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Todo por Riki por Arwen Diosa

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-¿Y esta caja? 
Katze acababa de llegar a su cita con Raoul, una cena en un lugar modesto que el pelirrojo había propuesto y sorpresivamente Raoul Am estuvo de acuerdo. 
Había echo mucho para alejar o intentar comprender qué quería Raoul de él, hacerse imposible de rastrear era su mejor plan de escape, nunca llegar a reuniones que estaban disfrazadas de negocios  también, pero Katze sabía que el Rubio Élite había planeado una pomposa cita.
Pero hace algunas semanas atrás, Raoul había salvado su vida,  por su naturaleza obsesiva dio con su paradero en un momento crítico llevándolo al hospital, después de la cirugía cuando estuvo lúcido no pudo ocultar su agradecimiento. El echo que Raoul no mencionara a Iason este específico percance arrojó nuevas luces sobre el concepto que tenía del Blondie de ojos verdes.
Como parte de su gratitud, Raoul pidió una cena juntos y Katze escogió el restaurante. No uno de los mejores de la ciudad y menos exclusivo. Bastante modesto y quizá hasta indignó para alguien como el Segundo al mando del Planeta. 
Y Raoul acudió a la cita, bello y enigmático como siempre, Katze cumplió su palabra y compartió la cena también.
De un momento a otro, Raoul depósito una elegante caja negra típica de una joyería sobre la mesa. Tenía un fino listón verde pasando por los centros de cada lado. Katze elevó una ceja, no esperaba nada parecido a un regalo… esta cena era como agradecimiento a Raoul por haberle salvado la vida, no esperaba recibir algo.
-Ábrelo – dijo Raoul dibujando una tenue sonrisa – Estoy seguro que será de tu agrado.
Katze nunca había recibido nada de ningún Élite, excepto su cicatriz en la cara y ahora Raoul venía con una elegante caja que guardaba alguna joya y no debería, pero su corazón latía con fuerza contra su pecho ¿O era por la conducta aprendida? También estaba temblando cuando Iason decoró su mejilla… 
Estuvo tentado a rechazar el regalo sin verlo, esto era demasiado ¿Qué iba a hacer? Raoul se esforzaba tanto por ser encantador, que su compañía sea deseada y esperada ¡Katze no quería eso! Tener a alguien significaba ser vulnerable… Raoul seguía sonriendo como un niño, eso era él… era luz cálida en su mundo lleno de sombras, que llegaba a una cena con un obsequio y lo desequilibraba por completo ¡Mierda! Sólo ábrelo y acaba con esto.
Dentro tenía una joya de forma ovalada convexa, en color esmeralda profundo, de una sola tonalidad con un borde delgado en dorado. Una pieza elegante y costosa, eso lo sabía Katze con sólo verla, la profundidad del color y la textura lisa delataban su exclusividad, el borde delicado echo de un metal precioso resaltaban aún más el verde.
Verde en dorado.
Como Raoul.
Era un detalle que le decía más de lo que demostraba. Seguramente Raoul había notado que algunas veces usaba un prendedor turquesa sobre la camisa, esta joya tenía un igual propósito. Además de ser adrede los colores que lo harían pensar en él.
-Por favor, acéptalo Katze.
El mestizo no pudo evitar sonreír, ¿Por favor? Al parecer Raoul Am podía sonar encantador también.
-Gracias.
Katze se rindió sin tener fuerzas para rechazarlo. Tomó la joya entre sus dedos, y  adornó su camisa negra con el delicado detalle. 
¿Raoul lo sabía? No, no, eso sería ir demasiado. Que desde niño tenía una debilidad por las piedras preciosas y sentir su fría presencia debajo de los dedos.
 
-¿Qué quieres de mi Blondie? – Le preguntó una noche cuando se acabaron sus cigarrillos y se sentía más irritable de lo normal. Luz opaca en su oficina, sólo un monitor prendido en pantalla azul al fondo de la habitación. Raoul al otro extremo en silencio, su rostro ilegible por la distancia y sombras –  Conoces todos los problemas que tiene Iason ¿No es suficiente para ti?
Lo que menos quería era imaginar un destino parecido para Raoul ¿Cómo podrían tener algo, siendo completamente diferentes en tantos aspectos? En su avanzado y tecnológico mundo la más alta clase Élite con un simple humano que no es considerado ni una persona, menos un ciudadano.
Raoul Am acortó distancia acercándose a él, pero se quedó a unos pasos.
