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Notas del capitulo:

Tercer capitulo. Espero lo disfuten 

Tercera parte

Aun creo en nuestro amor

Llegué a la ciudad tras ser echado por mi padre, soy homosexual eso lo descubrí cuando tenía doce años, tenía un amigo de infancia llamado Daisuke Kaito, nosotros nos sentíamos atraídos de una manera extraña, en una ocasión el besó mis labios, esto me había gustado en vez de disgustarme, sus padres después de eso se lo llevaron a vivir a otro lugar. A los quince años le dije a mi papá que era homosexual, él me sacó de la casa por esta razón, prometió que pagaría mi mantenimiento mientras yo terminaba la universidad, aunque jamás había salido de Tokio, en donde yo vivía no se sentía como estar dentro de la ciudad. Compré un apartamento obviamente financiado por mi padre cerca de un instituto, en ese tiempo me sentía deprimido por la actitud de mi padre, aunque no me esperaba nada mejor de él. Entré en una preparatoria de esos lados, después de medio año de vivir allí, conocí a Akima, un chico sonriente que le ponía positivismo a todo, en ese tiempo él empezaba a estudiar leyes en la universidad T, nos hicimos amigos después de que él me atropellara con su cicla, me enamore completamente de su cara sonriente, el día que lo conocí hacía un calor impresionante, salí aquella mañana a tomar aire fresco, tras caminar varias horas, de regreso a mi casa sentí como alguien gritaba a mis espaldas.

—¡No tiene frenos por favor quítese! —gritaba Akima, al voltearlo a mirar la cicla se avecinaba hacia donde yo estaba, me quite pocos centímetros, pero esta me alcanzó a golpear, él cayó después de que yo lo hiciera, Akima se acercó a mí con su rostro tensado lleno de preocupación.

—¿Estas bien?, ¿quieres que llamé a una ambulancia?

—Estoy bien, solo me golpeé un poco.

—lo siento, es que no tenía frenos.

Él me ofreció su mano levantándome del suelo, lo miré fijamente a los ojos.

—¿Vives cerca?, jamás te había visto por estos lados.

—Sí, vivo en aquel apartamento —dije señalándoselo.

—¿Quieres que te acompañe?, estas un poco herido y después de todo es mi culpa.

—Si —susurré, me había sonrojado, aquel chico era por completo mi tipo, una sonrisa siempre estaba alumbrando su rostro. Al llegar a mi casa lo invite a pasar, él accedió, allí se dedicó a curar mis heridas.

—Por cierto, mi nombre es Akima Yuuki.

—Izanami Ryu —contesté tímidamente.

—¿Hace mucho vives aquí?

—Hace seis meses.

—Nunca te había visto.

—No salgo mucho, solo voy de la preparatoria hasta mi casa y de mi casa a la preparatoria.

—Ya veo, ¿quieres que te enseñe todo Tokio?, se ve que no conoces mucho por aquí, bueno solo si te apetece.

Él acarició mis cabellos haciendo que me sonrojara, me sonrió mostrándome sus perfectos dientes, ese hombre me gustaba. Después de un tiempo nos volvimos muy buenos amigos, él me presento otras dos personas con las que se la solía pasar, ellos empezaron a venir todos los fines de semana a mi apartamento, este poco a poco se iba llenando de vida, ellos bebían cervezas constantemente mientras yo tomaba gaseosas o cosas así, mis sentimientos por Akima se iban volviendo cada vez más grandes, él tenía una linda novia en la universidad a quien constantemente engañaba con otras, todo un mujeriego, una figura que jamás me hubiera imaginado de él, sabia como conquistar a las mujeres, a él no le importaba nada utilizarlas y dejarlas así como si nada, yo sabía muy bien eso, pero aun así mi amor por él seguía creciendo más y más, al iniciar mi último año en la preparatoria mis sentimientos no podían estar por más tiempo retenidos, todo empezó un oscuro sábado, el único que asistió ese sábado a mi casa fue Akima, quien sonreía y traía cervezas.

—¿Quieres? —preguntó pasándome una lata de cerveza, tomé unos tragos mientras lo miraba atontadamente, él me sonrió y se acercó a mí.

—Eres muy lindo Ryu.

—¿Eso crees?

—Sí, eres mucho más lindo que algunas mujeres con las que he estado.

—Gracias.

—Que tierno —besó mis nudillos mientras me miraba con ojos lujuriosos, yo estaba allí perplejo sin saber qué hacer, mi corazón se aceleraba, me sonrojé.

—Yo…

—Dime algo Ryu.

—¿Qué quieres que te diga Aki?

—¿Te gustó?

Me sonrojé más de lo que estaba, pasé saliva mientras él me miraba cada vez con más lujuria.

—Porque a mi si me gustas— volvió a decir, lamió su labio sexymente.  

Él sonrió y empezó a besarme apasionadamente mientras me iba quitando la ropa, dejé que él hiciera conmigo lo que quisiera, lo amaba tanto que simplemente haría cualquier cosa por él, esa noche tuvimos sexo. Había salido con otros hombres en el tiempo que había pasado en mi apartamento, pero ninguno me lo había hecho como Akima, a la mañana siguiente desperté en los brazos de Akima, abrí mis ojos sonriéndole él me miraba fijamente.

—Quiero estar contigo de esta manera Ryu te deseo tanto, pero tengo novia eso no estaría bien para ella, aunque me da igual lo que sienta creo que la quiero de alguna forma, por eso tú decides ¿Si quieres seguir con este juego o parar acá?

—Está bien —dije totalmente desilusionado, había olvidado por completo a su novia, no solo eso, había olvidado el tipo de persona que era Akima, pero lo deseaba tanto que estaba dispuesto hacer lo que fuera con tal de estar a su lado, así fuera siempre el segundo para él.

—Recuerda, no vayas a mezclar sentimientos en esto, nuestra relación va a ser netamente sexual, ambos nos deseamos nada más, complacernos de manera sexual es lo único en lo que se va a basar esto, ¿entendido?

—Sí, no me lo tienes que explicar.

Él sonrió ante mi respuesta, me besó de nuevo los labios y salió del lugar. Los días pasaron de esa manera, siempre que podíamos teníamos sexo, mis sentimientos por Akima se hicieron más grandes, lo amaba tanto, pero no me atrevía a decirle nada con respecto a estos, simplemente no quería perder ante él, no quería desarmarme ante la persona que más amaba. Después de seis meses me cambie de preparatoria, el primer día que fui a esta, fue la primera vez en ver a la persona que robó mi corazón como jamás lo hizo Akima, me encontraba en uno de los pisos del edificio, cuando me topé con tremenda escena, un chico en su afán por subir tropezó con un dulce que habían dejado allí, él cayó al suelo de una manera grandiosa, había reído disimuladamente mientras me acercaba a este, ofrecí mi mano para ayudarlo a levantar, él se quedó mirándome fijamente, era demasiado atractivo, se veía una persona muy llamativa por eso no era mi tipo de hombre, pero de igual manera era muy simpático.

—¿Te quieres levantar? —pregunté soltando una pequeña risita.

—Gracias —dijo el mientras se levantaba, me sonrió haciendo que mi corazón se acelerara, ¿por qué mi corazón se comportaba de esa manera por un chico como él?, me sonrojé y agaché mi rostro, el silencio se posó entre nosotros, después de un rato él lo rompió.

—Mi nombre es Hiroshi Takaraji.

—Izanami Ryu —contesté con un suave tono, él se sonrojó.   

—Bueno gracias por ayudarme, nos veremos después —dijo dirigiéndose a su salón, entró a uno de los cuartos adyacentes a las escaleras mientras yo me quedaba solo en ese lugar.  

 

Izanami despertó sudando, todo había sido un sueño, pusó sus frías manos sobre su cabeza intentando calmarse, se levantó de la cama.

—Por fin te despiertas, estabas hablando dormido —dijo un chico llamado Haruka, él compartía habitación con Izanami.

—¿En serio? ¿Qué dije?

—Bueno, constantemente decías el nombre de un chico, Hiroshi.

—Ya veo.

—¿Qué es de ti?

—Es la persona que más amo.

—¿Tu novio?

—No, solo que es alguien que aún no logro olvidar.

—¿Cuándo lo conociste?

—Cuando estaba cursando mi último año de preparatoria, sabes mí primera impresión fue realmente graciosa, es una buena persona.

—¿Aún no has olvidado a esa persona a pesar de que han pasado dos años y medio?, hombre en serio lo amas.

—Lo sé, aún no logro olvidarlo.

—¿Él fue el que hizo ese cuadro que cuidas tanto?

—El mismo.

—Que artista, nada mal Ryu.

Fuertes golpes en la puerta empezaron a sonar, ambos se sorprendieron ante la violencia de estos, Haruka abrió la puerta dejando pasar a un chico de contextura delgada y un poco más bajo que Izanami.

—¿Cómo así que vuelves a Japón Ryu? —gritó este encarando a Izanami, él agachó su rostro tensándose.

—Bueno, creo que los dejó solos —dijo Haruka haciendo ademan de irse.

—No, espera si él me golpea te necesitare para que me lo quites de encima.

—No me metas en ese tipo de cosas Ryu, sabes que soy pacifista, pero en esta ocasión es mejor que me vaya.

Él salió del lugar dejando a Izanami junto con aquel chico, su cara estaba roja y su corazón palpitaba rápido, sus ojos de un momento a otro se aguaron y no demoraron en botar lágrimas.

—Dime que no es verdad que vuelves a Japón.

—Lo siento, en tres días vuelvo a Tokio.

—¿Qué te aburrió acá en Estados Unidos?

—Nada, me gusta vivir aquí, pero extraño mi nación, Japón es el lugar en donde tengo a mis conocidos, mis historias, necesito volver allá.

«Además no soporto más el estar alejado de él, sería tan feliz si pudiera volver a verte la cara, Hiroshi»

—Pero Japón es muy lejos.

—Sí, lo sé.

—¿Por qué no me dijiste antes?

—No quería lastimarte, sé lo que sientes por mí así que no quería verte llorar cuando te enteraras.

—¿Desde hace cuánto sabes lo que siento?

—Hace un año atrás, me entere de eso a boca tuya.

—¿Qué? — preguntó sorprendido, se sonrojó mientras empezaba a temblar lleno de vergüenza.

—Bueno estabas borracho y te me declaraste.

—No lo recuerdo.

—Como ya te dije estabas ebrio.

—Lo siento arruine mi confesión.

—Descuida.

—Entonces ¿Qué sientes por mí Ryu?

—Como lo siento Alex, yo no puedo corresponder a tu amor.

—Sigues amándolo ¿Cierto?

 —¿Acaso escuchaste lo que estábamos hablando?

—No, solo lo sospeche no saliste con nadie aquí, supongo que es porque sigues enamorado de esa persona especial.

—Así es, aun lo amo.

—Espero que seas feliz, si tú eres feliz yo lo seré.

—Gracias.

Aquel chico miró fijamente a Izanami con sus ojos inundados en lágrimas, este se levantó acariciando su mejilla, besó sus fríos labios, pero él no sentía nada especial, entre más lo besaba más ganas le entraban de que Hiroshi lo besara, lo apartó suavemente mientras él lo miraba con tristeza, su cara rojiza lo hacía ver lindo, Izanami le sonrió y lo abrazó con fuerza, le había tomado cariño.

—Te extrañare tanto —dijo Izanami besando su frente.

—Yo igual Ryu, te extrañare mucho no quiero que te vayas, pero ya la decisión está tomada.

—Sí, así es, te escribiré y llamare constantemente, cuando quieras ir a Japón mi casa tendrá las puertas abiertas siempre para ti, pero no llegues sin antes avisarme.

—Está bien, cuídate Ryu, espero que la persona que tanto amas vuelva a estar contigo.

—No lo creo, pero gracias.

—Debes dejar ese pesimismo —dijo él jalando con fuerza la mejilla de Izanami.

—Lo siento, lo dejare, pero suéltame.

Lo soltó sosteniendo una sonrisa de oreja a oreja, Izanami sonrió y le besó la mejilla, el chico salió de la habitación, después de un rato volvió a entrar Haruka, prendió un cigarrillo y se sentó en su recamara.

—Muy dramática la escena.

—No, solo lloró un poco.

—¿Lo besaste?

—No se te escapa nada.

—Bueno él salió feliz de la habitación que más quieres que piense sabiendo que él está enamorado de ti.

—Lo extrañare, igual que a ti.

—Gracias, yo también te extrañare no eres tan mal compañero de cuarto.

—Será difícil dejar Estados Unidos.

—Espero que nos vengas a visitar de vez en cuando.

—Claro, si mi padre me financia el viaje.

—Cuando vaya a Japón espero tener tu casa abierta.

—Claro que la tendrás, pero avisa antes de llegar.

—¿Por qué? ¿No quieres que interrumpa nada?

—Exacto.

—Relájate, no lo voy a hacer, ¿quieres que te llevé al aeropuerto?

—Por favor.

—Con gusto, pero cuéntame ¿A qué universidad vas?

—A la universidad T.

—Espero que te vaya bien.

—Yo también espero lo mismo.

—Izanami, escríbeme y llámame.

—Está bien.

—¿Ya empacaste todo?

—Sí.

—No me olvides jamás.

Este abrazó a Izanami, se sentía bien que alguien lo sostuviera en sus brazos, correspondió a su abrazo, le dolía dejar a la persona con la que había compartido por dos años y medio.

—Te invito a comer algo, después de todo no te voy a tener por mucho tiempo.

—Acepto tu invitación.

Ambos salieron a comer, los ratos los pasaba nostálgicamente, era difícil desprenderse de algo a lo cual ya se había apegado tanto. Los dos últimos días pasaron rápidos, por fin había llegado el día del viaje, Izanami despertó muy temprano alistó sus maletas y salió de los dormitorios de la universidad, en el carro ya lo esperaba Haruka junto con Alex, él metió su equipaje en la cajuela del auto, abrazó con fuerza a Alex dejándolo con lágrimas en sus ojos, rápidamente llegaron al aeropuerto, Haruka le ayudó a cargar su equipaje, miró fijamente a Haruka y lo abrazó.

—Adiós Izanami —dijo Haruka mientras Izanami se iba de su lado. Subió al avión apagando su celular, tiempo después de que empezó el viaje quedó dormido en la silla del avión. Después de once horas de intenso vuelo por fin bajó del avión, miró el reloj de su celular eran las cuatro de la tarde, su padre había comprado un apartamento cerca de la universidad T, su amigo de infancia lo esperaba con los brazos abiertos, un chico de cabellos monos, alto y piel pálida abrazó a Izanami apenas lo vio llegar.

—Te extrañe tanto Ryu.

—Yo igual Kaito.

—Vamos a mi apartamento.

—Mejor no, vamos al mío.

—Como quieras.

Kaito se le había declarado antes de que este se marchara a los Estados Unidos, nunca pudo corresponder a su amor, pero de igual manera lo apreciaba, ambos tomaron un taxi hasta el nuevo apartamento de Izanami, allí entraron dejando la maleta en la entrada, el lugar estaba completamente amueblado, una caja grande estaba en la entrada del apartamento, la abrió sacando de esta el cuadro que le había hecho Hiroshi, lo llevó hasta su cuarto colgándolo en frente de la cama, Kaito lo miró sorprendido.

—Que hermoso cuadro, así que esto es lo que hace tu querido Hiroshi.

—Sí, es realmente hermoso.

—¿No crees que si sigues apegado a este cuadro, seguramente vas a estar apegado a tus sentimientos por él?

—No lo creo, lo que yo siento por Hiroshi no se iría si tan solo botara este cuadro.

—Bueno pues él realmente tiene talento, lo admiro, es mucho mejor que yo.

—Cierto.

—No pues gracias Ryu, esperaba un poco de apoyo de ti, pero me alegra que sigas siendo tan sincero como siempre —dijo Kaito sarcásticamente.

—Gracias.

—Y egocentrista.

—De nuevo gracias.

—No cambias Ryu —dijo este en un suspiro.

—¿Cómo te ha ido? —preguntó Izanami saliendo hacia la sala, se sentó en uno de los sillones, este era realmente cómodo.

—Bien, supongo.

—¿Te has divertido en mi ausencia?

—Eres mi amigo de infancia más no mi vida, obvio que me divierto así no estés a mi lado.

—Solo bromeaba.

—Bueno pues te tendré que presentar dos amigos míos que conocí en tu ausencia, te caerán bien.

—¿En serio?

—Claro que sí.

—Nombres.

—Hiroto y Kenzou.

—Ya veo, me alegra que hayas socializado en mi ausencia y dime ¿Cómo vas de amores?

—Bueno, me enamore de Hiroto, pero las cosas con él eran imposibles, así que lo estoy tratando de olvidar.

