Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Si el destino lo permite por LLS

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este es el ultimo capitulo, disfrutenlo 

Cuarta parte

Lucharé por ti, así eso me terminé matando

Abrí la botella de champan sirviendo dos copas, hoy celebramos nuestro quinto aniversario, ahora vivimos juntos en un apartamento sencillo, trabajo en un laboratorio reconocido mientras que él se dedica a la edición de libros de ciencia ficción, suspenso y terror en una reconocida editorial. Preparé todo el lugar para la celebración, esparcí rosas de la entrada hasta el cuarto y hasta la sala, encima de una mesa coloqué las copas de champan junto con dos velas que alumbran el sitio, en la cama regué varios pétalos de rosas formando un corazón, en la mitad de este pusé una H&K, correspondiente a nuestros nombres de pila, un aroma a frutos rojos perdura en todo el apartamento, me senté en el sillón a esperar a que Kenzou llegara, sé que esto es un poco cursi, pero es algo que refleja cuanto lo amo, en los anteriores años siempre descambiamos regalos, pero este año por fin me animo en hacer este tipo de cosas, eso y que siento mucho algo que sucedió, en uno de nuestros aniversarios Kenzou me regalo un cuadro en donde estamos él y yo acostados en una especie de prado, nuestras manos izquierdas están entrelazadas, mientras que de nuestras bocas salen dos cintas rojas que forman un corazón en la mitad de los dos, ambos tenemos nuestro brazo derecho levantado, era hermoso, pero lastimosamente lo perdimos cuando nos trasteamos juntos, eso nos dolió mucho a ambos, ese cuadro expresaba tanto lo que sentíamos que haberlo perdido fue un gran golpe para los dos, han sido hermosos años en los que hemos recorrido muchos lugares. Los cerrojos de la puerta se empezaron a mover, miré el reloj de sala que anunciaba que eran las ocho de la noche, me acerqué a la entrada de la puerta posándome detrás de ella.

—¿Hiroto? —preguntó Kenzou entrando al lugar, al entrar en la sala lo abracé por detrás, besé sus cabellos negros.

—Feliz aniversario cariño —susurré en su oído, él se sonrojó mostrándome una faceta que nunca había visto, me miró con aquellos ojos que inundaban mi cuerpo, le sonreí mirándolo fijamente.

—Feliz aniversario Hiroto.

—No vendría mal que me digieras amor o mi cielo o no sé algo más romántico —dije sarcásticamente, él me sonrió y agarró mi corbata con fuerza atrayéndome hacia él, jalo de está haciendo que yo me agachara un poco, quedamos frente a frente mirándonos fijamente, él me besó introduciendo de golpe su lengua, empezamos a besarnos rozando nuestras lenguas y excitándonos entre estas más jugueteaban, me soltó mientras me sonreía lujuriosamente.

—Te amo cariño —susurró, quedé boquiabierto ante la acción de Kenzou, me había cogido fuera de base, él se acercó a la mesa dejando una caja de chocolates en ella junto con un pequeño pastel, fue hasta la cocina y trajo un cuchillo de esta, yo aún seguía petrificado.

—Yo también —balbuceé, él me miró soltando una carcajada.

—Después de media hora me contestas, estas como lento ¿No lo crees?

—Perdón es que tu acción me cogió de sorpresa.

—Que exagerado —dijo partiendo el pequeño pastel en dos, los sirvió en dos platos diferentes y los pusó al pie de las copas que minutos antes yo había servido

—En todo caso ¿No crees que esto es muy cursi?

—Pues perdóname creí que era algo lindo.

—No seas estúpido es cursi, pero medianamente me gusta, gracias por ser tan dulce Hiroto —dijo sonrojándose y agachando su rostro, mi corazón se empezó a agitar, acaricié su mejilla besando sus dulces labios. 

—De nada —dije mirándolo fijamente a los ojos, me miró con ojos carnales mientras sonreía maliciosamente, se acercó y lambio mi labio haciendo que yo adquiriera un tono rosa en mis mejillas.

—Bueno comamos y ahorita nos comemos —dijo casi en un gemido.

—Eres un pervertid — bromeé.

—Dices que yo soy un pervertido, pero yo no soy el que esta erecto —dijo señalando mi pronunciada erección, me sonrojé mientras me sentaba en la silla y me tapaba con el mantel, él rio ante mi acción, no sabía que me había excitado hasta ese punto, Kenzou tenía toda la culpa de esto, él me había provocado.

—Es tu culpa, si no hubieras hecho esa clase de acciones tan excitantes no hubiera reaccionado de esa manera.

—Me encanta saber que reaccionas de esa manera a causa mía —dijo sentándose en la otra silla, tomó un poco de champan mirándome fijamente, esos pesados ojos me enloquecen tanto.

—Claro tú causas muchas reacciones en mi —dije tomando un sorbo de champan.

 —Dime algo Hiroto, ¿tú piensas mucho en mí? —dijo mirándome lascivamente mientras agitaba su mano de arriba abajo, escupí toda la champaña que tenía en la boca mojando a Kenzou, me levanté de golpe acercándome a él

—Lo siento no era mi intención escupirte —dije secándolo y riendo, él rio a carcajadas, me besó por unos segundos, se volvió a sentar disponiéndose a comer de su pedazo de pastel, imité su acción sin dejarlo de mirar.

—¿Qué me miras? —preguntó él levantándose de su silla.

—Nada —agaché la mirada, él se acercó más a mí cogiendo mi corbata y jalándola con él, se dirigió hasta la habitación de él, al abrir la puerta de este miró la cama con sorpresa soltando mi corbata.

—Esto sobrepasa cualquier nivel de cursilería que haya visto.

—¿No te gusta? —pregunté con cierto tono de depresión.

—No es eso, me gusta mucho, gracias Hiroto, pero creo que tenemos un pequeño problema.

—¿Cuál?

—Tendremos que desarmar tu creación, lo siento no aguanto más —gimió, miré de reojo fijándome en su pronunciada erección, sonreí ante esto, lo abracé llevándolo hasta la cama, allí lo tire encima de esta, las rosas se esparcieron rodeando el cuerpo de Kenzou quien me miraba con aquel rostro erótico que me excitaba.

—Descuida, después de todo esta noche es para complacernos, cariño.

—Entonces hagámoslo —gimió Kenzou.

—Como quieras —dije posándome encima de él, empecé a recorrer su cuello con mi lengua mientras desabotonaba su camisa, me levanté quitándome sensualmente la corbata, lamí mi labio inferior quitándome la camisa, besé apasionadamente a Kenzou mientras le quitaba su camisa, bajé los pantalones de este llevándome su bóxer.

—Espera —dije levantándome.

—¿Qué pasó?

—Espérame un minuto siempre lo he querido hacer de esta manera —dije poniendo baladas románticas desde mi computador, me acerqué a él y lo besé dulcemente, él me miró mientras me abrazaba, sus ojos se aguaron soltando algunas lágrimas que me excitaban más, sonreí ante esto.

—Ahora si te voy a complacer Kenzou —en la habitación había dejado un poco de hielo para mis propósitos, alcancé un cubo de hielo, me posé encima de Kenzou, subí su delicado cuerpo sobre mis piernas mientras recorría su columna con el cubo de hielo, esto hacia que Kenzou se estremeciera de placer.

—¿Qué me haces? —dijo jadeando.

—Solo déjate llevar yo te hare sentir bien.

—Los vecinos se quejan de los constantes gemidos.

—¿Quién dijo?

—Lo presiento.

—Muy bien eso se arregla fácilmente —besé a Kenzou sin dejar que se le escapara ningún gemido, con el mismo cubo empecé a masajear sus pezones, mientras que metía mis dedos en la entrada dilatada de Kenzou, los empecé a mover circularmente estremeciéndolo.

—Ya estás listo —susurré en su oído, metí mi miembro erecto dentro de su entrada, aumentándole más fuerza y más rapidez entre más lo embestía, Kenzou empezó a gemir cada vez más fuerte, retorciendo su rostro lleno de placer, solté el cubo de hielo en el pecho de Kenzou, este empezó a bajar lentamente hasta su miembro, después de este bajó hasta el mío, sentí el frio de este justo en la entrada de Kenzou, el frio y el calor mezclados me excitaba más y más, había perdido todo control ahora solo quería agregarle más fuerza a cada embestida y así hice, empecé a embestir cada vez más fuerte

«Mierda ya estoy en mi limite, si sigo así me voy a correr más rápido que Kenzou, no puedo dejar que eso pasé» pensé entre más lo embestía, con una de mis manos empecé a masajear el miembro de Kenzou, este me miró sorprendido

—No…

—¿Por qué no?

—Me voy a venir. 

—Hazlo —dije agregándole más velocidad a mis embestidas, toqué la punta del miembro de este mientras lo masturbaba, después de unos minutos Kenzou se corrió en mis manos, saqué mi miembro delicadamente viniéndome fuera de este, me recosté en el pecho de Kenzou totalmente cansado y sudado, él acarició mis cabellos, su respiración era entrecortada igual a la mía, continuamos con el mismo acto otras dos veces más, agotado me levanté de la cama poniéndome una sábana en mis caderas, salí de la habitación de este hasta mi habitación allí me pusé un bóxer junto con una pijama, al regresar a la habitación de Kenzou este ya se encontraba vestido y se estaba metiendo dentro de su cama.

—Me gustas más desnudo —dijo él mirándome de arriba abajo.

—Oh Kenzou a mí me gustas de muchas formas.

—Lo sé, yo también me gustó de muchas formas.

—Eres un idiota, ¿para qué quieres verme desnudo? ¿Quieres que te lo haga otra vez?, que cuerpo tan insaciable y lascivo tienes.

—¿Lo harías?

—No, lo siento Kenzou, pero estoy cansado y no puedo hacerlo, después de todo mi miembro no funciona con pilas como para cambiarlas y empezar de nuevo, no puedo hacer algo así.

—Yo no he dicho eso, solo que pensé que querías más.

—Pues no, a veces pienso que me he emparejado con un adicto al sexo.

—Que exagerado, yo no he dicho que quiero que me lo hagas, después de todo solo quiero poder complacerte.

—Créeme me complaces y mucho.

—Gracias, sabes Hiroto te amo mucho.

—Yo también te amo Kenzou.

—Durmámonos, mañana tienes que trabajar.

—Pero si mañana es sábado, solo tengo que ir y recoger algunas cosas al laboratorio y me devuelvo, ¿me acompañarías?

—No me vas a dejar tirado o ¿Sí?

—Claro que no.

—Está bien.

—Duerme Kenzou mañana salimos de acá a las ocho.

—Ya lo sé, cállate y déjame dormir —dijo apagando la luz de su lámpara, abracé a Kenzou, este se recostó encima de mí, en esa posición nos quedamos completamente dormidos.

Desperté a Kenzou a las siete de la mañana, él se levantó metiéndose al baño, salí de la habitación de este directo a la cocina, allí preparé el desayuno sirviéndolo en platos los cuales llevé a la mesa, Kenzou salió del baño y comió totalmente callado, después se dirigió a su habitación cerrando la puerta tras entrar, me levanté llevando los platos al fregadero, entré en mi habitación vistiéndome de forma casual.

—Hiroto estoy listo.

Miré el reloj que marcaba las ocho y cincuenta, salí de mi habitación, Kenzou realmente estaba atractivo, agarré su cintura atrayéndola hacia mí, besé sutilmente sus labios él me miró con una sonrisa en su rostro.

—Vamos —dije tomando su mano, salimos de la casa, subimos a mi auto y nos dirigimos al laboratorio, al llegar allí bajamos de este y nos encaminamos al salón en donde trabajaba normalmente.

—Hiroto no sabía que venias hoy —dijo Taichí acercándose a nosotros, Kenzou sacudió su mano en forma de saludo, en los últimos años ellos se han empezado a llevar bien, por lo normal siempre hablan muy amenamente sobre temas que la verdad no me interesan. Taichí empezó a trabajar en el laboratorio al mismo tiempo que yo, así que nuestra relación tampoco es que haya cambiado mucho.

—Hola Kenzou —dijo él palmoteando la espalda de Kenzou, este le sonrió.

—Que malo ¿Acaso a mí no me vas a saludar Taichí?, eres tan frio conmigo, pero con Kenzou no.

—¿Por qué? ¿Celoso? —preguntó Kenzou con una sonrisa maliciosa en su rostro.

—Claro que sí.

—¿En serio? —preguntó Kenzou abrazando a Taichí, él es más alto que Kenzou así que este estaba más como colgado.

—Claro, recuerda que tú eres mío —dije jalando a Kenzou y reteniéndolo en mis brazos, él se sonrojó lleno de vergüenza, Taichí rio.

—Bueno es mejor que no se pongan cariñosos en la entrada del laboratorio, si van a hacer eso es mejor que vayan algún salón.

—Nos estás diciendo que podemos tener sexo en alguno de los salones, ¿qué dices ante eso Kenzou?, mi salón está libre si quieres vamos.

—Claro que no, no me refería a eso —dijo Taichí exaltándose, igual que en la universidad, él ha sido siempre muy dedicado tanto a la carrera como a su trabajo.

—Él solo bromea, no haríamos algo tan indecoroso en este sitio —dijo Kenzou poniendo una mano encima de Taichí.

—Muy bien eso espero.

—Claro —contestó Kenzou con su linda sonrisa.

—Sería bueno que fueran juntos algún lugar romántico de Japón, ¿no creen?

—Sí, me gusta ¿Qué nos recomiendas Taichí? —dije recostándome encima de él.

—No lo sé, nunca he ido con alguien algún lugar romántico, ya te dije que me quiero casar con mi trabajo, no tengo tiempo para eso.

—Que aburrido —repuse.

—Bueno de igual manera yo me tengo que ir, nos vemos después Kenzou.

—¿Acaso de mí no te vas a despedir?

—Me veo contigo casi todos los días no fastidies más —dijo Taichí saliendo del instituto, sonreí mientras él se alejaba.

—Bueno pues ve por tus papeles rápido, voy a ir al baño, vas a estar en el mismo salón de siempre ¿Cierto?

—Sí, te esperó allí.

—Okey —dijo él yéndose al baño, subí hasta el salón en donde solía trabajar, cogí los archivos que se encontraban encima de la mesa, miré las muestras esperando a que Kenzou se apareciera, después de unos minutos llegó él y se acomodó al pie mío.

—Vamos —dijo mirándome de reojo.

—¿No crees que sería interesante hacer lo que dijo Taichí?  

—Lo de tener sexo en uno de estos salones.

—No, eso no, además yo fui el que dijo eso no él, eso será indecoroso para alguien como Taichí, ensuciar la institución de esa manera seria algo irrespetuoso —dije arremedándolo, Kenzou soltó una carcajada.

—¿Entonces a qué te refieres?

—A lo de ir de viaje los dos solos a algún lugar romántico.

—Admito que es cursi, pero claro que me gustaría ir contigo algún sitio de ese estilo.

—¿A dónde quieres ir?

—Vamos a las aguas termales, también deberíamos ir a Kioto, ¿qué dices?

—Me gusta esa idea.

—Decidido, si quieres la otra semana vamos a las aguas termales.

—Y dentro de quince podemos ir a Kioto, ¿te parece?

—Creo que puedo ajustar mi agenda de esa manera así que sí.

—Gracias cariño, ¿salimos? o ¿Quieres intentar lo que dije?

—No gracias, vamos —dijo saliendo del salón, cogí la mano de este y salimos del instituto, subimos al auto y nos encaminamos de nuevo a nuestro apartamento. 

Ese lunes salí temprano, tenía que estar en el laboratorio lo más rápido posible, según me había explicado mi asistente algo les había pasado a las muestras, subí en el auto yendo lo más rápido que podía, al llegar ella me abrazó con sus ojos llenos de lágrimas.

—¿Qué está pasando?

—Las muestras se han reproducido.

—¿Cómo es posible eso?

—No lo sé, solo sé que eso es un buen avance —dijo ella entusiasmadamente.

—Vamos hay que trabajar duro en esto —dije yendo hasta el laboratorio, empecé a trabajar normalmente, Kenzou me vendrá a recoger hoy a eso de las ocho de la noche, me apuré en terminar mi trabajo, miré el reloj eran las siete y media, me recosté encima de mi escritorio esperando la llamada de Kenzou.

—¿Akiyama-san aún sigues aquí? —preguntó mi asistente, levanté mi rostro mirándola fijamente, ella se sonrojó y agachó su mirada, así que aun podía conquistar mujeres.

—Eso parece.

—¿Estás libre?, se me ocurrió ¿Qué tal vez podamos ir a celebrar el éxito del proyecto?

—Lo siento, no puedo ir ya tengo planes.

—¿Esperas a alguien? 

—Así es.

—¿La persona a la que esperas es tu novia? —susurró ella agachando la mirada.

—Mi novio en realidad.

—¿Qué?

—Así es, me está esperando a mí —dijo Kenzou entrando en el salón, ¿a qué horas había llegado?, se acercó a mí y se recostó encima de mí, rodeé por detrás la cadera de Kenzou con uno de mis brazos.

—Esto es una broma ¿Cierto?

—Claro que no —dijo Kenzou con una sonrisa maliciosa en su rostro, él me volteó a mirar, se acercó a mí posando sus labios sobre los míos, ella se sonrojó y abrió sus ojos sorprendida.

—No —susurró.

—¿Ahora me crees? —preguntó Kenzou agarrándose más de mí.

—Kenzou compórtate.

—Yo no he hecho nada imprudente o ¿Sí?

—Akiyama-san dime que esto no es verdad, por Dios ¿Qué es esto?

—Son dos hombres besándose, ¿acaso nunca habías visto algo así? —dijo Kenzou con su sonrisa en el rostro.

—Lo es, él es mi novio.

—Mucho gusto Hibiki Kenzou —dijo él estirando su mano, ella lo miró de arriba abajo y salió corriendo del lugar furiosa.

—Creo que no le agrade —susurró Kenzou con un tono malicioso en su voz y una sonrisa juguetona en su rostro.

—Descuida —dije besándolo, salimos cogidos de la mano hasta el auto, allí se encontraba mi asistente junto con algunas chicas que nos miraban sin disimular, me quedé mirándola fijamente, algunas de ellas agacharon la mirada mientras que otras más descaradas aún nos veían.

—Dicen que somos un desperdicio al ser tan guapos y ser homos —dijo él mirándolas.

—¿Qué?

—Estabas mirando a esas chicas, pensé que querías saber que decían.

—Así que ahora lees los labios.

—Algo así —dijo entrando en el auto, entré después de este arrancándolo de una vez, después de salir del instituto bajé la velocidad.

—En realidad no somos completamente homo, solo somos bisexuales.

