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Todo por Riki por Arwen Diosa

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 Humedad
 
-Si  me quito la camisa ¿Tú también? – la voz de Katze intentó sonar confiada y coqueta, sin demostrar su creciente nerviosismo ante los avances de su relación con el mismo Raoul Am. 
Estaban en su departamento en Midas,  uno de los que tenía por todo Amoi, éste era espacioso, iluminado y elegante. Tendidos en la cama amplia y de sábanas satinadas en negro profundo pero brillante, algo parecido al cielo de noche.  
El Blondie destacaba tanto en esas mantas, con todo su cabello dorado desordenado y despampanante fluyendo con gracia. Ante sus palabras se rio entre dientes mientras se ponía de rodillas sobre la cama.
-Desnúdame. 
Katze sintió que se emocionaba pero también se frenó ¿En serio podía? Hasta ahora sólo había tocado a Raoul sobre la ropa y no lo había visto desnudo… suponía que él tendría que hacer igual.
-¿Y luego qué? – dijo Katze acercándose de igual forma de rodillas y  jugando con los botones de su ropa – ¿Una muerte inminente? Tanta belleza solo está destinada a detener mi corazón.
-Entonces te desnudaré primero para contemplarte y morir también – Raoul besó sus labios, un beso más largo y húmedo del que estaban hasta ahora acostumbrados. Usó su lengua de manera tentativa provocando que se moviera con la suya, cuando su mente estuvo por completo en la suavidad de esos labios, Raoul empezó a desabotonar su camisa celeste. Un botón a la vez, pasando los dedos primero, en caricias exploradoras y se unieron sus besos ante la piel que se abría campo. Le sacó la prenda dejándola caer y sin perder el tiempo, Raoul entusiasmado comenzó con los botones del pantalón. 
Katze elevó la mirada al techo blanco, como su mente desprovista de pensamientos pero no pudo permanecer así.
-Espera… – interpuso sus manos sobre su entrepierna vacía, apartando a Raoul – Lo siento, es sólo qué… ya sé que sabes que fui un mueble y no hay nada nuevo ahí para ti… pero… temo desagradarte.
Se animó a mirar a Raoul a la cara  a través de sus largas pestañas y algunos cabellos que caían en el camino, esperó encontrar algo indefinible pero la mirada de ojos verdes brillaba de amor.
-Eso no pasará – le dijo el Rubio en un susurro cerca a su oreja mientras volvía a hacer un recorrido con sus labios desde el mentón – Nunca podrías desagradarme de ninguna forma.
Retomó sus caricias por encima de la tela del pantalón, acariciando tentativamente los muslos internos, donde la piel es suave y más caliente que el resto del cuerpo, volvió a subir tocando el metal del zíper y lo bajó con lentitud. Las manos de Katze lo permitieron, no se interpuso esta vez pues estaban ocupadas mientras disfrutaban la piel de los músculos marcados de los brazos de su Rubio.
La tela de sus pantalones cayó y luego sus calzoncillos, Raoul paseó su mano por los restos de su pene truncado y la piel restante de su escroto vacío. Sus dedos hicieron suaves caricias dejando sensaciones nuevas y confusas. Katze aún quería cubrirse pero se dejó llevar por la confianza que Raoul le inspiraba. 
-Desnúdame – vino otro susurro cuando sus labios se separaron. Siendo besado de esa forma lenta y con las manos de Raoul sobre su piel, Katze ya sentía que flotaba… Con el corazón acelerado y la emoción hasta en la yema de los dedos temblorosos, desató los botones y cierres de la complicada ropa Élite – Ya se porqué me elegiste, solo un mueble podría quitar tu ropa sin problemas.
La delicada camisa se abrió lentamente por el pecho, revelando la piel de porcelana. Katze no sabía cuántas veces se había preguntado “si era real” todo lo que vivía con Raoul. Pero sus manos sintieron el calor de su cuerpo y la textura fina, su audición la respiración profunda como la suya, el aroma delicado e inconfundible de su piel y cabello a almendras y por último, ante sus ojos tenía a Raoul Am semi desnudo sobre su cama.
Sin poder contener su felicidad se abrazó al rubio de ojos verdes que le devolvió el abrazo pasando una mano por la espalda. Katze no pudo evitar hacer una mueca de dolor que no pasó desapercibida.
Tenía un hematoma grande en la región de los omóplatos de una reciente lesión provocada ante un inesperado percance en el Mercado Negro. 
A pesar de querer mantener el ambiente ligero y romántico no pudo desviar la atención de Raoul, así que permitió que  tomara el control de la situación: se tendió boca abajo en la cama, desnudo y con el rostro oculto en las mullidas almohadas, Raoul de rodillas a su lado pasó un ungüento por toda la espalda dándole masajes. Fueron largos minutos que se dedicaron a hacer eso, el Blondie usó sus dedos para relajar a su mestizo de un día estresante, además de aliviar las molestias de esa lesión.  Pero cada vez que sus manos bajaban…