—Ya veo —dijo Izanami encendiendo un cigarrillo, lo miró fijamente, aun en el rostro de Kaito se notaba que seguía enamorado de Izanami, pero este simplemente no le quería decir nada, se le veía tan feliz ahora.

—¿Cuando empiezas clases?

—Pasado mañana.

—Aun insisto en que vayas a la universidad M.

—Lo siento, la universidad T tiene mejores bases en economía de las que tiene la universidad M.

—Lo sé, pero estarías a mi lado.

—Bueno nos podemos ver cuando lo desees, no hay ningún problema.

—¿En serio?, me alegra ser bienvenido en esta casa.

—Siempre lo serás.

—Bueno cuéntame ¿Cómo es Estados Unidos?

—Interesante, tiene muchas cosas buenas.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Dime.

—¿Por qué regresaste a Japón?

—Extraño tanto Japón, es nostálgico volver, supongo que es donde realmente quiero estar.

—¿No lo haces por Hiroshi?

—Te mentiría si te digiera que no lo hago por él, así que tú mismo saca la conclusión.

—¿Así que aún lo amas?, pensé que en Estados Unidos harían que te olvidaras de él.

—Imposible, ni siquiera Akima llegó tan lejos como lo hizo Hiroshi.

 —¿Aún sigues teniendo contacto con Akima?

—No.

—Ya veo.

—Bueno, igual la pasé muy bien en los Estados Unidos.

—Me alegra que así haya sido, bueno si no tienes nada que hacer mañana ¿Qué te parece si te invito a comer algo?

—Lo siento, pero quiero descansar y organizar mis cosas, después de todo entró este lunes y quiero tener todo listo para ese día, quizás no sé si ¿Quieres el otro fin de semana? O hay vemos.

—Está bien, otro día será.

—Correcto —Izanami se levantó apagando su cigarrillo en el cenicero del lugar, nada le era familiar, pero tampoco le desagradaba, se sentía agotado, el viaje de diez horas lo había dejado cansado, tomó un vaso de agua y se dirigió a su habitación, Kaito se levantó del sillón acercándose hacia donde él estaba.

—Te veo después, estás cansado te dejó descansar.

—Gracias por recogerme hoy en el aeropuerto.

—Descuida, nos vemos después.

—Está bien.

Kaito salió del apartamento directo al de él, Izanami se recostó en la cama en donde cayó totalmente dormido.

El lunes por la mañana se levantó temprano, sus clases iniciaban a las ocho, tenía tiempo suficiente para arreglarse e irse, aproximadamente gastaba unos diez a cinco minutos en llegar a la universidad, salió del apartamento directo a esta, el aire de Tokio le sentaba bien, sonrió al recordar las cosas que había vivido allí. La universidad estaba repleta de estudiantes, algunos tenían grandes ojeras en sus rostros, él pasó de largo con cara asustadiza, se dirigió hacia la facultad de economía, allí empezaría su primera clase en la universidad T. Al entrar todos lo miraron, se sentó en un lugar vacío, tiempo después la clase inicio. Al medio día salió de esta un poco cansado, no había podido dormir bien, sentía nervios, al regresar a Japón sabía que posiblemente se podría encontrar con Hiroshi, cuando estaban en preparatoria él estaba decidido a entrar a la universidad T a estudiar artes.

«Con el gran talento que él tiene posiblemente no tuvo dificultades al presentarse» pensó mientras recorría esperanzado la universidad, miró uno de los carteles pegados en la valla publicitaria, este alentaba a los estudiantes a inscribirse al equipo de béisbol de la universidad, recordó a Hiroshi vestido con su uniforme, sonrió, realmente lo amaba.

—Tal vez nunca lo debí de haber dejado ir —susurró recordando aquel último momento. Volvió a retomar su camino.

—Hiroshi —balbuceó al ver a lo lejos un chico alto de cabellos negros, los cuales estaban agarrados con una moña de color rojo, su corazón empezó a latir rápidamente, su cuerpo temblaba y sus mejillas estaban sonrojadas, se acercó lentamente hacia aquel chico, el cual se encontraba leyendo un libro en una banca del lugar, Hiroshi levantó su mirada observando a Izanami quien se acercaba a él, esa mirada ponían más nervioso a Izanami, sus piernas le tambaleaban, Hiroshi abrió sus ojos lleno de sorpresa, su corazón también se había empezado acelerar, se levantó de golpe de la banca quería salir corriendo abrazar a Izanami, pero antes recordó los últimos momentos llenos de sufrimiento y paro en seco, pasó saliva.

—Izanami —susurró, él le sonrió, cuanto quería besar esos labios que tenía al frente, pero posiblemente Hiroshi lo odiaría.

—Hiroshi —dijo con su quebradiza voz, sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas amargas, volteó a mirar a otro lado parpadeando para contenerlas, definitivamente amaba al hombre que tenía en frente.

—¿Qué haces aquí?

—Estudio aquí.

—Jamás te había visto.

—Era porque no estaba en Japón, hasta hoy empiezo a estudiar acá.

—¿En serio? ¿Qué estudias?

—Economía.

—Excelente, siempre te gustaron las matemáticas.

—Lo normal, lo que pasa es que tú las odiabas —ambos rieron después de su contestación, el ambiente se volvió menos tenso, ambos se miraron fijamente a los ojos, Izanami bajó su mirada hasta la muñeca de Hiroshi, la cual aún tenía aquella preciada manilla.

—Aun la conservas —dijo entusiasmado señalándola.

—Si —contestó Hiroshi tapándosela.

—Me alegra tanto —esbozó una sonrisa, el corazón de Hiroshi se aceleraba más y más.

—¿Te está yendo bien?

—No tanto, aún no supero muchas cosas, pero tampoco me quejo.

—¿Aún te duele lo de Akima?

—Si fuera lo de Akima no me dolería tanto, no es lo de él.

—¿Entonces?

«Es lo tuyo Hiroshi, me duele tanto no haberte podido olvidar, me duele tanto que cada día te amé más y más, no puedo hacer que mi cuerpo y mi mente se olviden de ti»

—Es por… —aunque quería decirle la verdad a Hiroshi, sabía que posiblemente el no querría escucharlo, no quería volver a recordarle cosas dolorosas a Hiroshi, después de todo él era el que más había salido perjudicado, una chica pasó al lado de ellos picándole el ojo a Hiroshi.

—¿Cuando vuelves a jugar conmigo Hiroshi-kun?

—Algún día de estos.

—Pero en serio, no me dejes así como así, ¿vale?

—Está bien, pero ya sabes silencio —dijo poniéndose uno de sus dedos encima de los labios de forma vertical, en señal de silencio.

—No me lo tienes que repetir, adiós —ella se alejó de ellos dejando ese incomodo silencio.

—No cambias Hiroshi.

—¿De qué hablas?

—Que sigues siendo el mismo mujeriego de siempre.

—Sí, creo que el que es nunca deja de ser.

—Ya veo.

—¿Qué ibas a decir antes de que pasara esto?

—Nada, deja así.

—Quiero saber, vamos Izanami cuéntame.

—No me acuerdo.

—Mentiroso.

—Claro que no soy mentiroso —dijo Izanami levantando su rostro.

—Por fin me miras a la cara —sonrió Hiroshi mientras que Izanami adquiría un tono rojizo en sus mejillas, pasó saliva mirando fijamente los labios de Hiroshi.

—No lo entiendo.

—Bueno, no me querías mirar a los ojos.

—No es cierto.

—Tu tampoco has cambiado nada estos dos últimos años —dijo Hiroshi acariciando la mejilla de Izanami.

—Supongo.

—Te sigues sonrojando por mis acciones.

—Pues lo siento no lo puedo evitar.

—Me gusta, te ves lindo de esa manera.

—Gracias.

—Debemos ir a beber en algún momento.

—Está bien.

—¿Aún vives en el mismo apartamento?

—No, tengo uno más grande cerca de la universidad.

—¿En serio?

—Sí.

—Hay Izanami, si supieras todo lo que…

—Amor —dijo una chica cogiendo de la mano a Hiroshi sin dejarlo terminar lo que iba a decir, él pasó saliva volteando a mirar a otro lado, Izanami miró fijamente a la chica que estaba pegada al brazo de Hiroshi, sintió una pequeña punzada en su corazón.

—¿Tu novia? —tartamudeó Izanami.

—Sí —susurró Hiroshi.

—Hola soy Tanaka Aome.

—Izanami Ryu.

—Bueno que pena contigo Izanami-san, pero te voy a tener que robar a Takaraji.

—Aome —dijo Hiroshi molesto.

—Amor, pero es que ya nos cogió la tarde y lo prometiste.

—Descuida ve, de todas formas, yo ya me iba a ir.

—Mentiroso —susurró Hiroshi en el oído de Izanami, su novia los miró un poco confundida.

—Entonces vamos amor, hasta pronto Izanami-san.

—Nos vemos luego Izanami.

—Nos vemos luego Hiroshi.

Hiroshi se fue junto con su novia, Izanami cayó en la banca, pusó sus manos en su cabeza, tenía tantas ganas de llorar.

—No —susurró.

Kaito entró a la universidad T buscando a Izanami, a lo lejos pudo observar a este en una banca del sitio, se acercó corriendo hacia a él, conocía tanto a Izanami que sabía que cuando él temblaba de esa manera era porque algo malo había sucedido, posó su mano en su hombro, este lo volteó a mirar con sus ojos miel cristalinos, Kaito le sonrió reconfortándolo.

—¿Vamos a casa?

—Por favor.

—¿A cuál de las dos?

—La tuya queda muy lejos es mejor ir a la mía.

—Como quieras.

Izanami se levantó de la banca yéndose con Kaito hacia su apartamento, al llegar se sentaron en las sillas de la sala, Izanami empezó a llorar no había podido aguantar más, Kaito lo miró con ojos compasivos le dolía ver de esa manera a Izanami.

—Creo que hemos tenido un asco de día.

—No mucho.

—¿Te hicieron algo en el salón?

—Vamos Kaito, ya todos somos adultos, no creo que en la universidad se hagan bromas que dejen llorando a un tío.

—Entonces ¿Qué te ha pasado?

—Me encontré con Hiroshi.

—¿Y eso es algo malo?

—Lo he perdido.

—¿Te odia?

—No, tiene novia.

—Pensé que era algo peor.

—No quiero meterme en la mitad de ellos dos, pero me duele tanto verlo con otra persona que no sea yo.

—No lo digas como si ya no supieras que eso podía pasar.

—Lo sé, eso es lo que más me duele, sé cómo es Hiroshi y aun así mantenía una pequeña esperanza de que si lo volvía a ver las cosas podían salir bien.

—Izanami, lo siento, pero también es tu culpa.

—Ya lo sé, sé que fue mi culpa todo lo que pasó, porque fui un cobarde y me alejé del hombre que más he amado en mi vida.

—Izanami creo que es mejor que te olvides de Hiroshi.

—No quiero hacerlo.

—Pero… te estas escuchando, ¿quieres decidirte por favor?, en un momento me dices que no quieres meterte en la mitad, ahora me dices que no lo quieres olvidar.

—No, no lo voy a hacer voy a estar al pie de él y sufrir lo que él sufrió cuando yo estaba enamorado de Akima, es lo mínimo que puedo hacer.  

—Eso te va a doler.

—Tengo que ser fuerte, él tuvo que enfrentar eso siendo solo un muchachito.

—Eres tan testarudo.

—Si no lo fuera no podría seguir adelante, estoy confundido, no quiero hacerlo sufrir de nuevo por mi culpa, ese pasado está lleno de espinas, es más hablar de esto sigue siendo igual de doloroso a ese entonces.    

—Descuida, si no quieres no te voy a obligar.

-Él es una persona fabulosa, fuerte y defectuosa, en ese tiempo era un verdadero imbécil, no entiendo cómo me enamore de alguien así.

-No que no querías hablar de eso.

-Bueno recordar ese tiempo también me trae buenos recuerdos, quiero aferrarme a esos recuerdos.

—¿Lo amabas tanto?

—Lo amaba, lo amo y lo amare.

—Izanami yo no sé, pero el camino que estas escogiendo es difícil y doloroso ¿Estás seguro de que quieres vivirlo?

—Sí, estoy más que seguro que lo quiero vivir, para ti debe ser difícil estar a mi lado.

—No mucho, eres mi amigo de infancia, pero no eres el único amor que he tenido.

—¿El otro chico también te hizo daño?

—Sí, pero si yo hubiera sido egoísta y me hubiera metido con él, créeme que eso me dolería más de lo que me duele haberlo dejado, sabes es un bueno chico, Hiroto sí que lo es, aunque Kenzou iba a hacer lo mismo que tú, él lo alcanzó a detener, en ese momento lo dejé ir.

—Me alegra que lo haya detenido.

—Si tan solo Hiroshi hubiera llegado un poco más temprano también te hubiera detenido, sé muy bien que ese chico no te hubiera dejado marchar.

—No lo sé, en esos momentos no sé si me hubiera gustado que él me detuviera.

—¿Por qué?

—Porque si él me hubiera detenido, jamás entendería todo lo que él sufrió por mí, seguiría siendo el mismo chico inmaduro de ese tiempo.

—Ya veo.

—¿Quieres comer algo?

—Ya que lo preguntas sí, traje un poco de ramen que hice ayer.

—Perfecto voy a traer los tazones ya vengo.

Izanami se dirigió a la cocina, de donde sacó dos tazones junto con dos paquetes de palillos, Kaito llegó después junto con una olla llena de ramen, lo sirvieron junto con té de cebada, llevaron esto a la sala en donde empezaron a comer y hablar de muchas cosas, como los cuadros de Kaito y las experiencias de Izanami en Estados Unidos, después de las seis de la tarde Kaito regresó a su casa.

 

Haberse encontrado con Izanami lo dejaba desconcertado, su corazón se había acelerado. Hiroshi se sentó en una banca de un parque intentando recomponer sus ideas, se sentía frustrado, golpeó la banca con su puño.

«¿Por qué vuelves cuando todo esta tan bien?, eres la única persona que me puede desarmar, ¿por qué Izanami tienes que venir y volver mi vida patas arriba?, pensé que ya te había olvidado, pero ¿Por qué aun mi corazón se acelera al verte o simplemente al oírte?» pensó mientras sostenía su cabeza con sus manos, su querida novia ya se había ido a su casa, se levantó de la banca dirigiéndose a su apartamento, estaba a unas cuantas cuadras de la universidad, entró desanimado echándose en su cama, miró su apreciado amuleto de la suerte, era verdad jamás se había podido deshacer de él, jamás había tenido el valor para botarlo, quizás si él botaba esa manilla perdería para siempre a Izanami, como él dijo una vez, el amuleto le haría recordar a Hiroshi que él siempre iba a estar a su lado, un vacío se posó en su pecho dificultándole respirar, después de un rato se quedó dormido.

Los tres últimos días habían transcurrido sin ninguna anormalidad, no se había vuelto a encontrar a Izanami por ningún lado y aunque él no lo quisiera admitir, siempre intentaba buscarlo con la mirada en cualquier parte que iba, ese viernes Hiroshi se dirigió hacia la valla publicitaria en donde se encontraba un viejo cartel del equipo de béisbol de la universidad, sonrió tristemente.

—Hola —dijo Izanami a sus espaldas, Hiroshi dio un pequeño salto de sorpresa, lo había cogido con la guardia baja, miró de reojo a Izanami quien rio disimuladamente, él se sonrojó mientras su corazón empezaba a latir fuertemente.

—Me asustaste.

—Lo siento, es solo que te veías con una expresión realmente linda mirando fijamente el cartel.

—No has cambiado en nada, siempre dices las cosas sin pensar en las consecuencias.

—¿Qué dije que te molestara?

—No me gusta que me digan que soy lindo.

—Lo siento.

—Descuida.

—Pero realmente lo eres.

—Dejemos las cosas así.

—Está bien.

—Izanami.

—¿Qué?

—Me alegra que no hayas cambiado —Izanami se sonrojó mientras los latidos de su corazón se aceleraban, pasó saliva mientras bajaba su mirada.

—¿Lo has dejado?

—¿Qué?

—El béisbol, ¿lo has dejado?

—Si, en un tiempo intenté, pero no podía.

—¿Por qué?

—No lo sé, me da miedo, es como si el béisbol me trajera recuerdos que no quiero recordar.

—No debiste de haberlo dejado.

—Lo sé, pero es doloroso, ni siquiera puedo coger un bate sin empezar a temblar.

—No me gusta que hayas dejado el béisbol.

—A mí tampoco me gusta, pero así es la vida.

—Por lo menos no dejaste la pintura.