—Bueno si, pero es mejor que ninguna de ella se entere de eso.

—Como quieras.

—Creo que tú también lo quieres o ¿Te gustaría ver que alguna de esas chicas me intenté coquetear y alejar de tu lado?

—Claro que no, jamás me gustaría que eso pasara.

—Bueno, pues a mí tampoco, hemos tenido que pasar por tanto que no quiero tener más problemas.

—Cierto.

—Sabes Hiroto tu asistente no me gustó.

—Ah lo sé, eso pasa porque tú por lo normal no te gusta nadie que esté cerca de mí, eres muy celoso.

—Posiblemente.

—Es más me sorprende que ahora seas amigo de Taichí y que hayas logrado ser amigo de Kaito.

—Bueno ellos son casos especiales.

—Ya veo.

Bajamos del auto aproximadamente a las ocho y media, Kenzou tomó un té yendo directo a su habitación

—Hoy tuve éxito con mí experimento —dije abrazándolo, él me miró sorprendido.

—Te felicito —dijo besándome dulcemente, rodeo mis hombros con sus delicados brazos.

—Ten cuidado, no quiero que me viertas el té encima.

—Lo siento —dijo apartándose de mí, tomó varios sorbos.

—Este miércoles ¿Estas ocupado por la mañana?

—Quizás ¿Por qué?

—Si no lo estás me gustaría que me ayudaras a buscar un material que necesito en la biblioteca del laboratorio.

—Está bien.

—Entonces a penas me vaya te llevó conmigo.

—Vale —dijo entrando a su habitación, fui hasta la mía en donde me quedé dormido apenas toqué la cama.

El miércoles desperté a las ocho de la mañana, salí de mi habitación, Kenzou ya se encontraba vestido y listo.

—¿Quieres que te preparé un café mientras te alistas? —preguntó levantándose de la silla.

—Está bien —entré en mi habitación alistándome, al salir me encontré con una taza de café y la sonrisa reconfortante de Kenzou, tomé de este saliendo junto con Kenzou a las nueve de la mañana, fuimos caminando para hacer algo de ejercicio, al llegar al laboratorio mi asistente se encontraba en la entrada, ella nos miró y agachó la mirada.

—Pensé que podría ayudarte con tu investigación, pero veo que ya tienes compañía —dijo ella mirando a Kenzou de arriba abajo.

—Lo siento.  

—Correcto él ya tiene quien lo ayudé, así que no es necesario tu servicio —dijo Kenzou cogiéndome la mano, ella lo miró furiosa, yo solo callé.

—No creo que le seas de ayuda, él necesita gente que sepa del tema.

—Mira niñita…

—Bueno Hiroko-kun yo ya quedé con que Kenzou me ayudaría, así que agradezco tu ayuda, pero no te necesito, además tú ya tienes otros trabajos que el jefe de sección te dejó, no quiero que te atrases por mi culpa —dije llevándome a Kenzou. Subimos hasta el tercer piso en donde se encontraba la biblioteca, entramos a esta acomodándonos en una mesa en la esquina y al fondo de la biblioteca. 

—Ya vengo, voy a traer los libros de los que sacaremos la información.

—Está bien, te esperare acá —dijo él quitándose su saco y sentándose en una de las sillas, regrese con varios libros de biología, los pusé encima de la mesa, Kenzou me miró sorprendido.

—Escoge cualquiera de estos y busca reproducción celular.

—¿Todo esto? —preguntó pasando saliva sin despejar un solo momento sus ojos de los libros.

—Sí.

—Está bien.

Cogió uno de los libros y se dedicó a buscar lo que necesitaba, acción que imite. Las horas pasaban, cada uno estaba absorto en la lectura, copié con rapidez todo lo que me decía Kenzou de lo que encontraba en los libros, de mis propias investigaciones también fui tomando nota, cada una de ella complementaba la otra, miré la hora eran las doce del día

—¿No tienes trabajo?, ya son las doce.

—No, acabó de entregar el libro a la imprenta, estoy libre.

—Ya veo.

—Hiroto, ya acabé.

—Gracias por ayudarme, espérame un minuto terminó de copiar esto y nos vam… —Kenzou estiró su saco cubriendo nuestras piernas, empecé a sentir como aquella ágil mano se deslizaba por mi pierna hasta llegar a mi miembro, me estaba empezando a excitar

—Kenzou aquí no —dije casi en un gemido.

—¿Por qué no?, si tu cuerpo reacciona tan bien, mira ya estas duro —susurró en mi oído mientras acariciaba mi miembro, lo miré fijamente mientras que intentaba quitar su mano de encima mío, él lambio su labio mirándome con esos ojos lujuriosos, sonrió bajando la cremallera de mi pantalón.

—No —gemí, él metió su mano dentro de mi bóxer tocando la punta de mi miembro, empezó a acariciar lentamente mi miembro de arriba abajo, yo no podía moverme, me excitaba el hecho de sentir la adrenalina correr por mi cuerpo, si alguien nos llegaba a ver seguramente tendría problemas en mi trabajo, en la zona en donde nos encontrábamos no había nadie, menos mal, escuchaba la risa y murmullos de algunas personas, cada vez me ponía más nervioso y excitado, Kenzou sacó mi miembro masturbándolo cada vez con más fuerza, pusé mi muñeca dentro de mi boca intentando callar los gemidos.

—Para... por… favor —dije con un hilo de voz.

—¿Por qué? ¿Acaso no te gusta? —susurró en mi oído.

—Sí, pero…

—Pero…

—No aquí, alguien nos puede ver.

—No hay nadie cerca, nadie se enterará confía en mí.

Él aumento la velocidad, sentía como mi cuerpo reaccionaba a esto, pronto me iba a correr no me quedaba mucho tiempo, agarré la mano de Kenzou haciendo que este se detuviera, él me sonrió

—¿Por qué me detienes?

—Me vengo —susurré, Kenzou apretó la punta de mi miembro haciendo que me viniera en su mano, él sacó está llena de aquel liquido blanco, cogió un pañuelo de su maleta y limpió su mano, quitándose los residuos de este, luego hizo lo mismo con mi miembro.

—¿Ya terminaste? —preguntó con doble intención, me miró con una sonrisa pícara en su cara, acarició mi mejilla, me sonrojé un poco.

—¿Qué crees? —pregunté levantándome de la silla, miré mi cremallera la subí y me abotoné el pantalón con rapidez sin que nadie me viera, lancé el saco a Kenzou quien ya se había levantado de la silla, cogió los libros y los llevó a los carros de la biblioteca.

—Voy saliendo —dijo yéndose de mi lado, miré de reojo a las chicas quienes se quedaban estupefactas al ver a Kenzou, recogí mis apuntes y salí de la biblioteca, Kenzou ya se encontraba afuera hablando con Taichí.

—Taichí cariño hace tanto tiempo que no te veo —dije acercándome a este, él retrocedió un poco poniendo cierta distancia entre los dos.

—Hazte más lejos Hiroto, no quiero que lo espantes —bromeó Kenzou.

—Con él tengo miedo que algún día me llegué hacer algo.

—Al que le quiero hacer cosas ahora es a otro —dije mirando fijamente a Kenzou, él se sonrojó y agachó su mirada, mostrando una falsa faceta suya.

—Ya les he dicho que tienen prohibido ponerse cariñosos acá y que no se diga esa clase de comentarios tan carnales.

—Perdón —sonreí.

—Necesito que controles sus instintos sexuales Kenzou, siento que eres él más razonable y menos instintivo en esa relación.

«Kenzou sin instinto sexual, ¿quién es él que me acaba de masturbar en la biblioteca?, yo diría que él es el más adicto a este tipo de cosas, más bien seria yo el que lo tendría que controlar» pensé recordando aquella escena en la biblioteca.

—Lo sé, soy el que más me controló en la relación.

«Maldito»

—Si eso se ve, en todo caso ¿Si han pensado en lo que les dije?

—Sí, vamos a ir a las aguas termales el próximo fin de semana —dije recostándome encima de Kenzou.

—Me gustaría ir con ustedes, quizás sea el único momento que pueda pasar con ustedes por un buen tiempo.

—¿Por qué lo dices?, ¿acaso Hiroto te fastidia tanto que te vas a ir para alejarte de él?

—Eres un maldito Kenzou yo nunca le he hecho algo malo a Taichí.

—Gracias por defenderme Kenzou, pero esta vez no es culpa de él, me pidieron que por cuatro meses fuera a Europa a un grupo de investigación.

—Felicitaciones —dijimos al mismo tiempo Kenzou y yo.

—Por mi está bien que vayas con nosotros, ¿qué dices Hiroto?

—Claro, este sábado te pasó a recoger a tu casa.

—Te pasamos a recoger —repuso Kenzou mirándome de reojo.

—Claro, estaré esperando el sábado, ahora si me disculpan me voy.

—Nos vemos —dijimos, miramos como Taichí se alejaba de nuestro lado, bajamos hasta el primer piso saliendo del laboratorio

—¿Qué vamos a hacer ahora? —pregunté.

—No sé, comer supongo.

—¿Qué quiere comer mi princesita?

—Cállate idiota no soy ninguna princesa, no se ramen supongo.

—Vale, vamos —dije cogiendo su mano, empezamos a caminar por las calles, me detuve en una veterinaria observando los gatos.

—¿Por qué te detienes?

—Supongo que estoy pensando.

—¿Qué piensas?

—Siento, que me gustaría tener un gato, al no poder tener hijos creo que me sentiría bien con un animal que nos acompañe.

—Eso es fácil, alguno de nosotros dos tiene sexo con otra persona y que esa persona tenga al niño, pedimos la custodia del niño y ya.

—No, no quiero que ninguno de los dos haga eso, nuestra relación va perfecta como la llevamos no necesitamos terceros.

—Hiroto ya lo habíamos hablado, incluso cuando creíamos que éramos heterosexuales dijimos que ninguno de los dos quería tener hijos.

—No es eso, solo me gustaría tener alguien a quien acariciar, levantar, alzar y molestar.

—¿Acaso no te basta conmigo? —preguntó Kenzou agachando el rostro, se dio media vuelta y siguió caminando.

—Perdón, claro que me basta contigo —dije abrazándolo.

—Ya se me quito el hambre volvamos rápido al apartamento.

—Está bien.

Al llegar al apartamento Kenzou se encerró en su habitación sin dirigirme la palabra.

—Kenzou —dije mientras este cerraba la puerta.

—Solo quiero dormir —murmuró, entré en mi habitación recostándome en mi cama.

—La embarré —susurré poniendo mi brazo derecho sobre mis ojos.

El sábado salimos de la casa para ir a recoger a Taichí, no volvimos hablar del tema, Kenzou volvió a la normalidad, subimos al auto yendo hacia la casa de Taichí, pité dos veces anunciándole a Taichí que habíamos llegado, bajamos del auto y timbramos en su casa, escuché como alguien se movía con rapidez en el interior de esta, segundos después Taichí abrió la puerta llevando una mochila.

—Vamos —dijo saliendo de su casa, asentimos al mismo tiempo dirigiéndonos al auto, abrí la puerta de los asientos traseros dejando que Taichí se acomodara atrás, Kenzou abrió la puerta de en frente sentándose en el asiento auxiliar, partimos de la casa de Taichí directo a las aguas termales, allí nos registramos y cada uno se dirigió a su habitación, Kenzou y yo decidimos alquilar una habitación para los dos, en esta teníamos unas aguas termales al aire libre solo para nosotros, nos acomodamos en el cuarto, nos pusimos nuestras yukatas, volteé a mirar a Kenzou, se veía realmente sexy de esa manera, me acerqué por su espalda aprisionándolo en mis brazos, besé su cuello.

—Te ves tan sexy de esta manera Kenzou —susurré en su oído, empecé a deslizar la yukata por el hombro de Kenzou, este se apartó de golpe, lo miré con ojos lujuriosos, él se quitó está quedándose semi desnudo.

—Voy a tomar un baño —dijo yendo hacia las aguas termales al aire libre de nuestra habitación, lo seguí quitándome mi yukata, la tibia agua relajaba mis músculos.

«Sería algo interesante tener sexo en un lugar como este, sería mucho más fácil para Kenzou de esta manera» Me acerqué a él lentamente, él me miró con una de sus cejas levantadas, lo empecé a besar apasionadamente, lamí su labio metiendo de golpe mi lengua en su boca, sentí como su lengua tomaba posesión de la mía y la acariciaba lentamente, esto me empezaba a excitar, agarré las caderas de Kenzou subiéndolo encima mío, este empezó a besar mi cuello, sentía su pronunciada erección en mi abdomen, acaricié su columna vertebral haciendo que este se retorciera, lamí, chupé y succioné su pezón derecho mientras acariciaba y pellizcaba el otro, el gimió.

—Kenzou, Hiroto ¿Están ahí? —dijo Taichí, Kenzou se bajó rápido de mí arreglándose, tragó saliva.

—Abre —dijo él casi en un susurró, Taichí entró en la habitación con una bolsa con cervezas, la pusó en el suelo y se quitó la yukata entrando en el agua.

—Ah esta buena —suspiró cerrando los ojos, volteé a mirar a Kenzou quien solo me sonrió nerviosamente.

—Te extrañare Taichí, tengo que admitir que antes no me caías muy bien, pero al conocerte me caíste bien.

—Gracias Kenzou, ya sabía que no te agradaba.

—¿En serio?

—Sí, es que me mirabas como fulminándome.

—Lo siento —rio Kenzou.

—Además no te despidas de esa manera, solo son cuatro meses, después de ese tiempo volveré lo prometo.

—Apenas llegues ven a visitarnos, ¿cierto Kenzou?

—Sí.

—Lo hare.

—Yo también te extrañare —dije palmoteando su espalda.

—Lo sé.

—Maldito egocéntrico.

—Solo bromeo —dijo Taichí, todos reímos, después de un tiempo salimos del baño nos pusimos de nuevo las yukatas y empezamos a beber.

—Vamos es hora de irnos —dijo Kenzou despertándonos a Taichí y a mí, ambos nos levantamos del suelo recogiendo las latas de cerveza.

—Ya vengo —dijo Taichí saliendo de la habitación, tiempo después llegó junto con su mochila y totalmente listo, nosotros ya nos habíamos vestidos y teníamos las maletas ya listas, salimos del sitio en la mañana, dejamos a Taichí en su casa, en el trayecto de vuelta Kenzou se quedó dormido, al llegar lo miré, aún seguía dormido, sonreí besando esos rojizos labios, delicadamente lo bajé del auto llevándolo hasta su habitación, lo recosté en su cama dejando que este descansara.

—Kioto, si por fin, párate Hiroto —dijo Kenzou posándose encima de mí, los días habían pasado rápido estábamos otra vez a sábado, le había prometido a Kenzou que iríamos a Kioto este fin de semana. El domingo pasado acompañamos a Taichí al aeropuerto, en donde el partió hacia el viejo continente para empezar su investigación. Me levanté de la cama quitando a Kenzou de encima, lo volteé a mirar, él me miraba con esos ojos llenos de súplica y una sonrisa en su rostro

—Eres tan polifacético Kenzou.

—¿Por qué?

—En un momento eres tan tierno, pero en otros eres tan… Como decirlo ninfomano.

—No lo soy.

—Claro que lo eres.

—Eres un estúpido Hiroto —dijo en forma de puchero, besé sus dulces labios, me cambié de ropa poniéndome una camiseta deportiva y unos pantalones negros, Kenzou ya se encontraba vestido, salimos temprano por la mañana, de aquí a Kioto es más o menos dos horas y medio casi tres. Kenzou se durmió en el trayecto del viaje.

—Despierta Kenzou, llegamos —dije besando sus labios, él despertó al instante.

—Gracias por despertarme con un beso.

—De nada —dije saliendo del auto, él bajó después de que yo saliera, se acercó a mí entrelazando su mano con la mía, lo besé en la frente y nos fuimos caminando el resto del camino, el sitio estaba lleno de parejas que manifestaban su amor públicamente, era imposible no sucumbir a un ambiente romántico mientras caminabas por Kioto, era bellísima, su estilo mezclaba la tradición, el exotismo y la cultura de Japón. Fuimos hasta el deslumbrante pabellón de Kinkajú, disfrutando y observando sus estanques de loto, después de esto fuimos a un restaurante en donde se expresaba una vista bellísima del rio Kamo, caminamos por las calles de Kioto observando su belleza, algunas casas tenían pequeños farolillos colocados tradicionalmente en las puertas de estas, al ser de noche volvimos por las iluminadas calles hasta donde habíamos dejado el auto. Todo era tan romántico, en varias ocasiones besé a Kenzou dejándome atrapar por el ambiente, al llegar al auto de nuevo lo volví a besar, nos separamos lentamente mirándonos fijamente a los ojos, cuanto amo a este tipo.

—Te amo Kenzou.

—Te amo tanto Hiroto —dijo esto aferrándose a mí, me besó metiendo su lengua en mi boca, esa dulce lengua que se acostumbraba a juguetear con la mía, sonreí separándome de él, entramos al auto y nos dirigimos de nuevo a Tokio.

Desperté al escuchar un plato romperse, me levanté de golpe cogiendo un bate y yendo silenciosamente hacia la cocina, al entrar en esta me di cuenta que solo se trataba de Kenzou, miré el reloj que marcaba las seis y media de la mañana.

—Lo siento, no quería despertarte —dijo terminando de echar los trozos de plato a la basura.

—No, relájate.

—¿Qué haces con ese bate?

—Pues discúlpame creí que había un ladrón o algo así.

—No lo hay, además ¿No te podrías defender con tu cuerpo?

—Bueno y si me pasara algo quien protegería a mí princesa —dije señalándolo, él se sonrojó.

—Yo no soy ninguna princesa, además yo me sé defender solo.

—¿En serio? —me acerqué a él sosteniéndolo en mis brazos, suavemente golpeé su talón haciendo que este cayera al suelo.

—Oye duele.

Sonreí posándome encima de él, lamí su cuello mientras subía su camisa.

—No, Hiroto estamos en la cocina.

—Algo exótico nos vendría bien.

—No —dijo él alejándose de mí.

—Aburrido.

—No es que no quiera, simplemente no tengo tiempo.

—¿Por qué te levantaste tan temprano?

—Hoy voy a ir a visitar a mis padres.

—¿Por qué no me habías avisado de eso?

—Bueno es algo que sale de improviso.

—¿Les vas a decir?

—¿Sobre?

—Nosotros.

—¿Quieres que se los diga?, por mí no hay ningún problema.

—No deja así.

—Vale.

—¿Puedo acompañarte?

—¿Qué? ¿Vas a pedir mi mano? —bromeó Kenzou.