- Nosotros… – una pausa de unos segundos – Quiero entregarte lo mejor de mi, si me lo permites Katze.
El pelirrojo bajo la mirada, ¿Raoul sabía que eso era una declaración de amor? 
-¿Y luego qué? – contestó siendo torpe intencionalmente, no imaginaba aceptando a alguien en su vida, siendo vulnerable para despedirse tres meses después, no tenía tiempo, no tenía ganas, era demasiado cínico para permitir que lo lastimaran. 
-¿Y luego? Todo lo que tenga que venir. Sin fecha de caducidad y con completa exclusividad.
Raoul dio un paso quedando muy cerca, Katze contra la ventana. Afuera se escuchaba la lluvia pero ellos estaban tan cerca y está cercanía es nueva para ambos que los oídos zumbaban y las rodillas querían ceder.
No había presión, Raoul Am estaba PIDIENDO de él su compañía, su tiempo, su afecto. Dispuesto a entregar los mismos sentimientos ¿De verdad? Alguien como él…
-Soy un mestizo… un mueble. Y tú…
-Eres Katze y yo Raoul.
Bajo la mirada para buscar más argumentos para negarse a la locura, dejarse llevar sería eso… pero Raoul lo tomó por las mejillas y parte del cuello en un agarre de ambas manos alzando su rostro con amabilidad... la falta de luz en la habitación creaba una débil claridad sobre su mirada verde.
Retrocede y corre, dile que no, empújalo aunque no sirva de nada… pero Katze cerró los ojos cuando Raoul se acercó rozando su aliento cerca de sus labios.
Fue un primer beso maravilloso.
 Y cuando tocó por primera vez la  piel de Raoul notó que no estaba frío pero también era una joya que relucía en luz propia, bañando de felicidad sus opacos días ¿Qué quería Raoul?  Eso ya no importaba del todo, ahora Katze también lo quería, estaba feliz de ser necesitado y buscado. Que esperarán sus tiempos y entendieran sus complejos.
Puede que Raoul Am, el mismo hombre dorado perfecto esté interesado en él pero eso no lo hacía más guapo o completo. Katze estaba mutilado y no podía corresponder en el sexo en igual medida que cualquier otro sujeto pero entregaba pasión y entusiasmo a sus tiernos avances en su mundo demasiado perfecto al lado de Raoul.
Siempre lo supo, que tanta felicidad no podía ser eterna…
Habían sido horas de terrible angustia, saber que la eliminación era la parada final no lo consolaba de ninguna forma. Había pensando varias veces que esto era una terrible pesadilla  y cualquier momento despertaría, pero no, Katze estaba ahí en la penumbra a medias de su antigua habitación de mueble.
Si de alguna forma alguien le hubiera dicho al Líder del Mercado Negro que su último día lo esperaría dentro de esa habitación nunca lo hubiera creído.
Permaneció mucho tiempo lamentándose tendido en la cama, pensando en todos los momentos que compartió con Raoul que le llenaban el corazón de alegría, no fueron así de superfluos como quiso demostrar Iason, Katze estaba convencido que algo más escondía ¿Pero saber eso cambiaba algo su realidad? No. Sólo rompían su corazón.
Cuando pensó que sus últimos momentos se acercaban, razonó lo suficiente y se compuso lo que pudo. Comió la mezcla grumosa sinsabor que llenó su estómago, se lavó la cara y esperó con algo de dignidad su destino.
Convencido que Iason podía quitarle la vida e intentar humillarlo como castigo, pero no dominaría su mente. Katze no iba a suplicar.
Jamás funcionó conversar con el Blondie, ¿Por qué sería diferente está vez? Cuando se abrió la puerta la luz del exterior dibujó la silueta de su Maestro. Alto, imponente y majestuoso.
Katze ya tenía frío, después de todo no estaba en un hotel o en un día de vacaciones, así que su comodidad no era la prioridad y la calefacción estaba apagada, pero esa incomodidad era pasajera si la muerte espera ¿No? Pero cuando Iason por fin ingresó, Katze sintió que le costaba respirar, hacia demasiado frío para mantener la espalda erguida o mirar a los ojos a su Maestro con una expresión tranquila. Se esforzó por demostrar la compostura que lo caracterizaba, incluso si estaba desnudo y temblando.
-¿Tienes alguna función corporal que cumplir? –  Iason habló levantando la quijada, como  alejando su presencia todo lo posible, clara muestra de su desprecio. 
-No Señor – respuesta tranquila y desprovista de emociones. Pero en su interior sus tripas se apretaron ¿A Iason le importaba que soltara los esfínteres antes de morir? Gran consuelo.