—Si, por lo menos, si hubiera dejado eso no sé qué habría sido de mi vida, aunque el mejor cuadro que he hecho no lo tengo yo.

—¿Quién lo tiene?

—La persona que más amé, él tiene ese cuadro al cual le di todo mi amor y cariño.

—Puedo saber ¿Quién es?

—Descúbrelo —dijo acariciando la mejilla de Izanami, este se sonrojó de nuevo, le sonrió a Hiroshi mientras una atmosfera atrayente los empezaba a envolver, Hiroshi pasó saliva mientras volteaba la mirada a otro lado.

—Que malo, sabes que no soy bueno para eso.

—Bueno esa será tu tarea.

—Oye Hiroshi ¿Estas libre? —dijo una chica acercándose a ellos.

—Lo siento no ¿Por qué?

—Bueno pensaba que quizás podrías ir conmigo a mi casa, después de todo no hay nadie en ella, ya sabes pensé que podríamos hacer algo —dijo ella tímidamente, pero a la ves coqueta.

—Nada mal, pero ya tengo planes quizás sea la próxima vez.

—Pero hace mucho que no estás conmigo.

—Vamos, solo por hoy ¿Si? —dijo él guiñándole el ojo, ella asintió totalmente sonrojada y después se alejó de ellos dos.

—Eres muy popular con las chicas.

—No solo con ellas.

—Ya veo, así que con ambos.

—Bueno, después de ti no le he tirado a ningún tipo, creo que tú eras el único que me atraía de esa manera.

«¿Era?, ¿ósea que ahora ya no me ves así?»

—Ya veo.

—¿Tienes algo que hacer más tarde?

—No realmente ¿Por qué?

—Si quieres podemos ir a tomar algo.

—Claro, pero no supuestamente tenías algo que hacer, por eso rechazaste a aquella chica.

—Bueno, pues no tengo nada que hacer, pero quería salir contigo así que me adelante a decir que ya tenía planes.

—¿En serio?

—Claro más bien ¿Qué horas son?

Izanami sacó su celular mirando la hora.

—Las tres.

—Bueno, ¿vamos?

—Claro.

Ring ring

Izanami miró fijamente su celular, colgó después de mirar el nombre de quien lo llamaba, era Akima.

—¿No contestas? —preguntó Hiroshi mirándolo de reojo.

—No, no es nadie importante, mejor vamos.

—Como quieras.

Ambos salieron de la universidad dirigiéndose a un bar cerca, pidieron una botella de sake mientras hablaban amenamente.

—¿Cómo te está yendo Izanami?

—No me quejo, tengo buenos compañeros.

—Qué bueno y cuéntame Izanami ¿En dónde estabas en estos dos últimos años?

—Me fui a Estados Unidos.

—¿En serio? ¿Y eso por qué?

—Bueno en parte me quería alejar de todo lo que me afligía en ese tiempo.

—Ya veo.

—Y en parte porque quería conocer Estados Unidos.

—Que pensamiento Izanami.

—Lo siento, sé que es un poco superficial, pero sabía que si me quedaba en Japón, terminaría volviendo a ese apartamento que no me traía muy buenos recuerdos, me darían ganas de rehacer mi vida.

—Así que no querías volver —dijo Hiroshi con cierto tono de desilusión.

—No es que no haya querido volver, las cosas que viví en ese último medio año allí, son de las que más aprecio.

—No sabes cuánto me dolió que me hubieras dejado.

—Lo siento.

—No, la verdad es que en ese tiempo estaba tan desesperado cuando tú te fuiste, lamente no haberte podido retener.

—Imposible, la decisión ya estaba tomada.

—No importa, igual en ese tiempo mi mente no lo pensaría así, yo simplemente seria egoísta y no te dejaría partir, pero esa vez llegué demasiado tarde.

—¿Por qué tuviste que llegar tan tarde? —preguntó Izanami mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, volteó a mirar a otro lado tomando varios tragos de sake.

—¿Por qué tuviste que abandonarme?

—No lo sé.

—Ay Izanami, en ese tiempo en serio te busqué, le pregunté Akima, pero él no me supo responder, no sabía nada, lo golpeé hasta descargar mi odio; sin embargo, eso no hizo que volvieras, empecé a beber y beber me descontrolé por completo, fui hasta tu mansión y le pregunté directamente a tu padre aún recuerdo eso.

—¿Fuiste hasta mi casa?, no lo sabía, nunca lo supe.

—Seguramente tu padre no te lo quiso contar para no hacerte daño, recuerdo que entré de golpe a tu mansión, ese día hasta me sacaron a la fuerza de allí.

—Quizás mi padre jamás me lo dijo solo para que no regresara de Estados Unidos, una de las razones del por qué me fui, fue porque mi padre me dijo que necesitaba ir a Estados Unidos a unas terapias sobre la homosexualidad, pero efectivamente eso no es curable.

—¿Tu padre aún sigue creyendo que tú dejaras de ser así?

—Bueno si, él aún tiene una mente muy cerrada así que es normal que crea todo lo que le dice la gente.

—Siento que tu padre sea así.

—Descuida yo ya sé que él nunca va a cambiar, más bien cuéntame ¿Cómo sigues con tu madre y tu hermana?

—Bueno, con Mimiko cortamos toda clase de relación, ella jamás supero que tú la hayas bajado de su trono, me odia por el hecho de que tú te hayas enamorado de mí y yo de ti o bueno suponiendo que estabas enamorado.

Ring ring

De nuevo el celular de Izanami volvía a timbrar, como por tercera vez en ese mismo día, miró el celular colgándolo inmediatamente, de nuevo era Akima.

—Contesta.

—No es nada importante.

—Pero te llaman con mucha insistencia.

—Descuida más bien sigue contándome.

—Bueno, después de entrar a la universidad me mude a un apartamento cerca, mi madre me envía mensualmente algo de dinero y el resto de dinero me lo gano yo haciendo pinturas o esculturas.

—¿Y Mimiko?

—Ella aún vive en casa junto a mamá.

—¿Cuando las vas a visitar?

—De vez en cuando más que todo para las fiestas importantes.

—¿Y la relación con tu hermana no es insoportable en ese tiempo?

—No mucho, casi siempre ignoramos la presencia del otro.

—Todo es mi culpa lo siento.

—No, nada es tu culpa, ella necesitaba que alguien la trancara, además yo no me arrepiento de nada de lo que viví contigo.

—Yo tampoco, si pudiera devolver el tiempo yo… —Izanami calló apretándose su labio, no quería proseguir era demasiado doloroso para él.

«Jamás me hubiera ido, jamás habría dejado que te alejaras de mi lado, te amaría por siempre»

—¿Qué harías?, no pares quiero escuchar ¿Qué harías si pudieras hacerlo?

—No lo sé, a veces dijo cosas insensatas —de nuevo volvía a sentir como sus lágrimas se apoderaban de sus ojos, parpadeo varias veces reteniéndolas.

—Mentiroso, ¿por qué no lo dices? Te conozco bien y esa no es la razón.

—Tengo miedo, me duele pensar en eso.

—¿Aún no lo has superado?

—No, aún no he podido superar nada de lo que pasó contigo.

—¿Y con Akima?

—Ya, a él lo olvidé fácil, tal vez no lo amaba tanto como creía.

—¿Aún sigues teniendo alguna relación con él?

—No, nosotros cortamos nuestra relación hace mucho.

—Ya veo.

—Sí, voy a ir al baño ya vengo.

 

Izanami se levantó de la silla y se dirigió al baño de hombres, se metió en un cubículo dejando que sus lágrimas fluyeran por su rostro, apretó con fuerza su pecho intentando calmar sus latidos acelerados, dolía volver a sentir a Hiroshi cerca sin poderle aunque sea besar, era un castigo realmente cruel, se levantó del suelo secándose las lágrimas que había en su rostro, se miró fijamente al espejo, su demacrado rostro se veía tan deteriorado que ya ni siquiera sabía si era verdad o solo un espejismo de su interior.

 

Ring ring

De nuevo el celular de Izanami volvía a sonar, Hiroshi lo levantó contestándolo.

—Alo.

—Izanami, hablas con Akima.

—¿Akima? —balbuceó Hiroshi.

«¿No que habían cortado su relación, Izanami?»

—Qué pena ¿Estoy equivocado?

—No, no lo está, Izanami está en el baño si pudiera llamarlo más tarde.

—Claro, pero ¿Con quién habló?

—Con Hiroshi —dijo colgando el celular, un dolor leve se posaba en su pecho, ya no lo amaba, pero ¿Por qué volvía a sentir esa rabia en su interior?

Izanami salió del baño volviendo hacia donde estaba Hiroshi, se sentó de nuevo, el ambiente se había puesto un poco pesado, ninguno de los dos habló, simplemente se escuchaba la música del alrededor.

—Hace un momento llamó Akima —dijo por fin Hiroshi con cierto tono de rabia.

—¿Akima? —balbuceó Izanami.

—¿No que habían cortado su relación?

—Lo siento, es en serio que cortamos nuestra relación, pero Akima me ha estado llamando, nunca contestó sus llamadas, es en serio lo que digo —Izanami se aferró a Hiroshi con sus ojos llenos de suplicas, Hiroshi acarició su mejilla haciendo que este se sonrojara.

—No me tienes que dar explicaciones, después de todo nosotros dos no somos nada —Izanami agachó su rostro soltando a Hiroshi.

—Lo siento.

—Bueno me tengo que ir, me da gusto que hayamos hablado.

—Hiroshi espera, todo lo que he dicho es verdad, yo en el pasado en serio te amaba.

—Entonces ¿Por qué tienes que dejar ir todo lo que amas? —preguntó Hiroshi sobresaltándose, Izanami lo miró por un momento, pero después agachó su rostro ocultando las lágrimas que empezaban a salir de sus ojos.

—No lo sé, una mala costumbre supongo.

—Muy mala, bueno en todo caso me voy.

—Yo me quedó un rato más.

—Izanami, ¿aún me amas? —preguntó Hiroshi dándole la espalda.

—Si —susurró Izanami, después de la contestación Hiroshi salió del lugar con sus ojos inundados en lágrimas, yendo hacia su casa esas lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas.

«Yo también te amo Izanami, aún no he podido olvidarte»

 

Después de que Hiroshi saliera del establecimiento Izanami se quedó solo en el bar, sonrió tristemente mientras las lágrimas bajaban de sus ojos, aún amaba tanto a Hiroshi

 —Así que dejó ir todo lo que amo —susurró aun con su sonrisa triste.

De nuevo su celular sonó, miró quien era, de nuevo era Akima, contestó después de unos timbrazos.

—Alo.

—Izanami, hablas con Akima.

—Si ya lo sé, ¿qué quieres?

—Que esquivo.

—Bueno no tengo tiempo para tus juegos, habla.

—Para los míos no, pero para ser la putita de Hiroshi si tienes tiempo.

—Cállate, Hiroshi y yo no tenemos esa clase de relación.

—Pero ganas nos les faltan.

—¿Y si así fuera qué?

—Nada a mí me da igual.

—Entonces ¿Para qué llamabas?

—Bueno quiero que vuelvas a ser mi amante.

—Tienes una novia y un hijo, no pienses que me voy a meter contigo de nuevo.

—¿Por qué no?, incluso nosotros salimos aún yo teniendo una novia.

—Pero ya no vuelvo a cometer ese error.

—Izanami, vamos sabes que aún me deseas, ¿qué hay de malo en tener una relación netamente sexual?

—Que no quiero sencillamente, la última vez me enamore y no quiero repetirlo dos veces, en ese tiempo hice sufrir a la persona que más amo por tu culpa.

—Vamos, ahora vas a decir que la persona que amas es Hiroshi.

—Pues sí, es él y ¿Qué?

—Desde lejos se ve que él es hetero, ¿qué le ves?

—No lo es, lo amo es la persona que más he amado en toda mi vida.

 —¿En serio?, pues espero que te vaya bien siendo la puta de ese estúpido.

—Como digas Akima —dijo, después colgó su celular sin esperar respuesta alguna, se levantó de la silla y salió del lugar directo a su casa, llegando a esta diviso a lo lejos un chico sentado en la acera contraria a la suya, miró detenidamente dándose cuenta que se trataba de Hiroshi, se acercó limpiando los restantes de lágrimas que aún quedaban en sus ojos.

—¿Qué haces aguantando frio Hiroshi?

—¡Izanami! —dijo sorprendido, Izanami le sonrió ayudándole a levantarse.

—¿Qué pasa?

—¿Qué haces aquí?

—Bueno yo vivo en esa casa —dijo señalando su apartamento.

—¿En serio? Yo vivo en esa —dijo Hiroshi mostrando una casa esquinera, Izanami le sonrió.

—¿Y qué haces aguantando frio?, te podrías resfriar.

—Bueno lastimosamente se me quedaron las llaves.

—Ya veo, ¿quieres entrar a mi casa?

—No creo que sea buena idea.

—Vamos, entra, te vas a congelar aquí —Izanami cogió la mano de Hiroshi jalándolo con él, abrió la puerta de su apartamento, ambos entraron a este, Hiroshi se sentó en uno de los muebles un poco incómodo, Izanami se dirigió a su cocina alcanzó dos vasos llenos de té.

—Toma.

—Gracias.

—Hiroshi no te sientas tan incómodo, esta es tu casa.

—Gracias, no es eso, es que estaba reflexionando.

—¿Sobre?

—Lo último que dijiste en el bar.

—¿Qué?

—Sobre que aún me amas ¿Eso es verdad?

—Si Hiroshi, aun te amo, estoy profundamente enamorado de ti, pero ya sé que tú no lo estás, descuida.

—No es que no te amé, es que…

—No te mientas por favor.

—Deja de creer que sabes lo que los demás piensan Izanami —dijo Hiroshi cogiéndolo de los hombros, Izanami se quedó mirándolo sorprendido, sus ojos se empezaban a llenar de lágrimas, Hiroshi se acercó a él besando dulcemente sus labios.

—No es que no te amé Izanami, es que me hiciste tanto daño.

—Lo siento, jamás te quise dejar, pero pensaba que era lo mejor para los dos, creía que eras hetero y que solo te sentías confundido por mis sentimientos hacia ti.

—No Izanami, es cierto que eres el único hombre que me ha gustado, pero también eres la única persona que me ha llegado a enamorar —Izanami calló, Hiroshi lo volvió a besar dulcemente, sus manos empezaron a recorrer la espalda de Izanami haciéndolo estremecer, Izanami se levantó y llevó a Hiroshi a su habitación, él lo empujó en la cama posándose encima de él, besó su cuello mientras sobaba sus pezones, este se estremecía cada vez más lleno de placer, Hiroshi quito la camisa de Izanami deshaciéndose también de sus pantalones, sacó su camisa volviendo a besar apasionadamente a Izanami, su lengua empezó a bajar por el torso de Izanami, al llegar a su miembro succionó y chupó este mientras que el otro gemía, su lengua bajaba y subía recorriendo este, mordió sutilmente la punta haciendo que Izanami se corriera dentro de su boca, tragó el líquido blanco mientras que un poco de este salía de su boca bajando hasta su mentón, limpió sensualmente el restante de este mientras veía a Izanami con ojos cada vez más excitados.

—Mételo —dijo este jadeando, Hiroshi lo miró de nuevo mientras sonreía, besó los labios de Izanami como jamás lo había hecho.

—Aun sigues teniendo un cuerpo tan lascivo Izanami.

—Cállate.

—¿Qué? ¿No te excita mi voz?

—Claro que sí, más de lo que te imaginas —susurró lamiendo la oreja de Hiroshi.

—Qué lindo —dijo Hiroshi mientras lambia dos de sus dedos.

—Ah —gimió Izanami al sentir los dos dedos de Hiroshi dentro de su entrada, este los movía circularmente, después agrego un tercer dedo moviéndolo de la misma manera que los otros, miró de nuevo a Izanami quien tenía su cara retorcida por el placer, sus mejillas sonrojadas excitaban más a Hiroshi, pusó un condón en su miembro ya duro, metió de golpe su miembro embistiéndolo fuertemente, cada vez se movían más rápido, una línea de saliva bajó por el mentón de Izanami mezclándose con las lágrimas que había empezado a botar.

«Hiroshi eres de otra persona, pero te amo tanto» pensó Izanami entre más duro le daba Hiroshi.

—Hiroshi, no más me voy a correr.

—Corrámonos juntos Izanami —Hiroshi besó su frente descargándose dentro de Izanami, igual que el otro lo hacía en su pecho, él sacó su miembro de la entrada de este, quito el condón botándolo en el suelo, volvió a colocar otro mientras Izanami se acomodaba en otra posición, de nuevo volvieron a iniciar. Después de tres rondas, Hiroshi cayó rendido en el pecho de Izanami, allí juntos se quedaron completamente dormidos.

