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Seducir / Lencería por DanyNeko

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"Adicción es encontrar el sexo salvaje y el amor cursi, en una misma persona"

 

Bakura subió las escaleras de dos en dos cuando perdió Ryou de visita. Había dejado un poco de margen entre ellos para no llamar la atención sobre ambos, pero el pequeño conejo se le había escabullido en un segundo.

Cuando llegó al próximo piso, un coro de arrullos y palabras superpuestas llamó su atención. Gruñó sin recato cuando encontró el orígen del ruido. Ryou acorralado entre en grupo de chicas de su 'club de fans'.

Sin embargo, se detuvo un momento y observó. Ryou, como siempre, les estaba dando esa educada sonrisa ensayada, que realmente no se veía natural en él, no le llegaba a los ojos. No obstante, había una incomodidad inherente en el albino que nunca dejaba que se notara en situaciones como esta.
Incluso hubo el más breve ceño fruncido en su rostro, algo que nunca mostraba a las chicas cuando las rechazaba. 

¿Puede ser que su conejito estuviera tan ansioso por un momento a solas como él?

—Chicas, de verdad estoy un poco ocupado ahora ¿Sí? 

— ¡Podemos ayudarte! / ¡Sí, déjanos ayudar! / ¡Dinos qué necesitas.

A Bakura se le estaba acabando la paciencia pero sabía que Ryou no apreciaría que simplemente fuera a gritarle a todas esas locas que se esfumaran y lo dejarán en paz. Tal como estaban las cosas, Bakura no iba a arriesgarse a que su dulce Ryou se molestara con él.

Así que, tratando de darle una salida, sacó su teléfono de nuevo y lo llamó.

Ryou casi saltó ante la melodía que emitió su teléfono, Bakura incluso alcanzó a escuchar que no era la canción habitual que sabía que Ryou tenía para las llamadas ¿La había cambiado recientemente?

Sin siquiera ver la pantalla, Ryou levantó la mirada y sus ojos se conectaron. El menor asintió levemente con la cabeza y fingió tomar la llamada mientras Bakura colgaba —lo siento, debo atender esto —se disculpó con el grupo antes de empezar a hablar en inglés, retrocediendo unos pasos.

Las chicas se quejaron y desanimaron, molestas por perder la oportunidad de pasar tiempo con Ryou. Finalmente se retiraron, sin embargo, Ryou mantuvo su teléfono en mano mientras se acercaba a una puerta en particular.

Bakura avanzó hacia él, tan lentamente como su anticipación podía permitirle. Un pequeño puñado de estudiantes de primer año pasó a su lado para bajar por las escaleras mientras Ryou sacaba un llavero de su bolsillo.

Este era el pasillo de los salones que se usaban para los clubes, todos ellos cerrados hasta el primer descanso para evitar que los estudiantes los usaran para escapar de clases.

Ryou deslizó la llave en la cerradura y abrió la puerta cuando Bakura estuvo a solo dos pasos de su espalda. Sin cruzar palabras, ambos entraron.

El salón de artes. Por supuesto. Era el club al que Ryou pertenecía.

Bakura dio un paso más, dentro, y Ryou se dio la vuelta para recuperar las llaves y cerrar la puerta, luego de guardar su teléfono.

El mayor se movió hacia adelante y lo arrinconó contra dicha puerta, colocando ambas manos a los lados de sus hombros y presionándolo ligeramente con su pecho.

Ryou no se quejó.

—Se supone que ningún salón de club está abierto hasta el descanso —murmuró contra su oreja, inclinando la cabeza hacia su cabello suave y esponjoso.

Hubo una pequeña risilla —supongo que tiene sus ventajas ser un estudiante destacado y ayudar al profesor con los materiales y esas cosas —sacudió burlonamente las llaves antes de guardarlas en su mochila, la cual dejó caer al suelo sin ceremonias, antes de darse la vuelta entre los brazos de Bakura.

Ryou colocó sus brazos alrededor del cuello de Bakura y tiró de él en un beso. Aunque fue tan inesperado como todo lo demás que había pasado esa mañana entre ellos, Bakura se acopló al beso rápidamente, colocando sus manos en la cintura de Ryou, frotando pequeños círculos con sus pulgares allí mientras sus bocas se fundían en un lío de succiones y mordiscos, aunque se tomó el cuidado de no poner demasiada presión en los labios del menor, sabiendo que la delicada piel estaba previamente magullada.

Pasando su lengua por la dulce boca sonrosada, Bakura se dio cuenta que, en realidad, los labios de Ryou no estaban tan maltratados como parecía en la foto.

Cuando se tomaron un momento para respirar, el mayor subió una mano al mentón de su adorado conejito y deslizó el pulgar justo por el borde de su labio inferior, sintiendo al chico temblar ligeramente — ¿No duelen? —eligió preguntar, en vez de decir que no se veían tan magullados como antes.