La figura de piernas largas y trasero redondo se exponía ante sus ojos con total disposición, a pesar de ser dueño de su autocontrol y tener cada movimiento calculado, Raoul no pudo evitar que su deseo creciera ante esa vista. La figura de Katze era exquisita, había marcado con sutileza algunos músculos dando prioridad a otros. Las piernas delgadas pero firmes eran, como el resto de su cuerpo, desprovisto de bello. Se veía suave y terso donde quisiera que mirara. Especialmente esas redondeces de carne…
Katze sintió que las manos de Raoul perdían fuerza y dirección, cuando bajaban a su cadera se quedaban haciendo círculos leves sin moverse más… se animó a levantar la cara de las almohadas y mirar a Raoul. El  Blondie tenía puesta la mirada en su trasero, no cabía dudas. Katze movió sus ojos a la entrepierna de su Rubio, aún cubierta por la ropa interior, tenía su poderoso miembro erecto formando una especie de casa de campaña con la tela, parecía que ponía en riesgo la integridad de esas costuras. 
Katze sabía que tipo de actividad le daría a Raoul el máximo placer, se suponía en teoría que para él también debería sentirse bien… con el debido cuidado, paciencia y preparación; para lograrlo debía derribar algunas murallas mentales, o tal vez edificar algunas. Mordiendo su labio pensó en que no deberían tener problemas ¿Verdad?
Raoul nunca mencionó eso, pero si querían tener sexo ¿Qué más les quedaba? 
-Te pondré la pomada durante unos días y quedarás como nuevo – Raoul se acomodó a su lado de supino unos segundos después – Gírate.
Quizá por eso Katze no había mencionado nada antes, Raoul siempre parecía tener todo bajo control. Cuando estuvo sobre su espalda los labios de Raoul atraparon los suyos de inmediato y las caricias se reanudaron empezando por su cuello dando pequeños tirones a su cabello, bajando por sus hombros hasta llegar al pecho.
Katze correspondió en caricias, manteniendo todo el tiempo los ojos cerrados dejó a su tacto reconocer el camino por los hombros, sobre el pecho y bajó hasta la ropa interior, acariciando la dura longitud sobre la tela. Ese simple toque emocionó a ambos. Raoul inhaló con fuerza cerrando los ojos, después de todo estas eran sus primeras experiencias en la intimidad.
-¿Quieres…? – Katze no pudo seguir, quería decir “metérmelo” o “penetrarme” pero Raoul devoró sus labios impidiendo que hablara.
-Si – respondió contra su boca dando un ligero mordisco, había mucha ansiedad en esa pequeña palabra – Vamos a explorar nuestros cuerpos primero ¿Te parece? Quiero ser capaz de hacerte sentir bien. Tanto como tú lo haces con solo una caricia.
Ese plan de acción le gustó, sin prisas y sin sentirse conminado a ser receptor por su evidente inferioridad. Sería muy sencillo para Raoul adentrarse a su cuerpo y moverse en busca de su propia liberación, que eso le gustará a Katze era otro tema, al no tener órganos sexuales externos su respuesta al placer era distinta. Eso lo sabía el Blondie, convencido en encontrar todas las zonas erógenas del cuerpo de su pelirrojo para que llegado el momento a ambos la unión de sus cuerpos les procurará el mismo gozo.
-¿Te gusta?  
-Si, me gusta que me toques – respondió con los ojos cerrados para escuchar mejor la respuesta de su cuerpo ante la caricia sobre su pezón y besos lentos en el cuello.
-¿Y aquí? – volvió a su entrepierna de piel suave y restos colgando. Katze quería cerrar las piernas o apartar a Raoul, pero si el Blondie quería tocarlo…  – ¿Qué sientes?
-No… no se – salió de sus labios como un soplido. Raoul dedicó tiempo en lo que hacía, usando sus manos, intercalando besos por diferentes partes del cuerpo. Poco a poco las sensaciones se incrementaron con la estimulación constante y el ritmo adecuado. Katze estaba en una nube de excitación, especialmente cuando su pezón era succionado con fuerza y la mano de Raoul daba masajes a la parte inferior de la piel que quedó de su pene cortado. Esta también era la primera vez que se sentía tan bien.
Entre sus gemidos sin contener, con la cabeza ligeramente inclinada a un lado sobre la almohada, Raoul se pegó a su cuerpo como frotándose contra él, ahí sintió en su pierna la dura y caliente erección. El sólo imaginar  cómo sería el miembro que pinchaba su muslo hacia que la cabeza de Katze diera vueltas. 
-Raoul… - Katze se despegó de la cama con el corazón acelerado y una energía desconocida, ebrio de sensaciones nuevas. Se abalanzó sobre Raoul cayéndole encima y dándole un beso con la humedad de su lengua a lo largo de sus labios, bajó por el pecho mordiendo los pezones pálidos en su camino, al tiempo que  despojaba el trozo de tela que guardaba su entrepierna.
Raoul le acarició la cabeza, despeinado sus cabellos mientras Katze bajaba más. Sus dedos largos se entrelazaron en las hebras sedosas y ligeramente más largas que en el pasado.
Cuando se detuvo cerca al prominente miembro se miraron con ojos destellantes.  Katze con el labio atrapado entre sus dientes y Raoul expectante.
Desbordando emoción usó su boca para regalarle a Raoul la apabullante sensación del sexo oral. 
 