Ding dong

—Despierta Hiroshi —dijo dándole pequeños golpes en su espalda, este se movió quitándose de encima de Izanami, lo miró fijamente mientras este sonreía, Izanami se levantó de la cama con las sabanas enrolladas en su cintura, se acercó a la puerta y la abrió, en la entrada se encontraba Kaito le sonrió furtivamente mientras lo saludaba con su mano.

—Kaito, que sorpresa —dijo Izanami un poco nervioso mirando de reojo su habitación, este noto su nerviosismo, él rio a lo que Izanami lo miró sorprendido.

—Estas con alguien lo entiendo, vendré después ¿Te parece?

—Está bien.

Cerró la puerta con una sonrisa en su rostro, de nuevo se dirigió a su habitación en donde Hiroshi ya se encontraba vestido y mirando fijamente el cuadro que hacía años él había pintado para Izanami.

—Es hermoso y siempre lo he pensado —dijo Izanami mientras se vestía.

—Pensé que quizás lo habías botado.

—Pues no, jamás tuve el valor de hacerlo, lo amo.

—¿El cuadro?

—Sí y al autor.

—Gracias.

—De nada —Izanami se terminó de vestir yéndose hacia la cocina, después de preparar el té, apareció Hiroshi sentándose en uno de los muebles, él llevó dos tazas llenas de té dándole una a Hiroshi.

—Lo siento —dijo Izanami agachando su cabeza, sus mejillas estaban sonrojadas, no, toda su cara estaba tan roja como la de un tomate.

—¿Por qué lo sientes?

—No debí de haberme metido contigo.

—Descuida, lo que hicimos ayer solo fue sexo, no lo confundas con hacer el amor.

Izanami calló ante su respuesta, un dolor intenso se apodero de su corazón haciendo que su respiración se volviera entrecortada, Hiroshi noto esto, pero simplemente calló.

—Lo entiendo.

—Lo siento, si en algún momento te hice creer lo contrario, esto fue algo que hicimos sin agregar sentimientos, solo placer y ya.

—Ya veo.

 —Izanami, ¿acaso lo que dijiste ayer es cierto?

Sus lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas, su dolor se intensificaba más, mordió su labio, Hiroshi solo lo miró fríamente mientras pasaba saliva.

—¿Qué?

—De que aún me amas y que siempre lo has hecho.

—Si —respondió este con un hilo de voz casi inaudible.

—Ay Izanami, en serio lo siento, pensé que lo decías en broma y como tú y Akima hacían esto todo el tiempo pensé que…

—¡No soy una maldita puta Hiroshi! —gritó Izanami exaltándose, se levantó del sillón botando el vaso que sostenía en sus manos, este cayó rompiéndose en pedazos.

—No quería decir eso.

—Sabes muy bien que de Akima también estaba enamorado, sabes muy bien que de ti estoy profundamente enamorado, pero aun así te atreves a decirme este tipo de cosas, es que ¿Acaso no tienes corazón?

—En serio no era mi intención.

—Cállate, vete de aquí.

 —Izanami cálmate.

—Vete Hiroshi, me haces daño no entiendes cuanto te amo, siempre te he amado.

—Izanami, yo ya te superé.

—Está bien, ahora si pudieras irte me ayudarías mucho.

—Está bien.

Hiroshi salió del apartamento yendo hacia su casa, abrió la puerta trasera entrando por esta, se recostó en la puerta deslizándose hasta el suelo, cerró sus ojos mientras sus lágrimas bajaban por su desfigurado rostro lleno de tristeza.

—Lo siento Izanami, ódiame por favor hazlo, necesitas olvidarme para que yo pueda olvidarme de ti —gritó Hiroshi sosteniendo su cabeza con sus húmedas manos llenas de sudor.

«Te amo Izanami aún lo hago, pero tienes razón lo nuestro es un maldito error, no puedo dejar que vuelva a ocurrir lo que pasó ayer, no puedo hacerte más daño, por favor ódiame, solo hazlo y olvídate de mí» se decía Hiroshi en su mente entre más fuerte apretaba su pecho, el dolor en ese lugar era insoportable, golpeó el suelo de su cocina lleno de rabia, su corazón de nuevo lloraba por Izanami.

 

Después de que Hiroshi se fuera él cayó al suelo, intentó recoger el vaso roto, pero se cortó con uno de los trozos, metió su dedo en su boca chupándolo, encogió sus piernas recostando su cabeza en sus rodillas, dejó que sus lágrimas empezaran a correr libres por su rostro.

«Para él solo fui un maldito juego, solo lo fui, ¿por qué me tuve que ir? Maldita sea, ¿por qué te perdí Hiroshi?» pensó mientras lloraba y gritaba lleno de tristeza, mordió su labio con rabia reventándolo, lambio la sangre antes de que esta bajara hasta su mentón, ese sabor llenaba su boca.

Una semana después.

Izanami se encontraba sentado solo en aquella banca en donde hacia un largo tiempo se había encontrado con Hiroshi, apretó su pecho recordando sus frías palabras, miró el oscuro cielo, su rostro estaba contorsionado en una mueca de tristeza.

—Izanami-san —escuchó su voz a lo lejos, pero simplemente no podía despejar su mente del mundo abstracto en el cual se había sumergido, unas tibias manos sacudieron sutilmente su hombro.

—Izanami-san despierta —una chica de su clase lo movía sutilmente.

—Perdón, no te había escuchado.

—Andas muy distraído últimamente.

—¿En serio?

—Bueno eso dicen todos.

—¿Qué dices tú?

—Pienso lo mismo, pero bueno te saqué de tu cuento es porque necesito decirte algo.

—Dime.

—Izanami-san, tú me gustas.

«¿Qué?»

—Oh.

—Bueno la gracia es que no digas simplemente “Oh”, se supone que me tienes que rechazar o corresponder, así funcionan las cosas.

—Sí, la verdad es que no puedo.

—¿Puedo preguntar la razón?

—Es un poco incómodo de decir.

—Ya veo, lo siento —dijo ella volteando su rostro, esa chica que con las mejillas sonrojadas había reunido todo su valor para decirle eso, simplemente no merecía que no se le contara la verdadera razón.

—Lo siento, a pesar de que reuniste todas tus fuerzas para decirme

—No hay problema, no eres el primero que me rechaza y tampoco vas a ser el último, después de todo no soy muy popular.

«Oh no, por favor no digas eso, no lo digas poniendo esa cara» pensó Izanami sintiéndose realmente culpable, la chica se veía que no había tenido muy buenas experiencias en el amor.

—Perdón, olvida lo que dije, me voy.

—Espera —dijo cogiendo la mano de la chica antes de que saliera corriendo

—Izanami-san

—Es porque… —ella tapó la boca de él impidiéndole continuar, le apenaba obligar a Izanami a decirle la razón.

—No tienes que hacerlo, si no lo deseas…

—Soy gay —terminó de decir Izanami quitándose las manos de la chica, ella lo miró sorprendida, pero luego suavizo su rostro, se sentó al pie de Izanami mirando fijamente al suelo.

—No le voy a decir a nadie acerca de esto, te lo juro.

—Gracias, aunque no es algo que me molesté, en pleno siglo veintiuno hay más aprobación hacia nosotros ¿No crees?

—Cierto, pero aún hay personas que no lo entienden.

—Totalmente de acuerdo.

—¿Estás enamorado de alguien?

—¿Por qué me lo preguntas?

—Se ve en tus ojos, siempre estás pensando en alguien más, llevó observándote un tiempo y siempre estas con una expresión soñadora, pero a la vez tan llena de dolor.

—Eres buena leyendo a las personas.

—Gracias.

—Es cierto que estoy enamorado de alguien, pero…

 —¿Es imposible?, ¿es un amor que no se puede dar?

—¿Cómo? ¿Qué acabas de decir?

—Lo siento, solo hablaba sobre mi propia experiencia.

 —Compartimos ciertas cosas, aunque lo mío no es algo tan serio, no es que sea algo imposible.

—Ya veo, ¿lo conozco? ¿Es de nuestra carrera? ¿Tu enamorado está en la universidad? o ¿Es un amor ya viejo?, o ¿Quizás es tu amigo de infancia?

—Tranquilízate, tienes una muy interesante imaginación —rio Izanami acariciando los cabellos de la chica, ella le sonrió.

—Culpa a los mangas y a las novelas románticas de eso.

—Eres genial, bueno, él estudia aquí, en realidad nos conocemos desde la preparatoria, pero nos tuvimos que separar por un tiempo.

—¿Quién es?, ¿qué estudia? y ¿Por qué se separaron?

—Bueno, él se llama Hiroshi Takaraji, estudia artes acá en la universidad y nos separamos porque yo fui un estúpido y lo dejé ir.

—¿Te arrepientes de eso?

—Mucho —dijo derramando pequeñas lágrimas mientras recordaba su último encuentro con Hiroshi.

—Izanami-san —susurró.

—Lo siento —dijo él limpiándose las lágrimas de su rostro.

—Descuida, es bueno que de vez en cuando puedas desahogarte y si al menos te sirvo para eso, me alegra.

—Eso sería demasiado cruel.

—Yo pienso que sería cruel dejarte después de lo que me acabas de contar.

—No es cruel, no te preocupes.

—Hana-chan vamos —gritaron unas chicas llamándola, ella las volteó a mirar sacudiendo su mano.

—Son tus amigas ¿Cierto?

—Sí.

—Ve, yo estoy bien.

—Gracias —rio ella, él se relajó sonriéndole cariñosamente, ella se alejó de él, Izanami se levantó de la silla yéndose directo a su casa.

3 días después.

Recorriendo los lugares favoritos que solían frecuentar con Hiroshi, Izanami dejó caer lágrimas amargas hasta llegar a la universidad, allí secó sus lágrimas entrando a la facultad de economía.

—Izanami Ryu —dijo un chico un poco más alto que él.

—Sí.

—Te necesitan en el laboratorio del cuarto piso.

—¿Quién?

—Un profesor creo, en todo caso te necesitan.

—Gracias.

Él subió las escaleras hasta el cuarto piso, suavemente abrió la puerta del laboratorio entrando.

—Profesor me necesi… —calló al ver en suelo a Hiroshi, los rayos de sol caían en su rostro dándole un resplandor realmente hermoso, Izanami se sonrojó mientras pasaba saliva, se acercó lentamente hacia Hiroshi, sus delicados dedos rozaron los labios de Hiroshi.

—Que hermoso —susurró para sí, acercó lentamente sus delicados labios rozando el cuello de este, subió hasta su boca besándola cuidadosamente, esos dulces labios de nuevo estaban a su disposición, se separó suavemente de Hiroshi, sus ojos se empezaban a llenar nuevamente de lágrimas, levantó su rostro hacia la puerta en donde se encontraba aquella chica de la vez anterior, este se separó de Hiroshi yendo hacia ella, quien lo miraba sorprendida.

—¿Qué haces aquí? —susurró Izanami sacándola del salón.

—Bueno lo mismo me preguntó yo.

—A mí me mandaron a llamar.

—Yo solo pasaba por aquí cuando los vi.

—No le digas a nadie lo que acabó de hacer por favor.

—Tranquilo, no diré nada, pero dime ¿Acaso él es tu enamorado? —dijo ella con una sonrisa picarona en sus labios.

—Si —susurró Izanami bajando la mirada.

—Bueno, no quiero ser un estorbo así que me voy.

—Lo siento mucho, en serio —dijo Izanami sonrojado, ella sonrió alejándose del lugar.

—Cierra la puerta Izanami-san —gritó al otro lado del pasillo, Izanami entró mirando fijamente a Hiroshi, de nuevo esas ganas incontrolables de besarlo se apoderaron de él, se acercó lentamente besando esos dulces labios que tanto deseaba, se separó de él sonriendo tristemente, las lágrimas caían de sus hermosos ojos.

Hiroshi abrió sus ojos mirando aquel chico que se posaba encima de él, con los ojos completamente cerrados y llenos de lágrimas, cogió fuertemente sus cabellos besándolo de nuevo, Izanami abrió sus ojos sorprendido mientras le correspondía el beso, este agarró con una de sus manos la cintura de Izanami atrayéndolo hacia él, su otra mano aún agarraba fuertemente los cabellos de Izanami, este rodeo los hombros de Hiroshi con sus delicados brazos, se separaron mirándose fijamente a los ojos, el ambiente se había empezado a poner caliente, Hiroshi acercó más el cuerpo de Izanami sintiendo su erección en el abdomen, empezó a besar el cuello de este quitándole lentamente su ropa, Izanami quito de igual manera la ropa de Hiroshi quedándose completamente desnudos, empezó a besar a Hiroshi bajando hasta su miembro ya duro, lamió de arriba abajo este, Hiroshi levantó la cabeza de Izanami alejándola de su miembro, Izanami lo miró con un rostro lleno de lujuria, aquel rostro que tanto le excitaba.

—Nunca habías hecho esto —dijo Hiroshi entre gemidos.

—Ahora lo estoy haciendo, ¿acaso nunca te lo han hecho?

—Claro que sí, pero siempre me lo han hecho mujeres.

—Si quieres cierra tus ojos e imagina que soy tu novia.

—No, me excita más el pensar en ti que en ella o en cualquier otra mujer.

—Entonces, déjame complacerte —susurró Izanami en su oído, lambio su oreja mirándolo seductoramente mientras bajaba de nuevo a su miembro, Izanami de nuevo empezó a lamberlo, metió el miembro de este dentro de su boca succionándolo y recorriéndolo con su lengua lentamente.

—Me ven… —gimió Hiroshi.

—Hazlo —susurró Izanami tocando levemente la punta de este, Hiroshi se corrió en la mano de Izanami quien lo miraba cada vez más sediento, este empezó a estimular su entrado metiendo dos de sus dedos completamente cubiertos con los residuos de Hiroshi, este sonrió mirando lascivamente a Izanami.

—Aun sigues teniendo un cuerpo tan lujurioso Izanami —susurró Hiroshi cogiendo las dos manos de Izanami, agarró las delicadas manos de este subiéndolas arriba de su cabeza sosteniéndolas con una de sus manos, mientras que con la otra pellizcaba, apretaba y retorcía los pezones de Izanami quien se contraía por el placer, bajó su mano hasta la entrada de este palpándola mientras lamía su labio.

—Pero si ya estas así de mojado.

—Yo…

—No, Izanami dime ¿Qué quieres que haga contigo? —dijo seductoramente, Izanami empezó a mover lentamente sus caderas suplicándole a Hiroshi que lo penetrara, este noto ese detalle mirándolo con esos ojos hambrientos.

—¿Quieres que te folle Izanami?

—Si —gimió Izanami, Hiroshi metió su miembro de un solo golpe, empezó a embestirlo con más fuerza entre más se excitaba, estaba fuera de sí, ahora nada lo podía detener, Izanami empezó a gemir más fuerte entre más duro le daba Hiroshi, después de un tiempo Hiroshi sacó su miembro dejando que ambos se corrieran, Hiroshi cayó sobre el pecho de Izanami completamente cansado.

—Definitivamente nunca me canso de hacértelo.

—¿Tan bueno soy? —preguntó quitándoselo de encima, se empezó a vestir, Hiroshi solo lo miraba fijamente mientras al mismo tiempo se vestía.

—¿Desde cuando eres tan egocéntrico?

—Eso no te debería importar, lo importante es que te complací y me complaciste.

—¿De qué hablas?

—Así es como son las cosas, tú mismo lo dijiste nosotros tenemos sexo más no hacemos el amor.

—Izanami.

—Sexo nada más, sin sentimientos que nos estén atando uno al otro —Izanami empezó a llorar silenciosamente, volteó su rostro evitando que Hiroshi lo viera, su voz era melancólica y tenía cierto deje de tristeza.

—La otra vez dije cosas estúpidas, lo siento.

—Solo dijiste la verdad, que yo lo malinterpretara es otra cosa.

—No quiero que me entiendas mal.

—Ya lo comprendí todo descuida —secó sus lágrimas volteándose hacia Hiroshi —Más bien ¿A qué me has llamado?

—Yo… Quería decirte que lo que dije antes fue cruel, todo lo hice por una simple razón

—¿Cuál?

Él mordió su labio reprimiendo sus deseos, agachó su mirada evitando esos ojos miel que penetraban todo su ser.

—Hiroshi, dime ¿Cuál fue la razón?

Él solo callaba aún con su cabeza agachada, sus ojos habían empezado a llenarse de lágrimas.

«Este no soy yo, ¿por qué mis ojos se llenan de lágrimas?, ese mocoso que lloraba por estupideces ya desapareció ya no soy así, pero ¿Por qué me duele?, maldita sea»

—¿Cuál es la maldita razón Hiroshi?