—Claro que no, pero ya que tú vas a visitar a tus padres ¿Por qué no ir a visitar a los míos?

—Como quieras, pero me voy a las ocho, si estás listo a esa hora.

—Claro que si, además tú tampoco lo estás.

—Yo no me demoro alistándome.

—Vale, ya me voy alistar —dije yendo a mi habitación. Después de una hora y media salí de mi cuarto, eran las ocho en punto

—Estoy listo —grité, Kenzou había preparado un poco de café, tomé este junto con una tostada, después de media hora salió Kenzou, se veía tan sexy con su buzo negro ceñido al cuerpo, su figura es una delicia para la vista.

—Vamos —dijo yendo hacia la puerta, subimos al auto de Kenzou el cual no solemos utilizar mucho cuando vamos juntos. Llegamos a Osaka después de dos horas y media de carretera, bajamos primero a la casa de Kenzou, este llevaba una canasta de frutas, se nota que está nervioso. Ellos no son la típica familia que vive feliz, él casi nunca se ve con ellos porque son una familia conservadora que si no es blanco es negro, todo tiene que ser perfecto para ellos, desde pequeño a Kenzou se le exigía ser como ellos quisieran, su hermano mayor siempre había sido su hijo preferido, por eso él creció bajo la sombra de su hermano para sus padres, aunque a mí siempre me han tratado bien, es más me adoran, pero con Kenzou no es así. Kenzou golpeó la puerta pasando saliva, pocos minutos después abrió su madre

—Mamá buenos días.

—Mei-san.

—Chicos entren por favor —dijo ella haciendo ademan de que pasáramos, entramos a la espaciosa casa de Kenzou.

—Qué recuerdos —dije.

—Lindos recuerdos ¿No? —contestó su madre guiándonos hasta la sala.

—Muy buenos.

Nos sentamos en el mueble, ella se fue hasta la cocina, su padre apareció junto con un periódico en su mano y tiempo después entró su hermano mayor, ellos nos voltearon a mirar, su hermano elevo una ceja mirándome, nunca le he caído bien a este.

—Hiroto-kun, muchacho ¿Cómo vas? —dijo su padre sentándose en una silla, su hermano lo imito.

—Bien, gracias por preguntar.

—¿Y a ti cómo te va Kenzou?

—Bien.

—Eso me alegra.

Su madre entró a la sala con una bandeja llena de vasos con té, repartió los vasos a los que estábamos y se sentó junto a su esposo.

—Hemos venido a saludarlos, quería ver cómo les estaba yendo —dijo Kenzou un poco nervioso.

—Bien no nos quejamos.

—Eso me alegra —dijo él sonriendo.

—Pensé que volvías a casa hermano.

—No, lo siento solo vengo de visita, de igual manera me voy ya.

—No hijo, quédate y come con nosotros ya va estar el almuerzo.

—No mamá…

—Kenzou quedémonos.

—Está bien. 

Ellos empezaron a hablar y a discutir problemas familiares, después de dos horas su madre empezó alistar la mesa, me levanté y le empecé a colaborar con esto, ella trajo la comida mientras yo terminaba de poner los platos

—Es hora de comer, señores siéntense por favor —dijo ella con una sonrisa en su rostro, me senté al pie de Kenzou, su padre estaba en la cabecera, su madre en frente de nosotros y el hermano de Kenzou junto a su madre

—Gracias por la comida —dijimos al mismo tiempo.

Todos empezamos a comer en completo silencio, terminando mi comida empecé a sentir como la mano de Kenzou acariciaba mi muslo acercándose lentamente hasta mi miembro, mierda si sigue así me voy a poner duro, me levanté de golpe de la mesa llevando el plato hasta la cocina, Kenzou me siguió, pusé los platos en el fregadero lavándolos

—No me vas a hacer la misma de la biblioteca y menos en frente de tus padres —susurré en su oído, mordí su oreja.

—Es que tu cuerpo actúa muy bien cuando hay adrenalina —dijo este con una voz demasiado tentadora, lambí mi labio acercándome a él, rodeé sus caderas con uno de mis brazos, me acerqué a él.

—Kenzou tenemos que hablar —dijo su hermano entrando a la cocina, nos separamos de golpe, este nos miró con una de sus cejas levantadas, me volteé hacia el fregadero y empecé a lavar el plato de Kenzou — ¿Qué está pasando acá?

—Nada —dijo Kenzou con un tono brusco.

—Más vale que no —dijo este volviendo a salir de la cocina, Kenzou me miró y rio.

—Maldito me provocaste y casi nos descubren.

—No le tengas miedo, él no te puede hacer nada.

—A mí no, pero a ti sí.

—¿Te estás preocupando por mí Hiroto? —preguntó recostándose en mi espalda.

—Claro que si tonto.

—Gracias.

—¿Nos vamos?

—Sí —salimos de la cocina hacia la sala, su hermano nos seguía mirando de una manera odiosa.

—Gracias por la comida, pero nos tenemos que ir mamá, papá, Yoshida.

—Vale hijo cuídate y tú también Hiroto-kun —dijo su madre, salimos de la casa de Kenzou a eso de las dos y media de la tarde, compramos otro canasto de frutas y nos encaminamos hacia mi casa.

—Hace tanto que no vengo —dije saliendo del auto, Kenzou me siguió, timbre dos veces, mi hermana pequeña abrió la puerta, apenas me vio quedó boquiabierta mientras se hacía a un lado para dejarme pasar.

—Vamos Sora no es como si nunca viniera, no te sorprendas tanto.

—Nunca vienes, perdón casi nunca vienes —bromeó, Kenzou rio junto con ella, esa sonrisa que tanto me reconfortaba.

—Exageras, ¿están mis padres?

—Sí, están en la sala sigue.

Pasamos el largo pasillo que conecta la entrada a la sala, entré suavemente, mis padres estaban volteados viendo televisión.

—Buenas tardes —susurré en sus oídos, ellos dieron un pequeño brinco, me voltearon a ver de la misma forma en como me había visto Sora

—Hijo —dijo mi madre abrazándome, sus ojos se habían aguado.

—Hiroto ese milagro.

—Perdón por no haber venido.

—Kenzou-kun, mi niño, ¿cómo estás? —mi madre abrazó a Kenzou mientras mi padre me abrazaba a mí.

—Kenzou —dijo mi padre dándole palmadas en su espalda.

—Señor y señora Akiyama.

—No te olvides de mí —dijo mi hermana con una hermosa sonrisa.

—Cómo olvidarme de ti Sora-chan —respondió él acariciando sus cabellos, ella tiene catorce años es una consentida, pero la adoro.

—Bueno hemos venido a saludar.

—Puede que vengan a saludar, pero tendrán que quedarse por hoy, voy a preparar una cena exquisita, pueden acomodarse en tu antiguo cuarto.

—Gracias —dijimos subiendo a mi habitación, Kenzou cerró la puerta con pasador, tras entrar me miró con ojos lujuriosos, le sonreí de igual manera, él se acercó lentamente a mí, yo solo podía mirarlo y excitarme.

—¿Proseguimos en donde lo dejamos? —preguntó este lambiendo su labio superior.

—Como quieras.

Él me sonrió mientras desapuntaba mi pantalón, sacó mi erecto miembro mientras lamía de arriba abajo este, pusé mi mano en mi boca intentando callar mis gemidos, Kenzou metió este dentro de su boca ¡Oh por Dios!, sentía como este succionaba y chupaba mi miembro, su legua se posó sobre la punta de este, me corrí al instante, un hilo de aquel liquido blanco salía de la boca de Kenzou, su mirada, esos ojos grises me pedían más, lambí aquel hilo metiendo mi lengua dentro de la boca de Kenzou.

—Hermano la cena ya está lista —dijo Sora golpeando la puerta, nos separamos de golpe volteando nuestra mirada hacia la puerta, Kenzou se levantó y limpió su boca quitando los residuos de aquel liquido blanco, me volví abrochar el pantalón levantándome.

—Ya vamos —dije acomodándome, volteé a mirar Kenzou ambos reímos, él se acercó a mí, me besó y abrió la puerta de la habitación, bajamos hasta el comedor en donde ya se encontraban todos.

—Gracias por la comida —dijimos disponiéndonos a comer.

—¿Cómo te está yendo en el trabajo Hiroto? —preguntó mi padre.

—Bien no me quejo.

—¿Y a ti Kenzou?

—Muy bien.

—Leí el libro que hace poco sacaron en la editorial —interrumpió mi madre.

—¿Paranoia?

—Sí, ese.

—Lo edite yo.

—¿En serio? Me encanto muy buen libro.

—Gracias.

Después de un tiempo me levanté recogiendo los platos de todos y llevándolos al fregadero, allí Kenzou los lavó, subimos de nuevo a la habitación, miré de reojo el reloj que marcaba las nueve y media, cerré la puerta con pasador, Kenzou estaba acomodando la cama para dormir, se acostó en la orilla de esta, me subí a la cama posándome al otro lado, abracé a Kenzou besando sus cabellos, él se volteó y besó mis labios, le correspondí posándome encima de él.

—¿Quieres más? —preguntó este con su lasciva voz.

—No, es hora de que tú disfrutes —dije metiendo mi mano dentro de su bóxer, él gimió.

—Silencio —dije quitándole su pantalón y bóxer.

—No puedo.

—Qué lindo —este se sonrojó completamente, pusé mi mano sobre su boca mientras acariciaba el miembro de este, con mi boca succionaba y lamía los pezones de este excitándolo, después de un tiempo Kenzou se corrió en mi mano.

—Hermano ábreme —dijo Sora golpeando la puerta, empujé a Kenzou sacándolo de la cama, me levanté de golpe limpiando mi mano.

—Maldito —dijo Kenzou poniéndose su bóxer y su pantalón.

—Lo siento cariño —susurré besándolo, me acerqué a la puerta abriéndola, Sora se encontraba con una sonrisa.

—¿Qué quieres?

—Que odioso.

—¿Entonces?

—¿No me podría acostar con ustedes hoy?

—No.

—Hace mucho que no vienen, por favor.

—Déjala —dijo Kenzou, ella pasó a nuestra habitación acomodando su futon cerca de la cama.

—¿Qué es esto? —preguntó acercándose a un residuo de ese líquido blanco que se encontraba en la cama.

—No toques, es crema —dijo Kenzou cogiendo pañuelos.

—¿Y huele a rico?

—No —dije cargándola en mis brazos, Kenzou limpió con rapidez aquel residuo mientras se sonrojaba.

—Que odioso.

—Mejor acuéstate —dije volviéndola a poner en el suelo, Kenzou se acostó de nuevo en la cama, pero esta vez se hizo en el otro lado, me acomodé en la orilla, apagué la lámpara, abracé a Kenzou quedándome dormido.

Los rayos de sol pegaban justo en mis ojos, entre abrí estos sacudiendo con delicadeza a Kenzou, me levanté de la cama despertando a Sora, ella se levantó recogiendo su futon, Kenzou se levantó después, acomodó la cama y salimos del cuarto, Sora llevó el futon a la habitación, los tres bajamos al comedor en donde mi madre ya había servido el desayuno, cada uno tomó este en completo silencio, mi padre recogió los platos llevándolos al fregadero.

—Bueno me ha encantado visitarlos, pero nos tenemos que ir.

—Pero hijo.

—Mamá es hora de que nos vayamos.

—Está bien.

—Chao mamá, chao papá, chao Sora —dije saliendo de la casa.

—Hasta luego a todos —Kenzou salió después de mí, subimos al auto devolviéndonos de nuevo a Tokio.

Tres semanas después.

Ese oscuro viernes levanté mi mirada a la ventana, se pronosticaba una fuerte tormenta, los vientos eran excesivamente fuertes, volví a bajar mi mirada analizando los resultados del experimento, miré de reojo el reloj que marcaba las seis de la tarde, era hora de irme, me paré de la silla y salí del laboratorio en dirección a mi auto.

—¿Akiyama Hiroto? —preguntó una mujer antes de que entrara en mi auto.

—Sí.

—Una persona me pidió que te entregara esto —dijo estirando un sobre blanco, lo cogí observándolo detenidamente.

—Gracias —dije entrando en mi auto, pusé el sobre en la silla auxiliar y me encamine a casa, al llegar todo estaba a oscuras supongo que Kenzou aún no llega, entré a la casa dejando el sobre en la mesa, fui hasta la cocina y me serví una copa de whisky, cogí el sobre y me senté en un mueble, lo abrí dejando la copa en una pequeña mesita, este tenía unas fotos junto con una carta, miré las fotos, todas eran de Kenzou y una chica en un bar, en cada una de ellas charlaban muy amenamente, no pude evitar que las lágrimas empezaran a recorrer por mi rostro, leí la carta la cual básicamente decía que Kenzou me engañaba con esa mujer, que se habían reunido en varias ocasiones en ese bar y de allí se habían ido a un motel cerca, según esto la misma persona de la foto me escribía esto porque según ella lo amaba tanto que lo quería tener para ella sola y por una amiga se había enterado de nuestra relación, necesitaba que yo supiera la verdad, mi corazón se rompía en mil pedazos, no puedo creer que Kenzou me engañe, después de todo lo que hemos pasado, no puede ser, él no es así, él cambio, es cierto que antes era hetero, pero ahora me ama, yo soy la persona que ama.

—No —dije tirando las fotos en la pequeña mesita, tomé de un solo sorbo el whisky que quedaba en la copa, fui hasta la cocina trayendo la botella de este, empecé a beber desenfrenadamente, las lágrimas caían de mi rostro deformado por la tristeza, agarré mi cabeza con fuerza esperando a que Kenzou llegara a casa, después de una hora o más no lo sé, llegó Kenzou.

—Estoy en casa —dijo entrando a la sala, se acercó a mí con su rostro preocupado— ¿Estás bien?

—No, no lo estoy —susurré.

—¿Qué pasó? —este posó su mano en mi espalda, quite esta bruscamente enfrentándome con él, este me miró con ojos llenos de terror.

—Eres un imbécil —dije estampando mi mano sobre su cachete, este cayó al suelo, me volteó a mirar sorprendido, su labio sangraba.

—¿Qué? —preguntó él levantándose —¿Qué te pasa?

—Nunca cambias ¿No?

—¿De qué hablas?

—De esto —dije poniéndole las fotos con fuerza en su pecho este las miró sorprendido, después leyó la carta, sus ojos se llenaban de lágrimas y de un momento a otro empezó a llorar.

—Esto no es verdad.

—Entonces, ¿cuál va a ser tu excusa ahora?

—Yo no tengo esa clase de relación con ella.

—¿Quién es ella?

—Ella es la autora de la que estaba a cargo, ese día celebramos por la reimpresión de su libro, por eso ella me invito a beber no creí que fuera algo malo salir.

—¿Qué?

—Así es, yo nunca te engañe con ella, pareciera que no supieras cuanto te amo Hiroto.

—No me jodas.

—¿Por qué pensaste que yo haría eso?

—Eso es lo que haces siempre, igual como lo hiciste hace cinco años, antes de que empezáramos a salir.

—¿De qué hablas?

—Cuando tuve que estar con él en ese cuarto, cuando casi me folla.

—Eso no es cierto, yo estaba en shock, además nadie te mandó a que apostaras conmigo, ya que estas siendo tan sincero no vendría mal que yo me sincerara o ¿Si?

—Así, pues qué pena por confiar en ti, tú no sabes lo asqueroso que me sentí cuando ese tipo me acarició, la humillación que sentía y solo porque fallaste a mi confianza.

—Perdón, pero ni siquiera éramos novios como para que hallas tenido el derecho de hacer algo así, yo también me sentí mal al enterar de fuiste capaz de apostar mi amor, mi confianza, éramos amigos de infancia, pero aun así decidiste jugar de esa manera con lo que yo te daba.

—Con lo poco que me dabas.

—Puede que en ese tiempo allá sido poco, pero lo que te daba era sincero.

—No te creo nada, no sabes qué tan mal me sentí al ver como quebrantabas mi confianza, no lo sabes.

—Por eso buscaste a Kaito ¿Cierto?

—¿Qué? ¿Por qué lo metes a él en esto?

—Sí, así es, tú y él maldita sea, me engañaste con él.

—¿Qué? —susurré recordando cuando había besado a Kaito el día después de que peleara con Kenzou, ¿acaso él nos había visto?, pero ¿Cómo?

—¿Qué? ¿No esperabas que yo me hubiera dado de cuenta?

—¿Darte cuenta de qué?

—Lo besaste, ese día entré en tu casa, estaba la puerta abierta, quería decirte que ya había hablado con Taichí de que faltarías ese día a la universidad, cuando los vi a ti y a Kaito besándose.

—¿Nos viste? —balbuceé como única respuesta.

—Sí, pero decidí callármelo solo porque no quería tener más problemas contigo, no quería pelear contigo, pero mi incertidumbre creció más, cada vez que peleábamos por algo siempre tenías que recurrir a Kaito, no podía evitar el pensar que quizás me engañabas con ese tipo cada vez que podías, sabes que él está enamorado de ti, pero siempre lo buscas, siempre ha sido así, no solo en eso muchas veces me he dado cuenta que la primera persona en enterarse de lo que pasa en tu vida es él, eso no es normal Hiroto, lo normal sería que fuera yo, después de todo soy yo con el que estas saliendo.

—¿Por qué nunca me dijiste que te sentías así?

«Nunca me di cuenta de que estaba hiriendo a Kenzou»

—Porque no te quería causar problemas —sollozo.

—Da igual si tanto nos hacemos daño, creo que es hora de separarnos.

—Como quieras.

—Bien —dije saliendo de la casa.

—Hiroto —gritó Kenzou a mis espaldas, volteé a mirarlo, sus ojos estaban inundados en lágrimas, sonrió tristemente —Espero que te vaya bien con Kaito.

—Maldito —susurré entrando en el auto, una tormenta ya se había desatado en la ciudad, miré por el retrovisor, Kenzou ya había entrado en la casa, arranqué el auto y salí volado de ahí. Quiero alejarme de todo, deambulé por la ciudad sin rumbo fijo, pasando una calle un camión perdió el control llevándose mi auto por delante, este patino por la acera de la cuadra, perdí total control de mi vehículo.

—No, Kenzou no —dije intentando volver a tomar control de este, un fuerte golpe hizo que mi cuerpo se sacudiera con fuerza me había estrellado contra un poste, mi cabeza cayó al volante rompiéndomela, una línea de sangre bajó de esta, de mi boca también estaba saliendo otro hilo de sangre.

—Kenzou —susurré, después perdí el conocimiento, solo escuchó las voces horrorizadas de las personas que seguramente se acercan a ver el accidente, estas se van alejando más y más, me estoy muriendo, no, estoy agonizando, no quiero morir, no sin antes ver por última vez su rostro sonriente, pensé en Kenzou con su sensual sonrisa.