Iason se hizo a un lado, revelando la presencia de Cal que tenía en las manos una bandeja pequeña donde sostenía una sola copa, delgada y alta con el contenido líquido de color turquesa  brillante.
-Bébelo todo – fue la orden. Katze se puso de pie sintiendo el entumecimiento de sus piernas, no era por las temperaturas bajas, no, él conocía ese brebaje… demasiadas experiencias para llegar a odiarlo. Pero convencido en no soltar súplicas de ningún tipo, tomó la copa y la vacío en su garganta. Agrio como el limón.
Dejó la copa con calma en la bandeja, Cal no tenía la culpa de nada. Aunque no conectaron miradas, Katze podía sentir su angustia. 
-Cal retírate – reverencia y salir –  Manos a la pared, sobre la cabeza – la voz de Iason era firme sin consideraciones de ningún tipo. 
Katze cumplió, pues ¿Qué opción tenía? Iason había dicho que la siguiente vez que atravesaría esa puerta sería para llevarlo a su eliminación. Entonces las cosas no eran tan literales, Katze no iría a la habitación temida por todos los muebles, donde eran conectados a una máquina por varias zonas del cuerpo y con cuidado de no dañar futuros órganos para reciclar se proporcionaba  una muerte sin más ceremonias ¿Dolorosa o no? Nadie podía decirlo. 
Katze pegó las palmas de las manos a la pared por encima de su cabeza y escuchó el inconfundible sonido del látigo siendo desenrollado y la punta cayendo al suelo ¿Morir a latigazos?  ¿O era sólo un calentamiento previo para recorrer el pasillo final?
Katze apretó los ojos…
 ¿Después de beber precisamente eso? Una hiperalgesia inducida para tener mayor receptibilidad al dolor. Iason solía dárselo siempre antes de castigarlo, así el dolor de cinco latigazos se sentirían como treinta. Una agonía que le hacía desear la muerte. Bueno, esta vez la alcanzaría. Para su Maestro un ahorro importante de tiempo.
-Mantendrás las manos en la pared  por encima de la cabeza sin importar las circunstancias – Iason vio su propia mano, con la empuñadura del látigo. Un instrumento para causar un dolor caliente e intenso que acompañaría varios días después de su ejecución. No pudo evitar sonreír de lado, mientras admiraba sus propios dedos largos y elegantes cubriendo toda la empuñadura con firmeza. Éste látigo era especial, recordaba Iason, lo había comprado para castigar a Riki, pues a pesar de no ser necesario controlar la fuerza y dejar al brazo agitarse desde atrás no rompería la piel. Dolería como una quemadura instantánea de hierro ardiendo pero sólo dejaría marcas rojizas en la piel. Igual, aunque quisiera destrozar a Katze por todas sus transgresiones no podía correr el riesgo de matarlo, lo necesitaba con vida para presionar a Raoul, precisamente este látigo era el indicado. Podía golpear con fuerza y no haría dañó mortal. Quizá dejaría una que otra marca si dejaba el daño sin ningún tipo de tratamiento.
Antes de agitar el brazo Iason miró a la cámara oculta en la pared que filmaba toda la habitación, pensado que Raoul podría  estar mirando ¿De verdad pensó que se tomaría ésta situación con calma? Cada día lejos de Riki eran una agonía para Iason, más cuando recordaba a este par besándose en la habitación del hospital ¿Cuánto tiempo fue desperdiciado? Retrasando su recuperación. Aquí la verdadera víctima era su mestizo atrapado en esa cama. 
Riki…
Iason recorrió con la vista el lienzo diáfano que tenía delante ¿Así que a Raoul le gustaba este cuerpo? En la  posición que estaba podía ver la espalda marcada por su estructura ósea, los músculos fuertes de sus hombros y la cintura definida. Miró demasiado tiempo ese par de curvas que eran sus nalgas prominentes. 
¿Por qué no tuvieron sexo? 
Debía reconocer que no estaba lejos de ser un mestizo en buena forma…
Incluso sin órganos sexuales desde la estimulación interior de la próstata Katze podía tener un orgasmo, eso lo sabía Raoul, claro. ¿Entonces qué? ¿Por qué esperar una cirugía?  
¿Era por qué estaban esperando el momento ideal? Iason sintió algo parecido al asco ante lo meloso y romántico que sonaba eso viviendo de ellos. No pudo evitar poner los ojos en blanco.