Ryou tarareó —Malik me dio un bálsamo con cristales de azúcar que ayudó con eso —comentó casualmente —tuve que asegurarle que no estaba teniendo terrores nocturnos ni pesadillas.

Bakura se relamió los labios — ¿Por eso sabes tan dulce? Empezaba a pensar que desayunaste caramelos —las mejillas de Ryou se colorearon ligeramente mientras luchaba con el impulso de morderse el labio inferior —nunca me dijiste de qué iba tu sueño, ahora que lo mencionas.

—Oh ¿No lo hice? —preguntó en cambio, con fingida inocencia.

El mayor tarareó reflexivamente —no, creo que estuviste demasiado ocupado tentándome —finalmente empujó sus caderas hacia adelante, presionando su erección contra el vientre bajo de Ryou.

El oji-verde prácticamente jadeó contra su mandíbula cuando lo sintió, arqueando sutilmente su cuerpo hacia él. Una reacción encantadora, si le preguntan a Bakura.

Mm~ Alguien parece ansioso —Ryou tarareó, empujando sus caderas en respuesta, haciendo que Bakura siseara por el anhelado roce.

—Has estado jugando conmigo toda la mañana —gruñó el mayor, acalorado.

Las manos de Ryou finalmente se deslizaron lejos del cuello de Bakura, bajando lentamente hasta los botones de la camisa escolar, agradeciendo internamente el hecho de que el más alto no se había puesto la chaqueta. 

Lentamente, desabrochó un botón —es apenas lo justo —murmuró, poniéndose de puntillas para alcanzar su oreja —tú has estado jugando conmigo toda la semana, tal vez incluso más tiempo que eso —pronunció en un claro tono reprochante al mismo tiempo que se balanceaba, de modo que la entrepierna del mayor se frotara contra su muslo. Sonrió cuando Bakura movió las caderas en respuesta.

—Yo- —Bakura se enredó un poco con sus palabras mientras se apresuraba a retirar la chaqueta de Ryou. El mejor llevaba una camiseta ese día en lugar de una camisa de botones —tú siempre decías que parara.

— ¿Y cuándo demonios has hecho caso, de todos modos? —Ryou siseó esta vez, antes de morderle burlonamente la oreja. Bakura empujó ligeramente más fuerte junto con la presión en su apéndice —ni siquiera sabía si realmente estabas coqueteando o simplemente elegiste molestarme y ponerme de los nervios al límite en que ni siquiera podía verte a los ojos sin pensar en… tantos escenarios diferentes —los dedos de Ryou se deslizaron entre la camisa ahora abierta y sus uñas rasparon suavemente su camino hacia arriba por la espalda de Bakura, haciéndolo estremecer de gusto y suspirar.

—Ryou —suspiró su nombre antes de sentir las pequeñas uñas clavarse con más fuerza en su espalda. Entonces Ryou bajó la cara hasta su cuello y mordió con un poco de fuerza allí, inhalando profundamente por la nariz.

—Te dije que dejaras de bromear, varias veces —murmuró lo suficientemente alto para ser escuchado —si solo estabas jugando y metiéndote conmigo, ibas a acabar con mi cordura… si realmente estabas interesado en tener algo conmigo, necesitaba que lo dijeras claramente.

Bakura movió su cabeza lo suficiente para que ambos pudieran verse a los ojos. De inmediato sintió un golpe en el pecho, los hermosos ojos verdes de Ryou estaban ligeramente húmedos —Ryou —lo llamó suavemente, para que se enfocara en él —me gustas mucho. Y te deseo. Con locura, ambas cosas.

Ryou exhaló un suspiro, que no sabía que estaba conteniendo, y lo besó. Con desesperación.
En medio del beso, Bakura lo tomó de los muslos y lo levantó, haciendo que Ryou lo envolviera entre sus piernas.

Ambos gimieron cuando sus zonas sensibles y ansiosas de atención chocaron de forma un poco torpe, pero bien recibida aún así.

—No tienes idea de lo asustado que estaba cuando envié el primer mensaje esta mañana —volvió a murmurar el oji-verde, esta vez contra los labios ajenos.

— ¿Asustado por qué, conejito? —Bakura preguntó del mismo modo.

Ryou no dijo nada sobre el apodo esta vez —de que, si todo era solo una forma de molestarme, te alejaras de mi si yo respondía de esa manera —volvió a apretar las uñas contra su espalda.