 

 

 

Después de que Hiroto se fuera cerré la puerta cayendo de rodillas enfrente de esta.

—No vayas con él, por favor vuelve —susurré, las lágrimas bajaban de mi rostro como ríos llenos de tristeza, maldita sea ¿Por qué tenía que pasar esto justo cuando estábamos tan bien?, empecé a llorar a gritos agarrándome el pecho, el dolor en ese sitio se hacía cada vez más insoportable, las horas iban pasando, pero yo simplemente no podía dejar de llorar ni por un minuto, esta ha sido la pelea más fuerte que hemos tenido desde ese incidente de hace cinco años, la culpa siempre ha estado carcomiendo mi alma, por eso cada año intentaba ser lo mejor para Hiroto, alcanzar el nivel de él, este trabaja en un importante laboratorio de Tokio mientras que yo soy un simple editor en una editorial, ese día fui a tomar con esa mujer por el simple hecho de que quería celebrar que había sido el primer libro en el que había trabajado y que habían sacado reimpresión, estaba tan emocionado sentía que por fin había logrado algo bueno en mi trabajo. Me he callado tantas cosas, tantas, él no sabe el dolor que sufrí cuando lo vi besándose con Kaito, desde un principio sabía que Kaito se había enamorado de él, pero nunca creí que Hiroto correspondería a ese amor, siempre hablaba muy bien de él, lo envidiaba tanto, quizás él es mejor para Hiroto de lo que lo soy yo, aunque todos estos años he sido realmente feliz, pero ¿Por qué tienen que pasar este tipo de cosas?, ¿por qué?

—Kenzou —susurró la voz de Hiroto, miré sorprendido el lugar, pero no había nadie.

Ring ring

Me levanté yendo hacia el teléfono de la casa que sonaba con insistencia, no quería hablar con absolutamente nadie, pero… Había algo que me decía que tenía que atender esa llamada, ¿qué será ese algo?

—Alo.

—Buenas noches señor, ¿usted conoce a Akiyama Hiroto?

—Sí señor él vive conmigo.

—Bueno le comunicamos que Akiyama-san ha tenido un grave accidente, en estos momentos él se encuentra en urgencias, ¿puede usted venir ahora mismo?

«No, por favor no» mi respiración se volvió entrecortada, no lo puedo creer, no, esto no puede estar pasando, estoy aquí parado temblando como un niño asustado.

—¿Señor? —preguntó aquella voz, mis lágrimas recorrían mis mejillas.

—¿En dónde se encuentra? —sollocé.

—En el Hospital universitario de Tokio.

—Ahora mismo voy.

—Por favor conduzca con cuidado, Akiyama-san tuvo un accidente automovilístico.

—Entiendo.

Colgué el teléfono dirigiéndome de una vez a mi auto, subí a este yéndome volado de allí, al llegar al hospital salí corriendo del auto, entré por la puerta observando detenidamente el lugar, me acerqué a la ventanilla de atención.

—Hágame un favor, me acabaron de llamar diciendo que una persona que conozco ha llegado a urgencias gravemente herido.

—¿Nombre del que acaba de ingresar?

—Akiyama Hiroto.

—Akiyama-san en estos momentos está en cuidados intensivos —dijo un hombre a mis espaldas, lo volteé a mirar con mis ojos impregnados en lágrimas y llenos de terror.

—¿Cómo? —susurré, un escalofrió cruzó por mi medula.

—Así es, él ha tenido un accidente automovilístico, el conductor de un camión se pasó el semáforo en rojo llevándose el carro de su amigo por delante, lo sentimos mucho, si quiere puede esperar en la sala de espera noticias sobre su amigo.

—Gracias.

—Señor por favor responda unas pequeñas preguntas —dijo la chica de la ventanilla de atención.

—Está bien.

—¿Cuál es su nombre?

—Hibiki Kenzou.

—¿Qué parentesco tiene con Akiyama-san?

—Soy su novio.

—¿Novio? —preguntó aquella chica sorprendida.

—Sí, su pareja sentimental.

—Correcto —dijo ella con sus mejillas rojas.

—¿No es más?

—No, por favor siga y espere.

—Gracias —me senté en una de las sillas, no podía estar pasando esto, no en este momento, cogí el celular marqué el número de la casa de Akiyama.

—Alo —contestó su hermana pequeña.

—Hola Sora-chan pásame a tus padres por favor.

—¿Kenzou-san estas bien? ¿Por qué lloras?

—Solo pásame a tus padres.

—Está bien.

—Alo Kenzou-kun —dijo su madre cinco minutos después.

—Kai-san su hijo ha tenido un accidente de tránsito, en estos momentos se encuentra en cuidados intensivos en el Hospital Universitario de Tokio —dije desbordándome en lágrimas, varias personas que estaban allí me voltearon a mirar, me miraban con lastima.

—Pobre chico —susurraban algunos.

—¿Kai-san? —susurré, ella empezó a llorar desenfrenadamente, escuché un golpe sordo al otro lado de la línea.

—Mamá, mamá ¿Estás bien? —dijo Sora.

—Alo Kenzou ¿Qué ha pasado? —contestó el padre de Hiroto.

—Souta-san su hijo se accidentó —fue lo único que pude decir, mi voz se quebranta con cada palabra que pronuncio, tengo mucho miedo.

—Dime que esto es una broma.

—No Souta-san, está en el Hospital Universitario de Tokio, por favor no se demoren en venir, no quiero seguir solo, por favor.

—No, mi hijo —susurró este.  

—¿Souta-san?

—Ya vamos para ya Kenzou —dijo colgando el teléfono, marqué con rapidez y con rabia a Kaito, después de todo él no tenía la culpa de lo que nos pasaba a Hiroto y a mí, lo juzgo muy mal.

—Alo —dijo este un poco eufórico.

—Kaito.

—Kenzou ¿Qué pasa? Suenas preocupado.

—Hiroto tuvo un accidente automovilístico te necesito, él te necesita.

—¿Qué? ¿En dónde estás?

—En el Hospital Universitario de Tokio.

—Ya voy para allá —dijo colgando su celular, de nuevo volvía a estar solo, agarré mis piernas llorando.

—Kenzou —dijo Kaito tocando mi espalda, temblaba exageradamente, pero simplemente no podía evitar reaccionar de esa manera.

—Un camión se lo llevó por delante.

—¿Por qué Hiroto salió tan tarde de su casa?

—Peleamos.

—Kenzou, debes tranquilizarte.

—Todo es mi culpa.

—No, no es culpa de nadie— él fue hasta la cafetera del sitio.

—Toma, té —dijo ofreciéndomelo, lo tomé con mis manos temblorosas, pero lo solté en ese mismo instante, no podía sostener nada.

—Kenzou —dijo este recogiendo el vaso y limpiando él té que había caído en mi ropa, yo no podía reaccionar, no sentía dolor físico, ni calor, estaba con una mirada totalmente perdida, absorto de este mundo.

—Todo es mi culpa.

—No, no lo es —dijo sentándose al pie mío.

—Lo sé.

—No, tranquilízate, él va a estar bien, él es fuerte.

—Pero… —dije cayendo totalmente dormido en el hombro de Kaito, solo siento como él acaricia mis cabellos.

Después de tres horas escuché pasos entrando al hospital, entre abrí los ojos, se trataban de los padres y la hermana de Hiroto, ya habían llegado desde Osaka, ellos se acercaban a la ventanilla de atención.

—Hágame el favor ¿El señor Akiyama Hiroto? —preguntó su padre, la chica miró la lista.

—Él está en cuidados intensivos, su novio ya se encuentra aquí si gustan pueden esperar junto a él.

—¿Su novio? —preguntó su padre sorprendido.

—Sí, el señor Hibiki Kenzou —dijo la señorita mirando la lista, sus padres y su hermana quedaron sorprendidos, volví a cerrar mis ojos, los siento tan pesados.

—¿Está segura que novio?

—Sí señor.

—Ya veo, gracias.

—Papá, mira Kenzou-san —dijo Sora, sus voces se escuchaban tan lejos, ella se acercó a mí y me sacudido delicadamente, Kaito también lo hacía, poco a poco abrí los ojos enderezándome, mis ojos estaban rojos, aún tenía lágrimas en estos.

—Kenzou —dijo su padre mirándome no podría describir con seguridad cuál era su expresión, no sé cómo recibió la noticia.

—Lo siento, él se accidento.

—¿Cómo? —preguntó su madre suplicante.

—Un camión se llevó por delante el auto de Hiroto.

Ellos también estaban muy mal, sus ojos estaban llenos de lágrimas, su hermana se recostó sobre mí y empezó a llorar desenfrenadamente.

—Ya veo —dijo su padre sentándose al pie de Sora, su madre se sentó al pie de él recostándose en su regazo.

—Por cierto, yo soy Daisuke Kaito, soy amigo de Hiroto.

—Un gusto, Akiyama Souta, esta es mi esposa y mi hija menor.

—Como lamento lo que le sucedió a Hiroto.

—Gracias por su apoyo.  

—De nada —dijo Kaito volviéndose a sentar.

Los días pasaban, teníamos muy pocas noticias de Hiroto, nos turnábamos para ir a la casa a bañarnos y comer, Sora y la madre de Hiroto estaban en la casa haciendo la comida, Kaito no se encontraba había salido a bañarse, hoy es el décimo día que Hiroto lleva inconsciente, no puedo evitar pensar que todo es mi culpa, maldita sea si nunca lo hubiera dejado ir, en estos momentos no tendríamos ningún problema

—Kenzou —dijo su padre sacándome de mi ensoñación.

—¿Si?

—Quiero que seas honesto conmigo, ¿qué clase de relación tienen tú y Hiroto?

—Nosotros somos pareja.

—¿Son novios?

—Sí.

—Mira no sé cómo es que pasó esto, pero ¿Acaso están seguros de que eso es lo que quieren?

—Sí, estamos completamente seguros.

—¿Cuánto llevan?

—Cinco años.

—¿Tanto? —preguntó su padre sorprendido.

—Sí.

—Ya veo, ¿cómo fue que se desato esto?

—Él se me confeso y yo acepte, aunque tuvimos varios problemas para estar juntos siempre nos las arreglamos.

—¿Cuándo nos pensaban decir?

—No lo teníamos pensado.

—¿Por qué?

—Estábamos tan bien que no queríamos que nada lo arruinara y no sabíamos cómo responderían, teníamos miedo.

—¿Ósea que tus padres tampoco lo saben?

—No.

—Creo que ellos no se demoraran en enterarse, puede que por boca mía no, pero sabes que tu madre es muy buena amiga de mi esposa.

—Lo sé.

—¿Lo amas?

—No sabe cuánto lo hago, lo amo más que a nada en este mundo.

—Está bien, si se aman por mí está bien, quiero la felicidad de Hiroto y si esa felicidad eres tú ¿Quién soy yo para detenerlos?

—Gracias.

—Además mi mujer y mi hija te adoran así que ellas tampoco le ven problema.

—En serio se los agradezco.

—Bueno, creo que mejor me voy a bañar, estoy empezando apestar —dijo oliendo su axila, reí ante eso, él me miró y me sonrió

—Por fin sonríes Kenzou —dijo este yéndose del hospital, me quedé allí totalmente solo.

—Si quiere puede entrar a ver a Akiyama-san, después de todo ya está estable, le vendría bien una visita —dijo un hombre de bata blanca.

—¿En serio puedo pasar?

—Claro.

—Gracias —dije entrando a su habitación, él se encontraba acostado sus ojos estaban completamente cerrados, tenía varias cortadas en su rostro y cuello, su labio inferior estaba roto, me acerqué a él acariciando sus cabellos, las lágrimas volvían a bajar de mis ojos, cogí una silla y me quedé sentado sosteniendo su mano, después de un rato llegaron sus padres junto con su hermana y Kaito, todos entraron al cuarto esperando que él volviera a tener conciencia, poco a poco Hiroto empezó a abrir sus ojos, no pude evitar empezar a llorar, creo que todos empezamos a llorar, él acarició mi mejilla.

—¿Qué te pasa Kenzou? ¿Desde cuándo te volviste tan blando?

—Estaba preocupado por ti.

—Bueno pues ya estoy bien.

—Menos mal que lo estás, en serio casi me muero de la preocupación.

—Gracias por preocuparte.

—Lo siento tanto Hiroto.

—No, tranquilízate, ni siquiera recuerdo por qué estoy aquí

—¿Qué?

—No lo sé, solo desperté acá pero no sé cómo es que…

—Tuviste un accidente automovilístico, ¿no lo recuerdas hijo? —dijo su padre, su madre llamó al doctor.

—El doctor ya viene —dijo ella llena de felicidad.

—Tranquilízate amigo todo está bien —dijo él posando su mano en mi hombro.

—¿Qué? —preguntaron ellos. 

—Amigo —susurré, no lo podía creer.

«No, ¿qué está pasando?, ¿por qué me dice amigo? Debe ser por sus padres, sí, eso es lo más lógico»

—Kaito.

—Hiroto ¿Cómo te encuentras?

—Tus padres ya lo saben Hiroto —dije.

—¿En serio? 

—Sí.

—Entonces siendo así, ven mi amor, Kaito.

—No —susurré, todos se quedaron mirándolo sorprendidos cada uno se preguntaba qué estaba pasando.

—¿Qué? —preguntó Kaito mirando a los padres de Hiroto, ellos estaban totalmente sorprendidos, volví a llorar.

«No, ¿qué está pasando?, yo soy su novio, ¿por qué le dice amor a Kaito?»

—Así es, mi novio es él, sé los presento —dijo señalando a Kaito.

—No, Hiroto yo…

Me levanté de golpe, todos me miraron sorprendidos, sus padres no entendían nada, en realidad ninguno entendía nada.

—¿Qué te pasa Kenzou?

—Yo…  

—Bueno ¿Cómo se siente Akiyama-san? —dijo un hombre de bata entrando al lugar, miré a Hiroto con mis ojos llenos de dolor, me di media vuelta e iba a salir del lugar, pero antes de dar un paso Hiroto cogió mi mano.

—¿Qué? —pregunté volteando hacia él.

—No lo sé, solo sentí la necesidad de agarrarte, sentía algo en mi interior, miedo creo.

—¿Miedo?, ¿a qué?

-No lo sé.

Me solté de él saliendo del lugar, Kaito me siguió igual que los padres y la hermana de Hiroto, me recosté en una pared y empecé a llorar desesperadamente, el dolor en el pecho se hacía cada vez peor, con más fuerza, más insoportable.

—¿Por qué? —susurré.

—Kenzou, lo siento no sé cómo es que Hiroto se le metió esa idea —dijo Kaito acercándoseme.

—¿Ósea que mi hijo si es tu novio Kenzou-kun? —preguntó su madre.

—Sí, se supone que así es.

—Ya veo.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó el señor Souta, su hermana se acercó a mí y empezó a llorar.

—Como lo sentimos —dijo su madre igualmente abrazándome.

—Yo lo amo —fue lo único que pude decir, el doctor salió de la habitación de Hiroto totalmente callado.

—¿Qué es lo que le pasa a mi hijo doctor?

—Esto yo ya me lo había estado sospechando, miré varios exámenes y en la mayoría de ellos llegué a una conclusión, aunque necesitaba que estuviera consiente para probar mis sospechas.

—¿Entonces?

—Akiyama-san lastimosamente tiene pérdida parcial de la memoria.

—¿Qué? —preguntamos todos al mismo tiempo.

—Bueno no es tan grave, solo que no recuerda gran parte de su vida en un lapso de tiempo, puede que recuerde algunas cosas o que algunos recuerdos estén ahí, con el tiempo él posiblemente pueda volver a recordar todo.

—¿Cuánto tiempo doctor? —pregunté aferrándome a él, este me miró con lastima.

—No lo sé, pueden ser semanas, meses, años.

—No —susurré.

—Yo les recomiendo que ayuden a Akiyama-san a que vuelvan sus recuerdos, haciendo cosas que él solía hacer o recuerdos que sean importantes y le hagan recordar, pero…

—Pero… —dijo Kaito.

—Si se demora mucho en recordar es mejor que le cuenten su vida y lo importante que pasó en ese lapso, a veces puede que otro fuerte shock haga que él retome sus recuerdos, hay que estar pendientes de esto.

—Gracias doctor —dijo su padre tomando la mano de este.

—Ahora pueden entrar a donde Akiyama-san, los está esperando.

Entramos de nuevo a la habitación, Hiroto nos miró y sonrió.

—El doctor ya me explico que tengo lagunas mentales de hace un tiempo, él dice que posiblemente ese lapso de tiempo sea aproximadamente cinco años o más.

—¿Recuerdas algo? —pregunté.

—No mucho, sé que trabajo en un importante laboratorio, pero no sé cuál, lo siento Kaito.

—¿Por qué?

—No recuerdo mucho de nuestra relación, recuerdo que somos novios siento que te amo mucho, no sabes cuánto te amo, pero no recuerdo ni como iniciamos, no recuerdo nada.

—Hiroto —susurré, de nuevo estaba llorando, empecé a temblar recostándome en la pared, Sora me miró con lastima igual que sus padres.

—¿Qué te pasa Kenzou? —preguntó él.

—Nada.

—Vamos sigues siendo tan obstinado, siéntate.

—No quiero.

—Pero… —dijo él intentando reincorporarse.

—No te muevas —dijo Kaito acercándose a él, Hiroto agarró la camisa de este atrayéndolo hacia él, lo besó maldita sea, mi corazón se terminaba de destrozar con esa acción, Kaito se alejó de él totalmente asustado, aunque en sus ojos se podía ver un rastro de felicidad.

—Por fin te acercas a mi cariño.

—Estúpido Hiroto —dijo su hermana mientras salía de la habitación.

—¿Qué pasó?, ¿qué hice?

—Nada Hiroto —dije saliendo detrás de ella, Sora estaba sentada en una de las sillas del hospital, me acerqué a ella sentándome a su lado.

—Lo siento —dijo en sollozos.

—¿Por qué?

—Porque eso fue muy cruel, en serio quería golpear a mí hermano —dijo recostándose encima de mí.

—Tranquila, no es culpa de tu hermano. 

—Lo sé, pero igual.

—Lo sé, a mí también me dolió.

—Tienes que ser fuerte Kenzou-kun, lo que se viene es duro —dijo su madre.

«¿En qué momento llegó?»

—Lo sé.

—Tienes que hacer que él recuerde todos los momentos especiales que vivieron juntos.

—Sí.

—Por favor sigue amando a nuestro hijo, sé que lo que te pedimos es egoísta, pero yo sé que mi hijo te ama.

—Gracias.