 
 Creyó que era Raoul quien le ponía de nuevo el mismo ungüento sobre la espalda y sus regiones bajas, aquel que le relajaba los músculos y dejaba el dolor en el olvido. Sentía ir y venir un suave tacto por todo el dolor que tenía. 
Raoul siempre estaba cerca para cuidarlo si resultaba lesionado de alguna forma… Raoul. Amaba tanto a su Blondie.
Gimió su incomodidad intentando apartarse. Algo estaba mal: el dolor no desaparecía y muchas sensaciones desagradables se presentaban a su realidad. Abrió lo ojos de golpe recordado todo como quien recibe un balde de agua helada sobre la cabeza, el impacto de saber que ahora estaba encerrado en su antigua habitación de mueble fue reunir al frío, dolor y miedo en el mismo cuerpo.  Su primera reacción fue querer apartarse, la cabeza le daba vueltas y sus movimientos no lo obedecieron.
-Quédate quieto – vino la orden desde algún lado de la voz inconfundible de Iason, como un reflejo aprendido obedeció y otra vez sintió que el tacto de manos suaves se paseaban por su espalda. 
Más dueño de sí mismo, enfocó los ojos poco a poco. Reconoció que estaba boca abajo en la cama y no era Iason quien le ponía una crema por sus heridas. Con la mirada baja y el rostro desprovisto de expresión, Cal cumplía con la exigencia.
-Lo hiciste muy bien Katze – era la voz carente de emociones de Iason – a pesar de creer que podías morir y todo el dolor soportado, mantuviste compostura. Puede que te perdone un día.
Cal habiendo terminado su labor se apartó de la cama y Katze se incorporó esforzando sus músculos hasta quedar de pie, era doloroso sentarse sobre sus heridas, era doloroso el sólo moverse. Pero incluso creyó que estaba sonriendo ante las palabras de Iason ¿Iba a perdonarlo? ¡Bendita Júpiter!
-Aún estoy molesto contigo, pero la eliminación no será tu castigo, al menos no por todas estas transgresiones. Una más y será fácil para mi cambiar de opinión – Iason estaba de pie al final de la cama mirando con superioridad a su viejo mueble. 
Había llegado a la conclusión que no quería dejar marcas sobre un cuerpo que había revivido sus deseos carnales, al menos por esta vez. Pensaba que al apreciarlo de nuevo Riki podía “aparecer” otra vez. Quería ver de nuevo a su mestizo… Iason en ningún momento tuvo ni un solo atisbo de miedo o preocupación al estar consciente de estar alucinando.
 Para él, esto representaba una oportunidad de tenerlo cerca al menos de este extraño modo.
Hasta ahora, Riki se había materializado exclusivamente en la habitación de Katze, incluso dejó de verlo fumando en el balcón ¿Por qué precisamente aquí? La imagen de los músculos marcados de Katze, y su voz aullando de dolor… ¿Era eso lo que necesitaba su mente para traerlo? Por esa razón procuró esa pomada, no lo liberaría del dolor pero proporcionaría una buena curación sin dejar imperfecciones.
-Maestro – Katze se obligó a pesar de todas las dolencias en cada articulación a doblar su cuerpo y bajar la cabeza con humildad - ¿Qué puedo hacer para que me perdone? 
Katze no vio la sonrisa de lado dibujándose con complacencia. La mirada celeste brillando como el hielo.
El pelirrojo espero en silencio, sintiendo cada vez más ansiedad creciendo en su pecho ante la falta de una respuesta, las palmas de las manos comenzaron a sudarle como efecto de tanto estrés. Estaba acostumbrado a lidiar con diferentes grados de exigencias de Iason, pero siempre eran coherentes ¿Qué estaba pasando? Katze sólo quería recuperar su vida. Salir de esta habitación y continuar con su trabajo. Sí, había transgredido las normas pero básicamente no era un mueble asistiendo en Eos. Además ¿Cuánto ya llevaba aquí? Más de tres días… ¿Qué sucedió con Raoul? Katze simplemente no creía las palabras de Iason, ¿Le pasó algo malo? ¿Iason sería capaz de delatar su relación ante Júpiter? No… no con Riki en el hospital, al menos. El Blondie de hielo no podía ser tan desalmado para poner en riesgo a su mejor amigo… pero entonces... ¿Qué? 
 Katze encogió la cabeza entre los hombros aún en posición de reverencia cuando Iason rompió su quietud y se acercó. Pasos lentos, casi acechando. 
Vio su mano levantándose y supo lo que vendría.
El golpe en la cabeza lo derribó sobre la cama, él contuvo el aliento para evitar gritar, pero Cal tragó aire por la impresión. De inmediato fue sujeto por un brazo con violencia y sus manos quedaron atrapadas detrás de su espalda, un agarre imposible de romper sobre su cabello. Todo sucedió tan rápido que pasó como un borrón de colores sin sentido sobre sus ojos y dolor ardiendo en su cuerpo.
