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Los limites de JiHoon por DenisseZepol

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―¿Por qué torturas a ese pobre hombre? ―le preguntó Jaehyeong con una sonrisa. 


 


SeungCheol estaba demasiado ocupado mirando el apretado y pequeño culo de JiHoon mientras el hombre se alejaba. No estaba torturando a JiHoon. Era al revés. SeungCheol había utilizado hasta la última gota de control que poseía cuando JiHoon trabajaba en Kim Inc., fue duro como el infierno, no follarse al hombre contra el refrigerador de agua casi todos los días. 


 


Cuando MinHo despidió a JiHoon, SeungCheol estaba a la vez molesto y aliviado. Era un experimentado Dom. No debería tener que luchar contra la atracción que sentía hacia JiHoon. Debería haber tenido más control que eso. 


 


―¿Dónde está TaeMin? ―HyukJae le preguntó a MinHo. 


 


―Trabajando para terminar algunos informes ―respondió MinHo. 


 


SeungCheol se echó hacia atrás, no permitiendo que los hombres vieran como MinHo lo irritaba a veces. El hombre había encontrado al perfecto sumiso, los otros tres seguían buscando. A MinHo le gustaba recordarles a HyukJae, Jaehyeong, y SeungCheol, que vivía en la bienaventuranza. 


 


―¿Estás pensando en JiHoon? ―preguntó MinHo. 


 


―Tal vez ―respondió SeungCheol honestamente. 


 


―Eso sí, no le permitas que esté cerca de ningún aparato eléctrico con café ―advirtió MinHo. 


 


―¿Es así como empezó? ―preguntó SeungCheol mientras se enderezaba―. ¿El café? 


 


―Bueno ―arrastró las palabras MinHo lentamente―, más específicamente, la cafetera. Todavía no estoy exactamente seguro de lo que sucedió, excepto que había manchas de café por todas partes cuando la jarra del café explotó, y luego el maldito cubículo se llenó de humo. Tuvimos suerte de que nadie resultara herido. 


 


El rostro de SeungCheol se ensombreció cuando frunció el ceño. ―¿Alguna vez consideraste que podría haber sido un accidente o tal vez un cortocircuito eléctrico? Despedir a JiHoon fue un poco extremo, ¿no te parece? 


 


―En serio, no fue mi decisión. ‘La orden llegó desde arriba.’ 


 


SeungCheol quería gruñir y tirar algo. La orden llegó desde arriba. La alta gerencia no tenía idea de cómo trabajaba el resto del mundo. Metían la cabeza en sus culos y vivían en sus propios pequeños mundos de ensueño. 


 


MinHo pronto se inclinó hacia delante y apretó su vaso con sus dos manos. ―El señor Lee lo ordenó. 


 


Las cejas de SeungCheol se dispararon cuando oyó un pequeño gruñido en la voz de MinHo. El hombre generalmente era mejor manteniendo controladas sus emociones. Sin embargo, cuando se trataba del Director General de Kim Inc. MinHo parecía tener muy poco control. 


 


Y SeungCheol sabía exactamente por qué. 


 


MinHo no había entrado en demasiados detalles, pero le había explicado a su pequeño círculo de amigos que tenían que tener cuidado con el Sr. Lee. El hombre era una amenaza y no solo por querer chantajear a las personas a su cargo para conseguir lo que quería. Sino que, al parecer, había querido a TaeMin, el sumiso de MinHo. 


 


SeungCheol miró hacia la puerta de la cocina cerrada, preguntándose si JiHoon había sufrido el mismo abuso del viejo Director General. ¿Habría intentado el Sr. Lee chantajear a JiHoon para que hiciera algo contra su voluntad? 


 


SeungCheol no podía soportar la idea de que alguien hubiera forzado al guapo hombre a cualquier cosa. Se le crisparon todos los nervios que tenía. Sintió un repentino sentido protector llenándolo, tensó sus músculos mientras trataba de resistir la tentación de tomar por asalto la cocina y envolver a JiHoon entre algodones. 


 


SeungCheol no comenzó a respirar normalmente otra vez hasta que vio abrirse la puerta y a JiHoon salir con una bandeja de aperitivos. Cuando JiHoon se acercó a su mesa, le echó una ojeada a los suaves ojos color avellana del hombre y a los rizos marrones que colgaban sobre la frente de JiHoon. 


 


SeungCheol rápidamente se aferró al borde de la mesa cuando JiHoon se tambaleó. Le tomó hasta la última gota de su control, no saltar y asegurarse de que el hombre estaba bien. No fue mucho mejor cuando JiHoon llegó a su mesa y SeungCheol notó las manos del pequeño hombre temblando. 


 


Se acercó y puso su mano sobre la cadera de JiHoon y se inclinó hacia él. ―Relájate, JiHoon. Lo estás haciendo muy bien. 


