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Just falling in love por Skarlatta

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Tomarse de las manos

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Para Kai no era usual ver a Rei tan nervioso; tampoco podía culparlo.

En la sala de la mansión Hiwatari se encontraban dos equipos presentes: Bladebreakers y White Tigers, además de dos repentinos anexados: Tala y Bryan, porque el “No, Rei, Tala no está enamorado de mí” pareció haber sido dicho a un muro, y es que eso era Rei cuando se ponía celoso y se le metía una idea en la cabeza. Y entonces un “Sí está, y quiero que esté presente cuando anunciemos a todos que somos novios” puso al pelirrojo en su sala. Bryan simplemente había ido siguiendo a Tala.

—Si nos deshacemos de esos dos tal vez…

Rei le dedicó una afilada mirada, como aquellas que un gato da cuando se le hace algo que le desagrada.

—Se quedan.

Fue la decidida respuesta del moreno. Sorpresivamente, toda resolución lo abandonó al segundo siguiente, terminando así por jugar nervioso con sus guantes.

—Estoy muy seguro de que todos sospechan lo nuestro.

—Kai, si estás tratando de tranquilizarme… No estás haciendo un buen trabajo.

El silencio se instaló en la habitación del bicolor.

Kai era excelente en muchas cosas, al menos lo era en aquellas en las que no tenía que relacionarse con otros. No confiaba fácilmente en las personas, no sabía mostrar afecto y no sabía cómo amar. Aun así… Se esforzaba, en especial cuando se trataba de Rei.

Algo único ocurría cuando se trataba de aquel chico con apariencia felina. El día en que decidió confiar en él y llamarlo “amigo” todo se sintió demasiado bien, demasiado correcto. Esa sensación colmó su interior, empujándolo —meses después— a continuar avanzando. Primero una mano en el hombro de Rei para demostrarle apoyo, después unas palabras y, antes de darse cuenta, un cálido beso en los labios como silente confesión de su amor. Sus sentimientos fueron correspondidos, sintiéndose como si hubiera encontrado algo que ni siquiera sabía que buscaba.

Había hecho tanto, pero siempre podía hacer más por ese hermoso ser que amaba y quien estaba al borde de un colapso nervioso, temiendo que sus amigos y seres queridos no aceptaran su relación.

Se deshizo de su habitual expresión inalterable conforme tomaba asiento en la cama, al lado de su novio.

—Rei, todo saldrá bien —dijo más suave, poniendo una mano en su espalda—. Es nuestro equipo, tus amigos y… los míos. Entenderán, nos apoyarán.

De pronto, ya no era el mismo de siempre. Su voz demostraba una cálida seguridad, la cual trataba de transmitir al nervioso pelinegro. Entre tanto, su mano comenzó a moverse sobre su espalda, brindándole caricias cariñosas a fin de ayudarle con la tensión, pues podía sentir sus músculos rígidos y no le gustaba en lo absoluto que estuviera tan estresado.

—Kai, yo…

Cualquier objeción fue ahogada en su boca por los labios de Kai. La interrupción le hubiera parecido grosera, de no ser porque no sólo ahogó sus objeciones, sino también sus dudas y temores. En cada beso sentía lo real de su amor y eso, en esta ocasión como en muchas otras, le dio fuerza.

—No estás solo. Haremos esto juntos, Rei.

—Juntos no hay nada que no podamos hacer.

Siempre llegaba a esa conclusión cuando se detenía a pensar en todos los obstáculos que habían vencido juntos. Y supo, por la sincera sonrisa en esos tersos labios y el resplandor en las pupilas rubís, que su novio estaba totalmente de acuerdo.

—Vamos. No me molesta hacerlos esperar, pero Tyson comenzará a impacientarse y vendrá a fastidiarnos.

Rei no pudo evitar reír mientras asentía, aunque antes de que el ruso se levantara lo detuvo poniendo una mano en su rodilla.

—¡Espera! Aún no sé cómo decirles. ¿No crees que deberíamos pensar en algo antes de ir?

Kai lo reflexionó unos instantes.

—En realidad… No es necesario que digamos nada.

Como explicación a su sencilla respuesta tomó la mano que su novio le había puesto en la rodilla y entrelazó sus dedos. Nunca antes se habían tomado de las manos frente a nadie, mucho menos en público, todo para evitar el descubrir su secreta relación y evitar “meterse en problemas”. Ahora eso les parecía carente de sentido. Necesitaban sentir la cercanía del otro, así como necesitaban encontrar una forma sencilla de hacerles saber a sus amigos sobre su relación. ¿Qué mejor manera había sino ir tomados de la mano?

Se dedicaron miradas llenas de cariño mientras apretaban suavemente la mano del otro. Ya nunca más volverían a ocultar ese afectuoso gesto. Ahora serían libres de entrelazar sus manos cuando lo desearan.

Sintiéndose más completos y enamorados que nunca, se dispusieron a revelar su noviazgo, listos para afrontar cualquier cosa que viniera.


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