Aunque le dio una nueva perspectiva sobre cómo sería el encierro de Katze, antes pensó en usar métodos prácticos e incómodos para él, como el castigo corporal del látigo bajo los efectos de la bebida hiperalgesica, colgarlo en diferentes posiciones durante horas, hambre y frío sin duda, ¿Romperle los huesos? Pues estaba en la lista y quizá no planificando del todo dejaría a su creatividad y desahogo fluir. Sin embargo, ¿Castigos de naturaleza sexual? Un desfile de mascotas excitadas, obviamente tendrían que ser masculinos y también algunas extrañas y sexuales quimeras de tendencias sádicas; sonaba bastante estimulante, especialmente para que  Raoul tomará en serio sus amenazas. Llegó a la conclusión que podía mezclar ambos métodos de tortura ¡Raoul iba a lamentar haberlo traicionado!
Sonriendo de lado, Iason pensó en posponer sus nuevos planes para su siguiente sesión de castigo. Hoy, nada lo salvaría del látigo 
¡SSSPSSHHH…!
Katze gritó ante el intenso dolor que marcó una nalga, de inmediato sintió como si estuviera en  llamas haciendo tropezar su respiración, pegó la frente a la pared, arañando el concreto. Pasaron algunos segundos donde el dolor se asentó como una presencia en su cuerpo, una constante que reconoció pero de inmediato vino un nuevo golpe, ¡SSSPSSHH! Creyó que iba a caer al suelo pero recordó la orden de permanecer en posición y sólo se apoyó a la pared mientras el latigazo sobre el otro extremo en la misma región se asentaba.
Apretar los ojos, gritar o llorar no servían para exteriorizar el dolor, se mordía el labio pero quisiera intentó acallar sus dolosos gemidos, dominar las sensaciones de su cuerpo rugiendo tampoco, el dolor tomó posesión de su mente al quinto o sexto latigazo, y la pared dejó de ser un apoyo para convertirse en la demostración explícita de su desesperación. Arañando el concreto, dejando marcas de rasgaduras con los cinco dedos de cada mano que poco a poco descendieron hasta que sus piernas no pudieron sostenerlo más.
Tenía tanto dolor.
El látigo cortando el aire y silbado antes de chocar con su piel presagiando lo inevitable lo llenaba de anticipación, contrayendo los músculos y gritando su agonía. Casi podía sentir que saltaba antes que el látigo lo tocara.
Realmente Katze no estaba seguro de cuantos golpes llevaba, solo sabía que había perdido la verticalidad de su cuerpo y era imposible encontrar  equilibro ante la bruma roja de su mente. Hubo una pausa larga, muy larga. Donde todo el dolor se asentó y dejó a su conciencia flotar a la superficie… había un sonido extraño que no venía de él. Pestañando alejó las lágrimas de sus ojos, desde su posición podía ver a Iason no muy lejos, sostenía el látigo con una mano caída y con la otra la frente, tenía los ojos cerrados y respiraba con agitación, ese sonido de su respiración profunda era lo que llamó su atención.  
Por unos segundos lo miró desde el suelo, intentando comprender qué sucedía.
Katze se encogió en su sitio, el movimiento repentino de su cuerpo revivió su dolor, pero la sorpresa de ver a Iason acercándose de repente no dejó espacio para nada más. Su cabello fue presa de un agarre poderoso que lo levantó como un muñeco de trapo y sin pausa, Iason lo atrajo a su cuerpo, lo sostuvo con fuerza por la nuca y pegó su nariz a su cuello, pasó por su mejilla, por el largo de su cabello. 
 La compresión de Katze nunca se conectó para darse cuenta que en realidad Iason lo estaba olfateando, lo recorrió hasta detenerse en un pezón. Presa del dolor y el terror de sentir a Iason tan cerca que pasaba sin consideraciones sus manos por las marcas recién echas, Katze guardó todo el silencio que le era posible sin contar los jadeos y gemidos de sufrimiento. Para él esto era parte de su castigo, reviviendo el dolor a cada centímetro tocado, que pasará sin compasión sus manos por su cadera y más abajo hasta los muslos se sintió tan doloso como en cualquier otro sitio lastimado, para él no había nada de sexual en ese toque.
Un empujón lo devolvió al suelo, cayendo sobre su espalda vio la cabellera majestuosa y la larga túnica girando juntas mientras Iason abandonaba esa habitación. 
 
 
Apenas la puerta se cerró en su espalda, se sostuvo la frente con las dos manos ¿Qué pasó ahí? Con rapidez abrió los ojos buscando a su alrededor… estaba solo.