-Hazlo Cal.
Katze no entendía porqué Iason necesitaba golpearlo, había muy poco espíritu de rebelarse a sus órdenes. No luchó ante sus manos restringidas detrás de su espalda, su cabello sujeto por la nuca que jalaba atrás su cabeza y exponía su cuello. 
Cuando los zumbidos en sus oídos y la bruma de sus ojos se amortiguo, Katze abrió los ojos justo a tiempo para ver que Cal se acercaba con una jeringa cargada y la clavaba en la vena hinchada de su cuello descargando un líquido espeso. Pero eso no fue todo lo que notó… su espalda desnuda estaba pegada al pecho de Iason que tomó posición sentado en la cama, Katze sentía la fina tela de su ropa, pero ésta cercanía picaba como si fueran las fibras más rugosas. Por el agarre constrictivo de Iason, Katze tenía  los pies en el suelo.
-¿Quieres salir de aquí? – Iason usó un tono de voz algo distinto a lo que Katze estaba acostumbrado, éste llegó a sus oídos con el aire soplando entre sus cabellos en un murmullo sedoso y cercano.
-Si – respondió de inmediato, casi en un grito.
-Entonces permanecerás en ésta habitación, si todo sale bien, eventualmente saldrás.
¿Qué? ¿Qué tenía que hacer? ¿Hasta cuándo? ¿De qué se trataba esto? La mente de Katze formuló tantas preguntas a una increíble velocidad… quería buscar rápidamente una forma de plantear sus dudas sin romper su humildad o que Iason no notara su desesperación, pero su mente empezó a nublarse de sensaciones extrañas ¡Claro! Era la inyección… Empezó a sentir algo en el estómago como si estuviera enfermo pero se extendió a lo largo de su columna, una sensación de calor que erizó su piel al aire frío… 
Sin poder controlar sus reacciones, con pavor sintió la extraña respuesta de sus genitales a una erección. 
¡Iason le había suministrado un afrodisíaco!
Sus testículos se apretaron y su pene se llenó casi de inmediato tocando su ombligo.
-Si… así… - susurró Iason en su oído. Katze tenía los ojos apretados y rechinaba los dientes, no vio que en realidad Iason no hablaba de él, su mirada celeste brillante estaba posada en un extremo de la habitación, casi enfrente de ellos. 
Sus ojos oscuros tragaron a Iason como un agujero negro, su sonrisa leve apenas en un extremo de la boca. Riki apreció en la habitación, vestía un traje de mascota de color negro de cuero, apenas un top que dibujaba un triángulo en su pecho dejando expuestos sus pezones, y la tanga le redondeada las caderas. De pie, sólo mirando…
Fascinado por repetir de alguna manera los eventos y dejarse llevar por esta extraña aparición alucinógena de Riki, Iason dio la orden.
Katze era demasiado nuevo para estas sensaciones, había sido castrado a una edad temprana para tener alguna experiencia sexual verdadera y fue reconstruido apenas antes de que todo este huracán de eventos lo arrastrara. Así que cuando sintió algo caliente y húmedo rodear su miembro necesitado, no pudo evitar gemir con los labios temblando. Pero no se dejó llevar por completo, tenía el raciocinio suficiente para abrir los ojos y ver con terror y dolor en el corazón que era Cal el que usaba su boca para hacerle una felación. 
Katze no quería esto, había sido drogado para obtener una respuesta sexual en su cuerpo, conocía los afrodisíacos para saber que estaría en este estado unas horas, lo sabía porque había visto a las mascotas bajo los efectos cuando era un jovencito viviendo en esta casa y que como mueble, Cal estaba cumpliendo órdenes. Así que simplemente no se resistió, ni siquiera intentó alejar a Cal o resistirse a Iason. Cerró los ojos y dejó que su cuerpo sea arrastrado por la necesidad creada. Su primer orgasmo fue una expulsión rápida sin ser necesaria demasiada estimulación, llegó acompañado de un gemido contenido sin vocalización. Después de todo la situación era  imposible de creer,  todas las olas de placer que su cuerpo recibía y crecían en su vientre estaban mezcladas de las mil formas que latían en su pecho y en su mente de que esto estaba mal. 
La estimulación oral de Cal continuó sin inmutarse de las sustancias corporales que se vio obligado a tragar. Su mente estaba en otro sitio, fuera de su cuerpo, no podía dejar que las emociones traspasaran su armadura que lo protegía de sí mismo. Al final, podía recibir órdenes, pero era él quien las cumplía… su conciencia era demasiado tierna; Cal después de todo, apenas era un jovencito inocente.
 