Bakura lo calmó con suaves "shh" —nunca podría alejarme de ti, Ryou —le prometió entre besos cálidos y cariñosos —me tienes comiéndo de la palma de tu mano. Tenerte cerca es todo lo que quiero —bajó un camino de besos por su cuello, finalmente consiguiendo algunos lindos gemidos, aunque controlados por temor a qué alguien los escuchara desde el pasillo —sin embargo, inicié sin pensar un juego en el que no tenía ninguna posibilidad contra ti —añadió mientras deslizaba sus manos dentro de la camiseta de Ryou, queriendo sacarla del camino —dices que te he estado molestando al menos una semana. A ti te bastó una mañana para hacerme perder la cabeza.

Ryou se rió entre dientes, ligeramente avergonzado —supongo que me desperté con las hormonas insoportablemente alborotadas.

Bakura arqueó una ceja mientras subía de vuelta a sus dulces labios — ¿El mentado sueño?

—Oh sí —susurró el otro, mordiendo juguetonamente el labio inferior de Bakura antes de darle una sonrisa traviesa —nunca había tenido un sueño húmedo tan intenso antes.

Las manos de Bakura se movieron para amasar y apretar el redondo trasero de Ryou, provocando que el menor jadeara de placer y se apretara contra su cuerpo.

—Cuéntame sobre tu sueño.

Ryou tarareó cuando una de las manos de Bakura tiró de la tela de su camiseta, así que lo ayudó a quitársela —un poco como esto. Solos, en un rincón apartado de la escuela, tu me molestabas y yo te decía que dejaras de bromear, sólo que entonces me responderías que no eran simples bromas y me besabas —lo besó de nuevo antes de seguir —luego, no preguntes cómo, lógica de los sueños, terminamos en mi habitación, en la cama, para jugar

Bakura se movió, esta vez besando alrededor de su oreja mientras una de sus manos subía lentamente por el pecho de Ryou, hasta alcanzar uno de los pezones ya endurecidos y anhelantes de atención —bueno, ese es un escenario al que no me molestaría llegar —murmuró junto a su oreja, antes de morder la parte alta —me encantaría ocupar ese espacio vacío en tu cama, si es que alguna vez tienes la intención de invitarme.

Ryou asintió entre pequeños jadeos, antes de inclinar la cabeza hacia un lado —por el momento tendremos que conformarnos con el sofá.

Bakura parpadeó como un búho cuando volteó a mirar y, de hecho, encontró un mueble relativamente cómodo en el mediano salón de arte. Un poco avergonzado de mantener a Ryou en una posición probablemente incómoda contra la puerta, ajustó su agarre sobre él y caminó hasta el sofá. Ambos se deshicieron de sus zapatos en el proceso.

Una vez frente al mueble, Bakura sentó a Ryou sobre el espaldar, dejándolo apoyarse en la pared que había justo detrás. Él apoyó una rodilla sobre los cojines para estar a la altura de su vientre antes de llevar una mano hacia el cinturón y dándole una mirada significativa — ¿Puedo?

Ryou asintió, un poco sonrojado pero sin titubear, antes de murmurar algo sobre que deberían terminar de desvestirse antes de que cualquiera de ellos pudiera dejar evidencia de su 'escapada de clases' en sus pantalones.

También con un ligero rubor en las mejillas, Bakura retiró el cinturón y desabrochó el pantalón ajeno, antes de tomar la prenda por los costados —sigue contándome de tu sueño. Qué pasó en la parte divertida —dijo él, tirando juguetonamente de la prenda.

Ryou levantó las caderas para facilitar el trabajo —sé que dijiste que te gusta oír mi voz —bromeó —pero ¿Por qué no me cuentas tú lo que pensaste cuando te envié todos esos mensajes?

Bakura se rió entre dientes mientras dejaba los pantalones de Ryou a un lado y procedía a sacar los suyos —te refieres a ¿después de pensar que había despertado en otra dimensión? —Ryou se sonrojó más fuerte cuando Bakura, ahora solo en ropa interior, volvió a meterse entre sus piernas — ¿Honestamente? La segunda y cuarta foto me dieron muchas ganas de hacer esto —deslizó sus manos por los muslos de Ryou antes de bajar la cabeza para adorar la suave piel cómo había deseado desde temprano.

Entonces Bakura se detuvo en seco. Y Ryou se congeló en tensión.

El mayor tarareó un sonido de confusión mientras sus dedos se reubicaban para acariciar cerca de las caderas del oji-verde. 
Ryou tembló, esperando una respuesta mientras Bakura observaba la ropa interior que llevaba ese día. 
En lugar de un bóxer había una pieza de lencería coqueta. Una prenda hecha casi por entero en encaje, color celeste, con un curioso patrón: el conejo logo de playboy; además, un par de tiras se curvaban a cada lado, justo encima de sus caderas, con un lazo azul más oscuro en cada lado.

Ryou sentía que se ahogaba en sus nervios cuando pasaron unos segundos sin que Bakura pronunciara una palabra — Uh ¿Inesperado? —pronunció con voz tan débil, que Bakura apenas pudo oírlo, sacándolo de sus pensamientos.