Al principio, al ver el cuerpo de Katze listo para recibir su castigo sintió la primera punzada de excitación, como un nudo amarrándose cerca a su entrepierna. Fue algo extraño en realidad, no era la primera que lo veía desnudo esperando ser castigado, pero no pudo dejar de notar las líneas de su cuerpo muy bien definidas, la tonicidad de sus músculos marcados en la espalda, bajando por los huesos de la cadera, ambas piernas tonificadas… un cuerpo esbelto… ¿Fue por qué  le recordó a sus sentidos la proximidad  de su mascota? Un cuerpo tibio, un corazón palpitante, una piel que se eriza ante su toque…
Iason había entrado a esa habitación para dar rienda suelta a su  enojo que lo conducía a actuar así… todo esto para presionar a Raoul y lograr despertar a Riki. El látigo cortando el aire provocaban que los músculos de Katze se tensen en anticipación, al chocar contra su piel arrancaban desde el fondo de su pecho gritos dolorosos de angustia pura y sufrimiento que llevaban más punzadas a su ingle, una tras otra irguieron su miembro hasta hincharlo contra sus pantalones. 
Esos gritos fueron tan parecidos a la voz de Riki.
Hubo algo más, Iason no se intimidó al reconocer su erección, pues conocía su hambre lujuriosa. Se sintió impactado y alterado por el juego que le presentó su mente… Riki estaba en la habitación, con él, ahí… vistiendo sólo sus pantalones de cuero y colocando las manos en la pared, ojos destellantes y sonrisa coqueta. Nunca habló y sólo miró, esperando su turno de probar el látigo. 
Alucinación.
¿Estaba alucinando con su mascota? 
No era una proceso voluntario de su mente, está materialización fue completamente inesperada… se sintió real. 
Fue el cuerpo de Katze, su voz aullando de dolor y quizá algún otro detonante más que estimularon sus sentidos para que Riki apareciera en la habitación y le permitiera ver el cuerpo amado de su mascota. Perderse en su mirada de ojos oscuros pero brillantes…
Si, Katze no tenía nada que ver con su excitación, era Riki y ésta extraña alucinación.
Por eso se acercó a Katze, para olerlo, para escuchar su respiración y sentir el calor de su piel, para calmar a sus emociones con el sonido acelerado del corazón acelerado.  Pronto… pronto… llenaría sus sentidos del verdadero Riki.
Hasta ahora había visto a su mestizo como una sombra en el balcón, tan real, con la postura relajada mientras parecía que fumaba. Esta era la primera vez que se movía de ahí.
 
 
Raoul Am era un científico experimentado, amaba su ciencia y se apasionada por su trabajo.  Era un Blondie considerado un genio en su rama, por crear y extinguir  desde distintos tipos de sustancias microscópicas a otros tipos de vida más complejas.
Pero en todo su recorrido había algo que Raoul Am sabía muy bien: era la fragilidad del cuerpo humano incluido el bienestar mental y la imposibilidad de apresurar los resultados si es que se quería que éste sea el esperado. Ahora mismo Raoul podría incrementar algunas dosis de medicamentos a Riki, podía usar en él diferentes procedimientos experimentales y sacarlo del coma para que al menos unos días Iason tenga a su mestizo. ¿Pero que sucedería si caso contrario a eso Riki no reaccionaba de la forma prevista? Hasta ahora notó que con éste mestizo no se podía predecir al cien por cien todos los resultados. Tal vez porque Raoul lo estaba tratando con pinzas, para que al despertar sea el Riki que Iason conocía y quería y no un vegetal o simplemente muera en unos días.
Pero quizá estaba siendo demasiado considerado ¡Por supuesto! 
La mente de Raoul se cerró cuando vio desde la pantalla los latigazos que recibía Katze ¿Quién que llevara en su pecho tanto amor podría hacer algo más cuando ve al dueño de esos sentimientos sufriendo así? 
Su primer impulso fue ir al departamento de Iason y enfrentarse a su hermano, rescatar a Katze, destrozar esa maldita casa pero todo se quedó en sus pasos acelerados por el pasillo exterior. En la entrada de la casa del Primer Blondie habían Guardianes de Júpiter que transmitieron las órdenes de que nadie podía entrar sin que Lord. Mink lo instruya con anticipación ¿Qué iba a hacer? Aún con los Guardias fuera de su camino terminaría ante Júpiter antes de poder destrozar cualquier estructura de la Torre Eos, paredes o puertas eran irrompibles. Raoul ciego de rabia buscó ayuda, maldiciendo a Iason por leer que era precisamente eso lo que haría ¿Orphe Zavi? Que haría el Blondie encargado de Eos ¿Gideon Lagat? El dueño de Midas no tenía nada que decir del tema. Ninguno de sus hermanos podía ayudarlo.