—Es verdad tienes que luchar —dijo Sora apretando mi mano y tenía toda la razón, si tanto lo quería tenía que luchar por él como una vez Hiroto lucho por mí, lo amo y sé que tarde o temprano él se dará dé cuenta de eso, solo es cuestión de paciencia y esfuerzo. Me levanté de la silla dirigiéndome hacia el doctor.

—¿Cuándo le podrán dar de alta?

—¿A quién?

—Akiyama.

—Ah ese chico, por ahí en dos, tres días dependiendo como siga.

—Gracias.

Me devolví a la habitación junto con Sora y la madre de Hiroto, entramos a esta más renovados, Kaito estaba al otro lado de la habitación, su padre estaba junto a él, al vernos se acomodó al pie de su madre, me acerqué a él sentándome en la silla que había dejado antes de que se despertara, sostuve su mano con fuerza, parpadeé varias veces intentando retener mis lágrimas, lo miré a él con una sonrisa en mi rostro.

—Te prometo que te hare recordar cada cosa que has vivido en ese tiempo —dije, yo estaba sonrojado y lleno de vergüenza, pero es lo único que puedo hacer en estos momentos.

—Gracias, no sabía que te habías vuelto tan blando.

—¡No soy blando!, solo lo hago porque eres tú —grité levantándome de la silla.

—Sigues teniendo ese temperamento que tanto me gusta.

—Claro que sí, no he cambiado mucho.

—Eso me alegra —dijo acariciando mi mejilla.

—En todo caso el doctor dijo que te podía dar de alta en dos o tres días.

—Si él ya me explico mi condición.

—Ya informé a tu trabajo.

—Gracias Kenzou.

—De nada.

—Es mejor que cada uno vuelva a casa, mamá, papá, Sora vuelvan a casa, voy a estar bien, voy a estar al cuidado de estas dos personas, nada malo me va a pasar.

—Eso es cierto, yo cuidare de él —dije acariciando sus cabellos.

—Bueno si así es, volvemos a casa entonces —dijo su padre, se acercó a Hiroto abrazándolo, su madre hizo lo mismo.

—Esperemos que te mejores —dijo su madre dándole un beso en la mejilla.

—Yo también lo espero —dijo Sora apretando su mano.

—Lo voy a estar.

—Kenzou-kun espero que todo vaya bien y que no te desarmes antes de lograr tu objetivo —dijo su madre acariciando mis cabellos.

—Claro que sí, lo prometo —dije acariciando los cabellos de Hiroto.

—Adiós Kenzou-kun y Daisuke-kun —dijeron saliendo del lugar.

—Yo también voy a irme ya —dijo Kaito saliendo del cuarto, por fin estábamos nosotros solos, pero ¿De qué sirve si no lo puedo besar?

—¿Quieres que te dejé descansar?

—No quiero que te vayas, no importa que se haya ido el resto, pero tú no.

—¿No recuerdas nada?

—Hay veces en que recuerdo tu sonrisa, pero nada más.

—Ya veo.

—Lo siento si pasó algo realmente importante lo lamento tanto.

—Descuida ya lo recordaras.

—Hazte al pie mío Kenzou —dijo corriéndose y dejándome un pequeño espacio en la cama en donde se encontraba, me recosté sobre su pecho, él me abrazó eso se sentía tan bien.

—Solo recuerdo…

«Recuerdo que estaba enamorado de ti Kenzou, ¿qué ha pasado con eso?, ¿acaso en algún momento me declaré?, pero ¿Por qué amo a Kaito? o ¿A quién es el que realmente amo?»

—¿Qué recuerdas?

—Nada.

—Mentiroso.

—Me sigues conociendo tan bien.

—Mejor de lo que crees.

—Kenzou quiero dormir.

—Vale entonces me baja… —él aferro con más fuerza mi cuerpo mientras que yo simplemente me intentaba parar.

—No, quédate a mi lado.

—Está bien —después de esto cada uno cayó dormido.

Desperté por los rayos de sol que se filtraban en la habitación, me levanté sin despertar a Hiroto, besé sus labios delicadamente, este empezó a despertarse.

—Me voy a bañar, además tengo que trabajar.

—Pero quiero que te quedes a mi lado.

—No seas caprichoso, somos adultos y tenemos responsabilidades.

—Está bien.

—Adiós —dije saliendo, regresé a casa agotado, me metí a la ducha, las lágrimas bajaban por mi rostro, esto es difícil, mucho.

—Hiroto —susurré apretando mis puños, salí de la ducha, me vestí e instantáneamente me fui a trabajar.

Tres días después.

Hoy es el día que dan de alta a Hiroto, Kaito se encuentra junto a mí esperando a que Hiroto salga.

—Muchachos —dijo Hiroto abrazándonos, besó sutilmente los labios de Kaito, aparté mi vista bajando la mirada, me duele tanto lo que está pasando, ellos empezaron a caminar, dejándome atrás, solté pequeñas lagrimas tragándome mi amargo sufrimiento, las limpié rápidamente sin que nadie se diera cuenta.

—Vamos Kenzou no te quedes atrás —dijo Hiroto a lo lejos, empecé a caminar lentamente hacia ellos, subimos a mi auto, al llegar bajamos del auto dirigiéndonos a la entrada.

—Hogar dulce hogar —dijo Hiroto.

—¿Lo recuerdas?

—Sí, aquí vivo junto a ti Kenzou.

—Correcto —abrí la puerta dejándolos entrar.

—Se siente nostálgico —dijo Hiroto acomodándose en el mueble, me dirigí a la cocina seguido por Kaito, empecé a preparar té.

—Kenzou, me voy a ir por un tiempo.

—¿Por qué? —pregunté fríamente, para mí podría ser lo mejor que él se fuera, sería aún más fácil para mí, sé que eso suena cruel, pero…

—No quiero traerte problemas.

—Lo entiendo, siendo sinceros te agradezco mucho esa decisión.

—Lo sé, también lo hago por mí.

—¿Por qué?

—Si sigo a su lado creeré que no es tan malo que él piense que somos algo.

—¿Aún sigues enamorado de él?

—No lo sé y no lo quiero descubrir.

—Vamos —dije saliendo de la cocina, pusé tres vasos llenos de té en la pequeña mesita que adornaba la sala.

—Siempre me ha gustado el té que preparas Kenzou.

—Normal —contesté.

—Es bueno —interrumpió Kaito, lo miré a él con lastima, tal vez si es mejor que se tome ese tiempo.

—Gracias supongo.

—Egocéntrico como siempre —rio Hiroto.

—Tengo algo que decirte Hiroto —dijo Kaito con una sonrisa triste en su rostro.

—Dime.

—Me voy a ir por un tiempo tengo una conferencia fuera del país así que me iré.

—¿A dónde?

—Estados Unidos.

—¿Cuándo partes?

—Mañana.

—Espero que te vaya bien.

—Gracias.

—Yo también espero que te vaya bien Kaito —interrumpí.

—Gracias Kenzou, los extrañare a ambos.

—Nosotros también, ¿cierto Kenzou?

—Claro.

—Bueno me voy —dijo levantándose, Hiroto y yo nos levantamos acompañándolo a la puerta, nos volteó a mirar.

—Lo siento Kenzou —dijo besando de golpe a Hiroto, mi sangre hervía al ver eso, Hiroto lo acogió en sus brazos correspondiéndole en el beso, agaché mi mirada, ese vacío en mi interior se hacía más grande aumentando el dolor en mi pecho.

—Adiós —dijo separándose de Hiroto, cogió un taxi y se alejó de nuestra vista, Hiroto cerró la puerta encarándome.

—¿Por qué se disculpó contigo?

—Por nada —dije yendo hasta mi habitación, Hiroto cogió mi mano haciendo que me volteara hacia él.

—¿Le has dicho algo?

—¿Por qué para ti siempre soy yo el malo del paseo?

—No me refería a eso, lo que pas…

—¡Cállate! —grité encerrándome en mi habitación, caí de rodillas en el marco de la puerta, las lágrimas no dejaban de correr por mis mejillas, tapé mi boca conteniendo mis dolidos gritos, sentí pequeños golpes en la puerta, me paré recostándome en la cama, allí caí dormido.

Beep beep

Miré el reloj, eran las siete de la mañana y tenía que ir a trabajar, me levanté de la cama, me aliste y salí hacia la cocina sin hacer ningún ruido, tomé un café mientras salía de la casa, subí al auto dirigiéndome a un nuevo día de trabajo. Creo que es mejor empezar mostrándole pequeñas cosas a Hiroto, quizás así recuerde un poco, lo primero será ir de nuevo a las aguas termales y a Kioto, son cosas que tienen una gran carga emocional, además de que es más probable que recuerde los detalles más recientes.

Salí de la oficina pasadas las siete de la noche, subí al auto completamente agotado, las luces de la casa están encendidas, posiblemente Hiroto se encuentre en casa, no tendrá que ir a trabajar hasta la otra semana, hoy estamos a jueves, así que aún le quedan días para descansar.

—He llegado —dije entrando a la casa

—Bienvenido Kenzou —dijo Hiroto desde la sala, entré en está quitándome la chaqueta, fui hasta la cocina, me serví un café, Hiroto entró a esta recostando su cabeza sobre mi hombro.

—¿Aún sigues enojado?

—Normal.

—Lo siento, no quería echarte la culpa de lo que pasó con Kaito.

—No soy tan mala persona.

—Lo sé, te quiero tanto Kenzou ¿Me perdonarías? —dijo rodeando mi cuerpo.

—Está bien —me volteé mirándolo fijamente, un ambiente muy atrayente se posó en el lugar, lo miré fijamente mientras él se empezaba acercar a mí, pasé saliva.

Ring ring

—Oh lo siento me llaman —dijo Hiroto rompiendo aquel ambiente.

—Hola Kaito ¿Cómo estás? —preguntó saliendo de la cocina.

—Maldita sea —susurré, tomé mi café y fui hasta la sala, Hiroto hablaba muy amenamente por celular, después de unos segundos él colgó el celular acercándose a mí, se sentó justo al pie mío.

—¿De qué hablabas con Kaito?

—Bueno me comentaba que ya había llegado a Estados Unidos y que estaba bien.

—Ya veo.

—¿Por qué lo preguntas?

—Curiosidad.

—¿Estas con alguien actualmente Kenzou?

—Se supone.

—Cuéntame con quien, ¿la conozco?

—No puedo decírtelo es un secreto.

—Vamos dime.

—No, más bien ¿Tienes planes para estos dos últimos fines de semana?

—Es obvio que no.

—Genial ¿Quieres ir conmigo a las aguas termales y a Kioto?

—Puedo ir contigo a las aguas termales, pero a Kioto no lo sé.

—Por favor, puede que eso te traiga recuerdos maravillosos.

—Está bien —dijo apretando mis mejillas —. Eres muy lindo.

—Gracias. 

Me levanté yendo hasta mi cuarto.

—Este sábado nos vamos a las seis de la tarde.

—Vale —dijo sonriendo, me sonrojé entrando a mi cuarto, mi corazón se empezaba acelerar, esto es como estar en nuestros comienzos.

El fin de semana llegó rápido, me levanté temprano, preparé el desayuno, me sentía realmente bien.

—Que temprano —dijo Hiroto saliendo de su habitación, se sentó en la mesa comiéndose todo, él lavó los platos mientras yo me alistaba, el resto del día hablamos de algunas cosas que podían hacer recordar a Hiroto, pero nada daba resultado.

—Vamos, ya es hora de irnos, ya reservé la habitación —dije levantándome y dirigiéndome a la puerta, Hiroto me siguió.

—¿Solo una habitación?

—Sí, espero no te importé, maricon —dije abriendo la puerta, fui hacia mi auto, Hiroto solo rio a mis espaldas, en el resto del camino ninguno pronuncio nada, Hiroto parecía absorto en su propia realidad.

—Llegamos —dije saliendo del auto, entramos al onsen yendo hacia la habitación reservada, entramos dejando las maletas en el suelo, Hiroto se empezó a cambiar de una vez, abrí la puerta que daba a las aguas termales privadas del cuarto, Hiroto se acercó por detrás me abrazó mientras besaba mi cuello.

—¿Qué te pasa? —susurré, él me empujó a estas, caí volteándolo a mirar sorprendido, él simplemente me sonrió.

—Eres un estúpido —me levanté sentándome en el suelo de la habitación, él se acercó a mí.

—Lo siento, maricon —dijo entre risas, se quedó mirándome fijamente, me sonrojé mientras volteaba a mirar a otro lado pasando saliva —. Solo pensaba que te veías muy lindo todo empapado.

—¿Eres idiota? —me sonrojé aún más.

—Qué lindo —él se acercó, yo estaba petrificado, tocó sutilmente mi pezón haciéndome estremecer.

—No —susurré retrocediendo, si él sigue de esta manera me va a terminar excitando, ¿pero qué diablos está pasando?

—Lo siento, es que realmente eres lindo, ¿por qué no tienes a nadie a tu lado siendo así de atractivo?

—Es una larga historia, aunque si lo dices de esa manera, suenas como un viejo pervertido tratando de ligar con una mujer joven.

—No soy un viejo y precisamente tú no eres una muchachita joven, aunque me conviene eso.

—¿Qué? —pregunté sorprendido, no sé si escuché bien, pero si lo hice ¿Qué ha sido esa contestación?

—Que no eres una hermosa y tierna mujer joven —dijo levantándose, se quedó mirando fijamente el cielo estrellado de esa noche, me quite la ropa mojada, metiéndome en las aguas observando fijamente a Hiroto.

—No me refería a eso, si no lo que dijiste después.

—Ah, lo que escuchaste.

—Ni para que te pongo cuidado — dije retorciendo mis ojos —. ¿No te vas a meter Hiroto?

—Sí —se quitó lentamente la yukata dejándola caer al piso, su fornido cuerpo es hermoso, se metió a esta, me sonrojé por completo, en mi mente volvían las imágenes de aquella vez, empecé a sentir una pequeña erección, pusé mi mano sobre mi miembro tapando esta, no puedo creerlo, mi cuerpo no se puede poner en estos momentos de esta manera, él me miró fijamente

—¿He estado aquí antes?

—Sí.

—Ya veo, aún no recuerdo nada lo siento.

—No es tu culpa, no tienes por qué disculparte.

—Si lo sé, pero al ver todo el esfuerzo que pones en que recuerde, supongo que algo realmente importante sucedió ¿No?

—Bueno sí.

—Gracias por todo lo que haces Kenzou.

—De nada.

—Bueno disfrutemos entonces, de algo me tendré que acordar.

—Eso espero.

El agua tibia relajaba mi cuerpo desestresándome, después de un rato me levanté y salí de esta, ya es tarde hace frio, me vestí de nuevo saliendo de la habitación.

—¿A dónde vas Kenzou?

—Voy a comprar cigarrillos.

—No te demores —dijo levantándose, el agua cayó delicadamente de sus cabellos, recorriendo su esbelto cuerpo, pasé saliva cerrando la puerta, fui hasta una pequeña tienda, en donde compré los cigarrillos junto con un encendedor, me senté en las afueras del lugar fumándome uno, después de que este se consumió hasta llegar al filtro lo apagué aplastándolo con mi zapato, volví de nuevo a la habitación, Hiroto estaba acostado durmiendo en él suelo de este, me acerqué a él observando detenidamente sus delicados labios semi abiertos dispuestos a un beso, acaricié su labio rozando mis dedos con este, me empecé a excitar, maldita sea no.

—Kenzou bésame —susurró en sueños, pasé saliva, a este punto no voy a ser capaz de controlarme, rocé sus labios con los míos, lo amo tanto, lo deseo y me duele el hecho de que no recuerde nada de lo hemos vivido. No, no puedo dejarlo, no después de haber luchado tanto por este amor, no se lo dejaría jamás a Kaito, no se lo entregaría jamás, puede ser egoísta, pero no quiero perderlo, primero muerto antes de dejarlo ir.

—No me dejes Kenzou, te amo —susurró de nuevo, lo abracé dejando derramar mis amargas lágrimas, besé sus dulces labios, poco a poco él me correspondía, su miembro se estaba empezando a poner erecto, toqué este haciendo gemir a Hiroto, me separé de él lleno de lágrimas, no puedo hacérselo en esas condiciones, no me puedo aprovechar de él. Fui hasta un rincón de la habitación en donde empecé a llorar silenciosamente, poco a poco mi alma fue alcanzando tranquilidad por medio del tan deseado sueño.

—Kenzou levántate —sentí su suave caricia recorrer mi mejilla, abrí los ojos, él me miraba preocupado.

«¿Por qué?»

—¿Qué pasó Kenzou?

—Nada, ¿por qué preguntas?

—Tu cara está llena de lágrimas.

—¿Qué? —toqué mi rostro sintiendo las húmedas lágrimas, quite estas con la manga de mí yukata, me levanté sonriéndole.

—Quizás tenía una pesadilla.

—¿Desde cuándo me dejaste de contar las cosas Kenzou?

—Hiroto.

—Mira si no quieres hablar te dejó, pero eso va a carcomer tu alma si no lo hablas.

—No es que no quiera…

«No sabes cuánto quisiera contarte todo Hiroto, pero no lo hago por tu bien»

—Okey ¿Vamos?

—Está bien —cogí mis cosas saliendo del lugar, de nuevo volvíamos a casa sin ningún avance, sé que muy en el fondo el verdadero Hiroto sigue allí esperando poder salir y sufre por el hecho de verme sufrir, pero no puedo evitar soltar lágrimas al verlo en esas condiciones.

—¿Qué hicimos en esas aguas termales? —preguntó sacándome de mis pensamientos, salimos del auto entrando en la casa, fui hasta la sala sentándome en un mueble.

—Perdón no te pusé cuidado ¿Qué dijiste?

—¿Qué si tenía que recordar algo importante que pasó en esas aguas termales?

—Bueno, pues la pasamos muy bien en ese lugar cuando fuimos.

—¿Estábamos solos?

—No.

—¿Estábamos con Kaito? —preguntó totalmente emocionado.

—¡No!

—Entonces ¿Qué de divertido pasó allí sin Kaito? —dijo en un puchero.

«En serio eres un cabron, ¡que mierda! ¿Acaso solo te importa él?» me enojé, cada una de las palabras que él había dicho se clavaron en mi corazón dejando ese maldito vacío que tanto odio, me levanté lleno de rabia.

—¡Pues qué pena por no ser Kaito para que la pases bien, pensé que ese viaje había sido especial, pero tal vez para ti no lo fue! —grité, las lágrimas salen de mis ojos, ¿en qué momento empecé a llorar?

—Kenzou —susurró, salí corriendo cerrando mi puerta con rabia, Hiroto golpeó con fuerza de esta.