— ¿Qué? Uh, lo siento. Me sorprendí —sus dedos frotaron círculos en la piel desnuda para confortarlo — ¿Usas este tipo cosas a menudo?

Ryou se encogió levemente en su lugar, sintiendo que tal vez no fue tan buena idea como cuando se lo puso en la mañana —uh, no siempre, y este específicamente fue por ese apodo que insistes en usar conmigo —explicó, haciendo que Bakura riera entre dientes —pero sí, a veces… me gustan este tipo de prendas… ¿Es muy raro? —lo miró, repentinamente incómodo y avergonzado.

Bakura se aseguró de tranquilizarlo, cubriendo sus mejillas con ambas manos —para nada —lo besó —estoy seguro que lo luces mejor que muchas chicas —besó sus mejillas también —eres hermoso.

Después de que el menor dejara escapar la tensión en un par de suspiros, Bakura regresó a su intención original. Deslizó sus manos por los muslos de Ryou una vez más, separándolos cómodamente antes de seguir el rastro con su boca, amando la sensación de la piel delicada y suave bajo sus labios y dientes, y los sonidos que Ryou empezó a hacer, tratando a medias de cubrirlos.

Ryou se cubrió la boca con una mano, mientras la otra acariciaba el cabello de Bakura, tratando de hacerle saber que le gustaban sus atenciones.

—Estás temblando —murmuró el mayor, después de dejar un chupón muy cerca de la delicada prenda.

—Se siente bien —Ryou respondió entre jadeos, justo cuando Bakura dejó un beso bajo su ombligo y bajó para deslizar sus labios a lo largo de su erección vestida. El menor ahogó un gemido y se arqueó por la sensación —Bakura~

Cuando Bakura volvió a besarlo, Ryou lo empujó para que se recostara en el sofá, siguiéndolo para sentarse a horcajadas de sus caderas. Después de intercambiar uno besos más, Ryou cubrió los ojos de Bakura con una mano y acercó la boca a su oreja izquierda, dónde procedió a susurrarle que también lo deseaba con locura, cuántos días llevaba anhelando un simple beso, y cómo tenía que luchar consigo mismo cuando Bakura lo jalaba de sorpresa y él simplemente quería abrazarlo y derretirse en su toque. Todo, entre besos esparcidos por el cuello, los hombros y alrededor de la oreja. Bakura era quien estaba temblando ahora.

—Te necesito, no me hagas esperar más —Ryou ronroneó y Bakura los movió para que ahora el oji-verde estuviera de espaldas en el sofá y, cuidadosamente, le sacó la prenda de encaje, al igual que su propia ropa interior.

—Yo, eh, no tengo preservativos —murmuró ligeramente avergonzado — ¿Aún quieres-

Ryou solo bufó —eso puede esperar hasta que lleguemos a mi casa… si quieres venir conmigo después de clases, claro —le dedicó una sonrisa traviesa, sabiendo que Bakura no iba a negarse —por ahora…

Ryou los acomodó a ambos en la posición de perrito para guiar el miembro de Bakura entre sus muslos, apretándolos los suficiente para no ser doloroso — ¿Ryou?

El menor giró la cabeza y lo besó —muévete —le indicó. Bakura le rodeó la cintura con un brazo y dio algunos empujones experimentales hasta que hallaron un buen ritmo. Ryou jadeaba y ronroneaba cuando Bakura empezó besarle los hombros y la espalda, sin embargo, apenas pudo contener un gemido cuando su amante aceleró el ritmo a la vez que soltó su cintura en post de envolver su miembro y masturbado al mismo ritmo de sus embestidas.

Ryou, en su nebulosa de placer, se alegró de que ambos llevaran el pelo suelto con regularidad. Si el uniforme no podía cubrir todos las marcas y chupones que se habían hecho mutuamente, sus mechones lo harían.

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Se quedaron, al menos, quince minutos tirados en el sofá después de aplacar su calentura, procurando compartir caricias y mimos más tiernos y menos provocativos para no acabar saltándose todas las clases del día.

Después de un poco de limpieza necesaria, se escabulleron silenciosamente del salón, tomados de las manos, sin que ni un alma fuera testigo de ello. Llegando a tiempo para la segunda clase del día

Sin embargo, la cabeza de Bakura estaba en cualquier parte menos en la escuela.
¿Cómo se supone que iba a concentrarse en el resto de las clases cuando sabía perfectamente lo que Ryou llevaba bajo la ropa? ¿Algo que había elegido específicamente por él? Y aún más ¿Todas las promesas que se habían hecho mutuamente de vuelta en el salón de arte sobre lo que harían más tarde en la privacidad y comodidad de la habitación de Ryou?

Les esperaba un laaargo día de clase.


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