 


Los ojos de JiHoon se abrieron como platos cuando reunió su mirada con la de SeungCheol. Crecieron aún más cuando SeungCheol se limitó a asentir. JiHoon tragó saliva y luego se volvió hacia la mesa, cuidadosamente dejó los aperitivos en la misma. 


 


―¿Puedo conseguirles cualquier otra cosa señores? ―preguntó JiHoon con un pequeño temblor en su voz―. ¿Otra copa, tal vez? 


 


―Estamos bien, JiHoon ―contestó SeungCheol por el grupo―. Gracias. 


 


―Si necesitan algo, solo pregúntenle a cualquiera de los otros camareros por mí, y estaré aquí. 


 


SeungCheol casi gruñó al ver a JiHoon alejándose otra vez de él. El hombre tenía el culo más apretado del universo. SeungCheol daría casi cualquier cosa por tener acceso a ese perfectamente redondeado y pequeño culo, perfecto. 


 


―Contrólate, SeungCheol, o voy a tener que remojarte para apagarte. 


 


SeungCheol se giró hacia HyukJae. Podía echarle una ojeada a JiHoon todo lo que quisiera. Aunque prefería llevarse a casa al hombre y atarlo a su cama, pero si todo lo que podía hacer en este momento era babear sobre el culo del hombre, lo aceptaría. 


 


La ligera risa que siguió a su gesto, duró hasta que otro camarero se acercó a su mesa. SeungCheol se recostó en su asiento, arqueando una ceja ante el recién llegado. No dijo una palabra, y tampoco lo hizo nadie. Sus amigos conocían su interés por JiHoon. 


 


―Hola, mi nombre es SeokMin. Voy a ser su camarero esta noche ―dijo el joven―. Si hay cualquier cosa en la que pueda servirles ―sonrió ampliamente mientras su mirada se posaba sobre cada uno de los cuatro hombres en la mesa―, y quiero decir cualquier cosa, por favor no duden en hacérmelo saber. 


 


El mensaje detrás de las palabras del camarero era muy claro. 


 


―¿Dónde está JiHoon? ―preguntó SeungCheol con los dientes apretados. 


 


―Me temo que JiHoon ha sido asignado a otra mesa, señor. ―El aleteo de pestañas que acompañó a la palabra ‘señor’ ralló los nervios de SeungCheol casi tanto como el conocimiento de que JiHoon ya no sería su camarero. 


 


SeungCheol quería saber por qué. 


 


Se deslizó de su asiento y tiró su servilleta de tela sobre la mesa y luego atravesó el restaurante hacia la puerta de la cocina por la que había visto pasar a JiHoon minutos antes. El nivel de ruido del restaurante y el área de la cocina era muy diferente y detuvo a SeungCheol justo en la puerta, le impresionaba un poco el volumen. 


 


Parecían muy ocupados. La gente corría de ida y vuelta gritando órdenes de alimentos. Otros le daban vueltas a los alimentos en los grandes calderos o en las cazuelas. Otros cortaban y agitaban y colocaban la comida en los platos. 


 


Y no había ni rastro de JiHoon por ningún lado. 


 


―Estoy buscando a mi camarero, Lee JiHoon ―dijo SeungCheol en voz alta sin inflexiones en su voz. Era una voz que demandaba la atención, el respeto y la obediencia inmediata. Había servido a SeungCheol en el mundo de los negocios. Esperaba que le sirviera también ahora, cuando casi todas las personas en la habitación se detuvieron y se volvieron para mirarlo―. Creo que hice una pregunta. ¿Dónde está mi camarero? 


 


Un hombre de cabello oscuro se adelantó desde el otro lado de la cocina. La etiqueta de su chaqueta blanca le dijo que se llamaba BumJoo. El hombre parecía un poco asustado mientras se retorcía las manos. 


 


―¿Y bien? ―espetó SeungCheol. Estaba cansado de que no le dieran una respuesta. 


 


―Señor, por favor, regrese al restaurante. La cocina es sólo para empleados. 


 


―Me iré cuando alguien traiga a JiHoon ante mí. 


 


‘Y ni un jodido segundo antes.’ 


 


Los ojos de BumJoo se deslizaron a una puerta en la parte trasera de la cocina, y luego miró a SeungCheol una vez más. ―Lo siento, señor, pero JiHoon está con el propietario en este momento. 


 


SeungCheol pasó por delante de BumJoo, más allá de los demás trabajadores, y se acercó a lo que parecía ser una pequeña oficina. Podía oír a un hombre gritando mientras caminaba hacia la puerta, y SeungCheol tenía la sospecha de quien estaba gritando. 


 


―¿Cuántas veces te he dicho que tienes que tener cuidado mientras estás sirviendo a nuestros clientes? 


 


Era el señor Han. SeungCheol reconoció el tono de irritación del hombre corpulento. Se aclaró la garganta cuando dio un paso dentro de la oficina. 


 


El Sr. Han se enderezó de inmediato, llevando su pelo hacia atrás a su lugar y asintió hacia SeungCheol. ―¿Hay algún problema en el comedor? 