«Porque necesito que me odies, necesito olvidarte, te necesito Izanami, pero no puedo volver a quererte, no puedo ser débil»

—No puedo decirlo —susurró, Izanami lo miró lleno de rabia, él volvía a llorar, agarró sus cosas y salió irritado del lugar, Hiroshi salió tras él.

—Izanami espera —gritó mientras lo seguía.

«¿Por qué voy tras él?, ¿qué quiero lograr con eso?, ¿por qué?»

Izanami se detuvo dándole la espalda, él lo abrazó fuertemente mientras dejaba que sus lágrimas corrieran por sus mejillas.

—¿Qué quieres? —susurró Izanami con su dulce voz quebrantándose con cada palabra que salía de su boca.

—No quiero perderte.

—¿Qué?

—No lo sé, es que todo es tan confuso, no sabes cuánto sufrí cuando te fuiste de mi lado hace dos años, te anhelé, te busqué hasta que simplemente me quedé sin fuerzas, ¿cómo pudiste abandonarme justo cuando yo más te necesitaba?

—Hiroshi, entiéndeme yo solo quería que tú no te confundieras con mis sentimientos, no quería que me hicieras daño, lo siento.

—Yo te dije esas crueles cosas hace unos días fue porque necesito que me odies para poderte olvidar.

—Yo jamás te odiaría Hiroshi.

—Pero necesito olvidarte.

—¿Por qué?

—Porque me haces daño.

—¿Y si te prometo que nunca te volveré hacer daño?

—Izanami, soy hetero.

—Entonces ¿Por qué estás enamorado de mí?

—Eres el único hombre que me atrae, es más no debería estar haciendo esto, yo tengo una linda novia que amo.

—Muy bien entonces suéltame y quédate con ella.

—No.

—Hiroshi, suéltame —Izanami forcejeó con Hiroshi, este simplemente lo apretaba cada vez más fuerte.

—No quiero dejarte ir, no entiendes cuanto te…

—¡Suéltame! —gritó Izanami quitándose sus bazos de encima, él salió corriendo mientras lloraba desesperado.

—Te amo Izanami, no sabes cuánto te amo —gritó Hiroshi cayendo de rodillas, Izanami se alejó de él saliendo de la facultad, corrió hasta su apartamento, se detuvo jadeando al frente de su apartamento, sacó temblorosamente las llaves del apartamento, tocó el pasador de la puerta recostando su frente en esta.

—Izanami —dijo una voz de mujer muy familiar, él dejó caer las llaves mientras volteaba lentamente.

—Mimiko —tartamudeó.

—La misma.

—El demonio en persona se presenta en mi casa, ¿a qué debo este honor?

—No sabía que habías vuelto.

—¿Por qué querría enterarse?, ¿acaso me va a mandar sus perros falderos a golpearme de nuevo?

—No, claro que no, ya no me interesas.

—Bonita forma de llamar la atención de la persona que te gusta.

—En ese tiempo solo lo hice porque te metiste injustamente con mi hermano y lo transformaste en un homosexual.

—Te equivocas, primero tu hermano no es homosexual y no lo cojas a él como una excusa barata para justificar tu acción, tú simplemente lo hiciste porque yo no te pusé atención.

—Eso no es verdad.

—Sí, si lo es, tu solo deseabas que yo fuera tu juguetico, que simplemente te mirara ti y a nadie más.

—Cállate.

—Dime ¿Qué se siente que hayan barrido el suelo con tu orgullo?

—No.

—¿Qué se siente que tu hermano te haya ganado en conquistar hombres?

—Maldito —gritó ella golpeando la mejilla de Izanami, él la miró triunfante con una sonrisa en su rostro.

—Me voy y quiero que te vayas, no me gusta el olor a azufre —dijo entrando a su apartamento, fue hasta su habitación miró fijamente el cuadro que Hiroshi había hecho para él y volvió a llorar derrumbándose en su cama.

 

 Hiroshi se levantó del suelo no tenía ni fuerzas de hacerlo, solo quería volver a tener en sus brazos a Izanami, sus dulces labios, su sensual cuerpo, su sonrisa reconfortante, amaba todo de ese hombre. Salió de allí yendo hasta su casa, miró el apartamento de Izanami recordando todo lo sucedido, abrió la puerta de su casa, un extraño olor le llegaba hasta su nariz un olor agradable, familiar, suave y duradero, entró hasta su sala en donde se encontraba su novia junto con su madre y su hermana.

—Takaraji casi que no llegas —dijo su novia tomándolo de la mano, su madre sonrió viéndolos juntos, Mimiko simplemente volteó su rostro, desde la muerte de su padre ella jamás volvió a mirarlo a los ojos.

—Hijo te estábamos esperando.

—Mamá, Mimiko ¿Qué hacen aquí?

—Bueno yo las invite, tengo un anuncio que hacer.

—¿Cuál?

—Bueno amor es mejor que primero nos sentemos, he cocinado algo rico así que con permiso —dijo ella yéndose hasta la cocina, ellos se sentaron alrededor de la mesa mientras que ella traía la comida.

—Gracias por la comida —dijeron en coro, después todos empezaron a comer.

—Las invite porque quería que ustedes estuvieran presentes en este momento especial para mí.

Todos la voltearon a mirar, ella sacó un pequeño cofre de su chaqueta mientras miraba fijamente a Hiroshi, le sonrió entusiasmada.

—¿Te casarías conmigo Takaraji?

Él quedó estupefacto mientras ella abría la pequeña caja en donde se encontraba un anillo, él la miró sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Que felicidad, pero hijo esperar hasta que la mujer te pida matrimonio, eso no habla muy bien de ti —bromeó su madre.

—¿Por qué? —susurró Hiroshi.

—Amor ¿Qué te pasa?, ¿acaso lloras de felicidad?, qué lindo, bueno es que me estaba cansando de que no me digieras nada.

—Aun somos muy jóvenes.

—Hijo, estas en la edad de hacerlo tienes veintiuno, los años corren y no te dan espera ¿Cuál es el problema?

—No puedo.

—¿Por qué? —susurró ella, empezó a llorar mientras dejaba caer el anillo al suelo, su madre calló.

—Aun sigues enamorado de él —dijo su hermana sonriendo.

—Mimiko, dijimos que de eso no se hablaría —gritó su madre reprendiéndola, ella volteó su rostro sin prestarle mucha atención.

—Me lo acabó de encontrar, estabas con él ¿Cierto?

—¿Qué?

—Él estaba muy mal, casi hasta me entraron ganas de consolarlo y hacerlo mío.

—Cállate —gritó Hiroshi levantándose de su silla, Mimiko se paró enfrentándosele, su madre y Aome quedaron en completo silencio.

—¿Por qué no aceptas casarte con ella? ¿Por qué? Debe ser por él o ¿Me equivoco?

—No lo metas en esto.

—Eres un idiota.

—Bueno lo acepto soy un idiota ya.

—Si no la quieres ¿Por qué no se lo dices de una vez por todas?, le haces daño ilusionándola —Mimiko miró Aome y le sonrió —Lo siento querida mi hermano es homosexual, no creo que él pueda estar contigo.

Aome se echó a llorar, su madre la abrazó, Hiroshi simplemente calló.

—¡Mimiko! —gritó su madre.

—¿Eso es cierto, Takaraji?

—No soy homosexual, si a eso te refieres.

—¿Y el resto?

Él volteó a mirar a otro lado sin darle respuesta alguna.

—¡Contéstame! —gritó ella.

Él no contestó nada, Aome salió corriendo del apartamento de este, la madre de los chicos fue detrás de ella, Mimiko empezó a salir lentamente de allí, Hiroshi agarró con fuerza su brazo haciendo que ella retrocediera.

—No te atrevas a meterte con Izanami de nuevo, él es mío.

—Eso no es cierto, él no es tuyo ni de nadie, cuéntame ¿Qué le has hecho como para que él estuviera llorando de esa manera?, jamás lo había visto tan destrozado.

—Eso no es tu incumbencia.

—No te mereces a nadie, hasta a la persona que amas le haces daño.

—Cállate —dijo él soltando su brazo, ella salió con una sonrisa en su rostro, Hiroshi se recostó en su mueble llorando de nuevo.

Los días pasaron sin que ellos volvieran a tener ningún acercamiento. Hiroshi se acercó a la puerta de la casa de Aome, golpeó varias veces mientras que apretaba aquel cofre con fuerza, ella abrió la puerta después de unos minutos, sus ojos miraban con tristeza a Hiroshi, él le sonrió hipócritamente.

—Pasa —susurró ella sonriéndole tristemente, él entró al lugar, se acomodó en uno de los muebles, ella se sentó enfrente de él esperando a que él hablara.

—Lo siento —dijo él dejando la pequeña caja en una mesita, ella lo miró mientras sus ojos se empezaban a llenar de lágrimas.

—Sabes me he prometido no llorar por ti, pero me duele todo lo que está pasando, me duele.

—Lo sé, por eso quiero que me perdones, lo del matrimonio me sorprendió por eso actué de esa manera, no puedes decir eso sin esperar que la otra persona actué de forma diferente, me has sorprendido, necesito tiempo para pensar las cosas.

—Tienes que tener en cuenta que el amor tiene fecha de caducidad y yo no te estaré esperando por siempre.

—Lo entiendo muy bien, por eso es que necesito aclarar las cosas y pedirte un poco de tiempo.

—Está bien, acá te estaré esperando, esperare así la respuesta sea un no.

—Gracias.

—Solo quiero saber una cosa.

—¿Cuál?

—¿Quién es Izanami?

—Recuerdas el chico con el que me viste una vez en la facultad de economía.

—Sí.

—Es él, regresó de norte américa, él es la persona que más he amado en mi vida, me enamore de él cuando estaba en mi último año de preparatoria, juntos vivimos muchas cosas tanto agradables como desagradables.

—¿Aun lo amas?

—Yo creía que no, pero…

—Pero sí.

—Exacto aun lo amo.

—Ay Takaraji, piensa bien las cosas por favor.

—Lo hare, tomémonos este tiempo para pensar en el futuro.

—Está bien.

—Adiós Aome.

—Adiós Takaraji.

Él salió del sitio en dirección a su apartamento, Aome cogió el cofre y lo apretó con fuerza contra su abdomen.

—Takaraji ¿Ahora cómo quieres que sea capaz de decirte la verdad? —susurró ella mientras las lágrimas salían de sus ojos.

Hiroshi camino hasta el apartamento de Izanami, golpeó con fuerza la puerta, tiempo después salió Izanami, sus ojos se abrieron sorpresivamente, esos ojos miel poseían un tono de nostalgia mezclado con tristeza.

—¿Qué quieres? —dijo él con su tono melancólico.

—Necesito hablar contigo.

—Nosotros no tenemos nada de qué hablar.

—Sí, si lo tenemos por eso dame otra oportunidad —dijo acariciando la mejilla de Izanami, él se sonrojó mientras su corazón se aceleraba, los cabellos de Hiroshi caían por sus hombros, por primera vez se mostraba con los cabellos sueltos enfrente de Izanami, sus cabellos negros combinaban a la perfección con sus ojos fríos.

—Pasa —susurró Izanami agachando la mirada, él se dirigió hasta la sala acomodándose en un sillón junto a Hiroshi —¿Quieres algo de tomar?

—No, gracias.

—Dijiste que tenías algo que hablar conmigo, te escuchó.

—¿Qué es lo que realmente sientes por mí Izanami?

—Yo te amo.

—¿En serio?

—Sí, ¿qué sientes por mí Hiroshi?

—Yo también te amo.

—¿Entonces?

—Bueno es claro que no puedo tener una relación contigo de una vez, terminé con mi novia, bueno en realidad le pedí un tiempo es por eso que quiero… eh… Como decírtelo.

—¿Quieres que vayamos lento?

—Sí.

—No lo sé Hiroshi.

—Por favor Izanami te amo y no quiero volver a perderte ¿Qué dices?

—¿Por qué?

—Porque por mucho tiempo pensé que te había olvidado, pero cuando te vi de nuevo, mi mundo entero se desarmo, te amo, nunca te he podido olvidar por eso ámame como yo te amo Izanami —dijo Hiroshi mientras se arrodillaba mirando fijamente a los ojos de Izanami, besó su mano.

—Está bien, yo también te amo Hiroshi —él se abalanzó sobre Hiroshi, este metió su mano dentro del bóxer de Izanami, él gimió.

—No —gimió Izanami, Hiroshi lo volvió a besar mientras seguía acariciando el miembro de Izanami, un ruido sonó en la parte de arriba del apartamento, Izanami se levantó mirando directamente a las escaleras.

—¿Qué ha sido eso? ¿Un ladrón? —susurró Hiroshi levantándose del mueble.

—No, lo que pasa es que… —de las escaleras empezó a bajar un chico un poco más bajo que Izanami, sus cabellos dorados caían delicadamente alrededor de su rostro, sus ojos verdes miraron con sorpresa a Hiroshi, este quedó perplejo.

—Izanami, ¿arriba no queda una habitación?

—Sí.

—¿Quién es él Ryu? ¿Acaso me estas engañando con este tipo? —preguntó aquel chico con un acento americano.

—Izanami, por favor me explicas que está pasando.

—Primero que todo Hiroshi cálmate no es lo que estás pensando, Alex solo es un amigo.

—Mentiroso —dijo este con una sonrisa burlona en su rostro.

—Alex por favor no me hagas tener un problema innecesario.

—No he hecho nada.

—Entonces ¿Son algo? ¿Sí o no Izanami? —dijo Hiroshi sonriendo levemente, aunque sus ojos no sonreían simplemente estaban llenos de rabia.

—Claro que no.

—Claro que si —refutó Alex.

—¡Alex! —gritó Izanami, el chico rio sin prestarle atención.

—Lo siento, está bien lo admito él y yo no somos nada, pero eso no significa que no te lo pueda robar, yo de ti estoy pendiente.

—Alex, ibas de salida ¿Cierto? —dijo Izanami frotándose la cien, el chico salió del lugar con una sonrisa en su rostro, Hiroshi miró fijamente a Izanami quien volteó su rostro a otro lado.

—¿Y entonces Izanami?

—Alex solo es un amigo de Estados Unidos, más bien ¿Estabas celoso?

—Claro que sí, aún no entiendes que te amo —susurró Hiroshi agarrando el rostro de Izanami, este se sonrojó, ambos se besaron, ninguno de los dos soportaba la idea de estar separados, Izanami acarició los cabellos de Hiroshi mientras este lo miraba con aquellos ojos fríos que tanto le enamoraban.

—No me hagas volver a vivir ese infierno Izanami.

—No lo voy a hacer, así que tú tampoco podrás hacerlo.

—Acepto —ambos se volvieron a besar dulcemente.

—Me tengo que ir, nos vemos este jueves en el salón de artes de la universidad, te estaré esperando.

—Está bien.

Hiroshi besó la frente de Izanami despidiéndose de él, salió del apartamento caris bajo, a lo lejos Alex estaba coqueteando con un chico, sonrió ante la escena mientras entraba a su apartamento.    

Dos días después.

Hiroshi se encontraba alistando los materiales de dibujo, su ideal era pintar a Izanami y poner sus puros sentimientos en la pintura, escuchó pequeños golpecitos en la puerta, volteó entusiasmado pensando en su amor, pero sus ilusiones se dañaron al ver a una chica de mejillas rosadas saludando desde el otro lado, él abrió la puerta dejándola pasar. El salón de artes estaba compuesto por diferentes materiales de elaboración de cuadros, las paredes tenían tonalidades de distintos colores, la puerta pintada de un azul claro, en la parte superior de esta había una pequeña ventanilla. Hiroshi agarró sus cabellos en una moña, se sentó en una de las sillas.

—¿Qué haces aquí lindura? —preguntó la chica coquetamente mientras agarraba sus cabellos, Hiroshi apartó delicadamente su mano.

—Esperó a alguien.

—Entonces ¿Quieres que me vaya? o ¿Prefieres que te haga sentir bien antes de irme?

—No gracias, la verdad si te puedes ir ya, te lo agradecería muchísimo. 

—Que odioso y yo que solo deseo complacerte.

—Me complacerías mucho si te fueras.

—Vamos Hiroshi, ¿por qué estás tan esquivo? A que yo te hago sentir bien, ¿acaso no te gustó cuando lo hicimos?

—Claro que me gustó, pero la persona que esperó es más importante que tú, así que…

—Ya entendí relájate, ¿acaso hoy viene tu novia?

—Algo así.

—Ya veo, pero igual recuerda que en cualquier momento puedes venir a jugar conmigo —ella acarició los cabellos de Hiroshi mientras pronunciaba con doble intensión sus palabras.