La única entidad que podía tomar cartas en el asunto era Júpiter ¿Qué diría Raoul de su hijo predilecto? Era muy peligroso acudir a su Creadora, tendría que usar palabras exactas escogidas al milímetro sólo para que la situación no se le devuelva y Júpiter termine furiosa con él.
Quería ir donde Riki y ni siquiera clavarle una jeringa llena de aire, quería estrangularlo con sus propias manos para que Iason sintiera todo el dolor que ahora lo recorría. Matar a Riki no le llevaría ni dos segundos, pero en cambio Katze podía estar encerrado para siempre en ese cuarto oscuro. Otra cosa que aprendió Raoul es que un ser humano podía mantenerse vivo y agonizando por mucho, mucho tiempo ¿Condenar así a Katze? Con Iason como su verdugo… no, no. También existía la alternativa de hacerle lo mismo: mandarle un precioso regalo a Iason de algún miembro cercenado de su adorada mascota ¿Luego qué? Raoul terminaría siendo castigado por Júpiter y Katze en agonía infinita.
 Riki debía sanar y despertar, acabando con la locura que su ausencia provocaba. 
El único que podía calmar a Iason era el mismo que lo inició. 
También atrapado, con la pantalla en las manos, apretando con fuerza los dientes Raoul vio a Katze soportando el látigo. 
Esa misma noche sin más retrasos, armó un esquema de la próxima cirugía a Riki para el trasplante de pulmones creados a base de su código genético. Cumplió con el protocolo para pedir una cita con Iason y explicarle los avances. 
Cuando fue de regreso a su laboratorio para hacer los últimos análisis no olvidó que en realidad tenía todo un equipo conformado por varios Élites que tenían toda una estructura de trabajo y aún no comprendían qué hacía Raoul Am sacando sangre y analizando pruebas ¡Pero nadie se atrevió a cuestionarle nada! 
Contrario a lo esperado no obtuvo respuesta de Iason, y en algún momento mientras elegía al equipo para que lo asistiera en la cirugía, el mismo Blondie que antes consideraba su amigo cruzó la puerta de su oficina. 
Raoul tuvo el primitivo impulso de saltarle encima y estrellar su puño en la perfecta nariz, pero su genio se aferró al conocimiento de saber que la estructura ósea y la fuente genética usada en Iason para su construcción lo dejaban muy por encima de los demás Blondies, era el más fuerte además de otras características. Por algo era la creación más perfecta de Júpiter. 
Raoul no temía al dolor o a un enfrentamiento pero ¿Qué ganaría? Perder los estribos arrojaría más desgracia sobre Katze. 
-Espero que la demostración de hoy te haya ilustrado el panorama. No tolerare que descuides a Riki de ninguna forma o lo pongas en peligro – dijo Iason sin ningún tipo de entonación en particular – Madre está al tanto de mis deseos y está vigilando los avances médicos de mi mascota, no se te ocurra hacer algo estúpido Raoul.
Raoul no mencionó el tema, pues Iason estaba siempre un paso delante. Habló de forma impersonal, dejó en claro su punto médico y resumió todos los análisis hechos. Después de la cirugía, Riki tendría que despertar completamente recuperado una vez cumplido el post operatorio, algo de tratamiento adicional pero ya no inconsciente. Iason se alejó cuando Raoul dejó de hablar y los temas relacionados a Riki estuvieron zanjados. 
Iason no tenía nada más que hacer con Raoul. 
-¡Iason! – rugió Raoul poniéndose de pie de su silla alta de escritorio y fue hasta el Rubio que pretendía retirarse - ¡No te atrevas  a tocar a Katze de nuevo! Estoy haciendo lo que pides. En vez de crear las condiciones necesarias sólo me desconcentras de mis labores. Sabiendo que esta sufriendo… estoy estresado, estoy molesto ¡Katze no merece nada de esto! 
El fuego verde en la mirada de Raoul afirmó sus razones, Iason nunca se equivocaba. Así era seguro que tendría a su mestizo.
-Entonces solo imagínate lo que  sucederá si fallas – Iason no iba a ceder. 
 
 
 
Notas finales:

Gracias por leer!


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