—Perdón Kenzou no quise decir eso, ábreme.

—Cállate, hablaremos otro día, solo quiero estar solo.

«Solo necesito calmarme un poco, por eso vete Hiroto»

—En serio lo siento Kenzou.

—No tienes que disculparte estúpido —susurré, me quedé dormido después un tiempo.

 

«Me siento realmente mal, le hice daño a Kenzou, siempre lo hago, pero en muchas ocasiones no sé por qué él se enoja, pero sí que lo hace sufrir, mierda no puedo dejar que esto siga pasando, no puedo hacerle daño a mi amigo de infancia, a la persona de la que he estado enamorado por tanto tiempo, ¿acaso algún día me llegué a declarar?, sé que Kaito es mi novio y lo amo, pero ¿Por qué siempre esta ese vacío cuando lo besó?, como sea tengo que recompensar de alguna manera a Kenzou» Me levanté alistándome para ir al trabajo, preparé el desayuno dejándole a Kenzou. Al llegar al trabajo todos me deseaban sus felicitaciones por recuperarme, me volvieron a explicar todo lo concerniente a este, por momentos recuerdo lo que hacía en el laboratorio, como el experimento que ahora llevó a cabo, en el transcurso del trabajo todo fluyo correctamente. De regreso a casa compré más gasolina de lo normal, Kenzou había hablado de un viaje a Kioto, este fin de semana lo tengo libre, así que de reconciliación lo llevare a Kioto.

—Espera, ¿por qué estoy pensando como si Kenzou fuera mi pareja?, eso es imposible —dije al llegar a casa, bajé del auto observando las luces encendidas.

—Llegué a casa —nadie me respondió, sería un milagro si alguien lo hiciera, Kenzou aún sigue enojado conmigo

—Bienvenido —susurró desde la sala, fui hasta ella mirando fijamente a Kenzou, él se encontraba viendo televisión.  

—¿Qué? —preguntó este sonrojándose.

—Quería pedirte perdón por haber dicho eso ayer.

—Normal, después de todo es así como te sientes.

—No, en verdad disfruto pasar tiempo con mi amigo de infancia —al decir eso su cara se retorció llena de terror, parpadeó varias veces intentando no derramar ni una lagrima, de verdad debo de estarle haciendo daño.

—Descuida.

—No, te quiero Kenzou, tú eres especial para mí y disfruto pasar mucho tiempo contigo, solo que pensé que allí había pasado algo con Kaito, al estar allá sentí una atmosfera tan… No sé cómo decirlo apasionada, quizás.

—Siempre tan lujurioso.

—Lo siento tu despiertas muchas cosas en mí.

—Eres asqueroso —dijo con su hermosa sonrisa, me senté junto a él recostando mi cabeza en su hombro.

—¿Vamos este fin de semana a Kioto?

—¿En serio?

—Sí, quiero ir contigo.

—Está bien.

—Te voy a despertar temprano así que duérmete temprano el viernes.

—Como digas —él se levantó yéndose hasta su habitación, esa noche no lo volví a ver.

Seis días después.

—Kenzou levántate —este salió de su cuarto haciendo mala cara, desayuno callado y volvió a entrar en su habitación, después de media hora salió de nuevo totalmente arreglado.

—¿Vamos? —preguntó saliendo de la casa, subimos a mi auto encaminándonos a Kioto, después de tres horas llegamos, el tráfico había sido muy pesado, dejamos el auto en un parqueadero del lugar.

—Bueno tú eres él que recuerda todo guíame Kenzou.

—Claro que si —dijo sonriendo, aquella sonrisa me estaba empezando a cautivar, andamos por gran parte de Kioto, primero fuimos hasta el deslumbrante pabellón de Kinkajú, disfrutando y observando sus estanques de lotos, según Kenzou haríamos el mismo recorrido que hicimos en esa ocasión, el lugar estaba lleno de parejas, Kenzou estaba sonrojado mientras veía las distintas parejas pasar frente a nosotros, hay algo en este sitio que se me hace tan conocido pero ¿Qué es?, solo puedo recordar la sonrisa de Kenzou que recorría todo el lugar.

«¿acaso vine solo con él?» fuimos hasta un restaurante con vista al rio Kamo, la comida era excelente.

—¿Has recordado algo Hiroto?

—No mucho solo recuerdo algo.

—¿Ese algo es?

—Tu sonrisa —él se sonrojó mirándome esperanzado —¿Vinimos solos o Kaito nos acompañó?

—¿Qué crees?

—No lo sé, por eso te preguntó.

—No vinimos con Kaito, vinimos solos ¿Eso te molesta?

—Claro que no, solo que me pareció extraño, la mayoría de turistas son parejas jóvenes, pensé que yo había venido con Kaito y tú con alguna chica.

—No, lo hicimos solos.

—Ya veo, Kenzou puedo preguntarte algo.

—¿Qué?

—¿Acaso tuviste algún problema con Kaito?

—No, ¿por qué lo preguntas?

—Bueno pues es que siento que tienen cierto roce.

—Pues no.

—Kenzou, dime ¿Por qué son las cosas así?

—Bien, porque él me quiere quitar lo que más amo y sé que no lo hace con mala intención, sé que él también quiere mucho lo que yo amo, pero…

—¿Qué es lo que tú amas?

—No te lo puedo decir.

—Vale no te voy a obligar hacerlo.

—Vámonos ya está anocheciendo —dijo levantándose, lo seguí en completo silencio, siento que si dijo algo lo voy a arruinar todo, no, creo que ya lo arruiné, pero…

—¿Entras? —preguntó sacándome de mi ensoñación, él ya se encontraba en el auto, me subí encendiendo el motor, volvemos de nuevo a Tokio.

Los días pasaban rápidos, ya ha pasado una semana desde que fuimos a Kioto, hoy sábado de películas, hice palomitas de maíz y Kenzou alquilo algunas películas que fuimos a ver según él, quizás eso me haga recordar buenos momentos, Kaito no volvió a llamar y eso me preocupa quizás él también está enojado por alguna razón, lo intenté llamar, pero su celular esta fuera de servicio.

—Ya llegué —dijo Kenzou entrando con las películas, le sonreí prendiendo el televisor y alistando todo para poderlas ver, la mayoría son comedias, algunas con temática homosexual, nosotros solo reímos, algunas las recuerdo, sentados en el cine mirando aquellas películas, en una se nos cayeron las palomitas encima de un tipo que casi nos asesina, una gaseosa encima de una chica sexy y algunas cosas más, hay momentos en donde las escenas románticas nos ponen en un ambiente algo pesado y atrayente, una extraña sensación difícil de explicar, es como si mis labios quisieran besar los de él, Kenzou me imaginó que siente lo mismo, pero él disimula más.

—¿Recuerdas Hiroto?

—Sí, algunas cosas sí.

—¿En serio?, no sabes cuánto me alegra.

—Gracias por trabajar tan fuerte Kenzou.

—De nada.

 

Tres semanas después.

Ya han pasado aproximadamente dos meses desde el accidente de Hiroto, no ha tenido muchos avances, últimamente no recuerda nada, el vacío en mi interior se hace más grande, siento miedo de que las cosas no se arreglen, que nosotros no podamos volver a estar juntos y más encima Kaito vuelve en un mes, esto se vuelve cada vez peor, Hiroto vive feliz y ansioso esperando la llegada de su amado y yo estoy en un rincón de mi habitación deseando que nada de esto hubiera pasado, sé que si Kaito viene él no se podrá contener y terminara haciendo lo que su corazón le dicta, voy a utilizar mis últimos recursos, será toda una sorpresa. Cogí los pétalos de rosas esparciéndolos en el sitio hasta llegar a su habitación, en la cama pusé en un corazón H & K, como él lo había hecho en nuestro aniversario, eso ha sido algo importante para nosotros quizás esto haga que lo recuerde.

—Llegué —dijo a lo lejos, las luces estaban apagadas, salí corriendo de su cuarto hasta la sala, él encendió estas quedándose atónito con lo que sucedía.

—¿Qué es esto?

—Algo que te puede hacer recordar.

Él fue hasta su cuarto observando todo detenidamente, tocó lentamente el corazón, sus ojos se empezaban a llenar de lágrimas.

—Kenzou —susurró.

—¿Sí?

—No sé por qué lloró, tengo un nudo en mi garganta y mi pecho duele, pero esto es hermoso.

—Gracias.

—Pensé que estabas enojado porque Kaito volvía, pero veo que lo único que quieres es que yo esté bien con él.

—¿Qué?

—Sí, las iniciales K de Kaito y H de Hiroto es realmente hermoso, ¿qué significado tuvo para mí esto?

«De nuevo Kaito» pensé mientras parpadeaba varias veces intentando retener las lágrimas que amenazan con salirse de mis ojos.

—Nuestro aniversario —susurré, él me volteó a mirar sin comprender lo que yo decía, di media vuelta y salí del lugar encendiendo un cigarrillo, él me siguió sentándose junto a mí.

—¿Te hago daño cuando nombro a Kaito?

—Si te soy sincero, no es el hecho de que lo nombres, solo que tengo miedo de perder lo más importante de mi vida.

—Lo entiendo.

—No, no lo entiendes.

—¡Entonces explícame! —gritó derramando lágrimas, me acerqué a él abrazándolo, besé su ojo izquierdo, recogí las lágrimas de ese mismo lado con la punta de mi dedo gordo, nuestras miradas se encontraron, de nuevo ese ambiente acogedor volvía a nosotros, él acarició mi mejilla atrayéndome hacia sus labios, cada vez nos acercamos más.

—No de esta manera —susurré separándome de él, Hiroto guardó silencio, entré a mi habitación dejándolo solo.

Un mes después.

No más, desesperación, mi vida entera se está hundiendo en la desesperación, Kaito llegó, aún no ha venido a visitar a Hiroto, ni él ha ido a visitarlo, pero sé que eso no demora en pasar, voy de ida a casa quiero intentar algo que jamás creí hacer, compré un gato, según Hiroto quería uno porque no podíamos tener hijos al ser hombres y estar juntos, compré un gato de 3 meses de raza siamés, es el gato más hermoso que he visto, bajé del auto con el gato en la mano, las luces están encendidas, solo espero que Kaito no esté, abrí la puerta entrando con el gato alzado.

—Bienvenido —dijo él mientras yo cerraba la puerta, me miró sorprendido.

—Te lo regalo —dije estirándoselo.

—¿Por qué? Hoy no cumplo años y no recuerdo que haya pasado algo especial hoy.

—Un día me dijiste que querías tener uno.

—Gracias —dijo con una sonrisa en su rostro, me quito el gato y empezó a jugar con él, entró a la sala, lo seguí, se ve realmente feliz.

—Se ven lindos los dos.

—Gracias, pero supongo que tú nos sobrepasas en belleza ¿Cierto?

Miau

—Gracias Hiroto —dije besando su frente, me senté junto a él, este pusó su cabeza sobre mis muslos aun jugando con el gato.                  

—Me gusta vivir contigo Kenzou.

—A mí también.

—¿Crees que podamos vivir juntos para siempre?

—Claro.

—Entonces ¿No me dejaras si te llegaras a casar?

—Jamás me casare.

—Eso siempre lo has dicho, en si no has cambiado mucho, sigues siendo esa misma persona.

«Esa misma persona que siempre me ha gustado, sigues siendo el mismo Kenzou del que me enamoré»

—Sí, no hemos cambiado mucho, sigues siendo el mismo idiota de siempre.

—Podrías decir algo con más cariño.

—Claro, no sabes cuánto te quiero mi amorcito —dije besando la punta de su nariz, él rio y me miró fijamente.

—Mucho mejor, yo también te quiero cariño.

—Estúpido, más bien cambiando de tema ¿Cómo te fue hoy en el trabajo?

—Bien, fui a la biblioteca e investigué un poco, estuve en una esquina de esta, nadie estaba allí, me pasó algo realmente vergonzoso.

«Bonitos recuerdos» sonreí ante mi pensamiento.

—¿Qué te pasó?

—Me excite.

—¿Qué?

—Si, en ese sitio me sentía tan caliente que me pusé erecto.

—¿Acaso eres un niño?, no sabes controlarte ¿Cierto? —bromeé, él se levantó soltando el gato que salió corriendo, Hiroto me acarició la mejilla de nuevo acercándose a mí, sus labios se posaron delicadamente sobre los míos, su lengua entró en mi boca jugueteando con la mía.

«¿Qué está pasando?» pensé mientras me dejaba llevar por su beso.

Ding dong

Ambos nos separamos de golpe yendo hacia la puerta, abrí esta.

—Hola —dijo Taichí con una sonrisa, abracé a Taichí quien se encontraba en frente de esta, Hiroto palmoteó su espalda.

—¿Qué haces aquí? —pregunté sorprendido.

—Bueno prometí que las primeras personas en visitar serian a ustedes.

—Me alegra que hayas vuelto, Kenzou me comento de tu viaje.

—¿De qué hablas Hiroto?, estas más raro de lo normal.

—Hiroto siempre es raro, Taichí.

—Bueno sí.

—Oigan ustedes dos no conspiren en mi contra.

—Me alegra que estés aquí Taichí —dije con mi sonrisa, Hiroto me miró disimuladamente después agachó la mirada.

—A mi igual.

—Aunque me sorprende que estés aquí —dije.

—¿Por qué te sorprende?, ¿acaso no puedo venir a visitarte a ti y a mi amigo el maricon?

—¡Qué! ¿Cómo es que lo sabes Taichí? —preguntó asombrado Hiroto, mierda si esto sigue así todo se va a salir de control, tengo que llevarme a Taichí lejos de aquí.

—¿Qué pasa con eso?, obvio que lo sé, después de todo eres el novio de k…

—Vamos Taichí tengo ganas de beber —interrumpí.

—Buenas —dijo alguien a nuestras espaldas, volteé a mirar lentamente, se trataba de Kaito, ahora si todo se volverá un lio.

—Ah —grité, ellos me voltearon a mirar atónitos.

—Qué mala educación Kenzou —dijo Kaito levantando su ceja sin ningún rastro de gracia, estaba enojado, pasé saliva.

—Perdón, en todo caso, vamos a beber Taichí —dije tomando su mano, él me miró sin entender nada.

—¿Por qué no vamos todos? —sugirió Hiroto.

—No, tú te tienes que encargar de tu visita —dije señalando a Kaito, cogí la mano de Taichí llevándolo lejos de la casa, entramos a un bar en donde pedimos una botella de sake, de esta me he salvado, pero no me gusta el hecho de dejar a Kaito solo con Hiroto.

—¿Qué diablos está pasando?

—Mira perdón por la escena que acabó de hacer, pero necesito hablar contigo a solas.

—Bueno cuéntame.

—Después de que tú te fuiste tuvimos una seria pelea con Hiroto, él salió en su auto a pasear para tranquilizarse, en una calle un camión se pasó en rojo y se llevó el auto de Hiroto —tuve que parar, tenía un nudo en la garganta y no sé en qué momento había empezado a llorar, todo esto me duele tanto.

—Kenzou ¿Estás bien?

—Sí, solo que es un poco doloroso, como iba diciendo Hiroto estuvo aproximadamente diez días hospitalizado, al despertar había olvidado gran parte de las cosas que sucedieron estos últimos cinco años, ni siquiera recuerda cuando se graduó, no recuerda cuando se me declaró, no recuerda lo de nosotros.

—Kenzou como lo siento —dijo tomando mi mano, apreté con fuerza la mano de Taichí, me duele, maldita sea ese dolor se está volviendo insoportable, me preguntó ¿Cuánto más podre soportar?

—No sabes qué tan difícil es, Taichí, no te quiero llenar con lastima, pero…

—No lo haces, cuéntame todos tus pesares, relajate, puedes confiar en mi —dijo sosteniendo mi barbilla, sus ojos penetraban mi alma desarmándola por completo, ya entiendo el por qué Hiroto jamás pudo fingir frente a él, Taichí puede ver por completo a la otra persona, es un experto analizando las personas.

—Ya lleva casi tres meses de esa manera si es que no lleva más, el doctor dijo que en cualquier momento él podía recordar, pero que teníamos que tener paciencia, pero he intentado de todo, pero nada funciona, maldita sea.

—Kenzou tranquilízate.

—No puedo, ahora para peor él piensa que está saliendo con Kaito y no conmigo, siempre me pregunta que si las cosas que he hecho para que recordara las he hecho porque ha sido un momento especial con Kaito o algo así, me duele que él piense de esa manera y los celos carcomen mi alma, no sabes cuánto quisiera gritarle toda la verdad, pero no puedo.

—Vamos hacer todo lo posible por que lo recuerde, de ahora en adelante te vas a desestresar conmigo, si quieres hablar de algo me llamas y salimos a beber, no puedes seguir llevando ese sufrimiento solo, apóyate en mí, Kenzou.

—Está bien.

—¿Qué le pasó a la persona que iba conduciendo el camión?

—Creo que murió, no estoy bien enterado de ese tema.

—Ya veo, Kenzou vamos no llores más —dijo secando mis lágrimas, el toque de sus manos tibias me reconfortaba.

—No hablemos más de eso, más bien ¿Cómo te fue en Europa?

—Bien, excelente la investigación fue todo a la perfección, me encanto.

—Me alegra —sonreí, el resto del tiempo hablamos del viaje de Taichí, él me acompaño a la casa, al parecer Kaito ya se había ido, las luces estaban apagadas.

—Chao Kenzou.

—¿Seguro que no te quieres quedar hoy?

—No gracias, igual en donde me acomodaría ¿En tu cama?, no creo que ha Hiroto le agrade.

—No creo que le vaya a desagradar más bien le daría igual.

—De igual manera tengo que volver a casa, tengo muchas cosas que hacer.

—Vale.

—Kenzou confía en mí, no dejes que ese peso te ahogue —dijo sosteniendo mis mejillas, me sonrojé con sus hermosos ojos, él me soltó yéndose hacia su casa, entré a la sala todo estaba en completo silencio, pusé las llaves sobre la mesa.

—¿Un bonito encuentro con Taichí? —preguntó Hiroto detrás de mí, volteé asustado.

—Me asustaste.

—Lo siento.

—Descuida.

—¿Por qué te fuiste de esa manera con Taichí?

—¿Qué tiene? Después de todo tú te quedaste con Kaito.

—Sí pero no hicimos nada.

—A mí no me importa lo que ustedes hayan hecho.

—Hubiéramos ido a beber todos.

—No quería interrumpir nada.

—Igual no lo hiciste, Kaito solo vino para saludar y se fue, ni siquiera nos besamos.

—Debes de estar muy triste.

—No, besé algo mejor antes —susurró.

—¿Qué?