 
Estaba sentado en una silla simple que antecedía a la Sala de Cirugía. Miraba la pared opuesta con los ojos clavados e inexpresivos. Parecía una mirada aburrida pero en realidad Raoul Am estaba reconstruyendo su cordura… por dentro, no dejaba de recordar las imágenes del cuarto donde estaba prisionero Katze. 
Elevó la mirada al techo pero no había nada ahí, sólo Raoul veía las imágenes de su pelirrojo temblando en los brazos de Iason, atrapado en una espiral de tortura que duró lo suficiente para hacerlo llorar por la constante estimulación. Ver a Cal con  lágrimas en sus mejillas hizo por demás un cuadro de pesadilla… la expresión de Iason, mirando con ojos grandes y fijos un extremo vacío de la habitación arrojaba escalofríos a Raoul ¿Qué le sucedía a Iason? Con esa mirada loca brillando de maldad y una sonrisa en la comisura de sus labios ¿Estaba castigando a Katze por su cirugía reconstructiva? ¡Maldito! ¿Pretendía lograr que odiara el sexo? Iason Mink ya tenía a Katze para lograr que Raoul sea su marioneta ¿Tenerlo encerrado no era suficiente? 
Locura…
Era la única explicación que tenía Raoul. Y saberlo no arrojaba ningún consuelo o solución. Katze estaba en manos de un hombre poderoso y con alcance inimaginable de tendencias sádicas e inesperadas.
Los ojos de Raoul se llenaron de humedad sorpresiva, pero más frecuente desde que está locura   empezó. Reprimió la necesidad de llorar pues no podía permitirse esos minutos de retraso. Se puso de pie intentado enfocar su mente ¡Tenía que lograrlo! Estaba vestido con ropa de cirugía, con el rostro cubierto por un barbijo y el cabello sujeto en una cola baja. Traspasando la doble puerta al final del pasillo su equipo de Élites lo esperaba para dar comienzo a la larga cirugía de trasplante de órganos a Riki. 
Debía salir bien… 
 
 
 
Notas finales:

Me siento muy sola por aquí...

Te gusta la historia?

Gracias por leer!


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