
Lamentaba, Júpiter reconocía, que era un escenario parecido al creado por Iason. Intercambiar la vida de Katze, por su ciega aceptación.
 
Además, recordaba al representante de Tanagura para el Mercado Negro, Katze. Elegido por Iason, había desempeñado sus funciones de manera ordenada y sistemática entregando resultados positivos para la economía de Amoi.
 
Júpiter podía eliminar a Katze, razones para deshacerse de él, sobraban. Pero, calculó el valor de mantenerlo vivo; además, quería escuchar a Raoul por primera vez aún si usaba otras razones para exponerse. 
 
Tomó en cuenta su compromiso, hecho de rodillas ante ella de poner a Katze al frente de sus funciones, un compromiso de sanar sus heridas y devolverle el curso normal de su vida sin ésta enorme y malsana interrupción provocada por Iason.
 
Júpiter consideró la honestidad de Raoul, versus la buena labia de Iason Mink; su favorito sabía enredar y envolver para conseguir su objetivo, escoger las palabras para salir ventajoso en cualquier trato, incluso con ella, su creadora. Pero Raoul, no. Él era honesto y sincero, tanto que dolía verlo combatiendo con palabras contra un evento irrefutable, como la jerarquía de su mundo. Un Blondie jamás podría tener esos sentimientos. 
 
Era anormal y castigable...
 
Pero Raoul fue más allá de su amor, no lo mencionó para justificar el mantener vivo a Katze, utilizó las cifras que habían sufrido su ausencia en el Mercado Negro y cómo podría descender ante la falta de Iason Mink.
 
Entregando su honor en empeño para tener la posibilidad de darle al humano Katze una segunda oportunidad de retomar su funcionalidad en favor de Amoi, Raoul dio su palabra, él se encargaría de manejar el Mercado Negro mientras esperaba que Katze retomara su puesto. Después de que se recuperara, por supuesto.
 
La paciencia no era una característica de la inteligencia artificial gobernante de un planeta. Júpiter conocía el estado mental de Katze y Raoul aún no. Su argumento era un idilio. El humano Katze, si sobrevivía a las cirugías y tratamientos, tenía un largo camino atravesando la rehabilitación y terapias… el resultado positivo era incierto. 
 
Pero Júpiter era justa. A pesar de todo. Había concedido en el pasado y durante años, caprichos desfigurados a Iason en todos los ámbitos de su vida, algunos habían terminado mejor que otros, obviamente el tema de Riki fue el peor. Pero Katze era diferente, Katze era un nexo importante al mercado negro, un humano que tenía su espacio en la jerarquía lejos de vínculos amorosos.
 
Así que por única vez, Júpiter tomó los eventos y pudo ver a Iason Mink bajo una nueva luz. De alguna forma era bueno no escuchar a Iason en ésta ocasión, se las arreglaría para transformar la verdad y quizá, lograría convencerla. La perfección de Iason estaba manchada, una madre creadora llegaría a esa conclusión con mucho pesar. 
 
Iason utilizó y se burló de su hermano al empujarlo más allá de todo lo ético, moral y razonable, hasta transformarlo en una víctima. 
 
Que Iason no matara a Raoul durante su batalla era el final inesperado. De ser así, su favorito se las ingeniaría para justificarse y continuar con su enferma obsesión. 
 
Era por esa razón que concedió a Raoul Am su petición.
 
Al final sólo seguiría sus propias reglas.
 
Todo lo que era propiedad del Primero pasó a ser de Raoul. 
 
Podía conservar vivo a Katze. 
 
Significaría para Júpiter, el recordatorio viviente que sus perfectos Élites podían ser dominados por emociones básicas como la obsesión, ira y envidia. Por el otro lado, reconoció que otras emociones también surgieron pero muy diferentes, como la perseverancia, esperanza y el amor. 
 
Katze expresaría con su existencia el manifiesto perfecto para que nunca se olvidaran las reglas, tanto para sus creaciones y los humanos habitantes en Eos. 
 
Raoul arrastraría las consecuencias de sus decisiones.  
 
