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Home is where the heart is por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Día 7: Sick patner/ uno esta enfermo 

7. — Sick partner

 

Miro la hora en el teléfono, y luego a la puerta. Isaac no sale, y no escucho nada dentro. Su piso está en la segunda planta de un edificio, con otros tres departamentos. La puerta del otro departamento se abre, y me siento un poco incómodo cuando la pareja de ancianos se me queda viendo. Ojala Isaac abriera ahora. Los vecinos de Isaac se alejan, no aguanto más y le llamo.


— ¿Qué?


¿puedes abrir la puerta? estoy fuera.


— ¿Por qué? Ollie, te dije que no vinieras.


— sí, lo dijiste. Solo abre la puerta— escucho un gemido ¿y está quejándose? La llamada se corta, pero puedo escuchar los pasos acercándose.


— no tenías que venir— pongo los ojos en blanco antes de que la puerta se abra— solo tengo influenza— Isaac tiene las mejillas sonrojadas, la nariz muy roja y los ojos vidriosos.


— y dijiste que tenías fiebre— le toco la frente. Esta caliente— traje medicina, y si desde anoche estas así deduzco que no has comido nada.


— te vas a contagiar— no me enfermo seguido, y cuando lo hago no me pongo muy mal.  No se lo digo, pero saco un cubrebocas de la bolsa que traigo y se lo muestro.


— estaré un rato aquí, no puedes estar solo si te sientes mal. Las gripes pueden empeorar mucho si no las tratas. Además, la fiebre puede ocasionar convulsiones. O delirios. Si caminas delirando por allí puedes lastimarme.


— ah, sí, mi héroe— Sonríe. Me pongo el cubrebocas, y entro al departamento. No es la primera vez que vengo, dejo la bolsa con la medicina en la mesa. En el sofá hay un montón de pañuelos usados— no estoy seguro de que estés aquí. Luzco fatal.


— no conozco a nadie que luzca bien cuando está enfermo— le miro mejor. Trae puestos pantalones, calcetines sin zapatos y una camisa de manga corta. La ventana está abierta y la brisa se siente fresca— ve a la cama.


— no quiero.


— Isaac.


— no voy a dejarte solo. No me vas a dejar hacer nada, pero no me siento mejor en la cama— suspiro. Podría llevarlo cargando a la cama, pero no va a quedarse. Le dejo allí para ir a la habitación.  La cama también tiene pañuelos desechables.


— vas a enfermarte también si te quedas.


— solo es gripe.


— influenza— no sé si es lo mismo o no, pero para mí es lo mismo. Le paso una cobija.


— si vas a quedarte aquí cúbrete— mi respuesta son dos estornudos— ¿tomaste medicina?— Isaac se deja caer en el sofá, envuelto en la cobija.


— no.


— ¿y comida?


— solo agua— tiene que comer algo, aunque los líquidos son buenos también— quiero pizza. O papas fritas… uh, moriría por unas papas fritas.


— No.


— papas fritas.


— voy a hacer sopa— le escucho quejarse y sonarse la nariz—tendrás que decirme donde están las cosas— aunque he venido antes no he cocinado aquí. Isaac no se levanta. Suspiro. Si fuera otra situación no me pondría a buscar en las cosas de alguien más sin permiso, pero Isaac se está portando como un niño— ¿así se sentía mi mamá cuando no le hacía caso?


— tú no eres mi mamá.


— no— en los cajones de la cocina encuentro sopas instantáneas— sopa, pero no la que busco ¿al menos tienes un sobre de pasta para sopa? No me hagas perder el tiempo buscando— le advierto. Isaac intenta reírse, pero tose un poco y vuelve a limpiarse la nariz.


— creo que en esa alacena hay alguno.


— gracias ¿Por qué no cooperaste desde el inicio?— sopa. Al fin. No cocino mucho pero una sopa no es un gran reto.


— no me gusta enfermar.


— puedes aprovechar el momento y dejar que alguien te cuide.


— ¿tú vas a cuidarme?


— estoy aquí… pero por favor, no arrojes los pañuelos al piso— saco las medicinas de la bolsa que traje y la uso para recoger los pañuelos que tiene regados.


— eso es… asqueroso.


— es peor que estén regados por todos lados— le dejo la bolsa y regreso a la cocina. Sigo las indicaciones para hacer la sopa, dejo el agua calentando para ir a la habitación y recoger los pañuelos de allí y abrir la ventana. Hay un termómetro en la cama. Ah, debí comprobar su temperatura primero. Anoche que hablamos por teléfono me dijo que tenía fiebre— Isaac, debemos ver si aún tienes fiebre.