—Nada, mira Kenzou yo…

El gato chillo interrumpiendo a Hiroto, este había pisado su cola.

—Lo pisaste —dije acercándome al gato sobé sutilmente su cola, lo alcé llevándolo a mi cuarto.

—Lo siento Minino —dijo Hiroto yendo detrás de mí, entramos a mi habitación dejando el gato en mi cama, me senté junto a este acariciándolo mientras este ronroneaba.

—Hablamos mañana, creo que quieres dormir —dijo acariciando mis cabellos, salió de mi habitación cerrando la puerta tras salir, pusé el gato en el suelo acomodándome en la cama, me dormí al instante.

 

Kaito va venir hoy, por eso me arreglo, han pasado ya tres semanas desde que volvió, ese mismo día lo traicioné con Kenzou, pero no me podía resistir, sus labios carmesí estaban frente a mí provocándome, no lo pude evitar era un deseo que me manejaba sin dejarme pensar, si Kaito se entera de lo que pasó va a estar muy dolido no quiero eso, pero por otra parte creo que los sentimientos que sentía por Kenzou en un tiempo vuelven a mí, tengo celos cada vez que este sale con Taichí y últimamente lo hacen muy ha seguido, quizás ellos tienen algo, quizás Taichí es la persona de la que hablaba Kenzou, pero ¿Por qué me siento desilusionado por ese hecho?, ¿por qué me siento tan enfadado con que ellos salgan?, pero yo que sepa ambos eran heterosexuales, entonces ¿Qué demonios pasa?, ¿acaso sucedió algo tan importante en el lapso de tiempo que olvidé?, no puede ser me siento tan intranquilo, tan impotente, intentó recordar, pero no puedo, todos mis intentos son fallidos.

—Mierda no.

Me levanté del sofá sintiendo livianos toques en la puerta, me acerqué a está abriéndola, Kaito se encontraba con una hermosa sonrisa, le hice ademan de pasar, él entró sentándose en el sofá que tiempo después yo había dejado, me senté al pie de él.

—¿Cómo has estado cariño? —pregunté acariciando sus cabellos.

—Bien supongo.

—Eso me alegra.

—¿Has recordado algo?

—No.

—Mejor —susurró.

—¿Por qué lo dices?

—Perdón, sé que es egoísta de mi parte, pero quisiera que por un momento esta sea la realidad, no sabes cuánto amo esta realidad y sé que a él le duele, pero ¿Qué tiene él que no tenga yo? —sus ojos se aguaron, cogí su mano subiendo su rostro, esos ojos me miran con tristeza.

—¿A qué te refieres con él?

—Deja así, haz de cuenta que no he dicho nada, no creo que él tenga tanta paciencia, debe de estar llegando a su límite.

—¿Por qué?

—Se ha portado muy bien.

—Creo que perdí el hilo de la conversación.

—Mejor, lo siento decir estas bobadas.

—Descuida.

—Más bien ¿Cómo vas?

—Bien, pero quiero preguntarte algo.

—Dime.

—¿Cuál es el problema que tienen tú y Kenzou?

—¿Por qué lo preguntas?

—Bueno digamos que es intuición.

—Ambos amamos al mismo hombre.

«Sí, mis sospechas se confirman, ¿acaso es Taichí?»

—¿Ese hombre es Taichí?

—¿Quién es Taichí?

—El chico con el que salió Kenzou cuando tú llegaste.

—No lo conozco, así que mi respuesta es no.

—Si no es él entonces ¿Quién es?

—No te lo puedo decir.

—¿Quieres que te saqué la información?

—Hazlo —me posé encima de él besando sus delicados labios.

—Llegué —dijo Kenzou entrando a la sala, al vernos fulmino a Kaito con la mirada, este se levantó saliendo del lugar.

—Te llamó después —gritó ya en la puerta, Kenzou fue hasta la cocina llevando al gato en sus brazos, yo lo seguí.

—¿Quieres comida Minino?, toma —dijo mientras depositaba la comida del gato en el tazón.

—Bienvenido a casa —susurré.

—Lo siento interrumpí.

—No importa, ¿en dónde estabas?

—Tomando.

—¿Con Taichí?

—No, solo.

—Has salido muy ha seguido a tomar.

—El alcohol ahoga mis angustias.

—También sales a tomar mucho con Taichí.

—No realmente.

—Claro que si lo haces.

—Mira Hiroto, yo no te dijo nada porque estés ofreciéndote a Kaito en la sala, así que no me jodas porque salga con un amigo.

—Lo siento. 

—Además Taichí no es así, él es heterosexual.

—¿Y tú?

—Eso es otra cosa —salió de la cocina sentándose en el sofá, me senté junto a él.

—¿Lo eres?

—Creo que soy bisexual.

—Eso si no lo sabía.

—Pues sí.

—¿Te gusta Taichí?

—No.

—Pareciera.

—Pues no, no me gusta.

—Entonces ¿Quién es él que te gusta?

—¿Por qué crees que me gusta alguien?

—Vamos dilo.

—¿Qué quieres que te diga?

—No lo sé, alguien sexy, no sé alguien como y…

—Como tú, sí, quieres que te diga que la persona que me gusta eres tú —dijo posándose encima de mí, pasé saliva, Kenzou es muy sensual.

—Bueno pues no me pondría bravo.

—Eres un maldito.

—¿Por qué?

—Acabas de estar con Kaito y quieres más —susurró en mi oído.

—Es que tu boquita es tan provocadora —dije acariciando su labio inferior.

—Hiroto deberías aprender a controlarte —tocó mi miembro mientras se levantaba, se alejó de mí yendo hacia su habitación, miré mi miembro quien se empezaba a poner erecto, ¿qué me está pasando?

 

No puedo creer lo que hice anoche, no debí de haber seducido de esa manera a Hiroto, pero ¿Acaso él me desea?, no, no lo creo, si lo hiciera no estaría besando a Kaito, pero…

Ring ring

—Alo —dije contestando mi celular.

—Kenzou.

—¿Papa?

—Solo quiero preguntarte algo y quiero que me contestes con plena sinceridad.

—Claro ¿Qué es?

—¿Eres el novio de Hiroto?

—¿Quién te lo ha dicho?

—¡Contéstame Kenzou! —gritó.

—Sí

—¿Eres gay?

—Soy bisexual.

—Igual eres un maricon.

—Papá.

—No me digas más así.

—¿De qué hablas?

—En el momento en que decidiste convertirte en la abominación que eres dejaste de ser nuestro hijo.

—No —chille.

—No vuelvas a aparecerte por aquí nunca más, Yoshida aún no lo sabe.

—Me da igual si él se entera, dime papá él siempre ha sido tu preferido ¿No?

—Nunca tuve preferidos, a ambos los amaba por igual —dijo, mi padre lloraba al otro lado de la línea, no es el único yo también lo hago, sabía que este día llegaría, pero no pensé que en este momento tan doloroso.

—No papá, siempre fue él, yo lastimosamente siempre crecí bajo la sombra de mi hermano.

—No digas tonterías.

—Así es papá, pero sabes cuando por fin me pude liberar de esa atadura descubrí lo que era y no me avergüenzo de lo que soy.

—Estas cometiendo un gran error Kenzou.

—No, no lo hago, sabes lo amo papá, no sabes cuánto lo amo, Hiroto siempre ha estado conmigo dándome el apoyo que ustedes nunca me dieron.

—¡Claro que no!

—Claro que sí, él es la persona que más quiero en este mundo, si tu decisión al conocer la verdad es abandonarme como siempre lo has hecho, lo acepto, ya no seré más su hijo —mi voz se quebrantaba con cada palabra que salía de mi boca.

«Los estoy perdiendo, se están yendo de mi lado, no me aceptan, odian lo que soy, pero no puedo hacer nada, no puedo dejar de ser yo, ese dolor en mi pecho aumenta, volviéndose cada vez peor, mi respiración agitada se vuelve el pan de cada día junto con el vacío de mi interior, ayuda estoy a punto de romperme, alguien que por favor me ayudé» rogaba en mi interior.

—Muy bien, ya no lo serás, tu madre quiere hablar contigo.

—Kenzou por favor dime que todo esto es una broma —dijo ella.

—No mamá, no lo es.

—Kenzou ¿Por qué?

—Porque lo amo, esa es la única razón.

—Cállate no deberías decir esas porquerías.

—¿Cuáles porquerías mamá?, las que tú hacías con tu amante cada vez que papá se iba de casa.

—¿Qué?

—Sí, siempre lo supe, un día los vi teniendo sexo en la misma cama en la que duermes con mi papá, ¿acaso no tienes vergüenza?

—Cállate imbécil.

—Así que por fin salió la mujer que se esconde tras esa muñequita de porcelana que siempre muestras.

—Así no son las cosas déjame que te lo explique.

—No, gracias, después de todo ¿Por qué habrías de explicárselo a un extraño?

—Tienes razón —otro puñal se clavó en mi corazón.

-Si no es más entonces colgare.

—Yoshida no sabe nada aún.

—Díganle, me da igual lo que él piense.

Colgué mi celular con rabia, me sentía tan mal, marqué rápido un número, después de unos timbrazos la persona que más necesito contestó.

—Hiroto te necesi…

—Ven Hiroto aún no hemos terminado —dijo Kaito a lo lejos, su voz suena alegre.

—Espérame un momento Kenzou.

—Descuida.

—Kenzou ¿Estas hay?, ¿Kenzou? —dijo, colgué mi celular yendo hacia la puerta.

«¿Acaso el mundo está conspirando en mi contra?» fui hasta un bar cerca de nuestra casa, marqué a Taichí con desesperación.

—Alo.

—Taichí soy yo Kenzou.

—Ya lo sé, dime.

—Podríamos vernos hoy.

—Claro ¿Por qué?

—Te necesito por favor —dije entre sollozos.

—¿En dónde te encuentras Kenzou?

—En el bar de la vez pasada.

—Ya voy para allá.

Colgó dejándome solo, pedí una botella de sake, bebí de esta como si fuera agua, necesito sentir el alcohol en mi cuerpo, después de aproximadamente media hora llegó Taichí, yo me encontraba sentado en la barra bebiendo como un loco.

—Kenzou ¿Qué te pasa? —preguntó este alzando mi rostro lleno de lágrimas, sus ojos inundaban mi alma.

—No puedo más.

—Vamos cálmate.

—He perdido a Hiroto, él solo ama a Kaito mientras yo estoy hablando acá contigo él está teniendo sexo con Kaito.

—No creo, Hiroto te ama.

—No y más encima me quedé sin padres.

—¿Cómo así?

—Ellos ya no quieren ser mis padres, descubrieron que soy un maldito maricon, que dirá la sociedad al descubrir que tu hijo es gay, que vergüenza, eso deben de estar pensando ellos, siempre les ha importado más lo que diga la sociedad que lo que sientan sus propios hijos, los amaba tanto.

—Kenzou como lo siento.

—Mi mundo está totalmente descontrolado.

—Kenzou.

—No puedo más, no doy más lucha, siento que cada día me duele más ver a Hiroto al lado de Kaito, tengo miedo Taichí —dije recostándome sobre su pecho, las lágrimas caían por mi rostro retorcido por la tristeza.

—¿De qué tienes miedo?

—De todo, de perder a Hiroto, a mis padres, a ti.

—Mírame estoy aquí y no me vas a perder —dijo sosteniendo mis mejillas, me acerqué lentamente hasta su boca besando sus labios, pero estos eran fríos, esos no eran los labios que tan anhelaba, me separé de él sintiéndome realmente culpable. 

—Lo siento, sé que eres hetero.

—Tranquilo, eres de Hiroto no mío, así que dejémoslo pasar, tu novio me asesinaría si hiciera algo contigo.

—Unos meses atrás te hubiese asesinado, ahora… no sé qué podría hacer.  

—Los sentimientos no se van por la pérdida de la memoria, no puedes impedir que el sienta cosas por ti solo por juicios incompletos, tú eres dueño de tus sentimientos mientras que Hiroto es dueño de los suyos, él te va a seguir amando así pierda todos sus recuerdos, lo sé muy porque soy su mejor amigo.

—Ve a casa, es hora de que vuelvas.

—No quiero.

—Vamos Kenzou.

—Está bien.

—¿Quieres que te acompañe?

—No, estoy bien.

—Vale —nos levantamos dirigiéndonos a la puerta, allí acarició mis cabellos y se alejó de mi lado, fui hasta casa sintiendo que todo se desboronaba a mi alrededor, las luces estaban totalmente apagadas, entré sin mucho ánimo.

Miau

Alcé al gato, seguramente el único ser vivo que se encontraba en esos momentos.

 

Kenzou colgó el teléfono dejándome con la inquietante duda, se notaba tan preocupado, ¿Qué ha pasado?, ¿me necesita? Y si lo hace ¿Para qué me necesita?, Kaito se encontraba en la sala, tenía un karaoke puesto y cantaba a todo volumen, mi cabeza se revuelve entre más pienso en Kenzou, volví a la sala tomando un trago de cerveza, entre más pasaba el tiempo más me angustiaba, sentía tanta ansiedad.

—Si quieres irte vete —dijo Kaito apagando el karaoke.

—Lo siento, te lo compensare después.

—No lo harás.

—Claro que sí.

—Como siempre lo prefieres a él.

—Lo siento —grité mientras salía corriendo, necesito verlo, lo necesito, a lo lejos divisé a Kenzou, me intenté acercar al bar en el que se encontraba, pero… ¿Qué está pasando? Él se acercó a Taichí besándolo, ¿qué quiere decir esto?, ¿acaso ellos se aman?, mi pecho empezó a doler, salí corriendo hasta nuestra casa, me acomodé en el mueble con las luces completamente apagadas, después de un tiempo sentí la puerta abrirse.

Miau

—Hola Minino —dijo él encendiendo las luces, sostenía al gato en sus brazos.

—Llegas tan tarde —dije mirándolo fijamente, él soltó el gato el cual corrió a otro espacio, su rostro se va desfigurando lleno de tristeza, llora.

—Yo no tengo horario que seguir.

—Ah no, me llamas y llegas tarde.

—¿Para qué viniste?, lo siento no quería interrumpir.

—¿Interrumpir qué Kenzou?

—A ti y a Kaito.

—Él solo estaba cantando en un karaoke, pero tú lo malinterpretas todo, ¿por eso fue que buscaste a Taichí?

—Sí, si la persona que más necesitaba estaba ocupada no me quedaba otra opción.

—Eres un caprichoso.

—¿Capricho?, eres un bastardo no sabes ni por qué te llamé y me llamas de esa manera.

—Si venia corriendo a tu lado a consolarte como lo hizo Taichí, ¿acaso a mí también me habrías besado?

—No, te equivocas, yo fui el que besó a Taichí, fue todo unilateral.

—Eres un imbécil.

—¿Por qué lo soy? Después de todo estoy soltero.

—Ah entonces ¿Por qué estás soltero tienes que besar a Taichí?

—Sí, ¿por qué? ¿Acaso te gusta Taichí?

—Él no es el que me gusta, joder.  

—Imbécil me llamas así, pero ni siquiera te has puesto a pensar en que sentí, cuando más te necesitaba tenías que estar con Kaito, nunca se separan ¿No?, sabes hacen bonita pareja.

Agarré las manos de Kenzou con fuerza, lo llevé hasta la pared sosteniendo sus manos a los lados de su cara.

—Entonces ¿Por qué me llamaste?

—Mis padres descubrieron que soy bisexual, me odian, no me quieren volver a ver en sus vidas.

—Kenzou como lo siento.

—Ya no importa.

—Kenzou son tus padres.

—¿Y qué?, ellos siempre amaron más a mi hermano que a mí, tú no sabes que es crecer bajo la sombra de tu hermano, para ellos solo será como quitarles una piedra de su camino nada más, ahora solo soy un extraño más.

—Kenzou —susurré abrazándolo con fuerza, él empezó a llorar en mis brazos, maldita sea de nuevo le hago daño a Kenzou, agarré su mentón besando sus dulces labios, él abrió sus ojos mirándome sorprendido, cerré mis ojos dejando que mis deseos tomaran control de mis acciones.

—¿Qué haces Hiroto?

—Besándote.

—Si eso lo sé, pero ¿Y Kaito?

—No lo sé.

—Es la persona que amas.

—Pues creo que no lo amo como yo creía, siento algo distinto por él, no sé.

—Entonces…

—Me gustas Kenzou.

—Hiroto —susurró.

—Mierda no, es que estoy confundido, no sé lo que me pasa, me gustas tanto, pero Kaito, por él yo siento ¿Qué es lo que siento yo por él?

—Deberías responderte esa pregunta antes de estarme molestando —dijo soltándose, corrió hasta su habitación encerrándose en ella, caí de rodillas, no puedo creer lo que acabó de hacer, maldita sea me declaré sin tener en orden mis sentimientos, entré en mi cuarto con los ojos llenos de lágrimas, lloré hasta quedarme dormido.

 

Mi corazón late con tanta fuerza que no me deja razonar, ¿qué ha pasado?, todo es tan confuso, Hiroto me besó, se declaró, pero ¿Por qué? Aún no puedo cantar victoria, en realidad no sé cómo sentirme, estoy alegre porque por fin recuerda lo que siente por mí, pero ¿Qué es lo que realmente siente por Kaito?, ¿acaso a él también lo ama?, no, mi alma ya está tan destrozada no puede pasarme algo más, siento que voy a colapsar, me quedó sin fuerzas, pero la esperanza ¿Acaso no es lo último que se pierde?, entonces porque mis esperanzas se están perdiendo ¿Es por qué todo esto ya está llegando a su fin?

Los días pasaban y una nueva chispa de esperanza surgía en mí, no hemos vuelto a discutir desde ese día, de igual manera ninguno de los dos se atreve hablar sobre lo que pasó, esto es lo último que voy a hacer, si con esto las cosas no se arreglan, creo que explotaré y tendré que decirle toda la verdad de una vez por todas, él tendrá que escoger con cuál de sus dos vidas se querrá quedar. He venido a visitar a mi buen amigo Takaraji al cual le pedí el favor de que me hiciera un cuadro idéntico al que perdimos en la mudanza, quizás ese detalle que tanto apreciábamos pueda hacer que su memoria vuelva, subí los escalones hasta llegar a su taller, él es un excelente pintor por esta razón es muy popular, avancé por el pacillo hasta llegar al salón del gran pintor.

—Buenas Taka… —dije entrando al salón, sin embargo, callé al ver la escena en frente mío, encima de Takaraji se encontraba un pequeño muchacho de cabellos castaños, él lo besaba y sostenía en sus brazos cariñosamente, me quedé petrificado sin saber qué hacer.