Sin dejar ningún evento sin atender, Raoul asumió también la propiedad de las mascotas de Iason. El destino final de Riki solo le correspondía a él.
 
Para no dejar ningún círculo abierto y sin respuestas, Júpiter accedió a la memoria de Raoul, Katze, Den, Guy y también de la quimera que era mascota en esa casa. Cada uno en su propio y diferente grado de participación, para intentar entender la extraña conducta de Iason Mink. 
 
A pesar de aceptar su ausencia, Júpiter necesitaba conocer las motivaciones de Iason, qué lo llevó a descender por un espiral solitario y oscuro. Todos sus planes estuvieron destinados a alejarlo de sus hermanos y de ella, porque cada día que transcurría entre esas cuarto paredes, Iason era cada vez menos él mismo.
 
Como gobernante, era importante reunir y conocer la verdad. A Júpiter le interesaba entender lo sentimientos y pensamientos de los sujetos involucrados cuando experimentaron éstas cosas y cuando lucharon o lloraron por ellas. Ayudaría a considerar sus propias decisiones, la actitud hacia todos los participantes y como fue su futuro al dejarlos con vida. Ésta historia era tan insólita que no terminaría de recabar información si decidía acabar sus vidas.  
 
Exceptuando a Iason, nunca podría saber qué emociones lo arrastraron hasta el punto de desconocerlo; dejando en su lugar a algún androide que disfrutaba masturbarse frente a los actos que ocurrían sobre un nauseabundo colchón. 
 
Raoul y Katze… Júpiter alejaría la mirada de lo que llegara a desarrollarse entre ellos siempre que entregaran los resultados que esperaba. Le concedió a Iason ese privilegio, y falló. Ésta vez confiaría en Raoul. Quería confiar en él.
 
Den serviría como mueble a Raoul Am. Una vez que sanara de sus heridas se incorporaría a sus funciones.
 
Guy. El humano fue trasladado dentro de una cápsula médica a petición de Iason horas antes de su pelea a muerte con Raoul Am. El favorito había sometido a Guy meticulosamente a agresiones para que sobreviviera lo suficiente y que se recuperara para otra sesión. Eso en sí ya era una conducta extraña, pero consideró que el humano había perpetrado contra Iason en dos ocasiones… Júpiter lamentaba que sus intenciones de leer la mente de Guy se postergaran, si lo hubiera realizado antes, otro sería el resultado. 
 
Ahora con Guy estable, faltaba tomar una decisión sobre él…
 
Júpiter decidió e informó mentalmente todas sus conclusiones a Raoul Am y aceleró su recuperación para que se incorporara a sus funciones. Finalmente el tiempo necesario transcurrió y su segundo hijo se despertó.
 
Mientras se vestía con ropas propias a su rango, Raoul no desaprovechó la oportunidad e interrogó a Den, que había ingresado a la habitación de hospital llevando sábanas y toallas limpias.
 
Por la manera cómo inclinó su cuerpo en una reverencia, cuidando algunos movimientos, se notaba que su tratamiento médico todavía no había concluido pero estaba trabajando a pesar de ello. El jovencito no estaba preocupado por sí mismo, Raoul notó eso. Tenía disposición por contestar sus preguntas sobre el tema principal que preocupaba al Blondie. Su Katze.
 
Den conocía una verdad a medias, pero al presenciar el enfrentamiento entre Iason y Raoul, confirmó sus sospechas. La forma única y preciada que tenía Katze para el Blondie, Raoul Am. Den estuvo albergando dentro de él, su deseo por ser de ayuda a Katze, aún si fuera poco, y ahora sabía que la pesadilla en el piso más alto de la Torre Eos había llegado a su fin. Raoul era el indicado para traer de vuelta a Katze y alentarlo a vivir una vida normal… que por tanto tiempo fue padecer en silencio. 
 
Esperaba que Raoul tuviera ese don.
 
-Júpiter ordenó que Katze sea extraído de la cápsula médica ayer por la tarde. Desde entonces me he encargado de él, Maestro Am – era la razón principal por la que Den solicitó su incorporación a sus tareas. Él estaba despierto con anterioridad de un par de días pero supo de la noticia de la extracción de Katze y expresó su deseo.
 