— me siento mal, así que yo digo que si— pongo los ojos en blanco, le paso el termómetro y no regreso a la habitación hasta que veo que lo enciende y lo pone en su boca. No me quedo mucho allí, aunque este ayudando a Isaac no me siento cómodo invadiendo su casa— Aun tengo fiebre. Treinta y ocho.


— traje medicina para eso.


— ¿no debe verme un médico primero? Si me automedico podría morir. No pongas esa cara, estoy seguro que las medicinas para el resfriado y la fiebre no requieren receta médica. Ah, me siento mal, pero me alegra que estés aquí.


— te escuchabas mal anoche— dejo las cosas y sigo a la cocina, el agua ya está hirviendo— la sopa ya casi esta lista… creo que te sentirás mejor si te das un baño y te cambias la ropa.


— ¿quieres que me bañe con agua helada?— se queja y se sujeta la cabeza.


— no dije eso, si tuviste fiebre y sudoración la ropa no está cómoda. Y el agua tibia también puede ayudarte con la fiebre. 


— no sabía que eras tan mandón cuando te pones en modo mamá— intento no reírme. Si puede hacer ese tipo de bromas no debe estar sintiéndose tan mal.


— solo fue una sugerencia.


— siento que me llevaras a la fuerza al baño si no lo hago. Iré. Tienes razón, mi ropa se siente sucia— se lleva la cobija arrastrando.


Cuando regresa ya estoy sirviendo la sopa en un plato. Isaac la mira. Se ha puesto unos pantalones flojos de pijama y una camisa blanca de manga larga. Aún tiene la nariz roja y los ojos vidriosos. Pongo el plato en la mesa sin decir nada, le escucho suspirar y arrastrar la silla para sentarse.


— ¿te sientes mejor?


— un poco. Puedo respirar mejor ¿tú no vas a comer? Es injusto que solo yo coma sopa.


— eres el único que está enfermo— tomo otro plato, sirvo menos sopa y me siento en la mesa también.


— esto está mejor— no es la mejor sopa que probado, necesito mejorar mis talentos culinarios, sin embargo tampoco es la peor.  Isaac se lleva cucharada tras cucharada de sopa a la boca como si no hubiera más tiempo para comer.


 


— vas a atragantarte.


— curiosamente ahora tengo mucha hambre— eso es lo que pasa cuando enfermas, no notas otras cosas por estar en medio de pañuelos desechables— ¿me dejaras lavar los platos al menos?


— no. Medicina y a la cama.


— no quiero ir a la cama aún— al menos no tengo que decirle que se tome las medicinas: él solo saca las pastillas y se las toma— ¿podemos ver televisión?


— es tu casa.


— es que como estás en modo controlador— me rio, su risa se escucha algo congestionada aun, pero ya no tose cuando ríe. Tampoco tengo que pedirle que vaya por la cobija. Mientras recojo los platos para lavarlos, se limpia la nariz otra vez— ¿siempre eres tan servicial cuando estas en la casa de alguien más?


— solo si es mi novio y no tiene quien se encargue de que no empeore.


— Me gusta ¿sabes que te quiero?


— sí, lo sé— lavar dos platos y dos vasos no me toma mucho tiempo. Isaac esta adormilado en el sofá, envuelto en la cobija, viendo una parodia de las películas de terror. Me siento junto a él. Poco a poco termino abrazándolo.


— en serio no quiero que te enfermes.


— está bien. No te preocupes por eso— le toco la frente, no se siente igual de caliente que cuando llegue aunque aún es pronto para que las medicinas hagan efecto.


— gracias por cuidarme. Lamento haberme comportado algo pesado, no creas que no disfruto de tus atenciones. Solo no pude evitar molestarte un poco— ya me parecía extraño que estuviera comportándose como un niño— es verdad que no tenía medicinas, ¿eh? Y que no tenía demasiada energía para ir a comprar a la farmacia. 


— solo tienes que descansar y beber muchos líquidos, un resfriado se ira rápido. Y después podemos ir a comer papas fritas.


— ¿en serio? ¿Podemos pedir ahora mismo?


— No, hoy no. sigues enfermo.


— enfermo de influenza, no tengo una enfermedad que me impida comer papas fritas— refunfuña. Me rio. No pienso ceder, pero si tengo en mente algunos lugares donde podemos ir cuando se encuentre mejor— quiero papas fritas.


— deja de quejarte.


—puedo quejarme un poco, estoy enfermo ¿no? se me permite hacerlo— quiero besarle, pero no me lo permitirá. Lo acurruco más contra mí— ah, podría soportar un par de días más con gripe si tú me cuidaras.


— ya estás diciendo tonterías— los medicamentos deben estar haciendo efecto, porque Isaac comienza a bostezar y cabecear. Se queda dormido en  mi hombro. Supongo que podría quedarme a dormir para seguir cuidando de Isaac.


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