«¿Me voy o me quedó e interrumpo?, pero ¿Qué tal que Takaraji se enojé?» quizás era más la sorpresa la que me tiene totalmente congelado, siempre creí que Takaraji era un hombre completamente hetero. Pasé saliva golpeando la puerta, ellos se separaron de golpe mientras me volteaban a mirar.

—Hola Kenzou-san que sorpresa —dijo Takaraji un tanto nervioso.

—Yo me tengo que ir con permiso —dijo aquel chico saliendo del lugar, entré un poco nervioso al sitio acomodándome en una silla.

—Lindo tu novio.

—Gracias, sé que tal vez es un mundo que no entiendas…

—Descuida a mí me da igual si es un hombre o una mujer, si hay amor ¿Por qué habría de haber impedimentos?

—Gracias por entenderlo.

—Descuida, ¿cómo se llama?

—Izanami Ryu. 

«Ese nombre ¿En qué lugar lo escuché?»

—¿Les está yendo bien?  

—Excelente, al principio tuvimos ciertos problemas, pero hemos sabido superarlos.

—Ya veo, bueno que les siga yendo bien.

—Lo amo.

—Eso se nota.

—Bueno dejemos de hablar de eso, cambiando de tema ya tengo lista tu pintura ya te la traigo.

—Gracias.

Él se levantó recogiendo sus sedosos cabellos en una pequeña moña, fue hasta la parte de atrás, después de unos minutos volvió con la pintura en sus manos, me la entregó con una sonrisa en su rostro, la miré detenidamente, es hermosa.

—Como me pagaste por adelantado, puedes llevártela ya.

—Gracias es hermosa, hasta mejor que la original.

—Lo sé, antes era más inexperto.

—Gracias Takaraji-kun.

—De nada.

—Bueno me gustaría seguir hablando contigo, pero tengo cosas que hacer.

—Vale espero que vengas otra vez a visitarme.

—Claro, aunque primero te llamare.

—Te lo agradecería, supongo que hoy Izanami me discutirá por no poner seguro a la puerta, es un poco tímido.

—Dale mis saludes, adiós.

Salí del taller de Takaraji, bajé corriendo las escaleras aproximándome de igual manera a mi auto.

Ring ring

Miré mi celular que sonaba, un número desconocido me marcaba.

—Alo —contesté.

—Kenzou tenemos que hablar —dijo mi hermano en la otra línea.

—¿Qué quieres?

—Puedes venir al hotel que está a tres cuadras de donde te encuentras.

—¿Cómo sabes en dónde estoy?

—Te he seguido.

—Muy bien —dije colgando, metí en el auto el cuadro y subí, al llegar a dicho hotel mi corazón latía con fuerza, he dicho que no me importa lo que mi hermano piense de mí, pero… ¿Por qué tengo esta extraña sensación?

—¿Qué quieres? —pregunté al ver a mi hermano sentado en una silla del lugar.

—Kenzou —dijo este haciéndome ademan de que me sentara.

—¿Qué quieres Yoshida?

—Es verdad ¿Qué eres gay?

—No, soy bisexual.

—¿Sales con Hiroto?

—Sí.

—¿No te da vergüenza?

—¿Por qué?, ¿por amar a alguien con todas las fuerzas de mi corazón?, ¿por enamorarme de un hombre con el cual he vivido casi toda mi vida, soportando vivir bajo tú sombra?

—Eso no es cierto.

—Claro que lo es, ¿Qué vas a decir?, lo mismo que dijo Hibiki-san, que nos quería a ambos por igual, tú más que nadie sabes que no es así, mi padre siempre te quiso más que a mí.

—Nos amó por igual.

—No, no lo hizo.

—Tú ya no eres mi hermano, eres un asqueroso marica.

—Está bien, como quieras —dije levantándome de la silla.

—No te vuelvas acercar a mis padres, no te acerques a mí.

—Muy bien —dije dándole la espalda, avancé hacia la salida, las lágrimas empezaban a salir de mis ojos.

—Ahora solo eres un extraño para nosotros —gritó a lo lejos Yoshida, mi corazón se detiene, no puedo más, un golpe más y me quebrantare.

«Tengo que regresar a casa Hiroto me espera, seguro que lo hace, amara el cuadro y recordara todo, me besara y todo volverá hacer como era antes» pensé mientras sonreía tristemente, lo único que hago es engañarme a mí mismo, es evidente que nada volverá a ser igual. Salí del sitio directo a mi casa, el tráfico en la ciudad es tan complicado, miré mi reloj que marcaba las cinco de la tarde, no puede ser, me había quedado en el tráfico, contemplé el cuadro nuevamente.

—Te amo Hiroto —susurré acariciándolo.

 

Sus suaves labios quedaron impregnados en mi piel, no puedo creer que traicioné el amor de Kaito, pero mi cuerpo no olvida los toques sutiles de Kenzou, él besa demasiado bien, pero no es solo eso, definitivamente Kenzou me gusta mucho, no creo que sea lujuria, es más amor, me siento un asco haberle hecho eso a alguien como Kaito y no solo eso, si Kenzou está saliendo con Taichí, ¿cómo quieren que yo pueda volverlo a ver a la cara sin sentir culpa por haber robado un beso a su amante?, cogí mi celular marcando el número de Kaito.

—Alo —contestó después de unos timbrazos.

—Kaito ¿Vienes hoy?

—Vale.

—Gracias.

—Llegó en diez minutos chao —dijo colgando, me senté en mi cama a esperar, no tengo en claro lo que estoy haciendo, solo quiero besar a alguien, agradezco el hecho de que Kenzou no se encuentre, quizás no me podría controlar si él estuviera aquí. Después de veinte minutos golpearon la puerta, corrí abrirla abrazando a la persona que lo hacía.

—Qué bonita bienvenida —dijo Kaito entrando a la casa, fue hasta mi habitación en donde se recostó sobre la cama, besé sus labios, pero no se siente bien.

—¿Cómo estas cariño?

—Bien, ¿Kenzou no está? —dijo mirando hacia la habitación de este.

—No, posiblemente se demore.

—Ya veo.

—¿Qué quieres hacer?

—No lo sé ¿Qué quieres hacer tu?

—hacerte sentir bien —susurré en su oído él retrocedió un poco, pasó saliva bajando su mirada.

—No creo que sea buena idea.

—¿Por qué no? Estamos solos.

—Kenzou puede llegar en cualquier momento.

—No lo creo, dijo que iba a hacer unas vueltas que necesita hacer, que se demora.

—Hiroto.

—¿No quieres?

—No es que no quiera.

—¿Entonces?

—No lo sé.

Sonreí acercándome a él, besé sus labios quitando lentamente su camisa, de igual manera quite la mía quedándonos semidesnudos, metí mi mano dentro de su bóxer, él gimió mientras yo tocaba su miembro ya duro, empecé a lamer sus pezones haciendo que este se estremeciera, Kaito gemía mientras sus ojos soltaban lágrimas.

 

Salí del auto aproximadamente a las siete o seis y media no sé exactamente qué horas eran, el vacío se intensifico volviéndose más doloroso, es como si todos me estuvieran dando la espalda, entré a la casa con el corazón en mis manos, miles de puñales estaban incrustados en este, miré el cuadro que sostenía en mis manos, la luz de su cuarto estaba encendida, él estaba en casa, sequé las lágrimas que tenía en mi rostro aproximándome hacia su cuarto, mi corazón late con tanta fuerza contra mis costillas, por momentos mi respiración se hacía agitada.

«Tengo que ser fuerte por él, jamás me derrumbare frente a él» pensé dirigiéndome a su cuarto, sostenía una sonrisa triste en mi rostro.

—Hiroto —susurré entrando al cuarto, mi corazón se partía en mil pedazos, Hiroto se encontraba encima de Kaito, semidesnudos, él lo besaba mientras su mano recorría el miembro de Kaito.

«No, esto no puede estar pasando, no, por favor no» mordí mi labio reprimiendo un impulso de rabia, la sangre empezó a salir de mi labio roto, no pensé que me estuviera mordiendo tan fuerte como para hacerme daño, pero lo hacía, solté el cuadro, este cayó al suelo haciendo un ruido sordo, ambos me voltearon a mirar sorprendidos, no me puedo controlar, mi sangre hierve, Kaito me miraba mientras que de sus ojos salían más y más lágrimas.

—¡Maldito hipócrita! —dije, llevado por la rabia fui hasta donde se encontraba, la ira me dominaba, mi cuerpo se movía solo, estampé un puño fuerte y certero en la mejilla de Kaito, este me volteó a mirar con su labio partido a causa del golpe, Hiroto me mira iracundo, él se giró estampándome una cachetada en mi mejilla.

—No tienes ningún derecho de hacer esto Kenzou, lárgate de este maldito lugar.

—Muy bien —dije con un hilo de voz casi inaudible, las lágrimas caían por mi pálido rostro, salí corriendo del lugar, corría lo más rápido que podía, me detuve en un oscuro callejón acurrucándome como un niño pequeño, mi corazón duele, arde, no, algo más que eso, no más, no soporto más.

—Kenzou perdóname por favor —gritó a lo lejos Kaito, él pasó corriendo en frente del callejón en donde me encontraba, después lo hizo Hiroto quien gritaba su nombre con desesperación, la lluvia se empezaba apoderar de la ciudad, las gotas se deslizaban mezclándose con mis lágrimas amargas, me levanté del sitio yendo de nuevo a casa, al entrar empecé a tropezar con las cosas de mi alrededor, no dejaba de llorar, cogí el cuadro poniéndolo encima de la mesa, agarré un papel junto con un lapicero y allí escribí:

“Para la persona que más amo en este mundo, quiero que sepas que siempre te he amado, luche te juro que lo hice, pero me fue imposible, no soporto más dolor, no quiero más sufrimientos, ya no aguanto, te amo Hiroto” pusé la nota sobre el cuadro, me acerqué a la cocina y cogí un cuchillo, aquel con el que solíamos cortar la carne, pasé saliva, cogí el cuadro junto con la nota poniéndolo en la pared cerca al baño y su cuarto, entré a este sin cerrar la puerta, cogí mi celular marcándole a Taichí.

—Alo.

—Hola —susurré.

—Kenzou, dime.

—Lo siento solo quería escuchar tu voz.

—¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

—Todo, el mundo se me ha venido encima, no soporto más, no puedo más.

—Kenzou cálmate.

—Me duele, mi corazón duele tanto, en serio lo intenté, pero no puedo, quizás yo no soy la persona indicada para estar junto a él, no me lo merezco.

—Kenzou.

—Por eso es hora de que me vaya, que lo dejé ser libre, si yo hago esto dejare de sufrir, ya no lo hare sufrir más.

—Kenzou cálmate, no hagas nada.

—Adiós Taichí, por favor dile que lo amo.

—No, maldita sea ya voy para ya, espera por mí.

—Demasiado tarde —dije colgando el celular.

«Necesito ayuda, maldita sea cuanto lo necesito, alguien por favor, deténganme, no me dejen solo hasta el final» pensé mientras observaba la fina hoja del cuchillo que relució con la luz del baño, deslicé esta por mis muñecas cortándome las venas lentamente, la sangre salía de estas heridas por montones, cerré mis ojos recostándome en el suelo del baño, es mi momento de decir adiós.

—Te amo Hiroto —susurré.

 

A lo lejos escuché el grito de una persona.

—Auxilio, alguien que me ayudé —gritó, es Taichí, estoy convencido que tiene que ser él, corrí hacia aquella dirección.

Ring ring

—Alo.

—Hiroto ¿Dónde estás? —preguntó Taichí nervioso, su voz temblaba, algo malo debe de estar pasando.

—Cerca de casa ¿Por qué?

—Vente ya para acá.

—¿Qué pasó?

—Acá te lo explico solo corre —gritó, escuché las sirenas detrás de la línea, colgué el celular corriendo hacia la casa, a lo lejos observe la ambulancia, me acerqué aún más, esta arranco de prisa, en la puerta de la casa se encontraba Taichí, entré con él a la casa, había sangre en el baño.

«¿qué diablos está pasando?»

—Taichí ¿¡Qué pasó!? —grité mirándolo a los ojos, él pasó saliva mientras ponía su mano sobre su boca, miró de reojo el cuadro que se encontraba en la pared, lo alzó mostrándomelo junto con la nota, la leí con rapidez mientras mis ojos se llenan de lágrimas.

—Kenzou se suicidó —susurró, no, no puede estar pasando esto —Él se cortó las venas.

Grité con fuerza mientras caía de rodillas al suelo, con mis manos agarré mi cabello con fuerza, mi memoria volvía, las imágenes pasaban con rapidez frente a mis ojos, cuando me le declaré, cada momento que vivimos en ese entonces, cuando peleamos, nuestra reconciliación, cada uno de nuestros aniversarios, el día de la biblioteca, el viaje a las aguas termales y a Kioto, aquel cuadro que perdimos en la mudanza, mi accidente y lo que sucedió después de eso, no, le he hecho tanto daño a Kenzou, pero si yo lo amaba, no, lo amo, no es justo haberlo empujado a cometer suicidio, no Kenzou.

—Hiroto —gritó Taichí sacudiéndome con fuerza, poco a poco fui recuperándome del shock, recuerdo absolutamente todo.

Miau

—Minino —susurré, si lo recuerdo todo, miré a Taichí.

—Hay que ir al hospital ahora.

—Lo recuerdo todo Taichí mi memoria ha vuelto.

—Me alegra, pero no hay tiempo para eso, Kenzou te necesita vamos —dijo mientras salía de la casa, subimos a mi auto, aumente la velocidad, no estoy dispuesto a perderlo, al llegar al hospital bajamos del auto, aun llovía, corrimos hasta la entrada del hospital entrando de golpe, las personas nos miraron, una enfermera se nos aproximó.

—¿Qué necesitan?

—La persona que acaba de ingresar de urgencias, el chico que se cortó las venas —dijo Taichí.

—Lo sentimos aún no tenemos noticias de él, por favor esperen en la sala de espera.

—Gracias —dijo Taichí, yo estoy perdido, no quiero creer que esto está pasando, por favor alguien salve a mi Kenzou, por favor.

—No sé si sea buena idea avisarles a sus padres.

—Ah verdad tengo que llamarlos.

—No sé si eso sea una buena idea.

—Son sus padres Taichí.

—Sí, pero ellos no lo quieren.

—Lo sé, pero igual lo son.

—Vale.

Agarré mi teléfono marcando a su casa.

—Alo —contestó la madre de Kenzou.

—Hibiki-san, habla con Hiroto —dije entre sollozos.

—Usted es con la persona con la que menos quiero hablar.

—Ya lo sé, solo quiero avisarle que Kenzou se suicidó —estallé en lágrimas —Estamos en el hospital universitario de Tokyo, por si desea venir —Colgué el celular lleno de desesperación, Taichí me abrazó, él también lloraba, todo es mi culpa, si no hubiera salido ese día nada de esto hubiera pasado, todo es mi maldita culpa.

—Es mi culpa.

—No, no lo es, tú no sabías lo que hacías.

—Taichí yo lo mate.

—No, tranquilízate.

—Lo amo, él no puede morir, no me puede dejar solo en este estúpido mundo.

—Confiemos en que los doctores puedan hacer algo.

—¿Cómo lo descubriste?

—Él me llamó, corrí hacia tu casa, abrí la puerta de una sola patada y ahí fue donde lo vi, su mano ensangrentada salía del baño, corrí hasta allá, él estaba tendido en el baño entre un charco de sangre, empecé a pedir ayuda, llamé a la ambulancia que llegó al instante.

—Lo traté tan mal, minutos antes me iba a acostar con Kaito, él nos vio y lo insulté, lo lastimé.

—No eras consiente de eso.

—No lo era, pero eso no es excusa.

—Hiroto debemos esperar a que todo salga bien.

Un doctor salió de un cuarto, nos acercamos a este él cual nos dijo lo que ocurría, Kenzou había perdido demasiada sangre, habían hecho lo posible, pero aún estaba en estado crítico, seguramente debe de estar en cuidados intensivos, solo puedo confiar en que un milagro salve a Kenzou, lo necesito, no lo quiero dejar ir.

Los días pasaban y solo teníamos pocas noticias, sus padres no se han venido a presentar en ningún maldito momento, que los jodan por abandonar a su hijo.

—Puede entrar a visitar al joven Kenzou, él se ha recuperado un poco.

—Gracias —dije entrando a aquel cuarto blanco, es deprimente estar en un sitio así, Kenzou se encontraba con los ojos cerrados, tiene inyectado suero, junto con más cables que salen de su pecho, de su brazo y de su dedo, me acerqué a él con una silla en mis manos, pusé esta al pie de la cama, recosté mi cabeza sobre su mano.

—Lo siento Kenzou, no sabes cuánto lo siento, perdóname cariño te amo —susurré llorando en su mano, tiempo después caí dormido.

Desperté tarde, el sol ya se escondió, Kenzou aún duerme.

—¿Cómo estas cariño?, espero que bien.

Acaricié su mejilla, él se recuperaba poco a poco, ese hecho me alegra no lo he perdido, no podría vivir sin él. Un ruido estridente empezó a sonar, volteé a mirar su origen viendo como la pequeña línea en la pantalla se volvía plana, un extraño sonido salió de aquella máquina, mi corazón se para.

—Ayuda alguien que me ayudé —grité saliendo del cuarto, varios doctores y enfermeras se acercaron.

—Pásenme el desfibrilador —un hombre de bata le pasó el instrumento al otro, yo solo veo como el pecho de Kenzou se levanta de la cama, él pide que aumenten cada vez más, pero la línea aún sigue plana, todos se quedaron quietos, yo no entiendo lo que pasa.

—¿Hora de muerte?

—Las siete en punto doctor —dijo una mujer mirando su reloj, me quedé petrificado al escuchar esas últimas palabras, entré de golpe a la habitación, ellos me miraron con lastima mientras negaban con sus cabezas.

—No —susurré.

—Lo sentimos.

—No, Kenzou —grité aproximándome hacia él.

Sentí sus suaves manos recorrer mi cabellera, poco a poco abrí mis ojos, ¿acaso todo ha sido un sueño?, me levanté de golpe mirando a Kenzou, quien estaba despierto, me abalancé hacia él con lágrimas en mis ojos.

—Perdóname por favor, mi memoria ha vuelto, sé que te hice mucho daño por eso perdóname.

—Descuida, yo te perdono.

—Te amo Kenzou.

—Yo también te amo Hiroto.

Me separé de él acariciando su mejilla, me acerqué besando dulcemente sus labios, él me correspondió abrazándome con fuerza. 

—Nuestro primer beso desde que recuperaste la memoria.

—Nuestro primer beso cuando recuperaste la conciencia.

Él me sonrió volviéndome a besar.

 

Fin.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).