Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Codicia por 1827kratSN

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

La fiebre duró tres días y luego empezó a desvanecerse. La razón fue la desesperación que acunaba la curandera, quien tomando un riesgo muy alto duplicó y combinó las medicinas para su señor.

Ella y Tsuna sabían que a esas alturas, evitarle un desgaste demasiado grande a su rey era la única opción. Ellos dos tenían por obligación el mantener al monarca vivo hasta que el sucesor llegara o todo el reino estaría perdido.

—Tengo sed.

Aquellos ojos negros aún estaban desorientados, rodando por la habitación, sin enfocarse bien en algún punto fijo. Era el efecto de las altas dosis de medicamento, pero pasaría.

—Me alegro que despertara.

Tsuna limpiaba cuidadosamente la frente de su señor antes de otorgarle cuchara a cuchara aquel líquido vital. Pacientemente calmó la sed de Reborn y lo alimentó en porciones tan pequeñas como las que le darían a un niño.

La curandera se fue poco después, obedeciendo a las susurrantes órdenes del rey que exigía privacidad para que su esclavo cuidara de él y nadie más. Nunca se le negaba nada, así que la mujer dejó las últimas indicaciones y se fue.

—¿Hay algún mensaje de los soldados o de los consejeros?

Reborn tardó un poco en reponerse, pero al recobrar consciencia de su alrededor, preguntó aquello que lo tenía atemorizado. Porque entre sus delirios alguien le susurraba cosas que no quería, lo atormentaba con predicciones llenas de desastre y ruinas. Su corazón estaba agitado.

—Aun no.

Tsuna no quería hablar mucho sobre ese tema, porque no había parado de tener pesadillas con aquella voz desconocida que le negaba la existencia del sucesor tan esperado para esas tierras.

—¿Quiere que le cuente algo de mis tierras?

Mantenía la cabeza del monarca sobre su regazo, abanicándolo con suavidad, tratando de que Reborn descansara un poco más pues le faltaba recuperarse todavía.

—¿Cómo se alimentaban?

—Era sencillo —Tsuna sonrió al ver que poco a poco el ánimo del rey mejoraba—. Cazábamos animales que también migraban como nosotros, además, los ancianos encontraron la forma para cultivar algunas frutas o verduras.

—Pero eran nómadas.

—En cada tierra que nos asentábamos, enterrábamos semillas de cualquier tipo, la regábamos y recubríamos con sobras de nuestros alimentos. Dejábamos ese rastro por todos lados, de forma que al regresar un año o dos después, había una planta con frutos.

—Imposible.

—La oscuridad rara vez consume plantas, prefiere las almas animales o humanas, especialmente las humanas… Así que de una u otra forma, nosotros también cultivábamos para sobrevivir.

Reborn sonrió esa vez y las siguientes en que Tsuna le platicaba alguna curiosidad sobre su vida, o cuando el propio Reborn contaba una anécdota de su muy corta estancia fuera de esas tierras que le pertenecían.

Todo pareció mejorar.

O tal vez solo se estaban brindando una falsa seguridad.

Reborn empezó a caminar por el palacio, en cortos periodos, siempre consultando novedades de los que buscaban a su sucesor, pero también empezó a adiestrar a sus tropas por si algo malo ocurría, dándoles serias pautas de planes de evacuación para los que podrían servir a otro reino.

Por si acaso.

—Yo sé algo que tal vez usted no sepa.

—Pruébame —estaban sentados uno junto al otro, mirando el horizonte.

—Cuando la oscuridad atrapa a un ser vivo, le da oportunidad al resto de escapar.

—No es cierto.

—Tal vez no sea tan efectivo como dar una gota de su alma —Tsuna le sonrió al rey—, pero funciona… Cuando mi familia nómada se veía acorralada, sin esperanzas, uno de los más ancianos siempre se ofrecía como un sacrificio. Era muy triste, pero nos daba por lo menos diez minutos para alejarnos lo más posible y era todo lo que necesitábamos para ponernos a salvo al borde de una aldea que recibía los últimos rayos de sol ofrecido por un rey de flamas.

—Nunca he visto a alguien en estas tierras hacer eso para ayudar a los demás.

—Tal vez porque hay quien los proteja. Los nómadas no teníamos ese privilegio.

—Ahora creo que toda esta gente debería aprender más de los nómadas.

—Usted puede enseñarles.

—Lo que en realidad desearía, es volver a tierras de mis padres y saber si al menos mis hermanos siguen con vida.

Ambos empezaron a compartir muchas cosas, experiencias, secretos, sueños. Aprendieron a tratarse como iguales, hasta el punto en que el rey comía por sí solo y el esclavo se alimentaba a la par. Llegó incluso al punto en que Tsuna dejó de acunar al rey entre sus brazos para cuando este descansaba… y ahora era Reborn quien abrazaba protectoramente al esclavo. Parecía así sentirse más tranquilo en su descanso.

Ocultaban la verdad.

Porque ahora eran los dos quienes escuchaban el horrible mensaje de aquella voz anónima quien les dictaba la perdición para todo ser vivo que habitara cerca de ellos.

—Esta vez quiero un escolta esperando a mitad de camino.

—Sí, mi señor —reverenciaba el capitán.

—Con un caballo que soporte mi peso.