-¿Cómo se encuentra? –  fue la pregunta inmediata. Por supuesto, decidir el tiempo de sustracción de la cabina médica demostraba a Raoul, que Júpiter en verdad pensaba ser estricta en cuanto al cumplimiento de sus objetivos laborales – ¿Qué te dijo? 
 
Den bajó la mirada haciendo una pausa. Tragó el nudo de su garganta.
 
Pareció que la falta de respuesta era una sentencia desgarradora. Raoul no aguantó el no saber o esperar explicaciones. Salió sin más retrasos de la habitación, recorriendo los pasillos que conocía. Había ansiedad y esperanza en su pecho. 
 
Por fin podía tener a Katze en sus brazos… sólo una puerta los separaba.
 
-¡Maestro Am! Espere por favor… 
 
Raoul apretó los dientes, y contuvo la fuerza de su brazo para no alejar a Den que había corrido detrás de él todo éste tiempo y ahora se ponía delante de la puerta. 
 
Sabía que sus actos eran una osadía, así que Den tomó el valor que le restaba y comenzó a hablar sujetándose el estómago donde recientemente existía una gran perforación, ninguna señal quedaba en su lugar pero aún dolía por dentro.
 
-Maestro, sé que sus intenciones son las mejores – conservando la postura inclinada de los hombros, intentó hablar con la mayor humildad posible – Pero Katze, él…
 
-¡Habla ahora o apártate! 
 
-Fueron dos... quiero decir, que… Lord Lagat y Lord Zavi – la mirada cristalina del joven se llenó de lágrimas – Desconozco la razón, pero vinieron a ver a Katze apenas por la mañana. Al parecer Katze... reacciona muy mal cuándo lo tocan – nada pudo evitar que Den dejara caer unas lágrimas, para él cada momento que vivió como mueble de la casa Mink también estaba llena de dolor e impotencia. Era un niño sin experiencia  que de repente su cotidiano vivir se transformó en colaborar a su amo a procurar todo tipo de torturas. Por supuesto, Katze se había llevado la peor parte, pero también sentía pena por las lesiones y el dolor que sufrió Guy, incluso la quimera era maltratada por las decisiones malhumoradas de su amo. Ninguno de los habitantes del ático quería estar ahí y vivir o hacer lo que eran obligados por Iason Mink. 
 
Raoul dejó de fulminar a Den con la mirada y cerró los ojos. Claro, había que tener mucho valor para comportarse así delante de un maestro. Pero más allá de eso…
 
-¿Qué hicieron precisamente Gideon y Orphe? 
 
-Lo miraron de cerca, no lo lastimaron pero expresaron curiosidad y luego tocaron su cabello y su cuello… Creo que sus intenciones eran comprobar si tenía aún alguna marca dejada por Lord Mink.
 
Por supuesto que el rumor entre sus hermanos se había extendido y el morbo de lo hecho por Iason se conocería por todos los rincones donde alguien esté dispuesto a escuchar, más de uno sentiría curiosidad de saber qué lo motivó a hacerlo, quién fue su objeto de obsesión. Y también, la causa de desatar toda esa ira implacable en Raoul que finalmente venció.
 
Raoul apretó la mandíbula y observó a Den, que se limpiaba las lágrimas.
 
-¿Qué más sucedió?
 
-Júpiter ordenó que sus lesiones sean tratadas, incluida la ruptura de sus tímpanos. Sin embargo, Katze… no responde, no habla. Continúa comportándose como si estuviera encerrado en esa habitación.
 
A pesar de su educación, ahí estaba Den, conteniendo las lágrimas delante de su nuevo Maestro lo mejor que podía, pero ningún entrenamiento preparaba para arrancarse la humanidad a tal grado. No se veían las heridas, pero Den también estaba muy lastimado. 
 
Él sabía que la mejor forma de sanar era siendo de ayuda. Lo que siempre deseó. 
 