—Buenas —dijo Izanami en frente de ellos, este tenía los brazos cruzados sus ojos estaban llenos de odio, ella soltó a Hiroshi y se fue rápidamente.

—Vamos entra no te quedes hay parado —dijo Hiroshi besándolo suavemente en los labios.

—¿Por qué querías que viniera hoy acá?

—Bueno, te voy a pintar.

—¿Qué? No me jodas, no estoy arreglado como para que tú me pintes.

—Estas perfecto, vamos ponte allí y quítate la camisa.

—¿Me vas a desnudar?

—Sí, vamos hazlo.

—No.

—Izanami, quítatela o si no, te la quitare yo —dijo con una mirada lujuriosa que hizo que Izanami se sonrojara.

—Ya me la quito —Izanami obedeció quitándose su camisa, se sentó en una de las sillas del sitio y miró directo a un punto fijo, Hiroshi miraba de momentos a Izanami mientras lo iba grabando en el cuadro, pequeños mechones de cabello caían en su hermoso rostro, Izanami no podía observarlo por mucho tiempo, era muy hermoso, pasó saliva deseando poder acariciar los sedosos cabellos de Hiroshi.

—Hiroshi tengo frio —dijo Izanami después de unas cuantas horas.

—Solo un poco más.

—Pero…

—Ya terminé, ven mira —Izanami se pusó de nuevo su camisa, observó el cuadro sin prestarle mucha atención, Hiroshi lo miró pensativo, agregó unos pequeños detalles, Izanami simplemente lo miraba, bajó su vista hasta la muñeca de Hiroshi, sonrió al ver que él aún poseía su amuleto de la suerte.

—¿Qué te parece? —preguntó Hiroshi sacándolo de su ensoñación.

—Es hermoso.

—No me gusta.

—¿Por qué no?, ¿acaso no te gustó yo?

—Me encantas tú, desde luego, pero con este cuadro quería grabar lo que sentía por ti, no siento que el amor que siento por ti este reflejado en el cuadro, quería crear un cuadro idéntico al que tú tienes en tu cuarto.

—Ese es especial, ese refleja no solo tus sentimientos, sino que también los míos.

—Me hubiera gustado poder hacer lo mismo que hice con ese.

—Déjame quedármelo.

—Está bien.

Izanami se agachó al lado de Hiroshi, cogió su mano derecha besando el amuleto, levantó su rostro sonriéndole a Hiroshi.

—Gracias por llevarlo contigo.

—Me recuerda a la persona que más amo, jamás podría dejarlo.

—Yo también te amo Hiroshi —él se acercó y besó los labios de Hiroshi, se apartó de él sonriéndole, agarró la moña jalándola dejándole que sus cabellos cayeran libremente por sus hombros, Hiroshi lo miró sorprendido mientras pasaba saliva, se sentó con sus piernas abiertas encima de Hiroshi, lo besó apasionadamente, esos besos que lo vuelven loco. En la ventanilla de la puerta se encontraba Aome, las lágrimas caían de sus ojos, salió corriendo no podía soportar más ese dolor; Izanami se levantó dejando a Hiroshi perplejo, cogió la mano de Hiroshi jalándola hacia él.

—Vamos —dijo Izanami cogiendo la pintura, Hiroshi la cogió del otro extremo, ambos se fueron juntos a casa, al llegar al apartamento de Izanami, la dueña de los apartamentos tanto de Hiroshi como de Izanami se encontraba en la puerta de este último, ellos se acercaron a ella con una sonrisa, ella estaba nerviosa, Izanami cambios su expresión a una completamente de preocupación.

—¿Sucede algo Kyoko-san?

—Izanami-kun, te tengo una mala noticia.

—¿Qué pasó en mi apartamento?

—Veraz, hubo un problema en las tuberías y se estancaron, tu casa está con un olor fétido, hay un apartamento cerca a este si quieres te puedes quedar en ese, en una semana o menos tu apartamento estará perfecto otra vez, así que no hay necesidad de que pases tus cosas.

—Si quiere se puede quedar en mí casa —susurró Hiroshi, Izanami lo miró de reojo mientras golpeaba el abdomen de este sin que la dueña se diera de cuenta, Hiroshi cogió su abdomen con su mano.

—¿Te pasa algo querido? —preguntó la señora dirigiéndose a Hiroshi.

—No, tranquila estoy bien —dijo este con su voz entre cortada, Izanami sonrió mientras Hiroshi lo miraba.

—Te matare —susurró.

—Bueno entones Kyoko-san ¿Cuál es la casa en donde me puedo quedar?

—La casa que está enfrente de la de su amigo Hiroshi-kun, pero hay un problema tan bien en esa casa.

—¿Cuál sería? —preguntó irónico.

—La ducha está dañada.

—Ah por eso no se preocupe, Izanami se puede bañar en mi casa.

—¿En serio?, agradezco mucho su ofrecimiento Hiroshi-kun, mira Izanami-kun estas son las llaves de tu apartamento, ten cuidado, está casi nuevo por esa razón hay que arreglarle muchas cosas.

—Está bien —dijo él cogiendo las llaves.

—Espérame acá Hiroshi —dijo este entrando al apartamento con su boca tapada y conteniendo el aire, fue hasta su habitación de donde sacó un par de ropa de su armario metiéndola en su maleta de viaje, salió con su rostro totalmente rojo, en el momento de salir tomó bocanadas de aire reconfortándose.

—Izanami entonces ¿Por qué no dejas tus maletas en mi casa? —dijo Hiroshi acariciando su espalda.

—Está bien —susurró él mirando a otro lado, ambos se fueron hasta la casa de Hiroshi, Izanami descargó la maleta en la habitación de este, por fin estaba con el hombre que más amaba, Hiroshi lo miró desde el marco de la puerta, se acercó por su espalda tomándolo por sorpresa, lo abrazó fuertemente, besó su cuello haciendo que Izanami se estremeciera, este se apartó de golpe mirando a Hiroshi quien sonreía maliciosamente.

—No vamos hacer nada —sentencio este.

—Vamos Izanami por fin estamos juntos.

—No, no lo vamos hacer, voy a dejar el cuadro en la otra casa, además de que ya es tarde.

—Quédate hoy conmigo.

—No.

—Por favor mi amor.

—Hiroshi, no sabes que va a pasar si me quedó.

—No va a pasar nada lo prometo, no hare absolutamente nada.

—Solo déjame llevar el cuadro.

—Puedes dejarlo aquí, si quieres.

—No, este cuadro me recuerda a ti por eso quiero tenerlo en mi cuarto.

—Bueno pues vete, ya me imaginó que debes de estar cansado de tanto posar.

—Descuida estoy bien, pero igual me voy nos vemos mañana.

—¿Seguro que no quieres quedarte?

—No, gracias —Izanami salió de la casa de Hiroshi llevándose el cuadro con él, entró a su nueva casa, colgó el cuadro al frente de la cama, se quedó mirando fijamente este, amaba demasiado a Hiroshi, en serio lo amaba.

 

A lo lejos se encontraba Aome junto con un chico un poco más alto que ella, la sostenía en sus brazos, sus labios se rozaron levemente mientras que el viento de aquella noche ondeaba suavemente sus cabellos.

—Me voy a casar lo siento —susurró ella, él la apretó con más fuerza.

—No quiero aceptarlo, te amo Aome, no sabes cuánto te amo.

—Lo sé, pero estoy…

—No, por favor yo te puedo dar todo lo que quieras.

—Amo a Takaraji, por eso me quiero casar con él, lo siento.

—No, no lo acepto, tú eres mía.

—Desde ahora ya no lo soy.

—¿Quién es ese Takaraji?

—Tú no lo conoces descuida —ella se apartó de él yéndose a su casa, al entrar a esta se recostó en su mueble echándose a llorar.

«Te amo Takaraji, ¿por qué simplemente no me puedes amar como amas a ese hombre de cabellos castaños?, esos labios deberían ser míos y no de él, ¿qué tiene él que no tenga yo?, dime Takaraji ¿Qué tiene él?»

 

Izanami abrió sus ojos lentamente, el sol de las mañanas le pegaba fuerte en la cara, ese viernes soleado sentía que iba ser uno de sus mejores días, miró el cuadro de Hiroshi sonriendo, salió de su casa yendo hacia el apartamento de Hiroshi, abrió la puerta con una llave que este le había dado, fue hasta la habitación en donde se encontraba el baño, Hiroshi no se encontraba en ningún sito, abrió la puerta del baño, a través de las cortinas se podía observar el fornido cuerpo de Hiroshi, Izanami se sonrojó dejando caer la toalla que llevaba en sus manos.

—¿Izanami? ¿Eres tú? —preguntó este abriendo un poco la cortina, sus penetrantes ojos lo miraban fijamente.

—Lo siento no sabía que estabas en el baño.

—No me interesa, ¿quieres meterte tú también?, no me importaría bañarme contigo —dijo con una sonrisa pícara en su rostro, sus ojos de nuevo lo miraban lujuriosos.

—Claro que no, esperare mi turno —dijo Izanami saliendo de prisa del baño, su corazón se había agitado al ver el cuerpo desnudo de Hiroshi, su camisa reposaba sobre la cama, Izanami se acercó a esta, la levantó mientras miraba a sus alrededores.

—La esencia de Hiroshi —susurró mientras inhalaba su embriagador perfume, apretó la camisa de este contra su cuerpo.

—Veo que te gusta oler mis cosas —dijo Hiroshi detrás de él, Izanami volteó lentamente su cuerpo, su rostro estaba totalmente sonrojado y sus piernas le empezaron a temblar, pasó saliva observando a Hiroshi quien solo sostenía una toalla en sus caderas, sus cabellos mojados se encontraban hacia atrás, algunos mechones se adherían a sus cachetes, de sus sedosos cabellos aún escurría agua que caía en pequeñas gotas, Hiroshi sonrió acercándose a Izanami, acarició su mejilla atrayendo su rostro hacia el de él, le dio un pequeño beso a Izanami, sus ojos solo podían mirar a esos hermosos ojos, Hiroshi empujó a Izanami sobre la cama, se posó encima de este sosteniendo con fuerza sus muñecas, volvió a besar los labios de Izanami quienes no ponían objeción alguna.

—Te excita oler mi fragancia —susurró Hiroshi en el oído de Izanami lambiendo su oreja, empezó a bajar su mano hasta el miembro ya duro de Izanami.

—No —gimió Izanami, cogió la mano de Hiroshi quitándola de ese lugar.

—Vamos Izanami, yo sé que tú quieres —Izanami estaba cautivado por la belleza de este, Hiroshi chupeteó el cuello de Izanami dejándole una marca, este gimió de nuevo.

—Eres un pervertido dijiste que no me harías nada —Izanami se lo quitó de encima, cogió sus cosas y entró en el baño, su corazón estaba agitado, se desnudó entrando a la ducha, el agua caliente caía por su cuerpo pálido recorriéndolo delicadamente. Al salir del baño ya no se encontraba Hiroshi en la habitación, salió de esta al sentir un aroma reconfortante a desayuno recién hecho.

—No seré un gran cocinero, pero me se defender —dijo Hiroshi sirviendo el desayuno, unos huevos revueltos, junto con un jugo de naranja y dos pocillos de café, Izanami se sentó en una de las sillas mientras que Hiroshi ocupaba la otra.

—Gracias por la comida —dijo Izanami disponiéndose a comer, Hiroshi lo miraba con ojos gentiles, cogió una de sus manos que reposaba encima de la mesa, Izanami levantó su rostro observando fijamente a Hiroshi quien le sonreía

—Te amo —dijo este apretando la mano de Izanami, él se sonrojó mientras su corazón se empezaba agitar, Hiroshi tenía una moña que agarraba sus sedosos cabellos, algunos mechones caían por su delineado rostro.

—Yo también te amo, no sabes cuánto te extrañe.

—No sabes cuánto me dolió que me abandonaras.

—Perdóname, por favor —susurró besando la mano de Hiroshi, él sonrió y besó suavemente a Izanami.

—Te perdono —dijo soltando la mano de este —Comamos antes que se enfrié.

—Gracias —las lágrimas habían recorrido sus mejillas, Hiroshi se acercó a él, con la punta de su lengua recogió las lágrimas que bajaban por el rostro del castaño, después besó su ojo izquierdo sonriéndole.

—Comamos —ambos empezaron a comer. Izanami recogió los platos llevándolos y lavándolos en el fregadero, ambos cogieron sus cosas saliendo en dirección a la universidad, allí cada uno cogió por su lado, la mañana de Izanami fue tranquila y pasó rápida, salió de clases aproximadamente al medio día. En las afueras de la universidad se encontraba Kaito, Izanami sacudió su mano en forma de saludo mientras se acercaba.

—¿Por qué te ves tan feliz?

—Estoy en una relación con el hombre que más amo —dijo Izanami con una sonrisa en su rostro.

—¿Eres el mismo hombre que hacía poco me decía que había perdido para siempre a ese hombre?

—Callate idiota— le contestó Izanami conteniendo la risa, Kaito por su parte rio sin tapujos.

—Bueno cuéntame todo lo referente a eso.

Izanami le conto absolutamente todo lo que había vivido con Hiroshi mientras caminaban hacia su casa, confiaba mucho en Kaito por esa razón le contaba todo, aunque sabía que seguramente a él le haría daño puesto que Kaito estaba enamorado de él, pero no podía evitarlo era como si su boca actuara por si sola.

Ring ring

Miró su teléfono que sonaba.

—Alo —contestó efusivamente, pensaba que era Hiroshi quien lo llamaba.

—Ryu me encanta que contestes —dijo Akima con su gélida voz.

—¿Qué quieres Akima?

—No vayas a colgar Ryu, ¿quería ver si nos podíamos reunir algún día?

—No, no podemos.

—Vamos ¿Por qué no?, somos amigos después de todo.

—Sabes que no adiós —dijo colgando su celular.

—¿Todavía te molesta Akima? —preguntó Kaito dándole pequeñas palmadas en su espalda.

—Algunas veces, aún está obsesionado con que nos veamos.

—Izanami, la persona con la que estas ahorita es un salvaje ¿Cierto?

—No, ¿por qué?

—Tienes un chupetón en el cuello —dijo señalando el cuello de este, Izanami sacó un espejo y miró su cuello, correctamente pocos centímetros arriba de su clavícula se encontraba un gran chupetón.

«Maldito Hiroshi» pensó apretando su puño.

—Debe ser algún bicho que me pico —dijo vacilante.

—Ya veo un bicho —rio Kaito —Más bien ¿Qué pasó con Alex?

—Volvió a Estados Unidos, ¿por qué? ¿Te interesa?

—Es lindo, lo admito.

—Va a volver a finales de este año si te interesa.

—Gracias por la información.

Ring ring

Miró de nuevo su celular, otra vez Akima le marcaba, colgó el celular sin pensarlo dos veces, el solo hecho de acordarse de Akima hacia que su sangre hirviera, él junto Akima le habían hecho tanto daño a Hiroshi, no estaba dispuesto a volverle a causar algún tipo de daño

Ring ring

—¡No me llames más por favor! —gritó Izanami.

—¿En serio quieres que no vuelva hacer eso? —preguntó Hiroshi con una voz burlesca.

—Perdón, amor…

—¿Amor? ¿Desde cuando eres tan cariñoso?

—Lo siento.

—No, me agrada que me digas así, bueno y ¿A quién iba ese grito?

—Iba para el fastidioso de Ak…

«Mierda, si le digo que Akima todavía me llama se va a enojar, no quiero eso, no cuando vamos tan bien»

—¿Izanami?

—Perdón, el fastidio de un ex novio de Estados Unidos.

—Ah ya veo, bueno pues dile a tu ex que agradezca que está en Estados Unidos, porque si estuviera acá no me temblaría la mano para demostrarle quien es tu novio actualmente.

—Cálmate, se lo advertiré tranquilo.

—Bueno, ¿en dónde estás?

—Estoy con un amigo dirigiéndome a mi casa.

—Espero que solo sean amigos.

—Si Hiroshi, confía un poco más en mí.

—Está bien, entonces nos vemos después.

—Está bien, adiós —colgó el celular divisando a lo lejos la ex novia de Hiroshi, al acercarse, ella lo miró con ojos llenos de lágrimas.

—Te necesito —susurró ella agarrando la chaqueta de Izanami, él sabía posiblemente para que lo necesitaba, él se despidió de Kaito quien se fue hacia su apartamento, abrió la puerta dejando pasar a la chica, ella se acomodó en un mueble, Izanami se sentó enfrente de ella esperando a que hablara primero.

—Eres la persona que ama Takaraji ¿Cierto?