—Así se hará, yo mismo escogeré el mejor corcel para usted.

Llegaba la hora de alimentar a la oscuridad, como tantas otras veces, y aun así, Tsuna lo percibió diferente. Grande fue su sorpresa cuando Reborn lo ayudó a montarse al corcel y después él se acomodó para guiar el camino. El capitán no replicó, pero estaba tan sorprendido como el esclavo, pues alguien de su clase jamás tuvo o tendría un trato tan amable.

Fue un camino silencioso y pesado.

A más de la mitad del camino, el rey le ordenó al capitán quedarse junto a los dos caballos de transporte, que estuviera siempre atento para ayudarlo cuando terminara el ritual. Soldado bien dispuesto, agachó la cabeza y obedeció. No cuestionó la acción de Reborn, ni cuando este tomó amablemente la mano de Tsuna y de esa forma empezó la travesía.

El toque era gentil, el paso calmado, sin palabras.

La brisa los golpeó casi al llegar al sitio tradicional de aquella pelea eterna.

—Tsuna.

—¿Sí? —despegó su mirada de sus dedos entrelazados con los del azabache.

—Tengo una orden absoluta para ti.

—Será un gusto cumplir su mandato.

—Cuando yo caiga, corre y vuelve con el capitán.

—¿Qué?

—Dile que prosiga con la evacuación y tú te asegurarás de que hasta la última persona abandone este lugar.

—Pero…

—La voz también te lo dijo, ¿no?

Así que no habían sido solo pesadillas. Y aunque lo supo desde el inicio, no quiso admitirlo hasta ese momento.

—Ya no hay sucesor —susurró Tsuna.

—Y más que eso —Reborn se detuvo frente al dibujo grabado en el suelo, a pocos pasos de la oscuridad—. Esta será la última gota de mi alma que podré brindar.

—Todo está perdido —Tsuna repitió lo que esa voz le susurró durante tantas noches.

—Lo está —Reborn se giró hacia el castaño—. Esta tierra se extinguirá, pero puedo darles un mes para que abandonen todo… Solo uno, calculo.

—Debe haber algo que podamos hacer.

—No hay nada —entonces la mano de Reborn soltó la del castaño.

Tsuna estuvo a punto de decir algo, de reclamar, rogar si era necesario, pero sus palabras murieron cuando aquel rey apático y caprichoso le brindó una de las sonrisas más sinceras que había visto.

—Tu compañía ha sido un gran alivio para mi tormentosa existencia —elevó su mano para acariciar la mejilla del castaño—, al menos alejaste mis pesadillas y las volviste solo brisas frías.

—Reborn.

—Agradezco mucho el tiempo compartido, Tsunayoshi… Lo digo como hijo de agricultores hacia el hijo de un nómada.

Ese día Reborn dejó de ser el rey de esas tierras, y se mostró como un simple hombre que hizo todo lo posible por cumplir con un destino que le obligaron a seguir.

Reborn depositó un beso amable en la frente del castaño, quien desesperadamente le sujetó de las prendas para que no se alejara. Se otorgaron un abrazo gentil por el tiempo suficiente hasta que la mente de ambos se calmó. Porque tenían un destino que cumplir.

—Cuida de todos y busca a tus hermanos en el siguiente reino.

—Los cuidaré bien.

Reborn ingresó al círculo por última vez, a paso firme, dejando que su llama se extendiera en el diamante de su colgante, y se dio un breve momento para ver la pequeña llama amarilla que era la última gota de su alma… Era una suave lucecita que se mostraba en la punta de sus dedos.

—Al fin descansaré tranquilo —sonrió.

Se enfrentó a la oscuridad como tantas otras veces, con la frente en alto, con la seguridad que mostró desde la primera vez que realizó aquel ritual. Se enfrentó a ese monstruo intangible y eterno, para decirle con mucha rabia… que le iba a dar la última gota de su alma, pero que no se llevaría las demás almas de aquel reino.

—¡Aun no!

Apenas pudo diferenciar la voz de su castaño acompañante cuando sintió un fuerte empuje en su cuerpo que lo lanzó lejos de los tentáculos que acabarían con su desgracia.

Porque en el preciso segundo, justo antes de que el alma del rey fuera consumida en totalidad, el siervo se ofreció como sacrificio para darle al menos una oportunidad a ese ser humano que no había tenido felicidad.

Reborn vio el como la oscuridad sujetaba a Tsuna, envolviéndose rápidamente alrededor de aquel brazo, arrastrándolo hacía esa eterna negrura con rapidez.

—¡Diez minutos! —gritó el castaño forzando su cuerpo a no ser tragado tan fácil—. ¡Diez minutos para salvarlos! ¡No está todo perdido!

—¡Tsuna! —Reborn lo vio con terror.

—¡Cumpla su último deseo y busque a su familia! —exigió peleando para que lo escuchara—. ¡Sea feliz una última vez antes de morir!

—¡Siempre me das contra! —enfureció.

—¡Diez minutos!

Lo último que vio Reborn, fue la sonrisa gentil de aquel castaño.

Y después desapareció en medio de esa negra fosa de muerte.

Reborn perdió al muchacho que le trajo un poquito de paz.

Lo perdió todo.

Absolutamente todo.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).