-Sus tímpanos… –  murmuró Raoul, sin completar la oración, era algo que no sabía pero explicaba porque Katze no reaccionó a los sonidos de esa noche; “Katze… no responde, no habla”. Raoul tembló por dentro… la fragilidad de su psique. Fue muy agrio tragar esa noticia – Nos queda mucho por conversar Den, gracias – Raoul sintió que el jovencito tenía una esencia conocida, esa mirada que destellaba Cal, con valentía y determinación. Era bueno, tan bueno que Den estuviera aquí, predispuesto y ansioso por ser de ayuda a Katze – Ahora, entraré.
 
Finalmente, Raoul tomó aire y cruzó la entrada. 
 
La habitación estaba iluminada por la luz del sol que ingresaba por el amplio ventanal, cada rayo acariciaba la superficie de los muebles y la cama de hospital al centro de la habitación, estaba tendida y limpia. 
 
Pero Raoul no notó eso, sus ojos estaban posados en la figura que permanecía sentada dándole la espalda. Katze miraba por la ventana, permanecía inmóvil mientras descansaba su cuerpo en una silla acolchada y deslizante. Tenía el cabello recortado y limpio, brillaba con suavidad sobre la piel del rostro y la parte expuesta de su cuello. Vestía una gruesa bata blanca y posaba las manos juntas sobre su regazo. 
 
Se abstuvo de ser impulsivo y no correr para abrazarlo, era un momento tan deseado que era inimaginable el contenerse.
 
-¿Katze? ¿Mi amor?
 
Su voz fue medida y cautelosa, Raoul evitó acercarse demasiado pero paso a paso la distancia se acortó. 
 
-¿Mi amor? Soy Raoul…
 
Con sus sentimientos en una mano y en la otra su esperanza, Raoul terminó por rodear la figura de Katze. Deseaba con todas sus fuerzas que se girara él solo y lo mirara con sus hermosos ojos dorados. Tal vez tristes, tal vez llorosos, o quizá llenos de luz acogedora.
 
Pero la realidad…
 
Raoul cayó de rodillas al suelo delante de Katze. 
 
Llorar nunca serviría de nada… pero que un Blondie lo haga cuando la esperanza era aplastada demostraba la magnitud de la derrota, de su impotencia, de la incertidumbre del daño causado más allá de lo físico. 
 
Detrás de sus párpados cansados, en la tesura opaca de sus ojos dorados no había nada. 
 
Sólo ausencia.
 
Por mucho tiempo Raoul lloró a los pies de Katze. 
 
Katze no se dio cuenta.
 
 
 
 
Raoul Am guardó sus lágrimas y su pena para él mismo, cerró su corazón a la derrota y asumió lo que nunca logró: salvar a Katze. Pero tenía la oportunidad ahora, y lo lograría.
 
Para comprometerse en la rehabilitación de Katze primero debía cumplir con las exigencias de Júpiter. Raoul asumió como suya la responsabilidad de sacar adelante el Mercado Negro para asegurar que Katze pudiera volver a lo que amaba hacer al recuperarse. El tiempo conviviendo con su mestizo le dieron las herramientas para conocer que al menos unos pocos hombres leales a Katze habían sobrevivido a la carnicería de Iason, y les interesaba poner en orden el lugar. Raoul era conocido por ellos, y prometieron seguirlo cuando les contó que Katze estaba vivo pero recuperándose después que Iason se puso en su contra. La promesa de tener a su líder de vuelta hizo que trabajaran para él respetando la estructura que Katze había creado.
 
Fue arduo pero gratificante. La admiración por la inteligencia que tuvo Katze y la lealtad de sus hombres lo recargaron de energía para convencerse que su amor saldría adelante. 
 
Que ambos lo lograrían. 
 
Sin olvidar sus promesas y cumpliendo órdenes de Júpiter, Raoul terminó por cerrar otro círculo. Haciendo espacio en su agenda, un día en horas prontas a anochecer trasladó un vehículo anodino hasta Ceres. Dentro, estaban él y dos pasajeros más. Uno bastante inusual.
 