—Izanami Ryu, un gusto conocerte.

—No estoy jugando.

—Yo tampoco.

—Eres la persona que Takaraji ama ¿Cierto?

—Lastimosamente para ti, sí.

—No me lo creo.

—Si quieres puedes preguntarle a Hiroshi si así lo deseas.

—No —susurró ella derramándose en lágrimas.

 

El individuo se encontraba a lo lejos observando como su amada Aome entraba a la casa de otro tipo.

«Maldito Takaraji» pensó entre más se acercaba a la casa, anotó la dirección del apartamento en una agenda y se alejó del sitio, Aome salía de la casa del hombre que actualmente él odiaba por quitarle su amada, se fue corriendo del sitio guardando de nuevo la libreta.

 

Después de que Aome se fuera de su casa, entró de nuevo yendo hasta su habitación, en donde se recostó en la cama, allí se quedó completamente dormido. Todo el sábado lo pasó junto a Hiroshi en su apartamento, no hicieron absolutamente nada, además de ver películas y comer, aproximadamente a las ocho de la noche Izanami se fue hasta su apartamento, se acostó en la cama quedándose dormido.

Abrió sus ojos observando su alrededor, estaba en su antigua casa, se levantó del suelo caminando despacio hasta la entrada de su casa, abrió la puerta, sus padres estaban peleando como siempre, siguió caminando por el patio hasta que este se convirtió en un abismo, escuchó la voz de Hiroshi a lo lejos, corrió hasta donde creía que estaba, en la orilla del abismo se encontraba Hiroshi con una sonrisa en su rostro, él se dejó caer por el abismo desolado.

—Hiroshi —gritó, el sueño había hecho que quedara sentado en la cama, un escalofrió mundano recorrió su cuerpo, su sudor era frio y caía por todo su cuerpo, un olor a quemado hizo que Izanami se levantara de golpe de su cama, corrió saliendo de la habitación, toda la sala estaba incendiada, las llamas se expandían con rapidez, sin pensarlo dos veces se fue de nuevo hasta su habitación, necesitaba sacar como fuera el cuadro de Hiroshi, el olor estaba llenando su cuerpo asfixiándolo poco a poco, un fuerte mareo se apodero de él haciendo que su cuerpo se tambaleara, un pedazo de techo cayó sobre él atrapando parte de su cuerpo, estiró una de sus manos en dirección al cuadro que se quemaba poco a poco, las lágrimas caían de sus ojos.

«No, no puedo morir de esta manera, no cuando las cosas están tan bien, no puedo morir, no, ayúdame…»

—Hiroshi —susurró dejando caer su mano.

 

Los gritos de los vecinos habían hecho que el individuo saliera corriendo, él por amor había incendiado la casa de Takaraji, ese hombre no se podía quedar con su amada, prefería verlo muerto antes de que este se quedara con ella, a pocas cuadras del incendio, él se atacó a llorar sintiendo la culpa de haber asesinado a alguien, pero que más podía hacer si la amaba tanto, haría cualquier cosa por poseerla.

 

—¡Llamen a los bomberos! ¡Se quema el apartamento! —gritaron varias personas afuera de su apartamento, Hiroshi abrió los ojos, se levantó lo más rápido que pudo asomándose a la ventana, el apartamento de Izanami ardía en llamas, salió corriendo de su apartamento, revisó a todos los espectadores, ninguno de ellos era Izanami.

—El chico que vive ahí, ¿dónde está?, ¿alguien lo ha visto salir? —gritó Hiroshi a la gente que estaba reunida, ellos se miraron entre si negando con su cabeza, un chico al pie suyo se encontraba llamando a los bomberos, Hiroshi se dio media vuelta y entró de golpe al apartamento, el cual estaba como el mismísimo infierno, ardía en llamas.

—¡Izanami! —gritó, pusó su mano sobre su boca intentando no respirar el humo del lugar, miró por todo el sitio algún indicio de Izanami, en el marco de la habitación se divisaba el pie de este.

—No, por favor —susurró mientras corría hacia allí, varios pedazos de techo caían en todo el lugar, al llegar a la habitación se encontró con el cuerpo de Izanami que estaba atrapado por un gigantesco palo perteneciente al techo del apartamento, quito el palo, sacudió levemente a Izanami, sus ojos se encontraban perdidos.

—El cuadro, el cuadro, el cuadro —susurraba Izanami sin parar.

—Maldita sea olvídate del cuadro salgamos de aquí —Hiroshi alzó el frágil cuerpo de Izanami, cogió el celular de este que reposaba encima de la mesa de noche y salió del lugar con Izanami en sus brazos, al salir los bomberos estaban empezando a llegar, alejó a Izanami de las personas que miraban estupefactas, besó su frente, Izanami miraba sus ojos llenos de lágrimas, ambos se encontraban llorando.

—Pensé que te había perdido —dijo Hiroshi abrazándolo con fuerza.

—No, aún no me has perdido, gracias por salvarme Hiroshi —respondió este con un hilo de voz casi inaudible, el cuerpo de bomberos empezó a apagar el incendio, Izanami poco a poco se recuperaba, Hiroshi lo entró en su apartamento recostándolo en uno de sus muebles, alcanzó dos vasos de agua, le dio uno a Izanami, él tomó de un solo trago del vaso de agua, su respiración se estaba normalizando, Hiroshi bebió de un solo sorbo su agua, empezó a revisar cuidadosamente el cuerpo de Izanami, observando que no tuviera ninguna quemadura, menos mal que el fuego no había llegado hasta su cuerpo, él solo tenía cenizas negras, pero nada con respecto a quemaduras, en su espalda se encontraba una enorme raspadura, pero no era nada grave, Hiroshi alcanzó su botiquín limpiando las heridas de la espalda de Izanami, besó su espalda abrazándolo delicadamente, pusó unas cuantas vendas cubriendo sus heridas, llevó a Izanami hasta su habitación, él se había quedado dormido, besó su frente mientras acariciaba sus cabellos, salió de su apartamento mirando como las personas se estaban empezando a dispersar yéndose cada una a su casa, la dueña del apartamento no tardó en llegar, al ver a Hiroshi se acercó a él con su rostro lleno de preocupación, Hiroshi se encontraba hablando con los oficiales que habían llegado.

—¿Qué ha sucedido? —preguntó la dueña al oficial.

—Alguien intentó asesinar a la persona que vivía aquí.

—¡Dios mío! —vocifero la dueña.

—¿¡Por qué harían eso!? —preguntó Hiroshi exaltándose.

—Posiblemente fue algún drogadicto o alguien que guardara rencor al chico, encontramos a unas cuantas cuadras de aquí unas botellas llenas de gasolina, posiblemente el delincuente que incendio el apartamento las dejó allí después de cometer su crimen y después escapo del lugar, nadie ha visto nada según las personas que hemos entrevistado, estaremos al pendiente de este caso, ahora si me disculpan —el oficial se retiró de su lado yendo hasta la patrulla, la dueña miró de reojo a Hiroshi.

—El chico, Izanami-kun ¿Está bien?

—Sí, menos mal que no le ha pasado nada, está en mi apartamento, él se quedara allí hasta que arreglen el de él.

—El lunes tratare de que ya esté listo, mientras tanto por favor cuida de él y preséntale mis disculpas —dijo la dueña agachando su cabeza.

—Está bien —Hiroshi se alejó de ella entrando de nuevo a su casa, lleno otro vaso de agua y fue hasta su habitación, Izanami dormía profundamente, se recostó al pie de él acogiendo el delicado cuerpo del castaño. Ambos despertaron al sentir los penetrantes rayos del sol, Hiroshi se levantó primero alcanzándole el vaso lleno de agua a Izanami, quien lo bebió de un solo sorbo.

—¿Cómo te sientes?

—Me duele —susurró él.

—¿Qué te duele? 

—La espalda y la garganta.

—La garganta es porque inhalaste el humo, la espalda es porque un enorme palo te cayó encima.

—Gracias por salvarme.

—Izanami tuve tanto miedo de perderte.

—Lo siento causarte tantos problemas, ¿no te aburre estar con una persona que siempre te causa problemas?

—Claro que no estúpido, yo te amo.

—Yo también, te amo tanto Hiroshi —Izanami besó sus dulces labios mientras este lloraba.

Los días pasaron fugases, Izanami no fue a la universidad hasta el miércoles, la dueña entregó su apartamento el mismo miércoles, él pasó sus pertenecías que había llevado a la casa de Hiroshi hasta su apartamento, de nuevo volvía a su hogar, los oficiales no pudieron hallar a la persona que había iniciado el incendio, por lo consiguiente ese bastardo seguía libre. Miró el cuadro que Hiroshi le había regalado en la preparatoria, cuanto le dolía que el otro se hubiera quemado, no tenía ninguna pista de quien podía haber hecho eso y que los oficiales no lo hubieran puesto en prisión lo tenía intranquilo.

El sábado de esa misma semana Izanami saldría con Hiroshi esa noche, él lo vendría a recoger aproximadamente a las ocho de la noche. Después de bañarse se pusó una camisa blanca de botones, junto con una chaqueta un poco elegante y unos pantalones negros, miró de reojo el reloj que marcaba las siete de la noche.

Ring ring

—Alo.

—Izanami voy para tu casa, no salgas antes de que llegué necesito preguntarte algo urgente —dijo Kaito intranquilo.

—Pero tendrá que ser antes de las ocho, a esa hora llega Hiroshi a recogerme.

—¿Ah hoy salen?

—Sí.

—Bueno, intentare llegar antes de las ocho.

—Vale te esperó —colgó el celular sentándose en su mueble, estaba ansioso de estar junto a Hiroshi, hacía mucho tiempo que no lo hacían y que tampoco salían juntos, pequeños golpes se escucharon en la puerta alarmándolo, miró el reloj de sala el cual marcaba las siete y cuarenta y cinco, ¿a qué horas se había quedado dormido?, se froto un ojo dirigiéndose a la puerta.

—Llegaste rápido —dijo mientras abría, pensaba que seguramente se trataba de Hiroshi o de Kaito, pero cuando subió su rostro mirando la persona que tocaba su puerta, la sorpresa se apodero de sus acciones y reacciones.

—Hola cariño —dijo Akima con una sonrisa lujuriosa, miró de arriba abajo a Izanami mientras lamía su labio, Izanami quedó petrificado sin decir absolutamente nada.

—Aki —fue lo único que pudo decir, el otro le sonrió tomando posesión de la puerta, Izanami retrocedió unos cuantos pasos sin dejar de mirar Akima.

—Los años te ponen cada vez mejor Izanami, veo que aún me recuerdas ¿Crees que tu cuerpo también me pueda recordar? —dijo este sacando un trapo de su bolsillo, Izanami dejó de ver su rostro bajando la mirada, Akima aprovecho ese descuido poniéndole el trapo en su nariz, Izanami empezó a luchar contra él, pero no podía, entre más tiempo pasaba, aunque fueran solo segundos más mareado se sentía, sus extremidades empezaron a perder fuerza, cayó al suelo perdiendo todo control de estas.

—Descuida no te vas a desmayar y mucho menos a morir, esta droga solo quita la movilidad de tu cuerpo, necesito que recuerdes este momento Ryu, esto te pasa por ser tan esquivo con la persona que amas.

—Yo ya no te amo —dijo Izanami con un hilo de voz, Akima abofeteó el cachete de este reventándole el labio, la sangre recorrió parte de su mentón bajando en forma lateral por su cara en la parte izquierda.

«No, por favor no, no me puedo mover ¿Qué está pasando? Ayuda alguien que me ayudé, me va a violar» pensó mientras Akima se posaba encima de él, él desabrochó los pantalones de este metiendo su mano en el bóxer de Izanami, este intentó gritar, pedir ayuda, pero simplemente no podía, su voz no salía. Akima desapuntó la camisa de este dejándole su pecho descubierto, algo estaba mal, Izanami no estaba duro, lamió, chupó y succionó los pezones de este, pero esto no le producía ninguna reacción, miró desconcertado a Izanami quien tenía una mirada llena de odio, unos golpes en la puerta los alertaron, ambos voltearon a mirar hacia esta.

—Así que tienes planes Ryu —susurró Akima lambiendo su cuello.

«No entres Hiroshi, por favor vete, por favor no entres» rogó Izanami con todo su corazón.

 

Ya eran las ocho así que se acercó a la casa de Izanami esa noche saldrían, se acercó a la puerta, la golpeó suavemente, pero no obtuvo respuesta alguna, intentó abrir la puerta dándose cuenta que estaba sin pasador, era extraño que estuviera así, pero no le prestó atención.

—Izanami, amo… —dijo mientras entraba, al ver a Akima sobre Izanami su corazón se partió en dos, ¿qué hacían ellos? ¿Por qué? ¿Acaso Izanami no lo amaba?, las lágrimas empezaron a bajar por su rostro.

—No, mierda no —gritó mientras golpeaba con fuerza la puerta de Izanami, este abrió su boca en varias ocasiones, pero nada salía de ella.

«Maldita sea no, no puedo perder a Hiroshi, no cuando lo puedo tener, ¡reacciona Izanami! ¡Reacciona!»

—¿Por qué Izanami? ¿Por qué? Pensé que me amabas —gritó Hiroshi con su rostro lleno de lágrimas, Izanami empezó a llorar silenciosamente, sus lágrimas caían hasta sus cabellos, poco después se asomó Kaito mirando esta escena, sus ojos se abrieron en forma de sorpresa, él tampoco lo podía creer  

—Hiroshi —susurró Izanami mientras estiraba un poco su brazo, otra vez volvió a perder todas sus fuerzas. Hiroshi salió corriendo en otra dirección diferente a la de su casa, le dolía que Izanami lo estuviera engañando, le dolía tanto, maldita sea como ardía su corazón en ese momento, se recostó en un callejón dejando que su cuerpo cayera hasta el suelo, de nuevo se encontraba en esa situación.

 

Después de que Hiroshi saliera corriendo, Kaito golpeó con fuerza el rostro de Akima haciendo que este se quitara de encima de Izanami.

—¿Por qué lo has hecho Ryu?, ese hombre te ama —Izanami no contestó nada, solo lo miró fijamente con sus ojos inundados en lagrimas

—Párate pedazo de mierda —gritó Kaito pegándole suavemente una patada al flácido cuerpo de Izanami, el cuerpo de este se deslizo un poco a causa de la patada, pero nada más.

—¿Qué te pasa Ryu? —preguntó Kaito al ver su flácido cuerpo, se agachó levantando una mano de Izanami, la cual estaba sin fuerza, al ver esto comprendió lo que sucedía, Izanami no se podía mover, sus ojos se llenaron de rabia mientras volteaba a mirar a Akima quien lo miraba con una sonrisa en su rostro, estaba demente.

—Hijo de puta, ¿qué le has hecho? —gritó Kaito golpeando con fuerza a Akima.

—Lo drogué —dijo este con una voz burlesca, lo que enfadó más a Kaito, agarró de los cabellos a Akima y lo sacó arrastrándolo del apartamento, cerró la puerta con fuerza dejando Akima afuera, miró a Izanami quien lo miraba fijamente, lo levantó poniéndolo en el mueble, su cuerpo no tenía nada de fuerza, acarició la mejilla de Izanami mirándolo tristemente, aún estaba enamorado de él, su boca semi abierta se veía realmente sexy, cuanto quería besarla, cuanto lo deseaba.

—Hiroshi —susurró Izanami, sus ojos estaban llenos de súplica, esto lo sacó de la ensoñación en la que se había metido.

—Está bien, ya entiendo —dijo, pasó saliva, se levantó dejando atrás a Izanami, al salir de la casa corrió hasta el apartamento de Hiroshi, golpeó con fuerza la puerta, pero no encontró ninguna respuesta, empezó a correr y recorrer los alrededores de la cuadra, pero simplemente no encontró nada, regresó de nuevo al apartamento de este golpeando con fuerza la puerta, no había respuesta alguna, después del tercer golpe cayó al suelo, sus ojos soltaban lágrimas amargas.

—¿Por qué no puedo ser yo Ryu? ¿Por qué no soy lo suficiente ni para ti, ni para Hiroto? ¿Por qué? —susurró con su mano sosteniendo el pasador de la puerta de Hiroshi.

—¿Por qué tiene que ser Hiroshi? ¿Por qué tiene que ser Kenzou? No ¿Por qué me pasa esto? —preguntó golpeando la entrada del apartamento.

 

Hiroshi empezó a deambular por las cuadras lejos de su apartamento, estaba distraído, su pecho ardía de una manera infernal, de nuevo se había enamorado de Izanami y él de nuevo le rompía su corazón.