 


Los ojos de SeungCheol se deslizaron hacia JiHoon, que estaba de pie al otro lado de la mesa del dueño, mirando como si estuviera a punto de llorar. SeungCheol sintió su sangre hervir a fuego lento cuando chasqueó los ojos de JiHoon al Sr. Han. 


 


―Sí, hay un problema. ¿Por qué JiHoon ya no es mi camarero? ― SeungCheol hizo que su tono de voz sonara tan disgustado como se sentía. JiHoon no había hecho nada malo. Tirar una cubitera de hielo no constituía que tuviera que pasar por la oficina del jefe. 


 


El Sr. Han estaba detrás de su desordenado escritorio, mirando fijamente a SeungCheol como si le hubiera hablado japonés. ―¿Perdón? 


 


El propietario sí que lo sentiría si no dejaba de hablarle a JiHoon de esa manera. ―Le he preguntado por qué JiHoon fue retirado de mi zona. 


 


El hombre pareció recobrar su compostura como por arte de magia cuando hizo un gesto con la mano hacia JiHoon, lo que molestó a SeungCheol. ―Mi empleado necesita un poco más de entrenamiento. 


 


Y SeungCheol planeaba ser la persona que le diera a JiHoon todo el entrenamiento que el hombre necesitara. ―Envíelo de vuelta a mi mesa. 


 


―Pero- 


 


SeungCheol levantó una mano. ―¿Cómo va a aprender si es apartado cada vez que comete un error? Con alguien como JiHoon debe mostrar paciencia. ― SeungCheol miró a JiHoon, viendo la cruda necesidad en esos suaves ojos castaños del hombre―. A alguien como JiHoon se le debe permitir florecer. 


 


―¿Florecer? 


 


SeungCheol ignoró al hombre y volvió su atención de nuevo a JiHoon. ―Reúne nuestras órdenes y llévalas a nuestra mesa. 


 


―Sí, señor ―respondió JiHoon rápidamente cuando miró de SeungCheol al Sr. Han. 


 


―Ahora ―ordenó SeungCheol. 


 


Cuando JiHoon se apresuró a salir de la oficina, SeungCheol se volvió hacia el dueño de De Monique. ―Les agradecería mucho que le permitiera a JiHoon terminar su turno sirviéndome. 


 


Contuvo la sonrisa por su juego de palabras. El hombre no tenía ni idea de lo que SeungCheol tenía en mente para su pequeño y querido JiHoon. Las imágenes se reproducían en la mente de SeungCheol como lo hacían cuando JiHoon trabajaba para Kim Inc., podía imaginar a JiHoon atado a la cama, gimiendo mientras SeungCheol lo torturaba con todos los juguetes que poseía. Su polla empezó a erguirse, y SeungCheol no hizo nada para ocultarlo. Permitiendo que el hombre pensara lo que infiernos quisiera. 


 


―No es un problema ―farfulló el señor Han asintiendo―. Va a servir su mesa durante el resto de la noche. 


 


SeungCheol bajó la cabeza. ―Gracias. ―No había necesidad de joder más al hombre. La cortesía siempre funcionaba jodidamente mucho mejor. SeungCheol se encontró siendo políticamente correcto, era difícil cuando la otra persona era un gilipollas. 


 


Funcionaba la mayor parte del tiempo. Estaba acostumbrado a tratar con hombres como el Sr. Han. Se nutrían intimidando a hombres más pequeños. SeungCheol no iba a sentarse y ver como intimidaba a JiHoon cuando lo único que quería hacer era mantener al hombre a salvo del mundo. 


 


SeungCheol regresó a su asiento, sonriéndoles a sus amigos cuando JiHoon se apresuró con una bandeja llena con sus platos principales. 


 


―Veo que le has bajado los humos a alguien. ―Jaehyeong sonrió mientras JiHoon colocaba sus platos en la mesa. Fue el último en ser servido, pero no le pasó desapercibido a SeungCheol que JiHoon se quedó cerca de él. 


 


Tocó la cadera de JiHoon, una vez más para llamar la atención del pequeño hombre. ―¿Hay algo que estés esperando? 


 


JiHoon movió la cabeza rápidamente. ―No, ¿hay algo más, que los señores necesiten? 


 


SeungCheol oyó el chasquido en la voz de JiHoon. Se podría decir que el hombre era un manojo de nervios. Quería calmar las preocupaciones del hombre y deseaba que estuvieran en su ático donde podría hacer justamente eso. 


 


―Puedes estar de acuerdo en salir conmigo ―dijo SeungCheol cuando se inclinó hacia atrás, evaluando a JiHoon una vez más con sus ojos. El hombre realmente tenía un gran potencial... y un gran culo. Era como si el culo de JiHoon hubiese sido moldeado a la perfección para las manos de SeungCheol. Quería probar esa teoría, pero mantuvo sus manos relajadas sobre los muslos. 


 


Cuando JiHoon no dijo nada, la frente de SeungCheol se levantó. ―¿Y bien? 


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