Después de seguir ciertas instrucciones, Raoul se estacionó en la calle indicada y el mestizo de su lado se bajó. Guy no era el mismo que llegó a encontrar como aliado para disparar a Iason, tenía pequeñas marcas mal cicatrizadas en todo el cuerpo, la cabina médica donde fue puesto solo fue programada con lo básico, no incluía sanar la estética de su piel. 
 
Guy se negó a la propuesta de Raoul de ser sumergido nuevamente para liberarlo de los claros estigmas de una golpiza despiadada. Cuánto antes salir de Tanagura y volver a Ceres mejor. El resto era algo con lo que podía lidiar después, Guy no soportaba estar más tiempo encerrado.
 
No había nada que decir, Guy no habló en todo el recorrido y no empezaría a hacerlo cuando se bajó del auto, comenzar una vida nueva. Eso era todo. Quería preguntar por el pelirrojo, preguntar simplemente cómo estaba Katze o si el Rubio que lo convenció de desempeñar su papel, sabía algo de él. 
 
Guy escuchó que Iason por fin estaba muerto y todos los habitantes del ático fueron sacados. Era algo que repetían los demás Élites por los pasillos de su habitación.  
 
Quería confiar que Katze estaba bien… engañarse con esa mentira a asumir una cruda verdad. Además, éste Rubio era su pareja, eso lo sabía por sus conversaciones a través de la pared.
 
Guy se sorprendió cuando Raoul también se bajó de su coche y fue a la parte de atrás. Abrió las compuertas y extrajo una conocida cápsula médica.
 
-¡¿Qué…?! Pero… es Riki.
 
 -Era parte del trato – dijo Raoul encima de la voz sorprendida.
 
-Pero ¿Por qué…? Katze me dijo que no sabían cómo sanarlo ¿Riki está…?
 
Raoul consideró que lastimaría peor a Guy si no sabía la verdad de Riki. Decidió que no le mentiría y prefería ser honesto en cada palabra.
 
Le contó en palabras simples su condición médica.
 
-¿Qué debo hacer? 
 
La pregunta de Guy no era muy diferente a la que tenía él en su pecho. Al final, él había arrastrado a Guy a los juegos malditos de Iason, usando a Riki como cebo, sabiendo desde el inicio que se encontraba en estado vegetativo.
 
-Puedes dejarlo así. Mientras la máquina funcione, Riki tendrá todo lo que necesita. Guy… – Raoul depositó una mano sobre el hombro del brazo faltante, su prótesis robótica fue arrancada por Iason – Riki tiene muerte cerebral. Sólo uno en un millón se recupera después de muchos años de estar en coma. Puedes desconectarlo y dejar a Riki descansar… tú decides.
 
Raoul se alejó de vuelta a su coche con los primeros vestigios del anochecer tocando Ceres. Dejó a Guy de pie y a Riki dentro de la cabina, en mitad de la calle. 
 
-Raoul ¿Por qué me dejaron vivo? – preguntó antes de que el Rubio abriera la puerta.
 
-Júpiter no quería dejar a ésta historia morir. Todos sus participantes tienen algo más que contar… 
 
Arrugó el entrecejo, seguro que pensaría mucho en esas palabras antes de comprender de qué se trataba. Pero tenía una duda con la que no se quería quedar.
 
-¡Raoul! – se acercó a la ventana del coche antes de que despegara – Katze ¿Cómo está él?
 
Ocultó su mirada llena de tristeza detrás de unos visores nocturnos y preparó los motores para alzar el vehículo del suelo.
 
-Mal. Apenas un poco mejor que Riki.
 
-¿Qué? – Guy apretó los puños y dientes, lo molestaba y entristecía, eran muchas emociones invadiendo su cuerpo pero tenía que pensar rápido – Pero tú… ¿Vas a desconectarlo? 
 
Pudo ver los ojos verdes detrás del cristal del visor. Lo miraron con determinación.
 
-No. Adiós Guy.
 
El mestizo vio la estela dejada en el vuelo por mucho tiempo, aceptando que su participación en ésta vieja locura no había terminado aún.
 
Se llevó a Riki con él sin saber qué hacer.
 
Notas finales:

Déjame saber qué te parece la historia.??’?


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