—Takaraji —dijo Aome sacándolo de su ensoñación, levantó su rostro lleno de lágrimas hacia la chica que de igual manera se encontraba destrozada.

—Aome, ¿qué haces aquí?

—Iba para tu apartamento.

—¿Por qué?

—Tengo algo importante que decirte, pero ¿Por qué estás tan mal?, ¿qué te pasó?

—Nada, no me ha pasado nada, más bien dime ¿Para qué me necesitas?

—Como quieras, tengo un problema, Hiroshi estoy embarazada.

—¿Qué? —balbuceó él, la sorpresa se apoderaba de su rostro, no podía creer lo que Aome le decía.

—Así como lo oyes estoy embarazada, ya me hice la prueba salió positiva, vas a ser papá Hiroshi —dijo ella soltando lágrimas de sus ojos y con una sonrisa hipócrita, en sus ojos se podía ver que no estaba para nada feliz, ninguno de los dos lo estaba.

—¿Cuánto llevas? 

—Dos meses, no te lo he dicho porque no estaba segura, hoy recogí los resultados de las pruebas que salieron positivas.

—¿Tus padres lo saben?

—Sí, hay viene el otro problema.

—¿Por qué?, ¿qué te dijeron?

—Que tú te tendrías que casar conmigo.

—No, no lo voy a hacer.

—No es una pregunta, es tu obligación, ya hablé con tu madre ella también me dio su aprobación, te tendrás que casar conmigo así sea a la fuerza, ¿entiendes?

—¿Por qué?

—Porque estoy embarazada y no pienso deshonrar a mi familia.

—No.

—Ya está decidido, nos casamos el próximo sábado, espero que termines toda clase de relaciones y te comprometas, te estaré mandando las invitaciones para que las repartas a quien quieras, el sábado nos vemos a las dos en la iglesia, después te diré el resto de la información, créeme yo tampoco estoy feliz de casarme —ella se fue por su lado dejando a Hiroshi completamente solo.

—No, Dios no —susurró él agarrando con fuerza sus cabellos —¿Por qué ahora me tiene que suceder esto?

Los días pasaron sin que ninguno volviera a la normalidad, Izanami intentó llamar en varias ocasiones a Hiroshi, pero este simplemente no contestaba, lo buscó en su apartamento hasta en la universidad; no obstante, no había señal de él, mientras tanto Hiroshi casi no salía de su apartamento, no quería encontrarse con Izanami, no solo por el hecho de que lo hubiera engañado con Akima, sino también por el forzoso matrimonio, llamó a su madre la cual le reafirmó que se tendría que casar con Aome así no la quisiera, lloraba casi todos los días, se sentía tan desgraciado, no quería estar con Aome quería estar con Izanami y nadie más. Ese frio miércoles salió de su apartamento, la noche cubría la ciudad, se fue hasta un bar en donde empezó a beber sin controlarse.

—Hiroshi —dijo Kaito, él levantó su rostro mirando al que lo llamaba.

—Perdón ¿Te conozco?

—Soy el mejor amigo de Ryu, Daisuke Kaito un gusto —dijo él extendiendo su mano.

—Hiroshi Takaraji —dijo apretando la mano que le ofrecían —Siga siéntese.

Kaito obedeció ocupando una silla enfrente de Hiroshi.

—A él lo drogaron.

—¿A quién?

—A Ryu.

—Ah ya me acorde de ti, eres el otro sujeto que llegó el anterior sábado.

—Sí, golpeé a Akima y a Ryu antes de saber obviamente que lo habían drogado, no me creía que después de hablar de cuanto te amaba fuera e hiciera eso, así que por eso reventé lleno de rabia y lo golpeé, después vi el cuerpo inmóvil de Ryu y entendí que lo habían drogado, el mismo Akima me lo confirmó.

—Gracias, así que fue eso lo que pasó —dijo Hiroshi, un gran peso se quitaba de su corazón, cerró sus ojos sintiéndose más aliviado, pero igual no podía volver con él.

—Si eso pasó, por eso vuelve con él por favor.

—No puedo —dijo Hiroshi empezando a llorar.

—Pero si lo amas ¿Por qué no vuelves con él?

—Este sábado me voy a casar.

—¿Qué? —preguntó este boquiabierto.

—Mi ex novia está embarazada y me obligó a comprometerme con ella, el sábado me voy a casar, lo siento, así ame a Izanami no puedo dejar ese tipo de obligación.

—Lo entiendo, ¿ya has hablado con Ryu?

—No.

—Eso lo va a destrozar.

—Lo sé, por eso no quiero hablar con él, no quiero verlo mal, no quiero volver a verlo llorar.

—Debes hacerlo, enfrentarlo y decirle la verdad.

—Lo sé, me tengo que ir con permiso —dijo este levantándose de la silla, se dirigió a su casa con el corazón en las manos, agradecía el hecho de que Izanami no lo había engañado, sino que lo habían drogado, pero eso a la vez lo hacía sentir peor, no quería hablar con él no soportaría verlo llorar. Al otro día llegó el paquete de invitaciones, abrió la caja mirando la tarjeta, de nuevo empezó a llorar. Después de volver de la universidad sacó unas cuantas invitaciones y las repartió, la mayoría de personas lo felicitaban, pero él no se sentía nada feliz, una fuerte tormenta se apodero de la ciudad, él camino las cuadras que le faltaban, los cabellos mojados se le adherían a su rostro, las gotas de lluvia se mesclaban con sus lágrimas, frente a la puerta de Izanami depositó una de las invitaciones, regresó a su casa recostándose en un mueble sin siquiera secarse.

 

La tormenta se hacía cada vez peor, salió de su habitación dirigiéndose a la sala, en la entrada de su puerta alguien había dejado un sobre, lo levantó abriéndolo al instante, leyó con rapidez más de una vez, no podía creer lo que estaba pasando, se trataba de una invitación a la boda de Hiroshi.

—No —susurró empezando a llorar, salió de su apartamento en dirección al de Hiroshi, golpeó con fuerza la puerta varias veces.

—Ábreme la maldita puerta y dime que no es verdad.

«Por favor solo dime, es una broma, no me voy a casar, solo hazlo»

—Por favor, si es por lo de Akima, él me drogó, no fue mi culpa, ábreme por favor y dime que no es verdad —golpeó la puerta dejándose caer al suelo, no, no podía estar sucediendo, esperó unos minutos, pero no hubo respuesta alguna.

En el interior del apartamento Hiroshi se encontraba acurrucado en su sofá, llorando silenciosamente mientras escuchaba cada palabra que decía Izanami, podía sentir el dolor que él sentía, le dolía tanto oír el sufrimiento de Izanami, después de una hora, todo se calmó y volvió a la normalidad, si es que a eso se le podía llamar normalidad.

El sábado se levantó con los ojos hinchados de tanto llorar, su vida era un desastre, observó el reloj que le indicaba que eran las once, se ducho y se pusó su traje. A la una de la tarde llegó un carro negro su madre bajaba de él, Hiroshi salió de su habitación totalmente arreglado, abrió la puerta de la casa saliendo de una vez de ella, su madre lo miró emocionada, pero después cambio su expresión al ver el rostro triste y devastado de Hiroshi.

—Hijo ¿Qué tienes?

—Ya sabes que tengo, no lo preguntes.

—Hijo es por tu bien, además Aome es una buena muchacha.

—Pero no la amo mamá, no lo hago —dijo con una sonrisa hipócrita en el rostro y derramando algunas lágrimas, ojeó el apartamento de Izanami, bajó su rostro llorando silenciosamente, su hermana Mimiko salió del auto, vestía un corto vestido negro, lo miró directamente a los ojos, ella podía sentir el dolor que él sentía, agachó su rostro dándole pasó a su devastado hermano.

—Esto no está bien mamá —susurró Mimiko.

—Pero así son las cosas y ya.

—Ya veo —susurró ella sonriendo tristemente, su madre entró al auto y le hizo ademan de que entrara.

—Adelántense ustedes, tengo que comprar algo no me demoro, espérenme en la iglesia —dijo ella sacudiendo su mano en forma de despedida, la madre cerró la puerta del auto y se dirigieron a la iglesia, después de media hora bajaron del auto, todos se encontraban reunidos allí, excepto su hermana Mimiko, no le sorprendía que no estuviera después de todo ella lo odiaba, entraron al templo esperando a la novia, a las dos en punto ella entró con un extenso vestido blanco junto con una sonrisa falsa.

—Te entregó mi más grande tesoro —dijo su padre haciendo entrega de Aome, él la cogió dando inicio a la ceremonia.

 

Después de que el auto se alejara de su lado, deambuló un poco tranquilizando su mente, Mimiko miró su reloj de pulsera, eran las dos y la ceremonia ya iniciaba, suspiró acercándose al apartamento de Izanami, apretó su vientre levemente, al igual que su hermano ella también se sentía infeliz, volvió a levantar su rostro, golpeó la puerta con fuerza, en el interior Izanami se acercó y abrió mirando a Mimiko lleno de sorpresa.

—¿Por qué no estás en la boda? —preguntó ella cínicamente.

—¿A qué has venido? ¿A burlarte de mí?, ¿Por qué no estás tú? Ya son las dos, ¿no iniciaba a esa hora?

—Sí, pero… Mira no estoy de acuerdo en casar a mi hermano a la fuerza.

—¿De qué hablas?

—¿No lo sabes aún?, bueno pues a mi hermano lo están forzando a casarse.

—¿Por qué?

—Aome está embarazada.

—¿Qué? No lo sabía.

—Pues sí, por eso necesito que detengas como sea la boda.

—Pero Hiroshi me odia.

—Por Dios Izanami él te ama, eres la persona que más ama en este mundo, él está profundamente enamorado de ti.

—¿Por qué me dices esto?

—Quiero remediar las cosas que he causado, arreglar las cosas, extraño a mi hermano sabes —dijo, sus ojos soltaban lágrimas, Izanami entendía que no eran falsas, ella decía la verdad

—Pero…

—También quiero arreglar las cosas contigo —interrumpió ella —. Lo siento, les he causado muchos problemas.

—¿Entonces?

Ella se acercó a Izanami y besó sus delicados labios, se separó suavemente de él mirándolo a los ojos, ella no dejaba de llorar.

—Yo te amaba Izanami, pero fui egoísta y herí a mi hermano y a ti, como lo siento.

—Te perdono —dijo él abrazándola.

—Vamos, nos queda poco tiempo y tendremos que correr —dijo ella cogiendo la mano de Izanami, ambos corrieron hasta que cogieron un taxi que los llevó hasta la iglesia, las puertas de esta estaban cerradas, Izanami inspiro llenándose de valor, Mimiko apretó su mano y le sonrió dándole fuerza.

—Este es mi regalo de bodas, hermanito —susurró mientras Izanami entraba de golpe en la iglesia.

 

Hiroshi miró el reloj deseando que algo interrumpiera la boda, lo necesitaba, no quería casarse, el padre bendijo los anillos, entregándoles a cada uno el de su pareja, Hiroshi cogió la mano de Aome levantándola, pusó sutilmente el anillo en la punta del dedo anular de ella.

«Izanami entra por favor, detén mi boda te lo suplico, alguien por favor interrúmpanla»

—Aome recibe esta alianza, en señal de mi amor y fideli…

—¡Yo me opongo! —gritó Izanami abriendo la puerta de golpe, Hiroshi volteó efusivo el rostro, junto a él se encontraba Mimiko sonriéndole, esto le sorprendió, su madre se levantó mirando furiosa a Mimiko, los padres de Aome y casi todos los invitados también se levantaron.

—Funciono mi suplica —dijo Hiroshi alegrándose de ver a Izanami.

—¿Qué? —preguntó Aome mirándolo furiosa.

—Señor, disculpe, pero esa parte ya pasó, eso ya no es posible —dijo el sacerdote confundido con la situación, como la mayoría de invitados.

—No me importa, te amo, no voy a volver a perderte —dijo Izanami acercándose a Hiroshi.

—Pero si ambos son hombres, que indecoroso y repugnante —murmuraban algunos de los invitados, Hiroshi los miró fulminante, se acercó a Izanami y lo besó delante de todos.

—Yo también te amo Izanami —dijo mientras abrazaba a Izanami, cogió su mano y lo jalo con fuerza por el pasillo de la iglesia.

—¡Takaraji! —gritaron su madre y Aome, él se volteó y las miró.

—Lo siento, es hora de que yo sea feliz —dijo con una espléndida y sincera sonrisa —Claro que responderé por mi hijo, tranquila Aome.

—Si te vas en estos momentos, juro que te vas arrepentir Takaraji —dijo Aome apretando con fuerza sus puños.

—Tu no me amas Aome, ni te amas a ti misma, si lo hicieras jamás hubieras dejado que yo jugueteara con otras estando contigo, eres una excelente mujer, pero tienes que aprender a valorarte.

—¿Me lo dices ahora que te vas?, ¿crees que no sabía de tus aventuras?, lo toleré porque te amaba y si yo no te satisfacía lo mejor era que te compartiera.

—¿Qué clase de lógica es esa?, de igual manera ¿No crees que es demasiado cínico de tu parte hablar de amor, cuando tú misma me engañabas con otro hombre? ¿No crees que es tiempo de dejar de fingir?, nuestra relación solo era de apariencia, tú sabes muy bien que ninguno logro comprender y amar al otro como un igual.

Aome abrió sus ojos totalmente sorprendida, no entendía como era que Hiroshi sabía eso, recordó todas las noches que había estado junto a su amante, un sudor frio bajó por su medula espinal, por primera vez desde que se enteró de su embarazo dudaba de quien podía ser el padre de su hijo. Ella simplemente guardó silencio, no se atrevía a contestar nada. Hiroshi jalo de nuevo a Izanami abrazándolo con fuerza mientras se dirigía hacia la salida.

—Gracias Mimiko —dijo saliendo de la iglesia.

—De nada hermanito —su voz se quebrantaba y empezaba a llorar de nuevo.

—Vamos —dijo Hiroshi jalando a Izanami, ambos corrieron alejándose de la iglesia, se dirigieron a la casa de Hiroshi, sus cuerpos ya no soportaban el estar separados, al entrar a la casa de este Hiroshi lo agarró por la espalda recorriéndole con su delicada lengua el cuello, Izanami lo volteó a mirar totalmente excitado, mientras caminaban hasta la habitación de este cada uno se empezaba a desvestir hasta quedar totalmente desnudos, Hiroshi se posó encima de Izanami sujetándolo entre sus brazos, empezó a bajar lentamente hasta el miembro de este succionándolo y lambiéndolo mientras que Izanami se retorcía lleno de placer, después de unos minutos sacó el miembro de este de su boca metiendo dos de sus dedos dentro de la entrada de Izanami que se expandía cada vez más, después agrego un tercer dedo, cuando esta ya estaba lo suficientemente dilatada metió de golpe su miembro embistiéndolo, las caderas de Izanami se movían en un movimiento sincronizado con las embestidas que eran cada vez más fuerte, el sudor de ambos se mezclaba creando un embriagador aroma, Izanami soltó los cabellos de Hiroshi que cayeron sensualmente sobre su rostro, algunos de ellos se pegaban a su cachete lleno de sudor, después de un tiempo ambos se corrieron juntos, Hiroshi cayó en brazos de Izanami quien acariciaba sus cabellos.

—Te amo tanto Izanami.

—Yo también Hiroshi.

—Quiero pedirte algo.

—Dime.

—Eres la persona más especial que poseo en estos momentos, por eso quiero que me acompañes a visitar a mi padre.

—No me gusta el ambiente de los cementerios, pero estoy dispuesto a acompañarte.

Gracias.

—¿Cuándo vamos a ir?

—Vamos mañana, por si mi madre viene estaremos lejos de aquí.

—Muy bien, me despiertas entonces.

—Vale.

Ambos se acostaron sintiendo el calor acogedor que los abrazaba, al despertar se bañaron y se vistieron alistándose para salir, salieron exactamente a las nueve de la mañana, ambos iban cogidos de las manos, Hiroshi empezó a guiar a Izanami hasta llegar a un cementerio, soltó la mano de Izanami entrando en este, Izanami solo lo siguió en silencio hasta llegar a la tumba de su padre.

—Quería que vinieras conmigo.

—Siempre te apoyare Hiroshi —Izanami cogió la mano de Hiroshi sonriéndole, este lo volteó a mirar y lo abrazó con fuerza.

—Te amo Izanami.

—Te amo Hiroshi.

Ambos se besaron, ese beso dulce que los llenaba por completo, tal vez por fin podrían ser felices.

—¿Y ahora qué? —preguntó Izanami separándose de Hiroshi, miró la tumba del padre de este y sonrió.

—Miraremos el destino que nos repara —dijo Hiroshi volviéndolo a besar.

 


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